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ArribaAbajoSólo de Cristo puede venirnos la verdadera independencia

23.º Domingo del Tiempo Ordinario
9 de septiembre de 1979

Isaías: 35, 4-7a.
Santiago: 2, 1-5
Marcos: 7, 31-37

Queridos hermanos:

Introducción: Otra vez en la Basílica; el Corazón de Cristo

Otra vez las circunstancias nos obligan a celebrar nuestra eucaristía en esta Iglesia consagrada al Sagrado Corazón de Jesús. Esto me llena a mí de mucha esperanza, porque el Corazón de Jesús es el símbolo del amor infinito de Dios mostrado en Cristo hacia los hombres. ¿A qué venimos cada domingo a misa? A empaparnos más, como cristianos, del misterio que está a la base de nuestra fe y de nuestra esperanza: el misterio de Cristo, misterio que no es otra cosa que el amor infinito, el proyecto infinito de Dios para salvar a los hombres, elevarlos y hacerlos con él, una sola familia. Peregrinamos entre las vicisitudes de la historia, entre las tentaciones y halagos del mundo. Hay el peligro de que nos vayamos quedando instalados en la tierra y olvidemos ese llamamiento amoroso de un Padre que nos espera con los brazos abiertos y que no sólo nos espera, sino que nos está dando para el camino nada menos que a su propio hijo, a Jesucristo.

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Las circunstancias de este mes nos impulsan a esta reflexión: el mes de la independencia, que suena como a un sarcasmo en unas horas de tantas esclavitudes. Por eso se celebra de distintas maneras hoy en nuestro pueblo. Hay quienes como que planean cosas espectaculares: de sangre, de tragedia. Así hay en el ambiente como una expectativa: ¿qué será septiembre para El Salvador?

Un reto... no temer a los hombres, sino hacerse digno instrumento de Dios

Por mi parte, yo creo que septiembre significa, para los cristianos, un reto. El reto de un hombre: la independencia. Pero no para tener represalias, hechos sangrientos, tragedias dolorosas, sino para ponernos del lado de Dios, junto a Cristo: «Señor, Tú eres el único que puede dar la libertad verdadera a los hombres. La independencia de nuestra patria, que se celebra el 15 de este mes, significa el reto de Dios mismo que nos ofrece su fuerza para ser libres. Entonces, la reacción de un buen salvadoreño, cristiano, no debe de ser de temor: «¿Qué va a pasar en septiembre? Los hombres no pueden más de lo que Dios puede permitirles para su bien o para su mal. «No cae de la cabeza un pelo sin el permiso de Dios», ha dicho Cristo. «No temáis», decía el Señor. Yo creo que hoy, más que nunca, necesitamos esa tranquilidad, esa seguridad. Más que temer a los hombres, temamos no ser dóciles en las manos de Dios.

El reto está aquí: solamente unidos con Dios, en Jesucristo, podemos ser artífices verdaderos de nuestra historia. Dios es el maestro de la historia, Cristo es la piedra angular de toda civilización: sólo en él hay consistencia. Entonces, yo les diría: hermanos, formemos un propósito -por amor a la patria- de ponernos al lado de Cristo y reflexionar: ¿qué quiere Dios de mi vida? Ojalá todos -y aun aquellos que con una sensibilidad evidente de lo social, de lo político, van por caminos extraviados- vayamos a decirles lo que Cristo les decía: «Sin mí, nada podéis hacer». Y unirnos a Cristo. Sólo en Cristo lo podemos todo, como decía San Pablo: «Todo lo puedo en aquel que es mi fortaleza, mi esperanza, mi orientación, el sentido de mi vida». Sin Cristo es un absurdo la vida humana, es convertir al hombre en chacal, convertir al hombre en fiera, en demonio. ¡Qué triste es el hombre separado de Cristo, apartado de Dios!

Figura central: Cristo y el sordomudo

Pues bien, las lecturas de hoy, precisamente, quisiera que las centráramos en la figura central: Cristo frente a un sordomudo. El sordomudo es la imagen del hombre esclavizado, marginado; no oye, no habla, no se puede comunicar. Expresión de una verdadera esclavitud. Cristo tocándole las orejas y la lengua, lo libera.

Las otras dos lecturas explayan la imagen de la esclavitud

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El desierto, sediento de agua y vida

Pero hay un complemento en las otras lecturas. Hay una imagen triste de la esclavitud: el desierto. ¡El desierto! Dicen que los beduinos, cuando atraviesan el desierto, oyen allá en la lejanía el zumbido del viento. Fantástico, como ellos son, dicen «¿Oyes cómo suena el viento?, ¡es el desierto que se lamenta y llora porque quisiera ser jardín!». Yo creo que no hay figura más elocuente de la necesidad del hombre que el desierto sediento, inmensidad de arena, estéril. Figura de la verdadera necesidad de independencia, de promoción.

El andrajoso marginado por el poderoso -el servil del poderoso

Hay otra figura en la segunda lectura de hoy, nos ha dicho Santiago -el hombre práctico-: el andrajoso que llega a una ceremonia litúrgica, y al mismo tiempo otro señor bien vestido y le dicen: «Pase adelante», y al andrajoso: «quédate ahí en la puerta siéntate en el suelo». Dos figuras de la marginación, de la esclavitud: el andrajoso marginado, y el servil más atento al señor que al hermano pobre. Éstas son las figuras de las lecturas de hoy.

SÓLO DE CRISTO PUEDE VENIRNOS LA VERDADERA INDEPENDENCIA

1. Cristo es Dios en persona que viene a liberar al hombre.

2. Es a todo el hombre al que le interesa salvar.

3. La salvación que Cristo nos trae no es destruyendo sino rehaciendo.

Creo que son pensamientos, que se sacan de las lecturas de hoy, tan oportuno para este momento trágico que se hace cada día más sangriento. Tengamos serenidad y con fe acerquémonos a esta reflexión de la palabra de Dios. Como complemento, de costumbre, veremos como se realiza esto en nuestra Iglesia de la Arquidiócesis y en nuestro ambiente del país.

1. CRISTO ES DIOS EN PERSONA QUE VIENE A LIBERAR AL HOMBRE

La Profecía:

¡Qué hermosa se oye la profecía del profeta Isaías, frente a los exiliados de Babilonia!: «Sed fuertes, no temáis, mirad a vuestro Dios que trae el desquite. Viene en persona, resarcirá y os salvará. ¡Viene en persona!». Ésta era la fe la maravilla inaudita que los profetas anunciaban. No va a mandar sólo profetas como eramos nosotros -decían aquellos hombres que hablaban en nombre de Dios-, es que él vendrá en persona. Y lo que os manda a decir, por medio de nosotros, no es más que la preparación de los   —230→   caminos. Preparar los corazones para que, cuando llegue en persona, pueda encontrar verdadera tierra nueva donde su palabra produzca fruto.

a) Ambiente de la profecía: necesidad de liberación

-El cautiverio de Babilonia

El ambiente en que se pronunciaba esta palabra era el cautiverio de Babilonia. Por los pecados de la tierra prometida, los invasores se habían operado de reyes y pueblos y los habían llevado con crueldad. Allá estaban. Hay salmos que nos cuentan la tristeza, la nostalgia de vivir lejos de la patria. Aquel precioso salmo de los sauces junto a los ríos de Babilonia que han inspirado tantas cosas de música y poesía es, cabalmente, la nostalgia del hombre que ama su patria pero que reconoce que por sus pecados han ido al desierto y espera un día el perdón de Dios: «Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos a llorar. Y cuando nos decían: cantad un cántico de vuestra tierra, les respondíamos: ¿cómo vamos a cantar en tierra extraña? Que se me pegue la lengua al paladar y se me seque la mano, si te olvidare, Jerusalén!».

-Cobardes de corazón

Este amor a la patria hace pensar, precisamente, en lo que hoy Isaías nos ha dicho: «Decid a los cobardes de corazón, y decir a los ciegos que veréis; y los oídos del sordo se abrirán...» Es decir, una situación. El hombre, queridos hermanos, vive necesitando de esa presencia de Dios, porque como que es nuestro destino humano: sin Dios, vivir bajo la opresión. La opresión del miedo, los cobardes de corazón. ¡Cuántos hay en nuestra tierra, ahora, cobardes de corazón, miedosos, temerosos, inseguros! Son signos de la necesidad de liberación, es el desierto que gime y llora queriendo un mundo mejor.

Pero una señal más evidente de la opresión del hombre es la enfermedad. Por eso, siempre habrá enfermos en el mundo: ciegos, sordos, paralíticos; los hospitales siempre tendrán oficio; muchas veces porque los hombres son crueles, les dan oficio.

Qué triste leer que en El Salvador, las dos primeras causas de muerte de los salvadoreños son: la primera es la diarrea; y la segunda, inmediatamente, es el asesinato; se muere por homicidio o por consecuencia de lesiones. Así está la estadística. De modo que, inmediatamente después de la señal de la desnutrición, la diarrea, está la señal del crimen, el asesinato. Son las dos epidemias que están matando a nuestro pueblo.

Éste es el ambiente en el cual Isaías habla -y hablaría a los hombres de hoy-: «Cobardes de corazón, enfermos -señales de la opresión, víctimas de la situación- ánimo, vendrá Dios en persona. Mirad a vuestro Dios que viene».

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-La profecía: figura de salud para enfermos, figura de floración del desierto

Y cuando ya está entre nosotros. Éste es el paralelismo bello del evangelio de San Marcos que se ha leído hoy con la profecía de Isaías. Isaías anuncia como una presencia de Dios, como una acción de Dios, el florecimiento del desierto, la salud de los enfermos. Así se representaban, por los profetas, las señales de la presencia personal de Dios en el mundo: los bienes mesiánicos. Los profetas no acertaban a distinguir porque veían a una distancia enorme los bienes ya presentes de la redención y los bienes escatológicos. Cuando ya termine la historia y se recoja todo el fruto de Cristo, entonces, ya no habrá crímenes, ya no habrá muertos; pero, mientras tanto, ya comienza el bien mesiánico. Ya podemos decir que el desierto está floreciendo y que los enfermos están siendo curados. Cristo mismo ya dio las evidentes señales cuando Juan Bautista le mandó a preguntar: «¿Eres Tú el Mesías o hemos de esperar a otro?» Cristo sólo le responde con los signos anunciados: «Díganle a Juan que ya están viendo los ciegos, que ya resucitan los muertos».

¡Ya hay señales de salud, Dios ha venido, ya está entre nosotros! Aunque sigamos viendo que la muerte pasea su bandera, y el crimen, también, se sacia de sangre, ya está vencida la muerte y el pecado. Ya es como una de esas ballenas heridas que tiran hacia el mar, pero van heridas, van a morir. «La última enemiga en ser vencida, será la muerte», dice San Pablo. La muerte ya está herida de muerte y se le van a escapar los muertos de la tumba. No canten victoria los pecadores, porque ellos ya están vencidos. El pecado, Cristo ya lo crucificó en su propia cruz y el que cree en Cristo ya tiene la victoria. Por eso, cobardes de corazón, ya Dios está entre nosotros; enfermos, paciencia que eso pasará; oprimidos, convertid en redención vuestro sufrimiento y vuestro dolor. Esto no quiere decir opio o pasivismo, sino que la lucha legítima pero sin perder la esperanza del Dios que ya está presente, sin apartarse de ese Dios y de esas orientaciones que el Dios de la historia va dando ya.

b) Presencia y misión de Cristo

La presencia misma de Cristo en el evangelio de hoy. Precisamente el evangelio de San Marcos tiene esto de típico: de que él no es el que menos enseñanzas de Cristo presenta. Porque a él le interesa decir que no es la doctrina de Cristo lo principal, sino la persona de Cristo que encarna el Reino de Dios presente en la tierra. Es hermoso pensar que el evangelio de San Marcos, que se lee en este año -año de tragedias para El Salvador- nos está diciendo que lo que Isaías anunció en su profecía ya es verdad en Cristo. Y todo aquél que cree en Cristo -en esta Basílica del Sagrado Corazón hay tantos motivos para creer en su amor- ya está redimido, ya no tiene necesidad de la cobardía, del temor. Es tiempo de que los cristianos fortalezcamos nuestro ánimo y no seamos cobardes, no nos dejemos deprimir   —232→   por las circunstancias, sino, al contrario, apoyar en el Señor -presente ya en la historia- nuestra debilidad, nuestra desorientación. Como cieguitos, como sordos, agarrémonos de la mano de Jesús. Él nos va llevando a la victoria, vendrá la luz de nuestros ojos, vendrá la claridad de nuestra historia propia salvadoreña. Sólo él nos puede dar la verdadera independencia.

-La fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso... los pobres... criterios de Dios y de los hombres

En la segunda lectura se habla también de esta presencia cuando Santiago nos dice a los cristianos: «No quieran unir dos extremos irreconciliables, la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso y la acepción de personas». Es inconcebible que se diga a alguien «cristiano» y no tome, como Cristo, una opción preferencial por los pobres. Es un escándalo que los cristianos de hoy critiquen a la Iglesia porque piensa por los pobres. ¡Eso ya no es cristianismo! El cristianismo verdadero es el Cristo que le dice, por medio de Santiago, al cristiano: «¡Es irreconciliable!, si tienes fe en el Señor Jesucristo glorioso, trata como a hermanos iguales a ricos y pobres, que no te engañe la apariencia...»

Es que muchos, queridos hermanos, creen que cuando la Iglesia dice: «por los pobres», ya se está haciendo comunista, ya está haciendo política, es oportunista. No, si ésta ha sido la doctrina de siempre. La lectura de hoy no fue escrita en 1979, Santiago escribió hace veinte siglos, lo que pasa es que los cristianos de hoy nos hemos olvidado de las lecturas que deben de regir la vida de los cristianos.

Cuando decimos «por los pobres», no nos parcializamos hacia una clase social -fíjense bien-. Lo que decimos -dice Puebla- es una invitación a toda las clases sociales sin distinción de ricos y pobres. A todos les decimos: «Tomemos en serio la causa de los pobres como si fuera nuestra propia causa»; más aún, como de verdad es: es la causa de Jesucristo que en el día de juicio final pedirá que sólo se salven los que atendieron al pobre con fe en él: «todo lo que hicisteis a uno de esos pobrecitos marginados, ciegos, cojos, sordos, muchos, a mí me lo hicisteis». Él nos está dando el ejemplo: que su presencia, que todavía vive gracias a Dios, y una Iglesia que trata de renovarse a pesar de la persecución y de la incomprensión, seguirá siendo la misma política de Dios. Ésta sí es la política verdadera: la que trata a los hombres no como hombres de primera clase y de segunda clase, sino la que dice: «No puede haber acepción de personas en aquél que cree en el glorioso Señor Jesucristo, encarnado en la miseria de los hombres».

