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Los versos se hacen canciones: Benedetti y Serrat

María Carmela Mitidieri (Universidad de Salerno, Italia)



     A partir de 1970 la obra poética de Mario Benedetti ha sido a menudo rescatada por numerosos cantantes y cantautores de habla hispana. Remonta precisamente a 1970 la primera vez que un poema de Mario Benedetti se hizo canción, cuando Numa Moraes, músico uruguayo, musicalizó «Cielo del 69», una de sus Letras de emergencia (1973) («Mejor se ponen sombrero / que el aire viene de gloria / si no los despeina el viento / los va a despeinar la historia»). Pero sólo tras la colaboración con Alberto Favero, de la que surgió el disco Nacha canta a Benedetti (1972), los poemas de Benedetti comienzan a popularizarse verdaderamente, quizás porque las canciones están más al alcance de todos, las escuchan los demás, mientras la poesía siempre es destinada a una minoría de usuarios. En esa ocasión fueron retomados sus primeros poemas y, especialmente, los de la oficina. Recordemos Te quiero, que es una «canción de amor militante transida de emoción juvenil» («Tus manos son mi caricias mis acordes cotidianos / te quiero porque tus manos / trabajan por la justicia». Paoletti, 1995:189).

     Colaboración semejante la tuvo Benedetti con Daniel Viglietti, otro cantautor uruguayo y personaje clave desde el punto de vista político, cultural y musical en la transformación del Uruguay a partir de 1968. A dos voces (1978) es el resultado del trabajo llevado a cabo entre Benedetti y Viglietti. Las canciones son en su mayoría de denuncia política y crítica social.

     En 1985 llega El Sur también existe, con música de Joan Manuel Serrat y letra de Mario Benedetti, y en algunos casos de Benedetti y Serrat, que abarca diez composiciones, de las cuales algunas han nacido como canciones -la que da el título al LP y «Una mujer desnuda y en lo oscuro», por ejemplo- y otros son adaptaciones de poemas previos de Benedetti. Los temas son de lo más variado: la reivindicación político-social («El Sur también existe»), el canto de la esperanza («Vas a parir felicidad»), lo cotidiano («Testamento de miércoles»), la descripción del paisaje del exilio cubano («Habanera»), la ironía («Los formales y el frío»), el discurrir a lo largo de la vida («Currículum»), etc. Aquí también hay crítica social, el tema de las injusticias, la desigualdad entre los hombres, pero no faltan referencias al amor. Ese amor que, casi a escondidas, trasluce en las canciones de Serrat como en los escritos de Benedetti. El amor como un territorio inevitable en nuestras vidas, pero nunca patético.

     Además de estos tres trabajos más articulados y conocidos, Mario Benedetti tiene unas 80 letras de canciones que figuran en el repertorio de numerosos intérpretes, y un librito titulado Canciones del más acá (Benedetti, 1988), que incluye 60 textos suyos.

     Así y todo los trabajos que Benedetti prefiere son los tres llevados a cabo con los cantautores, ya que con los tres tuvo una colaboración intensa y estimulante.

     Al parecer, no cabe duda de que la poesía de Benedetti es muy adecuada para ser musicada, aunque para llegar del poema a la canción el camino es largo y, a veces, arduo y laborioso. La poesía es un género distinto de la canción, a la hora de poner música a unos versos hay que remodelarlos, o cuando no, volver a escribirlos. Las letras que se cantan no son poesía pura. Las canciones, por repetirse innumerables veces, deben contener palabras que no cansen el oído. Pero, una vez canciones, los versos llegan a la muchedumbre, incluso a quien poesía no lee. Y seguramente muchos de los versos de Benedetti son conocidos por millones de personas porque se hicieron canciones.

     Más difusamente hablaremos de la colaboración que Mario Benedetti tuvo con Joan Manuel Serrat, el cantautor catalán-español más representativo de este país, por tener más de treinta años de carrera y unos treinta discos, y por ser hijo de la posguerra y haber vivido durante la mitad de su vida la dictadura y luego la transición que condujo a la democracia en España. Todo ello, interiorizado y comunicado por Joan Manuel Serrat, gracias a su manera de sentir, hace de él una de las figuras básicas del escenario cultural de la España de hoy. A Serrat le toca vivir una época de cambios notorios en la vida, las costumbres, la manera de expresarse de todo un pueblo, una época en la que desaparecen las metáforas crípticas. La palabra se hace «libre», y aunque en todo momento de cambio las «reglas» no están claramente definidas, empieza una época en que por lo menos se puede expresar uno libremente. Y Serrat pudo seguir por un camino en que según dice él, «es siempre mejor tener miedo que tener vergüenza» (Serrat, 1997).

