Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

51

También se ha pretendido referirlo a la probable mala fortuna del poeta con las mujeres. No sé si esta explicación es inteligente.

 

52

Se ha dicho que la verdadera sucesión alarconiana no está en España, sino en Francia, donde Corneille renuncia a la comedia de intriga para adoptar la fórmula de La verdad sospechosa, e influye después definitivamente en Molière.

 

53

Como es de esperar, no prescinde (alguien explicará un día la obra de Menéndez y Pelayo como un caso de ímpetu desbordado); al contrario; emite, como de paso, algunos de sus mejores juicios sobre Alarcón.

 

54

Dr. Juan de Cárdenas, Problemas y secretos maravillosos de las Indias (1591), México, 1913, pp. 159 y siguientes. J. García Icazbalceta, Obras, Biblioteca de Autores Mexicanos de V. Agüero, I, p. 220 y siguientes, y II, pp. 282-286. J. M. L. Mora, México y sus revoluciones, París, 1836, III, pp. 240-256. M. Menéndez y Pelayo, Historia de la poesía hispano-americana, 1911, II, p. 46, n. Baltasar Dorantes de Carranza, Sumaria relación de las cosas de la Nueva España, (1604?), México, 1902. Mateo Rosas de Oquendo, Ms. N.º 19.387 de la Biblioteca Nacional de Madrid, cartapacio poético de fines del XVI y principios del XVII, donde aparecen los sonetos que García Icazbalceta encontró en Dorantes de Carranza (véase en este libro el capítulo sobre Mateo Rosas de Oquendo). C. Suárez de Figueroa (1617), edición F. Rodríguez Marín, 1913, p. 147.

Tengo la sospecha de que el hablar de las diferencias entre peninsulares y americanos era un verdadero lugar común en ciertos tratados de la época; así tal vez en el Ms. citado por L. F. G., p. 484, nota 166: Diego de Cisneros [¿Es autor de cierta traducción manuscrita de Montaigne que cita Menéndez y Pelayo en su Historia de las ideas estéticas, 1903, 2.ª edición, tomo V (siglo XVIII), p. 135?], Sitio naturaleza y propiedades de la ciudad de México, 1618, cap. XVII, p. 153.

«La diferenciación se produjo desde el siglo de la conquista (apunta razones don Justo Sierra en su Evolución política de México, dice P. H. U., p. 20, nota i. Y añade: «Abundan en la literatura de los siglos de oro pasajes relativos al carácter de los indianos, que estiman perfectamente definido.»

Sobre la «cortesía» en Alarcón, cita P. H. U. la letrilla de Quevedo publicada en Rivadeneyra, XX, p. xxxii b:


   «Quién da a todos garatusa
si suelta la taravilla?...
¿Quién a las chinchas enfada?...
¿Quién es mosca y zalamero?...»



Y continuando sobre el tema, escribe P. H. U.: «Y por último, hay una virtud de tercer orden que estimaba en mucho: la cortesía. Vosotros, quizá, extrañaréis que os diga que ésta es muy de México; pero yo, que no nací aquí, sé que lo es. Acaso la cortesía mexicana, en buena parte, haya recibido influencia de la cortesanía indígena. Ésta era proverbial precisamente en los tiempos de nuestro dramaturgo: "Cortés como un indio mexicano", dice en el Marcos de Obregón Vicente Espinel. A fines del mismo siglo XVII decía el venerable Palafox, al hablar de las virtudes del indio: "La cortesía es grandísima". Más tarde, en el siglo XIX, ¿no fue la cortesía mexicana uno de los rasgos que mejor observaron los sagaces ojos de Madame Calderón de la Barca? (Madame Calderón de la Barca, Life in México, edición «Every-mant», pp. 82-92.) ¿No la observan todos los viajeros? Alarcón mismo fue sin duda muy cortés. Quevedo (Rivadeneyra, XX, pp. xxxii b), con irrefrenable maledicencia, le llama "mosca y zalamero". Y en sus comedias se nota una abundancia de expresiones de cortesía y amabilidad...», (p. 16).

V. Luis G. Urbina, La literatura mexicana, México, 1913; y del mismo, La vida literaria de México, Madrid, 1917, pp. 49-52.

 

55

Rivadeneyra, XX, pp. xxx b.

Véase también Revista de Filología española, III, pp. 319-321, reseña de la conferencia de P. H. U. sobre Alarcón.

 

56

J. García Icazbalceta dejó incompleto su Vocabulario de Mexicanismos. Después de él, y hay que confesar que más bien entre los extraños que entre los propios, todo se reduce a contribuciones parciales, como el estudio de la pronunciación en la ciudad de México, del profesor Charles Carroll Marden y los materiales recogidos por el profesor Franz Boas. No olvido, pero pongo en segundo término, el deficiente Diccionario de Mexicanismos de F. Ramos y Duarte (1895), y el confuso Diccionario de Aztequismos de C. A. Robelo (1904).

 

57

L'erudition contemporaine et la littérature française au Moyen-Âge. (Études critiques sur l'histoire de la litttérature française, I, p. 6).

 

58

Sobre Alarcón deben hoy consultarse los libros de Serge Denis, La langue de J. Ruiz de Alarcón y Lexique et théâtre de J. Ruiz de Alarcón, (ambas, París, 1943), y Antonio Castro Leal, Juan Ruiz de Alarcón, México, 1943.

 

59

Sir Thomas Browne, Hydriotaphia: Urne Burial, 1658.