2. ES A TODO EL HOMBRE AL QUE LE INTERESA SALVAR

Es una palabra de los últimos documentos de la Iglesia, sobre todo, en el Concilio Vaticano II, en la encíclica Populorum Progressio de Pablo VI,   —233→   donde dice: «Todo el hombre es el que hay que salvar; alma y cuerpo, corazón y espíritu, trascendencia y temporalidad».

a) Las esclavitudes

Lamentablemente, queridos hermanos, somos el producto de una educación espiritualista, individualista. Donde se nos enseñaba: procura salvar tu alma y no te importe lo demás. Como decíamos al que sufría: «Paciencia, que ya vendrá el cielo, aguanta». ¡No!, no puede ser eso, eso no es salvar, no es la salvación que Cristo trajo. La salvación que Cristo trae es la salvación de todas las esclavitudes que oprimen al hombre. Ya decíamos, en las lecturas de hoy, cuáles son esas esclavitudes: figuradas en el desierto, en la aceptación de personas, en los criterios del mundo para relacionarnos con los hombres. ¡Son esclavitudes! Es necesario que el hombre que vive bajo el signo de tantas opresiones y esclavitudes -el miedo que esclaviza los corazones; la enfermedad que oprime los cuerpos, la tristeza, la preocupación, el terror que oprime nuestra libertad y nuestra vida- rompa todas esas cadenas. ¡Por ahí hay que comenzar!...

¿No les parece una esclavitud, que verdaderamente humilla, ser servil? Con tal de quedar bien con los poderosos se tiene que humillar a los humildes...

b) La liberación en Cristo

Dios trae el desquite

Fíjense como se anuncia, en la primera lectura, la liberación que Dios trae: «Dios vendrá en persona, Él trae el desquite, él resarcirá, él dará salud a los cuerpos, él hará florecer el desierto». ¡Qué frases más magistrales para pensar lo que es la verdadera liberación que Dios quiere: ¡el desquite! No es una venganza de egoísmo, es el poner las cosas en su puesto, es el decirles: todos son hermanos, ya no hay por qué unos humillen a otros. El desquite de Dios será su amor, que lo sepan comprender todos los hombres.

Resarcirá

¡Él resarcirá!, como cuando se ha ofendido a alguien y viene alguien a resarciar, a reparar, a pedir perdón. Viene Cristo, precisamente, a esto, a pedir perdón el Padre porque los hombres lo han ofendido con tanta acepción de personas, porque lo han ofendido con tantos temores y opresiones, que no son fe en Dios. Cuando Cristo muere en la cruz está resarciendo, está trayendo el desquite. Éstos son los desquites, estas son las reivindicaciones que Dios quiere, las que se apoyan en el desencadenamiento de nuestro corazón del propio pecado. Ahí está la causa y todo aquel que grita, habla y hace obras de liberación, pero: oprimiendo, matando, haciendo el mal; no ha comprendido que la verdadera violencia que salva es la   —234→   que se hace uno a sí mismo. Resarcir a Dios por mis pecados y desde mi propio corazón...

Este hombre total tiene una dimensión trascendente y una dimensión histórica. Por eso en el gesto de Cristo yo quisiera ver estas dimensiones.

c) Misión trascendente

En primer lugar: Cristo se preocupa de un sordomudo. Cristo, si fuera de verdad la espiritualidad individualista o egoísta, hubiera pasado como el sacerdote de la parábola, sin hacerle caso al pobre sordomudo; sin embargo, se detiene frente a él y con la paciencia de quien administra un sacramento hace estos gestos sacramentales: le pone sus dedos en las orejas y con saliva le toca la lengua. Miren que potencia la del cuerpo de Cristo. Cristo es Dios en persona, encarnado en un cuerpo de hombre, y todo lo que Cristo toca tiene potencia de Dios. Los dedos de Cristo, dedos de hombre como los míos, pero dentro de él iba lo que no va en mí: la persona divina del Hijo de Dios. ¡Toca la enfermedad y sana! Podría haber hecho florecer el desierto materialmente como calmó las aguas y las tempestades.

Hay potencia en Dios. Por eso. Él, a aquel sordomudo, al que tal vez no le podía hablar porque no le oía -era sordo- con un gesto se lo dice todo: tocándole las orejas y la lengua y levantando los ojos al cielo, y dando un suspiro. Éstos son los gestos que hablan aún al mudo necesitado de lengua y al sordo necesitado de oído: las señales de la liberación. Les estaba diciendo: «Tú tienes un destino trascendente -cielo-, yo mismo he venido de allá». Que dulce debió ser aquella mirada de Cristo hacia el Padre: la infinidad con Dios. Éstos son los verdaderos liberadores, hombres que no olvidan que sólo en Dios está el destino de la liberación del hombre. Hombres que saben orar y que saben elevar, hasta lo que no entienden, al sentimiento de Dios. Ésta es la dimensión de toda redención. ¿De qué le hubiera servido al pobre sordito y mudo que Dios le hubiera dado una lengua expedita y unos oídos bien claros, si, después, no los usa para Dios y se condena? ¿De qué sirve la belleza del mundo, de qué sirve, el dinero en la tierra, de qué sirve tener mucho si no se es más trascendente? Ésta es la promoción que Cristo quiere del hombre en su dimensión trascendente.

d) Dimensión histórica

Pero esto no quiere decir que el hombre solamente sea trascendencia; sino, lo que hoy necesita más nuestra liberación es la dimensión histórica. Quiero anticiparles -espero, esta semana, les pueda entregar mi carta pastoral- que al hablar de los servicios que la Iglesia presta en El Salvador para la situación crítica del país, entre ocho cosas que ofrecemos, ofrezco   —235→   esto; «Promover la libertad integral del hombre a partir de un concepto del hombre, un concepto integral que el Papa en Puebla calificaba así: El hombre es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en cumplimiento de su misión. El hombre es el camino primero y fundamental de la Iglesia».

Se trata de este hombre concreto, histórico, tal como hoy vive. Y, por eso, los padres, en Puebla, tratamos de ver el hombre latinoamericano y de ahí yo deduzco al hombre salvadoreño, nosotros, al que yo visitaba en estas visitas a los tugurios; que vive allí en la miseria, en la pobreza, en el hambre. A este hombre es al que tenemos que anunciar: «cierto que oro y plata no tenemos como Iglesia pero te queremos dar lo que tenemos: en el hombre de Jesús de Nazaret, levántate y camina». Promuévete, no queremos hombres masa, no queremos hombres que los manipulen, queremos hombres verdaderas imágenes de Dios que, aunque vivan en el tugurio, en el monte, sean respetados. Son iguales que el señor que vive en la capital...

«Este ideal -digo en mi carta pastoral- recoge todas las dimensiones de la realidad del hombre, sin excluir ninguna, reducir la fe a la mera promoción de lo social y de lo político. Sin embargo, debemos hoy recalcar la dimensión social e histórica de esta liberación tal como lo pide Puebla, que dice: El evangelio nos debe de enseñar que ante las realidades que vivimos no se puede hoy, en América Latina, amar de verdad al hombre y por lo tanto a Dios, sin comprometer a nivel personal y, muchas veces, incluso a nivel de estructuras con el servicio y la promoción de los grupos humanos y de los estratos sociales más desposeídos y humillados, con todas las consecuencias que se sigan en el plano de estas realidades temporales».

Por tanto, la dimensión del hombre es trascendente pero también histórica, temporal, concreta. Es ese hombre llamado a la salvación eterna pero que hoy se está muriendo de hambre o no tiene el salario debido. Es ese hombre que tiene una vocación para el cielo pero también Dios lo ha creado para ser feliz en la tierra. Es el hombre que será hermano en la eternidad con toda la humanidad pero ya tiene que aprender a ser hermano en la tierra, no para odiarse ni para matarse uno contra otro.

El destino de los pobres: ricos en la fe

Cuando Cristo, a través de Santiago dice por qué no hay que despreciar al pobre por preferir al rico, hace una pregunta que podía ser un examen de conciencia para cada uno de nosotros: «Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad; acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que le aman?» No basta ser pobre, pobre pero amando a Dios, pobre en gracia de Dios. Es que los pobres -dice la Iglesia y la revelación divina- tiene como cierta capacidad mayor que otras clases sociales para percibir el mensaje y la redención de Jesucristo.

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Por eso la dimensión de la tierra no la podemos olvidar pero también es a partir de su conversión. Porque dice: «Los eligió para hacerlos ricos en la fe». Y que por su amor a Dios ya disfruta un destino eterno que -Dios- lo mira ya en su preferencia aquí en la tierra. Queridos pobres, la mayoría de los que estamos haciendo esta meditación, porque yo quiero contarme también entre los pobres. Porque sé que sólo en ese camino y en ese ambiente nos podemos encontrar de verdad, con sinceridad y autenticidad. Tratemos de ser dignos de esa preferencia de Dios. Seamos pobres, dignos de que Dios nos haga ricos en la fe y ricos en el amor al Señor. Ésta es nuestra riqueza; no ambicionemos otra mientras no sea para nuestro desarrollo, también, en la dimensión histórica. Porque yo no quiero ser, como alguien ha dicho en el Bloque Popular Revolucionario, que yo soy opio. ¡Nunca!, estoy diciendo que, precisamente, estas promociones a la trascendencia son para excitar más la promoción de lo histórico, de lo social, de lo económico, de lo político. Estoy diciendo que Dios no sólo ha hecho el cielo después de la muerte para el hombre, sino que ha hecho esta tierra para todos los hombres. ¡Esto no es opio!...

-Interioridad... llevándolos aparte

Hay un detalle que yo quisiera que lo profundizáramos, no tanto en el tiempo, sino en la intensidad de nuestra reflexión. Cuando Cristo quiere tratar la promoción de este sordomudo, nos dice el evangelio: «...llevándolo aparte». ¡Qué gesto más significativo para nuestra hora! San Marcos, fiel a su ideal teológico, nos presenta un Cristo que lleva el misterio del Reino de Dios pero que el pueblo no se lo puede comprender. Por eso, él trata de ocultar muchas cosas que él pudiera hacer lucir. ¡Las oculta! A aquellos que son sus íntimos -los apóstoles- les reprocha, muchas veces, no hacer lo posible de comprender esta intimidad. Pero ante el pueblo él es, más bien, reservado, porque a su hora Dios dirá la palabra que necesita el pueblo para presentar al Hijo de Dios.

Pero aparte de este sentido teológico del reino de Dios oculto como un misterio en Cristo, y por eso aparta al sordomudo, yo quisiera ver este otro gesto: «...la muchedumbre», el ruido del mundo, los gritos de los parlantes, la música estentórea; todo eso aturde, aturde. Sólo hay una cosa donde el hombre se encuentra con Dios y donde Cristo pudo hacer los gestos de trascendencia y de amor al pobre mudo: la soledad, la interioridad -que decíamos el domingo pasado-. Hermanos, hoy hay mucho ruido: tomas de iglesias y con el ruido de los parlantes todo el día, que ya cansan al vecindario; manifestaciones, tiroteos, gritos. Todo eso no salva ni eso no lleva un trasfondo de interioridad, de reflexión, de planificación; es demás, nos están arruinando más.

Dice el Concilio, lo que hoy hace falta al mundo no son sólo técnicos de las artes, de las ciencias, de las cosas exactas; hacen falta, sobre todo, los técnicos en humanidad. Lo que hoy hace falta a la civilización es la   —237→   sabiduría, la reflexión. Por eso, yo voy pidiendo como un mendigo a todas partes; ¡recen!, ¡recen mucho por la Iglesia!, ¡reflexionen! Y si es cierto que aquí yo estoy usando también parlantes, pues, es necesario para la comunicación. Pero las cosas son para lo que deben ser, si un parlante es para transmitir un mensaje de reflexión, de serenidad, de paz, también de justicia, y de una denuncia, también, valiente, ¡bien usados los parlantes! Pero usados únicamente por demagogia, no hacen bien...

Grábense bien esta frase de Pío XI -un Papa de frases cortas y bien cinceladas- que bien podían ser el comentario de este gesto de Cristo: «...llevándolo aparte, lo curó». Decía el Papa: «El bien no hace ruido y el ruido no hace bien».

3. LA SALVACIÓN QUE CRISTO NOS TRAE NO ES DESTRUYENDO SINO REHACIENDO

No es una salvación que destruye, sino una salvación que rechace; rehacer, hacer de nuevo.

Cristo, el hombre que rehace

Cuando el profeta Isaías, que se ha leído hoy, anuncia el carácter del Mesías en la figura misteriosa en el Siervo de Yahvé, dice esta frase que muchos no la comprenden: «Él no quiebra la caña cascada, él no apaga la mecha que todavía humea». Frases lindas para decir: Cristo no es el hombre iracundo que ya, porque se le quebró una caña, la acaba de quebrar y la tira por allí. Sino que, con la mansedumbre de un médico, la endereza, la remienda y ya tiene, otra vez, la caña buena. No apaga el fuego porque ya sólo quedó una brasita entre cenizas. Con paciencia aparta la ceniza, comienza a soplar, le pone una tuza, un poquito de ocote, de leña y comienza a hacer el fuego otra vez. Ésta es la comparación de Cristo. Es el hombre que rehace.

Llama a los pecadores

¿Qué otra cosa es Cristo entre sordos, mudos, leprosos, pecadores? Los hipócritas lo reprochaban: «Miren, su maestro come con los pecadores y está prohibido en la ley». «Hipócritas -les dice Cristo-, no son los sanos los que necesitan el médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, esos ya están camino del cielo, he venido a llamar a los pecadores». Es hermoso en estos días -en que en El Salvador nos estamos tirando los platos unos contra otros, como si el otro tuviera la culpa y yo no, yo soy víctima- mirar para dentro; y mirar en que yo estoy necesitado de Cristo. Porque el que cree que no necesita de Cristo, ni del Papa, ni del obispo, ni de la Iglesia, es un orgulloso. Es uno de aquellos que dice la Virgen en el cántico del Magníficat: «Desecha a los orgullosos de corazón y recibe con cariño a los humildes».

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Cristo es el hombre que rehace la historia de su propio pueblo. Se diría que los desechos humanos, el resto de Israel, la pita que ya va a reventar por lo más débil, Cristo la coge a tiempo y la une y de ahí sale la salvación para todo el mundo.

Se encarna y se hace uno de nosotros

¿Qué otra cosa es la encarnación? «Dios -dice San Pablo- no tuvo reparo en dejar su dignidad de Dios para hacerse uno de nosotros. Más aun, esclavo hasta morir en una cruz como morían los esclavos. Los ciudadanos romanos nunca daban una sentencia de crucifixión contra un paisano. Era indigno del ciudadano libre de Roma morir crucificado. Morir crucificado era sentencia de muerte de esclavos, de bandidos, de gente indigna de desechos de la sociedad. Ésta es la muerte que Cristo aceptó, la de un bandido. Por eso los primeros cristianos tenían tanta dificultad en presentar el crucifijo, porque decían: si ese hombre murió así, no es digno de que se le adore. Así destruyó Cristo su propia dignidad, precisamente, para acercarse a lo más profundo donde había caído la dignidad del hombre y levantarla. «Por eso -dice la misma frase, el mismo texto- Dios lo exaltó y le dio un nombre sobre todo nombre, de modo que a su nombre se dobla toda rodilla en el cielo, en los abismos, en la tierra». Ésta es nuestra esperanza, el Cristo que se encarna y que se hace uno con nosotros. Nosotros debíamos de asumir, queridos hermanos, también la humanidad tal como está.

