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ArribaAbajoOfertorios galantes

  —49→  

ArribaAbajoDe la tregua



    Un instante nomás. Vengo a cantarte
la canción del laurel ¡Alza la frente,
que es la única digna del presente
que, en mi salutación, voy a dejarte!

   Tendrá el orgullo de tu sentimiento,  5
hoy, otra vez, el soñador cansado
que se acerca a buscar aquí, a tu lado,
el generoso olvido de un momento.

   Y en la tregua fugaz, mientras se asoma
tu sol a mi pesar indefinido,  10
consentirá el león, agradecido,
que peine su melena una paloma.

   Una ausencia gentil de mi fiereza,
cortés claudicación admirativa,
te dejará anunciarme, imperativa,  15
la altivez inmortal de tu belleza.
—50→

   Pero, aunque pueda ser así, no quiero
la sujeción de tus amables lazos,
ni en la suave cadena de unos brazos
de las ternuras ser un prisionero.  20

   Ni aguardes que hasta ti caricias lleve,
pues no debo quitarme la armadura
ni aun en homenaje a tu hermosura,
siendo el reposo de mi afán tan breve.

   Y no puedo ceder, ni frente al rico  25
róseo panal de tu sonrisa leda:
¡El hierro luce mal junto a la seda
y el escudo no sirve de abanico!

   Eso sí, en la canción, antes que vuelva
a mi fuerte Ideäl, verás, acaso,  30
para orquestar las horas a tu paso,
un regreso de alondras a mi selva.

   Eso sí, la canción tiene un lirismo
tierno y galante para cada beso
que amanece en tus labios, y por eso  35
se ha puesto a declinar mi pesimismo.
—51→

   Tal es, pues que lo digo; y hoy, que llenas
mi odres de pasión con tus bondades,
¡sobre el rojo clavel de mis crueldades
sangrarán mi perdón tus azucenas!  40

   ...Y después de beber en tus castalias,
como en lago de amor tranquilo y terso,
¡te besaré las sienes con un verso
para calzar de nuevo las sandalias!



  —52→  

ArribaAbajoEl clavel



    Fue al surgir de una duda insinuativa
cuando hirió tu severa aristocracia,
como un símbolo rojo de mi audacia,
un clavel que tu mano no cultiva.

   Quizás hubo una frase sugestiva,  5
o viera una intención tu perspicacia,
pues tu serenidad llena de gracia
fingió una rebelión despreciativa...

   Y, así, en tu vanidad, por la impaciente
condena de un orgullo intransigente,  10
mi rojo heraldo de amatorios credos

   Mereció, por su símbolo atrevido,
como un apóstol o como un bandido
la guillotina
de tus nobles dedos.  15



  —53→  

ArribaAbajoRevelación



    Lujosamente bella y exquisita,
con aire de gitana tentadora,
llegaste, adelantándote a la hora,
rodeada de misterios a la cita.

   El salón reservado oyó la cuita  5
de una cálida noche pecadora,
y al amor de tu carne ofrendadora
reventaron las yemas de Afrodita.

   Fue en esa breve noche de locuras,
propicia al Floreäl de tus ternuras,  10
que, cual glóbulos de ansias pasionales,

tu sangre delictuosa de bohemia
infiltró en el cansancio de mi anemia
¡el ardor de los fuertes ideäles!



  —54→  

ArribaAbajoTus manos



    Me obsedan tus manos exangües y finas,
¡tus manos! puñales de heridas ajenas,
cuando en el teclado predicen, en notas,
las inapelables deseadas condenas...

   Tus manos, amores de nardos y rosas,  5
cuya Histeria tiene sangre de pasiones,
como aquellas suaves que guardan ocultas
en venas azules sombrías traiciones.

   Como las nerviosas manos de mi amada,
que, en largas teorías de gestos cordiales,  10
devotas del dulce crimen amatorio,
¡degüellan mis mansos corderos pascuales!



