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Monumentos prehistóricos de Mallorca y Menorca

Emil Hübner





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Émile Cartailhac, Monuments primitifs des îles Baléares (Mission Scientifique du Ministère de l'Instruction publique). Texte aves 80 plans, en dessins. Album des planches I-LI. Toulouse, Edouard [1580-1882].- XII et 80 pags., 52 lám., fol., tiré a 240 exemplaires.

En los tres últimos meses de 1888 el eminente antropólogo y protohistoriador M. Cartailhac, emprendió desde Tolosa de Francia, su patria, de la cual era segundo alcalde, una excursión por las islas Baleares, con el objeto de llevar á cabo gratuitamente, ó á su costa, una misión científica, cuyo desempeño le confió el Ministerio de Instrucción pública de la República francesa.

Mucho se ha escrito hasta el presente sobre los monumentos preromanos de aquellas islas; pero faltaba la firme base y necesaria empresa de señalarlos con precisión y enumerarlos completamente. En todo el mundo no se ve otro paraje, tan rico y abundoso como el Baleárico de semejantes monumentos dentro de un espacio relativamente cortísimo. M. Cartailhac satisface al deseo general de los doctos. No es el éxito cabal, porque ha dependido   —98→   de los esfuerzos de un solo individuo, que no contaba con la subvención de ningún Gobierno; pero merece suma estimación, porque ha dado un gran paso en el terreno científico y hace columbrar horizontes nuevos. Numerosos grabados, diseños y planos que acompañan el texto, prestan á la obra de M. Cartailhac esplendor y amenidad, que hacen atractiva la lectura y ponen al alcance de todos las disquisiciones técnicas de suyo áridas aunque muy provechosas.

Merece subido encomio el estudio del autor, porque éste ha debido arrostrar y vencer la dificultad que le oponían tantos siglos como han transcurrido de tenaz y continua destrucción de los monumentos que la agricultura con el pico y con el arado destrozaba, especialmente en Menorca. La destrucción ha provenido de doble ventaja material, que se buscaba, ya convirtiendo en caleras los monumentos, ya con el fin de ganar palmo á palmo algún desahogo para el cultivo. Los restos que han quedado prestan, no obstante, sobrado fundamento para elevar un edificio desde cuya cúspide se podrán divisar las lejanas olas del mar de los tiempos hasta las más remotas edades.

M. Cartailhac empieza su estudio haciéndose cargo (pág. 1-10) de los trabajos estudiosos que han precedido al suyo; y emprende luego (pág. 10-51) la descripción esmerada de los monumentos todavía existentes.

¿Qué eran? No falta quien los haya estimado como ciudades ó aldeas rodeadas de moradas antiquísimas con puertas y torres; otros han querido ver en ellos el paso de los celtas; quién los ha imaginado fenicios ó púnicos, quién de otras naciones preromanas. M. Cartailhac, prescindiendo de toda idea sistemática, los describe con exactitud; y se comprende harto bien su prolijo afán cuando se nos presenta examinándolos y descargándolos del espeso verdor é intrincada selva de lentiscos y acebuches, no perdonando fatiga alguna ni dejando piedra por mover para llegar al resultado apetecido. De él se infiere que nos hallamos delante de muy antiguas moradas, parecidas pero no iguales á las que se han descubierto y descrito en el S. de Francia, en el N. de Portugal, en la Bretaña francesa y en los países de Cornwall y Gales. Al lado de la mayor parte de estas, al parecer, mansiones   —99→   megalíticas, ó torres cuadradas, aparecen subterráneos, hoyos ó cuevas, no sin arte labradas, pero en todas partes el edificio principal y característico se distingue por su cubierta semicircular á manera de cúpula, cuyo techo descansa sobre una columna que sostiene un travesaño en figura de T. De este hecho deduce M. Cartailhac la falsedad del sistema que ha pretendido hacer de estos monumentos dólmenes y menhires. Los verdaderos dólmenes no se encuentran en las Baleares.

