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ArribaAbajoSanta María, madre de Dios

1.º de enero de 1978

Números: 6, 22-27
Gálatas: 4, 4-7
Lucas: 2,16-21

SALUDO DE DIOS Y PRESENCIA DE MARÍA

Amados hermanos, amados radioyentes:

Con el saludo bíblico que Dios mandaba cuando se dirigía a su pueblo, ya que los cristianos hoy somos el Israel espiritual de Dios, somos el pueblo de Dios, y para nosotros es este precioso augurio de Año Nuevo: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz», no podía hacerse un Saludo más oportuno y espléndido para el año nuevo que estas palabras que la Biblia pone a nuestra consideración esta mañana, y al mismo tiempo unir a esta buena voluntad de Dios la presencia de María, la Virgen Madre.

Hay una fiesta oficial de la Iglesia en honor de María y es hoy, 1.º de enero. Ocho días después de dar a luz al Redentor del mundo la Iglesia quiere llamar la atención de todos sus hijos para celebrar la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Así se inicia el año bajo la bendición directa de Dios y bajo este título que es toda una inspiración de confianza en el poder de la Virgen, por ser de Dios.

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Se hace, entonces, nuestro momento en que compartimos aquí en la Catedral y a través de la radio en todas las comunidades, el pensamiento de la Arquidiócesis. Se hace un pensamiento de hogar y sentimos que la Iglesia es nuestra casa y que allí hay una madre mucho más cariñosa, más fina que nuestras mismas madres terrenales que nos quieren tan bien, que no quisieran nada malo para nosotros. Pues María asume toda esa ternura de hogar, y la Iglesia, la Arquidiócesis, las comunidades, deben sentirla siempre presente.

HECHOS DE LA SEMANA

Ahora yo la siento como que fuera nuestra Madre a la que rodeamos todos nosotros, sus hijos, para comentar un poco estos días de Navidad y Año Nuevo como lo están haciendo en sus hogares muchas familias en torno de sus padres. Y le diré a mi madre, la Virgen María, que bendiga siempre este esfuerzo desde la Catedral a quien trata de ser el servidor de la Diócesis, para dar voz a los que no tienen voz. Que este es un servicio que, sin duda, gusta a la Madre: de ver unos hijos que sufren y que no pueden, muchas veces, manifestar sus sufrimientos, por ejemplo:

ATROPELLOS QUE SUFRE EL PUEBLO Y LA IGLESIA

La carta que recibí de Las Tres Ceibas, donde desmienten las publicaciones que oficialmente se han hecho acerca de los desórdenes que allá surgieron el 24 de diciembre en la noche y el 26 por la tarde. «No fueron los cristianos los que provocaron la balacera, sino elementos ebrios -dice la carta- de ORDEN». Sería bueno que se investigaran estas cosas; y antes de echar la culpa a otros de cosas tan graves, se dedujeran las verdaderas responsabilidades.

También se quejan en Aguilares de que la casa donde viven las religiosas, el convento parroquial, se vio de repente invadido por personas de autoridad que saltaron del solar vecino, por el tapial, al convento.

Siguen llegando muchas quejas de capturas de reos sin ser sometidos a tribunales, de desaparecidos; injusticias también que se lamentan en fábricas, en fincas, acerca de aguinaldos, de medidas, de sueldos, de prestaciones.

Hermanos, yo no quiero ser más que una voz que en nombre de Dios, que nos quiere a todos hermanos, pide ese sentido de equidad, de justicia, nada más, de ley bien cumplida.

También la Iglesia en esta reunión de familia lamenta el misterio de aquella bomba que destruyó la conocida bodega y el misterio que envuelve los secuestros: del Sr. Safié y de la Sra. de Ciurato.

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Ojalá que el nuevo año nos libre de veras, nos de un aspecto de más tranquilidad y paz de todo lo que se ha venido lamentando en este año que ha terminado.

LA JORNADA DE LA PAZ

En esta reunión con Nuestra Madre, la Virgen, también nos alegramos de celebrar hoy, por voluntad del Santo Padre, la jornada de la Paz. Pero como el día 1.º no es el más oportuno para esta reflexión que quiere llamar la atención de todos los hombres de buena voluntad, la Comisión de Justicia y Paz ha organizado para los días 4, 5 y 6 de enero, tres reuniones de reflexión. En ellas van a participar el Sr. arzobispo de Panamá, Monseñor McGrath; y de los salvadoreños, el Dr. Martínez Moreno a las 7 de la noche. Será aquí en Catedral esta reflexión los días 4, 5 y 6.

El día 4 a las 4 de la tarde ya estará Monseñor McGrath, y quiere ofrecer a los sacerdotes y a los que tengan preocupaciones pastorales: religiosas y laicos, una información sobre la preparación de la 3.º reunión general del Episcopado Latinoamericano, que va a tener lugar en Puebla de los Ángeles, el mes de octubre de este año que comienza hoy. Es bueno que todos los sacerdotes -ya han sido citados y por este medio les hago llegar nuevamente la invitación para el 4 de enero a las 4 de la tarde en el Seminario- nos reunamos. Lo mismo invito a las personas, religiosas o seglares, que tengan interés en conocer esta actividad del Episcopado de todo el Continente, en el cual se destaca Monseñor McGrath como representante de esta zona centroamericana.

Quiero comunicarles también un saludo muy fraternal recibido ayer del señor arzobispo de Tegucigalpa, al cual habíamos invitado para la Jornada de Paz, pero no podrá venir por razones ajenas a su voluntad; pero dice que cordialmente está con nosotros y orará mucho por la paz entre estos dos países.

NOMBRAMIENTO DEL OBISPO AUXILIAR

En este ambiente de la línea del Papa, en que reclama la construcción de un orden más justo en El Salvador, que se enmienden evidentes injusticias y que se dé plena libertad sin trabas a la misión y a la predicación de la Iglesia, y otras recomendaciones del Santo Padre, digo que en ese contexto quiero presentarles también la noticia que todos ya saben. Salió en la prensa de esta semana el nombramiento de Monseñor Revelo como Auxiliar de San Salvador. Ya he expresado mi parecer acerca de la persona de Monseñor Revelo. Se trata de un verdadero amigo, aunque muchos quisieran distorsionar su manera de pensar. Yo creo que cuando el Papa, que ha dado esas líneas del proceder de la evangelización en El Salvador y al mismo tiempo nombra un obispo, es decir, expresión de su confianza para   —120→   la predicación en ese país, es porque el obispo designado es un eco de esta auténtica doctrina de la Iglesia actual. Por eso yo les suplico a todos acoger con benevolencia al nuevo Obispo Auxiliar que el Santo Padre ha designado para ayuda de la Arquidiócesis de San Salvador, y tener en cuenta, pues, cuáles son los pensamientos del Papa a los cuales todo maestro en la Iglesia, todo obispo, tiene que atenerse para ser digno ministro de la Iglesia en aquel pueblo de Dios al cual es enviado.

En este mismo sentido les dije, cuando nombraron a Monseñor Rivera obispo de Santiago de María, es una expresión de la confianza del Papa en aquella persona designada y por tanto nos da la garantía que la predicación de estos obispos es verdaderamente acorde con la doctrina actual de la Iglesia, y que todos tenemos que ponernos al día en el pensamiento de una Iglesia que quiere ser cada vez más encarnada en las realidades del pueblo.

DISTORSIÓN DEL MENSAJE DE PABLO VI

En el número de esta semana de Orientación les voy a encarecer que lean detenidamente el discurso del Papa al Embajador de El Salvador ante la Santa Sede, porque las noticias parciales que salieron en los periódicos no dan la idea exacta de lo que el Papa desea de este país. Y allí nos daremos cuenta cómo lo que la Iglesia está predicando aquí, localmente en El Salvador, es la línea que el Papa señala también en el discurso dirigido a través del Embajador, a nuestro Gobierno y a nuestro pueblo salvadoreño.

VISITAS PASTORALES Y COMUNIDADES DE BASE

He visitado esta semana las comunidades de San Juan Opico, de Antiguo Cuscatlán y de la parroquia La Merced en su iglesia de San Esteban. Yo quiero agradecerles la acogida cariñosa que allí me dispensaron y felicitarlos, a sus párrocos y a sus comunidades, por las actividades eclesiales que están llevando tan magníficamente.

También felicito a las diversas comunidades cristianas que en estos días de Navidad han reflexionado mucho en el Evangelio. Es una de las características más hermosas de Nuestra Iglesia: que se está haciendo más bíblica, más reflexiva; en esas Comunidades de Base que se llaman, porque son los pequeños grupos de fieles dirigidos naturalmente por sus párrocos o por las religiosas que cuidan esos pueblos. Estamos viendo crecer en reflexión y en fe a muchos hombres y mujeres que van comprendiendo cada día más lo que es ser miembro de una Iglesia que prolonga a Cristo en la historia.

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OCTAVARIO DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

También las Comunidades no católicas, los protestantes, han asumido los que pertenecen a la Comisión Ecuménica, una entusiasta preparación de los 8 días de oración que desde hace muchos años se celebra en este mes de enero, del 18 al 25 de enero; se llama el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos. Me da verdadero gusto saber que no es la Iglesia Católica sola, sino en comunión con los hermanos protestantes los que estamos preparando estos días de oración para pedirle al Señor lo que Cristo pidió en la última cena: «Padre, que todos los que crean en mí, sean una sola cosa, que no presentemos al mundo el escándalo de la división cristiana sino que seamos verdaderos seguidores del evangelio auténtico y allí nos encontremos como un sólo rebaño bajo un sólo Pastor que es Cristo».

INVITACIÓN AL HOSPITAL DE LA DIVINA PROVIDENCIA

Finalmente, hermanos, quiero invitarles hoy, 1.º de enero, como 1.º de cada mes, allá en el Hospital de la Divina Providencia. A las 5 de la tarde se tiene una Hora Santa, es una Capilla muy linda que quizá muchos no conocen, invita a la oración. El 1.º de cada mes, allá, junto a los enfermos, podemos al mismo tiempo que hacer un acto de fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía y ejercitar nuestra oración por las grandes necesidades de la Patria, de la Iglesia, de las familias, al mismo tiempo, hacer un acto de caridad -que nos manda el Catecismo entre las obras de misericordia- visitar a los enfermos y ayudar a esa obra que verdaderamente tiene un nombre que no es sólo nombre sino realidad: la Divina Providencia. Allí se vive de caridad, del amor con que se llevan allá los donativos, no tiene subsidios sino simplemente la mano de la Providencia a través de sus generosos bien hechores.

REFLEXIÓN COMUNITARIA

Podíamos seguir comentando, hermanos, muchos hechos de la Iglesia, que va apiñando cada vez más a sus católicos en la unidad que Cristo quiere, que va también conjurando todas las tentaciones de desunión que arrecian contra nuestra Iglesia. Pero ya bastan estas breves notas, a las cuales juntaría yo la historia íntima de cada uno de ustedes con quienes estamos haciendo esta reflexión: sus familias, Uds. mismos en particular, ¡cuántos problemas!, ¡cuánta historia!, todo eso quisiera que lo pusiéramos en común para reflexionar en el cariño, en la grandeza, de esta Madre Bendita que la Iglesia nos ofrece hoy como centro de nuestra reflexión: la Virgen Madre de Dios.

De las tres lecturas de hoy, yo sacaría tres notas para enfocar en su grandeza casi divina, a esta Mujer bendita entre todas las mujeres. La primera lectura es Dios, que presenta su pensamiento acerca del Viejo Testamento,   —122→   toda la historia de Israel. La segunda lectura, San Pablo, que nos presenta el momento llegado cuando Dios tenía que hacerse hombre, necesitó la colaboración de una mujer de la cual nace Dios hecho hombre; y el tercer pensamiento es el evangelio: los pastores encontraron a Jesús junto a María, María signo, camino hacia Cristo.

1.º) DIOS PRESENTA SU PENSAMIENTO ACERCA DEL VIEJO TESTAMENTO: TODA LA HISTORIA DE ISRAEL

En la primera lectura veo en esas breves líneas que hemos leído hoy, todo lo que significaba para Dios su pueblo. Habló el Señor a Moisés y le dijo: «Esta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas», y luego sigue la bendición que ya la hice como saludo de Año Nuevo. ¿Qué siente Dios para su pueblo? y ¿qué siente el pueblo de Dios para su Dios? ¿Qué es Israel el de la Biblia? ¿Qué es el Viejo Testamento? Es toda una historia de un amor de Dios que va preparando con promesas santas la redención de los hombres. Quiso prepararlos durante largos siglos a ese advenimiento del Hijo de Dios para salvar a la humanidad, para que la humanidad fuera tomando conciencia de lo que es Dios Salvador.

