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El papel del medio físico en la conformación de áreas sociales en Málaga1

Matías Mérida Rodríguez

Carmen Ocaña Ocaña

María Jesús Perles Roselló


(Dpto. Geografía, Universidad de Málaga.)

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Resumen

La comunicación nos ofrece los primeros resultados de un estudio más amplio que persigue estimar la relación existente entre el medio físico de la ciudad y la distribución de las áreas sociales dentro de ella. Concretamente realizamos una aplicación sobre la periferia de la ciudad de Málaga, cuyas características la hacen especialmente adecuada para estudios de este tipo. Para ello utilizamos en el análisis distintas variables físicas (altitud, pendiente, orientación de la ladera) y topológicas (cercanía al mar, cercanía a cauces fluviales), relacionándolas con la distribución de las áreas sociales.




Abstract

Communication shows us the first results of wider studies whose function is to estimate the current relation between environment of the city and the distribution of social areas. Specifically, we studied the outskirts of Malaga as this city has some characteristics that make it suitable for this kind of studies. To continue with, we studied several physics aspects such us altitude, slope, the direction of the slopes as well as topographic aspects (distance to the sea, to the rivers), linking them to the distribution of social areas.




Introducción

La localización espacial de áreas urbanas de distinto status social responde a la concurrencia de razonamientos y motivaciones múltiples, de tal modo que resulta muy difícil la elección de una causa principal, de una variable que explique en mayor medida la lógica subyacente en el entramado de distribución de las áreas sociales en la ciudad. Así, históricamente la generación de áreas con distintos niveles de posición social responde a causas de diversa naturaleza (modelo social, posibilidades del territorio, relaciones topológicas respecto a la   —356→   centralidad del momento, etc.); estas causas múltiples además de actuar de un modo interactivo, suelen ser coyunturales y variables en el tiempo, con lo que la interpretación posterior de su ubicación, y sobre todo, la generación de un modelo espacial que lo sistematice resulta muy complejo.

En las zonas de expansión reciente de las periferias urbanas, el análisis se simplifica en alguna medida, puesto que los distintos espacios, por el momento de su génesis, conservan aún el carácter y las causas que las han hecho surgir, sin que el paso del tiempo haya dado lugar a la reestructuración de su sentido social original. En estas zonas periféricas los procesos de urbanización se desarrollan simultáneamente a la catalogación de espacios de distinta categoría social.

Al analizar cuáles son las características ambientales que cualifican potencialmente a una zona determinada, podemos encontrar, simplificando, razones de una doble naturaleza:

1.- Por una parte se sitúan las causas que podríamos denominar «subjetivas», normalmente relacionadas con la asociación de una zona de nueva creación determinada a valores de nivel social ya consolidados en otra. La asociación suele venir dada por causas topológicas (cercanía en el espacio) o por causas tipológicas (asociación de formas constructivas o estilo de urbanización).

2.- En otro nivel podemos encontrar razones «objetivas», esto es, condiciones intrínsecas de calidad y nivel de vida ofrecidas por la zona en cuestión. Entre estas razones podríamos citar la cercanía a puntos funcionales de servicios y, en otra línea, la que constituirá nuestro objeto de análisis, las condiciones ambientales básicas, tales como las condiciones de temperatura y humedad, la cantidad de luz, el disfrute de un entorno despejado o la posibilidad de vistas, la densidad de zonas verdes o la cercanía a determinados elementos como, por ejemplo, el mar.

Partiendo de estos conceptos elementales, podemos afirmar a priori como hipótesis que existe una relación directa entre los elementos físicos del territorio y la calidad de la residencia, relación que se plasma en el espacio a través de la segregación social. En el trabajo que nos ocupa se intenta analizar el carácter más o menos directo de esta relación.






Objetivos

Partiendo de este marco de reflexión, el objetivo final de la comunicación es avanzar en el análisis de las relaciones existentes entre las condiciones ambientales ofertadas por el medio físico en las zonas de expansión reciente de la ciudad de Málaga, y el nivel social de las residencias ubicadas en ellas. Para ello, se ha estructurado el análisis en dos puntos:

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-Descripción de las características y potencialidades del relieve (como condicionante de otras características del medio físico), desde el punto de vista del confort y calidad ambiental para la residencia.