Dichoso el salvadoreño que en esta hora no se avergüenza de su propia patria, pero la asume, no para hacerla peor, ¡sino para rehacerla! Dichoso el salvadoreño que en este día, en este mes de la independencia, reconoce: No todo es gloria en mi patria. El himno que cantamos, suena, muchas veces, a un sarcasmo horrible, sin embargo, yo quiero que ese himno sea cantado un día por el futuro, al que yo debo de contribuir con una promoción del hombre en todas sus dimensiones.

Jesús resucita y su resurrección es el hombre que da la vida eterna. Desde el día en que Cristo sale glorioso de su tumba ha comenzado la nueva historia de la humanidad. Y los pueblos pueden sentir su redención en la medida en que crean en esa vida eterna resucitada en Cristo. «Ya -dice el Concilio- la transformación del mundo comenzó en Cristo resucitado». La Iglesia tiene ese empeño de seguir predicando, domingo a domingo, y en cada misa: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor Jesús!...»

En resumen, mi pensamiento ha sido éste:

Dios viene en persona a salvarnos. Es Cristo entre las necesidades del mundo.

Segundo, la promoción que Cristo quiere hacer del hombre es todo el   —239→   hombre en su dimensión trascendente, en su dimensión histórica, en su dimensión espiritual, en su dimensión corporal. Es todo el hombre al que hay que salvar. El hombre en sus relaciones sociales, el hombre que no considere a unos más hombres que a otros, sino a todos hermanos y con preferencia a los más débiles y más necesitados. Éste es el hombre integral que la Iglesia quiere salvar. ¡Difícil misión! La catalogarán muchas veces entre subversivos comunistas y revolucionarios, pero la Iglesia sabe cuál es su revolución: la del amor de Jesucristo.

Y porque la revolución de la Iglesia es la misma de Cristo, mi tercer pensamiento ha sido éste: no quiere deshacer, no quiere destruir, sino rehacer, y de la propia debilidad y miseria humana, por eso llama a conversión. Porque si el que oye es un criminal, mañana puede ser un apóstol. ¿Cómo rehízo Cristo a Pablo, el perseguidor? Una autoridad eclesiástica drástica hubiera lanzado excomunión contra ese Saulo. Pero Cristo, que no apaga la mecha que aún humea, lo manda a un director espiritual, lo bautizan, lo mandan al desierto a reflexionar y viene hecho otro. El apóstol que puede decir: «No soy digno de llamarme apóstol porque perseguí a la Iglesia. Pero la gracia de Dios no fue vana en mí». Como quisiera yo, hermanos, que un día, todos los que hoy van sembrando el terror como Saulo por Jerusalén y la Tierra Santa se convirtieran. Después de una reflexión profunda, como quisiera yo que en vez de que los que han sido mandados a matar gente, o los que mandan a matar antes de dar esa orden, o de ejecutar esa orden por dinero, reflexionaran un poquito: ¿Qué voy a hacer? Creo que muchos se detendrían...

LA MISIÓN DE CRISTO HOY EN SU IGLESIA

Por eso, yo trataré de aplicar ahora, en nuestra propia historia, estos rasgos de la palabra de Dios. Les invitaría a que miráramos la misión de Cristo hoy en su Iglesia. Y que miráramos el desierto del mundo ensangrentado, doloroso, corazones cobardes. Todo eso que nos ha dicho la necesidad de liberación. La Iglesia le puede dar liberación a ese mundo porque de ese mundo surgen, como el rumor del desierto, voces muy buenas. No son manifestaciones cristianas pero yo leo en los periódicos ciertas expresiones de reclamo, de petición. Es el desierto que gime y hay que atender esas voces. La Iglesia que ve en esos brotes del Espíritu Santo, que también habla en el mundo profano, ella que lleva la fuerza del Espíritu, se encuentra con esos corazones nobles del mundo; podría realizar el milagro de hacer florecer nuestro desierto.

¿Cuál es la Iglesia? Tratemos de que esa Iglesia que ahora les voy a describir -nuestra Arquidiócesis- y la Iglesia Universal, no se confunde con el pueblo en general de El Salvador, sino que con la selección que Cristo ha escogido por el bautismo y forma la Iglesia. Jamás confundamos, queridos hermanos, la Iglesia pueblo de Dios con el pueblo salvadoreño, la patria.   —240→   Son cosas distintas aunque un mismo hombre puede ser salvadoreño y miembro del pueblo de Dios, pero son dos aspectos de su personalidad: como Iglesia tiene que ser el hombre que cree, que espera, que pone toda su confianza en Cristo nuestro Señor. Hace una Iglesia cada vez más comprensiva y servidora del mundo, sin traicionar su propia identidad, no vende por ventajas de la tierra sus ideologías cristinas, su fe y su trascendencia. Ésta es la Iglesia concreta de la cual yo doy estas noticias.

HECHOS DE LA SEMANA EN NUESTRA ARQUIDIÓCESIS

Una reunión del clero esta semana, en que, precisamente, los sacerdotes de toda la diócesis estudian la manera de hacer comunidades eclesiales de base. Secunden a los queridos sacerdotes, queridos hermanos laicos, incorporándose a esos pequeños grupos de reflexión. No es nada malo lo que estamos haciendo, es la reflexión de la palabra de Dios y lo que esa palabra exige al hombre en su compromiso histórico en la tierra.

Esta Iglesia lamenta la enfermedad de estos sacerdotes: el padre Cristóbal Cortez, que todavía reside en esta Basílica, sufre una operación; ya está en camino de recuperación. El padre Antonio Vides, párroco de Fátima en la colonia La Rábida, ha estado muy enfermo durante varios días; pidamos por su salud. El padre Raúl Flores tuvo un pequeño derrame cerebral, pero ya se recupera, gracias a Dios. Y Monseñor Óscar René Campos, que aunque no pertenece a nuestra diócesis pero es muy amigo de la diócesis, está en fase de recuperación.

Entre los sacerdotes, quiero mencionar un sacerdote calumniado esta semana: el padre Bernardo Fernández Trejo, joven párroco de la parroquia del Corazón de María, difamado por un falso católico que lo llama «Lobo con piel de oveja». Yo quiero expresar no una respuesta a ese artículo, insolente, sino una solidaridad de cariño y de pastor, de sinceridad y honradez, con la persona del padre Fernández Trejo y con su congregación claretiana. Quiero aprovechar esta oportunidad para decir a todos los que me escuchan: que el Arzobispo está muy contento de que la congregación claretiana y, hoy, en especial, el padre Fernández Trejo, tengan la responsabilidad de esa parroquia, que la están llevando muy bien... A este propósito, repudiamos la calumnia, han llegado muchos testimonios de solidaridad. Pero especialmente quiero referirme a la del consejo de coordinadores de la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento de El Salvador, que tiene su sede en aquella Iglesia y que trata continuamente con el padre y que está muy lejos de creer que es un «lobo con piel de oveja». Así, como ellos también saben que ser católicos no quiere decir creer en «vírgenes y ángeles», ser católico quiere decir ser más respetuoso con los sacerdotes y saber adaptar aquellas orientaciones que los pastores dan en sus parroquias.   —241→   Lo que pasa es que el padre llamó la atención, como lo explican los adoradores, porque cuando él salió a decir la misa, allá en la puerta de la Iglesia estaban como en una recepción social más atendiendo a las amistades del mundo que el culto de Dios. Esto es lo que él llamó la atención y molestó. Así tenemos que, muchas veces, la Iglesia por el celo de Dios, naturalmente, recibe el reproche de los hombres cuando no aman el celo de Dios. Quiero agradecer estos gestos de solidaridad que han llegado de diversos sectores de aquella parroquia.

A las religiosas, también quiero referirme, porque la vida religiosa, entre nosotros, queridos hermanos, es una señal de presencia de la Iglesia que hemos de estimar mucho y nos alegran sus éxitos como la fiesta de profesión y fiestas patronales que van a celebrar hoy las hermanas pasionistas. Las carmelitas de Santa Teresa llevan hoy seis postulantes al noviciado. Las franciscanas van a tener este mes una promoción de bachilleres, todas religiosas. Las betlemitas llevan a la profesión nuevas novicias. Y no sé cuantos detalles más, pero me alegro de que en nuestra comunidad de la Arquidiócesis la vida religiosa de mujeres esté tan floreciente. Ojalá, las jóvenes, las familias, atiendan un poco, en el silencio de sus meditaciones y sus vidas, y puedan acuerpar esta presencia de Cristo a través de la vida religiosa y consagrada.

En las comunidades también hay cosas muy bonitas como en Ateos y Tepecoyo, donde el padre Manuel Loarca y las Hermanas de la Caridad prepararon una confirmación de jóvenes, todos conscientes de que la venida del Espíritu Santo supone un nuevo compromiso cristiano.

Las hermanas de la Asunción que cuidan la zona de la Chacra me llevaron a ver la situación difícil de aquella gente, sobre todo, en los días del temporal. Muchas casitas, arrimadas al barranco, perciben, naturalmente, la humedad del temporal, lo que atenta contra la salud, sobre todo de los niños.

En Aguilares, una comunidad donde el martirio está haciendo sus selecciones dolorosas, pero gloriosas. Allá nos mataron al catequista Jesús Jiménez, del cual pueden leer en Orientación un precioso testimonio, yo iré a unirme con aquella gente en este homenaje que con verdadera justicia le debe de tributar la Iglesia a quien se entregó aun sabiendo que corría el peligro que le llegó.

En San Francisco, Mejicanos, hoy a las 7 de la noche se le entregará la parroquia, que dejó al ser asesinado el padre Rafael Palacios, al padre Juan Macho Merino, que representando a la congregación de Padres pasionistas va a tener allá un grupo de jóvenes teólogos, vocaciones para su congregación. Nos atenderá la parroquia, colaborando en aquella viciaría.

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Quiero felicitar a Cursillos de Cristiandad. Tuve una reunión con su secretariado diocesano. He notado mucha madurez cristiana en los que han perseverado, llevando ese método de maduración cristiana cuando no se aferra a métodos, sino que vive el Espíritu que vivifica y sabe solidarizarse con el pastor que es el responsable de la pastoral de la diócesis. Quiero a este propósito decir, hermanos, que en esto se conoce un auténtico católico: en que está con su obispo: si no está con su obispo no puede decirse buen católico... Esto no quiere decir que el obispo va a tener un despotismo: «Hagan lo que yo digo». Porque, precisamente, el servicio que el obispo da está en función del pueblo. Precisamente, en esta reunión que yo menciono de Cursillos de Cristiandad, hicimos una reflexión tan profunda que yo creo que el obispo siempre tiene mucho que aprender de su pueblo y, precisamente, en los carismas que el Espíritu da al pueblo, el obispo encuentra la piedra de toque de su humildad y de su autenticidad. Yo quiero agradecer a todos aquellos que cuando no estén de acuerdo con el obispo tengan la valentía de dialogar con él y de convencerlo de su error, o de convencerse de su error.

Las enfermeras del Seguro Social tuvieron un gesto bonito al mandar a celebrar una misa de agradecimiento por la solución pacifica de su conflicto laboral. Yo al darle gracias a Dios les decía a ellas: «Ojalá un día no sea sólo el grupo de enfermeras en esta capilla, sino toda la patria de El Salvador, dándole gracias a Dios porque ha encontrado caminos de racionalidad, por que ha encontrado el diálogo verdadero y la comprensión de las dos partes en conflicto. ¡Qué hermosas son las soluciones cuando las dirige la razón!, que es el distintivo del hombre, no la fuerza bruta que es el distintivo de los animales...

Este fin de semana, en los cantones Los Martínez y Jardín de la parroquia de Tejutla, se han reunido los cristianos en sus ermitas, a celebrar unas jornadas de oración y ayuno por la paz del país y por la unidad de la Iglesia. Éstos son gestos que me llenan de mucha satisfacción, porque la oración y el ayuno, la reflexión en la palabra de Dios, son las fuerzas de nuestra Iglesia.

Quiero agradecer a esta Iglesia la solidaridad que le manifestó la CUTS cuando dice: «...muy en especial buscar la solidaridad que los obreros debemos impulsar en favor de la Iglesia Católica, que tan tenazmente ha sido perseguida en los últimos años, incluyendo asesinatos de sacerdotes, exilios de sacerdotes y una campaña publicitaria en contra de las posiciones -a nuestro juicio justas- que ha manifestado la Iglesia Católica de El Salvador». Y muy en particular se refiere aquí a algo personal que yo les agradezco muy profundamente.

Agradezco aquí una carta que llegó por un conducto muy honroso para nosotros, la Señorita Teresa Drumon junto con un reverendo pastor   —243→   metodista. Me trajeron una carta del Dr. Jorge Lara-Braud. Ustedes recordarán, fue aquel pastor que participó conmigo en la homilía cuando celebramos el funeral del padre Octavio frente a Catedral. Sus palabras todavía vibran en nuestro corazón. Se ve que la simpatía nos ha unido en el amor en Cristo. Envían una carta en la cual mandan un sentido profundo de solidaridad no sólo para mi persona, sino para todos ustedes que forman esa comunidad que a él lo dejó verdaderamente prendado, dice.

Esta Iglesia de la Arquidiócesis necesita de todos

Todos hacemos la Iglesia. Una de las ayudas que yo quisiera sugerirles como más urgente, es que nos ayuden a la difusión del periódico Orientación. Nunca había tenido un tiraje tan alto como en nuestro tiempo, pero todavía falta mucho para llegar a todas partes, de modo que los cristianos -campesinos o de la ciudad- que quieran ayudarnos, aun corriendo el riesgo, que se presenten a la Administración cualquier día de la semana y se comprometan a ayudarnos a difundir la Palabra de Dios. Naturalmente, que si es verdadera Palabra de Dios lleva algo explosivo y no muchos la quieren llevar. Si fuera una dinámica muerta ya nadie le tendrá miedo. Por eso, la redacción, el cuidado de hacer una Orientación que de veras oriente pero en el verdadero sentido de la vida de la Iglesia. Una Iglesia que por sus medios de comunicación quiero promover la dimensión histórica, tiene que encontrar choques en la historia. No basta la dimensión trascendente, que eso es muy bonito escribir de lo trascendente. Lo histórico y lo trascendente en equilibrio, eso es lo que tratamos de hacer de nuestros medios de comunicación social.

