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El olvido está lleno de memoria o la memoria llena de olvido: poesía y compromiso en un poemario de Mario Benedetti

Luis Veres Cortés (CEU San Pablo. Valencia)



     A pesar de que la mayoría de los poetas coincidan en la inutilidad que supone la dedicación poética -recientemente Luis García Montero ha titulado un ensayo suyo De la inutilidad de la poesía, Mario Benedetti discrepa de esta consideración. Para el autor uruguayo la poesía supone una transgresión, pues cuestiona toda una serie de supuestos sociales que el hombre debe poner en duda y que a menudo forman parte de nuestro olvido cotidiano.

     En varios de sus ensayos, recientemente recogidos bajo el título El ejercicio del criterio, concretamente en «Los poetas ante la poesía» y «Rasgos y riesgos de la actual poesía latinoamericana», Benedetti hace referencia a esta cuestión:

            Porque el problema es ése: que la poesía muerde. Por ser libre, preguntona, transgresora, cuestionante, subjetiva, fantasiosa, hermética a veces y comunicativa en otras. Por eso muerde. Y por eso buena parte del público (me refiero al que lee, claro) prefiere la prosa que a menudo contiene respuestas, obedece a planes y estructuras, suele ser objetiva, sabe organizar sus fantasmas y en general no muerde, especialmente cuando le ponen (o se pone) el bozal. Aun en tiempos de censura, y habida cuenta de que los censores no suelen ser especialistas en metáforas, la poesía suele pasar las aduanas con mucho más donaire que la prosa(274).                

     Por ello, para Benedetti, la poesía supone la independencia. La poesía es cuestionadora no sólo de una situación social, política o humana, sino que cuestiona el propio código literario, de modo que éste es el motivo por el que la poesía suele circular en revistas o editoriales minoritarias. No obstante, el mismo autor en otro texto reconoce la imposibilidad de cambiar el mundo mediante la poesía:

            ...tarea primordial del poeta es nombrar las cosas. El problema es que las cosas rara vez se enteran de que son nombradas, o, si se enteran y responden, entonces lo hacen, como sugiere José Emilio Pacheco, con el polvo, ese lenguaje que hablan todas las cosas               

     Esta posición de cuestionamiento del orden social es una de las constantes, junto al tema amoroso, de la poesía de Benedetti. Sin embargo, como veremos a lo largo de esta comunicación, poesía, compromiso y amor se entrecruzarán continuamente. Como ejemplo de esta posición del poeta señalaremos el poemario El olvido está lleno de memoria, libro en el que aparecen las tres claves, a mi juicio, de la poética del autor uruguayo.

     Es en su obra crítica donde Benedetti se plantea los principales problemas acerca de lo que significa el compromiso poético. Para él, sólo es el poeta, alejado de las grandes tiradas editoriales, de las cifras grandilocuentes y los planes de mercadotecnia a los que la novela, y en casos muy concretos el teatro, es el poeta, como decía, el único que en ese mar de condicionamientos externos puede presentarse con total sinceridad y así lo plantea en uno de sus escritos:

           No obstante, es paradójicamente esa indefensión profesional la que tal vez otorgue más independencia al autor de poesía que a los cultores de otros géneros. Por lo menos no es frecuente que el poeta tenga editores que lo apremien ni tentadoras ofertas que lo perturben. Es cierto que ante esa falta de eco, el poeta corre el riesgo de que lo invada el tedio, pero no hay que olvidar que, como escribió Bergamín, el aburrimiento de la ostra produce perlas(275).                

     Y más adelante señala:

           La marginalidad a la que se la somete le otorga una libertad incanjeable. La poesía no acepta esa exclusión y se introduce, con permiso o sin él, en la trama social(276).                

