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Que estuviera prohibido no fue óbice para que algún grupo de teatro o compañía independiente representara su teatro. Tal fue el caso de la puesta en escena que hizo Ricard Salvat de El adefesio al frente de de la AEDAG (Escola D'Art Dramàtic Adrià Gual), estrenada en 1966 en la ciudad italiana de Regio-Emilia y llevada luego a París. Entre ambas representaciones, el espectáculo fue ofrecido «a nivel privado y casi clandestino» en Barcelona, en el local social de la compañía. (Ricard Salvat, «Introducción» a Rafael Alberti, Noche de guerra en el Museo del Prado, Editorial Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1976, p. 19) Tres años después, en diciembre de 1969, Mario Gas la dirigió en el teatro Capsa, de Barcelona, con escenografía de Fabià Puigserver.

 

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Jerónimo López Mozo, art. cit. p. 113.

 

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El adefesio fue estrenada el 24 de septiembre de 1976 en el teatro Reina Victoria, de Madrid, con dirección de José Luis Alonso; escenografía y vestuario de Alberto Valencia; e interpretada por María Casares, José María Prada, Laly Soldevilla, Julia Martínez, Tina Saínz, Victoria Vera, Vicente Gisbert, Manuel Gijón, Jesús Alcaide, Jesús María Salcedo, Roberto Daniel y Daniel Alcor. Refiriéndose al estreno, Carlos Gortari, lo calificó de híbrido de mitin y acto social y lo consideró como un episodio más de la ceremonia de la confusión que se estaba llevando a cabo en la España de 1976. En cuanto a la puesta en escena, censuraba que se hubiera convertido en liturgia esotérica una obra cuyo valor intrínseco está en sus ráfagas de violenta carnalidad. Admitía que el mal partía de la propia realidad del texto, que contiene los gérmenes de indecisión que le hacen discutible. Destacaba, entre ellos, el excesivo lirismo que se imponía a la funcionalidad dramática de los diálogos. Pero también reconocía que estaba lleno de sugerencias y de evidentes posibilidades teatrales, que, en su opinión, no fueron aprovechadas por los responsables de la puesta en escena. Por el contrario, si fueron resaltadas, por los errores de una concepción escénica abstracta, las contradicciones e imperfecciones del texto (Pipirijaina, n.º 2, noviembre 1976, pp. 49-50). Curiosamente, Ángel Facio, del que ya se ha dicho que había intentado llevar la obra a escena tres años antes (Ver nota n.º 8), al saber quiénes participaban en el nuevo proyecto, escribió a Alberti una carta en la que le anticipaba que el espectáculo sería estéticamente blando, técnicamente antiguo, semánticamente confuso, políticamente entregado y económicamente rentable (Pipirijaina, n.º 2, noviembre 1976, p. 43). Sólo se equivocó en calificarlo de económicamente rentable, pues la verdad que el desencanto de la crítica y del público no le convirtieron en el éxito esperado. El hombre deshabitado fue estrenada el 14 de octubre de 1988 en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, con dirección de Emilio Hernández; escenografía y vestuario de Simón Suárez; música de Carmelo Bernaola; e interpretada por José M.ª Rodero, Ramón Madaula, Asunción Sánchez, Nancho Novo, Antonio Dechent, Juan Graell, Ana Malaver, Aitana Sánchez-Gijón y Magüi Mira. Alberto de la Hera escribió que no le parecía que Alberti, como autor teatral, nunca hubiera sobrepasado límites muy cortos y le comparaba con otros grandes maestros -de Cervantes a Unamuno- que brillaron en otros terrenos y fueron medianos dramaturgos (Ya, 30 octubre 1988). Haro-Tecglen, por su parte, elogió la puesta en escena y el trabajo de los actores, pero, tras destacar que la obra en sí tenía todo su valor de escritura intacto, señalaba que «la ruptura teatral que supuso [cuando fue escrita] puede significar que hoy se dictamine fácilmente que no es teatro o que, como teatro, es una obra mala». Añadía que Alberti «quería precisamente romper lo teatral, lo que había de retórica clavada en el teatro, su domesticación por la burguesía» y concluía que «no se le puede aplicar la comparación de teatralidad cuando ésta mantiene el uso de lo que Alberti llamó podredumbre» (El País, 16 octubre 1988). José Monleón comentaba que, respecto a las obras españolas que se estrenaban, El hombre deshabitado seguía siendo rara y, en referencia a la puesta en escena, echaba de menos un poco de sur, de bahía gaditana y de carnalidad pictórica (Diario 16, 16 octubre 1988). Finalmente, Juan Luis Veza, bajo el encabezamiento «Respetuosamente, no», atribuía los aplausos dedicados al autor a su condición de mito, ya que el espectáculo no los merecía. En su opinión, si bien no se puede discutir su maestría como escritor y la belleza de su palabra, sugerente y diversa en su cerrada expresión culta o en la frescura popular, la representación resultó aburrida por la escasa presencia de conflictos dramáticos. Sin ánimo de exculpar a Alberti, reprochaba al director que no se hubiera esforzado por subrayar alguno de los pocos momentos en que se atisbaba su existencia. La crítica se cerraba vaticinando que el escritor sería más recordado por su Marinero en tierra que por su labor dramática (Reseña, n.º 190, diciembre 1988).

