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241

Variante textual. BAE: pintadas.

 

242

Guillermo Carnero ha identificado el texto como parte del Discurso imparcial y verdadero sobre el estado actual del teatro español que se publicó en el número 1 de La Espigadera (1790), y que formaba parte de las Exequias de la lengua castellana de Juan Pablo Forner (p. 200, nota 227).

 

243

La función didáctica del teatro es consustancial a esta Memoria y al pensamiento ilustrado, pero aquí se manifiesta de modo explícito: para su contexto véase MARAVALL, José Antonio, «La función educadora del teatro en el siglo de la Ilustración» y «Política directiva en el teatro ilustrado», en Estudios de la historia del pensamiento español, siglo XVIII, Madrid, Mondadori, 1991, pp. 382-406 y 524-536.

 

244

La misma idea, en la Oración sobre la necesidad de unir el estudio de la literatura al de las ciencias, ya en 1797, en el discurso inaugural del Real Instituto: «Estudiad la ética: [...] ¡Ah!, ¿por qué no ha de ser éste también el sublime fin de todo estudio y enseñanza? ¿Por qué fatalidad en nuestros institutos de educación se cuida tanto de hacer a los hombres sabios y tan poco de hacerlos virtuosos? ¿Y por qué la ciencia de la virtud no ha de tener también su cátedra en las escuelas públicas? ¡Dichoso yo, hijos míos, si pudiere establecerla algún día y coronar con ella vuestra enseñanza y mis deseos!» (Obras en prosa, p. 219.)

 

245

Variante textual. Manuscrito Real Academia de la Historia, ITB y Cádiz, 1812: ¿Dónde aquellas virtudes sin las cuales formará siempre una clase, no ya útil, sino positivamente perniciosa en el Estado?

 

246

Variante textual. Manuscrito Real Academia de la Historia y BAE: que desviarla.

 

247

En el manuscrito de la Real Academia de la Historia aparece tachado el siguiente párrafo, recogido con leves variantes en Cádiz, 1812; éste aporta datos que no aparecen en la edición de Sancha, 1812: No nos engañemos: no hay otro medio de sacar a nuestra nobleza de este abismo, sino la educación; el teatro no sólo debe formar una parte de ella, sino que se puede pronosticar que no se reformará la educación general, mientras no se reformare la escena. ¿De dónde vendrán al pueblo las buenas ideas, sino de la clase que procure siempre imitar? ¿De dónde a la nobleza? ¿De los libros? Pero nadie lee entre nosotros, sino las gentes llamadas de carrera; sino solo sus libros. ¿Y qué libros? Confesémoslo sin vergüenza: es necesario correr a educarse en el teatro. Mas como en la concurrencia de los teatros se hallarán siempre personas de las clases más ínfimas, que habiendo llegado a mejorar su fortuna, aspiran a vivir más honradamente, sería de grande utilidad extender la reforma de nuestra escena hasta aquella parte más plebeya de género dramático, llamada continuamente cómico bajo o grosero.

 

248

Variante textual. ITB, Cádiz, 1812 y BAE: a no aparece.

 

249

En los manuscritos pallazos, en ocasiones corregido encima payasos, lo que muestra el carácter aún inestable de este italianismo. Véase ÁLVAREZ DE MIRANDA, Pedro, «Sobre los italianismos en el español del siglo XVIII», 30 años de Dieciocho / Dieciocho at 30, anejo 4 (2009), pp. 19-47. Con carácter general, VAREY, John E., Los títeres y otras diversiones populares de Madrid, 1758-1840, Londres, Tamesis Books, 1972.

 

250

Para estos instrumentos ópticos y mecánicos, véase HERRERO SÁNCHEZ, Jaime, «La abuela autómata: mecánica y androides en el siglo de las luces», Cuadernos de estudios del siglo XVIII, 8-9 (1998-1999), pp. 169-178; LABRADOR MÉNDEZ, Germán, «La televisión del siglo XVIII. Retablos de maravillas y linternas mágicas en un pronóstico de Torres Villarroel y un dibujo de Goya», Revista de Erudición y Crítica, 4 (2007-2008), pp. 75-86. Con carácter general, VAREY, John E., Los títeres y otras diversiones populares de Madrid, 1758-1840, Londres, Tamesis Books, 1972.