Grande interés excitan los Talayots que existen, ó han existido, en Mallorca y Menorca. De ellos se conocen unos 600. No son muchos los mallorquines explorados hasta el presente, la mayor parte han sucumbido para destinar sus piedras á edificaciones. M. Cartailhac ha examinado los mejor conservados, que alcanzan un diámetro de 16 m. por la parte inferior y 14 por la superior; uno tiene una altura de 12 m., y muchos 6. Por ellos se puede restablecer la configuración de los otros, más ó menos deteriorados, que M. Cartailhac ha examinado también, aunque no todos. Sobre el destino que tuvieron, no se atreve á decidirlo, porque ni fueron fortalezas, pues no dominaban por todos lados y se unían regularmente en combinación de dos ó tres y algunas veces seis á siete, sin apoyo estratégico; ni tampoco sirvieron de viviendas, porque los espacios interiores ó vacíos formados por las enormes piedras son demasiado estrechos, bajos y obscuros. Pensar en edificios para guardar tesoros á la usanza que se suponía griega1, lo prohibe su gran número. No queda, pues, en mi opinión, otro partido sino el que no se atreve á tomar M. Cartailhac, demasiado receloso por cierto; y es el de considerar estos monumentos como sepulturas de próceres ú hombres notables, conforme se verifica en la isla de Cerdeña; pues consta que los Nuragas se destinaron por los indígenas de aquella isla á sepulcros de hombres quizá parientes cercanos de los enterrados en Mallorca. Bien es verdad que de los Talayots no se han extraído todavía osamentas humanas; pero también lo es que nunca se han practicado excavaciones dentro ó debajo de ellos; y aun   —100→   cuando no se encontrasen, tampoco haría esto prueba en contrario.

Con efecto; pruebas de sepultura no faltan en los Nuragas; pero ya desde tiempos muy remotos fueron destinados á otros fines, y quedaron vacíos de los mortales despojos que contenían. Tampoco á esto se opone la creencia de que en las Baleares haya existido otra clase de sepulturas, que á causa de su forma fueron llamadas navetas ó naus (pág. 33 y siguientes), porque se parecen á una navecilla con la carena hacia arriba. M. Cartailhac llega á poner en tela de juicio si en el mejor ejemplar hoy existente, la Naveta dels Tudors, cerca de Ciudadela (tablas 41 y 42, fig. 22), ha sido original la línea de la carena; los otros están tan desfigurados que no permiten resolver ni aun deslindar esta cuestión. Pero aun cuando la cubierta hubiese sido llana, no cabe duda que el destino era para tumba ó sepultura. En ellas se han encontrado antiquísimos restos humanos muchas veces. Al lado de los notables Talayots había, pues, otra clase más modesta de sepulturas, las de forma de barco. El monumento sabredicho tiene 14,50 m. de largo, 4,45 m. de ancho, y por delante 2,50 m. de alto. No indica M. Cartailhac el número de los restantes. Un explorador del país, el P. José Rullán, contó 12 en ambas islas; pero aunque fuesen muchos más, nunca excedería su número ni llegaría al de los Talayots. ¿Estaban peculiarmente destinados para cierta clase de difuntos, quizá mujeres ó sacerdotes? No se puede contestar á esta pregunta. Además de las viviendas y sepulturas, hay también profundos pozos (pág. 31) y siguientes, uno de ellos con una abertura de 5,48 m. á 5,20, que originalmente era de 32 m. de profundidad, con 137 escalones, cada uno de 1,34 m. Finalmente, las numerosas grutas, algunas naturales, otras artificiales, eran probablemente también en su mayor parte sepulturas; algunas de ellas, como las visitadas por el que esto escribe, las de Calascóvas, por ejemplo, con inscripciones latinas del siglo II en las paredes2, fueron probablemente dedicadas al culto. En Menorca, estas cuevas pasan de 1.000, si no llegan á 1.500; en Mallorca son asimismo numerosísimas.

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El cap. 3.º (pág. 13 á 69) expone juntos, aunque no son muchos, los objetos de arte prehistórico, á saber: un pedazo solo de sílex cortado, piedras para hondas, piedras de molino, vasija de tierra, algunos utensilios de cobre y bronce, una elegante lámina ornamentada de plomo (pág. 69). Todo pertenece al primer período de bronce. Están guardados en colecciones locales; pero noticias ciertas sobre los hallazgos, faltan por completo. De los objetos de tiempo histórico posterior, de procedencia fenicia, egipcia, griega y romana, ha sacado el editor, digno de todo elogio, fotografias y dibujos para el Museo nacional de Antigüedades de Saint Germain, próximo á París.

Da conclusión á la obra, cap. 4.º (pág. 71-77), el análisis practicado por el Dr. Verneau en el Museo de Historia Natural de París, de huesos humanos de Menorca, entre ellos un cráneo de mujer. Parece que tienen parentesco con los primeros habitantes del centro de Francia y del SE. de España (según los grabados de los hermanos Siret) y del N. de África. No sería extraño que en todos esos parajes con el tiempo apareciese la misma población, formada de primitivos iberos.

El hermoso trabajo hecho con tanto celo por el Sr. Cartailhac, ha venido á llenar un vacío en nuestros conocimientos de la historia primordial del SO. de Europa, y merece, por consiguiente, nuestras más sinceras gracias y enhorabuenas.





Berlin, 17 de Enero de 18193.



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