     El comienzo oficial de la carrera artística de Serrat es abril de 1967, al salir su tercer disco Cançó de matinada: «fue entonces cuando decidí hacer de la música mi oficio, la manera de buscarme las alubias» (Serrat, 1992).

     Dicho esto, no es preciso seguir recorriendo la trayectoria artística de Serrat, por ser personaje tan notorio como querido desde el Mediterráneo hasta el Pacífico, pasando por el Atlántico -como pasa con Mario Benedetti pensando al revés- pero sí cabe fijar el punto de partida de este intérprete barcelonés de la canción, que subraya el hecho de que jamás se sintió «personaje político», aunque se haya terminantemente puesto en contra de las dictaduras: no yendo por una década a Argentina, no queriendo cantar en México cuando la dictadura franquista ordenó el fusilamiento de unos cuantos españoles reaccionarios al totalitarismo de Franco, por no sentirse representante de su país que en esa ocasión actuaba de una forma que él no compartía. Si todo ello llevó a menudo a pensar en Serrat como figura política, a él le importa mucho precisar que su oficio es el de traducir en palabras los sentimientos de todos y cada uno y que la canción no es más sino «un desahogo, el epílogo del llanto» (Serrat, 1995). Las canciones, por contener los temas de lo cotidiano, del amor a lo social, están inevitablemente hechas de los acontecimientos que caracterizan el momento en que la canción se produce.

     Se le definió a Serrat un artista fiel: fidelidad a los amigos, a la tierra, al bilingüismo, a los poetas, al público, a sí mismo, a sus músicos (Ricardo Cantalapiedra, 1985).

     Por su parte, en 1985 Joan Manuel Serrat no era nuevo en musicar obra poética: están las experiencias anteriores con algunos poemas de Antonio Machado (Dedicado a Antonio Machado, 1969) y Miguel Hernández (Miguel Hernández, 1972) en castellano y de Joan Salvat-Papasseit (Serrat 4, 1969) en catalán. Lo nuevo fue musicalizar los versos de un poeta latino-americano y no español, y además viviente, pero era de esperarlo por quien dice que se siente «un latino-americano de Barcelona», y que siempre ha sido el «embajador musical» de España en América Latina, a la que considera «una amante, una vampiresa embaucadora, encantadora, maravillosa, mágica, dulce... Y me enamoré» (Serrat, 1995).

     Mario Benedetti guarda un agradable recuerdo de su colaboración con Joan Manuel Serrat: «el trabajo que hicimos con Serrat fue una experiencia muy rica y removedora. Un estímulo adicional fue la sólida amistad que se generó en esa labor compartida. En realidad, me sentí muy estimulado con que un cantante del prestigio y la categoría de Serrat me propusiera esa tarea conjunta» (Benedetti, 1997). Por su parte dice Serrat: «El proyecto de El Sur también existe nace de mi admiración por la obra de Benedetti y por las coincidencias de pensamientos que se producen. Elegí los poemas de Benedetti porque, aun sin conocerlo, era un hombre al que siempre sentí cercano (Serrat, 1997).

     A la pregunta por mí dirigida a Benedetti y a Serrat «¿Qué le gustaría decir sobre Benedetti/Serrat que yo no le haya preguntado?», Serrat ha contestado: «Que es, como decía Machado, un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno» (Serrat, 1997). Y Benedetti: «Que en América Latina, y particularmente en el Cono Sur, Serrat es un artista particularmente admirado y querido, no sólo por su labor de intérprete y compositor, sino también por su calidad humana. Por otra parte, el amor es un territorio por el que Serrat transita con calidez y llaneza, logrando siempre que el humor lo salve de la retórica y la naturalidad lo defienda de lo frívolo.» (Benedetti, 1997).

     Siendo éstos los sentimientos mutuos y la consideración que tienen el uno del otro, no podía salir sino una obra exitosa y entrañable.

     Aunque la canción sea distinta de la poesía y sean productos diferentes, no se puede negar cierto lirismo de algunas canciones, como las de Serrat, a la vez que no se puede negar cierto perfume a canción de algunas composiciones poéticas, como las de Benedetti. Quizás la canción y el poema sean dos mundos de intercambio mutuo, a veces. Hay que saber detectar los versos que pueden hacerse canciones.