PUEBLO QUE SE FUNDA EN LA FE DE CUYA DESCENDENCIA SERÁN BENDECIDOS LOS DEMÁS

Pero fijémonos cómo Dios para venir a salvar al mundo se forma un pueblo. El sentido de pueblo es muy grandioso; cuando decimos «el pueblo» no lo profanemos. El pueblo es el conjunto de hombres que va desarrollando en la historia una vocación de Dios. Cada pueblo tiene una vocación, así como cada hombre también tiene una vocación. La vocación de Israel es de lo más grande, pueblo escogido entre todos los pueblos porque su fundador Abraham recibió de Dios una promesa. Era ya anciano y estéril y le dice: de tu descendencia voy a formar un pueblo numeroso como las arenas del mar y las estrellas del cielo. Y aquel hombre que casi pudiera tomarlo como una burla, ya viejo y no teniendo hijos: «¿cómo voy a tener un pueblo tan numeroso?», «cree» dice la Biblia. Creyó contra toda esperanza. Es un pueblo que se va a fundar en la fe, en la fe de Abraham. Y le comienza a prometer que de su descendencia serán bendecidos todos los pueblos.

Por eso, cuando se oían expresiones en el Antiguo Testamento como la que hemos leído hoy, «invocar el nombre del Señor», era recordarle a ese pueblo el pacto hecho con Dios, las promesas de Dios a ese pueblo. Cada vez que un nacional o extranjero bendecía a Israel, le estaba recordando: «tú eres un pueblo bendito, tú eres una relación muy especial con tu Dios», hasta el punto de que cuando ese pueblo era humillado, era el mismo nombre de Dios que se sentía también profanado. Y cuando ese pueblo vencía en sus dificultades, era glorioso en sus circunstancias, era Dios el   —123→   que se glorificaba. Existía entre Dios e Israel la relación que existe entre un esposo y una esposa. La esposa lleva el nombre del esposo, el apellido del esposo y la suerte de la esposa compromete al esposo. Si esa esposa es fiel, honrada, gloriosa, es el esposo el que se siente glorificado en ella; así como también la esposa profanada, indigna, prostituida, es el nombre del esposo manchado en la conducta de su esposa. Eso era Israel, la esposa de Dios. Por eso los verdaderos israelitas, los verdaderos descendientes de Abraham tenían tanta fe en Dios.

MARÍA, ENCARNACIÓN DE LA HISTORIA DE ISRAEL

La expresión más bella de ese pueblo es la que nos ofrece hoy la Iglesia: «María, hija de Abraham, descendiente de David», ella encarna en su vida de Virgen sencilla, modesta, desconocida, pero allí como que han venido a concluir todos los torrentes de la historia. Por eso, cuando agradecida canta su Magnificat al Señor que la ha escogido para ser la Madre del prometido del pueblo, dice: «»Acogió a Israel su siervo; según las promesas que hizo a Abraham y a su descendencia». Se sentía Ella la encarnación de toda una historia. Nadie ha sido tan nacionalista como María con su nación. ¡Es un ejemplo! Hermanos, yo quisiera que en este día de María, Madre de Dios, destacáramos esta nota: la Patriota, la que amó a su pueblo, la que vibró con su pueblo, la que conocía las tradiciones, la que no traicionaba los signos patrios. ¡Verdaderamente el corazón de una patriota! ¡Qué signo más Bello!

Para que en esta hora en que la nación de El Salvador necesita verdaderos espíritus patrióticos, no traicionáramos por acomodarnos a situaciones de política, o de economía, o de sociedad, el verdadero interés del pueblo, la verdadera historia, la verdadera redención.

LLAMAMIENTO DE LA VIRGEN

Día 1.º de enero. ¡Salvadoreños! Llamamiento de la Virgen para ser como Ella: amad a vuestra patria, estudiad vuestra historia, conoced vuestra idiosincrasia, sed salvadoreños profundamente. Quizás no tenemos todos la culpa, ni toda la culpa de no amar tan entrañablemente a nuestra patria como María amó a su patria. La vemos a veces tan fea, nos sentimos tan desubicados en nuestra propia patria que muchos prefieren mejor irse a otros lados; no sienten el hogar, no sienten la tradición, no sienten la alegría de la propia sangre, de sus paisajes, de la propia belleza de su tierra, ¡y es tan bonito El Salvador! Pero María vibraba con los paisajes de Israel, con la historia de Abraham, de Moisés, de David, de las grandes mujeres; toda la historia de Israel palpitaba en su corazón de Virgen patriota, enamorada de su tierra.

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Hermanos, amemos a nuestra patria, amémosla como María que no desconocía sus pecados y pedía misericordia a Dios por los pecados de su pueblo, pero la amaba en su grandeza de vocación de pueblo de Dios. Por eso, cuando Dios escoge una mujer de su pueblo, del pueblo de las promesas, para encarnar en las entrañas de esa mujer a su Hijo que quiere ser un modelo de hombre en la historia, escoge a aquella mujer que encarne mejor todo el espíritu de su patria. María es escogida por su santidad y por su patriotismo; María es Madre de Cristo porque ese Cristo tiene que ser el hijo de todo un pueblo, María es la expresión de todo un pueblo. Cuando ella le dice al ángel: «Hágase en mí según tu palabra, he aquí la esclava del Señor», es todo el pueblo escogido que está hablando. Para este momento había formado Dios un pueblo tan maravillosamente privilegiado por Dios.

Los milagros y toda la historia del Viejo Testamento no tenía otro objetivo que formar una historia de un pueblo bendecido especialmente por Dios, para que de él naciera el Redentor, la fuente de bendición de todos los otros pueblos de la tierra. Por eso, María realiza en su vocación de Madre de Dios, de Madre de Cristo, el designio divino de la nación entera de Israel. Muchos paisanos, compatriotas suyos, no lo comprendieron. Cuánto se desviaron los falsos israelitas, cuando traicionaron a Dios en su designio de su vocación como pueblo los que se vendieron a poderes extranjeros, los que pusieron su afán en adorar el becerro de oro, los que pecaron ofendiendo a Dios hasta el punto de que Dios decía a su pueblo el dolor que siente un marido por su mujer que lo ha traicionado, así siente Dios los pecados de su Pueblo.

Pero cuando encuentra siempre un resto de Israel, un pequeño grupo de fieles a las promesas de Dios -siempre lo hubo en Israel- en ese resto, en ese pequeño grupo, cuando llegó la plenitud de los tiempos era pequeñísimo de verdad. Analicen el momento en que Cristo nace; Israel ha vuelto las espaldas a Dios, pero hay un pequeño grupo, tal vez desconocido, pero allí está el alma del pueblo: María, José, los pastores que esperan al Redentor, los apóstoles que siguen a Cristo. El pequeño grupo. Este es el núcleo que Dios sigue bendiciendo aun cuando los demás se hayan hecho indignos de esa vocación. No nos vaya a pasar lo mismo, queridos salvadoreños; que Dios tiene un designio de amor, de salvación en nuestro país y lo está dando a través de su Iglesia. Los salvadoreños que se aferran a esta Iglesia la aman, trabajan con ella, son el núcleo, son el reducto, el pequeño grupo de los fieles de Israel; desde allí, desde la Iglesia, quiere Dios salvar a Nuestro Pueblo. Seamos Iglesia, seamos como María, alma que conserva la vocación de su pueblo, que cuando vengan días mejores nos encuentre Dios que hemos sido fieles a la misma vocación de nuestra tierra.

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2.ª) MARÍA INSTRUMENTO DE DIOS PARA ENCARNAR A SU HIJO EN LA HISTORIA

El segundo pensamiento está en la 2.ª lectura, San Pablo a los Gálatas les dice: «Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo nacido de una mujer». Calificaríamos esta lectura desde la fiesta de hoy de María, Madre de Dios: María, instrumento de Dios para encarnar a su hijo en la historia. Esto es María.

MARÍA NOS DA LA PAUTA PARA COMPRENDER QUIEN ES CRISTO

Cuando llegó la hora de que aquel pueblo tenía que ofrecer una mujer, para que el que naciera Hijo de Dios fuera también hijo de mujer, es decir, hombre verdadero, encontró en María la mujer adecuada, porque, como dicen los santos, María encarnó antes en su mente, en su fe, a Dios. Y sólo cuando Dios se sentía encarnada en la santidad de aquella mujer, la escogió. Y el ángel le dice: «has hallado gracia a los ojos de Dios. Entre los millones de mujeres que formaron el pueblo de Israel, sólo tú eres la bendita entre todas, vas a ser Madre del Redentor». Y María pide una explicación para salvar su virginidad y comprende una orillita del Misterio: «lo que nacerá de ti será Santo. El Espíritu Santo hará esta obra, para eso formó este pueblo. Para que así como de unos estériles, Abraham y Sara, nace un pueblo numeroso, de tu virginidad, sin menoscabarse en nada, quedando siempre virgen, vas a ser la Madre de aquel que va a ser el centro de la historia cristiana en el mundo». María, pues, nos da la pauta para comprender quién es Cristo.

MARÍA ES PROCLAMADA MADRE DE DIOS

Allá por el siglo IV surgieron doctrinas erróneas acerca de Cristo. Se decía que María solamente había dado a luz un hombre, un niño cualquiera al cual Dios asumió para hacerlo su Hijo, como nosotros que nacemos hijos de la carne pero después por el bautismo nos hacemos hijos de Dios. Entonces la Iglesia, encargada de guardar las verdades reveladas por Dios, se reunió en Concilios uno de los cuales el más famoso, el Concilio de Éfeso, fue para proclamar que María había dado a luz a un Dios que ya se había encarnado en sus entrañas y que, por tanto, se le debía llamar Madre de Dios. Theotokos, decían en griego: la Madre de Dios. No solamente fue madre de un hombre que es Dios, sino Madre de un Dios que se encarnó en sus mismas entrañas. Cristo tiene naturaleza divina porque es Dios y tiene naturaleza humana porque se formó en las entrañas de una mujer, pero sólo tiene una persona, persona Divina, la 2.ª persona de la Santísima Trinidad. De modo que la naturaleza divina como Dios y la naturaleza humana como hombre, confluyen en una sola persona: Dios.

Lo que hace Cristo como Dios, podemos decir, lo hace Dios, pero también lo que hace Cristo como hombre, como está unido con Dios, se dice,   —126→   lo hace Dios. Por eso dice el Concilio que Dios se hizo hombre y desde entonces los hombres sentimos que nuestra naturaleza ha sido elevada en él. Ya piensa con pensamiento de hombre, pero es Dios el que piensa; ama con corazón de Dios, pero es Dios el que ama, trabaja con manos de hombre, pero es Dios el que trabaja con esas manos; y por eso, cuando muere en la cruz, su sacrificio es de valor infinito porque no es el sacrificio de un simple hombre, sino de un hombre que al mismo tiempo es un Dios; y su dolor, su sangre, vale para salvar a todos los hombres del mundo y pagar los pecados de todos los hombres. ¡Qué grande es Cristo!

Ahora, del 60 para acá ha despertado en la teología una nueva inquietud para estudiar esta Cristología más profundamente. Y hay dos grandes corrientes, una corriente que llama la Cristología desde arriba y otra que dice la Cristología desde abajo. Entendiendo desde arriba, la consideración del Dios que se hace hombre; y la Cristología de abajo, el hombre que en Cristo se hace Dios. ¡Es maravilloso! Hermanos, cómo quisiera yo que en este día de la Madre de Dios, ella nos inculcara la verdadera fe que ella tenía cuando abrazaba a su niño Jesús, o como cuando al pie de la cruz recibe su cadáver. La Madre dolorosa sabe que está acariciando el cuerpo de un Dios; y que esa víctima que se ofreció en la cruz el Niño de Belén, es Dios que nació de sus entrañas hecho hombre; y ella llevará para siempre ese título glorioso: Madre de Cristo, es decir, Madre de Dios.

Esta es la doctrina verdadera acerca de Cristo y acerca de María. Por eso la Iglesia quiere que esta Navidad, a 8 días de su nacimiento, el centro de nuestra reflexión esta mañana -que nos perdone un poquito Cristo- sea María que no nos aparta de Cristo, sino que, al contrario, nos hace más accesibles a Cristo. Porque no hay duda que una Navidad que no tuviera de por medio una mujer, que es una madre con el Niño en sus brazos, sería una Navidad de un Dios que se hizo hombre pero sin la ternura de una Madre. Así como el pie de la cruz una víctima que dio su vida por los pecados del mundo pero que no hubiera tenido unos brazos de madre que lo recibieran, seria, sí, el amor infinito de un Dios que se entregó por nosotros, pero le faltaría eso que saben dar las mujeres: la ternura, el amor, la compasión. La pasión de Cristo se hace más dulce, más hermosa cuando pensamos en la Madre Dolorosa; y la Navidad se hace más encantadora cuando pensamos en la Madre del Niño Jesús.