Por eso me valgo de esta oportunidad para decirles que en YSAX hay un nuevo esfuerzo por mejorar. Una de las cosas, que quizás un poco egoístas, les quiero recomendar es el nuevo programa de mis homilías en trozos. Se reproduce un pequeño pasaje de la homilía del domingo a las 6.30 a.m.; a las 11 a.m. y a las 5 p.m. Es un cuarto de hora y no por ser mío, sino porque yo trato de hacer de la homilía del domingo -gracias a la paciencia, la bondad de ustedes que me escuchan y difunden esta palabra, y a los que a través de la radio les puede servir de algo- el momento fuerte de la evangelización de nuestra Arquidiócesis. Por eso le agradezco a YSAX el prolongar, como ecos en la semana, este magisterio desde la cátedra de la misa de la Arquidiócesis. Porque yo celebro mi misa unido con toda la Arquidiócesis. Yo siento presentes aquí a todos los párrocos, comunidades religiosas, comunidades de fieles. Cuando sé que me escuchan allá por Arcatao, por Chalatenango, por Cuscatlán, siento que no estoy fuera de puesto porque yo estoy presente allí, también, en espíritu y con cariño...

EN LA IGLESIA UNIVERSAL

Quiero felicitar -ya saliéndome del nivel de nuestra Arquidiócesis misma- a Monseñor Barrera, obispo de Santa Ana. Porque ha promovido en   —244→   estos días de la patria una campaña de oración y de verdadero amor a la Patria. En el periódico salieron sus declaraciones y yo suplicaría, quienes quieran hacer bien a la patria, secundar estas orientaciones de mi querido hermano en el episcopado: oración y amor verdadero a nuestra patria.

El Papa nos invita a orar por el fin de la guerra. Dice que esta será su intención en su próximo viaje a las Naciones Unidas. Que va a hacer ese viaje como una continuación del que Pablo VI realizó el 4 de octubre de 1969. El Papa se lamenta que la historia de nuestro siglo es la historia de la guerra. Él vivió -como yo también viví en Europa- los tristes años de la segunda Guerra Mundial.

El Papa también, se refiere a los damnificados de la República Dominicana, pidiendo que ayudemos moral o económicamente. El desastre del huracán David costó 1,000 muertos, 3,000 heridos, 400 desaparecidos -también los ciclones desaparecen-, 150,000 refugiados y una pérdida de 1,500 millones de dólares. ¿Cómo se va a rehacer esta pobre nación? Esperamos que la creatividad de aquella gente del Caribe sabrá arrancar a su tierra fértil lo que le arrasó el huracán.

EN LA VIDA CIVIL

El huracán tuvo entre nosotros consecuencias muy trágicas. En nuestra patria el temporal nos dejó: en la colonia marginal Renson-Irca murieron siete personas que eran miembros de una misma familia, la familia Vásquez; en el barrio Lourdes al final del Pasaje Arriaza, murió soterrado Nelson Armando Rojas; en el barrio del Calvario, en San Pedro Masaguat, murieron otras tres personas al caerles una pared de bahareque. Más de 750 familias residentes en los poblados y caseríos de la Bocana del Río Paz, en Ahuachapán, resultaron damnificadas al desbordarse el río. Sus cultivos fueron arrasados.

Todas estas víctimas, hermanos, no sólo son del temporal, sino que lo triste es que es una situación que delata nuestra manera pobre de vivir. Me dio verdadero horror la descripción que hace el periódico al describir la casita que se hundió: «... paredes sencillas, de improvisado bahareque, techo de láminas viejas. Está ubicada como a 10 metros de distancia del paredón que da a la planicie de la entrada de la Policía de Hacienda -y dice- en esas zonas pasa la vía férrea, y en las hondonadas que no se utilizan para el mercado, se han ubicado cerca de mil familias. Las construcciones empiezan frente a la Policía... etc» O sea que una vivienda como ésa no merece el nombre de vivienda. Así viven miles y miles. De modo que la carta de Santiago apóstol tiene una actualidad espantosa entre nosotros.

La violencia entre nosotros ha crecido esta semana por motivos políticos. He de lamentar, sinceramente, el asesinato del Profesor José Javier   —245→   Romero, hermano del Señor Presidente. Me solidarizo con los comentarios de YSAX que han condenado el crimen.

Acerca de las declaraciones hechas por el Señor Presidente, también, yo quisiera que se tomaran en cuenta estas palabras. Recordó que en los crímenes políticos anteriores, las víctimas han sido o bien funcionarios del gobierno o bien hombres de empresa; «pero ahora -dijo- han buscado tocar a mi propia familia en abierta provocación, como queriéndome obligar a que reaccione para luego justificar sus actos. Pero no lograrán su objetivo...» Es una expresión magnánima y ojalá que no sigamos esta carrera violenta de venganzas estúpidas cuando la víctima es una persona inocente.

Campesinos del Bloque Popular Revolucionario causaron daños en la hacienda Talcualuya, Opico, administrada por el ISTA. Hirieron al administrador, Raúl Valencia, quemaron equipos y muebles. Yo me acordaba, en este momento, de una grabación que me mandó el padre Astor Ruiz de Estelí, donde está trabajando en Nicaragua. Dice que está instalado en una sacristía de Iglesia porque aquello quedó desolado. Que un colegio lo destruyeron ciertos guerrilleros, pero que el movimiento de liberación sancionó esa actitud loca de esos muchachos. Porque la liberación de Nicaragua no llevaba el signo de la anarquía, del crimen. Sí, hubo ciertamente excesos -en toda guerra los hay-, los obispos señalaron esos excesos. Hubo más bien una reivindicación inteligente, unida. Yo creo que en esto nuestra reivindicación nacional está muy torcida, porque no es quemando haciendas, quemando buses, haciendo estas cosas como vamos a construir. Estoy recordando que Cristo, la liberación que trajo, no era destruyendo sino rehaciendo.

Lamentamos el asesinato del Profesor Miguel Ángel Flores Joya en Santa Tecla. El asesinato de tres policías en la carretera a San Marcos, donde quemaron también, un radiopatrulla. Se atribuye a la FPL este asesinato de los policías.

En San Miguel ametrallaron a seis estudiantes y se teme el recrudecimiento en esos días. Yo quisiera hacer un llamamiento. ¡Sé que me escuchan! No es por sembrar odio sino por sembrar paz que yo les digo a unos y a otros; ¡cordura! No es destruyendo, sino rehaciendo, como Cristo nos dice, que vamos a hacer la patria. Es tomándose momentos serenos de reflexión no es el vértigo de la lucha y de la guerra el que nos haga irracionales. Sino que seamos teniendo en cuenta el espíritu verdadero del pueblo salvadoreño, el que ansía como el desierto la independencia verdadera pero no por caminos de sangre y de violencia, sino por caminos de racionalidad...

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Así se expresa los representantes de la industria del transporte. La Asociación Cooperativa que me visitó para pedirme la colaboración: «Durante los últimos meses hemos sido víctimas de grupos o de personas que se han dedicado a la tarea de quemar nuestras unidades de servicio de pasajeros, lo cual consideramos no tener arte ni parte de la situación en que atraviesa el país. Tal vez por la única razón de que personas mal intencionados o mal informadas se han dado a la tarea de manifestar que nuestra empresa es del expresidente de la república Coronel Arturo Armando Molina; por lo tanto, le suplicamos haga un llamado a la opinión pública: que las puertas de nuestra Asociación Cooperativa están abiertas para demostrar la realidad de nuestra empresa y que la opinión antes vertida es equivocada...» Es el diálogo antes de la violencia. Por eso les digo: ojalá tuvieran tiempo de reflexionar siquiera unos minutos antes de prenderle fuego a un bus. Unos minutos de reflexión antes de disparar el gatillo de la metralleta. Unos momentos de reflexión antes de dar la orden sangrienta de Herodes: «Ve a matarlo». ¡Si hasta Herodes sintió vergüenza de dar la orden! Y si hubiera reflexionado un poco, no hubieran decapitado a San Juan Bautista. Pero la pasión libidinosa, por una bailarina impúdica, muchas veces ciega la razón de los hombres. El orgullo de la organización, el orgullo de no doblar la cabeza, lleva a una humillación más tremenda: llevar las manos manchadas de homicidio.

Quiero referirme a la agrupación, también de transporte, que reclama a las autoridades eclesiásticas. Me fijo en ese detalle: «que se pronuncien y que les extraña el silencio...» Les digo: perdonen, desde mayo estoy diciendo que no es lícito quemar buses. La Iglesia ha proclamado en esto su palabra y la mantiene, y ahora la estoy ratificando. Sí estoy de acuerdo con ese pronunciamiento de los buceros: de que haya diálogo entre las agrupaciones que los toman como precio de las reivindicaciones y los empresarios, que inocentemente sufren pérdidas para ellos, para sus trabajadores, para sus familiares. ¡El diálogo! ¡Hablen! No actúen en la clandestinidad, sino lo que se busca honradamente hay que decirlo con la cara descubierta, no a escondidas. Hay que platicar. Entre todos coincidimos en una cosa: en buscar la solución de los problemas del país. Nadie se opone, más que aquellos que injustamente quieren mantener un orden; y a los cuales, también, los llamaremos: que ese orden injusto, esa violencia institucionalizada, tiene que cambiar también para no dar causa a tantas otras violencias que se provocan con esta situación.

Nuevo reclamo de desaparecidos. Ya lo hemos dicho varias veces, sin embargo, nos aflige la perseverancia de estas madres, esposas, hijos que llegan al Arzobispado: hagamos algo. No se ha sabido nada de Carlos Antonio Mendoza Valencia, estudiante de los últimos años de medicina, cumple ya 72 días de captura y no se encuentra; su señora quedó embarazada y espera que su papá conozca a su tierno. Miguel Ángel Terezón Ramos, ya lleva 52 días de desaparecido; Santos Ortiz Asencio, capturado el 26 de   —247→   julio. Luis Alfredo Amaya desde el 17 de mayo, allá en Usulután. Son cartas para mí muy dolorosas, o visitas, cuando yo siento, también, con ellos, la incapacidad de poder hacer algo por ellos. Pero aquellos que lo pueden hacer, aquellos que saben donde están, ¡díganlo, por favor y saquen de angustia a tanta gente!

Ya fue liberado, gracias a Dios, el Señor Rafael Nieto Álvarez, secuestrado durante 84 días.

En cuanto a los conflictos laborales, yo tengo dos aspectos breves que decir. El primero es la urgencia de una legislación adecuada. Ya hace mucho tiempo que estamos clamando, junto con los obreros y sindicatos, la necesidad de una revisión. Pero no de una revisión que venga impuesta de arriba a abajo. Una revisión que tenga en cuenta las voces que sienten al vivo el problema: los sindicatos, los obreros. Ésta es la reforma que hay que hacer en diálogo de intereses mutuos: de empresarios, de obreros y de la autoridad. Que se dé más participación al obrero, si no se da esta situación laboral que hoy tenemos tan conflictiva, tan explosiva: rehenes en fábricas, en empresas, intranquilidades de familias, de empresarios. Todo esto sigue siendo la violencia del día, porque no existen canales legales de una expresión adecuada de los intereses laborales. Quiero decirles a los obreros, también que cuiden, como Cristo, llamado a la reflexión; que no se dejen manipular por intereses ajenos a sus reivindicaciones laborales. Y sean, también, ecuánimes en sus reclamos, teniendo en cuenta el conjunto social y no solamente su situación personal. Otros casos particulares los podrán leer en Orientación.

Yo quiero, finalmente, fijarme en dos declaraciones, que como les decía antes, aunque no vengan de la Iglesia ni de la fe cristiana son las voces del desierto, donde el Espíritu clama vida. Yo quisiera que las atendieran también.

Por ejemplo, el pronunciamiento de FENAPES. Federación Nacional de Pequeña Empresa, cuando insiste: «Las huelgas, tomas de fábricas, propiedades, iglesias, por un lado; los secuestros y asesinatos de maestros, estudiantes, sacerdotes, etc. Las fugas de capitales y las actitudes beligerantes de algunas publicaciones, lejos de contribuir a la comprensión y la calma, propician y animan un estado de psicosis colectiva, totalmente dañino para el logro de los objetivos que anhela la población». También, muy de acuerdo en esa atención a la clase media que en El Salvador, como cualquier país, son fuerza de salvación. No las destruyamos, ni las despreciemos, sino sepamos revitalizarlas y que ellas se revitalicen con criterios cristianos para ser, verdaderamente, la clase providencial en la situación del país. Cree necesario recordar a la ciudadanía en general que el logro de la paz social es necesario al concurso de todos los salvadoreños, incluso los que actúan como meros espectadores pasivos: a las asociaciones profesionales y   —248→   de gremio; deben de pronunciarse y aportar ideas alternativas de solución, razonamientos que concurran a una salida legal de pacificación y democratización de la salvadoreñidad. Muy de acuerdo, siempre hemos estado diciendo que en esta hora nadie tiene que ser pasivo y que el que más recibió tiene que dar más. El profesional, los gremios de profesionales, que no vivan sólo para sí, para sus ventajas, para su familia, que den lo que han recibido para el bien común de la patria.

El otro pronunciamiento es del Centro de Estudios Jurídicos. El cual, de manera especial, denuncia lo irrisorio que la Suprema Corte de Justicia ha hecho al recurso del habeas corpus. Algunos no saben que es el habeas corpus. Es aquella petición que la familia hace cuando le han capturado a un ser querido, algún familiar. Él presenta una denuncia con testigos. Que fulano de tal... en tal parte, a tal hora, fue capturado por tales y tales, y lo llevaron preso. Y pide exhibición personal. Eso es lo que se llama habeas corpus. Pues esto, infinidad de documentos han presentado a la Corte Suprema de Justicia, o creo que la Corte Suprema de Justicia tiene una gran responsabilidad en la situación de nuestro país. Por la flojera, por la irresponsabilidad, por la complicidad con que está tratando todos estos asuntos tan graves que lesionan la misma Constitución del país... Porque el habeas corpus es una institución amparada por la Constitución. No atenderla, y lo que es peor, prostituirla, combinándola con operativos de carácter militar, ¡es un horror! ¡Horroroso pecado contra la Constitución!...

Ésta es la Iglesia y éste es el panorama en que la Iglesia desarrolla su misión. Ojalá, queridos hermanos, que todos nos comprometamos en esta eucaristía de este domingo, junto al Cristo liberador, que lo que interesa es como a Cristo le interesa, venir en persona a salvarnos. Pero a salvar el hombre todo entero, en su dimensión trascendente y en su dimensión histórica.