La Gallarda fue estrenada el 20 de abril de 1992 en el teatro Central Hispano, de Sevilla, en la gala inaugural de la EXPO '92 y fue coproducida por el Pabellón de España y el INAEM. La dirección y el vestuario fueron de Miguel Narros; la música de Manuel Sanlucar; la escenografía de Andrea D'Odorico; e interpretada por Montserrat Caballé, Ana Belén, José Sacristán, Helio Pedregal, Carmen Casarrubio, Manuela Vargas, etc. En realidad, el espectáculo retomaba la idea de José Manuel Garrido, director general del INAEM, de convertir la obra de Alberti en una ópera dirigida por Leonard Bernstein y protagonizada por Montserrat Caballé. La muerte del músico abortó el proyecto, que fue resucitado con ocasión de la EXPO '92, aunque ya no se tratara de una ópera, sino de un espectáculo musical de gran formato, en el que se invirtieron 180 millones de pesetas. Sólo fue representado durante tres días en Sevilla, siendo visto por un millar de espectadores. La idea de programarlo en el teatro de la Zarzuela nunca se hizo realidad. (Rosalía Gómez, «Dos españoles para la hora cero», El Público, n.º 91, julio-agosto 1992, pp. 48-50). El título de la crítica de Javier Villán resume el resultado de tan ambiciosa empresa: «Estrenar tarde y mal» (El Mundo, 23 abril 1992).

Sobre las puestas en escena de La Lozana Andaluza, remito a Jerónimo López Mozo, art. cit., pp. 117-125. En cuanto a las de Noche de guerra en el Museo del Prado, nos ocuparemos más adelante en estas mismas páginas.

 

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Fernando Doménech, «¡Muera la podredumbre de la escena española! En torno a El hombre deshabitado, en el centenario de Rafael Alberti», ADE Teatro, n.º 93, noviembre-diciembre 2002, p. 147.

 

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El adefesio producida por la Compañía Tomás Gayo y las demás por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. He visto dos veces el cometa Halley está basada en la vida y en la obra poética de Alberti. Su estreno tuvo lugar en el Centro Cultural de la Villa de Madrid el 25 de septiembre de 2003, con dramaturgia y dirección de Ernesto Caballero, escenografía y figurines de Alejandro Andujar, música de Prokofiev y protagonizada por Chete Lera y Maruchi León. Sonámbulo es una obra de Juan Mayorga escrita a partir de Sobre los ángeles. Se estrenó en el Gran Teatro Falla, de Cádiz, el 16 de octubre de 2003, dirigida por Helena Pimenta e interpretada por José Tomé, Pepe Villuela, Jordí Dauder y Guillermo Weiker. Los espectáculos concebidos a partir de la poesía y otros textos no dramáticos de Alberti han sido frecuentes. Entre ellos, cabe destacar: Entre las ramas de la arboleda perdida, estrenado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, el 15-VI-1989, dirigido por José Luis Alonso e interpretado por José Luis Pellicena; El matador, estrenado en el Instituto de Bachillerato, de Alcira (Valencia), el 13-V-1989, basado en el poema de Alberti del mismo título, adaptado y dirigido por Carles Alberola; Viento contra viento, estrenado en el Teatro Municipal de Los Palacios (Cádiz) el 1-II-1991, con dramaturgia de Antonio Estrada, escenografía y dirección de Ramón Pareja y música de Paco Aguilera; y Cuerpos deshabitados, ópera de cámara inspirada en las imágenes sugeridas por Sobre los ángeles, representada en la Residencia de Estudiantes, en Madrid, el 29-IX-2003, dirigida por Marina Bollaín, y con música de José María Sánchez-Verdú.

 

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El estreno se produjo en el Patio Porticado del Colegio San Luis Gonzaga, de El Puerto de Santa María (Cádiz) el 25 de julio de 2003, con dirección de Nieves Gámez e interpretada por Manuel Galiana, en el papel de Gorgo, María Luisa Merlo, Trinidad Ruggiero, Olivia Molina, Tomás Gayo, Geli Alvadalejo, Juan del Valle, Mariló Rincón, Ricard Cenier y Vico Ramos.

 

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Ver nota 10.

 

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Otro director español, Guillermo Heras, dirigió Noche de guerra en el Museo del Prado en 1989. Producido por el CELCIT y el INAEM, el espectáculo fue la culminación de una serie de talleres de investigación escénica impartidos por el director a un numerosos grupo de jóvenes creadores venezolanos. El estreno tuvo lugar el 21 de noviembre de 1989 en los sótanos del teatro Teresa Carreño, de Caracas. En opinión de Heras, Alberti es «uno de nuestros dramaturgos más renovadores y con unas propuestas textuales más allá de la mera literatura dramática». «Sus textos -añade- son poesía escénica abierta, sugerencias de espectáculos totales en los que la música, el movimiento, el espacio y la luz son tan importantes como la propia palabra». Sobre está puesta en escena, consultar: Guillermo Heras, «Un Alberti en Caracas», Primer Acto, n.º 231, noviembre-diciembre 1989, pp. 118-119; y José Antonio Rial, «La parábola de Alberti contra la barbarie del usurpador», El Público, n.º 77, marzo-abril 1990, pp. 122-123.

 

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En la nota 11 se da cuenta de la puesta en escena en 1966 de El adefesio por parte de la compañía Adriá Gual con dirección de Salvat. Con motivo del estreno, Alberti envió una carta en la que expresaba su agradecimiento por el buen trabajo realizado y que concluía así: «Os doy las gracias, jóvenes catalanes. [...] Y sobre todo a ti, Ricardo Salvat, soldado valeroso de esa peligrosa batalla que es ahora el teatro en nuestro país». (Reproducida en Assaig de Teatre, n.º 10-11, marzo-junio 1988, p. 297)

 

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Aunque suele darse 1956 como fecha de escritura, el propio Alberti confirmó que un año antes ya tenía escrito el texto (José Monleón, op. cit., p. 475). Luego añadiría, por sugerencia de Brecht, el prólogo, que se incluyó en la siguiente edición de la obra, la de Losada, motivo por el cual se hizo constar en ella, como fecha de escritura, la de la finalización de la nueva versión.

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