  —55→  

ArribaAbajoExótica



    Tiene un rico sabor de canela
el encanto andaluz que derrama
ese hermoso donaire flamenco,
que trajiste del barrio de Triana.
   -En su patio de sol, vio Sevilla  5
adornarse por ti las guitarras,
hoscos ceños de majos celosos
y torneos de fieras navajas.-
   A tu lado, me envuelve en perfumes
la mantilla que cubre tus gracias,  10
y tu sangre, de ardor y misterio,
su bravía pasión me contagia.
   Y me pongo a pensar en heridas
de claveles y frutas moradas,
cuando se abre la flor de tus labios  15
en el carmen de todas las ansias.
—56→
   Y me llenan de luz la cabeza,
yo no sé que canciones bizarras
de tu tierra de amor y alegría,
y deseo aventuras extrañas,  20
   aventuras rarísimas, cuando
-como un vago de néctar de Málaga-
en la copa mortal de tus besos
bebo un vino de sangre gitana.



  —57→  

ArribaAbajoEn silencio



    Que este verso, que has pedido,
vaya hacia ti, como enviado
de algún recuerdo volcado
en una tierra de olvido...
para insinuarte al oído  5
su agonía más secreta,
cuando en tus noches, inquieta
por las memorias, tal vez,
leas, siquiera una vez,
las estrofas del poeta.  10

   ¿Yo...? Vivo con la pasión
de aquel ensueño remoto,
que he guardado como un voto,
ya viejo, del corazón.
¡Y sé, en mi amarga obsesión,  15
que mi cabeza cansada,
caerá, recién, libertada
de la prisión de ese ensueño
¡cuando duerma el postrer sueño
sobre la postrer almohada!  20



  —58→  

ArribaAbajoDe primavera



    En un carro triunfal hecho de auroras,
y envueltas en flotantes muselinas,
con impudor de audacias femeninas
han llegado las nuevas doce horas.

    El viejo de las frígidas doloras,  5
lloradas en letales sonatinas,
va huyendo, incorruptible, en sus neblinas,
de las doce muchachas pecadoras.

   ¡Una orgía de luz...! Hoy se ha llenado
de músicas el nido fecundado,  10
y el cantor de selváticos poemas,

-heraldo de los sueños germinales-
anuncia en sus pregones orquestales
el reventar glorioso de las yemas!



  —59→  

ArribaAbajoInvitación



    Amada, estoy alegre: ya no siento
la angustiosa opresión de la tristeza:
el pájaro fatal del desaliento
graznando se alejó de mi cabeza.

   Amada, amada: ya, de nuevo, el canto  5
vuelve a vibrar en mí, como otras veces;
¡y el canto es hombre, porque puede tanto,
que hasta sabe domar tus altiveces!

   Ven a oír. Abandona la ventana...
Deja al mendigo en paz. ¡Son tus ternuras,  10
para el dolor, como las de una hermana,
y sólo para mí suelen ser duras!

   ¡Manos de siempre compasiva y buena,
yo tengo todo un sol para que alumbres
ese olímpico rostro de azucena  15
hecho de palidez y pesadumbres!
—60→

   Hoy soy así. Soy un poeta loco
que ve su dicha de tus tedios presa...
¡Ven y siéntate al piano: bebe un poco
de champán en la música francesa!  20

   No quiero verte triste. De tu cara
borra ese esguince de pesar cansino...
¡Hoy yo quiero vivir... ¡Qué cosa rara,
hoy tengo el corazón lleno de vino!



  —61→  

ArribaAbajoEn el patio



    Me gusta verte así, bajo la parra,
resguardada del sol del medio día,
risueñamente audaz, gentil, bizarra,
como una evocación de Andalucía.

   Con olor a salud en tu belleza,  5
que envuelves en exóticos vestidos,
roja de clavelones la cabeza
y leyendo novelas de bandidos.

