Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajoTemas dominantes en Despistes y franquezas

Raquel María Sánchez Pagán (Universidad de Murcia)


Despistes y franquezas comienza con un «Envío», en el cual, Benedetti, como hombre preocupado por los asuntos literarios, comenta los problemas que plantea la ubicación de esta obra dentro de un género literario concreto. El propio autor es quien define este texto como un «entrevero literario», como un amasijo de formas, contenidos, materiales, etc. que forman parten de una unidad. Benedetti nos presenta cuentos, poemas, graffittis y otras formas con contenidos también diversos («desde relatos tenebrosos hasta cuentitos poco menos que cursis167»). M. Benedetti parece darle la razón a Ernesto Sábato cuando dice que «el artista no 'sabe' lo que realmente quería hasta que la obra está concluida, y a veces ni siquiera entonces. En la medida que parte de una intuición básica puede afirmarse que el tema precede a la expresión; pero al ir avanzando, la forma va prestando al asunto sutiles, misteriosos, ricos e inesperados matices; momentos en que puede afirmarse que la expresión crea el tema. Hasta que concluida la obra el tema y la expresión constituyen una sola e indivisible unidad168».

Terracini dice que la elección de un género literario por un autor o las expectativas que origina en un lector son signo de la posición histórica que el hablante (autor o lector) asume en un determinado momento, de su adhesión a una determinada tradición, porque en estos hechos (la posición histórica y la determinada tradición) se expresa plenamente su personalidad, que no es la de un simple sujeto aislado sino la de un espíritu en la actualidad de la historia. Con esta elección, Benedetti se nos revela como un personaje que necesita la libertad, actitud ésta que no sólo se muestra en la búsqueda de un género propio, sino que se mantiene en la temática de la obra y en su contenido, en todo momento comprometido ideológicamente, literariamente, ...en fin, humanamente.

Temas dominantes

El estudio de los temas dominantes de una obra literaria adquiere su sentido fundamentalmente en el énfasis que pone en descubrir el carácter estructurado del relato y también la capacidad de generar redes de relaciones internas.

En el «Envío» Benedetti ya avanza cuáles van a ser los temas dominantes. Las inquietudes del autor, desdoblado en el crítico y el autor, quedan patentes en este prólogo. Los temas dominantes en este texto son, desde mi punto de vista, recurrentes en todas las obras de Benedetti y responden a una visión de la literatura como representación de preocupaciones y vivencias del autor real. Dice Sábato que «El individuo solo no existe: existe rodeado por una sociedad, inmerso en una sociedad, sufriendo en una sociedad, luchando o escondiéndose en una sociedad169». Por ello, la situación histórica que le ha tocado vivir a Benedetti impregna todos sus textos170. Benedetti, por ello, no podría estar totalmente de acuerdo con Milan Kundera cuando éste afirma que «una novela no es una confesión del autor, sino una investigación sobre lo que es la vida humana dentro de la trampa en que se ha convertido el mundo171», ya que, en muchas ocasiones, sus relatos sí pueden ser considerados como «confesiones del autor».

Aunque la obra nos presente una estructura externa claramente diferenciada («Envío», «Despistes», «Franquezas» y «El tiempo que no llegó»), la división no responde a una separación visible para el lector. Tampoco desde el punto de vista temático, como veremos. El autor nos explica en el prólogo que tal división pertenece a una percepción -autobiográfica hasta cierto punto- de los hechos que se nos relatan: «Ya entonces, en cada despiste había un poco de franqueza, y también viceversa172».

El exilio

Sábato afirma que «el escritor verdadero escribe sobre la realidad que ha sufrido y mamado, es decir sobre la patria173» y estas palabras parecen reflejar la actitud de Benedetti en la elección de los temas de sus textos. En el estudio «Exilio-desexilio: dos caras de la misma moneda» de Luis González-Suárez174 se documenta que «La palabra 'desexilio' aparece por primera vez en la novela del escritor uruguayo Mario Benedetti Primavera con una esquina rota, publicada en junio de 1982». Benedetti no sólo es el inventor de la palabra, sino que la necesita porque exilio y desexilio son dos realidades que aparecen en su vida y en su obra.