     Y es lo que hizo Serrat cuando propuso a Benedetti trabajar con sus poemas para que se convirtiesen en textos cantables, diciéndole: «Tengo como 10 ejemplares de Inventario. Y cada vez que lo releo llego a la misma conclusión: allí hay mucho material para hacer canciones. Pero habría que trabajarlo» (Paoletti, 1995: 191). Por su parte, dice Benedetti: «La tarea no fue nada fácil, ya que en varios casos se trataba de convertir en letras de canciones versos originariamente escritos en versos libres» (Benedetti, 1997). El Sur también existe abarca 10 poemas, escritos durante 1984 y 1985, y son: «El Sur también existe», «Currículum», «De árbol a árbol», «Hagamos un trato», «Testamento de miércoles», «Una mujer desnuda y en lo oscuro», «Los formales y el frío», «Habanera», «Vas a parir felicidad», «Defensa de la alegría». Esas letras generalmente tienen como antecedente poemas anteriores -sólo algunas fueron escritas directamente como canciones-, pero, al hacerse canciones se efectuaron cambios en su extensión y estructura.

     Pasamos a analizar individualmente los poemas.

     «El Sur también existe», que da el titulo al disco, es la reivindicación del Sur, o mejor dicho, de todos los sures que hay en el mundo, ante el Norte. A lo largo de la historia el Norte siempre ha mandado, ha tomado las decisiones y hecho sus imposiciones, el Sur ha sufrido desde siempre esta actitud totalitarista y hegemónica del Norte. Si el Sur es la cuna de las raíces, de las tradiciones, de lo entrañable, el Norte es la cuna de las decisiones mundiales, incluso a costa de perjudicar al Sur. El Norte manda y prohíbe, el Sur sufre y obedece, y cuando no lo hizo o no lo hace la inclemencia punitiva del Norte se hace candente y perentoria. El texto, escrito por Mario Benedetti, fue concebido como letra de canción, y corresponde a sentimientos presentes en toda la obra benedettiana y serratiana: para los dos el «tema del Sur» siempre fue muy querido, aquí el Sur no es apenas una localización geográfica, el Sur es todo lo oprimido y sometido y de sures está lleno el mundo. Son las personas más débiles, los países más perseguidos, los sentimientos más pisoteados, la justicia negada, los derechos humanos olvidados, los desvalidos y los marginales de nuestros países. De hecho dice Serrat: «El Sur al que nos referimos Mario y yo no es el sur geográfico, sino el resultado de la depredación de los que se imponen. Tal vez en el sur se genera más arte porque tienen más vivencias, porque siempre han de estar despiertos, porque tienen más conocimientos y más capacidad de expresarse y de sintonizar, porque son más valientes... (Visto así, cualquiera diría que se trata de una ventaja). El talento del sur es la compensación de un gran inconveniente.» (Serrat, 1997). Hablando del mismo asunto, Benedetti también está convencido de que «infortunadamente, sigue existiendo ese abismo que separa al Norte y al Sur». (Benedetti, 1997).

     «Currículum» es un poema previo de Benedetti que, a la hora de hacerse canción, fue en parte modificado, por exigencias musicales. Es una canción que Serrat siempre incluye en sus conciertos a modo de presentación, «porque es una canción que discurre a lo largo de la existencia» (Serrat, 1997). Es un texto típico de Benedetti en el que se habla de lo que caracteriza a la vida, del nacimiento a la muerte, pasando por los sentimientos, los estados de ánimo, las convicciones no siempre verdaderas que tiene uno. Se abre con elementos de lo cotidiano, de la naturaleza -el pájaro, el insecto, el cielo- para pasar al sufrimiento que nos puede provocar lo diario y luego llegar a la noche y al sueño que lo borra o, al menos, lo apaga, todo, como si fuera un descanso del día. Los sentimientos que nos dan fuerza para enfrentar la vida, las esperanzas que duran poco, porque al fomentarlas nos chocamos con la realidad que, casi nunca, coincide con lo ideal. Gracias a las experiencias aprendemos la vida, nos enteramos de que «el mundo es como un laberinto»: nada fácil de entender, a menudo inviable; y en lo bueno como en lo malo siempre genera confusión. Cuando llega la madurez, echamos un vistazo al pasado, al presente y, a la vez, pensamos en el futuro. Es éste el momento en que probablemente llegamos a ser sabios. Pero, inexorablemente, cuando nada parece faltar, llega la muerte, como a cerrar nuestro currículum...

