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181

Ibidem, 79 r.

 

182

J. Gallego (Visión y símbolos..., 129-32) estudia los libros de descripción de fiestas y ceremonias como instrumentos de difusión de la cultura simbólica. Hay referencia especial a la «relación» de Alonso de Salazar.

 

183

Véase la idea de la fiesta como matriz de la obra de arte en el reciente libro de H. Bauer, Historiografía del Arte (Madrid 1981), 68 y ss.

 

184

Pyra real que erigio la maior Athenas a la maior Majestad... (Salamanca 1666). Roys justifica así la inclusión de jeroglíficos en la arquitectura efímera: «Amaron siempre los grandes ingenios a los caracteres egipcios; así por saber que en ellos viven las ideas con alma de prácticos colores, como porque es gloria del poeta robar la oreja con el ritmo, y los ojos con la simetría, por esto serán muy bien recibidos los hieroglyphicos para insignias de las banderas de este real entierro» (p. 52) y, más adelante, «De todos son bien vistos, y con razón, los caracteres egipcios, que se introducen mejor que por las orejas, las noticias por los ojos, las palabras hablan al oído, las pinturas a la vista, y mueve mucho más lo que se ve, que lo que se escucha. Bien pudo Dios, como omnipotente, dar lenguas a los cielos, ya que les encargó que pregoneros de sus glorias publicasen sus alabanzas... Publiquen mudamente sus elogios, que de mejor rethórica gozan los ojos, que los oídos, y dice más, aunque enigmáticamente, una pintura que muchas lenguas» (p. 433).

 

185

(Madrid 1603). La edición reproduce treinta y cuatro jeroglíficos, los cuales tuvieron un papel preponderante en estas Honras.

 

186

Véase, especialmente, «La literatura de emblemas...», 183.

 

187

Visión y símbolos..., 129 y ss.

 

188

«Breves notas sobre la cultura...», 181-92.

 

189

Sobre la virtualidad mnemotécnica que la «compositio loci» genera, véanse mis artículos, «La Compañía de Jesús: imágenes y memoria», Hiperión, 3 (1978), 62-72; «El Comulgatorio de Baltasar Gracián y la tradición jesuística de la compositio loci», Revista de Literatura, 85 (1981), 5-18, y «Comulgatorio de Gracián: una retórica de la piedad», Studia Philologica Salmanticensia, 7 (1983), 223-56.

 

190

G. Ledda (Contributo allo studio..., 32) ha señalado, e ilustrado con un texto de Pedro Mejía, la utilización de emblemas, empresas y jeroglíficos, incluidos dentro de un «Ars memorativa». Por nuestra parte, podemos citar el texto de Saavedra Fajardo que sirve de preludio a su Idea de un Príncipe politico-cristiano representada en cien empresas: «Propongo a V.A. -escribe Saavedra- la Idea de un Príncipe político-cristiano, representada con el buril y con la pluma, para que por los ojos y por los oídos (instrumentos del saber) quede más informado el ánimo de Vuestra Alteza en la sciencia de reinar, y sirvan las figuras de memoria artificiosa». F.A. Yates (El arte de la memoria -Madrid 1974-, 441 y ss.) ha puesto en evidencia el pensamiento de Leibniz, en lo que se refiere al arte de la memoria, cuyas imágenes el filósofo homologaba a los jeroglíficos egipcios y a la escritura ideográfica china. Por otra parte, las «notae» leibnizianas (ayuntamiento de la imagen de una cosa sensible con la cosa que se ha de recordar) tienen la configuración de los jeroglíficos (Vid. R. Taylor, «Hermetism and Mystical Architecture in the Society of Jesus», Baroque Art: The Jesuit Contribution - New York 1972-, 91 y ss.). Sobre este tema puede también consultarse, P. Rossi, Clavis Universalis (Milan-Napoli 1960); Vasoli, «Immagini e simboli nei primi scritti lulliani e mnenotecnici del 500», Studi sulla cultura del Rinascimento (Bari 1968), 345-85 y, en un sentido muy restringido, E. Vance, «Roland and the Poetics of Memory», Textual Strategies (London 1980), 374 y ss.