     De esta manera, Benedetti, tomando un concepto de Octavio Paz, escinde el hecho poético en dos tipos de sensibilidades que postulan poéticas distintas, las cuales no son opuestas, sino que pueden coexistir en un mismo autor: por una parte considera que hay poetas que son la conciencia de la poesía, aquellos en que lo poético es la respuesta a una angustia de tipo existencial o un postulado estético. En este grupo entrarían autores como Borges, Huidobro, Montes de Oca, Girondo o Lezama. En un segundo grupo se sitúan los autores que son la poesía de la conciencia: Neruda, Vallejo, Cardenal, Gelman, Dalton, Fernández Moreno, Eliseo Diego, Enrique Lhin o Gabriela Mistral., cuyas características más significativas serían el desapego de la retórica, la capacidad de comunicación y el compromiso solidario. En este sentido la obra de Benedetti participaría de ambos posicionamientos estéticos denunciando la injusticia política y social, y viendo en el amor la única respuesta a los muchos problemas que asuelan el mundo.

     A pesar de que la obra de grandes poetas mengua su cualidad en cuanto se pone al servicio de una determinada posición política, cuando polariza el mundo en vertientes maniqueas y falseadas, válgame como ejemplo los últimos libros de Neruda o los muchos poemas olvidados de la poesía social española, Benedetti defiende el compromiso de la poesía, pues la poesía es buena o mala en función de la recurrencia del artificio de que se sirve, independientemente de la ideología que defienda. Las causas de esta posición hay que buscarlas en las circunstancias personales del hombre Benedetti, víctima del exilio, las cárceles y las muertes de los amigos. Y por ello señala acertadamente:

           Creer, o hacer creer, que la definición política o social de un intelectual sólo habrá de llevarle al esquematismo, al maniqueísmo, o a la pobreza formal, es hacer una torpe evaluación de los caminos y procesos del arte. Desde la Divina Comedia al Guernica, desde Marat-Sade a Novecento, desde España aparta de mí este cáliz al Canto general, el ingrediente social ha servido para nutrir el arte de todos los tiempos. Achacar a ese componente el esquematismo de los inevitables mediocres, equivaldría a atribuir a la magia y a los sueños la indigencia estética de algunos autores venerablemente burgueses(277).                

     Benedetti apela al hecho de que, dada la situación de continuas aberraciones que caracteriza el s. XX latinoamericano, dadas las coordenadas idóneas para el establecimiento de dictaduras del signo que sean en gran parte del continente mestizo, el poeta, desde su independencia, debe ponerse al servicio de la justicia social. Pero este hecho que ya de por sí no requiere justificación en cualquier marco geográfico, es más necesario en el Nuevo Mundo. Para ejemplificar este hecho reproduciré un texto que aparece en el libro de Noam Chomsky El miedo a la democracia:

           En el Salvador, la gente no sólo es asesinada por los escuadrones de la muerte, es decapitada y su cabeza colocada en una pica y utilizada para adornar el paisaje. Los hombres no sólo son desventrados por la Policía del Tesoro salvadoreña. Sus genitales cortados son introducidos en su boca. Las mujeres salvadoreñas no sólo son violadas por la Guardia Nacional. Su útero es extirpado de su cuerpo y utilizado para cubrir su cara. Matar niños no es suficiente. Son arrastrados sobre alambre de púas hasta que la carne se separa de sus huesos, mientras los padres son obligados a mirar... En el Salvador, la estética del terror es religiosa(278).                

     Ante crueldades de esta magnitud el intelectual no puede quedar al margen. Por ello señala Benedetti: «En Europa el posmodernismo puede ser una moda: aquí en cambio sería una obscenidad»(279). Porque es el intelectual, desde el distanciamiento, desde la lucidez que la falta de ambición le otorga, el único que no puede olvidar la barbarie, que es fruto en muchos casos de la mal llamada civilización. Por ello el olvido del poeta es un olvido lleno de memoria. Así lo ve Benedetti al finalizar su ensayo:

           Hoy quizá podríamos agregar que en América Latina es sobre todo la poesía, como cuenca esencial de su literatura, la que pone en suspenso, los tristes, agobiantes, demoledores datos del mundo. Y mientras éste se detiene a revisarlos y ponerlos al día, ella, la poesía, vuelve a inventar y recorrer sus itinerarios, no por las grandes autopistas del consumismo paradigmático, sino por los modestos andurriales de su bien ganada libertad(280).               