-Comprobación de la validez de la hipótesis que presupone una relación estrecha entre determinadas características ofrecidas por el relieve, y la calidad de vida, relación que se expresa en la ubicación en ellas de zonas residenciales de distinto nivel social.

En las siguientes líneas esbozamos las primeras conclusiones observadas, de carácter cualitativo, ya que, en sucesivas etapas, el estudio abordará de forma cuantitativa la relación entre ambas variables (medio físico/distribución social), para el caso de la ciudad de Málaga.




La periferia de la ciudad de Málaga y los procesos recientes de urbanización

Tanto en lo que respecta a su emplazamiento, como con relación a parte de su morfología, la ciudad de Málaga desde sus orígenes contó con las elevaciones del relieve (Monte Gibralfaro) como elemento integrante de la propia ciudad. Desde este momento inicial, la ciudad ha crecido dejándose guiar por dos líneas físicas perpendiculares: el eje norte-sur del río Guadalmedina y el este-oeste del litoral.

Así, una vez atravesada la somera barrera del río Guadalmedina, el crecimiento hacia el oeste y suroeste se ha visto favorecido fundamentalmente por la topografía plana que conecta el valle de este río con las terrazas del Guadalhorce. En este sector oeste, el medio físico sólo ha opuesto las dificultades relacionadas con la facilidad para la inundación (dinámica propia de las llanuras aluviales en su curso bajo, especialmente en regímenes torrenciales) y con su drenaje defectuoso (encharcamientos, proximidad del nivel freático a la superficie), así como una moderada acentuación de los parámetros climáticos más extremos (altas temperaturas en verano y bajas en invierno, mayor exposición eólica). Esta última característica es consecuencia del carácter más abierto del territorio, menos protegido frente a los tiempos del norte, más extremos, por el alejamiento en este punto de la primera línea de cumbres y la amplitud del bajo valle del Guadalhorce.

Sin embargo, la expansión por el sector noroeste, norte y sobre todo este de la ciudad estuvo tradicionalmente limitado por la exigüidad de las franjas de topografía plana. En el caso de la zona este, las únicas zonas llanas son las que configuran la estrecha banda de la llanura litoral, que en algunos puntos llega a desaparecer para abocar la montaña directamente al mar. Hacia el norte, la   —358→   zona llana se relaciona con las estrechas terrazas y llanura de inundación aledañas al río Guadalmedina y con los torrentes que le afluyen en este curso bajo.

Ocupados todos los sectores de topografía plana tanto al este como al norte del Guadalmedina, habrá que esperar al empuje de una densidad de población mayor, motivada en gran parte por el auge de la inmigración en torno a los años setenta, para que, además de la expansión de la ciudad por su parte más apta topográficamente y por tanto más previsible, la zona oeste, se produzca la ocupación de las áreas más elevadas de la ciudad, últimas estribaciones de los montes de Málaga. Esta ocupación se produce tanto como resultado de procesos de autoconstrucción (urbanización marginal) como de nuevas formas residenciales de calidad (urbanización residencial). En este doble proceso de ocupación de las zonas más elevadas tiene una particular importancia la mejora de las comunicaciones y, sobre todo, la generalización del uso del automóvil.

A partir de este momento se inicia la conformación de una periferia urbana cuya principal característica es su dualidad física: ocupación del espacio llano por el grueso del crecimiento urbano y ocupación de zonas montañosas por otras formas urbanas más autónomas y claramente opuestas entre sí (autoconstrucción/urbanizaciones residenciales), adquiriendo esta ocupación, como tendremos ocasión de comprobar, diferentes significados sociales, en un modelo de explicación de la ciudad mucho más cercano al sectorial que al de centro-periferia.

Incluso en los años 80 la detención del masivo crecimiento, junto al mayor auge económico de las clases medias y junto a una cierta «democratización» en las áreas de urbanizaciones residenciales (adosados), además de la aparición de mecanismos especulativos, provocó que, paradójicamente y en contra de las previsiones del PGOU de 1983, la ciudad creciera en mayor medida por su periferia montañosa que por la llana. Esta peculiaridad fue, incluso, una de las causas que aconsejaron la revisión del PGOU, actualmente en marcha.




