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Monedas de la Ilergecia1

Celestino Pujol y Camps





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Despierta gran interés, siempre creciente, el numerario ibérico de nuestras regiones del Este, pues los descubrimientos de las variedades de sus monedas se suceden con frecuencia tan afortunada, que convidan constantemente al estudio. Hoy he de ofrecer á la Academia una lámina con especies inéditas batidas en país ilergético, que acompaño con una copia del as de Lérida y otra de un ejemplar de bellísima fábrica, con leyenda Íbero

Describiré las monedas, apuntando después algunas reflexiones para contribuir á la ordenación cronológica del numerario ilergete:

23. Anv. Cabeza varonil imberbe, mirando hacia la derecha y rodeada de tres delfines.
Rev. Jinete con palma al hombro y clámide flotante, corriendo hacia la derecha sobre una línea; encima de esta Íbero
Diám., 25 milím.
COL. DEL AUTOR.
24. Anv. Cabeza varonil imberbe, mirando hacia la derecha rodeada de tres delfines (tipo emporitano).
Rev. Caballo corriendo sobre una línea; encima Símbolos; sobre la línea y en letras diminutas Íbero
Diám., 19 milím.
D. PABLO GIL, Zaragoza.
25. Anv. Cabeza varonil imberbe, mirando hacia la derecha y rodeada de tres delfines.
Rev. Jinete con una palma al hombro y clámide flotante, corriendo hacia la derecha sobre una línea; encima de ella y en letras diminutas Íbero
Diám., 32 milím.
D. AGUSTÍN ARBEX, Lérida.
26. Anv. Como el anterior.
Rev. Caballo corriendo hacia la derecha y en el aire; encima media luna; debajo Íbero
Diám., 23 milím.
D. CONSTANTINO DOMINGO BAZÁN, Barcelona.
27. Anv. Cabeza varonil imberbe, mirando hacia la derecha; delante Íbero
Rev. Jinete con una palma al hombro corriendo hacia la derecha sobre una línea; encima de ella la leyenda anterior.
Diám., 19 milím.
D. AGUSTÍN ARBEX, Lérida.
28. Anv. Cabeza imberbe con torques en el cuello, mirando hacia la derecha, rodeada de una gráfila formada por puntos.
Rev. Lobo, con la lengua fuera, corriendo en el aire sobre la derecha; encima Íbero(fábrica bárbara).
Diám., 20 milím.
D. AGUSTÍN ARBEX, Lérida.
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29. Anv. Como el anterior, sin gráfila.
Rev. Lobo en el aire, con la lengua fuera; encima Íbero debajo Íbero
Diám., 22 milím.
D. AGUSTÍN ARBEX, Lérida.
30. Anv. Como el anterior.
Rev. Lobo en el aire, con la lengua fuera, encima Símbolos; debajo Íbero
Diám., 18 milím.
D. JOAQUÍN BOTET, Gerona.
31. Anv. Cabeza imberbe, con torques en el cuello, mirando hacia la derecha, rodeada de una gráfila formada por puntos.
Rev. Lobo en el aire, con la lengua fuera, corriendo hacia la derecha; encima Íbero debajo Íbero
Diám., 20 milím.
D. MARIANO LA HOZ, Calatayud.
32. Anv. Cabeza varonil imberbe, mirando hacia la derecha.
Rev. Lobo en el aire, con la lengua fuera, mirando hacia la derecha. Sin leyenda.
Diám., 22 milím.
D. MARIANO LA HOZ, Calatayud.

Al ordenar cronológicamente las acuñaciones ilergetes, alguno abrigó la creencia de que eran en esta región las más antiguas, aquellas de sus monedas de fábrica menos aventajada, tomando para ello como dibujo arcáico, el que es simplemente producto de fábricas decadentes y después bárbaras. Hoy no puede sostenerse semejante opinión; pues su error es de tal evidencia, que ni siquiera se necesita, para poder comprobarlo, acudir al estudio del buen número de variedades del dinero ilergete publicado en varios libros; basta sólo examinar la lámina que sigue á estos   —162→   apuntes, ya que el estilo de las monedas en ella contenidas, concuerda en un todo con lo que expuse al tratar de la más completa y bajo todos aspectos la más rica de las series numismáticas de la España antigua; la colección emporitana. Debo recordar, pues, que las monedas de Empurias son vivo testimonio de las civilizaciones que se sucedieron en la región cisibérica durante un espacio de tiempo de más de tres siglos: aparecen las monedas con estilo arcáico, al cual paulatinamente reemplaza el arte helénico, hasta llegar á su edad de oro, decayendo después en las acuñaciones ibéricas de fábrica romana, que terminan variando los tipos genuinos de las monedas y produciendo al fin especies bárbaras, hijas legítimas de la civilización de hierro que acompaña á la guerra.

