Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Anterior Indice Siguiente



  —42→  

ArribaAbajoOrdenación sacerdotal

10 de diciembre de 1977

DOS ASESINADOS, DOS SUSTITUTOS

Queridos hermanos que llenan la Catedral: ¡qué consuelo más grande! Se diría que la Catedral esta mañana es la figura de la Arquidiócesis, que como limpiándose las lágrimas por dos sacerdotes asesinados, siente que sus entrañas siempre fecundas van a producir esta mañana sus sustitutos, dos sacerdotes para nuestro presbiterio, Jorge Benavides y Héctor Figueroa.

DIÁLOGO DE DIOS CON EL HOMBRE

Para comprender un poco el momento sublime que estamos viviendo, la palabra de Dios nos ha iluminado y nos encontramos hoy en una de esas cumbres más altas, donde Dios dialoga con el hombre y, de su diálogo, como en el Sinaí, baja un Moisés ungido para dirigir al pueblo. Cada vez que se ordena sacerdote un hombre y el pueblo, junto con el Obispo y el presbiterio, asisten a ese gran acontecimiento, está sucediendo un diálogo fecundo entre un hombre o unos hombres que han dicho como Elías: «Desde las entrañas de mi madre me llamaste, me formaste para esto, me diste cualidades de sacerdocio, hemos recorrido la infancia, la juventud, en la inocencia, en el deseo de llegar a esta cumbre, y, ahora, Señor, sentimos miedo». Como el profeta, casi dicen los nuevos sacerdotes: «¡Qué difícil la misión que ambicionaba! Mira, Señor, que soy un niño». Y el diálogo de Dios continúa: «No digas que eres un niño, te voy a ungir, te voy a hacer participante de mi sabiduría, de mi revelación, de mi poder, y no digas que no puedes porque Yo iré contigo». Y entonces el Obispo, representando ese   —43→   poder de Dios va a imponer sus manos, como depositando una tremenda carga sobre esas personas, carga que al mismo tiempo es un inmenso honor.

CRISTO, EL PERSONAJE CENTRAL AQUÍ

Es un inmenso honor, hermanos. El personaje principal de esta ceremonia aquí, no son los que se van a ordenar, ni el Obispo, ni los sacerdotes que presidimos; el personaje central es Cristo, el eterno y único sacerdote, no hay más que un sacerdote que reconcilió el cielo y la tierra, muriendo en la cruz y resucitando, vive eternamente cantando la gloria y salvando por medio de su Iglesia en el Mundo a la humanidad entera.

Dios lo envió encarnándose en las entrañas de una mujer virgen, lo ungió allí mismo, en el instante primero de su ser. De modo que la única mujer que ha dado a luz un hijo sacerdote, es María. Nuestras madres nos dieron a luz simplemente hijos de la carne, después vino la unción sacerdotal que hizo a esos hijos de la carne, ministros de Dios. Pero María, tuvo el inmenso honor de ver que Cristo, su hijo, se consagraba en el mismo principio de su ser, dentro de sus entrañas y cuando esa mujer, la única que puede decirse madre de un sacerdote, lo dio a luz, lo comienza a cuidar, a amamantar, a hacer crecer, hasta que un día junto a la cruz, lo ve celebrar su misa. Esta es la misa única, la del calvario donde Cristo queda colgado en el dolor de la crucifixión y de la muerte, para redimir por un acto de sumisión profunda al Padre Eterno, a la humanidad que pecadora había perdido los caminos. No hay más que ese sacerdote eterno. Pero ese eterno sacerdote quiso hacer de sus redimidos un pueblo sacerdotal.

EL PUEBLO SACERDOTAL

En esta mañana, hermanos, además de la figura central de Cristo, único sacerdote, la figura principal no son nuestros hermanos que se van a ordenar ni nosotros que presidimos, sino Uds., pueblo sacerdotal, nosotros digamos, porque yo también soy bautizado. Y lo más grande de nuestra vida es aquel momento en que el hijo de la carne fue asumido para hacerse miembro del pueblo sacerdotal. Todos los bautizados, todos los que formamos la Iglesia, todos Uds., religiosas y laicos, somos el pueblo sacerdotal. El eterno sacerdote ha querido hacernos participantes de esa dignidad, de tal manera que la Iglesia vive en el Mundo con una historia sacerdotal, con una acción sacerdotal. En el corazón de cada hombre, como nos acaba de decir San Pablo, llamado a diversas vocaciones: vida religiosa, matrimonio, profesionales, ricos, pobres, todos formamos el pueblo, con diversos llamamientos, con diversos carismas para integrar entre todos en la historia, la misión sacerdotal de Cristo.

  —44→  

EL SACERDOCIO MINISTERIAL

Y sólo en tercer lugar, después de Cristo, el sacerdote eterno, y después del pueblo sacerdotal, ungido por Cristo en el bautismo, venimos nosotros ministros sacerdotes, que escogidos del pueblo, llamados de una familia, trayendo un apellido, un origen de un pueblo, de El Salvador o de cualquier parte del Mundo, llenamos aquel requisito de la Biblia: «El sacerdote es un hombre entresacado de los hombres». Entresacado del pueblo sacerdotal, precisamente para servidor, eso quiere decir ministro, servidor del pueblo sacerdotal. Esta es nuestra misión, queridos Héctor y Jorge. Ahora Uds. Han sido asumidos con un apellido de su propia familia, destacados de su propio pueblo aquí representado, pueblo sacerdotal, Cristo los ha escogido a Uds. Y a mí y a mis hermanos sacerdotes, lo mismo que a los seminaristas que anhelan este servicio para dar este servicio al pueblo, el servicio de la palabra, el servicio del perdón y sobre todo el servicio de la eucaristía.

MINISTROS DE LA PALABRA

Tenemos un mensaje que comunicar al mundo, nosotros somos los responsables. Cuando Cristo escogió 12 hombres para transmitirles su sabiduría divina, terminó diciéndoles: «Muchas otras cosas tengo que decirles pero no son capaces de recibirlas»; es tan grande el depósito de esta revelación divina, sólo les ofrezco mi espíritu divino que estará con Uds.; Uds. los escogidos del pueblo, tendrán una asistencia especial de Dios para que en cada momento de la historia, prediquen mi palabra conforme a las necesidades de esa hora, encarnando esa palabra en las necesidades, en los pecados, en las virtudes del pueblo que les toque regir. Este es el gran ministerio de la palabra, tan difícil, tan incomprensible, que muchas veces el diálogo que la Iglesia quiere entablar con el mundo para iluminarlo por la palabra de Dios, se vuelve del mundo en una persecución, en una ofensa, a veces tan grosera, como la que está sufriendo el ministerio de la palabra en esta hora. Vino a los suyos podemos decir, brilló la luz y las tinieblas no lo quisieron recibir. El ministerio de la iniquidad, el ministerio del pecado, que la Iglesia trata de arrancarle al mundo y a la historia y que la historia y el mundo tratan de sofocar a la palabra de Dios.

NO UNA PALABRA SIN COMPROMISO

Por eso, hermanos sacerdotes, Uds. que llegan a la cumbre de su ordenación sacerdotal para predicar una palabra que quema, que como los profetas sienten Uds. en sus entrañas, es un fuego devorador que quisiéramos más bien rehuir, no digo este honor, sino esta carga profética de ir a anunciar al pueblo la revelación auténtica. Queridos hermanos, que no vaya a ser falso el servicio de Uds. desde la palabra de Dios, que es muy fácil ser servidores de la palabra sin molestar al mundo, una palabra muy espiritualista, una palabra sin compromiso con la historia, una palabra que puede sonar   —45→   en cualquier parte del mundo porque no es de ninguna parte del mundo; una palabra así, no crea problemas, no origina conflictos. Lo que origina los conflictos, las persecuciones, lo que marca la Iglesia auténtica es, cuando la palabra quemante como la de los profetas, anuncia al pueblo y denuncia; las maravillas de Dios para que las crean y las adoren, y los pecados de los hombres que se oponen al Reino de Dios para que lo arranquen de sus corazones, de sus sociedades, de sus leyes, de sus organismos que oprimen, que aprisionan, que atropellan los derechos de Dios y de la humanidad. Este es el servicio difícil de la palabra, pero el espíritu de Dios va con el profeta, va con el predicador porque es Cristo que se prolonga anunciando su reino a los hombres de todos los tiempos.

EL MINISTERIO DEL PERDÓN

También les decía hermanos, Uds. van a ser como yo y mis queridos hermanos sacerdotes, servidores del pueblo para perdonarles sus pecados. Nadie de este pueblo tiene la facultad que Uds. Van a recibir, la misma que Cristo dio en Pascua a sus apóstoles: «Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonaréis les quedan perdonados sus pecados»; qué hora más solemne aquella silenciosa del confesionario, el alma agobiada por una culpa que ya no aguanta oye decir ungida al sacerdote, las palabras de Cristo a la Magdalena, «levántate, estás perdonada, yo te perdono». El mismo sacerdote necesita el consuelo de esa confesión, nosotros también nos confesamos, necesitamos que otro sacerdote ejercite en nosotros ese servicio del perdón. El Papa se confiesa, el Obispo se confiesa, todos nos confesamos porque necesitamos ese servidor del consuelo que no lo puede dar ninguna sabiduría de la tierra, ninguna palabra tan sana, tan llena de consuelo como la del sacerdote que dice.

EL MINISTERIO EUCARÍSTICO

Y sobre todo, queridos hermanos, en servicio de la eucaristía. Nosotros sacerdotes, llamamos al pueblo con la palabra, lo purificamos denunciando sus defectos, lo perdonamos atrayéndolo a penitencia, nosotros mismos somos ese pueblo pecador necesitado de penitencia, sabemos que la Iglesia es santa porque es esposa de Cristo pero es pecadora porque está compuesta de hombres. Nosotros mismos, sus ministros, necesitamos ese esfuerzo de superarnos, de ser cada día mejores y de llegar un día a la cumbre del altar para ofrecernos en el pan y el vino como hostia inmaculada a Dios Padre. Gesto solemne del sacerdote cuando recibiendo del pueblo las hostias y el cáliz, le dice al Padre: te lo ofrecemos: es el fruto del trabajo de mis hermanos los hombres, los que se quedaron en sus profesiones mundanales, los que viven en los caminos de esta tierra, los casados, mi mismo hogar, mis hermanos, mis compañeros de trabajo allá antes de que yo fuera sacerdote, todo este pueblo, Señor, al que yo tengo que santificar con mi ejemplo, con mi palabra, te lo ofrezco ahora en altar de la Misa.

  —46→  

Es entonces, hermanos, cuando toda la comunidad que cree en Cristo, comunidad sacerdotal, encuentra su expresión sacerdotal. Por eso nos obliga la Iglesia a venir a misa siquiera los domingos, para que sintiéndonos una sola cosa con el origen de nuestra sociedad sacerdotal, por medio del sacerdote ministro que eleva esas hostias y las convierte en el cuerpo y la sangre del Señor y luego las reparte como alimento de vida eterna, el Cuerpo de Cristo. Amén, dice el pueblo.

ENTRE DOS GRANDES ABISMOS

¿Ven como el sacerdocio es un diálogo continuo entre la misericordia infinita de Dios y la miseria infinita de los hombres? Qué tremenda posición la del sacerdote, entre los dos grandes abismos, el de la misericordia infinita que anhela perdonar a los hombres que se arrepienten de sus miserias y el de las miserias humanas donde hay que proclamar las sombras que están haciendo desgracia a la sociedad para que se conviertan y reciban ese perdón de Dios.