Su método de salvar no es negativo, sino muy positivo no destruye sino que rehace. Hoy precisamente es lo que vamos a hacer. En el altar el sacrificio eucarístico nos da la presencia de Cristo muerto y resucitado. Allí comenzó la historia de la restauración, todo hombre por más pecador y traidor que haya sido cuando se incorpora a esta muerte y a esta resurrección ya se hace un elemento útil para la patria. Ojalá atendieran este llamamiento quienes hasta ahora no han hecho más que sembrar sangre, desolación, muerte, dolor, crimen. Ya es tiempo de que se conviertan y vivan. La Iglesia los ama demasiado, Dios los ama demasiado para estar tranquilo de que sigan caminando por esos caminos de sangre y de violencia.

La patria, madre querida, que espera de sus hijos el restañamiento de todas sus heridas, no quiere que la abofetemos más, que la hiramos más,   —249→   sino que desde nuestra situación, aun de traidores, le digamos como San Pablo convertido: no soy digno de llamarme tu hijo. Pero si me llamas y me convierto, puedo reparar con una vida patriótica, con una contribución positiva al bien común, a rehacer los enormes estragos que ha hecho entre nosotros esta situación irracional y violenta. Señor Jesucristo, somos el sordomudo, pero miramos tu gesto que nos eleva hacia el cielo y sentimos que tus manos divinas tocan nuestros miembros ateridos de horror, de tremenda miseria. ¡Sálvanos, Señor, que perecemos!...



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ArribaAbajoJesús es el verdadero Mesías

24.º Domingo del Tiempo Ordinario
16 de septiembre de 1979

50, 5-10
Santiago: 2, 14-18
Marcos: 8, 27-35

Queridos hermanos:

-Noticia del Papa. Piensa en El Salvador

Les agradezco su presencia, doblemente meritoria, porque faltan medios de transporte y el tiempo está muy mal -mucho temporal-. Sin embargo, me ha sorprendido gratamente encontrar una asistencia numerosa con la cual pueda compartir una gran alegría que yo traigo para participarla: ¡es el sentirnos, como pueblo salvadoreño, en el corazón del Papa! Esta semana su Santidad se refirió pidiendo oración nuestra patria, El Salvador, y por las innumerables víctimas de la sostenida lucha y tensiones internas, para que recibamos el bien de la paz sin la cual es imposible el verdadero progreso civil y humano.

El Papa pregunta por el Arzobispado

Además de esta alegría de carácter nacional y religioso, tengo también otra más íntima porque un personaje de mucha influencia en la Iglesia visitó nuestros países de El Salvador, Nicaragua, Honduras; y cuando regresó -conversando personalmente con el Papa- el Papa se interesó de manera especial por el Arzobispo de San Salvador... Este gesto de comunión, de su   —251→   aplauso, me hace sentir más íntima la satisfacción que me dio la noticia; porque este hombre imparcial, profundamente espiritual, hombre de iglesia, pudo decirle al Santo Padre lo que vio, lo que ustedes ven y viven. Pudo también aclarar varios aspectos que se distorsionan en informaciones mal dadas. El Santo Padre se vio como recibiendo de nuestra Arquidiócesis, de nuestro humilde ministerio, un testimonio de comunión con él y de alegría de sentirnos siempre seguidores de su magisterio. No necesito extenderme más, pero les digo que la alegría que me inunda es muy grande. Me da valor saber que el Santo Padre conoce mi trabajo y, sin duda, se siente en comunión con este Arzobispo...

El hecho es éste: que precisamente este momento dominical que yo veo como un regalo providencial del Señor porque nos congrega a todos los que sinceramente queremos conocer el pensamiento de la Iglesia -yo trato de aprovecharlo para dar una verdadera catequesis-. Si hay un título que me enorgullece es éste: el catequista. Yo quiero ser eso: el catequista. Yo quiero ser eso: el catequista de mi diócesis, el que trata de dar con la sencillez de una catequesis la instrucción que nos hace conscientes de ser una Iglesia de Cristo. Desde esa Iglesia de Cristo que se afirma, que se consolida en la fe, iluminar los contornos que nos rodean, sin los cuales no sería verdadera Iglesia servidora del mundo. Una Iglesia que nosotros queremos, fiel a la palabra de Dios, fiel reflejo de la voluntad de Cristo, para iluminar desde nuestra misma naturaleza de Iglesia -que la somos todos nosotros- la realidad, para que sea una iluminación evangélica.

Ministerio de Cristo, objetivo de la celebración del domingo: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?»

Por eso, las lecturas de hoy -que nos dan siempre el pie para nuestra catequesis- es siempre el misterio de Cristo. Pero hoy, ese evangelio que ha sido escogido para este año, el de San Marcos - el que recogió directamente de Pedro la enseñanza que daba en Roma-, nos dice uno de los comentaristas de aquellas homilías de San Pedro: «No explicaba ordenadamente sino que, según las circunstancias, iba presentando las enseñanzas y la vida del Divino Maestro». Y San Marcos por eso -decían aquellos comentaristas- escribió un evangelio que parecía poco ordenado pero que correspondía a una enseñanza de Cristo encarnado en las realidades de la Roma de Pedro, donde predicó ese evangelio. Pero comentaristas que en los tiempos modernos han profundizado más el evangelio de San Marcos, han encontrado un orden maravilloso más que todo de carácter teológico, de tal manera que hoy este pasaje que hemos leído constituye como la clave del evangelio.

Evangelio de hoy, momento culminante de Marcos

Los primeros ocho capítulos esclarecen el misterio del Mesías y la segunda parte, del octavo para adelante. San Marcos quiere esclarecer el misterio del Hijo del Hombre. Son dos calificativos de Cristo, que Cristo mismo   —252→   se encargó de empalmar. Ese empalme, precisamente, es el que encontramos hoy, cuando culmina la primera parte de la confesión de Pedro: «Tú eres el Mesías»; y la segunda parte ya se inicia cuando Cristo comienza a explicar qué clase de Mesías es él: un Mesías sufriente. Y enseña a Pedro y a los apóstoles como es su mesianismo.

-Confesemos como Pedro: «Tú eres el Mesías»

En esta cumbre del evangelio de San Marcos nos encontramos hoy. Es interesante que si venimos cada domingo a aprender el misterio de Cristo, hoy salgamos de nuestra misa con la convicción de Pedro: «Tú eres el Mesías», pero al mismo tiempo enmendando nuestro concepto falso que tal vez tenemos por las propias instrucciones de nuestro Señor Jesucristo: ¿qué clase de Mesías soy yo?

JESÚS ES EL VERDADERO MESÍAS

1.º El Mesías verdadero

2.º Falso mesianismo

3.º Los seguidores del verdadero mesías

El esquema es sencillo y simplemente es un repasar las lecciones que se nos acaban de hacer:

1.º EL MESÍAS VERDADERO

a) Un episodio sin el cual no existiera el cristianismo hoy

-Cesarea de Filipo = Antiguo Paneas

El episodio es pintoresco. Nos encontramos en Cesarea de Filipo. Era una ciudad muy antigua. Paneas se llamaba en la antigüedad pero cuando el tetrarca Filipo la reconstruyó en honor del César - Augusto- le puso Cesarea, y para que se distinguiera de la otra Cesarea marítima que está junto al mar, esta Cesarea que está a unos 40 kms. al norte desde del lago de Genesaret, la llamó así: Cesarea de Filipo.

-¿Quién dicen «los hombres»?

Allí están, en esos pintorescos alrededores de la ciudad reconstruidas por Filipo, donde Cristo hace una interesante pregunta: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?»

Los «hombres»: en San Marcos, encontramos como tres círculos con este título, «los hombres».

«Los hombres» son, en primer lugar, su círculo íntimo, sus apóstoles, los seguidores, los discípulos.

  —253→  

Pero más allá hay un círculo de indiferentes, gente que no necesariamente tiene interés por Cristo. Los hay siempre en torno de toda religión: los indiferentes. Y a éstos parece que se refiere el Señor: ¿Qué dicen «los hombres», los que no están con nosotros?

Más allá, Cristo encuentra un tercer círculo: los enemigos. Como lo va a decir a Pedro: «Tú piensas no como Dios, sino como los hombres, los enemigos de Cristo». Los que aquí se mencionan también son los que van a ultrajarlo, los que lo van a matar.

A este segundo círculo -inmenso círculo de gente indiferente, que ni ama ni odia a Cristo, pero siempre hay una inquietud- se había hecho noticia Jesucristo en su tiempo y hasta los más indiferentes pensaban de él.

-«Unos... otros...»

En ese ambiente es donde se oyen estas respuestas que los discípulos han recogido en sus comentarios que han oído por allí: «Unos dicen que eres Juan Bautista que ha resucitado». El mismo Herodes se asustó cuando le dijeron que Cristo andaba predicando. Dice: «¡Ése es Juan que ha resucitado!». «Otros dicen que eres Elías». Porque así lo esperaban los antiguos, que Elías que había sido llevado en las nubes iba a venir a preparar la venida del Mesías. «Otros dicen que eres alguno de los profetas». Cuando Cristo hacía milagros, decían: «Es el gran profeta que ha de venir», porque Moisés había dicho que Dios iba a dar otro profeta parecido a él. Éstas eran las opiniones.

-«Y vosotros» -responsabilidad de la vocación cristiana-

Pero él, entonces se refiere a su círculo íntimo: «Y ustedes, los que han compartido conmigo mis peregrinaciones, mis noches, mis días, mis enseñanzas, ¿quién dicen que soy?». Entonces surge la respuesta que da tema a nuestra homilía. Pedro le dice a Cristo: «¡Tú eres el Mesías!». Simplemente una palabra que dice mucho. «¡Tú eres el Mesías!» es como el fruto de todas las enseñanzas de los ocho capítulos de San Marcos: todos los milagros, todas las enseñanzas, todo lo que han visto en Cristo ya les hace sospechar, si no, no lo hubieran seguido dejando todas las cosas: «¡Algo grande hay en este hombre!». Al ir viendo sus revelaciones, su amor, su cariño, su ternura, su potencia. Hay una gracia de Dios en el corazón de Pedro como lo dice el evangelio de San Mateo: «No te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo». Nadie conoce el verdadero sentido de Cristo si mi Padre no se lo revela.

b) ¿Qué es el Mesías?

«¡Tú eres el Mesías!» quiere decir: «¡Tú eres el esperado!». ¿Qué era lo que esperaban los judíos con este nombre: «el Mesías»? ¿Qué es el Mesías?

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-Ungido... Cristo

El Mesías es una palabra de origen Arameo que traducido al griego es Cristo y traducido al español el Ungido. Cristo es el Mesías, es lo mismo que el Ungido.

Los ungidos en el Antiguo Testamento eran los reyes, los sacerdotes, los patriarcas; hombres que Dios escogía para una misión especial, especialmente el rey que era una presencia de Dios en la comunidad. Y ¡ay! del que tocara al ungido del Señor. Pero luego fueron siendo ungidos también los sacerdotes, esperaban en Cristo esas dignidades de profeta, de sacerdote, de rey.

-Un liberador del poder extranjero... Todas la esperanza de Israel... «El que ha de venir»

Un hombre extraordinario, algo que iba a revelar la presencia de Dios entre los hombres, que traía la liberación del pueblo. Una liberación que cada día sentía más la necesidad de venir cuanto que aquel pueblo humilde en el que nace Cristo es un pueblo continuamente invadido por extranjeros.

El tiempo en que Cristo llegó -como ustedes saben- Palestina era una provincia de Roma. Poncio Pilato era el representante del imperio que subyugaba al pobre pueblo de Palestina. Así surgía el anhelo de un libertador: «¡El que ha de venir!» ¿Recuerdan cuando la samaritana le contesta con esta frase a Cristo?: «¡Sabemos que ha de venir!». Era la expectativa del pueblo. Ha de venir alguien que nos traiga unos bienes que han anunciado los profetas: paz, libertad, unidad, alegría, bienestar, felicidad. ¡Un pueblo que carece de estos bienes anhela un mesías!

Esto es cuando Pedro dice; «Tú eres el Mesías!» Está dando una palabra al pueblo que es toda una esperanza. Por eso, Cristo, que ha recibido en carne propia la impresión de esa expectativa; una vez lo quisieron hacer rey cuando multiplicó los panes: «¡Éste es el gran Mesías, hagámoslo rey!». Él se escondió. Otra vez, también, el demonio que sospechaba de aquel Cristo como Mesías lo quiso someter a pruebas, subyugarlo a sus tentaciones. Él vence las tentaciones de un vano mesianismo. Cristo huye las aclamaciones de un mesianismo popular, mal entendido.

c) Precisiones importantes

Por eso, aquí comienzan en este capítulo 8 -al final- las aclaraciones de Cristo: «Les prohibió terminantemente decirlo a nadie». Porque todavía no lo comprenderán. «Van a ir ustedes, al mundo a enseñar que yo soy el Mesías, pero ahora aprendan ustedes, todavía». Es lo que dice Isaías en la primera lectura: «Me abrió el oído». Primero quería discípulos. Primero, queridos hermanos, antes de proclamar al Mesías, hay que conocerlo. Por   —255→   eso todo aquel que predica tiene que ser primero un alma- discípulo, que oye, que medita, que reflexiona, que ora.

-La precaución de un mal entendimiento y el tiempo para precisar conceptos es lo que obliga a Cristo: Espérense, no digan a nadie lo que acaban de oír a Pedro. Porque yo quiero tomar, de aquí en adelante, una tarea con ustedes. Es que el verdadero Mesías no es tan fácil como la popularidad lo está entendiendo.

-Mesías glorioso con el carácter sufriente del «Siervo de Yahvé»

El Mesías que Dios ha ideado y que ha mandado al mundo es un Mesías que ya fue anunciado en el tiempo de Isaías: «el Siervo de Yahvé». Es hermoso que, ahora, este sentido tan bonito de la liturgia moderna a un evangelio le ponga siempre el parelelismo del Antiguo Testamento. Siete siglos antes de que Pedro hiciera esta confesión, Isaías había marcado en un personaje misterioso que se llama «el Siervo de Yahvé» unas características que parecen inconcebibles para un Mesías. Parece que no puede empalmar esa profecía de alguien que da su mejilla para que le mesen la barba, de alguien que mete sus espaldas para ser golpeado, de alguien que va a ser coronado de espinas, ultrajado, escupido ¿Cómo es posible si se anuncia un gran rey Mesías? Isaías dice estas características de una víctima.

-Mesías- Hijo de Hombre; anuncio de la pasión

Éste es el trabajo de Cristo en el evangelio de San Marcos de aquí en adelante. Por lo menos tres veces aparecen los anuncios que han aparecido en el evangelio de hoy: «Subimos a Jerusalén porque el Hijo del Hombre va a ser entregado, va a ser humillado, va a ser maltratado». Es el símbolo del destino de la evangelización. Dice: «Padecerá mucho» no sólo cuando sufrió los días del jueves y viernes santo. Padecerá mucho porque todo su servicio es de humildad, de humillación; no va a ser comprendido.

Será rechazado por los dirigentes de Israel, tanto en el campo civil como religioso, sumos sacerdotes y gobernantes civiles lo rechazan. Es el símbolo de la persecución de la Iglesia que siempre ha existido y existirá.

