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11

En Constantes de la literatura argentina, ya citado, se reseña la evolución de algunos de tales temas.

 

12

Entre 1838 y 1890 se publican las obras más características de las dos etapas históricas del siglo XIX argentino: Dogma socialista (1839) y Ojeada retrospectiva (1846) de Echeverría; Facundo o Civilización y barbarie (1845), Recuerdos de Provincia (1850) y Las ciento y una (1853), de Sarmiento; Fragmento preliminar al Estudio del Derecho (1837), Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina (1852) y Cartas sobre la prensa y la política militante en la República Argentina (1853) de Alberdi; Historia de Belgrano y de la independencia argentina (1857) e Historia de San Martín y de la emancipación americana (1887), de Mitre; Estudios biográficos y críticos de algunos poetas sudamericanos anteriores al siglo XIX (1863), Origen y desarrollo de la enseñanza pública superior en Buenos Aires (1868), La literatura de Mayo (1871) y Estudio sobre las obras y la persona del literato y publicista argentino don Juan de la Cruz Varela (1871), de Gutiérrez. Tales obras se adelantan en la América hispánica, originando una súbita mayoría de edad intelectual, en cuanto representan el pensamiento de América sobre realidades americanas.

 

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«No estoy lejos de admitir que de Sarmiento, quedará mucho, cuanto se quiera, como manifestaciones originales de su espíritu efervescente, excepto ese relámpago postrero, que no tiene de la índole de su temperamento literario genial, o de los caracteres típicos que han acentuado uniformemente todas sus producciones, sino el empirismo teórico. Porque Sarmiento era todo, menos un filósofo experimental; tenía demasiada suficiencia para creer en la observación, demasiada pasión, para dejarse convencer por la razón y sobrada vanidad, para arrepentirse. Por eso, no obstante su omnipresencia en todas nuestras discusiones y cuestiones militantes, jamás tuvo verdadera influencia, y sus mismas exequias, al parecer populares, fueron una mistificación -a la inversa de Alberdi que con sus libros y lejos siempre, constantemente influyó e influye aún en el pensamiento argentino-, a la inversa de otros que tienen séquito, o hacen escuela bon grè, mal grè... y valga lo que valga su doctrina. Pero es que alguna tienen; y que si Sarmiento tenía principios, doctrina no profesaba ninguna, siendo brutal hasta para arremeter contra los principios contrarios, si se le presentaban como valla». (Entre-Nos, ed. cit., t. II, pág. 83).

En Retratos y recuerdos aparecen otros paralelismos entre las vidas y las obras de ambos escritores (Grandes escritores argentinos. Buenos Aires, 1927, pág. 164, pág. 218 y sigts.).

 

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Es ilustrativo de la época el juicio de Mansilla sobre la Historia de San Martín de Mitre, «obra eminentemente americana, por la idea que lo ha inspirado y por la copiosa documentación auténtica en que se apoya, desafiando y refutando de antemano toda rectificación empírica», a la cual se reprocha: «Yo hubiera deseado ver un San Martín más humano, menos mitológico, menos sibilino, que no escribiera "serás lo que debes ser y si no, no serás nada" (admitiendo que eso escribiera y no otra cosa con más sentido); pero que, por sus confidencias íntimas, esto es lo que anhela la historia sobre todo, me explicara lo que entendía por deber -a no ser que deber fuera sentir el cansancio de la lucha, antes de una década y abandonar el campo, taciturno y desencantado, a ambiciones que pudieron ser fatales para la causa republicana de América» (Entre-Nos, ed. cit., págs. 93-4 y 98).

 

15

Mis memorias escritas en diez minutos, «Correo del Domingo», Buenos Aires, 19 de junio de 1864.

 

16

Mansilla se recreaba en evocar un diagnóstico del frenólogo, Donovan, quien en Londres le dijo: «Es natural, franco, ingenuo, inartificioso, valiente. Aficionado a los placeres, amistoso, generoso, confiado e inclinadísimo a obrar según los demás; comerá con los gastrónomos, beberá con los bebedores, fumará con los fumadores, besará con los besucadores y así (and so on) (Entre-Nos, ed. cit., I, pág. 207).

 

17

Véase el sugerente ensayo Académicos de número, honorarios, correspondientes y electos (Entre-Nos, ed. cit., II, págs. 56-68).

 

18

Una excursión..., ed. cit., pág. 13.

 

19

Rozas, ed. cit., pág. 94.

 

20

Una excursión..., ed. cit., pág. 124.