CULMINACIÓN EN CRISTO

Y un día, nos ha dicho la lectura sagrada de hoy, todo este pueblo cultivado por el ministerio de los sacerdotes, será llevado a su culminación. Un día ya no habrá misas, ya no habrá necesidad de sacerdotes temporales porque todos, mediante el trabajo de los sacerdotes, de los obispos, de los catequistas, de los celebradores de la palabra, de todo el pueblo sacerdotal de Dios, hemos logrado que la humanidad se vaya incorporando a Cristo y Cristo será el único sacerdote formado en su plenitud histórica y eterna, por todos los que fuimos naciendo en la historia y nos fuimos haciendo con él, un solo sacerdocio, un solo ofertorio, una sola misa que durará eternamente para cantar la gloria de Dios. Este es el destino, el objetivo para el cual trabajamos los sacerdotes en la historia, por eso, allá en la gloria eterna, hermanos, los sacerdotes junto con todo nuestro pueblo, ya glorificado, sentiremos la inmensa satisfacción de haber colaborado con Cristo a hacer de la humanidad el templo vivo de Dios, la imagen viviente del espíritu de Dios en la eternidad.

LLAMAMIENTO FINAL

Dejémonos conducir por los sacerdotes, hagámonos cada día más miembros del pueblo sacerdotal, seamos cada día más santos y santifiquemos con nuestro ejemplo, con nuestro empuje, con nuestro reclamo al sacerdote, que sea santo, como lo necesita el pueblo y Dios lo quiere.

Hermanos, este es el objetivo hacia el cual han sido llamados estas dos vidas y así, junto con mi querido predecesor Mons. Chávez y González y junto con mis queridos hermanos sacerdotes, agradeciéndole a Dios el don   —47→   de nuestra vocación y de nuestra misión sacerdotal y sintiendo que nuestras manos van a reposar con su cargada herencia sobre dos nuevos herederos, vamos a depositar con el espíritu sacerdotal, con el carácter que los unge para siempre sacerdotes, nuestra confianza, nuestra alegría, nuestra acción de gracias, al incorporar dos nuevos hombres a Presbíteros de la Arquidiócesis de San Salvador. Y valga aquí, hermanos, un llamamiento de cariño, de pastor a todos los queridos sacerdotes, a los que forman el presbiterio, y en esta hora no pudiendo estar con nosotros físicamente, esparcidos por toda la diócesis, siguiendo una misma vocación, están trabajando, para decirles que les agradezco ese sentido de solidaridad y de trabajo, que trabajemos siempre juntos esta gloria de Dios y de Cristo. Y a los que, por desgracia, se hayan alejado de la comunión sacerdotal, ya porque han descubierto que su vocación no era ésta sino otra y se encuentran felices en el nuevo destino de su vida, que sean felices pero no se olviden y que van marcados para siempre, aun cuando se hayan casado o hayan escogido una vida laical, llevan la marca del sacerdocio para siempre. Y aquellos pobrecitos que no solamente se han alejado por sentir el llamamiento de la santidad en otra vocación sino que se han alejado con sentido de rebeldía, con sentido de inconformidad, la Iglesia los sigue amando, son sus sacerdotes, y los sigue esperando para que vengan a formar con el eterno sacerdocio de Cristo y con el pueblo sacerdotal, la gran familia de Dios que camina hacia esa glorificación del eterno sacerdocio de Cristo. Que no sean seres desprendidos de la unidad que no estén dando el antitestimonio triste de Judas que traición la comunión. Que sean llamados todos hermanos, que el Señor al recibir esta plegaria del pueblo y de los nuevos sacerdotes, tenga misericordia de nuestra unidad eclesial, que crezca cada vez más y que cada uno en su propia vocación sea fiel seguidor de Cristo. Sacerdote Eterno. Así sea.



  —48→  

ArribaAbajoLa Iglesia de la Salvación

3.er Domingo de Adviento
11 de diciembre de 1977

Isaías 35, 1-6a. 10
Santiago, 5, 7-10
Mateo 11,2-11

Hermanos:

A la homilía de este domingo la podíamos llamar la Iglesia de la Salvación porque la misión de la Iglesia es salvar como Cristo y esta es su función en la historia. Y como Dios sigue salvando en la historia de los pueblos, la Iglesia no puede prescindir de la historia concreta del ambiente en que tiene que desenvolverse. De allí que, antes de hacer un comentario a la palabra divina para iluminar nuestra historia, nuestra realidad, es bueno tener en cuenta esa realidad que vivimos. Yo quiero agradecer ante todo, las felicitaciones y muestras de solidaridad con mi pensamiento que han llegado a propósito de mi comentario teológico acerca de la Ley de Defensa y Garantía del Orden Público. No he hecho más que destacar una página de nuestra teología clásica, de Santo Tomás de Aquino, e invitar desde allí, desde la teología, a los expertos en leyes para que se pronuncien acerca de un instrumento tan trascendental para la vida del país.

PENSAMIENTO TEOLÓGICO Y DERECHOS HUMANOS

El resumen de mi pensamiento como me lo pidieron varias personas, escrito, lo pueden leer en el periódico Orientación, que se está difundiendo   —49→   esta mañana. Allí también, en Orientación, pueden encontrar el llamamiento de los hombres católicos a los hombres de leyes para este pronunciamiento. A mí también me llena de satisfacción la coincidencia de este pensamiento evangélico con el pensamiento diplomático. En esta semana ustedes habrán leído en «La Prensa Gráfica», las declaraciones de un distinguido diplomático acerca de nuestra situación. Ha sido con motivo del 29 aniversario de la adopción de la Proclamación Universal de los Derechos Humanos por parte de las Naciones Unidas. Ayer precisamente fue ese aniversario. Y a este propósito el diplomático en nuestro país, expresa entre otros pensamientos, que habiendo sido aceptado por todos este pronunciamiento de los Derechos Humanos, ningún Estado de los que lo adoptaron en la ONU puede alegar que el maltrato de sus ciudadanos en cuestión, es cuestión estrictamente interna. Se ha comprometido internacionalmente y forma parte de un grupo de países que están todos, pues, contra las violaciones de los Derechos Humanos. Tampoco puede -dice el diplomático- un país comprometido con las Naciones Unidas en esta proclamación, evadir la responsabilidad de cumplir, de examinar, de dar cuenta cuando ocurran torturas o injustas privaciones de la libertad en alguna parte del mundo. Lamenta que todavía a 30 años casi de su proclamación, sea todavía un sueño, a pesar de que la mayoría de las constituciones de las naciones han aceptado esa defensa de los derechos humanos.

Se denuncia terriblemente que en la ONU se han recibido el año pasado, informes de más de 20.000 violaciones de los Derechos Humanos. Y luego analiza que la pretendida justificación de evitar el terrorismo, es un sofisma. Usar métodos ilegales para hacer cumplir las leyes, es condenar a los gobiernos al fracaso en la lucha contra sus violentos opositores. Y citando al Secretario de Estado de los Estados Unidos, expresa que si es cierto que no se puede perdonar el terrorismo y la violencia en nombre del disentimiento, tampoco se puede justificar la violencia sancionada oficialmente. Tales sanciones pervierten el sistema legal que es el único medio de asegurar la supervivencia de nuestras tradiciones.

Y hace esta declaración que coincide plenamente con el pensamiento de la Iglesia. El camino más seguro para derrotar al terrorismo, consiste en promover la justicia en nuestras sociedades: justicia legal, económica y social. La justicia de tipo sumario socava el mismo futuro que intenta promover, produce únicamente más violencia y terrorismo. El respeto por el imperio de la ley promueve la justicia y elimina las semillas de la subversión. Al abandonar ese respeto, los gobiernos descienden a los bajos fondos del mundo terrorista e invalidan su arma más poderosa, su autoridad moral. La mejor manera de hacer cumplir las leyes y hacer respetar los Derechos Humanos, dice nuestro diplomático, es ganar la confianza y la lealtad de los ciudadanos al actuar con justicia a través de las leyes, cortando de raíz la oposición violenta.

  —50→  

Perdonen, hermanos, la cita, pero me parece muy oportuna y aunque la Iglesia dice su palabra desde la perspectiva del Evangelio y no de la diplomacia, cómo alegra cuando se ve que la diplomacia habla con la razón, simplemente humana, la Iglesia, con el evangelio y además de la razón humana, cuenta con la iluminación divina. Y que aun cuando las conveniencias diplomáticas cambiaran modos de pensar, la Iglesia se mantendría porque flota por encima de todas las conveniencias y estas verdades siempre serían las del Evangelio, no por decirlas un diplomático sino por coincidir con la revelación de Dios que la Iglesia defiende aun cuando le cueste la vida.

LOS HECHOS DE ESTA SEMANA

En este sentido de servicio al mundo, quiero informarles también con alegría que allá en Santa Ana, en el conflicto laboral de INCA, han intervenido Mons. Revelo, Mons. López Sandoval y el P. Walter Guerra y con una voluntad muy buena de parte de la parte laboral, sobre todo, se está llegando ya a un arreglo final, que los trabajos han comenzado en la fábrica el 9 de diciembre.

También en servicio de la Iglesia al mundo, anuncio con satisfacción la presencia de Monseñor Aparicio en la Hacienda El Porvenir, donde fueron capturados 30 hombres y mujeres, para reclamar un trato más digno, más humano, a los cuerpos de seguridad. Por su parte, nuestra oficina de Socorro Jurídico, interviene en las causas de aquellos prisioneros.

También al servicio del mundo, la Iglesia en la Arquidiócesis aceptó la invitación de la Asamblea de Federaciones Sindicales para constituir la Confederación Unitaria de Trabajadores y quiero agradecer la efusiva acogida que los obreros dieron a la Iglesia. Sepan que la Iglesia estará siempre, desde su doctrina social, a la defensa de los derechos del trabajador, del campesino y de todo hombre que ame de veras la legalidad como servicio de bien común. Y estará siempre a la denuncia de toda pseudolegalidad que solamente quiera favorecer a un sector del pueblo.

COMITÉ ECUMÉNICO

Quiero informar también con alegría, que el Comité Ecuménico ha seguido reuniéndose y progresando en sus reflexiones. Allí en Orientación pueden ver los miembros de iglesias Adventistas, Bautistas, Centroamericanas, Episcopal, Luterana y Católica y de varios movimientos juveniles. También he recibido cartas de protestantes particulares que se expresan más o menos así. Una de las cartas dice: «Los cristianos, cualquiera sea nuestra denominación, estamos obligados, si somos cristianos verdaderos, a compartir y vivir las enseñanzas de Jesucristo a pesar de todas las persecuciones. Desgraciadamente, muchos preferimos vivir una vida cómoda y fácil,   —51→   sin complicaciones, ni riesgos que vayan a poner en peligro nuestra seguridad». Hermanos, no importa no ser católico, lo que interesa es ser cristiano de verdad y llevar el evangelio de Jesucristo, no solamente a una proclamación muy fácil de un espiritualismo sin compromisos con la historia, sino que lo que vale en el Evangelio es seguir a ese Cristo que no tiene miedo a quedarse clavado en una cruz cuando se trata de la defensa de la santidad en la historia. Y aquí es donde fallamos, no solamente protestantes sino también muchos católicos que como dice esta carta protestante, aman su vida cómoda y no quieren complicaciones. Sirva pues, como un llamamiento para mis queridos católicos, a no tenerle miedo al Evangelio y a darse por entero, aun cuando ese Evangelio nos pida sacrificios superiores a nuestras comodidades.

ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS

En servicio al mundo, también la Iglesia estuvo presente en mi persona, en el 15 aniversario del grupo de Alcohólicos Anónimos, en la parroquia de Santa Anita, donde tuve la dicha de desarrollar ante una muchedumbre de Alcohólicos Anónimos, el tema «Religión y Alcohólicos Anónimos». Aprovecho esta oportunidad para recomendar a todos los que tienen problemas alcohólicos, aferrarse a esa tabla de salvación. Yo estimo mucho ese movimiento y pido al Señor que florezca y que los que tienen complicaciones y son tormento de sus familias, de sus esposas, busquen allí una solución, que la encontrarán ciertamente. A los Alcohólicos Anónimos vaya mi saludo más cariñoso y decirles que estoy plenamente a sus órdenes.