UN LLAMADO A LOS PROTESTANTES

Sintamos mucha devoción a la Virgen, hermanos. Y ya que mi amistad con los hermanos protestantes me lleva a dirigirles mensajes desde nuestra grandeza y verdad católica, yo les digo, queridos hermanos protestantes, que sentimos esa nostalgia en ustedes, les falta más amor a María y hay algunos que en su fanatismo hasta la apartan del culto a Cristo. ¡Si nada le quita a Cristo, María! Al contrario, María hace más simpático, más bello, más   —127→   atrayente a Cristo. Así como cuando el platero engarza una joya preciosísima en una montadura de oro fino, la hace más bella a la piedra por la montadura de oro. Cristo es la perla preciosa, no hay comparación; es el único salvador entre Dios y los hombres, María no nos ha salvado, es Cristo. Pero Dios quiso escoger que junto a Cristo, la perla preciosa, existiera esta montadura de oro. María es como el marco de oro para presentarnos a Dios, a Cristo Nuestro Señor.

3.º) MARÍA SIGNO DE LA PRESENCIA DE JESÚS

Por eso hermanos, mi tercer pensamiento tomado del Evangelio, es esta frase de San Lucas: «Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José, a al Niño acostado en el pesebre».. ¡Qué cosa más bella!, encontraron a María y a través de ella a Jesús. Este es mi tercer pensamiento: María signo de la presencia de Jesús.

Así como cuando fulgura la aurora es señal de que ya va a parecer el sol, cuando se siente a María es señal de que Cristo está cerca. María conduce a Cristo. Es su razón de ser. Como en nuestras noches de luna, sobre todo hoy que ya la descubrieron, la luna no es más que un inmenso cascajo de piedra, piedra muerta, pero cuando el sol la ilumina y esa piedra inmensa refleja sobre la tierra, ¡Qué bella aparece la luz, la luna! Esa es María, por naturaleza una mujer de nuestra raza, pero cuando la ha invadido la belleza de lo divino, María es la luna preciosa que lanza su serena luz de ternura, de madre, sobre nuestras noches y nuestros días.

En María, siempre nos referimos a Cristo. María es el signo de la presencia de Cristo. Por eso, hermanos, cuando decimos que María es la Madre de la Iglesia, estamos diciendo también esto: la Iglesia y María son la presencia de Cristo. Si la Iglesia salva, es porque prolonga la misión salvadora de Cristo. Si María es fuente de inspiración y de amor en nuestra plegaria, es porque trasluce el poder, la ternura, la redención de Nuestro Señor Jesucristo. María signo de la presencia de Cristo. No lo olvidemos. Cuando se va apagando la devoción a la virgen en un corazón, tengamos miedo. Es como que se va escondiendo la estrella que conduce a los magos hasta Cristo, nos perdemos. Cuando la devoción a la Virgen va sufriendo eclipse, se está eclipsando también la luz del sol divino: Cristo Nuestro Señor. Pero cuando en el corazón del pueblo, de la familia de cada cristiano hay ternura, hay confianza, hay amor que reza a María, Cristo está cerca, esa alma no está perdida.

RECUPEREMOS LA VERDADERA DEVOCIÓN A MARÍA

Yo les inculco, hermanos, en esta mañana del día de la Virgen, Madre de Dios, Madre de Cristo, que si acaso cediendo a corrientes de moda se nos ha perdido un poco la ternura que aprendimos de nuestras madres para rezar a la Virgen Madre, hoy aprovechemos para recuperar, refrescar   —128→   el corazón, que el hombre por más grande que llegue a ser en la historia siempre en un corazón de hijo; y ante la Madre, todo hombre por más grande que sea se siente niño y no se avergüenza de las cosas de niño ante su mamá.

También con María que es madre, la sencillez de nuestro rosario, la sencillez de nuestras peregrinaciones a los santuarios de María, la visita a las imágenes de María. Arrodillarnos, ¿por qué no? Si no lo hacemos con sentido de idolatría sino con la ternura con que muchas veces nos arrodillamos ante nuestra madre que está sentada para platicarle con más cariño. Todas esas cositas; cositas digo, porque así las llama la mamá: el caramelo que la mamá da o que el niño le trae de la fiesta. Cositas insignificantes pero que llevan toda la ternura del amor de los hijos. Yo quisiera, hermanos, que en nuestra Arquidiócesis reverdeciera toda esa devoción que es tan proverbial, tan tradicional, entre nuestras familias. Ya en muchos hogares se ha dejado de rezar el rosario, ya en muchas familias no se invoca a María y, perdonen queridas comunidades cristianas, hasta en comunidades cristianas he sentido con tristeza, muchas veces, que se saben rezar bonitas oraciones espontáneas a Dios, a Cristo pero no se hace mención de María. Volvamos a sentirla presente, porque su presencia es señal de que Cristo está con nosotros, está cerca.

LA DEVOCIÓN A MARÍA DEBE DE GUARDAR UN EQUILIBRIO

Seamos humildes como los pastores, sencillos como los ricos magos del Oriente pero que ante María se sintieron niños. También la reconocieron Madre del Redentor. Y hagamos de nuestra fiesta de la maternidad divina de María, una renovación de nuestra fe, de nuestro conocimiento de María. El Concilio advierte maravillosamente: «No exageremos, pero tampoco minimicemos». Este es el equilibrio que nos pide el Concilio, es decir, una devoción a la Virgen que lleve al fanatismo, a exagerar como si ella fuera diosa, redentora, es falso; eso no es María. María es madre del Redentor, criatura de Dios creador. Pero tampoco seamos tan fuertes a nuestro modo, que ya no nos hace falta María y hablamos de ella con cierto desprestigio, con cierto desamor. Ni una cosa ni otra. Ni exagerarla, porque no necesita exageraciones, ¡es tan grande! Ni hacerla tan chiquita y tan insignificante, porque no lo es. El mismo Dios la reconoce como Madre de su Hijo y la ha querido colaboradora íntima de la redención de los hombres, dispensadora de todas sus gracias.

Hermanos, este es el mensaje de la Iglesia en el 1.º de enero. Yo deseo a todos, pues, que como pertenecientes a este pueblo de Dios seamos todos muy bendecidos en este año en Cristo, que fue para el pueblo de Dios como el fruto traído por María a todo el mundo, al cual pertenecemos nosotros. Tratemos de hacer en este año una verdadera Iglesia, tal como Dios la quiere, pueblo escogido suyo desde el cual junto a María, que es miembro de este pueblo, seamos iluminación, salvación...



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ArribaAbajoNo a la violencia, Sí a la Paz

EPIFANÍA DEL SEÑOR
6 de enero de 1978

Isaías 60, 1-6
Efesios 3, 2-3a. 5-6
Mateo 2, 1-12

Queridos hermanos sacerdotes y fieles, distinguidos miembros de la Comisión Nacional de Justicia y Paz, estimados radioyentes:

INTRODUCCIÓN

DESDE TODOS LOS CONFINES VAN LLEGANDO A JESÚS

Esta noche, esta Catedral repleta de fieles es protagonista de una procesión de siglos y de pueblo, que comenzó hace 20 siglos.

El profeta Isaías, en la primera lectura de esta noche, nos anunciaba cómo desde la obscuridad del mundo iban a surgir los pueblos en busca de aquella mística luz que brillaba en Jerusalén: LA LUZ DE DIOS. Y con una poesía maravillosa nos ha cantado esta noche el profeta esa Epifanía de un Dios que se hace presente a los pueblos; encontradizo a los que en las tinieblas, en las dudas, en la obscuridad: BUSCAN. Buscan la solidez de   —130→   una paz, de una alegría que al fin encontraron, precisamente -según nos ha contado el Evangelio de San Mateo también esta noche- aquellos magos que fueron precisamente la primicia de esa profecía que comenzaba a cumplirse. Aquellos magos del Oriente son los que van como a la vanguardia de esa procesión de siglos y de pueblos. Y entonces comenzó a cumplirse lo de Isaías: «Que desde todos los confines van llegando a la cuna de Jesús a reconocerlo Dios, Rey, Salvador de los hombres».

Nosotros ahora, esta noche, somos parte de esa procesión. ¡Dichosos los que con fe sienten la alegría inmensa de los magos de haber encontrado a Jesús! y los que aún no tengan esta fe -que ciertamente habrá personas que dudan todavía en esas tinieblas del mundo en esta hora de confusión- se preguntarán: ¿y existe de verdad esa paz?, ¿y existe de verdad ese Cristo Salvador?

¿Existe acaso ese Dios que puede salvar estas situaciones tan horrorosas en que vivimos?

JORNADA DE LA PAZ, MENSAJE DE PABLO VI

Hermanos, terminamos precisamente 3 noches de reflexión.

Yo quiero felicitar muy cordialmente a los laicos de la Comisión Nacional de Justicia y Paz, que han hecho eco tan profundo al Magisterio de la Iglesia. Gracias a ellos hemos escuchado en esta misma cátedra las profundas reflexiones teológicas del Sr. arzobispo de Panamá, uno de los grandes teólogos actuales de América Latina, enfocando el mensaje de Pablo VI no solamente en 1978, sino a lo largo de toda la historia de la Iglesia que no ha sido otra cosa que proponer a los hombres un mensaje de paz, que se hace más enfático en estos tiempos cuando la paz se deteriora por la violencia y se oye el grito rotundo del Magisterio de esa Iglesia:

«NO A LA VIOLENCIA, SÍ A LA PAZ»

Escuchamos anoche también a un hombre que, viviendo en la profesión y en el mundo, recoge la sintonía de los hombres del siglo, de los hombres que en el mundo saben que tienen que mirar a este Magisterio, a esta Iglesia; y cuando se tiene el corazón noble, la intención sana, se oye a la Iglesia. No hay prejuicio contra ella y se escucha con el corazón limpio que la Iglesia tiene razón en su grito tan actual como eterno: NO A LA VIOLENCIA, SÍ A LA PAZ.

MENSAJE ESPECÍFICO DE PABLO VI PARA EL SALVADOR

Y yo creo, hermanos, que es providencial que junto con este regalo del mensaje Mundial de Pablo VI, haya resonado también un mensaje específico   —131→   para El Salvador. Que junto al mensaje de los ángeles en Belén se concretara como una homilía dirigida a los salvadoreños, aquel «Paz a los hombres» en el discurso de Pablo VI al Embajador de los salvadoreños ante la Sede Apostólica, para decirles que esta búsqueda sincera de los salvadoreños de la paz, que ha caracterizado estas noches, tiene una respuesta. Y que si el corazón salvadoreño sigue esta búsqueda con sinceridad, la encontrará. Yo quisiera recoger toda esa esperanza de Pablo VI para sembrarla precisamente en el corazón de los salvadoreños y hacer de esta Epifanía, como los magos, nosotros salvadoreños encontrar a Cristo en los brazos de MARÍA, REINA DE LA PAZ, precisamente bajo el signo más bello de Jesús: la Paz, el don que simboliza todo el fruto de la redención. Aquél con que saludaba resucitado, libre ya de las ataduras de los pecados que habían sido ya redimidos, libre de los cerrojos de la muerte y del infierno que ha quedado ya clausurado bajo el imperio de la redención. En una sola palabra, todo su saludo a los hombres de buena voluntad: «PAZ A VOSOTROS», «MI PAZ OS DOY», no como la da el mundo. La paz, la que sigue ofreciendo esta Iglesia.

Entonces, Cristo, a quien San Pablo llama «Pax nostra» -nuestra paz- porque Él reconcilió a los hombres con Dios y a los hombres entre sí y botando con su sangre el muro de odios de violencias, de rencores, de resentimientos, ha sembrado la condición ineludible de la Paz: la Justicia y el Amor. «AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS».

De eso es eco Pablo VI cuando se refiere con una visión certera a nuestra realidad salvadoreña. En su discurso quisiera destacar yo estas 3 ideas y que sean como el mensaje final de estas noches maravillosas que ustedes, queridos hermanos presentes en la Catedral, han acentuado con su entusiasmo, con la acogida, con el hombre y la fe del pueblo que se expresa en ustedes. Expresión de una ansia de paz. Para nosotros habló el Papa.