Cualidades ambientales ofrecidas por el relieve desde un punto de vista residencial

Para el análisis del papel del medio físico en la calidad residencial se han tomado en consideración las siguientes variables: altitud, pendiente, orientación de la ladera, distancia a la línea de costa y ubicación de cauces fluviales.

Como veremos a continuación, cada una de estas variables aportan cualidades que no son intrínsecamente positivas o negativas desde el punto de vista de la calidad medioambiental, sino que pueden constituir un obstáculo o por contra un beneficio, dependiendo de la conjunción de diversas circunstancias.

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De este modo, si analizamos la aportación de la variable altura, en un sentido negativo, la altitud supone una dificultad cuando atañe a aspectos como la posibilidad de acceso a la vivienda, implicando la necesidad ineludible de poseer un vehículo. En este sentido la altitud equivale a aislamiento, a desconexión.

Sin embargo, desde un enfoque en el que las necesidades de transporte entre los residentes se encuentren solventadas, la altitud ofrece una serie de ventajas muy estimables, de tal modo que el aislamiento (negativo) puede convertirse en intimidad (positivo). Por otra parte, la posición elevada proporciona grandes posibilidades de amplitud visual y de dominio sobre el territorio, que en muchas ocasiones aportan una sensación de preeminencia o dominio identificables con las exigencias de un nivel social elevado. Se trataría de una revalorizada función simbólica del relieve (Mérida, 1995).

Si analizamos el papel de la pendiente, desde un punto de vista negativo la elevada pendiente ha supuesto tradicionalmente un obstáculo para la residencia por las dificultades constructivas, e incluso por las dificultades para el trazado de vías de acceso.

No obstante, en la actualidad, los avances técnicos posibilitan la construcción de viviendas y accesos en zonas anteriormente limitadas, con lo que las zonas en pendiente pueden aportar los aspectos positivos que llevan asociados como son la construcción escalonada de los inmuebles, lo que comporta la amplitud visual y la luminosidad de cada uno de ellos, y en gran medida, la parcelación de baja densidad. Por otra parte, los condicionantes que la pendiente impone a los viales de acceso suele producir una trama autocontenida, poco flexible, y por ello en parte cerrada, lo que incorpora una serie de valores asociados como son la privacidad del entorno y la seguridad.

La presencia combinada de zonas altas y escarpadas ha supuesto tradicionalmente un obstáculo a la urbanización masiva, por lo que estas zonas suelen constituir un reducto de vegetación y de naturaleza poco alterado, por lo que su urbanización en baja densidad, ofrece «la posibilidad de combinar los beneficios de la vida urbana con el retorno a la vida rural» (Mérida, 1995), tendencia de comportamiento directamente relacionada con una sociedad urbana terciarizada, y muy especialmente con las clases medias y altas de la sociedad, singularmente sensibilizadas frente a lo que se ha definido como «moda verde».

En lo que respecta a la orientación de la ladera, la variable claramente aporta dos situaciones opuestas. Por una parte, la exposición sur y similares, además de aportar luminosidad a las viviendas, constituye, en el caso de la ciudad de Málaga, una mejora sensible de las condiciones climáticas, que se traducen en una suavización de los tiempos del norte por la protección que la   —360→   propia montaña ofrece frente a estos vientos, lo que supone una atenuación del frío en invierno y del calor en verano.

Este efecto sobre las temperaturas se ve acentuado por la mayor exposición, sobre todo en verano, a los flujos diarios de brisa marina, moderadora en invierno y refrescante en verano. En el sentido contrario, la umbría de las zonas en relieve, además de disfrutar de menor luminosidad, no se beneficia de estos factores de confort climático.

La exposición sur en el caso de la ciudad de Málaga se ve favorecida también por el hecho de que, en el caso de que la distancia del relieve al mar sea pequeña y directa, fenómeno que se produce especialmente en la zona este de la ciudad, esta exposición coincide con la posibilidad de vistas sobre el mar, lo que añade interés estético al emplazamiento.

Esta última variable, la cercanía de la zona a la línea de costa, supone un condicionante directo para la urbanización, que, al igual que ocurre con las zonas elevadas, se ha revalorizado socialmente en un momento cercano. La cercanía al mar puede enfocarse desde una doble perspectiva; de un lado, las características de humedad, menor protección frente a los temporales y mayor exposición al viento, entre otras, han asociado tradicionalmente las zonas costeras con condiciones insalubres y poco hospitalarias para la residencia.