SINTÁMONOS EN FAMILIA

Pero esta Iglesia que sirve al mundo, no se olvida de constituirse, de fortalecerse internamente, de allí que también en esta exposición de noticias y de vida de nuestra Iglesia, hermanos, esta hora para mí es como una hora de familia. Junto con ustedes que llenan la Catedral y junto con aquellas comunidades católicas de base y junto a aquellos pueblos y parroquias o junto al lecho de aquellos enfermos, donde me están escuchando, les digo, hermanos, sintámonos en familia, los hijos de esta Iglesia Católica y vivamos los acontecimientos de esta Iglesia con la alegría y la comprensión de una verdadera familia.

CON DOS NUEVOS SACERDOTES

Por ejemplo: llenémonos de gozo porque ayer, aquí en la Catedral, dimos la ordenación sacerdotal a dos jóvenes: Héctor Figueroa y Jorge Benavides, a quienes enviamos a través de la radio, un saludo de la Arquidiócesis a sus pueblos de origen, donde están celebrando hoy sus primeras misas, en la alegría de sus familias. Jorge Benavides en San Miguel y Héctor Figueroa en Metapán.

  —52→  

CON NUESTROS HERMANOS FRANCISCANOS

Una nota triste, compartamos la aflicción y la plegaria de los queridos Padres Franciscanos Italianos, tan abnegados servidores de nuestra Iglesia aquí en El Salvador y en Guatemala, porque el 8, día de la Inmaculada, qué bella señal de predestinación, entregó su alma al Creador, un gran amigo, el P. Engelberto Mallizori. Quien le iba a decir que un pueblito salvadoreño, Santiago Nonualco, iba a recoger su último suspiro y su cadáver. El que dejó comodidades y familia de su propia patria: Italia. El Señor sabrá dar recompensas maravillosas a estos servicios. Y a nuestros queridos hermanos Franciscanos Italianos, nuestra condolencia y nuestra plegaria.

Y CON SACERDOTES

Una nota de júbilo sacerdotal el sábado próximo, el P. Agustín Griseri, Somasco Italiano, va a cumplir 50 años de vida sacerdotal. Para el querido P. Agustín, junto con su comunidad Somasca, sepa que toda la Diócesis con su obispo, están muy íntimamente unidos en solidaridad de plegarias.

Para esta semana tenemos reuniones sacerdotales muy importantes que yo encomiendo a sus oraciones. El jueves precisamente, una de obispos y otra del clero de la Arquidiócesis para evaluar el trabajo del año y proyectar nuestra Pastoral para el año próximo.

Y CON TODA LA COMUNIDAD ARQUIDIOCESANA

Con las diversas comunidades traigamos aquí a este hogar de la diócesis que es la Catedral, la vida de las diversas comunidades esparcidas por toda la Arquidiócesis. Y en primer lugar les transmito la gratitud de las comunidades de Aguilares que han recibido la ayuda de tantas comunidades cristianas. De su carta de agradecimiento, leo estas frases: «El esfuerzo de ustedes ha contribuido a que nuestras familias tengan un vestido que ponerse y algo que comer para los momentos más duros. Además, hemos logrado pagar deudas contraídas por gastos en sacar a los familiares presos, en medicinas para curar las enfermedades adquiridas durante los días que vivimos a la intemperie. Esto nos viene a dar una muestra clara de cómo, día a día, el pueblo va comprendiendo y viviendo junto a los necesitados y mostrando en la práctica su amor, dando un apoyo en colaboración a un pueblo que sufre». Hermanos, esta frase vale más que todos los elogios y yo les felicito a todas las comunidades que sintieron con la pobre población mártir de Aguilares y les han ayudado a sobrellevar esta terrible prueba. Ojalá este gesto sea imitado siempre que haya pueblos que sufren. Y los hay siempre.

  —53→  

En San Antonio Los Ranchos, el Club de Jardinería católico invita a una exposición de artesanía del maíz en Chalatenango, del 18 al 24 de diciembre.

En la parroquia de La Palma, se celebran Horas Santas por la Arquidiócesis, por su obispo. Yo les felicito y al P. Vito le quiero decir que siga su apostolado de plegaria y de difusión de literatura bíblica y catequística. En aquella humilde comunidad, parece mentira, se hacen cosas que no se hacen donde hay más comodidades. Se difunde mucho la literatura de comentarios a la Biblia y de instrucción catequística en los hogares.

Tuvimos la dicha de visitar esta semana, las comunidades de Citalá y las Hnas. Oblatas al Divino Amor.

En Tonacatepeque, con la fiesta titular de San Nicolás.

En Domus Marie, a la convivencia de Religiosas dedicadas a la Pastoral Directa.

En el Colegio Belén, a la convivencia y estudio de Religiosas Carmelitanas.

Y felicitamos también aquí a las religiosas y sacerdotes, seminaristas que han estado desarrollando un curso de Teología promovido por la Universidad Centroamericana.

Hemos visitado también La Libertad con motivo de sus fiestas de la Inmaculada.

San Antonio Abad para impulsar un esfuerzo de unificación de sectores, allá un poco divididos.

En Ayutuxtepeque para animar la comunidad a la construcción de su casa parroquial.

Anoche en Santa Lucía para confirmar a un grupo de jóvenes. Quiero felicitar al P. Astor por tratar de llevar esta pastoral de la confirmación, tal como la quiere la Iglesia. Unos jóvenes preparados debidamente y después de un retiro espiritual, saber lo que van a recibir en la imposición de las manos del Obispo: la plenitud, la gracia del Espíritu Santo que les confirma en su fe para llevar una juventud digna.

Hoy en Santa Tecla continúan las reuniones en el Colegio de Fátima, para que los laicos vayan promoviendo, como ya lo están haciendo, las Comunidades Eclesiales de Base.

También este día a las diez, en San Antonio, Colonia América, habrá una fervorosa Primera Comunión.

En Suchitoto se celebra pasado mañana, la fiesta de Santa Lucía. Tendremos la dicha de estar con nuestro querido antecesor Monseñor Chávez y   —54→   González.

Así como en Tacachico se celebra el 14 la Inmaculada y San Pablo.

El sábado, en San José Villanueva una comunidad de religiosas Pasionistas va a ir a hacerse cargo del cuidado pastoral de aquel pueblo. Por la mañana, pues, tendremos allá la dicha de llevarlas.

En La Vega, el próximo domingo, la fiesta de la Virgen de los Remedios. En San Rafael Cedros, promoción de una Academia de Corte y Confección.

Y la iniciativa que lanzamos aquí acerca de la Navidad con más sentido de caridad cristiana, queremos agradecer la acogida que ha encontrado en varias personas. Y a la vendedora de tarjetas que nos envió su aviso de que los pobres se ganan la vida vendiendo tarjetas: le digo que tiene razón, pero que si promovemos que en vez de tarjetas se regalen vestiditos, zapatitos, otras cosas a los pobres, tendrá siempre su negocio. La cuestión es cambiar de mercancía, dándole a nuestra caridad también un sentido más útil. Ya me dio mucho gusto oír una protestante que me dijo que había atendido el llamamiento y que este año en vez de hacer regalos de Navidad, va a dar un par de zapatitos a un niño pobre descalzo.

FESTIVIDAD DE N. S. DE GUADALUPE

Y finalmente, hermanos, y esta sea como la portada de la homilía más bella: la Virgen de Guadalupe. Mañana en toda América Latina, esta Inmaculada morena que quiso hacerse nuestra, de nuestra raza, la Virgen Madre de Dios, recibe el cariño filial de tantos pueblos que oyen como dicha a ellos, la palabra que la Virgen en el Tepeyac dijo a Juan Diego. Y oigámoslo cada uno muy cerquita de nuestro corazón: «¿Qué no estoy yo aquí que soy tu Madre?» Vamos a sentirla cerquita hoy, a las 7.30 de la noche, de la iglesia de San José de la Montaña, de la parroquia de San José de la Montaña, la peregrinación hacia la Basílica de Guadalupe y allá a las 9 de la noche, al llegar la procesión, celebraré la Santa Misa que será transmitida por esta emisora.

Quiero felicitar a todos los que, aunque no se llamen Guadalupe, sin embargo son hijos muy queridos de esta Virgen morena latinoamericana.

PENSAMIENTOS DE LA HOMILÍA

Queridos hermanos, todo esto nos está diciendo, pues, que la Iglesia se robustece. Está trabajando en tantas partes, precisamente al servicio de la salvación. En las lecturas de hoy, yo encuentro estos tres pensamientos que son el resumen de mi mensaje:

  —55→  

1.º) Sólo Dios puede salvarnos.

2.º) Dios salva en la historia de cada pueblo.

3.º) La misión de la Iglesia es hacer que la historia de su pueblo sea historia de salvación.

1.º) SÓLO DIOS PUEDE SALVARNOS

Esto es lo que se deduce de las lecturas, en primer lugar, que sólo Dios puede salvar. Y el objeto de estas predicaciones, queridos hermanos, es repetir lo del Concilio Vaticano II ante aquellos que esperan que la solución de los problemas de la tierra va a venir del esfuerzo humano y que habrá un día un paraíso en esta tierra creado por los hombres. Eso la Iglesia lo ha dicho siempre. Es mentira, los hombres no podemos dar la salvación que la humanidad necesita. Con el Concilio Vaticano II decimos más bien: «Cree la Iglesia que Cristo muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado al mundo otro nombre en el cual los hombres puedan salvarse fuera del nombre de Jesús. Igualmente cree la Iglesia que la clave, el centro y el fin de toda historia humana, se halla en Jesucristo su Señor y Maestro. Bajo la luz de Cristo, la Iglesia sigue predicando al mundo que la salvación no puede venir de los hombres sino de Dios».

Y si buscáramos un resumen para las lecturas de hoy, las tres nos están diciendo lo mismo. En la primera lectura el profeta Isaías nos dice: «Dios vendrá y nos salvará». En la segunda lectura, el Apóstol Santiago dice:«Manteneos firmes porque está cerca la venida del Señor». Y en el Evangelio Juan Bautista, prisionero en el Maqueronte, junto al Mar Muerto, le manda a preguntar a Cristo: «¿Eres tú el que ha de venir?». ¿Eres tú el Dios que está esperando la humanidad sin el cual no puede haber salvación? Hermanos, es que la salvación que la Iglesia predica, no es una salvación a ras de tierra. Por eso molesta cuando se dice que la Iglesia se hace política y comunista y subversiva.

LA LIBERACIÓN QUE LA IGLESIA TRAE

La Iglesia mira con lástima a estos libertadores que no tienen la audacia de levantar sus esperanzas hasta donde la Iglesia las puede levantar. La Iglesia desarma todas las liberaciones que puede ofrecer cualquier movimiento que no tenga en cuenta la fe y la esperanza cristiana. La liberación que la Iglesia espera y proclama, es una liberación que parte de la verdadera libertad del corazón del hombre, del pecado. Por eso tiene que esperar de un Dios que puede perdonar el pecado, la raíz de la liberación. La liberación que la Iglesia espera es una liberación cósmica. La Iglesia siente que es toda una naturaleza la que está gimiendo bajo el peso del pecado.

