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21

Cf. A. Bermejo, La mitología en el Museo del Prado, Madrid, Editora Nacional, 1974, p. 227.

 

22

Cf. Grimal s.u. Niso y Roscher s.u. Nisus.

 

23

Champeau (1988, p. 60 y 1989, p. 118) interpreta el nombre de Niso como una forma abreviada de N(arc)iso.

 

24

Heinze, 1915, p. 245:

«Von Nebenfiguren bat Virgil eine Anzahl frei erfunden: so wohl Androgeus in II, Achaemenides (oben S. 112, 3), Nisus und Euryalus, Drances, namentlich viele in der Schlachtszenen, wo die überlieferung bei weiten nicbt ausreichte;»



Para el problema del nombre véase H. Nörland. «Nisus, Euryalus und andere Namen in der Aeneis», SO 33, 1957, pp. 81-109.

 

25

Puede encontrarse copiosa bibliografía sobre el episodio del libro IX y sus problemas en el tomo III de la edición y traducción de La Eneida de Miquel Dolç (Barcelona, Bernat Metge, 1977, pp. 122-123). En cuanto a la bibliografía posterior, pueden citarse los trabajos de R. J. Rabel, «The Composition of Aeneid IX», Latomus, 40, 1981, pp. 801-806 (especialmente las páginas 803-804), y «The Iliadic Nature of Aeneid IX», Vergilius, 24, 1978, pp. 37-44.

 

26

Para d estudio detenido de este pasaje, véase el trabajo de R. Mª. Iglesias Montiel y Mª. C. Álvarez Morán «El pasaje de Niso y Euríalo en Estacio». en I Simposio Conmemorativo del Bimilenario de la muerte de Virgilio, Univ. de Murcia, 1984. pp. 353-367.

 

27

Aunque Marcela, quizá celosa, no comparta esta misma opinión cuando dice: «Niso no la ama» (p. 105)

 

28

La boca de entrada a los infiernos es profunda y amplia, tal y como debe de ser la del pozo («Niso afirma que nunca ha visto un pozo de esas dimensiones» (p. 45)):


espelunca alta fuit uastoque immanis hiatu,
scrupea, tuta Iacu nigro nemorumque tenebris,
quam super haud ullae poterant impune uolantes
tendere iter pennis: talis sese halitus atris
faucibus effundens supera ad conuexa ferebat.


(Verg. A. 6, 237-241)                


Curiosamente, Prudencia ve su cuerpo reflejado en las profundidades del pozo como la figura de un pájaro:

«Luego, se percató de que, desnuda al reconocer la voz de Teresa, se había abalanzado sobre la boca del pozo dejando colgar tos pechos en el vacío. Logró representarse la visión de su cuerpo desde las profundidades y era sólo el contorno obscuro de un pájaro con las alas extendidas inscrito en el círculo de luz cegadora» (p. 122).


Para una interpretación simbólica de esta incursión en el pozo como un retorno a los orígenes cf. Champeau (1988, pp. 60 y 64). La comparación con la entrada del averno abre, a su vez, nuevas perspectivas de interpretación que sobrepasan los límites de este trabajo, aunque sí podemos adelantar que puede haber una relación más o menos estrecha con la propia tradición del pensamiento trágico, o la bajada bien real, bien simbólica, a los infiernos.

 

29

Para el estudio del espacio geográfico donde trascurre el episodio de Niso y Euríalo cf. B. Tilly, «The topography of Aeneid IX with referenee to the way taken by Nisus and Euryalus», Arch,. Class. 8,1956, pp. 164-172. En lo que concierne a Los vaqueros, Champeau (1988, p. 61) subraya las referencias recurrentes a las lindes del bosque y a la cascada que hay en su secreto interior.