En tiempos más recientes, sin embargo, mediante la mejora de las condiciones de urbanización de las costas se han solventado en gran parte las dificultades, haciendo más habitables estas zonas e integrándolas en la ciudad. En este contexto, la adecuación de áreas de paseo o prácticas deportivas, o las posibilidades de ocio en verano, así como las ventajas de amplitud y vistas, encajan perfectamente en una sociedad que, desde la idea de mar como espacio anulado desde un punto de vista urbano, o como un espacio productivo, ha pasado a considerarlo como una fuente de salud y ocio. En consecuencia, el influjo de la cercanía al mar y a sus posibilidades de vistas, mejora climática y usos potenciales, impone en la actualidad su atractivo, por encima de otras cualidades negativas del medio.

Sintetizando lo expuesto respecto a las cualidades ofrecidas por el medio físico desde un punto de vista residencial, se observa cómo el conjunto de las variables posee un doble significado, de tal modo que pueden conjugarse sus aspectos positivos, obteniéndose así una mejora considerable de las condiciones de vida, o sus aspectos negativos, exacerbándose el carácter inhóspito del enclave y propiciándose así la ocupación marginal.

En este sentido, los espacios en relieve suponen enclaves muy definidos en lo que respecta a sus valores, a su significado en la imagen de la ciudad, por lo que constituyen hitos; este valor se refuerza por comparación con los espacios neutros, con topografías sin inclinación ni orientación. El relieve, en definitiva,

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Mapa sobre el relieve de Málaga

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Mapa sobre el relieve de Málaga

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puede constituir un obstáculo o un atractivo, pero difícilmente constituirá un espacio indefinido en la imagen de la ciudad.




Metodología

Para el análisis de la relación entre relieve y nivel social elaboramos en primer lugar un mapa de altitudes (ver mapa n.º 1) que nos permitiera comprobar las líneas generales del relieve subyacente a la estructura urbana. Utilizando como fuente el Mapa Topográfico de Andalucía, a escala 1:10.000, delineamos las curvas de nivel sobre la ciudad y su entorno más inmediato, así como la red hidrográfica principal. Pretendíamos con ello, en primer lugar, ofrecer el esquema topográfico del lugar ocupado por la ciudad y, en segundo lugar, determinar la posible relación entre altitud, pendiente y red hidrográfica, con las áreas sociales.

Posteriormente, elaboramos un segundo mapa referente a la variable exposición. Para ello abordamos en primer lugar la compartimentación de la periferia urbana de Málaga en unidades fisiográficas elementales, entendiendo de este modo este espacio urbanizado en su dimensión física (ver mapa n.º 2).

Así procedimos a la delimitación de las distintas laderas que conforman las zonas montañosas de la periferia urbana de Málaga. Las laderas han sido delimitadas a través de la fotointerpretación, utilizando pares estereográficos a escala 1:30.000, para el conjunto de la ciudad, aunque nuestro interés se centre actualmente en su periferia. En la delimitación, se han considerado unidades diferentes cada una de las porciones de terreno en las que variara tanto la intensidad de la pendiente como la orientación de la ladera. Una vez delimitadas sobre la fotografía aérea, las laderas han sido cartografiadas en un mapa topográfico a escala 1:10.000, adaptándose finalmente a las características de una proyección ortogonal.

En cada una de las laderas se ha consignado su orientación genérica. De este modo, en algunos casos la orientación señalada coincidirá de una forma más estricta con la real (valles fluviales, por ejemplo), mientras que en otros se ha consignado la orientación general, puesto que a un mayor nivel de detalle podrían diferenciarse nuevas subladeras de orientación variable, poco representativas en extensión para nuestros objetivos. En otros casos, el problema se plantea por la existencia de una vergencia del buzamiento de dos direcciones y por tanto una doble orientación (por ejemplo, glacis en la zona noroeste de la ciudad): en ese caso, la orientación que hemos establecido es la intermedia entre las dos dominantes. Finalmente, en otros casos, la orientación no existe por la ausencia de inclinación del terreno (ver mapa 2) o, aún existiendo estrictamente, la hemos considerado como irrelevante por su debilidad.