  —56→  

¡Qué hermosos cafetales, qué bellos cañales, qué lindas algodoneras, qué fincas, qué tierras, las que Dios nos ha dado! ¡Qué naturaleza más bella! Pero cuando la vemos gemir bajo la opresión, bajo la iniquidad, bajo la injusticia, bajo el atropello, entonces, duele a la Iglesia y espera una liberación, que no sea sólo el bienestar material, sino que sea el poder de un Dios que librará de las manos pecadoras de los hombres una naturaleza que junto con los hombres redimidos, va a cantar la felicidad en el Dios liberador.

ISAÍAS Y JUAN BAUTISTA

Qué hermoso canto de libertad el que hemos escuchado hoy en la primera lectura. El profeta Isaías se torna poeta para cantar esta liberación. «El desierto y el yermo se regocijarán. Se alegrarán el páramo y la estepa. ¿Quién puede cambiar un desierto en jardín? Sólo Dios. Florecerá como flor de narciso. Se alegrará. Tendrá la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Jarón». Dos bellezas de aquellos paisajes palestinos que se alejaron del desierto pero que Dios es capaz de plantar otra vez y hacer florecer en belleza la naturaleza. Son imágenes, que trasladadas al ambiente humano, se convierten según el profeta. «Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes. Mirad, se despejarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán. Saltará como un siervo el cojo. La lengua del mundo cantará. Volverán los rescatados del Señor». Es la liberación completa, es la que Cristo mismo le manda a decir a Juan Bautista: «Los ciegos ven. Decid a Juan Bautista lo que estáis viendo. Los muertos resucitan, se predica el evangelio a los pobres». ¿Qué no son estas las señales de la venida del Mesías? ¿Por qué manda a preguntar el prisionero del Maqueronte? ¿Se ha vuelto pesimista? No, Juan Bautista quería confirmar en sus discípulos la fe en el Mesías. Y volvieron convencidos de que Cristo era el Dios que había venido ya a salvar al mundo pero con una liberación que ni Juan Bautista había concebido en toda su grandeza.

A mí me parece, según algunos intérpretes, que Juan Bautista encontró aquí una corrección a su predicación. Juan Bautista acentuaba mucho un carácter escatológico. Como un día del Señor que ya viene con ira a corregir a los pecadores. Era el profeta que sentía arder en sus entrañas la injusticia que veía a su alrededor, el atropello de tanta gente y sentía que Dios no puede tolerar estas situaciones injustas y así hacen decir: raza de víboras, ¿qué no os dais cuenta que ya está puesta el hacha al tronco para hacer caer el árbol?

Y Cristo viene con más mansedumbre y Cristo a este profeta impaciente le manda a decir: tened paciencia, como dice Santiago en su carta de hoy, la señal del Mesías es bondadosa. Él viene a salvar también lo que está perdido pero desde el ámbito de su conversión. Conviértanse. Como   —57→   tú lo has predicado, yo también lo predico, pero predico una conversión que haga sentirse al pobre, no triunfalista, sino en verdadera pobreza que todo se apoya en Dios y que sienta frente al rico, no un resentimiento ni un odio sino que sienta que tiene que convertir también al poderoso para que se haga pobre de espíritu y desde la pobreza que siempre tiene que existir en el mundo, porque desde allí lanza Dios su mensaje de conversión a todos los hombres. Poderosos y ricos tienen que deponer actitudes de orgullo, de autosuficiencia de poder y hacerse pobres de espíritu aun cuando tengan riquezas, no importa, pero que las sepan utilizar como mendigos de Dios y que sepan sentirse pobres frente a Nuestro Señor y hermanos de todos los pobres.

RESUMEN DEL PRIMER PENSAMIENTO

Ese es el mesianismo que Cristo anuncia y que la Iglesia sigue predicando. Por eso, hermanos, tiene que ser una salvación que sólo Dios puede dar. Los de los hombres sembrar rencores, los hombres pueden poner armas en las manos de los débiles. Los hombres pueden dar leyes tremendamente represivas. Los hombres pueden atropellar con armas y con poder, pero, como nos dijo el diplomático que les he leído hoy, eso no trae la verdadera salvación y no sólo desde una perspectiva diplomática, sino desde el Evangelio, les estoy diciendo ahora una salvación que la cristiandad, el mundo creyente en Cristo, espera, tiene que venir sólo de Dios.

Por eso, en estos días de Adviento, hermanos, mucha oración. Ven Señor Jesús o como le está clamando la Iglesia en su rezo, al Rey que ha de venir: ¡venid, adorémosle! Lloved, oh cielos, como la lluvia espera la tierra reseca y de la tierra germina el brote de las nuevas cosechas, así esperamos la venida del Redentor. Esto es, queridos hermanos, el primer pensamiento de estas lecturas de hoy. Sólo Dios puede salvarnos y en el corazón del hombre tiene que despertar una gran esperanza de que Dios nos va a salvar.

2.º) DIOS SALVA EN LA HISTORIA DE CADA PUEBLO

Pero, segundo, la salvación de Dios se hace en la historia. Dice el Concilio: «En todo tiempo y en todo pueblo es grato a Dios quien teme y practica la justicia. Sin embargo, fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres no aisladamente, sin conexión alguna unos con otros, sino constituyendo a un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente», y sigue describiendo.

Ese pueblo fue Israel y por eso la historia de Israel no se parece a las historias de los otros pueblos, tiene una garantía muy suya, no hemos de confundir esto.

La historia de Israel es una historia teocrática, Dios la va escribiendo   —58→   con sus profetas, con sus hombres, con sus hechos, los hechos, los acontecimientos históricos de Israel, tienen un sentido profético. Lo que hace Dios con Israel, quiere hacerlo con los demás pueblos. De la Biblia, de la historia sagrada, tienen que aprender los otros pueblos, es el paradigma de todas las historias. Por eso, esta primera lectura de hoy, los salvadoreños la leemos y anhelamos que así como Judá se restaura volviendo del destierro de Babilonia y convirtiendo las calzadas del desierto en jardines; y Judá vuelve a florecer en santidad y justicia, purificados los pecados sociales, así volverá a El Salvador una salvación que espera la purificación de los pecados de nuestra historia, que espera la moderación de tantos abusos, que espera la elevación, de promoción de tantos marginados.

Dios quiere salvar en la historia, los salvadoreños nos salvaremos en nuestra historia nacional. No tenemos nosotros que copiar de otras historias, tenemos que ser autóctonos, conocer nuestras verdaderas causas del mal. Y como salvadoreños, todos, sin excepción, tienen el derecho y el deber de participar en el bien común de la Patria. No es patrimonio de un solo partido, no es privilegio de unos cuantos ya que están en el poder o en las armas, es el derecho de todo salvadoreño que siente en su corazón el dolor de su patria y tiene que colaborar, encontrando cauces políticos para desarrollar su aportación personal cívica al bienestar de todo el país. Dios quiere salvar a El Salvador por sus salvadoreños, por sus políticos, por sus profesionales, por su gente del campo, por todo lo que se llama lo salvadoreño y todo aquello que ha venido a trabajar con lo salvadoreño.

3.º) LA MISIÓN DE LA IGLESIA ES HACER QUE LA HISTORIA DE SU PUEBLO SEA HISTORIA DE SALVACIÓN

Por eso, hermanos, y este es mi tercer pensamiento, la Iglesia sirve en cada país para hacer de su propia historia, una historia de salvación. La Iglesia no es extranjera en ningún país. Si es cierto que vienen agentes de pastoral, sacerdotes como el P. Malizori, italiano que muere en El Salvador, religiosas que dejan la ternura de sus hogares y de su patria, para venir a trabajar con nosotros, esto significa la universalidad de este mensaje que santifica todos los pueblos. «El extranjero» que trabaja aquí en El Salvador, es más salvadoreño que el salvadoreño que no respeta la idiosincrasia de los salvadoreños.

NUESTRA VOCACIÓN

La Patria se construye sobre estos designios de Dios y la verdadera vocación de mi patria es ser una patria de salvación. La verdadera vocación de los salvadoreños está en que lleguemos un día a constituir ese Reino de Dios, no sólo bautizados de nombre sino efectivamente cristianos, comprometidos a hacer de nuestros hogares, de nuestras haciendas, de nuestras fincas, de nuestros caminos, de nuestras leyes, toda una estructura de salvación, toda una estructura donde el salvadoreño se sienta verdaderamente   —59→   realizado como cristiano, capaz de adorar con libertad a su Dios y con toda libertad, proclamar la religión integral que Dios le manda proclamar. Reunirse en reuniones de reflexión de la palabra, sin temor a vigilancias o a malos informes. Amar a Dios reuniéndose en sus capillas sin que se sospeche de que anda haciendo otra cosa. Esta es la libertad que la Iglesia predica. Y por eso decía aquel obispo húngaro: cuando el himno de mi patria ya no se pudo cantar en las calles de la ciudad, se pudo cantar en las Iglesias de mi patria. En las Iglesias siempre se cantará «orgullosos de hijos suyos podernos llamar» a nuestra patria, porque sentimos que la Patria es esto, una historia donde Dios está realizando su gran trabajo de salvar a los que han tenido la dicha de nacer en este suelo. Que nadie sienta vergüenza de llamarse salvadoreño, que sintamos todos la satisfacción, el orgullo de vivir en una patria donde servimos al bien común sin temores, sin que se sospeche y desde nuestro servicio de bien común, estamos labrándonos la felicidad de la salvación eterna.

LA PATRIA DEL ADVIENTO

Esta es la Patria del Adviento, de la Navidad, la que Cristo nos manda ofrecer por medio de su Iglesia, a los que tienen en sus manos las riendas, los destinos, los poderes: económicos, sociales, políticos, para que construyan junto con un pueblo tan de buena voluntad, donde si es cierto que hay terrorismo y hay maldades, no será la culpa el no haberlo comprendido bien. Hermanos, esta es la tarea de la Iglesia en la historia de cada país. Hacer de cada historia de cada país, una historia de salvación.

Esos son los tres pensamientos, pues, que como mensaje de este tercer domingo de Adviento, nos vamos a llevar para vivir la esperanza. Nadie sea pesimista, hermanos. Como Santiago apóstol les repito: tened paciencia. Pero no una paciencia que es conformismo, no una paciencia que adormece. Tened paciencia dice el Apóstol y trabajad vuestra propia perfección, promoveos, haced el bien, esperando que esta historia de nuestra patria, en la medida en que la trabajemos, será verdaderamente, no la historia de Israel, que se copia aquí, sino la historia de Dios, que en Israel hizo maravillas, y que las quiere hacer aquí en El Salvador, con elementos propios de nuestros incomparables paisajes salvadoreños. Así sea.



  —60→  

ArribaAbajoVirgen de Guadalupe

12 de diciembre de 1977

Queridos Hermanos:

Está terminando en la Basílica de Nuestro Señora de Guadalupe la tradicional procesión que recorre todos los pueblos de América Latina, en pos de una Virgen que es muy nuestra. Apenas ingresado nuestro continente a la civilización, María acudió a la montaña del Tepeyac para presentarnos una presencia de la Iglesia, con fisonomía muy propia. No era una mujer europea, ni una india de nuestro continente recién descubierto, es la expresión del mestizaje, la raza nueva que en aquel momento surgía en la Historia. Y así la dulce morenita del Tepeyac, va a ser desde entonces también la que da la fisonomía propia a la Iglesia de este continente. A mí me interesa mucho queridos católicos, que tengamos de nuestra religión el concepto auténtico, ahora tan falseado, tan calumniado y que tengamos la Idea de un Dios que al traernos la cruz de su Cristo a nuestro continente, quiso personificar esta religión redentora en la figura bendita de María bajo esa fisonomía propia de América Latina. Y así surge una Iglesia, principalmente, me parece a mí, con estas tres características que marcan la fisonomía propia de nuestra idiosincrasia, de una Iglesia que redime al continente latinoamericano, con la potencia del Evangelio pero con característica propia. Son estas tres:

1.º El espíritu de pobreza.