     «De árbol a árbol» es una llamada a la solidaridad. Hay todo un desfiladero de nombres de árboles, de las especies y los lugares más distintos -del olivo de Jaén al quebracho de Entre Ríos, del ombú de la Pampa a la ceiba antillana, del sauce de Tacuarembó al castaño de Campos Elíseos, etc. -que quizás se puedan ver como metáfora de los hombres. Lo sugiere el refrán «los árboles ¿serán acaso solidarios?». Que sean o no solidarios, no lo preguntarán los diarios, nadie se planteará el problema. El de la solidaridad es otro tema querido sea por Benedetti, que por Serrat, y que a menudo sale en la obra de ambos. Es, además, una actitud presente en sus vivencias, en sus actos públicos y en sus manifestaciones de vida. Los dos siempre fueron solidarios con las justas causas de lo humano.

     «Hagamos un trato» es una conmovedora declaración de amor. Pero, no sólo de amor hombre-mujer, sino de amor más universal, aunque sea hacia una «compañera». Un amor hecho de amistad, totalidad, que se condensa todo en la frase «usted puede contar conmigo». Tiene sabor a eterno, aunque no sea dicho con palabras amorosas y frívolas. Una declaración de amor intemporal, pero sí real, verdadero, declaración hecha a alguien que se quiere que nos acompañe durante toda la vida.

     «Testamento de miércoles» es un buceo en la cotidianidad diaria, donde lo que se dice vale el tiempo de un día.

     «Una mujer desnuda y en lo oscuro» es otra imagen de lo diario, también concebida como letra de canción por Benedetti. Lo erótico aquí es expresado de una forma muy delicada y con un matiz de ironía. La ironía, fruto de la inteligencia y del sentido del humor, es una actitud que caracteriza a Benedetti, bien al hablar de asuntos alegres, bien de los tristes. Digamos que es un matiz que alivia lo serio y dignifica lo ligero.

     «Los formales y el frío» es otra inmersión en lo cotidiano, nos da una hermosa imagen de una pareja muy formal en sus primeros encuentros, donde la emoción se mezcla con el estorbo y la torpeza es salvada por la espontaneidad: las primeras y tímidas miradas, los temas típicos de las situaciones en que todavía no se ha llegado a la confidencia. Al final, es el amor, «ese célebre informal», que desbarata lo formal llevando a la situación más natural, que es, por supuesto, una noche de amor.

     «Habanera» es un poema escrito por Benedetti a su llegada a Cuba, en noviembre de l967. El motivo oficial era organizar un Centro de Investigaciones Literarias, tras la invitación de Casa de las Américas. Llega, según dice en el poema, «con sus ojos de buey, con sus dedos de frente, con sus pies de plomo, con su rengo compás, con su memoria a cuestas. Llega sensato, dispuesto a traspirar, a cotejar testigos, a combustir mulatas, a contar hasta diez, a averiguarlo todo, a no decir me asombro» (Paoletti, 1995: 136). Sin embargo, el motivo real de su viaje a Cuba era enterarse de lo que había sido la «revolución cubana», esa revolución que Benedetti, desde lejos, había imaginado y comentado y olido. Pero es ahora, estando concretamente en Cuba, cuando va a entender la revolución y sus alrededores. Para hacerse canción el poema originario sufrió una adaptación y abreviación. Pero queda lo esencial de la composición, la impresión que Benedetti tuvo de Cuba: la ausencia de las estaciones climáticas, pues incluso el invierno es verano; la revolución que, una vez terminada en su primera etapa, ha dejado un aire alegre. De momento Cuba es un laboratorio donde se está experimentando un modelo de sociedad muy especial: no importaban las clases sociales, no estaba basada en el lucro. «Era ni más ni menos que la utopía hecha realidad. Y además en castellano, y con ron, y con playas con palmeras, y con Marx y Engels bailando la rumba. Y con mulatas en todos los puntos cardinales» (Paoletti, 1995:136).

     «Vas a parir felicidad» es un canto de esperanza. Una tierra de dolores, lutos, desengaños, tendrá que parir felicidad un día, aunque sea en un futuro que no existe. Aunque no hay certidumbre por lo menos debe haber esperanza.

     «Defensa de la alegría» parece una exhortación a defender la alegría de lo bueno y lo malo del mundo, incluso de la propia alegría. Casi a ver la alegría como salvación, como algo necesario para enfrentar el día a día.