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Para la caracterización de las distintas áreas sociales de la ciudad de Málaga se ha partido de los resultados obtenidos en un estudio realizado previamente sobre las áreas sociales de las principales ciudades andaluzas (Ocaña et al., 1995), basado en la ecología factorial, en el que se estructura la ciudad desde un punto de vista social a partir de dos factores: el status social y la edad. Sus resultados tuvieron una expresión cartográfica, siendo uno de sus documentos el que reproducimos en el mapa n.º 3.




Resultados


1. Áreas sociales de la ciudad de Málaga. Síntesis

La caracterización social de la ciudad de Málaga se ha establecido a partir de los resultados obtenidos en el estudio anteriormente descrito (Ocaña et al., 1995). Como podemos observar en el mapa n.º 3, estos resultados reflejan, para la ciudad de Málaga, las siguientes características generales:

-Áreas de status social alto y ciclo vital joven: periferia este de la ciudad (Cerrado de Calderón, Limonar, Pedregalejo, Miraflores de El Palo, el Candado), junto a puntos de la periferia oeste (Parque Mediterráneo) y de la noroeste (El Atabal, Puertosol). Junto a estos espacios periféricos, determinadas secciones del céntrico polígono Alameda responden a estas características.

-Áreas de status social alto y ciclo vital avanzado: completa la periferia este (Pinares de San Antón), junto a secciones más céntricas (Malagueta, Ensanche Heredia, Polígono Alameda).

-Áreas de status social bajo: periferia oeste (Portada Alta, Tiro de Pichón), periferia norte (Palma-Palmilla, Mangas Verdes), zonas degradadas del entorno del centro histórico (Trinidad-Perchel, Cruz Verde), y determinados puntos de la periferia este (Jarazmín, La Mosca, playas de El Palo).

En síntesis, observamos con claridad la existencia de un status social alto en el litoral este de la ciudad, junto con puntos concretos de la zona centro, de la periferia noroeste y de la periferia oeste. En cambio, encontramos status social bajo en la periferia oeste y en la norte, además de en el entorno del centro histórico. Generalizando, puede afirmarse que se configuran dos tipos de periferias en la ciudad de Málaga: la residencial de alto nivel, básicamente en la zona este, y la asociada a un menor nivel social, sobre todo en la periferia norte y oeste.




2. Relieve y áreas sociales

¿Qué incidencia tiene el relieve en esta distribución? Analizando las conclusiones que pueden deducirse de la superposición de áreas sociales y relieve,

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Mapa de Málaga

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por ejemplo, en el sector este de la ciudad, puede observarse como el relieve es prominente, de orientación sur y cercano al mar. Por tanto, es un espacio de brusco desnivel relativo, donde se generan acusadas pendientes y con amplias vistas al mar; por todas estas circunstancias, una zona atractiva potencialmente para la residencia de calidad.

Este atractivo potencial se constata en la realidad: el tipo de desarrollo urbano de esta zona, urbanizaciones residenciales en polígonos autocontenidos y promociones privadas, selecciona con mucho detenimiento el emplazamiento. Aunque en la actualidad existen otras potencialidades del medio que pueden relacionarse con su ubicación, puede observarse como estas condiciones no actuaron como determinantes en el momento primero de localización de las promociones. Por ejemplo, aunque hoy son espacios dotados de una masa verde de una cierta importancia, este elemento no tuvo incidencia en su génesis, ya que la vegetación fue generada a la vez que la urbanización. Tampoco podemos pensar en razones de planeamiento: estos espacios se urbanizaron en los años 60 formando parte del suelo no urbanizable, regularizándose su situación urbanística muy posteriormente.

La particular combinación de elementos del medio físico que concurren en el área se apunta como determinante en esta génesis. En contrapartida, los espacios de la zona este que escapan a este modelo, están ocupados por urbanización marginal (La Mosca, Jarazmín). Se trata de espacios situados a espaldas de la primera línea de cumbres, con exposiciones norte y nordeste fundamentalmente, menos atractivas para la urbanización, o como en el caso de Jarazmín, aún siendo sur la orientación, sin vistas directas al mar por su mayor lejanía a la línea de costa. Pueden encontrarse otras razones derivadas del medio, en este caso como oposición, en la localización de las zonas de urbanización marginal en la zona este: por ejemplo, en la línea de costa de El Palo las edificaciones se sitúan sobre la misma playa, frecuentemente afectada por tormentas y con exposición directa de humedad y viento; en la carretera de Olías la edificación se sitúa sobre el cauce no regulado del torrencial arroyo Gálica, lo que origina frecuentes situaciones de inundación y aislamiento.