2.º Su inserción en la historia de nuestros pueblos.

3.º El connubio inseparable entre la evangelización y la promoción.

Tratemos de explicar brevemente, en honor de la Virgen de Guadalupe,   —61→   para utilidad de nuestra fe. Estas tres notas que le dan la fisonomía propia al catolicismo latinoamericano.

1.º EL ESPÍRITU DE POBREZA

En primer lugar digo que se caracteriza María y la Iglesia en América, por la pobreza. María, dice el Concilio Vaticano II, se destaca entre los pobres que esperan de Dios la redención. María aparece en la Biblia, como la expresión de la pobreza, de la humildad, de la que necesita todo de Dios y cuando viene a América, su diálogo de íntimo sentido maternal hacia un hijo, lo tiene con un indito, con un marginado, con un pobrecito.

Así comienza el diálogo de María en América, en un gesto de pobreza. Pobreza que es hambre de Dios, pobreza que es alegría de desprendimiento. Pobreza es libertad, pobreza es necesitar al otro, al hermano, y apoyarse mutuamente para socorrerse mutuamente. Esto es María y esto es la Iglesia en el continente. Si traicionó alguna vez la Iglesia su espíritu de pobreza, no fue fiel al Evangelio que la quería destacada de los poderes de la tierra, no apoyada en el dinero que hace felices a los hombres; apoyada en el poder de Cristo, apoyada en el poder de Dios; esta es su grandeza. Por eso María le enseña a la Iglesia, principalmente en América Latina, entre los pueblos pobres, entre la gente descalza, entre la gente marginada, la necesidad de esa Virtud para salvarse. No es que están condenados los que tienen, sino que tienen que hacerse humildes, tienen que hacerse pobres, necesitados de Dios, si quieren encontrar el perdón y la gracia de la salvación. No hay otro camino y en América Latina la Virgen y la Iglesia marcan este grito de redención. Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos. Le damos gracias a María por haber marcado, desde el inicio de nuestra civilización cristiana en el continente, con esa marca bendita de la pobreza evangélica, a la cual nos esta invitando esta noche para ser felices con la felicidad del Evangelio.

2.º SU INSERCIÓN EN LA HISTORIA DE NUESTROS PUEBLOS

En segundo lugar, queridos hermanos, María es la imagen de una Iglesia que no quiere sentirse al margen de la historia sino que quiere estar en plenitud en la vida de los pueblos. Apenas descubierta América, María se insiere, María vive con nuestra historia. Aquí está la muestra. Nuestro pueblo siente que María es algo del alma de nuestro pueblo, y así lo sienten todos los pueblos latinoamericanos. Nadie se ha metido tan hondo en el corazón de nuestro pueblo, como María. María, pues, es la imagen también, un reclamo, de una Iglesia que quiere estar presente con la luz del evangelio, como Dios la quiere, en la civilización de los pueblos, en las transformaciones sociales, económicas, políticas; no se puede prescindir de un evangelio que nos amamantó, no podemos traicionar una Iglesia, un Dios, que nos ha dado los secretos de los verdaderos caminos por donde los hombres se hacen felices.

Una Iglesia al margen de la historia, no sería la Iglesia redentora de los hombres, una Iglesia que quiere estar presente, como María en el corazón   —62→   de cada hombre y en el corazón de cada pueblo, es la verdadera y auténtica Iglesia de Cristo. Por eso bendecimos a María de Guadalupe por habernos dejado este gesto sublime de vivir tan hondo en el corazón de nuestro pueblo. Y hagamos entonces, queridos católicos, porqué Uds. y yo somos la Iglesia, que la Iglesia, que llevamos por nuestra fe, sea luz del mundo, sal de la tierra, ejemplo en el hogar, fidelidad al deber bien cumplido; ser salvadoreños que tratan de hacer honor a su trabajo, a su honradez a su fe para que no suceda aquello que dice el Concilio: «El pecado más grave de nuestro tiempo es el divorcio entre la fe y la vida». Que esa fe de nuestra Iglesia, que llevamos desde nuestro bautismo, sea la sal y la luz en medio del mundo en que nos toca vivir.

3.º EL CONNUBIO INSEPARABLE ENTRE LA EVANGELIZACIÓN Y LA PROMOCIÓN

Y finalmente, hermanos, María es el modelo de una Iglesia que sabe conjugar la evangelización y la promoción. Una evangelización sin el amor al hombre para promoverlo sería una evangelización falsa, mutilada; una religión que no se preocupa de promover a nuestro pueblo, de enseñar a leer a nuestros analfabetos, de incorporar a la civilización tantas marginaciones de nuestra sociedad, no sería la verdadera Iglesia redentora. Evangelizar y promover, he ahí la gran tarea, como María, que no solamente cree y es feliz por su fe sino que al pie de la cruz, junto al Redentor, es la colaboradora más íntima de la gran promoción de la renovación cristiana de los hombres.

Esta es la verdadera promoción, la verdadera liberación que la Iglesia aprendió de María y de los grandes cristianos, a renovar al hombre porque no puede haber un continente nuevo sin hombres nuevos, sin corazones renovados por la redención cristiana, sin corazones y almas que sean como María santos que, al pie de la cruz, saben desparramar la sangre redentora de Cristo para salvar a las sociedades de nuestro continente.

Bendito sea Dios, hermanos, que la Virgen de Guadalupe es todo un signo de nuestra religión. Tratemos de imitarla, que nuestra presencia aquí no sea solamente una procesión folklórica sino que sea una reflexión profunda para vivir como Ella, insertos en la sociedad, pero llevando a ella la sal de nuestra fe, y promoviendo esos cambios profundos que nuestra sociedad exige para no vivir en un ambiente de pecado sino para convertirnos a la verdadera redención.

Vamos a ofrecer, unidos con María, la gran devota, la gran cristiana, la gran latinoamericana, la Virgen de Guadalupe presente en el Alma de cada uno de nosotros, para ofrecerle a Dios el sacrificio inmaculado del cuerpo y de la sangre de Cristo que redime a nuestros pueblos.

Creemos en un sólo Dios...



  —63→  

ArribaAbajoLa vida religiosa

San José Villanueva
17 de diciembre de 1977

Queridos fieles:

Es el momento de salvación el que está viviendo en este momento San José Villanueva. La palabra de Dios que va a ser leída en todos los templos del mundo, desde esta tarde y mañana 4.º domingo de Adviento, nos anuncia ese proyecto salvador de Dios que se realiza en Cristo, el cuál toma un nombre que es toda una esperanza; Emmanuel, Dios con nosotros. Y San Pablo ha comentado cómo ese proyecto de Dios está llegando hasta Uds. Les dice a los romanos muchos años después de Cristo: «y ahora podemos decir nosotros, hasta Uds., habitantes de San José Villanueva, en esta mañana, que está llegando ese proyecto salvador del Señor».

SER SIERVO DE CRISTO

A todos Uds. que han tenido la bondad de venir a recibir esta Comunidad de Hermanas Pasionistas que va a trabajar pastoralmente en este pueblo, les cabe la dicha de ser los que han recibido este anuncio de salvación para que también lo lleven a todo el pueblo. Lo mismo a todos aquellos que han venido de otras comunidades, los saludo y siento, pues, un momento misionero, un momento de Iglesia salvadoreña de los pueblos, tanto más, que ahora estas hermanas pueden decir como San Pablo ha dicho en su epístola: «siervo del pueblo de Dios para anunciarles la salvación, apóstol segregado desde la misma originalidad de su ser»; para eso le había escogido el Señor, como escoge las vocaciones a la vida religiosa   —64→   o a la vida sacerdotal o a la vida catequística, son verdaderas selecciones de Dios y San Pablo se siente así agradecido y comprometido para anunciar esa palabra de salvación. Eso es ser siervo de Cristo, anunciarles ese proyecto salvador de Dios que no le pueden comprender los hombres. Ya oyeron en el profeta Isaías como el rey Acab, bajo el pretexto de una religiosidad falsa, no quiso oír ese signo que Dios le mandaba. Oyeron también como el pobre San José se turba, se desconcierta. Cuando Dios realiza estos proyectos, los hombres sentimos el estremecimiento de nuestra pequeñez, de nuestra incomprensión; no se extrañen, entonces, que el mundo no pueda comprender este proyecto salvador de Dios y muchas veces se desaten las persecuciones contra su Iglesia y entonces más que nunca, cuando se obscurecen más que nunca, cuando se obscurecen más las tinieblas, es cuando hay que ser más luz, no hay que desanimarse.

PARA CREAR LUZ

En estas circunstancias viene esta misión de hermanas pasionistas, a San José Villanueva, a hacer luz en este rinconcito de la Patria y a predicar así, con su palabra sencilla, con su mensaje de Pasionistas, que Dios está salvando al mundo. Me dio mucho gusto oír en la oración de hoy que vamos a rezar mañana, cómo le pedimos los cristianos al Señor, que los que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de su hijo, lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección. Pasión y cruz es el carisma de estas hermanas religiosas, por eso se llaman Pasionistas, como los Padres Pasionistas que fundó un gran santo en la Iglesia con este carisma de que predicaran la cruz, de que no hay salvación fuera de la cruz, fuera de la misión dolorosa de Cristo que sigue siendo la misión dolorosa de la Iglesia.

LA VIDA RELIGIOSA, SEMILLA QUE EL SEÑOR HA PLANTADO

Hermanos, yo siento la impresión, para usar una comparación del Concilio que hoy estamos sembrando aquí una matita, sembrando una semilla. Porque dice el Concilio que la práctica de los consejos evangélicos vividos en la vida religiosa, son como una semilla que el Señor ha plantado en su Iglesia y que la Iglesia cuidándola con tanto cariño ha llegado a ramificar enormemente en muchas comunidades, muchos medios de vivir los consejos evangélicos. De tal manera que el árbol crece y crece y surgen congregaciones, surgen órdenes, diversas maneras de vivir los tres votos que vive una vida religiosa. Estas mujeres están consagradas a Dios con los tres votos de la vida religiosa: voto de pobreza, de castidad y de obediencia. Por esos tres votos ellas han renunciado a poseer, no son dueñas de nada. Como Cristo pueden decir: el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza; porque quieren imitar a Cristo en esa libertad alegre del desprendimiento, no sentirse apegadas ni sentirse timoratas por los que tienen, por los poderosos del dinero; no nos estorban, ni nos afligen, simplemente   —65→   queremos convertirlos, salvarlos, desde un voto, desde una situación de pobreza.

LA POBREZA EVANGÉLICA

Aquí las hermanas viviendo su pobreza auténticamente con la gente pobre del pueblo, pueblos pobres los nuestros, no para gritar que hay que tener resentimientos y hay que tener luchas y revoluciones, nada de eso. Vivir la pobreza con la sencillez con que Cristo, con que la Virgen, con que San José, los apóstoles y todo lo bueno de la Iglesia lo ha vivido: el desprendimiento. Y enseñar a todos que la vida no se instala aquí en este mundo sino que va caminando desprendida hacia los verdaderos bienes del cielo, que ya ellas los significan, los viven ya presentes aquí en la tierra. Esa es una de las misiones de la vida religiosa, en el voto de pobreza, indicar al mundo que las riquezas de la tierra tienen su valor pero son transitorias, que los verdaderos bienes ya ellas desprendiéndose por su voto de pobreza, los viven en su corazón.

¡Que mensaje más bello! ven, hay que vivirlos, pues, en esta hora en que la pobreza no debe tornarse un motivo de revoluciones, ni de desconfianzas, ni de desalientos, ni de resentimientos; sino, al contrario, aceptarlas con el amor con que Cristo abraza a su cruz para salvar al mundo.