Comparando las monedas ilergetes con las emporitanas, la cronología de aquellas se hace sola, y ahora con mayor holgura, puesto que podemos contar con la enseñanza que nos proporcionan los ejemplares nuevamente descubiertos. Procuraré razonarlo brevemente.

Los importantes esclarecimientos que de algún tiempo á esta parte ha obtenido la numismática autónoma española, afirman que, entre los iberos, el uso de acuñar monedas se extendió progresivamente desde la costa al centro del país. En este movimiento de adelanto, impulsado en sus antiguos tiempos por las necesidades del comercio, se manifiestan los primeros varios pueblos que habitaban el Este de España, acuñando la plata en omonóia con Empurias bajo la obediencia del pié monetal de la dracma griega y emitiendo después el cobre, asimilado al dinero latino. Esta gradación la vemos aceptada ya por los estudios modernos. La época de su comienzo, es la que ofrece algunas dificultades respecto á la emisión ibero-romana, pero en mi concepto no puede retrotraerse al año 537 (217 a. J. C.), ó sea después de la llegada de Gneo Escipión á España, puesto que anteriormente á dicha fecha, es seguro que, cuando menos, se batían especies ibéricas de cobre en la Indigecia, en la Ilergecia y en la Ausetania.

Nuevos hallazgos no me han impuesto la obligación, á la que me sometería gustoso, de rectificar en un solo punto lo que dije al ocuparme de las primeras emisiones de la Indike de Estéfano de   —163→   Bizancio. Concretándome ahora á las monedas ilergetes, veo confirmado lo que escribí, pues el rarísimo ejemplar núm. 24 de la lámina, presenta caracteres de tan desusada antigüedad, que quizá esta sea superior á las demás acuñaciones de cobre ibéricas que conocemos.

Los que hayan examinado mi trabajo, recordarán que en determinado período, las dracmas de la di/polij ofrecen la particularidad de tener escritos sus letreros, con caracteres diminutos y en sus primeros tiempos casi microscópicos. Gusto Fué de época, y tan extendido, que obtuvo boga en las monedas galo-foceas de Massilia; imperó en Empurias, de donde pasó á Rhode (Delg. Rhode núm. 4) y á los iberos que acuñaron dracmas con los tipos siracusanos de nuestra ciudad. (Delg. Empurias, números 138, 143, 146 y 172.) Esto acontecía en aquel notabilísimo período, que con los luminosos criterios cronológicos que arrojó el hallazgo de las Ansías, pudo fijarse inmediatamente después de la pérdida de Sicilia por los cartagineses (513 de Roma, 241 a. J. C.). Ahora bien; todos los caracteres de la moneda que publico, me llevan á discurrir que su acuñación siguió á la de dracmas emporitanas de la buena época, y cuando aún se conservaba la tradición de los epígrafes con letras diminutas. Los tipos de este precioso ejemplar coadyuvan á mis apreciaciones, pues son copia bastante fiel de los que campean en las dracmas de Emporión: la cabeza del anverso está inspirada en la Diana de las dracmas, y el caballo del reverso, en su actitud y en sus formas, nos recuerda al Pegaso volando de la moneda griega. Otro detalle sustancial ofrece el reverso de esta moneda, señalando evidentemente su obediencia á la unidad monetaria latina. Me refiero á los dos glóbulos puestos en ella para indicar su valor de semis, novedad que constituye un dato importante para las investigaciones metrológicas, sin destruir las indicaciones que llevo apuntadas, pues la introducción del denario romano en España, es muy anterior á la acuñación de esta curiosa pieza. Su aparición nos promete nuevos hallazgos, puesto que revela han de existir sus congéneres, no descubiertos aún, ya que es de creer que la Lérida ibérica, batiría completa esta antigua emisión, y en ella no faltaría ni el as, ni las especies menores del semis publicado.