1.º TRASCENDIENDO TODA DEBIDA CORTESÍA, QUEREMOS DARLE LA BIENVENIDA EN UD. A TODA LA REPÚBLICA DE EL SALVADOR Y A CADA UNO DE LOS HABITANTES SIN DISTINCIÓN ALGUNA

La primera idea que yo encuentro en su discurso es: que los salvadoreños miran a aquel centro de la Iglesia con esperanza, buscando la paz, y el Papa al abrir sus brazos al embajador, le dijo: «TRASCENDIENDO TODA DEBIDA CORTESÍA, QUEREMOS DARLE LA BIENVENIDA EN USTED A TODA LA REPÚBLICA DE EL SALVADOR Y A CADA UNO DE SUS HABITANTES, SIN DISTINCIÓN ALGUNA».

¡Qué amplio el corazón del representante de Cristo! Yo creo que en esta frase, hermanos, hay toda una Epifanía, hay todo el encuentro de un pueblo con aquel que representa a Cristo en la tierra para sembrar la Paz.   —132→   El Papa da ese grito que ha resonado en todo el mundo: NO A LA VIOLENCIA, SÍ A LA PAZ. Se hacía corazón salvadoreño para recibir sin distinción ninguna, trascendiendo toda cortesía, como quien dice: rompiendo moldes para que el corazón de todos los salvadoreños, sin distinción, se sienta muy cerquita del Papa. Y le decía que pensaba muchas veces en nuestra República con la solicitud de quien ve en los salvadoreños unos hijos muy queridos.

2.º UNAS ORIENTACIONES DE CARÁCTER SOCIAL

Aquí el segundo pensamiento del Papa: unas orientaciones de carácter Social. «Sabemos bien -le dice el Santo Padre al Embajador- que la gran mayoría de los salvadoreños vive su existencia con una referencia ideal a su fe cristiana y no olvida las múltiples implicaciones prácticas que en lo personal, lo familiar y social, esa condición lleva consigo.

»Todo esto hace surgir un conjunto de relaciones y expectativas a los que la Sede Apostólica y la Iglesia, fieles a su deber, no pueden menos de prestar atenta reflexión. Ante todo este reconocer y alabar el empeño del pueblo salvadoreño por mejorar sus condiciones generales de vida, partiendo de esa visión global del hombre y de la humanidad que le enseña la Iglesia».

DESDE LA FE HAY QUE LUCHAR POR UNA LIBERACIÓN INTEGRAL

Hermanos, yo quiero sentirme orgulloso de ser salvadoreño esta noche, y decirles a todos mis compatriotas que nos sentimos profundamente elogiados por esta palabra del Papa que hace ver nuestras inquietudes sociales a partir de una visión cristiana, que hace ver en las luchas por nuestra liberación la trascendencia de una fe, que hace ver al revés de todos aquellos que nos han calumniado en nuestras luchas de Iglesia, que los salvadoreños no pueden romper esa relación entre sus preocupaciones sociales y sus referencias de fe; y que por eso la Iglesia, cumpliendo su deber, tiene que iluminar desde esa fe también estas realidades de la tierra, también esas preocupaciones de no tener pan, de estar marginados, de estar hambrientos, de ser pobres. La Iglesia se siente respaldada por todo el Evangelio y todo el mensaje de la Iglesia cuando el Papa ha hecho referencia a esa realidad salvadoreña.

El salvadoreño lleva su fe en el corazón, y desde su fe ilumina las realidades de la tierra. Y, por eso, no puede pensar en una fe desencarnada, en una fe como la del sacerdote y el levita que miran al herido y no hacen caso porque van a rezar. Una fe que solamente se concretara en ese alejamiento de las realidades dolorosas de la tierra no sería la fe que tiene relación con el dolor humano, con las situaciones difíciles de la tierra.

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Bendito sea Dios que el Papa ha dicho que la Santa Sede y la Iglesia no pueden renunciar al deber de orientar a este pueblo, que lleva en su corazón una fe trascendental muy profunda y desde su fe lucha por una liberación auténticamente cristiana.

Yo hago un llamamiento también, para que en esta lucha renunciemos a liberaciones meramente temporales, a liberaciones que no trascienden más allá de la historia, a liberaciones que quieren resolver las cosas con odio, con violencia y con lucha. No es ese el modo de ser de los salvadoreños, es una deformación del corazón. Cuando en el corazón de un noble salvadoreño se enciende el odio, la lucha, el secuestro, el crimen, la sangre, no es un salvadoreño auténtico, no hace honor a su patria y a su fe, es un traidor de esa trascendencia que nosotros hemos -diría- amamantado en el mismo pecho de nuestras madres.

VISIÓN GLOBAL DEL HOMBRE

Cuando el Papa evoca esa visión global del hombre que ha aprendido en la Iglesia, cita su propia Encíclica Populorum Progressio en el n.º 13 y 14, donde el mismo Papa dijo hace muchos años: «Que la Iglesia, tomando parte en las mejores aspiraciones de los hombres y sufriendo al no verlas satisfechas, desea ayudarlos a conseguir su pleno desarrollo». Y esto precisamente porque ella les propone lo que ella posee como propio: una visión global del hombre y de la humanidad. La Iglesia se siente orgullosa de poder decir esta frase: «el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre». Lo que cuenta para nosotros es el hombre, cada hombre, cada agrupación de hombres, hasta la humanidad entera.

Sepamos, hermanos, que hay quien nos comprende, quien comprende nuestras inquietudes de hombre: LA IGLESIA. Es humana y divina, y como humana sabe que no tiene nada humano que le sea extraño. Todas nuestras inquietudes humanas repercuten en su corazón y sabe que como hombre todo ser humano tiene derecho a ese desarrollo que es el nuevo nombre de la paz. Un desarrollo que no consiste sólo en tener más, sobre todo, económicamente, sino en desarrollarse plenamente todo el hombre, todas sus facultades, su vocación divina sobre todo.

3.º UNA ORIENTACIÓN DE FE EN LAS RELACIONES IGLESIA-ESTADO

Y finalmente este tercer pensamiento del Papa en su discurso: Una orientación de fe en las relaciones Iglesia-Estado.

«La Iglesia -dice el Papa al Embajador de los Salvadoreños- promueve y alienta esas aspiraciones dentro del ámbito de su propia competencia   —134→   específica. Por esto, mientras en ese país (El Salvador) reivindica la imprescindible libertad para predicar la fe, enseñar su doctrina moral y social, y ejercer su misión entre los hombres sin traba alguna, ella -la Iglesia- desea siempre respetar las competencias del poder temporal en su esfera propia y aceptar un diálogo constructivo con las autoridades civiles, con miras a mejor servir la vocación personal de quienes son a la vez fieles y ciudadanos». Cita el Papa en este lugar la Constitución del Concilio, en aquel punto en que en su relación con el mundo habla de las relaciones entre la Iglesia y la comunidad política. Las dos tienen como sujeto al hombre en su vocación de ciudadano de la tierra y en su vocación de fiel seguidor de Jesucristo.

Por eso no debía haber conflictos entre estas autoridades que deben procurar el bien común, la felicidad del hombre en la tierra, al mismo tiempo que respetarle su vocación eterna, sus orientaciones hacia lo celestial, su espiritualidad, el desarrollo de toda la intimidad del hombre como cristiano. Por eso el Papa reivindica para El Salvador la libertad de la Iglesia, así como recuerda que la Iglesia respeta también la autonomía del poder civil y aboga por un diálogo constructivo, cuyo único objetivo no es sacar ventaja, privilegios. La Iglesia tiene que renunciar a ellos cuando su testimonio se empaña en esa relación; pero en cambio, tiene que buscar el diálogo con miras a mejor servir la vocación personal de quienes son a la vez fieles y ciudadanos.

Hermanos, este es el ideal de la Iglesia: llegar a esa sana cooperación para buscar juntos -el gobierno encargado del bien común de la tierra y la Iglesia responsable de las orientaciones de la vocación eterna del hombre- una vocación que no está descoyuntada entre la tierra y el cielo, sino la vocación que unifique para felicidad del pueblo, para unidad de desarrollo de cada individuo su vocación de ciudadano y de fiel.

EL «NO A LA VIOLENCIA» CONCRETADO EN EL SALVADOR

Por eso termina el Papa señalando los frutos de estas orientaciones: «La iglesia, en efecto, cree -son palabras del Papa- que este es el camino para prevenir males, superar un clima de violencia que por desgracia ha causado a veces lutos también en el campo eclesial». He aquí el Papa concretando su NO A LA VIOLENCIA en el ambiente salvadoreño: «Si se siguieran estas orientaciones cristianas -dice- prevendríamos los males, se superaría ese clima de violencia que ha llevado el luto y tiene sumergida en luto a la Iglesia y a muchos hogares».

Como ven, el Papa no cancela el pasado, lo recuerda. Pero lo recuerda con una esperanza de que no se vuelva a repetir, que busquemos por el camino de una concordia bien entendida el superar ese clima de violencia. Ese NO A LA VIOLENCIA para 1978 tiene que buscarse por estos caminos   —135→   que el Papa acaba de señalar. «Y también, será -dice el Papa- el camino para llegar a construir una atmósfera social en la que se enmienden adecuadamente injusticias evidentes que impiden que los bienes creados lleguen de manera equitativa a todos, bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad». Son palabras del Santo Padre reconociendo esta triste realidad salvadoreña: una atmósfera social donde los bienes creados por Dios no llegan a hacer felices a todos los salvadoreños. Y es necesario que, en un ambiente de justicia y de amor fraterno, sintamos que esta República tan bella, que estas tierras tan fértiles, que estos cielos tan lindos de El Salvador, sean alegría de todos los salvadoreños; que todos nos sintamos hermanos cobijados por los dones del mismo Dios para todos.

EL CIMENTADO EN LA JUSTICIA

Por eso, hermanos, el NO A LA VIOLENCIA tiene que estar cimentado sobre fundamentos de justicia. En Medellín, los obispos de América Latina -aprobados por este mismo Papa- dijeron que la paz en el continente no será posible mientras no se construya un orden más justo, que la paz no es ausencia de guerra, la paz no es miedo de represión, la paz no es equilibrio de dos poderes que se tienen pavor. La paz es el fruto de la justicia, la paz será flor de un amor y de una justicia en el ambiente. Sí a la Paz, dice el Papa, sí a Dios, sí diríamos nosotros a la justicia, sí al amor, sí a la comprensión de todos los salvadoreños. Sólo así tendremos esa afirmación neta de la Paz.

UN LLAMAMIENTO A TENER PAZ Y A CELEBRAR LA EUCARISTÍA

Queridos hermanos, esta es nuestra Epifanía, una Epifanía que nos ha presentado a Cristo bajo este nombre de Paz. Él es nuestra paz. Que estos inicios de 1978, bajo este augurio de la paz que tan intensamente ha resonado en esta Catedral y, a través de la radio, en muchos hogares, sea verdaderamente un llamamiento a la conversión. Que quienes no tienen sentimientos de paz porque tienen mucho egoísmo en su corazón, se conviertan al amor; quienes están lejos de la paz porque tienen sus manos manchadas de sangre y de crímenes, se laven en el arrepentimiento y sientan que también para los pecadores y los criminales hay paz cuando hay arrepentimiento y amor. Un llamamiento a tener paz en los hogares. Que haya reconciliación, que haya amor, que Cristo esté presente en toda la República y en cada uno de los salvadoreños.

La homilía -que no es mía- sobre la paz, se inició en el Vaticano junto al Papa. Se hizo eco grandioso a través de la Comisión Nacional de Justicia y Paz. Vinieron a predicarla de otros lugares, de otras Iglesias. Escuchamos la simpatía de Panamá con El Salvador, escuchamos hombres del mundo de la profesión. La paz ha sido predicada, gracias a Dios.

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Ahora la homilía termina donde debe terminar: un llamamiento a celebrar la Eucaristía. Un llamamiento a decir: esta palabra no es simple palabra, esta palabra es vida, es Cristo en el misterio de su muerte y de su resurrección. Cristo que vive dándonos su paz, esperando que nosotros no prefiramos las tinieblas a su luz. Y que la luz de Epifanía, luz de paz, luz de amor, luz de Justicia, llene los ámbitos de El Salvador.