VOTO DE CASTIDAD MATRIMONIO

Ellas hacen también un segundo voto, voto de castidad. Es decir, ellas no pueden casarse, renuncian al matrimonio, renuncian a tener una familia aquí en la tierra, a dar apellido en la tierra, pero qué contraste más bonito a cambio de esa renuncia, reciben ellas el nombre de todo el pueblo, las madres, las hermanas, la familia de todos, como de Carlos de Foucaud, el hermanito menor de la humanidad, esto son las religiosas, por su voto de castidad saben que el matrimonio es santo y que es necesario que haya hombres y mujeres que se casen bajo la bendición de Dios, para que siga poblándose el mundo y dando hijos para la Patria y para el cielo, pero ellas saben que el matrimonio puede convertirse también en una fuente de apegos, de amores, de cosas de la tierra y le invitan a los casados, a las familias de la tierra, que vivan con el gran corazón del amor del Padre Celestial y que en todas las familias se viva de veras esa filiación divina y ese mensaje, que ellas con su voto de castidad están anunciando aquello que decía Cristo: en el cielo ya no existe el matrimonio.

Y dando testimonio de ese cielo donde todos viviremos como ángeles de Dios, el celibato aquí en la tierra, renunciando a los placeres del matrimonio y de la carne, les dicen a los que se casan «es santo su matrimonio», ¡pero mucho cuidado!, no se vayan a perder por tener entre sus manos un valor que no lo saben manejar. El matrimonio para muchos casados se   —66→   convierte en una fuente de pecado; para muchos hombres y mujeres los atractivos de la carne son peligrosos, son pecaminosos, ensucian, enlodan. ¡Mucho cuidado jóvenes!, qué hermoso mensaje de las religiosas en un pueblo para decirle a la niñez inocente, a la juventud que lucha con las pasiones viles del mundo, este testimonio del celibato, este testimonio de la virginidad, de la castidad; no quiere decir, pues, que el matrimonio sea malo y por eso ya no se casan sino decirles: el matrimonio es bueno pero hay que mantenerlo bueno con los ideales angelicales de Dios.

OBEDIENCIA Y AUTORIDAD

Y en 3.er lugar, queridos hermanos, las religiosas son las mujeres que viven un voto de obediencia. En estos tiempos de tanta rebeldía, en estos tiempos en que también se abusa de la obediencia queriendo imponer leyes injustas, en este tiempo en que se falsifica tanto la rebeldía como la autoridad, es necesario tener conceptos claros. Ellas, las religiosas, con su voto de obediencia, han renunciado a su propia voluntad para hacer caso a una superiora. Nosotros nos hemos entendido con una superiora para ver si quería fundar aquí en San José Villanueva. Y el estilo de la obediencia no es: «¡vayan allá Uds.!» Sino que es un diálogo.

Hoy se va comprendiendo cada vez mejor, es un sentido de corresponsabilidad, la superiora llama a su congregación y dice: nos han pedido en la Arquidiócesis de San Salvador una fundación en San José Villanueva, ¿quiénes quieren ir, qué ventajas ven, o no aceptamos? Y dialogan profundamente y, después de un diálogo, las que se comprometen, en este caso ya las van a conocer, ya las oyeron en la lectura son la hermana Teresa Tario y hermana Rosa Lidia Castaneda, ellas van a decir alguna palabrita después, pero les estoy explicando que ellas han venido aquí no por una imposición. La autoridad en la Iglesia es muy bonita, la autoridad en la Iglesia es gustosa, es ir a desarrollar su personalidad, es vivir libremente allí donde la obediencia las quiere. Cuando ellas tengan dificultades hablan con su superiora y su superiora comprensiva ve lo que hay que hacer. Así tenemos, pues, varias comunidades en nuestra diócesis, aquí están presentes las de La Libertad también, hermanas que por amor a nuestra tierra, han dejado su tierra norteamericana y vivir aquí las incomodidades, intemperies de nuestras pobrezas, por el gusto con que Cristo también obediente a la voluntad del Padre, viene a salvar al mundo, que es el gran rebelde y no se salvará más que por la obediencia, testimonio precioso que necesitamos mucho en este tiempo, hermanos.

Libertad santa en la obediencia que le pone a la Iglesia, también, en condición de decir a los que abusan de la autoridad: antes tenemos que obedecer a Dios que a los hombres, porque la autoridad viene de Dios y hay que ejercerla según Dios. Si una autoridad se torna abusiva como que se endiosa, y lo que yo mando eso se hace. ¡Cuidado!, le dice la iglesia,   —67→   sólo lo que Dios mande es lo que tú puedes mandar; si tú te pasas esos límites ya no hay obligación de obedecerte porque ya eres simplemente un hombre que está pisoteando la Ley del Señor, la ley de los Derechos Humanos etc.

Así es, hermanos, la obediencia también es una santa rebeldía, pero una rebeldía que procede de la voluntad de Dios. Nadie es tan libre como el verdaderamente obediente. Por eso, estas hermanas, pues, que nos vienen a dar estos tres grandes testimonios, incorporadas a la vida de la Iglesia, la diócesis, tiene grandes misiones entre nosotros y aquí voy a dejar la palabra a Monseñor Urioste que es el encargado de la pastoral de la diócesis, para que les diga cómo esos carismas, esos dones, esos votos, esa semilla preciosa de la vida religiosa, se va sembrando en tantas parroquias y pueblos donde no hay párrocos, con qué finalidad. He ahí el proyecto que ahora les va explicar Monseñor Urioste.



  —68→  

ArribaAbajoDios viene a salvarnos

4.º Domingo de Adviento
18 de diciembre de 1977

Isaías 7, 10-14
Romanos 1, 1-7
Mateo 1, 18-24

Ya en las proximidades de la Navidad, las lecturas de la palabra de Dios nos hablan de esa cercanía que debe llenarnos de gran esperanza. Dios viene a salvarnos, podía ser el título de esta homilía de hoy. Dios viene y hemos de sentir sobre nuestros pesimismos, sobre nuestros desconciertos y a pesar de que el horizonte de la vida de la historia se siente como cerrado, Dios viene y abrirá caminos de luz, solamente nos pide corresponder con fe, con confianza en él. A la luz de esta cercanía, y viviendo profundamente esta esperanza, hemos de reflejar con esta alegría del corazón, que no es una alegría superficial, como muchos la tienen en Navidad, sino la alegría profunda de una fe, hemos de reflejarla, digo, sobre las realidades que nos circunscriben porque somos gente que lleva sus pies en la tierra y vive una historia y no puede prescindir de sus convicciones, de sus esperanzas íntimas, cuando siente también las repercusiones de la realidad que lo circunda. Cada uno lleva sus propias realidades, sus problemas personales; cada familia también tiene su historia y la familia de familias, que es la Patria, también está construyendo su historia y el Reino de Dios que lo formamos quienes queremos humildemente seguir a ese Cristo, a ese Redentor, tenemos que ser un pueblo luz, un pueblo fuerza, un pueblo, que como el mismo Cristo lo definió, sea levadura en la masa, luz del mundo, sal de la tierra, y este es el objeto de esta   —69→   predicación dominical. Yo le agradezco al Señor la buena voluntad de Uds. queridos radioyentes y queridos amigos que visitan la Catedral y la llenan, porque esa presencia y esa atención ya es un signo de profunda esperanza. Construyamos todos los que nos sentimos responsables, bautizados en Cristo, formando por tanto este pueblo redentor del mundo, construyamos, un Reino de Dios, que sea sólido, íntimo, santo, en el seno de una comunidad, para que desde allí irradie la belleza, la esperanza, la luz que nuestra patria espera.

EL PAPA Y NUESTRA PATRIA

Así me parece que sintoniza maravillosamente con este pensamiento de la Arquidiócesis, el mensaje mismo del Papa, que apenas esta semana dirigió al nuevo embajador de El Salvador ante la Santa Sede, don Prudencio Llach. El Papa, según la noticia que leemos en la prensa, elogió el empeño del pueblo salvadoreño por mejorar sus condiciones generales de vida, a partir de la visión global del hombre y de la humanidad, enseñada por la Iglesia. La visión que la Iglesia tiene sobre el hombre y sobre su colectividad, hay que tenerla en cuenta, dijo el Papa, para mejorar las condiciones generales de vida de nuestro pueblo. El Papa también manifestó al embajador de El Salvador: la Iglesia desea respetar en forma permanente la competencia del poder temporal, o sea del gobierno, y acepta un diálogo constructivo con las autoridades civiles. El Papa reivindicó para la Iglesia salvadoreña la imprescindible libertad para predicar la fe, enseñar su doctrina moral y social y ejercer su misión entre los hombres sin ninguna traba. Ese camino, dijo el Papa, puede prevenir males y superar un clima de violencia que desgraciadamente ha causado también lutos en el campo eclesial. El Papa no se olvidó de nuestras víctimas, sacerdotes y colaboradores de la evangelización de nuestra patria. También destacó el Papa la necesidad de construir una atmósfera social en la que se enmienden evidentes injusticias que impiden que los bienes creados, lleguen de manera equitativa a todos. Este breve resumen del mensaje del Papa, el cual va a ser publicado cuando llegue íntegro, me da una inmensa alegría, porque yo encuentro aquí los pensamientos del Papa perfectamente, poniéndole base a la actitud evangélica de nuestra Iglesia arquidiocesana. No hemos dicho otra cosa distinta que la que el Papa acaba de decir, hemos defendido la visión global del hombre que la Iglesia actual está predicando aquí en El Salvador y hemos dicho que no se confunda esa visión global con otras ideologías que no son la mentalidad de la Iglesia. También hemos proclamado el respeto al poder temporal. De parte de la Iglesia no ha habido una intromisión en el poder temporal y también hemos aceptado, como dice el Papa, un diálogo constructivo. Constructivo quiere decir que sea sobre bases de hechos de sinceridad. Estamos dispuestos, como el Papa lo augura, a un diálogo, pero en un ambiente de confianza en que van a ser no sólo promesas sino hechos y sinceridad.

  —70→  

EL PAPA Y LA LIBERTAD

Esto es hermoso, es lo que hemos defendido siempre, el Papa defiende la libertad de predicar la fe de la Iglesia, sin ninguna traba y que se la deje ejercer su ministerio entre los hombres. El ministerio de la Iglesia abarca también los Derechos Humanos, porque ella es defensora de la Ley del Señor en la Tierra y todo cuanto atropella la dignidad, la libertad, es parte de la misión de la Iglesia, por eso el Papa apoya, pues, el ejercicio de esta misión de la Iglesia entre los hombres, sin ninguna traba. Y lamenta el Papa que haya habido lutos en el campo eclesial y llama a prevenir estos males, superando un clima de violencia. También hemos gritado con el Papa contra la violencia, sea la violencia que se institucionaliza, que reprime, sea también la violencia que subvierte, del oprimido, cuando se mancha esa violencia con el pecado, con el odio, con el resentimiento. La Iglesia no puede tolerar una violencia manchada de pecado. Y también destacó el Papa y esta idea hay que tenerla muy clara, que se debe construir en El Salvador una atmósfera social en que se enmienden evidentes injusticias. El Papa señala, pues, una injusticia evidente en nuestro ambiente y pide una organización social en la Patria, de manera que los bienes creados lleguen equitativamente a todos. Hermanos, como ven, en esta Navidad yo siento como un gran regalo del magisterio de la Iglesia, esta comprobación de que la predicación de nuestra Arquidiócesis va en un sentido, verdaderamente según el evangelio, porque el Papa es para mí, siempre, la piedra de toque de la autenticidad de una doctrina revelada por Dios a los hombres.