     Decíamos antes que El Sur también existe nace de una idea de Serrat, de su admiración por la obra de Benedetti, a quien no conocía personalmente, aunque siempre lo sintió cercano, por reconocerse en los contenidos de sus poemas e identificarse en sus textos. Por ello no fue tan difícil encontrar la expresión musical. La primera elección de los poemas la hizo Serrat, eligió unos veinte, de los cuales sólo diez se transformaron en canciones, tras un largo y, a veces, complicado trabajo que se desarrolló por teléfono, por fax, y juntos en varios lugares: Madrid, Palma de Mallorca, Barcelona, Buenos Aires y Montevideo.

     Los dos están de acuerdo en decir que no siempre fue fácil reconvertir los textos en letras de canción, estando la poesía de Benedetti escrita en versos libres. Tuvieron que buscar la forma más adecuada y la métrica que requiere el canto.

     El resultado de esa colaboración fue el nacimiento de una amistad profunda que ambos no pierden ocasión de remarcar. Se encontraron en seguida en sintonía, quizás por ser personas semejantes, por tener vivencias análogas: los dos son fieles a los ideales, los dos vivieron la dictadura en sus países, la represión de su oficio por parte de los órganos oficiales, las secuelas íntimas y concretas que deja el vivir sin libertad, aunque sea por un tiempo limitado. Los dos sufrieron el exilio, que es la máxima forma de frustración a que se puede someter un individuo. Vivir en su propia piel unas determinadas cosas no puede dejar indiferente a nadie, menos aún a quien hace de la expresión de sus sentimientos su oficio, su manera de comunicar con los otros y de hacer conocer las realidades de un lugar que, de otra manera, se podrían perder en el olvido: «Los poetas son inventores. Descubren emociones en las que nos reconocemos de la misma forma que inventan palabras que sintetizan ideas» (Serrat, 1997) dijo Serrat cuando le he preguntado qué opina de la palabra desexilio, el neologismo acuñado por Mario Benedetti. Y realmente nuestro poeta logró sintetizar en una palabra todo un mundo de sentimientos y estados de ánimos que para describir haría falta un conjunto de palabras o enteras oraciones. Es una palabra, un concepto, que surge de la experiencia personal de Mario Benedetti. Serrat también ha vivido el exilio, entre Estados Unidos y México y no podía no entender lo que expresa Benedetti en sus escritos. Escribe Serrat: «a ambos nos une el hecho de tener que cruzar el Atlántico para irnos y regresar, aunque en sentidos opuestos. Mientras uno fue de acá para allá, el otro iba de allá para acá. Nos diferencia que mi exilio fue mucho más corto». (Serrat, 1997).

     La experiencia de trabajar juntos en la preparación de un disco ha sido «particularmente rica y removedora», utilizando las palabras de Benedetti, que seguramente Serrat comparte, pues para él fue la primera vez en que pudo colaborar con un poeta vivo -distintamente de Machado, Hernández, etc.-, que «no se limita a ser un espectador, él participa y se compromete» (Serrat, 1997).

     Y quién sabe si no nos darán una sorpresa más una que otra vez, volviendo a trabajar juntos, ya que a la pregunta si tiene algún plan de musicar más poemas de Benedetti responde Serrat «por el momento no, pero no renunciamos a ello ninguno de los dos»(Serrat, 1997).



Bibliografía citada

Benedetti, Mario, Letras de emergencia, Buenos Aires, Editorial Alfa Argentina, 1973.

Benedetti, Mario, Daniel Viglietti, Gijón, Ediciones Júcar, Los Juglares, 1974.

Benedetti, Mario, Preguntas al azar, Madrid, Visor, 1986.

Benedetti, Mario, Canciones del más acá, México D.F., Nueva Imagen, 1988.

Cantalapiedra, Ricardo, Ahora que tiene 40 años, El País, 29 de noviembre de 1985.

Gámez, Carles, Serrat, Valencia, Editorial La Máscara, 1992.

Gómez, Antonio, Carta del Sur, El País, 29 de noviembre de 1985.

Paoletti, Mario, El aguafiestas. La biografía de Mario Benedetti, Buenos Aires, Seix Barral, 1995.

Serrat, Joan Manuel, Entrevista de Rosa Montero, El País Semanal, nº 80, 30 de agosto de 1992.

Serrat, Joan Manuel, Entrevista de Ana Cristina Navarro, TVE, «La vida según...», 7 de diciembre de 1995a.

Serrat, Joan Manuel, Entrevista de M. Pradera y F. Schwartz, Canal Plus, 13 de diciembre de 1995.

Serrat, Joan Manuel, Entrevista de Gianni Min~, Storie, RAI 2, 2 de mayo de 1997.

Sierra i Fabra, Jordi, Serrat, Barcelona, Edicions de Nou Art Thor, 1987.

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