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Para avalorar dichas observaciones no debe dejarse en olvido que los ilergetes acuñaron dracmas y trihemiobolios, en omonoia con Empurias y Massilia (Delg. Empurias, números 130, 131, 132, 134, 135, 136 y l37?); no es, pues, de extrañar, que si de tan antiguo dicho pueblo tomó puesto en nuestra numismática amonedando la plata, se adelantara también á los demás ibéricos en la acuñación del cobre, acomodado en las nuevas monedas al dinero latino, cuya circulación se venía imponiendo en los mercados de las comarcas cisibéricas, desde el tratado de 528 de Roma (226 a. J. C.), en el cual, la corriente del Ebro era el lindero de la dominación cartaginesa. Poco después de este concierto político, apareció el semis que he dado á conocer, ó sea por los años de 528 al 535 (226 á 219 a. J. C.), período en que la plata de Empurias va rebajando paulatinamente su peso primitivo, hasta producir dracmas que son denarios disfrazados, como muy oportunamente los llama nuestro amigo el distinguido Sr. Zobel. Y así debía suceder: á la moneda focea, imponía la asimilación, el dinero de aquella Roma poderosa que vencía á Cartago en la primera guerra púnica, reservándose el protectorado de las fundaciones griegas en el litoral de Iberia.

Después de la moneda objeto de las anteriores líneas, sigue con el núm. 25 la copia de un excelente ejemplar del as de gran diámetro, que figura en la colección del Sr. Arbex, de Lérida. No me ha parecido infructuosso darle acogida en la lámina, ya que es un elemento apreciable para la cronología del numerario ilergete por las formas paleográficas de su epígrafe, trazado con caracteres relativamente pequeños que acusan una emisión antigua.

Los ejemplares grabados, números del 26 al 32, son variedades inéditas de la ilergecia de la época de la decadencia y del barbarismo. La núm. 30 descuella entre ellas, por ser un ejemplar interesante y único en nuestra noticia, que se conserva con gran aprecio en el monetario de D. Joaquín Botet, de Gerona. Esta moneda lleva estampado en su reverso la sigla Íbero y la Íbero tendida, vulgar en los cuadrantes de Indica, con los tipos del león, leyenda que era desconocida en monedas ilergetes y que vuelve á poner sobre el tapete la tan debatida interpretación de dichos signos.

Cuando los estudios numismáticos no contaban con la gran publicación   —165→   de monedas inéditas de que gozamos ahora, recuerdo que allá por los años de 1864, el insigne académico D. Antonio Delgado, dotado del espíritu investigador que universalmente le han reconocido todos los arqueólogos, nos advertía á Mr. Aloïss Heiss y á mí, sus discípulos, que las siglas de los cobres emporitanos representaban el valor de la moneda. Tiempo después, Mr. Heiss, publicaba de cosecha propia en el Memorial numismático español2 los tanteos explicados por nuestro ilustre maestro, y la doctrina se tuvo por corriente, hasta que nosotros, que la habíamos también seguido, pudimos refutarla por completo en el libro del Sr. Delgado y con acuerdo suyo3. Las anónimas siglas representaban una indicación éthnica, la cual, relacionándola después el Sr. Zobel con otras leyendas emporitanas de la última época con el tipo de toro y el hipocampo, las atribuyó á unos Ethuthruetes, gente desconocida, que por vía de ensayo coloca cerca de Empurias, en la urbicula emporitana de Strabón, ó sea en Rhode, convertida en aquel entonces en un suburbio de la ciudad ibera focense. Conocíanse las siglas Íbero en monedas de Saetabis y Narbo: ahora se manifiestan en la Ilergecia y el problema éthnico planteado, si no se va oscureciendo con la publicación de esta moneda, tampoco nos proporciona nuevos datos para ensayar una nueva explicación en tan controvertido asunto.

Terminaré estas mal pergeñadas apuntaciones, llamando la atención acerca de la bella fábrica de Iloquith núm. 1 de la lámina; as que fué reproducido incompleto en la obra Delgado. Basta un ligero examen del grabado, para no abrigar ningún género de duda acerca de que las monedas con dicha leyenda (la cual hasta ahora no ha podido atribuirse satisfactoriamente) fueron acuñadas por aquel pueblo ilergete, que antes de ser abatido por la guerra, nos ha legado en sus monedas evidentes muestras de su cultura; pueblo que, tan poderoso como el de los ausetanos, competía con él en vigor político, y cuya valía histórica, en fin, hoy se comprende con toda evidencia, ya que es conocida la importancia de su posición geográfica, conocimiento que es del dominio   —166→   de la Academia, merced al magistral trabajo que, con el modesto título de El arco de Bará, débese al concienzudo estudio del digno sucesor de Delgado, D. Aureliano Fernández Guerra.





Madrid, 16 Febrero 1884.



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