LEYES JUSTAS PARA LOS POBRES

Por eso me alegra, hermanos, no todo es pesimismo. Así como hemos reprobado injusticias, leyes que no están de acuerdo con el pensamiento cristiano, me alegro de haber conocido un proyecto de ley titulado. Los considerandos hacen honor a un gobierno que se preocupa del bienestar de los sectores de menores recursos, particularmente en las áreas rurales, en las que es necesario cumplir servicios, prestaciones, para resolver los problemas de la salud, la educación, la vivienda y otros, y que naturalmente esos recursos tienen que salir de los mismos sectores agropecuarios, sin quitar por eso el entusiasmo para seguir progresando en la técnica de esos sistemas agropecuarios. Es decir, esta es la justicia cristiana y social. Ojalá cumpliendo el deseo del Papa tengamos también un día en El Salvador esas leyes que tengan en cuenta sobre todo esos sectores de menores recursos y así veremos cómo una patria, por el mismo hecho de descartar las injusticias sociales, superará los peligros del terrorismo, desaparecerán odios, diferencias, cuando las mismas leyes nos den una institución nacional conforme al pensamiento de Dios que lo ha creado para que todos nos sintamos hermanos.

Por eso también, hermanos, a la luz de este pensamiento, yo quiero hacerme solidario de 280 niñas, 280 varones y 60 adultos que frecuentan la escuela Concha viuda de Escalón, fundada hace 34 años y que está en   —71→   peligro de sufrir un desalojo injusto. Yo suplico, pues, a quienes tienen la competencia de resolver justamente este problema, así como espero también una justa solución con respecto a la dignidad humana, del problema laboral surgido en la fábrica Quality y en el desalojo de campesinos de la hacienda de San Francisco de Zacatecoluca.

ALEGRÍAS DE NAVIDAD CON SACERDOTES

Quiero alegrarme, también, hermanos, en esta Navidad, en esta semana, la Iglesia ha vivido momentos muy felices. Por ejemplo, el jueves: una reunión del clero muy valiosa, en que evaluamos las circunstancias en que hemos trabajado durante este año tan complicado. Creo que podría destacar tres notas de esa reunión de los sacerdotes: la sinceridad, la solidaridad con el Obispo y el optimismo. Una sinceridad en la que no se callaron las mismas deficiencias y hasta los pecados que pudimos haber cometido en circunstancias tan raras, en nuestra vida eclesial de este año. Una sinceridad que nos llevaba también a buscar medios auténticos de evangelio para construir como colaboradores de Cristo ese Reino de Dios en El Salvador. La solidaridad con el Obispo me ha conmovido profundamente, de tal manera que este domingo, cuando estoy hablando aquí yo con mi voz, siento que es todo un presbiterio, todo un conjunto de sacerdotes, religiosos y lacios comprometidos en el trabajo pastoral de la Arquidiócesis que me está respaldando, no es mi voz sola, una voz que clama en el desierto, sé que en cada parroquia, en cada comunidad, hay un sacerdote, una comunidad religiosa, un grupo de fieles que está plenamente solidario con el pensamiento de aquel que indignamente ha sido escogido para ser la cabeza de la diócesis y la expresión de la vida de la Iglesia de toda la región. Yo les agradecí profundamente, ellos se comprometieron a solidarizarse cada vez más, de tal manera dijeron, que me devolvían aquella frase «Quien toca a un sacerdote toca al Obispo», los sacerdotes podemos decir: «Quien toca al Obispo, toca a todos los sacerdotes». Les agradezco profundamente, queridos hermanos sacerdotes y sepan que jamás en mi conciencia traicionaré ese profundo voto de solidaridad y de confianza. También los felicito por el optimismo, la alegría, hasta para sufrir, si es necesario por el nombre del Señor. Un propósito así, pues, está lleno de grandes esperanzas para todo nuestro pueblo, al cual le suplico que se muestre solidario, también amigo comprensivo, del trabajo de nuestros queridos sacerdotes. En Suchitoto, junto con todos los sacerdotes del Departamento de Cuscatlán, después de celebrar a la Patrona «Santa Lucía», tuvimos una reunión que también es todo un sentido de promesa y de solidaridad. Quiero expresar aquí ya, en público, el agradecimiento de aquella parroquia y de toda la Arquidiócesis a nuestro querido Monseñor Chávez y González que se ha retirado con la satisfacción de decir: ¡misión cumplida! Dios lo bendiga, Monseñor; ojalá que el Señor siga bendiciendo sus años, que el Señor le conceda como bello ejemplo de fidelidad sacerdotal al trabajo, a la jerarquía, al pueblo de Dios.

  —72→  

CELEBRACIONES EN LA ARQUIDIÓCESIS

Celebramos la fiesta en Tacachico en honor de San Pablo, patrono, y de la Inmaculada Concepción; una comunidad bella, entusiasta, alegre, acogedora. Quiero felicitar al padre párroco, el joven Jorge Salinas, por lo bien equilibrado que va llevando el ministerio en aquella parroquia.

Ayer sábado, llevamos a San José Villanueva una comunidad de hermanas pasionistas; me alegró mucho el espíritu de entrega con que ellas van y la acogida generosa que el pueblo les ha brindado.

Ayer también, por la tarde, estrechamos calurosamente al padre Agustín Grisseri, que celebraba en El Calvario, 50 años de vida sacerdotal. ¡Dios lo bendiga!

Y tres avisos para finalizar esta parte, hermanos.

TRES ANUNCIOS

El primero es que mañana a las 9 de la mañana, se va a celebrar en Quezaltepeque en el colegio San José de las hermanas dominicas, la fiesta del Patrón San José. Varias comunidades harán acto de presencia en este acto parroquial, que se celebrará, pues, en el amplio local del colegio de las hermanas, colegio San José en Quezaltepeque.

También el segundo aviso, es que en la noche de Navidad, aquí en Catedral, vamos a celebrar la misa a las 7 de la noche, movido por las circunstancias, queremos anticipar esta hora, de modo que les invito para que a las 7 de la noche, el 24, nos reunamos aquí en Catedral. Esperamos que la misa será transmitida por esta emisora. Al terminar la misa, las madres, esposas y familiares de los desaparecidos, van a tener una reunión de familia, una cena pascual de familia, y hacen un llamamiento a todos los hogares que sufren estas ausencias, aquí en la cripta de Catedral, con fin meramente humano y religioso, pidiéndole a las familias que celebran su cena de Navidad sin la angustia de un desaparecido, que pidan mucho al Señor, que regresen al hogar esos seres queridos y que otro año encuentre los hogares más felices en esta Navidad. Por esto mismo, hermanos, qué gusto le daría a la Iglesia si como un gesto de esa benevolencia que el Embajador de El Salvador fue a expresar al Papa, nuestro Gobierno decretara con motivo de la Navidad, una amplia amnistía y trajera la alegría, el consuelo a tantos hogares.

Y finalmente, el aviso de que la jornada de la Paz iniciada por Pablo VI tendrá un eco muy grande aquí en El Salvador, en la Catedral. Los días 4, 5 y 6 de enero, habrá conferencias por personajes de destacada actualidad, como Monseñor McGrath, arzobispo de Panamá, que ya confirmó su   —73→   presencia, y otros oradores. A todos les invito para que recemos esos días como una oración de solidaridad con el deseo del Papa de que haya verdadera paz en el mundo.

Y en este ambiente llega, hermanos, la Navidad, Dios viene a salvarnos, nos grita la palabra de Dios en este domingo. Yo quiero exponer estas tres ideas, para reflexionarlas profundamente durante esta semana:

1.ª) Hay un plan de Dios para salvar al mundo.

2.ª) La Iglesia es la encargada de prolongar ese plan de Dios en la historia.

3.ª) La reacción de los hombres, lo que Dios espera para salvar al mundo.

1.ª) HAY UN PLAN DE DIOS PARA SALVAR AL MUNDO

Si la primera idea es que existe un plan de Dios para salvar al mundo, nos lo ha descrito hoy con palabra inigualable el apóstol San Pablo. Este evangelio que yo predico, dice Pablo, prometido ya por sus profetas en las escrituras santas, se refiere a su hijo, nacido según lo humano, de la estirpe de David y constituido según el Espíritu Santo, hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte, Nuestro Señor. Por él hemos recibido el don y esta misión de que todos los gentiles, todo el mundo, responda a esta fe. ¿Qué quiere decir eso? Que Dios no está improvisando, que Dios, cuando previó la caída del hombre, la ruptura del diálogo que se había entablado en los orígenes de la historia, previó también una redención. Una redención en la cual él, su hijo, personalmente vendría a esta tierra. Y aquí la palabra de Dios nos describe en el evangelio de San Mateo que ese proyecto eterno de Dios, no fue una utopía, sino que un día lo anuncia como un signo, por medio de un profeta, Isaías, que se encuentra frente a un rey. Acaz, afligido porque dos reyes vecinos, el de Israel, o sea la parte Norte de Palestina, y el de Siria, Damasco, habían confabulado ir a quitarle el trono y él buscaba el apoyo en el rey de Asiria, poderoso, para que viniera a defenderlo. Isaías le dice al rey que no confíe en los hombres, que confíe en la Promesa de Dios, que ha prometido que un vástago de David -Acaz, es descendiente de David y va ha tener un hijo ya próximo el rey que va ser su sucesor, Ezequías-, pero la promesa no mira solamente a aquella mujer fecunda, esposa de Acaz, sino que proyectándose en la promesa de Dios a David, le dice será una mujer extraordinaria, es un signo de la potencia de Dios que siendo Virgen y quedando Virgen será madre de un hombre que tendrá por nombre Emmanuel, Dios con nosotros.

MARÍA Y LA NAVIDAD

Qué bella figura en la aurora de los tiempos de María, Nuestra Señora. María no puede estar ausente de nuestras esperanzas navideñas. Una Navidad sin la Virgen, es una Navidad sin ternura, una promesa de salvación sin una mujer bella, Virgen, encantadora, Santa, no sería una redención   —74→   humana como Dios quiere dar sus gracias a los hombres por medio de la ternura de una madre. En estos días de Navidad, que crezca hermanos en el corazón nuestro amor a la Virgen María la madre de Emmanuel, Dios con nosotros. El rey Acaz no quiere una señal, confía más en el rey de Asiria. Isaías lo reprende: casa de Judá, no te aburres de cansar a los hombres sino que estás provocando al mismo Dios. Y cuando llegó la plenitud de los tiempos, el evangelio de San Mateo que se ha leído hoy, cuenta cómo se cumplió al pie de la letra la promesa de siete siglos atrás: Isaías. Una Virgen de Nazaret recibe el saludo del ángel y la promesa «vas a dar a luz un hijo que será el perdonador de los pecados del pueblo».

CRISTO PERTENECE A NUESTRA HISTORIA

Cuando José, según el relato de hoy, desconcertado ante el embarazo de su mujer, que por obra de un milagro del espíritu de Dios va a tener un producto virginal, oye la promesa también que le dice: ponle por nombre Jesús, que quiere decir salvador de los pecados del pueblo. Este es el Dios que nos salva: Emmanuel. San Pablo en su lectura de hoy, inicia una teología que a lo largo de los siglos será el tema sabroso de todos los teólogos, aún hoy se está estudiando como un tema de moda: la cristología, el tratado de Cristo. San Pablo pone las bases, las bases de una teología auténtica, de una cristología, un tratado de Cristo porque dice: por una parte, descendiente de David según la carne, este Cristo es hombre, perteneciente a una dinastía de reyes. Dios lo ha prometido, y como hombre pertenece a nuestra historia, sufre como los hombres, lleva en su corazón de hombre la angustia de todo el mundo, es humano. Qué bello pensar, hermanos, que el Emmanuel, Dios con nosotros, es un hombre, es humano, me comprende, me acompaña, me consuela, me ilumina, pero por otra parte dice San Pablo: según el espíritu de Dios, ungido por el Espíritu Santo, en las entrañas en la mujer bendita que lo iba a tener, es hijo de Dios.