   -¡Un carmen andaluz, donde florecen,
en los viejos rincones solitarios,  10
los rosales que ocultan y ensombrecen
la jaula y el color de tus canarios!-

   ¡Cuántas veces no creo al acercarme,
todo como en un patio de Sevilla,
que tus más frescas flores vas a darme,  15
y a ofrecerme después miel con vainilla!
—62→

   O me doy a pensar que he saboreado,
mientras se oye una alegre castañuela,
un rico arroz con leche, polvoreado
de una cálida gloria de canela.  20

   ¡Cómo me gusta verte así, graciosa,
llena de inquietos, caprichosos mimos,
rodeada de macetas, y, golosa,
desgranando pletóricos racimos!

   Y mojarse tus manos delincuentes,  25
al reventar las uvas arrancadas,
¡como en sangre de vidas inocentes
a tu voracidad sacrificadas!...

   Y ver vagar, cruelmente seductora,
en esos labios finos y burlones,  30
tu sonrisa de Esfinge, turbadora
de mis calladas interrogaciones.

   Y desear para mí, las exquisitas
torturas de tus dedos sonrosados,
¡que oprimen las doradas cabecitas  35
de los dulces racimos degollados!



  —63→  

ArribaAbajoTu secreto



    ¡De todo te olvidas! Anoche dejaste
aquí, sobre el piano, que ya jamás tocas,
un poco de tu alma de muchacha enferma:
un libro, vedado, de tiernas memorias.

   Íntimas memorias. Yo lo abrí, al descuido,  5
y supe, sonriendo, tu pena más honda,
el dulce secreto que no diré a nadie:
a nadie interesa saber que me nombras.

   Ven, llévate el libro, distraída llena
de luz y de ensueño. Romántica loca...  10
¡Dejar tus amores ahí, sobre el piano!
...De todo, te olvidas ¡cabeza de novia!



  —64→  

ArribaAbajoFiltro rojo



    Porque hasta mí llegaste silenciosa,
la ardiente exaltación de mi elocuencia
derrotó la glacial indiferencia
que mostraba, altiva y desdeñosa.

   Volviste a ser la de antes. Misteriosa,  5
como un rojo clavel tu confidencia
reventó en una amable delincuencia
con no sé que pasión pecaminosa.

   Claudicó gentilmente tu arrogancia,
y al beber el locuaz vino de Francia  10
-¡Oh, las uvas doradas y fecundas!-

   una aurora tiñó tu faz de armiño,
¡y hubo en la jaula azul de tu corpiño
un temblor de palomas moribundas!



  —65→  

ArribaAbajoDespués del olvido



    Porque hoy has venido, lo mismo que äntes,
con tus adorables gracias exquisitas,
alguien ha llenado de rosas mi cuarto
como en los instantes de pasadas citas.

   ¿Te acuerdas?... Regreso de noches lejanas,  5
aún guardo, entre otras, aquella novela
con la que soñabas, imitar, a ratos,
no sé si a Lucia, no sé si a Grazziela.

   Y aquel abanico, que sentir parece
la inquieta, la tibia presión de tu mano;  10
aquel abanico ¿te acuerdas? Trasunto
de aquel apacible, distante verano...

   ¡Y aquellas memorias que escribiste un día!
-un libro risueño de celos y quejas-
¡Rincón asoleado! ¡Rincón pensativo  15
de cosas tan vagas, de cosas tan viejas!...
—66→

   Pero no hay los versos. ¡Qué quieres!... ¡te fuiste!
-¡Visión de saudades, ya buenas, ya malas!
La nieve incesante del bárbaro hastío
¿no ves? ha quemado mis líricas alas.  20

   ...¿Para que añoranzas? Son filtros amargos
como las ausencias sus hoscos asedios...
Prefiero las rosas, prefiero tu risa
que pone un rayito de sol en mis tedios.

   Y porque al fin vuelves, después del olvido,  25
en hora de angustias, en hora oportuna,
alegre como antes, es hoy mi cabeza
¡una pobre loca borracha de luna!



  —67→  

ArribaAbajoTu risa



    Cuando escucho el rojo violín de tu risa
en el que olvidados acordes evocas,
un cálido vino-licor de bohemia
me llena el cerebro de músicas locas.