-El rechazo de Dios

Pero ya ese rechazo al mismo tiempo está diciendo el triste destino del que rechaza a Dios. Dice San Juan: «El que no escucha mi Palabra ya está juzgado. El rechazo que me hacen a mí revierte en rechazo de Dios también». ¡Qué triste! Ojalá, queridos hermanos, que jamás vayamos a pertenecer a ese tercer círculo de los hombres que existen en la historia siempre, que rechazan a Cristo, que mal informan a la Iglesia, que persiguen, que distorsionan, que no la quieren comprender porque no es el mal sólo el que ellos rechacen a Dios, sino el mal que ellos se hacen rechazando a Dios.

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Ser ejecutado y resucitar = Kerigma

Será ejecutado, será muerto, será matado, pero al tercer día resucitará. Es una síntesis preciosa de lo que llamaban y de lo que llaman hoy el kerigma, el anuncio de que Cristo ha salvado al mundo por su muerte y su resurrección. Cristo nos da el ejemplo de cómo está lo esencial de la predicación: dar a conocer al pueblo que el Mesías, que ha de salvar con su potencia de Dios al mundo, tiene que soportar primero las humillaciones, la cruz, el asesinato, la tortura, la violencia inferida a él mismo. Pero de allí resucitará.

-El Plan de Dios es la reparación del pecado. «Sin efusión de sangre no hay redención» -dice San Pablo-. Es necesario que el Mesías que salva al mundo sufra, y el sufrimiento será una característica de la Iglesia y de los verdaderos seguidores de Cristo.

2.º LOS FALSOS MESIANISMOS

Que quede claro que el verdadero Mesías es un Mesías poderoso porque es Dios, pero sufriente y humillado porque es el Siervo de Yahvé, el Hijo de Hombre. No nos escandalicemos, sepamos comprender para no hacer de nosotros unos falsos seguidores de un falso mesías.

¿Cuáles son las características del falso mesianismo? Aquí están en las lecturas de hoy; yo he encontrado tres: Primera) en el incidente de Pedro un mesianismo sin cruz, sin sufrimiento. Segunda) en la represión de Cristo a Pedro: «Tú piensas como hombre y no como Dios»: un mesianismo político de intereses humanos, sin pensar en Dios. Tercera) la segunda lectura: un mesianismo de espiritualidad vana, una religión sin compromisos. Creo que es bien oportuno que meditemos la palabra de Dios y veamos cuál es el mesianismo que nosotros creemos.

a) Incidente de Pedro

Mesianismo triunfalista, sin cruz. Religión sin compromiso

Si esta mañana podemos decir como Pedro a Cristo: «Señor, Tú eres el Mesías». No nos vaya a reprender el Señor: «No has comprendido, vive como seguidor del verdadero Mesías». Eres un falso seguidor si como Pedro llamas aparte a Cristo y lo increpas y te escandalizas: «¡Eso no puede ser, Señor!, ¿cómo vas a subir a sufrir todo eso?». Sin duda que era buena voluntad la de Pedro, desde luego que lo seguía con tanto sacrificio y pobreza; sin embargo, no había entendido a pesar de que sus labios acababan de pronunciar la proclamación del mesianismo que tanto esperaba Cristo. ¡Qué desilusión, no me ha entendido! y le dijo una palabra dura: «¡Apártate, Satanás!» Eso es para Cristo todo aquel que quiere predicarlo sin cruz, sin sacrificio.

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Satanás fue el que tentó a Cristo en el desierto: «Si eres el Mesías, convierte estas piedras en panes». ¡Qué fácil te será que te crean y no estés aguantando tanta hambre! «Si eres el Mesías, tírate del pináculo del templo y los ángeles te van a recibir. Si quieres el dominio del mundo, póstrate ante mí y me adoras». Cristo rechaza las tentaciones del maligno. Todo aquel que quiera botar la cruz del verdadero Mesías, es falso seguidor; no ha entendido el mesianismo verdadero. Es un mesianismo triunfalista, es un decir: «Yo soy cristiano pero no me quiero meter en líos». Es el de aquellos que formaban comunidades o eran catequistas, pero cuando han visto la hora de la persecución, corren a esconderse; «Mejor esperemos mejores tiempos». Es el de aquellos que dicen: «¡Prudencia, no se metan tanto, cuidado!» ¡Cuánto abunda este Pedro, Satanás, en nuestro tiempo! Pero gracias a Dios hay también quienes como el otro discípulo dicen: «¡Vayamos en pos de él y, si es necesario, muramos con él!» Éstos son los que han comprendido que un Mesías no puede terminar su vida en un lecho de rosas, sino que tiene que caminar camino del Calvario con su cruz a cuestas, coronado de espinas, dando su espalda a los altigazos y morir en una cruz pobre, despreciado, desconocido.

El mesianismo sin cruz está muy de moda entre nosotros. Mesianismos sin compromisos, mesianismos facilones, mesianismos que, aun, a los que están trabajando quieren hacerlos retroceder. ¡Déjenlos! Si ustedes son cobardes, dejen a los valientes que sigan adelante. Y que éstos, que han comprendido el verdadero mesianismo, nos conviertan a nosotros los cobardes y nos den la verdadera clave que Cristo va a dar al final cuando trate de sus seguidores. Pero mirémoslo a él, que no es que aconseja y se queda atrincherado, sino que va adelante: «¡Síganme, tome su cruz!»

b) Mesianismo político

«Piensas como los hombres». Intereses de hombre

Otro falso mesianismo hoy, también muy de moda, es cuando Cristo le dice a Pedro: «Tú piensas como los hombres y no como Dios». Tal vez hay buena voluntad en las liberaciones reivindicativas del pueblo, las organizaciones políticas populares; todo aquel que se preocupa por la justicia social, todo aquel que ve evidente las injusticias, el atropello por todas partes y tal vez lucha, porque esto no puede ser así. Hoy nadie puede ser insensible a lo que está pasando. Todos tenemos que tomar acción, pero que no vaya a ser una acción como la que Cristo le critica a Pedro: sólo preocuparse de los intereses de los hombres sin pensar en los proyectos de Dios. Por eso fallan muchas iniciativas y estrategias de la política actual; porque sólo piensan como hombre, sin trascendencia, sin mirar el proyecto de Dios como Cristo lo miraba: «Sí yo soy el liberador. Yo soy el Mesías que Dios ha mandado pero ante todo quiero respetar la voluntad de mi Padre: Padre, si es posible, quita de mí este cáliz, pero no se haga como yo quiero, sino como Tú». Ésta es la verdadera liberación: la que arranca de la voluntad de Dios y en Dios tiene fijos los ojos para no apartarse a un falso mesianismo, a una falsa liberación.

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Diversas expectativas

¡Cuánta opinión política había en tiempo de Cristo! ¿Recuerdan cuando lo quisieron hacer rey? Era una visión de Cristo. Recuerdan cuando ya para subir a la Ascensión, todavía sus discípulos le dicen: «¿Es ahora cuando vas a restituir el poder del reino de Israel?». Es la visión de aquella mujer madre de los dos apóstoles, Santiago y Juan, que le dice: «Cuando establezcas tu reino, te pido que sientes a mis dos hijos uno a tu derecha y otro a tu izquierda». Es decir, que los hagas ministros de ese reino. ¡Visiones políticas!

Visión política es todo esto que hace pensar en Cristo como un liberador de la tierra. Así surgieron en tiempo de Cristo ¡Qué parecidos los tiempos de Cristo a los tiempos de San Salvador de 1979! Había muchas corrientes políticas, había grupos políticos populares; había también fuerzas armadas de la liberación; ahí están los zelotas, ahí está algún apóstol que también vino de la organización a formar parte del equipo de Cristo. Los tiempos son parecidos. En este tiempo tan politizado, de un pueblo oprimido por el Imperio Romano, donde hay visiones de hombre nada más, Cristo tiene que predicar un Reino de Dios. Tomemos en cuenta, hermanos, que a Cristo por encarnar una palabra de Dios en un pueblo politizado lo llamaron político, subversivo, anda subvirtiendo el orden desde Galilea hasta Jerusalén. Ésta era la sentencia que en definitiva preocupó a los políticos y al rey. Para arrancarle una sentencia a Poncio Pilato dijeron una razón política: «Si sueltas a éste, no eres amigo del César y todo el que no es amigo del César, lo vamos a denunciar». ¡Qué terrible la tentación política!, ¡qué tremenda la hora en que se pierde de vista la perspectiva de Dios! Y Cristo, aunque pierda la popularidad ante estas organizaciones que sin duda lo quisieron manipular, llevarlo a su partido, prefiere quedarse sólo. Pero no está solo el que está con Dios. El designio de la historia lo lleva Dios y eso es lo que vence a la larga, no los inmediatismos políticos, no los inmediatismos reivindicativos.

Hay mucho de justicia que se pide ahora y lo apoyamos como Iglesia, como Cristo lo apoyó. El derecho de organización, nadie lo puede violar. La represión que quiere deshacer los grupos organizados hace muy mal, porque la organización es un derecho humano que nadie lo puede violar. Las reivindicaciones que esas organizaciones piden cuando son justas, hay que oírlas. No está el asunto en reprimir una manifestación que va pidiendo, tal vez, cosas justas, sino en oír que dicen para saber atender por el bien común el clamor de un gran sector del pueblo. Por eso Cristo también apoya lo justo, lo defiende. Todo aquello que el derecho humano, que Dios, le ha dado, tiene que ser defendido; pero también Cristo no se deja manipular, no se deja parcializar.

Yo quisiera aquí hacer un llamamiento a los queridos cristianos: No les está prohibido organizarse. Es un derecho y en ciertos momentos, como el   —259→   de hoy, es también un deber. Porque las reivindicaciones sociales, políticas, tienen que ser no de hombres aislados, sino la fuerza de un pueblo que clama unido por sus justos derechos. El pecado no es organizarse, el pecado es, para un cristiano, perder la perspectiva de Dios. Si van cristianos a organizarse, no vendan su fe en Dios por los intereses políticos de la organización. Mantengan su fe limpia en el Señor.

Desde esa fe, iluminen en el diálogo con la organización las estrategias para que no pisoteen los sentimientos religiosos o nobles del pueblo. Sepan ser verdaderas voces del pueblo evangelizado por Cristo cuando hablan en el seno de sus organizaciones. Esto esperamos de los cristianos que, precisamente, tal vez, en una reflexión de la palabra de Dios encontraron su vocación política, como yo encontré también mi vocación sacerdotal. El hombre político es una vocación y si Dios le ha dado esa vocación tiene que secundarla porque Dios le pedirá cuenta de ese don que él le ha dado. Pero según Dios, que Cristo le diga como a Pedro: «No pienses como hombre nada más, piensa como Dios, tú, cristiano». Aquí me dirijo a todos, aun a los no organizados.

Dice el Concilio que el laico vive en el mundo junto con otros que no son ni cristianos, ni tienen fe, ni esperanza, pero el cristiano tiene que dar testimonio de la esperanza que lleva adentro, de la fe que lleva adentro. Nuestro bautismo nos ha comprometido con criterios evangélicos y no podemos juzgar el mundo con los pecados del mundo, con las injusticias del mundo. Un cristiano que se solidariza con la parte opresora no es verdadero cristiano; un cristiano que defiende posiciones injustas que no se pueden defender, sólo por mantener su puesto, ya no es cristiano. Busca las cosas de los hombres, ya no habla ni piensa de las cosas de Dios.

Es difícil, queridos hermanos, pero es necesario. El Señor se lo ha dicho a Pedro con una grave reprensión para que todos lo entendieran. Hay un gesto, de esos gestos que San Marcos recoge con un sentido fino psicológico. Dice que cuando Pedro llevó a Cristo para reprenderlo, Cristo se vuelve a los apóstoles, le da media vuelta a Pedro, le da la espalda a Pedro y se dirige a los apóstoles y a la gente para decirles lo que le reprende a Pedro: «Tú eres para mí Satanás, tú eres un seguidor de los criterios del mundo, tú no quieres que yo sufra. Pero mi Padre sí me manda a sorber el cáliz del sufrimiento y de la pasión. Tú no hablas como pensamiento de Dios, sino como pensamiento del mundo. ¡Apártate, Satanás!» Y comenzó a instruir a la muchedumbre como debe de ser el verdadero seguidor de Cristo.

El primer mesianismo, no lo olviden, es un mesianismo sin cruz, sin sacrificio. El segundo mesianismo es un mesianismo político, sin perspectiva divina. ¡Se sufre mucho! ¡Ya sé que sufren! ¡Cuántos matados hay en estos momentos en los que luchan por las reivindicaciones del pueblo! Ojalá   —260→   que todos pudiéramos decir: «Muriendo pensando como Dios». Que triste sería decir: «Muriendo pensando como Dios». Qué triste sería decir: «Muriendo, pero sólo pensaban como hombres». Yo quisiera la corona más bella para tantos héroes de nuestra hora, para tanto sensible a la cuestión social y política de nuestra hora. Bendito sea Dios que hay gente sensible a este momento. Pero sí quisiera elevarles esa sensibilidad como Cristo le quiso elevar a Pedro reprendiéndolo severamente.

No es mal querer cuando uno reprende, denunciar es un acto de caridad, es una corrección para decirles: Mira, no pierdas lo mejor por lo bueno. Es bueno lo que estás haciendo, pero si lo incorporas a Dios, a Cristo, es mejor todavía. Como quisiera que no me entendieran mal, sino que sintieran que mi pobre voz es la voz de un Cristo, de una Iglesia que se quiere solidarizar con sus esfuerzos reivindicativos, políticos, también. Pero que como Cristo yo no les podría decir: manipúlenlo todo al servicio de sus inmediatismos. Sino que les diría: Miren, tengan paciencia y ordenen toda su estrategia, toda su política, toda su manera de proceder hacia una gran política, la de Cristo, hacia una gran reivindicación, hacia una gran redención; aquella que arranca al hombre del pecado, del egoísmo, aquella que nos va a dar hombres nuevos para las estructuras nuevas.

No queramos, como decía Cristo, remendar trapos viejos con pedazos nuevos. Eso es muchas veces la reivindicación de la tierra cuando no se renueva el hombre entero. Es el hombre entero que hay que rehacer para que cuando vengan las nuevas estructuras hechas por hombres nuevos, tengamos de verdad trapos nuevos, remiendos nuevos. O más hermosos todavía, «vino nuevo en odres nuevos». Que de verdad hagamos un Salvador nuevo, pero no sólo cambiando estructuras con odios y violencias que no conducen a ninguna parte. Comencemos por ver qué es lo que Dios quiere. Renovémonos por dentro y seremos los hombres más adaptados para esa santa revolución que Cristo ha traído: la de las bienaventuranzas, la del amor, la de la renovación, la de la paz sobre la justicia verdadera.

c) Mesianismos de fe muerta

El tercer mesianismo falso es el de la segunda lectura, la lectura de Santiago, mesianismo de fe muerta, mesianismo que solamente aconseja pero no hace nada. Mesianismo sin sobras. Nos dice Puebla y yo lo cito en mi carta pastoral. A propósito, quiero decirles que ya ha comenzado a salir la pastoral pero como la semana fue bastante accidentada no me pudieron entregar toda la edición. Pero ya en estos primeros días de la semana sí tendrán a disposición el ejemplar de la pastoral, que se llama: «Misión de la Iglesia en medio de la crisis del país».