Vamos a celebrar, hermanos, esta Eucaristía. Y quiero agradecer a los queridos sacerdotes el darle esa solemnidad de la concelebración; y a todos ustedes, su presencia que la convirtamos ya en una plegaria fervorosa para que en la sangre de Cristo que vamos a adorar, y ese cuerpo que se da por nosotros, sea el precio por el cual quede pagado todo pecado, toda iniquidad, todo lo que haya sido ofensa a la paz y que en cambio el Señor nos repita también a los salvadoreños, esta noche, desde su altar: «MI PAZ OS DEJO, MI PAZ OS DOY». Así sea.



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ArribaAbajoCristo, manifestación universal de Salvación

EPIFANÍA DEL SEÑOR
8 de enero de 1978

Isaías 60,1-6
Efesios 3, 2-3a.-56
Mateo 2, 1-12

PRESENTACIÓN DE UN CONGRESISTA Y RELIGIOSO DE EE.UU.

Queridos hermanos:

Antes de hacer la homilía vamos a tener el gusto de escuchar al P. Roberto Drinan de la Compañía de Jesús. Sacerdote que nos visita, es miembro del Congreso de los EE.UU. Con permiso de sus superiores está dedicado en una forma muy eficiente a la política Norteamericana, ex-Decano de la Facultad de Derecho de Boston College. Un gran elogio de él hizo Mons. McGrath, en estos días que estuvo con nosotros, cuando dijo que sus funciones políticas no han disminuido en nada su sentido sacerdotal. Y uno de los gestos sacerdotales es este, que me ha impresionado mucho: ha querido él concelebrar conmigo esta mañana para expresar su comunión con la Iglesia.

Yo quiero expresar en el P. Drinan la gratitud de toda esta Arquidiócesis presente en la Misa de Catedral, porque de la Iglesia hermana de   —138→   EE.UU. hemos recibido múltiples manifestaciones de solidaridad, de ayuda, de apoyo. La presencia, pues, del P. Drinan entre nosotros es la presencia de la Iglesia Norteamericana con la cual sentimos que se estrechan estos lazos de la fraternidad católica. Vamos a escucharlo, que él quiere dirigir un saludo a nuestra Arquidiócesis. Va a traducir el P. Ronald.

PALABRAS DEL P. ROBERTO DRINAN

Su excelencia Mons. Romero, hermanos, clero, mis hermanos y hermanas aquí presentes: hoy recordamos la fiesta de los tres Reyes Magos que llegaron del Este siguiendo una estrella y finalmente encontraron a Cristo en el pesebre. Y cada uno de nosotros tenemos que seguir nuestra estrella también, la estrella que nos guía hacia Cristo.

Naciones y todos los países también tienen estrellas para seguir. El Salvador hoy está siguiendo su estrella en un camino difícil. El pueblo de El Salvador reconoce que tiene derecho al respeto a su persona, a su dignidad. El pueblo de El Salvador reconoce, se da cuenta de que tiene derecho a que las leyes de su país sean respetadas. El pueblo bueno de El Salvador se da cuenta que tiene derecho a sus derechos humanos, económicos y políticos. El pueblo de El Salvador no quiere marxismo ni comunismo; y cualquier persona que dice que el pueblo salvadoreño, el clero salvadoreño está invitando al comunismo aquí, esas personas están insultando la inteligencia de todo salvadoreño. El pueblo salvadoreño quisiera tener sus derechos humanos como son proclamados por el Evangelio y en las leyes internacionales en todos los países.

Algunas personas, aquí en este país y algunos oficiales públicos, tienen miedo a la igualdad de las personas, a la dignidad de toda la gente. Y esta misma gente, estos mismos oficiales, quisieran silenciar, callar a los sacerdotes o echándolos del país, llevándoles presos, eliminándolos, en una forma u otra la gente que proclama esta dignidad, esta igualdad. Pero el pueblo, los feligreses de El Salvador, están unidos con su clero, con su arzobispo -muy dedicado- y están solidarios con todos los principios católicos.

El Congreso de los Estados Unidos quiere con mucho vigor que los Derechos Humanos lleguen a todos ustedes y a todos los pueblos del mundo. El Congreso está firmemente con el Presidente Carter, Jimmy Carter, en su proclamación de que los Estados Unidos va a luchar para que en todos los países se respeten los Derechos Humanos. Estos derechos incluyen: no ser amenazado, no ser molestado por el Gobierno o por otros. Estos derechos también incluyen derecho de tener una prensa creíble, una prensa en la cual se pueda creer. Estos derechos incluyen también el derecho a comida, trabajo, a una vivienda decente. Hace 7 años entré en el Congreso con un mandato para que la gente tenga estos derechos humanos en todos los países.

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La lucha para la igualdad aquí en este país está vigilada cuidadosamente por el Congreso de los Estados Unidos. El Congreso tiene mucha esperanza; ofrece corazones, sus labores, sus oraciones. Como todos nosotros, como los Reyes Magos, en este nuevo año seguimos nuestra estrella. Recordemos las palabras del fundador de los Jesuitas, San Ignacio, que dijo: «Cuando queramos libertad, igualdad, derechos, tenemos que rezar como que todo dependiera de nosotros. Y cuando queramos esa libertad, también tenemos que trabajar como si todo dependiera de nosotros». Muchas gracias...

MONS. ROMERO

Personalmente mi primera palabra es de gratitud y de admiración para este ilustre congresista de Estados Unidos, que ha unido en su mensaje al pueblo salvadoreño la valentía de un cristiano al servicio de una política; y que ha superado sobre todos los vaivenes de la política, los valores eternos del Evangelio. Yo le agradezco porque su palabra es muy válida, nos respalda enormemente y nos confirma en eso que decía al principio: de una comunión más estrecha con las Iglesias de todo el mundo. Nos da la impresión de que nuestra Arquidiócesis, en comunión con el Papa y en comunión con las Iglesias de todo el orbe, va caminando en pos de su estrella. La expresión es bella: ¡cada pueblo tiene su estrella! Nos ha dicho el P. Drinan. Y yo creo que ese es el sentido precisamente de nuestra festividad de hoy.

Como los Magos de Oriente siguieron su estrella y se encontraron con Jesús llenándose de inmensa alegría su corazón, nosotros también, aun en las horas de la incertidumbre, de las sombras, de la oscuridad como las tuvieron también los Magos, no dejemos de seguir esa estrella, la de nuestra fe. La de la fidelidad de la idiosincrasia salvadoreña a esa fe que ilumina todos los pueblos.

Y cabalmente, hermanos, yo quería que mi reflexión de Epifanía fuera en ese sentido. Yo encuentro en las lecturas bíblicas de hoy, tres pensamientos que coinciden con este mensaje que necesita el pueblo de El Salvador:

1.º) La universalidad del llamamiento de Cristo.

2.º) La igualdad de todos los hombres, proclamada hoy por San Pablo.

3.º) El gran pensamiento de la trascendencia es la luz de Dios que penetra hasta la renovación íntima de cada hombre, la que necesitamos.

1.º LA UNIVERSALIDAD DEL LLAMAMIENTO DE CRISTO. A LA LUZ DE DIOS LOS PUEBLOS VAN CAMINANDO

La primera lectura de Isaías nos describe el hermoso panorama de un Reino de Dios que es presencia de Dios en Jerusalén. Y con esa presencia   —140→   Dios se hace luz, y a la luz de esa aurora los pueblos que viven en tinieblas van caminando. Es inigualable la expresión del profeta Isaías: «Levántate, brilla Jerusalén, que llega tu luz. La gloria del Señor amanece sobre ti y las tinieblas cubren la tierra; la oscuridad, los pueblos. Pero sobre ti amanecerá el Señor. ¡Levanta la vista, mira! Todos esos se han reunido, vienen a ti. Los hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Te inundará una multitud de camellos, los dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá». Como que comienza una larga lista de pueblos que se van acercando en pos de los Magos.

NACE UNA ESPERANZA

Epifanía es el nombre de la fiesta de hoy. El Niño que nació en Belén y que convirtió en luz la mitad de la noche más larga del año, es el signo de un Dios que ya está presente y a su luz, como una aurora que despunta sobre las tinieblas, los pueblos sienten nacer una esperanza. Los Magos de un Oriente misterioso son la primicia. Este día es el principio de esa larga procesión a la que se van a ir agregando pueblos y pueblos. Hoy, 8 de enero, se traslada la Epifanía a este domingo. Somos nosotros, aquí en la Catedral junto con las comunidades que con nosotros están en reflexión, esa procesión de pueblo. Nuestro salvadoreño pueblo siguiendo su estrella va también en pos de esa luz, de esa esperanza. Ya no sólo son los dromedarios de Madián y de Efá, no sólo son los reyes de Sabá, son ya todos unos continentes: Latinoamérica, África, Asia; de todas partes convergiendo a esa unidad de la fe en Cristo.

TODAS LAS MARAVILLAS DE LA TIERRA SON DE DIOS

Fijémonos, hermanos, en esta mañana, en esta Iglesia que desde nuestro puntito geográfico, El Salvador, se extiende. Y sentimos hermanos nuestros a todos los pueblos de Centro América, del Continente, de América del Norte, del Canadá, de Europa; y todos somos llamados a seguir esta luz. Pero es hermoso pensar que en esta convocación de pueblos, Dios -el Dios de las naciones- respeta la libertad, la índole, el modo de ser de cada pueblo. Porque la lectura de Isaías nos dice: «Cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos». Es un Reino de Dios que ciertamente no necesita nuestros bienes materiales; pero que nosotros al reconocer que es Dios el autor de nuestros cafetales, de nuestros cañales, de nuestras algodoneras, de nuestras riquezas y de las riquezas de todo el mundo, tiene derecho a todas estas cosas; y se las damos con la generosidad, mejor dicho con el reconocimiento de que él es el dueño de todo como los Magos que depositaban a su cuna: incienso, oro, mirra. Todo lo que   —141→   el mundo produce es de Dios. Y la riqueza de la Iglesia como Reino de Dios es pensar que toda la idiosincrasia de todos los pueblos del mundo son de Dios, y que Dios ha hecho en esta tierra un reino rico como no hay otro reino. Porque suyas son todas las maravillas de la tierra. Todo lo que producen las culturas humanas son de Dios. Toda la riqueza y el progreso de los pueblos Dios es quien lo promueve y a Dios hay que orientarlo.

En el signo del pan y del vino los sacerdotes de todas las latitudes del mundo le dicen al Señor que le ofrecemos en este pan y en este vino el trabajo de los hombres. Y cuando decimos el trabajo de los hombres, entendemos el trabajo de todas las latitudes de la tierra. Todo se lo ofrecemos a Dios, porque sin Dios no tiene sentido la laboriosidad humana, el progreso humano. Todos aportamos a este Reino de Dios.

Es la hora, hermanos, en esta Epifanía de sentirnos profundamente salvadoreños y decirle al Señor que estas riquezas que él nos ha dado son suyas y que nosotros, como imágenes suyas en la tierra, tenemos que trabajar para que en ellas se beneficien, se hagan felices todos sus hijos. «Un sentido más justo -decía el Papa al Embajador de El Salvador- que enmiende las evidentes injusticias que hacen que los bienes creados por Dios lleguen a la felicidad de todos». Esta es la riqueza de esta Epifanía: un llamamiento a que todos los pueblos, iluminados por la luz del Señor, sean hermanos y dentro de cada país sean todos también hermanos e iguales en la substancia de su naturaleza humana.

2.º LA IGUALDAD DE TODOS LOS HOMBRES PROCLAMADA POR SAN PABLO

SAN PABLO. LLAMADO A LOS GENTILES

Este es mi segundo pensamiento, hermanos, el pensamiento de que San Pablo nos ha dicho hoy que a él, perseguidor altivo precisamente porque su corazón era estrecho, era perseguidor porque creía con los judíos de su tiempo que Dios sólo existía para su clase, que Dios sólo existía para su judaísmo; y le parecía una profanación de lo nacional que se predicara un Cristo que anunciaba un reino para todos los hombres. Y este Pablo, estrecho de corazón cuando era judío, siente que su corazón se ensancha a las anchuras del mundo y que Dios lo ha llamado para ser el heraldo del gran designio que Dios tenía oculto en los siglos. Lo dice en su carta a los Efesios: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, partícipes de la promesa en Jesucristo.

EN CRISTO SOMOS COHEREDEROS... RAZÓN DE NUESTRA IGUALDAD

Esta es la razón de nuestra igualdad. Ya no hay distinción entre judío ni gentil, ya no hay pueblo privilegiado y pueblo marginado, todos en el misterio de Cristo somos coherederos, es decir, la herencia de nuestro Padre Dios es para todos los que somos hermanos. Cristo el hermano mayor,   —142→   el heredero de todas las promesas, nos hace hermanos suyos, coherederos. Es una palabra inventada por San Pablo. Ese co significa una igualdad, como no se puede expresar de otra manera que dos hermanos iguales para heredar una misma herencia, coherederos de todo lo que Dios ha prometido.