En el caso de Despistes y franquezas vemos que aparentemente el tema del exilio se presenta como el fondo de algunos relatos, para convertirse en el protagonista en no pocas ocasiones. Es parte del compromiso del que hemos hablado antes. Sobre el compromiso escribe Sábato que «no hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante, ni otra forma de llegar a la universalidad que a través de la propia circunstancia: el hoy y el aquí. La tarea del escritor sería la de entrever los valores eternos que están implicados en el drama social de su tiempo y lugar175».

En el primer relato, «La sirena viuda», el tema del exilio se convierte en principal y es un exilio general, «el exilio de todos»: lo que en principio parece un detalle intrascendente (sus interlocutores son «varios amigos latinoamericanos expertos en exilios daneses176»), pasa a ser un rasgo recurrente en la presentación de los personajes («Julio, exiliado chileno», «antes aún de cumplir el primero de los trámites complementarios para confirmar su estatuto de exiliado», «tú, que hasta hace no mucho también fuiste exiliado»177) y el tema principal del mismo, como se nos revela en la última línea: «Más aún, te diré que desde entonces ha pasado a ser una de los nuestros. Una exiliada más, inmóvil junto al mar, que sueña con la vuelta178».

A veces, sucede al revés y el tema del exilio pasa de tener carácter principal a ser el fondo de la historia. En «Hermanito» y en «Siesta» se nos enfoca el tema del exilio desde otros puntos de vista y no pasa de ser el fondo o la causa de las historias que se nos cuentan: mientras «Hermanito» trata de las consecuencias que provoca el exilio en los lazos familiares (la narradora-protagonista está en Buenos Aires, el hermano en México, la hermana es colaboracionista, etc.), en «Siesta» nos encontramos con que es el exilio de otros lo que motiva la relación entre los protagonistas; el tema no es el exilio en sí (como ocurría en «La sirena viuda» o incluso en «Hermanito»), sino la situación política.

En estrecha relación con el exilio, aparece el desexilio179, la vuelta del exilio. En Primavera con una esquina rota ya nos avisa que «es posible que el desexilio sea tan duro como el exilio180», y, según Luis González-Suárez, «es natural que en ciertas ocasiones el desexilio pueda ser tan difícil como el exilio y hasta presentarse como una ruptura, una nueva forma de ruptura, pero la gran diferencia entre exilio y desexilio es que, mientras que el exilio nos fue impuesto por situaciones políticas, el desexilio, en cambio, es de nuestra entera responsabilidad181». En el mismo «Envío», Mario Benedetti habla de su personal exilio y desexilio: «Ahora, tras haber asimilado los vaivenes y desajustes del exilio, y también los entrañables reencuentros y algunas inesperadas mezquindades del desexilio182», nos dice, y van a ser estos dos caracteres (los reencuentros y las mezquindades), los que se van a desarrollar en algunos de los textos de Despistes y franquezas.

El exilio de los personajes suele llevarlos principalmente hacia España, por lo cual se produce un viaje de ida y vuelta y vuelta América-España-América-España; a veces, el personaje no llega a regresar a su país. En «Recuerdos olvidados» se dice que «No es fácil comprender a América Latina desde Europa183» y esta frase podría ser resumen del cuento «Lejanos, pequeñísimos», donde se hace un resumen de la situación sociopolítica en la que derivó Uruguay tras el derrumbamiento de la dictadura y su comparación con la situación española. En «Recuerdos olvidados» las consecuencias del fin de la dictadura uruguaya son observadas desde fuera, desde el punto de vista de los exiliados y las consecuencias que trae para ellos:

1. «Todos regresan al país, aunque después algunos regresen del regreso184». Muchos de los desexiliados son incapaces de adaptarse al nuevo país que se encuentran al volver, donde ya no están sus amigos, etc. Ésta es la situación en la que se encuentra el protagonista de «Llamaré a Mauricio», por ejemplo.

2. «Y ahora se acabó la excusa del exilio: residentes o mierda185». Se refiere a la situación en la que se encuentran muchos de los exiliados en el país de acogida tras la caída de la dictadura.

3. En las reuniones de exiliados voluntarios (ya no forzosos) «ya no es como antes. Nadie brinda por el pronto regreso186».