Cuando me refiero precisamente a un pecado dentro de nuestra Iglesia, la falta de unión entre los cristianos, tomo de Puebla un pensamiento que   —261→   nos da la medicina: dice que «la medicina está en la opción preferencial por los pobres. Y dice Puebla: «No todos en América Latina nos hemos comprometido suficientemente con los pobres; no siempre nos preocupamos por ellos y somos solidarios con ellos. Su servicio exige, en efecto, una conversión y purificación constante en todos los cristianos para el logro de una identificación cada día más plena con Cristo pobre y con los pobres». Pero la conversión que Puebla exige no es verdadera si no es una conversión radical a la justicia y al amor, a transformar desde dentro las estructuras de la sociedad pluralista, que respeten y promueven la dignidad de la persona humana y le abran la posibilidad de alcanzar su vocación suprema de comunión con Dios y de los hombres entre sí». En otras palabras, lo que nos divide aun dentro de la Iglesia y, mucho más, afuera de la Iglesia, los tres círculos que Cristo nos ha trazado hoy, es una fe muerta. La división está metida pero es porque los hombres no nos hemos convertido al verdadero ideal de Cristo.

Y el verdadero ideal es el que nos señala precisamente la segunda lectura de hoy: la opción. Es decir, el escoger como porción de mi vida, el entregarme a un interés como si fuera mi propio interés, los intereses de los pobres. Esto es lo que Santiago llamaría: las obras que prueban tu fe. No digas que tienes fe si no te preocupas de estas conversiones sinceras del evangelio. No digas que tienes fe cristiana si tu modo de vivir no se sacrifica un poco para darse, como entregarse a una causa para hacer un país nuevo de verdad. No basta con criticar, como la comparación que trae Santiago: «Ven a un pobre andrajoso que entra hambriento y le dicen: caliéntate, tienes frío. Come, estás con hambre. Vístete, estás desnudo. Pero no le das ni vestido, ni calor, ni comida. Eso es fe muerta»; de buenos consejos; no nos hace falta ya. Lo que queremos son hombres que encarnen el consejo y lo realicen de verdad. Hombres, como Cristo decía: «Si tienes dos camisas, dale una al que no tiene. Si ves que a tu puerta llega un pobre andrajoso, no lo trates con desprecio. Ve qué haces por él y mira que está llegando a tus puertas el mismo reto de Dios. No desprecies a nadie, porque todo lo que hagas con él, conmigo lo haces -dice Cristo.

Este mesianismo de fe muerta es un mesianismo muy pernicioso. Muy pernicioso, que muchas veces por justificarse le hecha lodo a la Iglesia: «¡Ya se metió a comunista!». Porque siempre que tocamos la justicia social se nos califica de comunistas. Pero la justicia social es la que está pidiendo Santiago en su carta. Es una carta que valdría la pena leerla muy en alto, sin comentario; y verían como Santiago habla mucho más fuerte que lo que se dice muchas veces en los púlpitos de nuestras Iglesias.

d) «Anticristo»

Quiero añadir a esta consideración de los falsos mesianismos, una respuesta a alguien que me preguntó hace poco y que me suplicó que dijera   —262→   en una homilía qué es el Anticristo. Pues aquí lo tienen: el Anticristo es esto que estamos diciendo. Es el falso mesianismo, es el falso cristianismo. En las cartas de San Juan que es donde aparece esa palabra el Anticristo, es como un personaje o algo que personifica a una ideología, que al final de los tiempos va a entablar una lucha con Cristo para arrebatarle todos sus seguidores. Y ¡ay! del que se deje engañar. Pero no es necesario esperar hasta el fin del mundo; los comentaristas de ese término, el Anticristo, tienen muchas opiniones. Ya San Pablo -dicen- mencionó un Anticristo presente, y posiblemente se refería a los perseguidores de Roma contra las comunidades cristianas. Como el Apocalipsis también menciona las fuerzas del mal. Pues bien, la encarnación, la personificación de esas fuerzas del mal, esto que Cristo le ha dicho a Pedro: «Tú no piensas como Dios, sino que piensas como hombre», ese pensamiento que le da la espalda a Dios, ese pensamiento de mundo, eso es lo que llamaríamos el Anticristo.

Tiene personeros, tiene organizaciones que lo encarnan muy bien. En nuestra patria es muy conocido el Anticristo. El Anticristo es aquél que va delatando la labor pastoral de nuestra Iglesia, el Anticristo es aquél que va denunciando al hermano campesino para estar bien con los de arriba. El Anticristo es todo aquél oreja de nuestras reuniones para irlas a mal intencionar... No esperemos, pues, un personaje mitológico. También Lutero y algunos de nuestros hermanos más furibundos llaman Anticristo al Papa, a la jerarquía católica. Es decir, el Anticristo es un término que se presta a muchas interpretaciones, pero creo que la verdadera es ésta que nos han dado grandes comentaristas de la Biblia cuando nos dicen todo esto que les acabo de expresar: todo lo que se opone al verdadero Dios, todo lo que se opone al verdadero Mesías. No olvidemos que lo que me interesa más esta mañana es que quede clara la idea del verdadero Mesías, dios que viene a salvarnos pero a salvarnos en el dolor.

3.º LOS SEGUIDORES DEL VERDADERO MESÍAS

«Después llamó a la gente... el que quiera venirse conmigo...»

¡Son todos ustedes, queridos hermanos! «Después llamó a la gente aparte -dice San Marcos- y comenzó a instruir cómo debe ser el verdadero seguidor suyo». Y les dijo: «El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y síganme». Tres incisos verdaderamente difíciles como una montaña.

«Negarse a sí mismo» es no darse gusto uno, no seguir sus caprichos, decirles no, a mi propio yo.

«Tomar su cruz». Leí un comentario muy bonito: no es precisamente la cruz en que murió Cristo. Eso ya era una reflexión cristiana. Pero antes de Cristo, los judíos marcaban con una tau, con una T, la frente o marcaban con un fierro que quemaba la piel con una especie de cruz para indicar -en sentido religioso- el arrepentimiento de un pecado o el seguimiento, la   —263→   consagración a una persona, a un rey, a alguien, a quien seguían. Cuando Cristo dice: «Tomar su cruz» parece que quiere decir, no precisamente tomar la cruz material y cargarla, o simplemente cumplir el deber de llevar el sacrificio, sino que quiere dejar también, dejarse marcar por mi ideología cristiana. Algo así como se marca un esclavo con un fierro para que no se pierda de vista. Así como se lleva una marca en la frente que no se puede borrar. Marcarse con la cruz como arrepentimiento, como conversión a Dios y como pertenencia a Dios del cual no me quiero desprender. Esto es seguir la cruz.

«Y sígame» ¡Qué hermoso es saber que cada sacrificio que yo haga, Cristo va delante de mí! Leí en la catequesis una pequeña historia que me conmovió mucho, cuando dice que un rey de Francia muy santo llamaba a su pajecito que lo acompañaba en noches de invierno a ir a visitar los templos, porque era muy fervoroso. Pero el pajecito, el sirviente, sentía frío en los pies en aquellas noches de invierno. Y que le dijo el rey: «Mira, procura poner tus piecesitos donde yo pongo los míos». Y lo que sintió el sirviente es que había un calorcito agradable; donde el rey iba poniendo los pies no sentía frío, sino que sentía el cálido humor de alguien que hacía un milagro. ¿Será milagro, será leyenda?, pero en Cristo es pura verdad. Ver y seguirlo, ir en pos, ir siguiendo sus pasos. Donde yo pongo mis pies sé que ya los puso Cristo y ha dejado un gran calor de amor; porque aunque vea ahí señales de sangre, de espinas, de escupidas, de polvo, de dolor, sé que son los pasos del amor que va donde el Señor, y que todo aquel que lo sigue no va siguiendo a un tirano, va siguiendo al Salvador, al verdadero Mesías. Esto es lo que Cristo dice de sus cristianos: «Niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame».

-El que quiera salvar su vida

Y como comentando lo de Pedro les dice: «El que quiera salvar su vida la perderá. Pero el que pierda su vida por mí y por el evangelio la salvará». Ésta es una frase profunda de Cristo que nos dice como él avisora en la existencia humana un horizonte escatológico. Tu vida no terminará con la muerte, tu vida no se circunscribe solamente a la historia, más allá de la historia está lo principal. El que sabe ganarse ese horizonte escatológico, vale la pena que arriesgue hasta su propia vida porque no la perderá. En cambio el que no la arriesgue, el que quiera estar demasiado bien, el que quiera salvar su vida, eso quiere decir la expresión: estar bien, salvar la vida, no comprometerse, no meterse en líos, en problemas, pues ése la va a perder. Hermanos, y ésta es una sentencia de Cristo. Yo creo que vale la pena pertenecer a una Iglesia.

Yo quiero terminar mi reflexión homilética con esta palabra que siempre me ha conmovido mucho en el Concilio Vaticano II. Cuando habla de la Iglesia, pueblo de Dios: «Como Cristo realizó la obra de la redención en pobreza y persecución, de igual modo la Iglesia está destinada a recorrer   —264→   el mismo camino a fin de comunicar los frutos de la salvación a los hombres. Cristo Jesús, existiendo en la forma de Dios, se anonadó así mismo, tomando la forma de siervo, y por nosotros se hizo pobre, siendo rico. Así, también, la Iglesia, aunque necesite de medios humanos para cumplir su misión, no fue instituida para buscar la gloria terrena, sino para proclamar la humildad y la abnegación, también, con su propio ejemplo». Y al final dice: «La Iglesia, pues, va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, anunciando la cruz del Señor hasta que venga. Está fortalecida con la virtud del Señor resucitado para triunfar con paciencia y caridad de sus aflicciones y dificultades, tanto internas como externas, y revelar al mundo fielmente su misterio, aunque sea entre penumbras, hasta que se manifieste en todo el esplendor al final de los tiempos».

El verdadero Mesías todavía no se ha revelado. El Mesías que conocemos es en la fase de la historia, al que la Iglesia trata también de imitar en el sufrimiento y en la pobreza. La verdadera gloria del Mesías será cuando Dios recoja todo lo glorioso que ha dejado en la historia y bote todo lo superfluo, el pensamiento de hombre nada más, para hacerse el rey glorioso, que con su Iglesia gloriosa se gloriará para siempre en la felicidad ¡Ojalá, hermanos! Éste es mi afán: hacer una Iglesia que verdaderamente responda a las ansias de Jesucristo, que cuando se sintió proclamado Mesías, él aclaró cuál es el verdadero mesianismo y denunció los falsos mesianismos.

¿Será así nuestra Iglesia?

HECHOS DE LA SEMANA

Revisemos nuestra historia, y perdonen el tiempo. Alguien decía: «¿Por qué predica tan largo? Pobrecitos los que están de pie». Les digo yo: «Yo también estoy de pie. Yo sentiré cuando ya estemos cansados». Aguántense un poquito; y si no hay bancas, pues, hay suelo y hay donde estar a gusto. Pero sí me gustaría interesar este momento porque para mí es el más importante de la semana, en que la Iglesia cumple su misión aquí en la Arquidiócesis, y gracias a la bondad de ustedes, que me escuchan; pues, entre ustedes y yo, hacemos esta homilía que lleva la vida de nuestra Iglesia y la vida de nuestro país.

EN NUESTRA ARQUIDIÓCESIS

Quiero recordar con cariño y solidarizarme fielmente con los sacerdotes asesinados. Investigaciones de nuestro Arzobispado y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA nos dejan claro que los padres Rutilio Grande, Alfonso Navarro, Rafael Palacios y Alirio Napoleón Macías no fueron asesinados por grupos de izquierda, sino que por la UGB o agentes vestidos de civil. En cuanto a los otros dos sacerdotes, Neto   —265→   Barrera y Octavio Ortiz, es claro que perecieron en poder de agentes de seguridad.

Yo encontré a la mano la carta en que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA pide a nuestro gobierno una explicación del caso 2336. Es el caso del asesinato del padre Navarro. Y nuestro gobierno contestó a la OEA: «Sobre este reprochable hecho, la organización clandestina Unión Guerrera Blanca (UGB), de ultraderecha, se atribuyó haber cometido el hecho, como lo dio a conocer por noticias que superficialmente hizo llegar a los periódicos... publicadas el 13 de mayo de 1977 y de lo cual remito a usted fotocopia». El mismo gobierno responde a la OEA que el padre Alfonso Navarro no lo mató la izquierda sino la UGB.

Por no prolongarme me basta mencionar ese caso y decir que otra versión acerca de estas muertes dolorosas de nuestros queridos hermanos sacerdotes es falsa, infundada, encubridora y cómplice de los asesinos...

Con esta ocasión, más que el respeto a los sacerdotes difuntos, yo quiero expresar mi solidaridad con los sacerdotes, religiosas y demás agentes de pastoral que están en peligro sus vidas. Solidarizarme porque sé que sus actuaciones y enseñanzas responden a las exigencias de una Iglesia que nos pide, cabalmente, lo que hemos meditado hoy: un compromiso con el verdadero mesianismo de Cristo, que lleva, como Cristo, a las fronteras de la muerte, ¡hasta el Calvario! Y les diré a los queridos sacerdotes, religiosas y fieles que trabajan y viven este verdadero mesianismo: que no se desanimen; que nos apoyemos juntamente para seguir dando honor a Jesucristo y saber también representar en nuestra patria una Iglesia digna de este momento.

Han amenazado a otro sacerdote. Miren que bonita carta de una comunidad. Dice a propósito: «...es dar a conocer ante el pueblo salvadoreño la persecución de nuestra Iglesia por elementos identificados como UGB, ya que el 31 de agosto fue amenazado a muerte nuestro querido sacerdote Miguel Ángel Flores por estos individuos que dicen pertenecer a esta agrupación, los cuales han dejado sesenta días de plazo para que cambie su actitud guerrillera y su forma de predicar. Y al no hacerlo será ejecutado; por lo tanto, nosotros estamos solidarios con nuestro Reverendo y aclaramos que es totalmente falso, solamente pensamos que son las mismas acusaciones que le hicieron a nuestro Señor Jesucristo diciéndole que era un agitador y alarmante del pueblo. Pero consideramos que el mismo Cristo dijo: «Si lo han hecho con el leño verde ¿cómo no lo van a hacer con el palo seco?» ¡Preciosa consideración de una comunidad humilde de base!