La periferia noroeste es, al igual que la zona este, un área montañosa, aunque de menor entidad en cuanto a altitudes absolutas y, rasgo distintivo, considerablemente más alejada del mar. Allí encontramos dos tipos de áreas sociales: las de alto status, centrada en la urbanización El Atabal, sobre laderas orientadas hacia el sureste, por tanto hacia el valle del Guadalmedina y el mar, y las de bajo status social (Puerto de la Torre), en laderas orientadas hacia el suroeste, hacia el amplio valle bajo del Guadalhorce. Como excepción encontramos la urbanización Puertosol, de alto status y orientada al suroeste, siendo   —367→   más determinante en este caso, ante la menor calidad de las vistas, la suavidad de la pendiente.

La periferia norte se encuentra dominada por un eje muy definido, el estrecho valle del río Guadalmedina. Es una zona montañosa, alejada del mar (en el contexto de la ciudad) y con exposiciones perpendiculares a la línea de costa: exposiciones este y oeste. Por tanto, hay una notable ausencia de vistas, tanto en cantidad (amplitud) como en calidad (vertiente opuesta del valle). El único terreno llano se limita al valle de inundación del río, ocupado por promociones públicas (Palma-Palmilla, por ejemplo), quedando los terrenos de mayor pendiente como zona de desarrollo de la urbanización marginal (Mangas Verdes).

La periferia oeste, por último, se caracteriza desde el punto de vista del medio físico por tratarse de una zona llana, por donde la urbanización se ha extendido con facilidad, generando la mayor concentración de población de la ciudad . Por estas características, se disponen sobre esta periferia áreas sociales de status medios y bajos. Únicamente podemos encontrar excepciones a esta regla en el sector de la periferia oeste más cercano al litoral, donde por la atracción del mar (vistas, si es primera línea, accesos en caso de situaciones más interiores) los espacios están siendo sometidos a un proceso de renovación urbana sobre los antiguos terrenos industriales.

En todo caso, como se comentó anteriormente, el medio físico, más particularmente el relieve, se muestra influyente sobre todo en la génesis de una determinada periferia. En el desarrollo y consolidación de una determinada área social, aunque los factores que determinaron la génesis en un primer momento siguen siendo importantes, existe un poderoso mecanismo de alimentación por parte del propio área social: una vez generada, lo que podríamos denominar la «calidad social del entorno» se convierte en un factor de atracción de población, muchas veces más importante que las condiciones objetivas de confort habitacional.

De este modo, regidas por este mecanismo, pueden encontrarse residencias de alto status en exposiciones norte, en vaguadas, etc., un aparente contrasentido que tiene su explicación en este mecanismo de retroalimentación. Aunque este fenómeno se produzca en las áreas sociales de calidad, no es desdeñable la importancia que pueda tener en el desarrollo de espacios de menor calidad ambiental pero en el cual determinadas pautas culturales pueden tener una considerable importancia (por ejemplo, la autoconstrucción).







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Conclusiones

Partíamos de una hipótesis previa, que en términos muy simplificados podría enunciarse como sigue: el status social de la residencia es función de la calidad ambiental ofrecida por el medio físico. Tratamos por tanto de establecer si existe relación entre las variables del medio físico y la distribución social, y cuáles de estas variables aportan un mayor grado de explicación en esta relación.

Entre las variables físicas que hemos utilizado, comprobamos la escasa importancia que poseen las variables altitud y pendiente, si las consideramos individualmente, como tampoco la tiene la presencia de cauces.

Así, las áreas sociales no presentan una clara relación con la altitud, a no ser en las zonas con la altitud más exagerada, ocupada por espacios de alto nivel; igualmente, no existe relación con la pendiente, ocupada indistintamente por zonas de alto o de bajo nivel social, según responda a un crecimiento ordenado o a la autoconstrucción. No se observa tampoco relación de las áreas sociales con la red hidrográfica: encontramos arroyos torrenciales y de efectos devastadores en zonas de alto nivel (Limonar) y en sectores de bajo status social, aunque sea algo más frecuente encontrar arroyos de cierta importancia sin encauzar en el entorno de espacios sociales de bajo nivel: por ejemplo, el arroyo Gálica.