El amor

Nos encontramos con amor platónico (como en «La sirena viuda», donde un exiliado se enamora de la sirenita de Eriksen), relaciones de amor-odio (como en «Cleopatra»), etc. Es un tema que está presente en casi la totalidad de los relatos, fundamentalmente el amor de pareja, el enamoramiento y el desenamoramiento, etc., arrastrando consigo otros temas, entre los cuales destacan el de la virginidad (o mejor dicho, la pérdida de la misma) y el de la «fidelidad infiel».

La virginidad perdida tiene dos tipos de sujetos: un adolescente o la mujer antes del matrimonio. El relato de la pérdida de la virginidad por parte del adolescente, que vemos desarrollado en relatos como «Un reloj con números romanos» y «Los Williams y los Peabody», coincide en las distintas versiones en dos puntos:

1. Ella lo elige, lo conduce y luego desaparece. Ella es el personaje activo y él no hace más que dejarse llevar: «En ese momento comprendí que me estaba enseñando algo y resolví ser un buen alumno187».

2. Ocurre cuando el protagonista tiene quince años y se sitúa en Mallorca188.

En cuanto a la virginidad de la mujer antes del matrimonio, en «La víspera» es la propia mujer la que nos da las razones por las que no llegar virgen al matrimonio: «¿Qué iba a pensar Bernardo de mí si yo llegaba virgen? Pues, lo que se piensa en estos tiempos: que era una puritana, una pacata, una monjita. Además, hacerlo la víspera, no lo convierte en cornudo, lo que sería horrible, yo jamás lo haría. Y, por último, quiero que, desde el comienzo, él sepa que no es mi descubridor, que no es mi amo189». Este cuento parece darnos la otra perspectiva de la relación analizada en «Los Williams y los Peabody», donde la chica se acuesta con él por razones semejantes -que no llega a explicar-; este cuento es, pues, un complemento a la historia que allí se desarrollaba.

Si antes decíamos que ella era la que elegía con quien mantener relaciones, ahora vemos la confirmación de este hecho, cuando la protagonista de «La víspera», Mandita, dice: «porque no me negarás que, después de todo, fui yo la que te usé, con muchísimo gusto, lo reconozco, pero te usé190».

En cuanto a la «fidelidad infiel», nos encontramos dos versiones de este tema en los relatos «Fidelidades» y «Triángulo isósceles». Mientras en el primero, la protagonista, que está casada y tiene un amante, es fiel a ambos -Benedetti habla de «fidelidad bicéfala191»-, y descubre que ellos también son amantes entre sí; en «Triángulo isósceles» es sólo el marido el que piensa que está siendo infiel, aunque su amante sea su propia mujer (hecho que él ignora). En este caso, más que de «fidelidad infiel» podríamos hablar de una «infidelidad fiel».

El mar

La presencia del mar o de elementos propiamente marítimos es muy interesante de seguir a lo largo de la obra de Mario Benedetti. En el caso concreto de Despistes y franquezas, creo que un cuento muy interesante para comprender la actitud del autor con respecto al mar es el titulado «Un boliviano con salida al mar», en el cual, aprovechando la circunstancia socio-geográfica de los bolivianos, ciudadanos de un país que no tiene salida al mar, se intenta una descripción de éste, la cual queda incompleta hasta el momento en el que se introduce el elemento misterioso y fantástico, las sirenas: «Sabía por experiencia que la nostalgia del mar no tiene fin. Y fue entonces, sólo entonces que empezó a hablar de las sirenas192».

Precisamente fue una sirena la primera protagonista de Despistes y franquezas, la sirenita de Eriksen, pero no es la única que aparece a lo largo de los relatos. En «Un reloj con números romanos» no se pone en duda la existencia de las sirenas e incluso queda en el aire el hecho de que la protagonista fuera una: «Durante unos meses quise convencerme de que tal vez fuese una sirena, pero luego descartaba esa posibilidad, ya que las sirenas no usan relojes con números romanos193». Anteriormente hemos señalado el paralelismo entre este cuento y «Los Williams y los Peabody», en el que también cobra gran importancia la presencia del mar y en el que también queda en el aire la naturaleza de la protagonista (tal vez fuera otra sirena).