También quiero solidarizarme con la petición que los sacerdotes, religiosos y religiosas dirigieron a la Conferencia Episcopal de El Salvador   —266→   suplicándole: «Que se ordene a los sacerdotes y religiosos que se abstengan de difamar, en homilías y reuniones, a los sacerdotes y sus colaboradores pastorales»... Esto es más importante. Suplicaban también: «Que se hable directamente con las personas de las que se recibe alguna queja por parte de las autoridades civiles y militares, para que puedan dar explicación de su trabajo apostólico y comprobar la veracidad o falsedad de dichas acusaciones». Siempre pedíamos esto cuando expulsaban y maltrataban a nuestros sacerdotes. Tienen su jerarquía; entiéndanse primero, dialoguen para aclarar la situación de este acusado.

Me la remitieron a mí pero es una carta que el clero dirigió a la Junta de Gobierno de Nicaragua, junto con otros gobiernos de América Latina. Creo que pueden conocer a través de estas líneas los pensamientos del gobierno de la hermana República de Nicaragua cuando dice, contestándole a los sacerdotes: «Después de muchísimos años de intensa lucha para establecer un gobierno de justicia en nuestro país y después de tantos años de presenciar, de ser testigos de tanta sangre derramada en nuestra patria, pueden sentirse seguros de que sabemos comprender todos los sufrimientos y las inquietudes, tanto de la Iglesia Católica salvadoreña como del pueblo salvadoreño en general. Ustedes son testigos de lo que nos ha costado llegar a esta etapa de la revolución y ahora que ya hemos llegado, podemos asegurarles que estamos dispuestos no sólo a solidarizarnos con todas las causas justas sino a poner todo lo que esté de nuestra parte para ayudar a todos los pueblos que sufren, y para que los derechos humanos sean respetados en cada rincón de la tierra».

Quiero denunciar el hostigamiento psicológico que se está haciendo al gerente de nuestra emisora YSAX. Ya son dos noches que llegan grupos con actitudes amenazadoras. Quiero recordarle que el mismo Señor Presidente proclamó que una de las señales de libertad es que nuestra emisora, a pesar que -dice él- siempre está acusando al gobierno, la ha dejado en libertad y la respeta. Creo que esta palabra hay que respetarla porque nuestra emisora quiere hacer honor al derecho de libre expresión... Y que nuestro gerente de la YSAX no es el autor de la ideología, sino un administrador del pensamiento que allí se quiere difundir.

Quiero resguardar, si mi palabra puede hacerlo, la seguridad del estimado Dr. Roberto Cuéllar, director de la oficina de Socorro Jurídico. A él también lo están hostigando con una guerra psicológica, hasta el punto de haber regado ayer la noticia de que había sido ametrallado. Lo cual es falso, y sí quisiera se respetara una institución que ha hecho tanto bien al pueblo, que ha mediado en muchas huelgas, ha llevado a solución con su asesoramiento muchas circunstancias difíciles. Nuestro Socorro Jurídico es un servicio leal a los Derechos Humanos para dar voz, precisamente, a los que no tienen voz. ¡Respetémoslo, por favor!...

  —267→  

Tengo que lamentar en esta semana el destierro de otra religiosa, sor Judith Chávez, que trabajaba en El Paraíso de Chalatenango. Venía de Costa Rica, de una reunión de su congregación y sólo le dieron veinticuatro horas para salir por el otro lado para Guatemala. Le quitaron el pasaporte y se lo iban a entregar allá en la frontera. Creo que puedo dar testimonio de su trabajo que no es de temerse, sino que es una verdadera promoción cristiana de nuestro pueblo, así como lo dije de las hermanas que trabajaban en Arcatao.

Las hermanas que trabajan en Arcatao, de las cuales me dice el ministro de Defensa, contestando a la carta: «... existen evidencias de que su trabajo no está enmarcado dentro del ministerio pastoral como debía de estarlo. Pero esto es competencia de otro ministerio por lo cual prefiero no entrar en detalle». Queridos hermanos, ¿con qué derecho puede juzgar los límites de una acción pastoral un militar?.... Y si en mi carta que yo le mandé, decía que garantizaba el trabajo que yo mismo he presenciado allá, esta respuesta es ofensiva, porque prácticamente me dice que estoy mintiendo. Pero puedo ratificar que el trabajo de las hermanas es auténticamente pastoral, y que cualquier atropello que se les haga será considerado objetivamente un nuevo tipo de represión a nuestra Iglesia. Que se crea al pastor, que se tenga confianza en su criterio para llevar la pastoral de su diócesis. Si no estamos juzgando, y también que se justifica la recomendación de la OEA: de una sistemática persecución a la Iglesia.

En este campo colocamos la calumnia que nuevamente recibe el colegio Sagrado Corazón, como si allá se diera indoctrinamiento marxista a las alumnas. ¡Qué ridículo en las clases de matemáticas! De acuerdo estamos con la investigación como ellos piden, pero que sea una investigación verdaderamente inteligente, imparcial. Lo que pasa -les acabo de leer el pasaje de Puebla- es que no nos queremos convertir a la verdadera opción preferencial por los pobres. Y todas aquellas instituciones o pastorales que ya lo están haciendo tratan de mentalizar, con unos criterios evangélicos, la mente de sus alumnos para que cambiemos, para que transformemos esta sociedad pecaminosa de injusticia social en un orden más justo; esto no es sembrar marxismo, sino, simplemente, sembrar la justicia social y la mentalidad del evangelio en aquellos que le han confiado. Por último, diríamos: si no hay confianza en el colegio ¿para qué tienen ahí sus niñas?

Visitas a las comunidades

En el cantón Araditas de Aguilares y El Paisnal estuve el domingo pasado para animar el espíritu que es muy bueno en aquellos lugares, sobre todo, ante el asesinato del catequista Jesús Jiménez; y visitar también la tumba muy querida del padre Grande.

Estuve el lunes con Cursillos de Cristiandad y les pedí una colaboración   —268→   para la pastoral urbana. Es decir, que me ayuden a planificar los medios como podemos hacer una evangelización más eficaz en el ámbito de la ciudad.

Las carmelitas de San José se entenderán con Catholic Relief Services para continuar una obra muy buena en la colonia Utila de Santa Tecla. Una obra de promoción de la mujer campesina.

Las hermanas pasionistas y el colegio de la Divina Providencia, que ellas dirigen, ofrecieron una misa por el eterno descanso del Ingeniero José Mauricio Flores Aparicio, que murió asesinado, como ustedes saben, uno de estos días. Les dije que era un signo de la hora trágica de nuestra patria. Allí oramos junto a la cruz de Cristo que ellas veneran como fiesta patronal. Igual condolencia a su familia.

Condolencia a una gran colaboradora de la Iglesia, a la Señorita Elsa Herrera por la muerte de su mamá. Así como a otra gran colaboradora y amiga, allá en Santa Elena, la Señorita Luisa Arévalo por su padre, Pedro Jesús Arévalo, en el aniversario de su muerte.

En la colonia Dolores celebramos ayer la Fiesta Patria, ya que pasa un poco desapercibido que el 15 de septiembre es también el día de la Virgen de Dolores. Les invité a que la oración que hacíamos allí como fiesta patronal, fuera una oración por toda la patria; que miráramos en la figura de la Virgen, al pie de la cruz, la imagen de la patria expresada en tantas madres dolorosas que ahora lloran el desaparecimiento, el asesinato, la muerte de tantos hijos.

Esta noche, a las 7, será la toma de posesión del párroco de San Francisco, Mejicanos. Equivocadamente lo señale para el domingo pasado, pero es para hoy, a las 7 p.m.

En el Calvario continúa ocupada la iglesia. Como quiero ser eco de las comunidades, yo les transmito literalmente una nota que me han mandado de la parroquia de El Calvario: «Las asociaciones y fieles en general de la parroquia de El Calvario, San Salvador, protestan enérgicamente por la ocupación violenta de la Iglesia y casa rural por parte de elementos del Bloque Popular Revolucionario, el domingo 9 a las 8 a.m. Deploran y repudian tal actitud de estos elementos que exigieron la entrega de las llaves de la Iglesia y del convento, coartando la libertad debida y de trabajo pastoral de los sacerdotes; demandan la desocupación de los locales, siendo que ya el pueblo está consciente de las exigencias de la agrupación».

Al mismo tiempo un grupo de ocupantes de iglesias justifica las tomas de iglesias. Se publicó en un periódico este comunicado de Las Ligas Populares 28 de febrero, donde dice que: «... al pueblo se le reprime   —269→   salvajemente y por esto, la falta de libertad de expresión y de organización es la que nos empuja a recurrir a esta toma de iglesias como manifestación de nuestros sentimientos», dicen. Dejan en claro que siempre han respetado los bienes materiales de los templos y el fervor religioso del pueblo. Quiero respetar ambas opiniones y ya he manifestado yo mi propio modo de pensar: que comprendo esta situación en que faltan cauces donde expresarse, pero también los grupos populares tengan en cuenta el mal que se hace al ocupar los templos. Ojalá que un diálogo abierto a los verdaderos intereses lleve a encontrar solución de carácter normal, racional; y no de carácter irracional, represivo, que es la violencia tanto del Estado como de las respuestas. Está creando más sangre y más confusión entre nosotros.

Se publica ya la cuarta carta pastoral, dice:

Quiero agradecer las expresiones del Ingeniero Duarte en una entrevista acerca del ministerio del Arzobispo.

EN LA IGLESIA UNIVERSAL

Ahora, de esta Iglesia nuestra con su problema típico, nos elevamos a una Iglesia Universal en la cual entramos en comunión.

El Papa -y yo les suplico hacer nuestro este deseo- pide oraciones para que sea un éxito su viaje a Irlanda y a Estados Unidos. En las Naciones Unidas pronunciará un discurso ante 152 naciones. Recordamos con cariño las palabras tan sabias del Papa Pablo VI en las Naciones Unidas. Decía: «Nos consideramos el mensaje que desde hace veinte siglos recibió de Cristo: Predicad a todas las naciones. Y éste es el día en que estamos predicando a todas las naciones». Por eso, el Papa ha dicho que su discurso y su visita será una continuación de la visita que hizo su antecesor.

En Colombia los obispos han hecho reclamos que yo los traigo a cuentas por que están muy de acuerdo con lo que aquí estamos diciendo. La conferencia episcopal en Colombia reconoció que en ese país se han de hacer grandes sacrificios, y que los que tienen más deben de renunciar al exceso de ganancias para entrar en un proceso de distribución más equitativa de la riqueza nacional.

También en Chile ha habido actitudes de solidaridad con los desaparecidos y con los que sufren.

EN LA VIDA CIVIL

Tenemos que lamentar una semana de tremendas violencias: asesinatos de 20 personas ya sea que militan o simpatizan con alguna organización; más de 30 heridos; 8 asesinados por motivos no políticos, entre ellos una niña de siete años.

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En San Martín se asesina a Jesús Fabián, mientras con otros siete compañeros ponían mantas pidiendo la desocupación del cantón Tres Ceibas. Testigos aseguraron que se procedió demasiadamente con violencia, que no se dio tiempo ni de capturarlos y que se mató así a una persona innecesariamente.

Las FPL, según los periódicos, asesinaron dos personas y explotaron bombas en la Alcaldía de Sacacoyo y de Coatepeque. El ERP, según informaciones, ametralla casa cuartel de Sonsonate, hiriendo a un guardia nacional, y el puesto de guardia de Soyapango.

Se secuestra al Señor Jaime Batle, no se sabe por quién. Se reportan atropellos a símbolos de la patria, se pisotea la bandera.

Se reprime una manifestación del BPR el 14 de septiembre. En la desbandada el BPR quema buses y carros. Han llegado a nuestra vista fotografías y testimonios de la agresión de los cuerpos de seguridad, que por otra parte los negaban oficialmente.

Varios familiares de los adolescentes que fueron masacrados en la carretera del Cuco han pedido al Arzobispado que se pida justicia para este crimen. La policía de San Miguel ha hecho promesas de investigar «exhaustivamente». Pero ya la palabra nos suena muy huera, siempre que se dice esto. Ojalá que de veras la justicia en nuestro país tome más cartas en el asunto.

Con el asesinato de los profesores Juan Antonio Hernández y Eusebio Orlando Córdoba Ulloa, asciende ya a 30 el número de maestros asesinados este año.

En la huelga de Cartotecnia hay rehenes a quienes el BPR no permite ver. Sus familiares han pedido la intervención del Arzobispado. Quiero decirles, si esta palabra llega a los responsables, que procedan con humanidad y que tengan en cuenta las angustias de estas familias.

Lo más triste en todo esto, hermanos, es que a pesar de ver la situación que crece en violencia, no vemos el ánimo de unos cambios estructurales que son los necesarios.

Algunos Cañeros, algodoneros, cerealeros y ganaderos fueron a la Asamblea a manifestar que no pueden pagar el aumento de la alimentación de sus trabajadores. Algunos cafetaleros también piden que no se aumenten los impuestos. Y se defienden diciendo que no es ningún pecado grave dedicarse a estos cultivos. Había que distinguir entre grandes y pequeños agricultores. Naturalmente, los que cultivan en más grande serían también más afectados en impuestos que los pequeños que tienen menos ganancia.   —271→   También estamos de acuerdo en que las situaciones hoy no son tan bonancibles como en otro tiempo, pero lo que nos preocupa es que el que sufre el hambre es el campesino y que tienen que ver por esta dignidad del hombre.

El Gobierno mismo reconoce el problema de la desnutrición de nuestro pueblo. El pecado no está en dedicarse a uno u otro cultivo, sino en despreocuparse del hombre, de sus derechos, de su organización, de la dignidad de su familia, etc.

El colmo es que algunos diputados consideran denigrante la expresión de que nuestro campesino sólo come tortilla y frijol, pidieron que se suprimiera ese párrafo del decreto para no dar una mala imagen en el exterior. Yo digo que si no se quiere dar una mala imagen, lo que hay que cambiar no son palabras sino la misma realidad.

Todo esto nos indica la necesidad de tomar conciencia de la necesidad de los cambios estructurales que tanto pide nuestra situación. Mientras no se tenga el valor de ir a la raíz de estos males, siempre existirán estos males.

PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTAR

Volvamos a nuestra reflexión evangélica y oigamos al Mesías, que si es cierto que viene con toda la potencia de Dios a salvar al mundo, cierto que también necesita pasar por el dolor, por la prueba, por el sufrimiento.

Hagamos de nuestra cruz, de nuestro sacrificio, una fuerza redentora que no nos inspire nunca la venganza, la violencia, el odio, sino que llamados por el amor de Cristo, que por amor nuestro sufrió todas las humillaciones de su mesianismo verdadero, seamos capaces de seguirlo a través de esa cruz como él nos invita. Así haremos que por el camino verdadero que Dios quiere, restableceremos esa paz sobre justicia que tanto necesita nuestro pueblo. Así sea...



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