SOMOS MIEMBROS DE UN MISMO CUERPO

En Cristo todo hombre es llamado a esta riqueza del Reino de Dios. Miembros del mismo cuerpo. Y San Pablo desarrolla a lo largo de toda su teología lo que significa esta igualdad en la que todos los hombres somos miembros de un solo cuerpo, que Dios no nos ha hecho para vivir dispersos ni para vivir separados; que unos de otros nos necesitamos; y que la cabeza nunca le puede decir a los pies: no te necesito, y que las manos no le pueden decir al corazón, tampoco el corazón a los demás miembros. Todos, cada uno en su propia función, es miembro de un cuerpo vivo.

De allí que nuestra función como cristianos, como salvadoreños cristianos, es reconocer en este país de bautizados cuál es el puesto que cada uno tiene que ocupar para hacer una patria feliz, una patria sin violencias, una patria sin represiones, una patria en que unos se sientan con derecho a todos y otros marginados sin derecho a nada. Una patria en que todos nos sintamos miembros vivos aunque seamos pie en la pobreza, pero desde la pobreza y del trabajo saber amar a todo el organismo, en sentido de servicio. O desde la cabeza y del corazón no sentir ninguna superioridad, sino sentir razón de servicio a todo el organismo que se necesita mutuamente.

He ahí la igualdad que el cristianismo predica. No una igualdad de quitar cabezas para que todos sean iguales. ¡Eso es locura! ¡Eso es utópico! No una igualdad que consiste en que todos callen, sino la igualdad en que todos se sientan como los hijos en un hogar para aportar, para dar lo bueno de sí como hemos dicho en estos días de la Jornada de la Paz: la paz no es el producto del terror ni del miedo, la paz no es el silencio de los cementerios, la paz no es producto de una violencia y de una represión que calla. La Paz es la aportación generosa, tranquila de todos para el bien de todos; la paz es dinamismo, la paz es generosidad, es derecho y es deber en que cada uno se sienta en su puesto en esta hermosa familia que la Epifanía nos ilumina con la luz de Dios.

SOMOS PARTÍCIPES DE LAS PROMESAS EN JESUCRISTO

Y hay todavía otra comparación en la lectura de San Pablo para expresar la igualdad: «que todos vosotros sois partícipes de la promesa en Jesucristo». Cuando uno lee la Biblia, ¡cuántas promesas de amor de Dios a la humanidad pero a través de Cristo! Fuera de Cristo Dios no promete nada, únicamente llama a la conversión en Cristo. Pero en Cristo, que es el resumen,   —143→   el sí de las promesas de Dios. En Cristo todos los hombres tenemos esta igualdad. Que Cristo cumplirá las promesas de Dios para la felicidad de los pueblos y las esperanzas del cielo en la medida en que aceptemos esa doctrina de él.

LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS NO ES SOLO ASUNTO DE POLÍTICA, TIENE SUS RAÍCES EN EL EVANGELIO

Por eso me alegra haberlo oído hoy de un congresista de los Estados Unidos, un sacerdote que prestando funciones al bien común del gran pueblo norteamericano, no ha perdido de vista la visión del Evangelio que él, por esencia y por vocación, tiene que predicar. Me da gusto -digo- haberlo oído aquí, sacerdote y congresista, para decir que esa defensa de los derechos, y de la igualdad, y de la libertad de los hombres, no es un asunto de política solamente. Es asunto de política pero enraizada en el Evangelio. El Evangelio es el gran defensor, el proclamador de todos los grandes derechos fundamentales del hombre. Es la igualdad que aun cuando desaparecieran las conveniencias políticas no desaparecerán las raíces evangélicas. Supongamos que mañana no le conviene a Estados Unidos defender los derechos de El Salvador, en ese sentido humano puede fallar la política pero no fallará el Evangelio que siempre gritará la libertad de los hombres, la dignidad de los hombres aun en las peores situaciones de la persecución. El Papa lo acaba de decir: que la Iglesia reivindica esa libertad sin trabas para predicar su Evangelio, que es, precisamente, la defensa de los pueblos, la dignidad y la libertad de los hombres.

Por eso, hermanos, esta mañana de Epifanía en esta aportación de pueblos al bien común cristiano, es muy simbólico que un hombre de los Estados Unidos, trayéndonos un mensaje en lenguaje sacerdotal, nos diga que la Epifanía no es sólo recuerdo de unos Magos de hace 20 siglos sino la aportación, el apoyo, la comunión de todos aquellos que en Cristo y en su Evangelio encontramos que somos participantes de las grandes promesas de Dios a la Humanidad; para el cual no hay distinción más que todos sus hijos, miembros de un mismo cuerpo, cuya cabeza es su Hijo hecho hombre y todos herederos de una felicidad en la tierra y de una esperanza más alla de la historia.

3.º LA TRASCENDENCIA ES LA LUZ DE DIOS QUE PENETRA HASTA LA RENOVACIÓN DE CADA HOMBRE

LA IGLESIA PARTE DE LA TRASCENDENCIA

Finalmente, queridos hermanos, no olvidemos que esta prédica de la Iglesia no tiene nada de subversivo, que esta prédica de la Iglesia no es revolucionaria. El Padre lo acaba de recordar aquí con todo el prestigio de   —144→   su cargo y su sabiduría de jurista, que aquellos que quieren atacar o criticar a la Iglesia de comunista insultan el pensamiento cristiano. Es decir, lo que la Iglesia predica cuando defiende estos derechos, y esta libertad, y esta igualdad, es porque parte de una «trascendencia». Yo quisiera que se grabara bien este mensaje de la «trascendencia». Y lo hemos escuchado en la lectura de Isaías: «¡Brilla Jerusalén que llega tu luz! ¡La gloria del Señor amanece sobre ti!» Y lo ha expresado San Pablo, también, cuando nos habla del espíritu que reveló a los santos apóstoles y profetas el gran designio de Dios.

SENTIDO DE LA TRASCENDENCIA

¿Qué es esto? El sentido de trascendencia quiere decir que nosotros en la Iglesia no predicamos una liberación a ras de tierra, una revolución que quisiera resolver las cosas con violencias, con secuestros, con represiones, con crímenes. No es esta la voz de la Iglesia. La Iglesia siempre que predica que los hombres tienen que ser libres, iguales, dignos, se remonta a la luz de Dios. La luz de Dios brilla sobre ti. Y la dignidad que la Iglesia predica, parte de la libertad del hombre que rompe las cadenas del pecado y se hace Hijo de Dios. Se promueve no en una economía, en tener más. Esto es muy secundario, la promoción del hombre es a partir de su propia conciencia, de sentirse Hijo de Dios, iluminado por Dios, renovado desde la intimidad de su corazón. Y en Medellín dijeron los obispos: «No habrá continente nuevo sólo con cambiar estructuras nuevas, mientras no haya hombres nuevos», es decir, la trascendencia de la renovación en Dios.

LA LUZ DE DIOS ILUMINA LA LUCHA DE LA IGLESIA

La Luz de Dios es la que debe de iluminar esta lucha de la Iglesia, la renovación en Cristo, la esperanza de que el paraíso no existe en esta tierra pero que ya hay que reflejarlo. El Reino de Dios que será perfecto en la eternidad hay que reflejarlo ya en las relaciones de esta tierra porque no se va a improvisar. El ciudadano del cielo tiene que ser antes un buen ciudadano de la tierra.

El que quiera ser partícipe de las promesas de la eternidad, tiene que ser colaborador con Dios en la justicia, y en la paz, y en el amor en este reino de la tierra.

De ahí, hermanos, que la lucha de la Iglesia es por sembrar más amor, por despertar más esperanza, por arrepentir de los pecados a los pecadores, por acercarlos en la conversión a Dios, por renovarnos internamente. Mientras no comprendamos este lenguaje de luz de la Epifanía, no tenemos el concepto claro de la liberación que la Iglesia predica.

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Queridos hermanos, allí están esos tres pensamientos de Epifanía: la universalidad de la doctrina que estamos perfeccionando, la igualdad de los hombres aprendida en esta doctrina a la luz de Cristo y la trascendencia, es decir, nuestra mirada como la de los Magos más allá de los horizontes de la tierra, más allá de las estrellas, cerca de la vida de Dios que nos vino para iluminarnos y hacernos verdaderamente felices.

PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTAR

Hermanos, junto con mi querido hermano, el P. Roberto Drinan, y junto con el querido sacerdote que también nos ha hecho tan buen servicio en su interpretación, P. Ronald, vamos a acercarnos al altar llevando la representación de todo el pueblo. No olvidemos que esta mañana, todos, no sólo los que vamos a acercarnos al altar sino todo el pueblo que representamos nosotros, ministros del altar, debe de llevar en su corazón los sentimientos de los Magos: una fe grande en el Cristo que hemos encontrado como fuente de alegría y de esperanza. Y una alegría inmensa de haber conocido a Cristo. Y un compromiso de colaborar con él para que su reino, que se inició en la cuna de Belén y que ya comienza a agrandarse por los horizontes del mundo con la adoración de los Magos, tenga que ser reconocido por todos los hombres de nuestro país y de todos los países de la tierra, para hacer de El Salvador y del mundo el Reino de Dios en esta tierra. Así sea.



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ArribaAbajoLa Iglesia, germen segurísimo de unidad para todo el Género Humano

PRIMER DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA
BAUTISMO DEL SEÑOR
15 de enero de 1978

Isaías: 42, 14.6-7
Hechos: 10, 34-38
Mateo: 3, 13-17

EL MISTERIO DE CRISTO DURANTE EL AÑO LITÚRGICO

Hermanos:

Es importante que tengamos ideas cada día más claras de lo que pretende la Iglesia al reunirnos todos los domingos. Se va desplegando ante nuestra mirada de la fe el misterio de Cristo. Desde el principio del Año Litúrgico ese misterio se anuncia con los cuatro domingos y semanas de Adviento. Hemos seguido esas preparaciones divinas con que Dios disponía su gran proyecto de enviar a su Hijo a salvar el mundo. Hemos asistido al momento que llama la Sagrada Escritura: «La plenitud de los tiempos». Cristo se encarna en las entrañas de una Virgencita de Nazaret y nace en Belén. La noche santa alegra aún hoy al mundo, muchos sin comprender que el motivo de tanta alegría debía de ser para todos el gran amor de   —147→   Dios, que de tal manera amó al mundo que envió a su propio Hijo para que el mundo fuera salvado.

Después de Navidad siguen los domingos de Epifanía. De nada sirviera que ese niño nacido en Belén hubiera venido al mundo si no se hubiera manifestado. Eso significa Epifanía: MANIFESTACIÓN. Las primicias de esa manifestación son unos magos de Oriente que recordábamos el domingo pasado, y este domingo una nueva Epifanía es la del Bautismo de Cristo. En el Jordán Juan Bautista, inspirado por Dios, lo señala ya presente entre los hombres: «Ha empezado la era mesiánica, allí tienen al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. No hay salvación ya fuera de CRISTO».

Este domingo, pues, venimos a celebrar esa prolongación de la Epifanía. Y en el corazón de cada asistente a Misa debe de cundir una alegría, una esperanza grande porque Cristo es Dios, Redentor de los hombres.

CELEBRACIÓN DEL SEÑOR DE ESQUIPULAS

Durante el año litúrgico, además de este Misterio de Cristo que vamos a ir desplegando, se celebran ciertas fiestas que también son evocaciones del misterio de Cristo: las fiestas de la Virgen, las fiestas de los Santos, las diversas advocaciones de nuestra fe.

Quiero destacar este día, por ejemplo, en la piedad popular donde el año litúrgico se hace tan asequible a las masas, al pueblo: hoy se celebra el día del Señor de Esquipulas. Es Cristo Crucificado, es una Epifanía. También es el amor de Dios tomado tan en serio que queda clavado en una cruz para salvar a los hombres. Y ese misterio de Cristo salvador -que aquí en Centroamérica llamamos el Señor de Esquipulas, centro de atracción de toda Centroamérica, verdadero lazo de unidad centroamericana- es la Iglesia la que posee esa fuerza que los hombres, los políticos, no pueden realizar.