     La poesía, como podemos ver, se enfrenta al reto de recuperar el verdadero sentido de la historia, y el intelectual es el que debe extraer una lección moral de esta recuperación que supone una transgresión del poder. En el poema que inicia el libro, «Ese gran simulacro», es el poeta el que niega el olvido y el que se opone al concepto de historia forjada por los vencedores, en el sentido que le da Foucault en su libro Vigilar y castigar(281):

     Cada vez que nos dan clases de amnesia
como si nunca hubieran existido los combustibles ojos del alma
o los labios de la pena huérfana
cada vez que nos dan clases de amnesia
y nos conminan a borrar
la ebriedad del sufrimiento
me convenzo de que mi región
no es la farándula de otros(282)

     Y más adelante alude al gran simulacro que se corresponde con el olvido y que, a su vez, es la historia construida por los vencedores o por los que sustentan el poder:

     el olvido está tan lleno de memoria
que a veces no caben las remembranzas
y hay que tirar rencores por la borda
en el fondo el olvido es un gran simulacro
nadie sabe ni puede/aunque quiera/olvidar
un gran simulacro repleto de fantasmas
esos romeros que peregrinan por el olvido
como si fuese el camino de santiago(283)

     En el poema titulado «¿Cosecha de la nada?» Benedetti detalla el contenido del olvido:

     en el olvido encallan buenas y malas sombras
huesos de compasión/sangre de ungüentos
resentimientos inmisericordes
ojos de exilio que besaron pechos(284)

     De este modo, el sentido histórico de Benedetti, identificado con el pensamiento de Foucault, recoge las imágenes de todo lo que el poeta ha visto en esta vida y por ello el poema toma la forma de denuncia. En el poema «Despabílate amor» el poeta pasa revista a lo que es la entrada en el mundo de una persona al levantarse y enfrentarse con el boletín de noticias de cada día:

    Bonjour buon giorno gutten morgen
despabílate amor y toma nota
sólo en el tercer mundo
mueren cuarenta mil niños por día
en el plácido cielo despejado
flotan los bombardeos y los buitres
cuatro millones tienen sida
la codicia depila la amazonia(285)

     El tono de cotidianidad que rige todo el poema, el antirretoricismo, la enumeración gradual confieren al texto la idea de denuncia de la impasibilidad de los hombres ante los horrores de cada día, ante el olvido en que estos hechos se sumen a los pocos días de ser denunciados. Por ello el horror pasa a formar parte del lado oscuro de la realidad y es por esta razón que el olvido se reviste de la configuración de la noche en el poema «Sólo un detalle»:

     cuando la noche se hizo cueva
y allí albergó traiciones y pánico y rencores
el más cruel de los crueles
se enloqueció de odio y ufanía
y luego envenenó las cañadas del valle
 
aniquiló nostalgias/cerró el pálpito
amontonó cenizas/remendó cicatrices
quiso borrar todas sus fechorías/
pero menospreció un detalle mínimo
se olvidó de olvidarse del olvido(286)

     En «Burbuja» el olvido se convierte en silencio:

     En el silencio universal
por compacto que sea
siempre se escucha el llanto
de un niño
en su burbuja(287)

     La actitud del poeta es de incomprensión ante la existencia del olvido. Así en el poema «Desganas» Benedetti reconoce el horror de que «cuarenta mil niños sucumben diariamente en el purgatorio del hambre y de la sed», admite el horror de que «los pobres de solemnidad son cada vez menos solemnes y más pobres», mientras tal vez una sola mujer se cruza de brazos, pero lo que resulta «atroz, sencillamente atroz, si es la humanidad la que se encoge de hombros»(288).

     Y es el poeta el único que se compromete contra esa realidad; es una voz que grita ante la humanidad que no le escucha como en el poema «Una gaviota en el lago Leman». Allí, frente al fragor del sonido de la ciudad capitalista de Ginebra, una gaviota se queja y vomita tristezas en el rostro impasible / maquillado / del orden(289).

