Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Anterior Indice Siguiente



Lámina 33

Era todavía el veintitrés de diciembre cuando la bicicleta, cargada de juguetes, estaba ya esperando y el viejo Noel se encontraba dispuesto a emprender el viaje.

-Su nombre es Ricardo -decía al ponerse los guantes- y no cree en Noel.

El criado que sostenía la bicicleta lanzó una sonora carcajada, y el hombre de la luna, que estaba atisbando detrás de la montaña, sonreía francamente.

Noel había abandonado sus renos; parecíale que debía seguir la marcha de los tiempos y los renos eran ya cosa fuera de moda; por su parte, éstos no velan con gusto que se les arrinconara, creyéndose dignos de ser tratados con mayor respeto y consideración. Después de haber servido bien y fielmente a un amo durante tantos centenares de años, era realmente poco agradable para los nobles animales el verse tratados de tal manera, y antojábaseles que no estaba del todo puesto en razón semejante proceder.

Sin embargo, nada podían hacer; lo cierto era que Noel había comprado una bicicleta y que los renos iban a quedarse en casa.

-Tengo un plan, un plan magnífico -dijo Noel al montar en la bicicleta.- No tardaré mucho en ponerlo en práctica.

Y se puso a correr por el camino. Franqueó montañas y dobló encrucijadas, diciendo mientras tanto para sí:

-Ricardo, tengo que hablar contigo. No puedo permitir que digas a otros niños que guarden golosinas y frutas para llenarse de ellas unos a otros las medias, porque en realidad no existe Noel. Ricardo, querido amiguito, esto no puede ser.

Lámina 34

Saltó de la bicicleta sin detener su carrera, se envolvió en su holgado manto, cargose el pesado saco sobre los hombros y trepó por la pared de una casa hasta la chimenea, tan fácilmente como vosotros hubierais subido por una escalera. Luego, descendiendo por el cañón de la misma, llegó al cuarto del infortunado Ricardo.

Este hallábase acostado en su caliente y bien mullido lecho, sumido en profundo sueño, y bien ajeno ala visita que iba a recibir en aquel instante.

Lámina 35

-¿Cómo estás esta noche, amiguito? -exclamó Noel, mientras el niño se incorporaba asustado.- Levántate y vístete en seguida, que vas a venir conmigo -dijo Noel.- Esta noche llenarás tú las medias. Ea; ¡arriba, perezoso!

Anterior Indice Siguiente