Frente a estas variables, la orientación se observa como un elemento de alta influencia en la relación medio físico/distribución social y, sobre todo, frente a la relativa incidencia de las variables analizadas individualmente, resulta altamente explicativa la conjunción de todas las variables conformantes del relieve. Paralelamente, se aprecia la influencia de la cercanía a la línea de costa, variable que matiza y se superpone, en ocasiones, a la influencia del relieve.

Respecto a la incidencia del conjunto de las variables componentes del relieve, observamos cómo la relación se traduce en un cierto carácter autónomo en el desarrollo urbano de las zonas de montaña de la ciudad, distinto, en cualquiera de sus modalidades, al desarrollado en el llano. Podemos asociar, en el caso de la ciudad de Málaga, formas urbanas propias y particulares de carácter reciente (urbanización residencial, autoconstrucción) en el desarrollo de zonas de montaña.

Frente a éstas, se dispone la neutralidad de las zonas llanas, ocupadas por desarrollos masivos en los que no llegan a distinguirse formas tan diferenciadas de urbanización.

Partiendo de esta primera diferenciación, ya dentro de las zonas montañosas, observamos cómo la diferencia autoconstrucción/urbanización residencial   —369→   no radica en elementos como la altitud o la pendiente, en términos generales indistintamente establecida, pero sí podemos apreciar una clara relación con la orientación de la ladera y la amplitud (no sólo el sentido) de las vistas. En términos generales, donde domine una amplia exposición sur, se situarán urbanizaciones residenciales; donde predominen exposiciones norte o similares, será terreno para la autoconstrucción.

Como último elemento que contribuye a diferenciar ambos modelos de crecimiento urbano (urbanizaciones residenciales/autoconstrucción), se individualiza la cercanía al mar. Su atracción es tan potente que se superpone al factor relieve en muchos casos; mediante este factor se explica por ejemplo la atracción actual, una vez liberado de condicionantes históricos, del litoral oeste. En este sentido, la ausencia de relieve actúa como factor que limita en el espacio la influencia de la cercanía al mar, que se ve constreñida en el aspecto de vistas a la estrecha franja de primera línea de construcción. Cuando esta variable de cercanía al mar coincide con un relieve prominente, la pendiente gradúa la posibilidad de vistas, adentrando su área de potencialidad hacia el interior.

Por último, una vez observado este conjunto de relaciones, que explican en gran medida la ubicación de la mayor parte de las áreas sociales distinguidas, hay que señalar una serie de hechos que matizan esta relación, simplificada para su mejor sistematización.

Con independencia de la gran cantidad de factores que contribuyen a dar luz sobre las causas de la distribución social (económicos, políticos, etc.), existen otros relacionados directamente con el tratamiento del medio físico que pueden modificar en algunos casos el cumplimiento de nuestra hipótesis de trabajo.

El propio concepto de calidad de vida en relación con las potencialidades del medio, ha sido objeto recientemente de una nueva lectura y redefinición, de tal modo que existen desarrollos urbanísticos que por ser anteriores a este cambio, constituyen excepciones. La evolución en la mentalidad respecto a la importancia de la calidad medioambiental ha incentivado el acondicionamiento de zonas anteriormente marginadas, de tal modo que los desarrollos urbanos previos a este reacondicionamiento no responderán en su localización a la valoración actual de la zona, puesto que fueron generados con anterioridad a las mejoras introducidas. Estos hechos explicarían, por ejemplo, la presencia de zonas marginales como la localizada en las playas de El Palo, puesto que nacieron previamente a la revalorización del entorno en el que se ubican.



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Referencias bibliográficas

MÉRIDA RODRÍGUEZ, M. (1995): «El relieve como elemento del paisaje urbano», Anales de Geografía de la Universidad Complutense, n.º 5, pp. 465-473, Madrid.

OCAÑA OCAÑA, C. (coord.); PERLES ROSELLO, M. J.; MÉRIDA RODRÍGUEZ, M. (1995): Las áreas sociales de las ciudades andaluzas. Estudio subvencionado por el Instituto de Estadística de Andalucía (inédito), Sevilla.



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