EL PROYECTO DE SALVACIÓN

Un día nace Cristo en Belén, ungido por el Espíritu Santo. No ha sido el producto de un consorcio carnal de hombre y de mujer, ha sido el engendro milagroso virginal y nace virginalmente, el que va a traer una carne inmaculada para inmolarla en la cruz para la salvación de todos los hombres. Y un día, tres días después de morir, resucita. Y aquella carne de la Virgen hecha carne de Jesús, va también como hijo de Dios, a sentarse a la diestra de Dios Padre. Y allá vive, vive eternamente, el hijo de David según la carne, hecho por el espíritu, Hijo Dios. Y desde el cielo envió su espíritu divino y aquí está el proyecto de salvación de todos los hombres. Ese espíritu divino conquistado por el hijo de David, que se hace por la resurrección hijo de Dios, es un espíritu que puede invadir a todo hombre que quiera dejarse arrollar por esa fuerza de redención. San Pablo, no lo olviden, está escribiendo a los romanos. Los del imperio romano eran paganos,   —75→   no eran judíos, y Pablo les dice: «Yo que he sido escogido para predicar esta redención a los gentiles, a los no judíos, me alegro de ir a vosotros romanos, voy a llevaros la redención que Cristo trajo también para vosotros». También vosotros sois pueblo de Dios y esto es lo que yo quiero decirles ahora a Uds., queridos hermanos, queridos radioyentes, que a Uds. les puedo decir también lo que San Pablo decía a los romanos de su tiempo: «A todos Uds., a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de su pueblo santo, os deseo la gracia y la paz de Dios nuestro padre y del Señor Jesucristo». Quiere decir que esa redención proyectada por Dios, está llegando a todos los hombres, no queda excepción alguna.

TODOS LLAMADOS AL PERDÓN

Todo aquel que se sienta pecador, que sienta que sus pecados son imperdonables, quién sabe si me está escuchando aquel que tiene la mano sangrienta por haber matado al padre Grande, aquel que disparó contra el padre Navarro, aquel que ha matado, que ha torturado y ha hecho tantas maldades, óigalo allá en sus antros de criminal, tal vez ya arrepentido, tú también estás llamado al perdón. Cuando he gritado contra la violencia siempre he añadido el arrepentimiento de tu pecado para que te hagas hijo de Dios. Pablo predica a los romanos, un pueblo pagano donde abundaban los crímenes, las injusticias, y les dice: también a Uds. Los está llamando esta redención, en Cristo, pero en Cristo. En Cristo traído por la Virgen. Hermanos, y esta redención que es del pecado, porque así le dice el Ángel a San José: «llámale Jesús porque él va a perdonar los pecados del mundo». De allí parte la liberación cristiana.

MINISTERIO DE LA IGLESIA: LA LIBERACIÓN

Cuando ahora luchamos por los derechos humanos, la libertad, la dignidad, cuando sentimos que es un ministerio de la Iglesia preocuparse por los que tienen hambre, por los que no tienen escuela, por los que sufren marginación, no nos estamos apartando de esta promesa de Dios, viene a librarnos del pecado y la Iglesia sabe que las conclusiones del pecado son todas esas injusticias y atropellos. Por eso la iglesia sabe que está salvando al mundo cuando se mete a hablar también de estas cosas. Y el Papa, recogiendo el eco de los obispos en 1974, en el Sínodo, oímos, dice el Papa: el clamor de millones de hombres, traídos por los obispos a Roma, pidiendo a la Iglesia una ayuda en su liberación, la Iglesia no puede ser sorda, y la Iglesia se preocupa de promover la liberación del pecado y todas las consecuencias del pecado, y dijo esta hermosa frase entonces el Papa, que está escrita en la Evangelii Nuntiandi: «La Iglesia acepta la lucha de los hombres por la liberación, pero la incorpora al proyecto de salvación universal». ¿Qué quiere decir? La Iglesia sigue construyendo el plan salvador de Dios, no se ha apartado y cuando ve en los hombres, en los pueblos de América, el ansia de liberación, incorpora esa ansia, esa lucha a la   —76→   liberación cristiana, en Cristo, y les dice a todos los que trabajan por la liberación: que una liberación sin fe, sin Cristo, sin esperanza, una liberación de violencia, de revoluciones, no es eficaz, no es auténtica. Que solamente tiene que partir de la redención en Cristo, de la redención del pecado. Que de nada servirían leyes y estructuras mientras los hombres no se renovaran por dentro arrepintiéndose de sus pecados y tratando de vivir más justamente.

2.ª) LA IGLESIA ES LA ENCARGADA DE PROLONGAR ESE PLAN DE DIOS EN LA HISTORIA

Este es el proyecto de Dios, por eso les digo mi segunda idea, que este proyecto de Dios lo transmite por su Iglesia. La Iglesia hoy, en 1977 y dentro de pocos días en 1978, no está haciendo otra cosa que lo que ha dicho San Pablo: predicar el evangelio de Dios, el proyecto de salvar el mundo en Cristo Jesús. Por eso le duele a la Iglesia cuando se sospecha de su misión, lástima su dignidad cuando se quieren constituir jueces de su modo de predicar. La Iglesia ha recibido de Dios el encargo y el Papa lo acaba de decir al embajador de El Salvador en Roma, que no se le pongan estorbos a esa evangelización, a esa predicación, a ese proyecto salvador de Dios que la Iglesia tiene que desarrollar también en El Salvador sin ninguna traba. Esta será la libertad que siempre clamará la Iglesia y que no se dejará encadenar aun cuando tenga que callar. Hermanos, la Iglesia no sólo somos los obispos y los sacerdotes, la Iglesia son Uds. Los bautizados, la familia cristiana, los profesionales, los estudiantes, los obreros, los campesinos; al decir aquí pues que la Iglesia está prolongando este plan salvador de Cristo, quiero hacer un llamamiento, hermanos, a que todos Uds. bautizados, vibren, palpiten con el entusiasmo del plan de Dios, un plan que nadie puede detener, un plan que tiene que realizarse porque Dios lo quiere, de salvar a los hombres en Cristo, dar a conocer a Cristo por medio de María la Virgen que dio a Dios, al Emmanuel, Dios con nosotros. Es el gran deber, sacrificada obligación de todos los cristianos.

3.ª) LA REACCIÓN DE LOS HOMBRES. LO QUE DIOS ESPERA PARA SALVAR AL MUNDO

Y por último, hermanos, fijémonos en esta reacción de los hombres frente al plan de Dios que sigue siendo el proyecto de la Iglesia. Encontramos aquí personajes interesantes; en primer lugar encontramos un rey, que bajo el pretexto de una falsa religiosidad dice: yo no quiero tentar a Dios, no le quiero pedir ese signo que tú me ofreces. Y el profeta lo reprende. No es por no tentar a Dios, es porque quiere seguir sus proyectos humanos, porque quieres confiar más en la potencia de las armas, quieres más al rey de Asiria que los proyectos de Dios. Y fue triste este rechazo de la promesa de Dios porque a los pocos años, aquel que llamó Ajaz para venir a socorrerlo, vino a invadirlo y a llevar presos en el famoso destierro de Judá.   —77→   Es una manera de rechazar a Dios, es una manera de reaccionar ante los proyectos de Dios, triste manera, el rechazo. Cuántos están rechazando en esta hora la predicación de la Iglesia en El Salvador, desprestigiándola, calumniándola. Como a los fariseos, les puede decir Jesucristo: «hipócritas que no entran Uds. en el Reino de Dios ni dejan que otros entren», Hermanos, yo apelo a la madurez de juicio de todos Uds. Para que no se dejen seducir, para que no se dejen envolver por la falsa religiosidad del Rey Ajaz, para que no rechacen la palabra sencilla del evangelio, la palabra que pide sacrificios, que pide renuncias, que pide igualdad, que pide amor.

EL PROYECTO DE DIOS Y LOS CÁLCULOS HUMANOS

Naturalmente que duele esta palabra y es más fácil rechazarla, pero es el caso, hermanos, que las reacciones contra el proyecto de Dios, también parten de los buenos. Aquí tenemos un caso también que es muy bueno meditarlo. San José está desconcertado, ¿cómo es posible que su esposa tan buena vaya a ser madre sin concurso de varón? Una tentación, mala fe de un esposo justo y santo, acerca de una esposa igualmente santa. Y la Virgen también se desconcierta, cuando le dice al ángel: «¿cómo puedo ser madre si no tengo relaciones con un varón?» Y hermanos, los proyectos de Dios están muy por encima de los cálculos humanos y el ángel le tiene que contestar a María: «también tu prima Isabel, anciana y estéril, va a ser madre porque para Dios no hay imposible». Esta es la fe cuando la Virgen dice: «entonces, he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra», o como dice el evangelio de hoy de San José: cuando despertó de su sueño, acepta la palabra del ángel y toma, ya sin dudas ni desconfianza, a su propia esposa, María.

LA HORA DE LA PRUEBA

San Pablo también es otro ejemplo, un hombre perseguidor que creía que el cristianismo estorbaba a su religión judía y allí lo derriba Cristo resucitado de su cabalgadura de perseguidor, para hacerlo apóstol de los gentiles. Miren cómo, hermanos, aun en nuestra fe puede haber pruebas difíciles. ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo Dios permite esto? Esto no puede ser de Dios. ¿No es verdad que en el corazón de todos nosotros ha surgido esta tentación más de una vez? Es la hora de la prueba, es la hora en que el proyecto de Dios quiere imponerse, no porque los hombres lo crean posible, sino porque nos ama y para el amor de Dios no hay imposibles. ¿Quién iba a creer que un Dios se iba a hacer hombre y quedar desprestigiado, muerto en una cruz? Pues fue tan posible, que sin él no hay salvación. Creamos, hermanos, esta es la reacción de Navidad, cuando Isabel le dice a María, felicitándola porque va a ser madre: «bienaventurada tú, que creíste». Nos está invitando a profesar esa virtud necesaria hoy más que nunca. Mucha fe, la fe consiste en aceptar a Dios sin pedirle cuentas a nuestra medida. La fe consiste en reaccionar frente a Dios como María: no lo entiendo   —78→   Señor, pero hágase en mí según tu palabra. Yo sé, Señor, que esta Navidad es un acercarse tuyo a nuestro pueblo salvadoreño, yo sé que nuestro gobierno, que nuestros colaboradores, que nuestra Iglesia, que están todos preocupados de un feliz porvenir, yo sé que nadie quiere sangre, violencia y desgracia. Señor, enséñanos los caminos aunque no los comprendamos, danos la señal de que tú estás con nosotros porque el Emmanuel, Dios con nosotros, no es una promesa de algo que pasó, es un Dios que se quedó, vive en medio de nuestro pueblo y esta es la gran confianza de esta Navidad de 1977, Dios está con nosotros; Dios viene personalmente a salvarnos, no sabemos cómo pero viene. Mucha esperanza. Hermanos, por favor, mucha oración, una Navidad de plegarias, una Navidad de súplicas: Señor, sufrimos mucho; Señor, este pueblo está desconcertado; Señor, danos paz; Señor, tú que salvas, cuenta con nuestra buena voluntad. Queremos ser como Pablo, como José, como María, no queremos dudar de ti como Ajaz, queremos ser hombres y mujeres creyentes, entregados a ti, colaboradores de tu reino, colaboradores de tu reino. Hermanos, que cada uno en su profesión, en su trabajo sea un colaborador de Dios. Siempre paz, siempre optimismo, siempre esperanza; vendrá el Señor a salvarnos.

Así SEA.

Creemos en un solo Dios...



Anterior Indice Siguiente