     En el poema «Pájaros», Benedetti opone frente al ruiseñor modernista, frente a la calandria, frente al ave fénix de la poesía clásica, frente a las aves más frecuentes de la historia de la poesía, las palabras de los discriminados / los que nunca / o pocas veces comparecen / los pobres pajaritos del olvido / que también están llenos de memoria, de manera que el canario, el gorrión, el mirlo, la viuda, el estornino, el cardenal /la tórtola, la urraca, el hortelano, el martin pescador, el benteveo(290) se identifican con las almas sin voz, los que no tienen a nadie que los defienda, y el poeta es el que los evoca y los saca del olvido. Porque él es el hombre, y más exactamente el hombre desvalido, el que está sólo ante el problema de la existencia, y Benedetti, mediante una reiteración de interrogantes plantea, en otro poema, «Quién sabe», esta soledad del hombre, junto con el predominio del amor a Dios sobre todas las cosas, en lugar del amor al hombre sobre todos los dioses:

     ¿Te importa mucho que dios exista?
¿te importa que una nebulosa te dibuje el destino?
¿que tus oraciones carezcan de interlocutor?
¿que el gran hacedor pueda ser el gran injusto?
¿que los torturadores sean hijos de dios?
¿que haya que amar a dios sobre todas las cosas
y no sobre todos los prójimos y prójimas?
¿has pensado que amar al dios intangible
suele producir un tangible sufrimiento
y que amar un palpable cuerpo de muchacha
produce en cambio un placer casi infinito?(291)

     La conclusión a la que conduce el mensaje de Benedetti es totalmente pesimista y por ello no es casual que uno de los últimos poemas del libro se titule «Apocalipsis venial», pues es la misma conducta humana la que puede desembocar en la propia extinción de la especie:

     La calumnia como hiroshima en el bolsillo
el desierto como adversario unánime
el silencio como razón de estado
la hipocresía como recoveco de la gloria
el desamor como metáfora de fuego
transcurren arrasando
arrasan empujando
a los indigentes desvalidos cándidos
justo hasta el borde de un abismo cualquiera
donde las soledades aúllan como lobos(292)

     Así pues, ante esta realidad desigual e injusta el poeta realiza una dura crítica del mundo contemporáneo que en ocasiones desemboca en un justificado rencor hacia los que sustentan el poder y que por tanto sustentan el olvido de los carenciados:

     perdí la compasión en el casino
por eso les auguro y les propongo
insomnios con plañidos puteadas mutismos
cuerpos yertos desnudos nunca más seductores
ojos empecinadamente abiertos con miradas capaces
de taladrar cerebro y corazón(293)

     El rencor le conduce hacia los miembros del tercer mundo que consiguen vencer en cualquier ámbito al primer mundo y así, en «Réquiem por Ayrton Senna», el piloto de fórmula uno es el que mediante su triunfo sometía ,al primer mundo de alain prost, que, por cierto, aparece escrito con minúscula, al igual que muchos otros nombres, como marca empequeñecedora de la realidad del mundo desarrollado.

     Pero, a pesar de este enfoque pesimista, de esta óptica torturada por la realidad, Benedetti todavía tiene sitio en sus poemas para el humor, como por ejemplo en «Te acordarás de tu hermano»:

     incluso hubo un ministro mexicano
(sabines dixit) que en el sesenta y ocho
unos meses después de tlatelolco
dijo/ con el pueblo me limpio el culo/
después de todo el tipo era sincero(294)

     La respuesta de Benedetti ante la barbarie del hombre está enfocada hacia el amor, el amor como purificación y el amor como antídoto ante los excesos y desviaciones de la civilización, el amor como una esperanza, como un huerto en un páramo, una migaja entre dos hambres, el amor que es, cáliz y musgo / cruz y sésamo, pobre bisagra entre voraces, aquello que no se ve desde los helicópteros que lanzan bombas:

     el amor es un sueño abierto
un centro con pocas filiales
 
un todo al borde de la nada
fogata que será ceniza
el amor es una palabra
un pedacito de utopía
 
es todo y mucho menos
y mucho más/ es una isla
una borrasca/un lago quieto
sintetizando yo diría
 
que el amor es una alcachofa
que va perdiendo sus enigmas
hasta que queda una zozobra
una esperanza un fantasmita(295)

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