   Un vino que moja tu noble garganta...  5
-una húmeda jaula de finos cristales,
cuyas orquestales invisibles rejas,
aprisionan raros divinos zorzales-

   Y cuando lo escancias, cordiales de un ritmo
que roba caricias a los terciopelos,  10
caen en mi copa, de espumas amargas,
cual lluvia de estrellas de líricos cielos.

   ¡Tu risa!... Me encanta, me obseda el oído,
como un intangible sonoro teclado
sobre el que han volcado los duendes amables  15
un rico y bullente dorado!
—68→

   No sé porque a veces, si en rápida fuga
tus polifonías se van diluyendo,
por mi éxtasis pasan tristes y jocosos
pierrots que muriesen llorando y riëndo...  20

   No sé porque a veces me quedo pensando
en óperas breves, donde colombinas
hermosas y rubias, fingiesen collares
de luz en las danzas de las serpentinas.

   O, muy vagamente, bajo mecedores  25
gentiles ensueños de cosas francesas,
me creo en florido jardín de Versalles,
acechando un coro de lindas marquesas.

   Si acaso disipa mis hondos mutismos,
con su leve magia de dulces misterios,  30
en la quietud vibra, como una sonata
de alegres clarines en un cementerio.

   Cuando en el silencio, custodiando el Odio,
llegan del Hastío las rondas crüeles,
sobre esas heridas: flores de la sombra,  35
ella agita y vuelca su taza de mieles...
—69→

   Cuando en mis severas Misas taciturnas
se oye tu fanfarria, de sones ligeros,
el Genio, vencido por tu musa loca
suaviza del rito los bronces austeros.  40

   Tus líricas flautas y tus ocarines
anuncian la fiesta de las harmonías,
y mariposean por toda la gama
crescendos chispeantes como pedrerías.

   Por eso, semeja tu boca un mineático  45
salón, decorado con frescos de notas,
donde baila siempre, cautiva parlera,
una roja dama, galantes gavotas.

   Por eso, te ofrecen mis cisnes altivos,
que tus adorables alondras desdeñan,  50
la dulce agonía del último canto
y doblan el cuello y escuchan y sueñan.

   Por eso, si bebo tu risa bohemia,
-armónico vaso de néctares suaves-
¡mi pobre cabeza se llena de luna  55
y claudican todos sus órganos graves!



  —70→  

ArribaAbajoRatos buenos



    Está lloviendo paz. ¡Qué temas viejos
reviven en las noches de verano...!
Se queja una guitarra, allá, a lo lejos,
y mi vecina hace reír el piano.

   Escucho fumo y bebo, mientra el fino  5
teclado da otra vez su sinfonía:
El cigarro, la música y el vino,
familiar, generosa trilogía...

   ...¡Tengo unas ganas de vivir la riente
vida de placidez que me rodea!  10
Y por eso quizás, inútilmente,
en el cerebro un cisne me aletea...

   ¡Qué bien se está, cuando el ensueño en una
tranquila plenitud se ve tan vago...!
¡Oh, quien pudiera diluir la Luna  15
y beberla en la copa, trago a trago!
—71→
   Todo viene apacible del olvido
en una caridad de cosas bellas,
así como si Dios, arrepentido,
se hubiese puesto a regalar estrellas.  20

   ¡Qué agradable quietud! ¡Y qué sereno
el ambiente, al que empiezo a acostumbrarme,
sin un solo recuerdo, malo o bueno,
que, importuno, se acerque a conturbarme.

   Y me siento feliz, porque hoy tampoco  25
ha soñado imposibles mi cabeza:
En el fondo del vaso, poco a poco
se ha dormido, borracha, la tristeza...



  —72→  

ArribaAbajoA la antigua



    ¡Oh, señora: gentil dama de mis noches,
¡oh, señora, mi señora, yo le ruego
que abandone esa romántica novela:
orgullosa favorita de sus dedos.

