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«Rubén Darío Señor de los tristes» precedió la Antología para la colección Literatura Latinoamericana de Casa de las Américas (1967). En Alfaguara, p. 160.

 

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Véase Peripecia y novela, Montevideo, Prometeo, 1948.

 

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«Carlos Maggi y su meridiano de vida» (1966).

 

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«No pienso que el crítico deba ser un ente abstracto, sin convicciones, sin preferencias, sin repugnancias. Pretendo simplemente que practique el juego limpio de esas convicciones, preferencias y repugnancias». En «¿Qué hacemos con la crítica?» (1961). Recogido en Literatura uruguaya siglo XX, Montevideo, Seix Barral, 1997.

 

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Nos referimos al número 132 de Anthropos(1992) dedicado a la obra de Benedetti. En su estudio «Mario Benedetti: la pregunta elucidante», Sylvia Lago afirma que: «Cumplimos asimismo, en esta primera aproximación al texto poético de Benedetti, con un propósito definido que a su vez sentimos como un impostergable compromiso: señalar algunas pautas que quizás promuevan lo que la crítica uruguaya debe todavía a su obra: un estudio organizado, sistemático, que se avenga a las normas de rigor que los escritores de la Generación del 45 propugnaron y propulsaron y que siempre se invocan en primer término cuando se nombran los valores de esta promoción. Creemos que la investigación literaria del país no ha profundizado lo suficiente, con precisos criterios metodológicos, en esta obra múltiple donde se entraman -mediante interacciones esencialmente dinámicas- la realidad existencial del poeta y la realidad sociopolítica en que su producción se arraiga. El discurso literario de Benedetti se presenta como una gran unidad donde confluyen de modo impar valores estéticos y éticos conformando un corpus poético de particular hondura y originalidad. (...) En este sentido su obra resulta un insoslayable testimonio de lo que ha sido este tormentoso «pedazo» de nuestra historia en las últimas décadas»(p. 45). Esta opinión de Lago se reitera de un modo similar, entre otros, en los estudios de Jorge Ruffinelli y Ambrosio Fornet.

 

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A pesar de la ausencia que advierte Lago, los estudios efectuados hasta el momento son suficientes para que se destaque la calidad e importancia de las creaciones de Benedetti. La bibliografía más reciente y completa es la que acompaña al número especial de Anthropos, aunque a ella ya se le debe agregar innumerables trabajos posteriores, como nuestros libros y artículos, incluidos en la bibliografía de este estudio.

 

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Basta recordar los héroes románticos, los indios y gauchos idealizados, hasta los personajes desarraigados que reflejaban el dolor ajeno de guerras y un existencialismo europeo, aunque se hubiera comenzado a percibir un mundo real maravilloso y un ambiente revolucionario, pero que todavía permanecían alejados de la cotidianidad en crisis de esa clase urbana, en rápido crecimiento, a la que pertenecían la mayoría de los lectores.

 

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Decía Unamuno en En torno al casticismo: «Todo lo que cuentan a diario los periódicos, la historia toda del 'presente momento histórico', no es sino la superficie del mar, una superficie que se hiela y cristaliza en los libros y registros, (...) Los periódicos nada dicen de la vida silenciosa de los millones de hombres sin historia, ...que como las de las madréporas suboceánicas echa las bases sobre que se alzan los islotes de la historia, (...) sobre la inmensa humanidad silenciosa se levantan los que meten bulla en la historia. ...El hombre, esto es, lo que hemos de buscar en nuestra alma. (...) Volviendo a sí, haciendo un examen de conciencia, estudiándose y buscando en su historia la raíz de los males que sufren... Por el examen de su conciencia histórica penetran en su intrahistoria y se hallan de veras... Mientras no sea la historia una confesión de un examen de conciencia no servirá para despojarnos del pueblo viejo y no habrá salvación para nosotros» (pp. 192-194). Este coincidente acercamiento entre españoles e hispanoamericanos, que analizamos en nuestro libro Mujer e historia, fue advertido inicialmente por Guillermo de Torre, quien se preguntaba, en 1961, «si toda América no se encontrará actualmente viviendo su 98; esto es, atravesando un período de crisis, de muda, de examen de conciencia semejante al finisecular español, dada la extensión y la intensidad con que sus escritores se plantean en forma muy aguda y dramática, a veces obsesionante, el problema del autoconocimiento» (p. 167).

 

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La relación entre la creación literaria benedettiana, la realidad histórica uruguaya y la hispanoamericana ha sido examinada detenidamente por Jorge Ruffinelli en «Benedetti novelista: el tiempo de la (des)esperanza». (Ver bibliografía).

 

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Este proceso de tradición y rebelión en la literatura fue iniciado en 1926 por Pedro Henríquez Ureña y reiterado luego por Emir Rodríguez Monegal en 1972, aunque sus raíces se encuentran en Andrés Bello y en José Martí. Pero este proceso tiene que ser auténticamente sentido para que sea valedero, para que produzca la renovación y los cambios esperados, sin confundirlo con el rechazo individual y superficial que ciertos intelectuales hacen de la obra de ciertos escritores famosos.