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271

Ibi, «Los agrarios», p. 183.

 

272

Ibi, p. 170.

 

273

Ibi, p. 147.

 

274

Asturias, preguntado por mí, explicó que había escogido a un calabrés por ser consistente la presencia de familias de este origen en Guatemala, generalmente gente honrada.

 

275

En torno a Tizonelli y el Torotumbo cfr. el interesante ensayo de Marco Cipolloni, «Arlecchino Tizonelli, quinta colonna a Dunsinane. Un diavolo da commedia dell'Arte al compás del Torotumbo», en Homenaje a Miguel Ángel Asturias de la revista Centroamericana, 6/7, 1996, cit.

 

276

M. Á. Asturias, «Torotumbo», en Week-end en Guatemala, op. cit., p. 228.

 

277

Ibi, p. 205.

 

278

Ibi, pp. 205-206.

 

279

M. Á. Asturias, Los ojos de los enterrados, Buenos Aires, Editorial Losada («Novelistas de España y de América»), 1961 (2.ª ed.), p. 383.

 

280

Juan Marinello, «Guatemala nuestra», en Meditación americana, Las Villas, Universidad Central, Dirección de Publicaciones, 1963, p. 230. Es interesante lo que Marinello escribe con respecto a la situación guatemalteca del período de Ubico (cfr. pp. 229 y sigs.); en particular merecen atención los datos suministrados en torno a la situación económica del país tomados de estadísticas recopiladas en el período 1944-54. El promedio de los salarios de los empleados de la industria no superaba los 6,06 quetzales a la semana, y la hora de trabajo no se retribuía con más de 17 centavos; los maestros recibían un sueldo mensual de 7 quetzales. En el campo, continúa Marinello (p. 232), «la situación era mucho peor: se mantenían salarios de 3 a 10 centavos», y añade polémicamente que «si los jesuitas habían inventado años atrás la remisión de los pecados por el trabajo forzado de sol a sol, los dictadores, velando por la moral pública, dieron en el delito de vagancia, penado por la tarea obligatoria y gratuita en las haciendas».

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