La Iglesia tiene unida a Centroamérica en una sola fe; se hace también salvadoreño ese Cristo centroamericano de Esquipulas. Y aquí en nuestra Arquidiócesis por lo menos tres lugares están celebrando hoy como fiesta patronal el Santo Cristo: allá en San Bartolomé Perulapía donde se va a celebrar la solemne Eucaristía hoy a las 4 de la tarde; allá en Aguilares bajo el nombre del Señor de las Misericordias, donde a las 11 de la mañana también tendrán su solemne celebración; y en Colón donde se está celebrando también hoy al Cristo de Esquipulas.

Cristo se encarna tan profundamente en nuestro pueblo que lo celebramos así como algo típicamente nuestro. Eso quiere ser Cristo: el Cristo de la Epifanía, el Dios que se hizo niño; y en Navidad sentimos que ese niño   —148→   es de cada familia, todos lo sentimos nuestro. Así el misterio de Cristo que se despliega en el año litúrgico quiere sentirse tan íntimamente unido a cada uno de ustedes, a mí, que sintamos que es para mí, como decía San Pablo: «Me amó y se entregó por mí». Por eso mi afán de presentar en cada domingo este misterio de Cristo no en una forma lejana, vaporosa. Una predicción que podía ser lo mismo aquí en El Salvador que alla en África o en cualquier tiempo de la historia, sino el Cristo que se encarna para hoy, aquí en El Salvador 1978. El Cristo que acompaña nuestras vicisitudes de la historia actual. El Cristo que ilumina esta semana. Esta es la Epifanía que tenemos de celebrar porque Cristo se ha encarnado, se ha hecho miembro de nuestra historia, quiere acompañar a cada hombre, a cada familia, a cada pueblo y hacer de la historia de cada cristiano y de cada pueblo la historia de la propia salvación de nosotros.

HECHOS DE LA SEMANA

De allí hermanos, que el relatarles aquí ciertos hechos no es que yo me meta en asuntos ajenos a la Iglesia, es la predicación que debe enmarcarse en estas realidades.

RECHAZO A LA PREDICACIÓN DEL P. ROBERTO DRINAN Y MANIPULACIÓN DE LA COMISIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS DE LA O.E.A.

¿Cómo podríamos prescindir, por ejemplo, en la homilía de hoy, en el Bautismo de Cristo que se manifiesta como salvador de los pueblos, que aquí en San Salvador esta semana ha sido sacudida por una especie de contraste de dos clases de publicaciones en los periódicos? Por una parte, una reacción de rechazo a la predicación y al mensaje del padre Roberto Drinan, a quien Uds. escucharon aquí hace 8 días; y por otra parte, una presentación de la visita de la Comisión de los Derechos Humanos de la O.E.A. Yo llamo contraste estas dos noticias; porque mientras las declaraciones del padre Roberto Drinan provocan en muchos escándalo y en otros esperanza, el anuncio de la presencia de la O.E.A. en El Salvador se trata de presentarla manipulada por una parte; y, mientras, despierta dudas, temores, por otra parte. Es decir, el padre Drinan provoca el escándalo porque toca la llaga. En la moral se habla de 3 clases de escándalo:

El escándalo verdadero, el que provoca un pecado, una falta. El escándalo normal, el de la verdad, el del verdadero mal que produce escándalo en la gente madura, en la gente correcta.

Otro escándalo que se llama de los pusilánimes, un escándalo infantil, aquellos que de todo se escandalizan.

Y un tercer escándalo y este sí es pecaminoso: escándalo de los fariseos. El escándalo de los que no toleran a Cristo, el escándalo que se   —149→   escandaliza cuando se trata de señalar las injusticias, los desórdenes. Ustedes pueden concluir a cual clase de escándalo pertenecen estas publicaciones.

En cambio, tenemos en el pueblo que ha sentido en la voz de un sacerdote el valor de denunciar cosas que la Iglesia también ha venido denunciando, de señalar en el pueblo los temores que verdaderamente existen. El caso es, por ejemplo, que ha habido gente que debía presentarse hoy a la Comisión de los Derechos Humanos y no ha tenido el valor de venir porque tiene miedo. ¿Qué quiere decir eso? Que cuando el padre Drinan señala que hay temor en el pueblo, en el campesino, no está diciendo mentira, es la realidad que podemos constatar en este momento. Hay campesinos que debían de venir y no tienen valor de venir.

En cambio digo, ¿cómo se habrá presentado la visita? ¿Cuáles son los retratos que han aparecido en los periódicos como víctima de atropello de Derechos Humanos? ¿Quién se hace eco de otro sector atropellado? Se parcializan, y podíamos decir que los que están acusando al padre Drinan de haber hablado condicionado, prejuiciado, lo están queriendo hacer con la Comisión de la O.E.A., prejuiciarla. ¡Ojalá que, con la madurez y valentía con que habló el padre Drinan, sepan también los exponentes de los Derechos Humanos en Latinoamérica que están presentes ahora en El Salvador, ser superiores a toda intriga, a todo amañamiento, y sepan descubrir la verdad oyendo a quienes deben de oír. Ellos han pedido colaboración y yo también en nombre de la Iglesia quiero decirles que la voz del Arzobispado siempre ha sido pidiendo colaboración para que relumbre la verdad y la justicia; que se han denunciado injusticias y en nombre de esa denuncia preguntamos a los señores de la O.E.A.: ¿sabrán tener una respuesta a la pregunta que se hacen tantos hogares? ¿Dónde están los desaparecidos? Simplemente eso bastaría. Una información a tantos hogares que están sufriendo para que se sepa si están ya muertos, ¿en qué situaciones están?, ¿dónde están?

Esta es la Encarnación de Cristo en nuestro pueblo, en nuestra historia. Por eso, hermanos, es doloroso presentar así a la pobre patria, pero es que la culpa de un mal retrato no es la fotografía, sino el objeto que se trata.

MANIFESTACIONES DE SOLIDARIDAD

Tenemos también que lamentar en esta semana, unidos al pueblo de Nicaragua, el asesinato del periodista Dr. Pedro Joaquín Chamorro. Ya en nuestra entrevista del miércoles manifestamos nuestra solidaridad en el dolor con la víctima y sus familiares, y con la verdad que él proclamó. Así como también el rechazo a cualquier clase de crimen.

Han llegado a nuestra oficina muchas cartas de Amnistía Internacional preguntando por la situación de muchos prisioneros, pero entre ellos me conmueve mucho la pregunta en el caso de la Srta. Lil Milagro Ramírez.   —150→   Y cartas familiares como también la de los familiares de Víctor Manuel Rivas y Julio Antonio Ayala. Y en esta carta se lee esta frase que a mí me llena de emoción: «Es que la voz de la Iglesia es para nosotros la voz de la justicia, la voz de los que no somos escuchados». Gracias por comprenderlo así. Hermanos, la Iglesia no quiere ser otra voz que se confunde en el barullo de la distorsión, de la confusión, del amañamiento de la noticia. Quiere ser la voz de los que no tienen voz.

SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Por otra parte, hermanos, en nombre del deseo de Cristo: «Que todos sean una sola cosa», anuncio con alegría la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Protestantes y Católicos hemos preparado un programa que se publica allí en Orientación y que aquí va a ser leído dentro de un rato para celebrar, del 18 al 25 de enero, la tradicional Semana de Oración. Yo les suplico a ustedes católicos y a ustedes también queridos hermanos protestantes -yo sé que me escuchan y ¡cuánto les agradezco cuando me han dicho que me escuchan con devoción! Gracias.- a que con toda devoción, si de verdad amamos a Cristo y al Evangelio, pidamos para borrar del mundo ese escándalo de la división de los cristianos. Porque la división de los Cristianos es estorbo para que Cristo sea conocido; y, en cambio, la unidad de los cristianos será el gran motivo de credibilidad de esta Iglesia de Cristo. No la estorbemos, hermanos protestantes y hermanos católicos. Unámonos en una sola fe como quería Cristo: un solo rebaño bajo el cayado divino del único Pastor.

JORNADA DE LA PAZ

No he tenido la oportunidad de agradecer y felicitar a cuantos hicieron posible la Jornada de la Paz. Dejó ecos tan profundos, tan nobles, que ya por sí solas esas huellas valen por toda felicitación, por todo agradecimiento. Pero sí quiero recordarles, como ecos de esas celebraciones inolvidables, que no dejen de leer y reflexionar el mensaje Pastoral de Año Nuevo que con ese motivo publicamos algunos obispos. También el mensaje que los miembros de la Comisión Nacional de Justicia y Paz publicaron para comentar el mensaje de Paulo VI: SÍ A LA PAZ, NO A LA VIOLENCIA.

Y también, hermanos, no tuve oportunidad de leerles un telegrama que llegó en esos días del Sr. obispo de Tegucigalpa, a quien hubiéramos querido tener. Lo invitamos, pero dice: «Lamento no complacerle amable invitación. Augúroles exitosos triunfos, jornadas de Paz».

Y un gesto muy fraternal: los padres del Seminario fueron a Tegucigalpa a hacer allá un cursillo de preparación para el Seminario. Cuando le obsequiaban a Monseñor Santos, el arzobispo de Tegucigalpa, un cake, dijo: «Me llevan, por favor, la mitad al Sr. arzobispo de San Salvador   —151→   como signo de unidad». Otra vez lo que les decía del Señor de Esquipulas. La Iglesia vive la unidad en Centroamérica, es la política la que parte esta unidad. ¡Ojalá un día viviéramos esta fe que Cristo nos predicó: «Que sean todos una sola cosa».

RECORDATORIO A LOS COLEGIOS CATÓLICOS

Ha llegado la hora de abrirse ya los colegios, las escuelas. Y yo quiero recordar a los Colegios Católicos que tienen que meditar muy profundamente el reciente documento de la Sagrada Congregación para la Educación. Ustedes saben que la Iglesia vigila el ministerio de los Colegios Católicos a través de una congregación, diríamos: de un ministerio. El Papa ejerce su función de maestro también a través de los Colegios. Y yo quisiera recordar estas frases de ese Documento: «Que el Colegio Católico es un medio de servicio de la misión salvífica de la Iglesia, un medio para la formación integral del hombre en cuanto que es un centro donde se elabora y se transmite una concepción específica del mundo, del hombre y de la historia.

»Si un colegio católico quiere hacer honor a ese calificativo, tiene que estar al servicio de esa formación del juicio del hombre en la hora actual tal como la Iglesia lo promueve: su identidad, sobre todo hoy cuando el cristianismo debe ser encarnado en formas nuevas de vida por las transformaciones que tienen lugar en la Iglesia y en la sociedad, particularmente a causa del pluralismo y de la tendencia creciente a marginar el mensaje cristiano». Son palabras del Papa -diríamos- exigiendo a los Colegios Católicos no vivir unas tradiciones que lo aparten del Magisterio, no vivir unas acomodaciones para quedar bien con ciertas familias sino ser mensajeros de la verdad de la Iglesia para nuestro tiempo cambiante.

«Una verdadera misión -dice el Documento- por colaborar más inmediatamente con el apostolado jerárquico, ya sea por medio de la enseñanza de la religión, ya sea por la educación religiosa más general que trata de promover ayudando a los alumnos a lograr -este es el objetivo de un colegio católico- una síntesis personal entre la fe y la cultura, y entre la fe y la vida». Que no suframos ya esa vergüenza de que salen del colegio católico aquellos que aprendieron la fe pero en la vida no la traducen en obras y viven las injusticias, los pecados, los desórdenes de una sociedad corrupta. Si el colegio católico quiere ser un misionero de la Iglesia, tiene que recordar que toda misión debe estar en conexión, en comunión con el Magisterio de la Iglesia. «Y por eso, el colegio en cuanto a Institución Apostólica -dice el Documento- recibe un mandato de la jerarquía y tiene que estar en comunión con la jerarquía». No se puede concebir un colegio católico que quiera seguir una línea distinta del Magisterio de la Iglesia. Tengámoslo muy en cuenta para saber calificar un colegio si es verdaderamente católico o no.

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VIDA RELIGIOSA

Finalmente, hermanos, quiero alegrarme con la vida religiosa tan exuberante en nuestra Iglesia particular. En estos días hemos instalado a las Bethlemitas en una misión en El Paraíso. A las Religiosas de la Asunción en Chalatenango, desde donde atenderán Potonico. Las Guadalupanas irán muy pronto a Arcatao. Allá se está preparando un curso de adaptación, de capacitación para esta misión nueva que la Iglesia confía a las Religiosas.