   Que abandone sus historias de aventuras,  5
donde hay citas, donde hay dueñas
y escuderos, callejuelas y sombríos embozados
y tizonas y amorosos devaneos;

   acechanzas del camino y estocadas
de cadetes o gallardos mosqueteros,  10
y, amador noble y rendido de su reina,
algún Buckinghan lujoso y altanero.

   Que abandone, le repito, su romance,
su romance mentiroso, pues confieso
que me enoja la atención que le dispensa,  15
con agravio de mis quejas y mis celos.
—73→

   De mis celos, sí, lo digo, tal me tienen
las hazañas del cuitado caballero,
a quien sueña Vd. señora, contemplando
sus balcones, con la escala de Romeo.  20

   ¡Oh, señora, mi señora! son las doce...
¿Hasta cuándo piensa Vd. seguir leyendo?
¡Hay valor en su tenaz indiferencia
que no teme los peligros del silencio!...

   Son las doce: ya se aprontan los aleves,  25
los galantes forajidos de los besos
a cruzar la callejuela de unos labios
donde anoche asesinaron al Ensueño...

   ¡Ay, entonces, de las bocas asaltadas
por los rojos embozados del Deseo!  30
¡Ay de Vd. señora mía si la encuentran...!
¡Que la salve su hazañoso caballero!



  —74→  

ArribaAbajoLas manos



    A todas las evoco. Pensativas,
cual si tuvieran alma, yo las veo
pasar, como teorías que viniesen
en las estancias líricas de un verso.

   Las buenas, las cordiales, generosas  5
madrecitas de olvidos en los duelos,
las buenas, las cordiales, que ya nunca
las volvimos a ver, ni en el recuerdo.

   Las manos enigmáticas, las manos
con vagos exotismos de misterio,  10
que ocultan, como en libros invisibles,
las fórmulas vedadas del Secreto.

   Las manos que coronan los designios,
las manos vencedoras del Silencio,
en las que sueña, a veces, derrotado,  15
un tardío laurel de luz el genio.
—75→

   Las pálidas, con sangre de azucenas,
violadas por los duendes de los besos,
que vi una vez, nerviosas, deslizarse
sobre la gama azul de un florilegio.  20

   Las manos graves de las novias muertas,
rígidas desposadas de los féretros,
leves hostias de ritos amatorios
que ya nunca jamás comulgaremos;

   Esas manos inmóviles y extrañas,  25
que se petrificaron en el pecho
como una interrogante dolorosa
de la inmensa ansiedad del postrer gesto.

   Las crüeles que saben el encanto
del fugaz abandono de un momento.  30
Las exangües, las castas como vírgenes,
severas domadoras del Deseo.

   Las santas, inefables, las ungidas
con mirras de perdón y de consuelo:
amadas melancólicas y breves  35
de los poetas y de los enfermos.
—76→

   Las románticas manos de las tísicas,
que, en la voz moribunda de un arpegio,
como conjuro agónico angustiado,
llamaron a Chopin, desfalleciendo...  40

   Las manos que derraman por la noche
los filtros germinales en el lecho:
las que escriben las cláusulas fecundas
sobre las carnes que violó el invierno.

   Las manos sin amor de las amadas,  45
más frías y más blancas que el pañuelo
que se esfuma en las largas despedidas
como paloma del adiós supremo.

   ¡Las Únicas, las fieles, las anónimas,
las manos que en los ojos de algún muerto  50
pusieron, al cerrarlos, la postrera
temblorosa caricia de sus dedos!

    Las manos de bellezas irreäles,
las manos como lirios de recuerdos,
de aquellas que se fueron a, la luna,  55
en la piedad del éxtasis eterno.
—77→

   Las místicas, fervientes como exvotos,
inmaterializadas en el rezo,
las manos que humanizan las imágenes
de los blondos y tristes nazarenos.  60

   Y las manos que triunfan del Olvido,
¡esas, blancas como el remordimiento
de no haberlas besado, ni siquiera
con el beso intangible del ensueño!