Humor e ironía

Humor e ironía son dos características del estilo literario de Mario Benedetti, pero en ocasiones dejan de ser características para convertirse en el objeto del texto. Así, nos encontramos con chistes, más o menos elaborados, desde «Graffitti sin muros» («Yanquee stay home194», «Peor que el stress es cuatro195»), «Su amor no era sencillo», «Hay tantos prejuicios», «El hombre que aprendió a ladrar», «El sexo de los ángeles», etc.; en ellos podemos encontrar en ocasiones una fuerte carga crítica o irónica, como es el caso de «Lingüistas», «San Petersburgo», «El profeta», «Memoria electrónica», «Lázaro», «Eso», etc.

Otros temas

Otros temas que protagonizan los textos de Despistes y franquezas son emociones tales como la ternura; en «Manualidades» las manos son representantes de este sentimiento: «Y no era su propia mano la que empuñaba la otra, sino que era la de hierro la que estrechaba la suya. Y así supo que aquello también era un acto solitario [...] Y era también una forma de decirle que no se preocupara porque nadie hubiera respondido. Lo esencial era llamar196» (también en «El césped» las manos serán un motivo importante de la narración). Pero es «Pacto de sangre» el más tierno, tal vez, de todos los relatos.

Dolor y cobardía se hacen presentes conjuntamente en textos tales como «Vení Pigmalión» o «Miles de ojos», en el que el protagonista es un ex torturador amnistiado por el nuevo régimen, y temeroso de todo: «Sólo cuando estuvo profundamente dormido, comenzó a recorrer un corredor en tinieblas, una suerte de túnel interminable, cuyas paredes eran sólo ojos, miles y miles de ojos que lo miraban, sin ningún parpadeo. Y sin perdón197». Una situación parecida, aunque con elementos sobrenaturales más claros (no queda explícito que también se trate de un sueño) es «Larga distancia».

Al principio de esta intervención se dijo que Benedetti se muestra en Despistes y franquezas como un hombre preocupado por los asuntos literarios, en general por los artísticos, como un hombre comprometido en todos los niveles, también en el filológico. Este compromiso va a quedar claro en varios textos recogidos en esta obra y, ante las inquietudes filológicas va a adoptar, fundamentalmente, dos posturas:

1. La sátira, rellenada con una dosis de amargura, como en el caso de «El ruido y la imagen», o de ternura, como en «Idilio».

2. El humor, que ya ha sido abordado como tema principal con anterioridad. Una visión de un Congreso Internacional de Lingüística, es «Lingüista», texto a mi parecer muy acertado y bastante fiel a la realidad. La misma percepción sobre estos actos es la de E. Caldwell: «La profesión de escritor tiene un lado penoso, que consiste en que el trabajo lo obliga a uno a mezclarse con una serie de literatos. Para guardar las apariencias, una o dos veces por año, hay que concurrir a una reunión y pasar varias horas en compañía de críticos, autores radiales y gente que lee libros. Todos ellos hablan una jerga que sólo pueden entender los literatos. Únicamente después de proceder a una purificación a fondo puede uno recobrarse y caminar con la cabeza en alto, como un ser humano198».

Otro acercamiento humorístico a las realidades lingüísticas, aunque ya no basado en una crítica a los críticos, sino en la posibilidad lúdica de las palabras y los textos, son los textos «El puercoespín mimoso» y «Bestiario». Otros relatos que tratan de realidades literarias son «Mucho gusto», «Traducciones», ... Junto con la crítica literaria, nos encontramos la crítica social en «Orden del día», mientras que en el cuento titulado «Autobiografía» Benedetti realiza una feroz crítica del consumismo (la literatura como producto) y del mundo editorial.

Se nos quedan en el camino numerosos textos que no hemos encasillado bajo ningún epígrafe y que no nos da tiempo ni siquiera a nombrar. Son textos como «Salvo excepciones», que trata sobre la ineptitud; «El niño Cinco Mil Millones», sobre la desigualdad norte-sur; «Truths on the rocks», un brillante relato sobre los efectos de la verdad en las relaciones humanas y sociales; «El césped», sobre el fútbol, la amistad, etc.

Si abordábamos el problema del género al inicio de esta comunicación era para retornar ahora al concepto de «libro-entrevero» que Benedetti pretendía escribir; la única característica unificadora de todos los textos de Despistes y franquezas es lo que Sábato ha llamado «el aire de familia»199, aquello que nos permite reconocer la obra de Benedetti aunque no esté firmada, debido a que nace en un lugar -la «tierra espiritual de su creador»- caracterizado por determinadas ideas, obsesiones y vivencias que son de él y únicamente de él.