Tuvimos también el gusto de saludar a Superioras Generales de las Congregaciones que han visitado El Salvador en estos días. La Superiora General de las Dominicas de la Anunziata que trabajan en Santa Tecla, Suchitoto, Quezaltepeque. A la Superiora General de las Oblatas al Sagrado Corazón que trabajan en el Colegio Sagrado Corazón, en Aguilares, en Lourdes, en Dulce Nombre de María. A la Superiora General de las Oblatas al Divino Amor que dirigen el Colegio La Sagrada Familia, la Escuela Católica María Dimagio y trabajan pastoralmente en Citalá.

Como ven, hermanos, hay tantas cosas en las cuales el mensaje evangélico se encarna que da gusto pensar en una Iglesia activa de verdad que prolonga el misterio de Cristo en El Salvador. De allí que la homilía es muy fácil deducirla. De las 3 lecturas que acaban de escuchar 3 preciosos pensamientos para vivirlos íntimamente como cristianos, ir aprendiendo a lo largo del año litúrgico el misterio de Cristo.

1.º) DIOS QUIERE SALVAR A TODOS LOS HOMBRES.

2.º) SAN PABLO EN SU EPÍSTOLA DICE QUE DIOS QUIERE SALVAR HACIENDO UN PUEBLO YA EN ESTA TIERRA.

3.º) DIOS SALVA EN EL PUEBLO, QUITANDO LOS PECADOS DEL MUNDO.

El evangelio de Cristo bautizado y presentado como el Cordero que quita los pecados del mundo.

1.º) DIOS QUIERE SALVAR A TODOS LOS HOMBRES

EL SIERVO DE YAHVÉ, LUZ SALVÍFICA DE LAS NACIONES

En el primer pensamiento donde el profeta Isaías nos habla en esos pintorescos capítulos del siervo de Yahvé. ¿Quién es ese siervo de Dios? Queda en un misterio: puede ser un personaje misterioso, puede ser el mismo pueblo de Israel, pero en todo caso es una profecía que señala a Jesucristo, el verdadero Siervo de Dios. Este Siervo de Dios recibe un encargo: reunir las escasas fuerzas que han quedado al pueblo disperso en el destierro. Pero le dice Dios: es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob, te hago luz de las naciones para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.

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Como nos llena de esperanza, hermanos, nosotros hombres de 1978 aquí en El Salvador estamos abarcados por esa mirada universalista de Dios en Cristo. Te hago salvación de todos los confines de la tierra. He aquí el día del Señor de Esquipulas, Cristo Crucificado presente en Centroamérica, en nuestra Diócesis, es el Siervo de Dios, es Cristo en quien creemos que nos ha reunido en esta misa, en todas las comunidades donde están reunidas meditando esta palabra. «Cristo se hace presente -dice el Concilio- en la palabra del sacerdote que predica, en el misterio del altar que se celebra, en la comunión que recibimos, en los sacramentos que purifican. Es el Siervo de Dios salvando todos los confines de la tierra».

NADIE ESTA EXCLUIDO DE LA SALVACIÓN

Nos debe llenar de entusiasmo saber que nadie, yo, pues, no estoy excluido de la salvación. Que Dios llama a todos, y por eso este grito de la justicia de la Iglesia cuando rechaza la violencia, el escándalo de los fariseos, la mentira, el crimen, la persecución. No es con sentido de venganza, nunca. Es con sentido de amor llamando a los pecadores que se conviertan, que los está queriendo salvar Dios. Que los que mataron, que los que calumniaron, que los que persiguieron, son invitados por Dios, son el hijo pródigo que el padre está esperando para salvarnos.

A mí me da mucho gusto, hermanos, perdonen Uds. que son fieles que me escuchan con amor, con devoción, que les diga que me da más gusto que me escuchen los enemigos. Me están escuchando porque sé que les llevo una palabra de amor. No los odio, no deseo venganza, no les deseo males. Les pido que se conviertan, que vengan a ser felices con esta felicidad que ustedes los hijos de la parábola que siempre estuvieron con el Padre, gozaron las alegrías de su fe, sintieron como me dijo un amigo ayer con tanto cariño: «Sepa que todo lo bueno está con usted». Hermanos, yo no sé distinguir entre bueno y malo. Todos son hilos de Dios, a todos los quiere el Señor. Un llamamiento universal de salvación está aquí en las lecturas de hoy.

2.º) DIOS QUIERE SALVAR HACIENDO UN PUEBLO YA EN ESTA TIERRA

a) EL SENTIDO DE PUEBLO

Pero mi segundo pensamiento: quiere Dios salvarnos en pueblo. No quiere una salvación aislada.

De ahí que esta Iglesia de hoy, más que nunca, está acentuando el sentido de PUEBLO. Y por eso la Iglesia sufre conflictos porque la Iglesia no quiere MASA, quiere PUEBLO. Masa es el montón de hombres; cuanto más adormecidos, mejor; cuanto más conformistas, mejor. Y la Iglesia rechaza   —154→   la calumnia del comunismo de ser opio del pueblo. Ella no quiere ser opio del pueblo. Otros son opios que adormecen y quieren masas adormecidas.

COMUNIDAD DE HOMBRES DONDE TODOS CONSPIRAN AL BIEN COMÚN

La Iglesia quiere despertar a los hombres en el verdadero sentido de pueblo. ¿Qué es pueblo? Pueblo es una comunidad de hombres donde todos conspiran al bien común. Y el bien común, ¿qué es? El Concilio dice: «Es una serie de condiciones donde los grupos humanos, las familias, los individuos, viven un ambiente para perfeccionarse, para hacerse cada vez más hombres».

EL HOMBRE, SU RAZÓN DE SER

La razón de ser de una sociedad, de una comunidad política no es la seguridad del Estado, es el hombre. Desde que Cristo dijo: «No es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre», está poniendo al hombre como objetivo de todas las leyes, el objetivo de todas las instituciones. No es el hombre para el Estado, sino el Estado para el hombre. Y el hombre, tal como lo concibe el desarrollo de la humanidad.

EL PASO DE CONDICIONES MENOS HUMANAS A MÁS HUMANAS

Quiero leerles esta incomparable página del Papa Pablo VI en su Encíclica Populorum Progressio que la acaba de citar el Papa- precisamente para los salvadoreños en el discurso al Señor Embajador. En la Populorum Progressio, en el n.º 20 ustedes pueden leer esto: «Así podrá realizar en toda su plenitud el verdadero desarrollo, que es el paso para cada uno y para todos de condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas». ¿Ven? No es un amontonamiento de gente, es el paso de cada hombre y de todos los hombres hacia condiciones más humanas y el Papa lo describiré aquí.

DE CONDICIONES DE VIDA MENOS HUMANAS

Tengámoslo muy en cuenta porque esto es el pueblo:

Cuando no se vayan realizando en cada salvadoreño estas cosas menos humanas: las carencias materiales de los que están privados del mínimum vital y las carencias morales de los que están mutilados por egoísmo. Menos humanas las estructuras opresoras que provienen del abuso del tener o del abuso del poder, de la explotación de los trabajadores o de la injusticia de las transacciones.

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Estas son condiciones menos humanas. ¿No les parece aquí ver reflejadas ciertas cosas en El Salvador?

A CONDICIONES DE VIDA MÁS HUMANA

Pasar a condiciones más humanas. Y el Papa lo describe: «Más humanas el remontarse de la miseria a la posesión de lo necesario, la victoria sobre las calamidades sociales, la ampliación de los conocimientos, la adquisición de la cultura. Más humanas también el aumento en la consideración de la dignidad de los demás, la orientación hacia el espíritu de pobreza». Es admirable que el espíritu de pobreza está puesto aquí por la Iglesia entre las condiciones más humanas. El ser pobre, vivir espíritu de pobreza no es infradesarrollo, es desarrollo humano. Cuando más vive un hombre el espíritu de pobreza, es más humano; y cuanto más sea víctima de la avaricia, es menos desarrollado moralmente.

«Más humana -dice el Papa- la cooperación en el bien común, la voluntad de paz. Más humanas todavía el reconocimiento por parte del hombre de los valores supremos y de Dios, que de ellos es la fuente y el fin. Más humanas, por fin, y especialmente la fe, don de Dios, acogida por la buena voluntad de los hombres. Y la unidad en la caridad en Cristo que nos llama a todos a participar como hijos en la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres». ¡Qué bella expresión de un pueblo!

El día en que todos los salvadoreños salgamos de ese amontonamiento de condiciones menos humanas a situaciones personales y nacionales de condiciones más humanas, no solamente de desarrollo que se queda aquí en lo económico sino que nos eleve hasta la fe, la adoración de un solo Dios, será el verdadero desarrollo de nuestro pueblo.

b) TENEMOS QUE HACER PUEBLO DESDE LA IGLESIA DE DIOS EN UNA SOCIEDAD PLURALISTA

Y aquí es donde San Pablo nos habla de una Iglesia de Dios en Corinto. Y podríamos trasladar de una Iglesia de Dios en San Salvador de una Iglesia de Dios en cada pueblo; donde sacerdotes y obispo en comunión trabajan una promoción de los hombres que no es subversión, que no es comunismo, que no es afán de acaparar el poder. Respetamos el poder temporal, pero si queremos crear en la conciencia del pueblo un sentido de pueblo, no de masa; una promoción de individuos, un bienestar que no sea atropello de nadie sino que sea el amor y la fe entre los hombres, hijos de un Padre de todos los hombres.

Porque la Iglesia predica esta promoción se le ha calumniado; donde la Iglesia no predica esta promoción no tiene problemas. Por eso les digo a todos los agentes de pastoral -sacerdotes, religiosos, colegios católicos,   —156→   movimientos pastorales-: tenemos que seguir esta línea de San Pablo que dice: hacer la Iglesia de Dios, la comunidad que Cristo trajo. Inspirar en su amor para ser fermento de una sociedad pluralista. No es que la Iglesia quiera que todos se hagan católicos, sino que los católicos sean verdaderamente misioneros de este mensaje de promoción y sepan ser fermento de unidad, de promoción, de luz, de crítica también. Conciencias críticas que sepan desde los diversos modos de pensar el pluralismo, la diversidad que Dios ha querido. No cortarlos a todos con un solo criterio sino hacer de los hombres el pluralismo que engrandece -en la belleza del pluralismo- la unidad de la Patria, la belleza de nuestras propias cosas salvadoreñas.

3.º) DIOS SALVA EN EL PUEBLO, QUITANDO LOS PECADOS DEL MUNDO

Y por eso finalmente, hermanos, mi tercer pensamiento.

Cristo presentado en el Jordán, el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.

«Existía antes que yo», dice Juan. Yo le voy anunciando porque la salvación de los hombres consiste en recibir este bautismo del Espíritu que él trae. Vida de Dios que quiere injertar en el corazón de los hombres, renovación interior del hombre. Quitarle los pecados al hombre, a la familia, a la sociedad.

Esta es su misión encargada a la Iglesia. Misión difícil: arrancar de la historia los pecados, arrancar de la política los pecados, arrancar los pecados de la economía, arrancar los pecados allí donde estén. ¡Qué dura tarea! Tiene que encontrar conflictos en medio de tantos egoísmos, de tantos orgullos, de tantas vanidades de tantos que han entronizado el reino del pecado entre nosotros.

Tiene que sufrir la Iglesia por decir la verdad, por denunciar el pecado, por arrancar el pecado. A nadie le gusta que le toquen una llaga y por eso salta una sociedad que tiene tantas llagas cuando hay quien le toque con valor; tienes que curar, tienes que arrancar eso.

Cristo, cree en él, conviértete. Porque sólo él puede quitar los pecados de la sociedad salvadoreña y hacer la verdadera comunidad Pueblo que sea verdaderamente orgullo de Dios. Porque Dios ha creado los diversos pueblos como una familia. ¡Qué hermoso es pensar a Dios Papá de los pueblos! De unos pueblos que viven según su pensamiento y se aman con el pluralismo también de las naciones. ¡Qué diversidad de idiosincrasias! Piensen nada más en los países de Centroamérica. Cada uno tiene su fisonomía: cinco hijos de Dios.

  —157→  

¡Qué hermoso sería que estos cinco países -arrancando los pecados de su historia, de su política, de su sociedad, de sus relaciones- nos presentáramos en el día del Señor de Esquipulas, hermanos de Cristo, pueblos de Dios, promovidos de condiciones inhumanas a condiciones de Hijos de Dios, imágenes de su presencia en este pequeño mapa de C.A.

Queridos hermanos, ¿ven cómo la encarnación de Cristo que nace en Belén y se manifiesta en Epifanía tiene que ser luz concreta que ilumina nuestra realidad de El Salvador? Como salvadoreños y como Iglesia vamos a desear estas cosas, diciendo nuestro Credo.



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