  —78→  

ArribaAbajoA Colombina, en Carnaval



    Colombina ¿qué se hicieron
tus risas de cascabel?
¡Ah! desde que se perdieron
-lo saben quienes te oyeron-
quedó inconcluso un rondel...  5

   Surge de las viejas salas
y como antes, oportuna,
vuelve a reinar, hoy que exhalas
suspiros por las escalas
con que asaltaste la luna.  10

   ¿Porqué ese reír que suena
como un fúnebre fagot?...
Si es la que yo sé tu pena,
no te aflijas, que serena
fue la muerte de Pierrot.  15
—79→

   Murió de haberte querido...
Y ahora que sé tu mal,
para empaparte de olvido,
voy a mojar tu vestido
con agua de madrigal.  20

   Pero debo imaginarte
entre todas confundida,
si es que quieres disfrazarte,
y así, empezaré a rimarte
la estrofa ayer ofrecida.  25

   Y puesto que eres coqueta,
sensible a un buen decidor,
porque lo mandas, inquieta,
me vestiré de poeta
para cantarte mejor.  30

   Anónima enmascarada
que vas, nerviosa, a la cita,
de sutil gasa adornada,
como una media calada
que a la indiscreción incita:  35
—80→

   Lleva el disfraz colorado,
que te acompaña al placer,
la sangre que ha derramado
un corazón reventado
en tus manos de mujer.  40

   Marquesita sin blasones,
sabia en la broma galante,
que escuchas en los salones,
correr mil murmuraciones
de elogios a la intrigante...  45

   ¡Cómo luce tu altanero
orgullo de flor de lis!
cuando habla ese caballero
con traje de mosquetero
del tiempo de algún rey Luis...  50

   Coqueta, linda coqueta,
risueñamente locuaz:
escondida y bien sujeta
lleva siempre la careta
debajo del antifaz.  55
—81→

    Pues que está oculta la hermosa
la fina mano enguantada,
¡van, en la seda olorosa,
cinco lirios color rosa
corriendo una mascarada!  60

   Como adivino un deseo
de burla, en tu voz, y tienes
la gracia del discreteo,
me disfrazaré de Orfeo
para domar tus desdenes.  65

   ¿Qué es esa melancolía
que a conturbar así llega
el alma de tu alegría?...
¡Bien haya la bizarría
del gesto que te doblega!  70

   ¡Ensueño de marmitones,
triste y loca fregatriz
que, por breves ilusiones,
abandona sus fogones
en traje de emperatriz;  75
—82→

   Por la gloria de la gracia
de tu altivez de heroína,
de tan bella aristocracia,
ha claudicado la acracia
del changador de la esquina.  80

   Modista, pobre tendera,
o esclava del obrador:
vestida de primavera,
ya rendirás al hortera,
tenorio de mostrador.  85

   Flor que aroma el delincuente
búcaro del cafetín,
loca máscara insolente
que aguarda lista, impaciente,
su gallardo bailarín.  90

   Ebrio de amor y de vino,
sensual donaire guarango
lucirá tu cuerpo fino,
esta noche en el Casino
cuando te entusiasme el tango.  95
—83→

   Muchacha conventillera
que, en apuros maternales,
pasaste la noche entera
arreglando esa pollera,
honra y prez de los percales,  100

   ya, despertando las ganas
de otras de la vecindad,
irás con tus dos hermanas,
Tersicores suburbanas,
a un baile de sociedad...  105

   Mascarita... viejecita,
¡en que deslumbrantes fugas
va tu añoranza bendita!...
¡Viejecita, mascarita
de careta con arrugas!...  110

   ...Colombina ¿Qué se hicieron
tus risas de cascabel?
¡Ah! desde que se perdieron,
lo saben quienes te oyeron
quedó inconcluso un rondel...  115
—84→

   ¡Venga la flauta divina
de tu risa de cristal!...
¡Colombina, Colombina:
allá va una serpentina
continuando el madrigal!  120





  —85→