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Tuvo lugar el 28 de enero de 1974 en el teatro Belli. En el programa se indicaba que se trataba de una nueva versión. En mayo se representó en diversas ciudades de México, entre ellas en Guanajuato, dentro del Festival de teatro que se celebraba anualmente.
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En la obra ambos personajes no aparecen con su nombre. Goya, que luce la misma indumentaria -capa y alta chistera- que en el autorretrato que incluyó en la edición de Los caprichos, es llamado «El de la palmatoria», porque sostiene en la mano una enorme. Picasso es «El de la cabeza de toro», en alusión a la que muestra, al extremo de un palo, en silueta recortada. La cabeza reproduce la que pintó en 1938 con el título de Naturaleza muerta con cabeza de toro.
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Rafael Alberti, Noche de guerra en el Museo del Prado, Cuadernos para el Diálogo, ed. cit. Incomprensiblemente, los nuevos personajes no figuran en la nómina que precede al texto, que repite el que figura en la edición de Losada. En esta edición, que vio la luz cuando todavía vivía Franco, fueron eliminadas, por razones de censura, todas las frases y acotaciones que aludían a él. En la siguiente edición española de Noche de guerra... (Rafael Alberti, El poeta en la calle (Obra civil), Aguilar, Madrid, 1978), no se incluyeron los nuevos textos, que, sin embargo, fueron recuperados en la de Ediciones Alfar. (Rafael Alberti, El hombre deshabitado. Noche de guerra en el Museo del Prado, ed. cit.), aunque en esta ocasión tampoco se incluyó a los nuevos personajes en la correspondiente nómina.
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No llegó a escribir otra escena dedicada al Greco, aunque se pensó en ello. (Ricard Salvat, art. cit., p. 34)
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La escenografía y la iluminación fueron diseñadas por Santi Migneco.
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El director francés Pierre de Bauche poseía los derechos de la obra. Su intención era mezclarla con los sucesos acaecidos en París en mayo del 68. Ese proyecto no se llevó a cabo, pero sí la puesta en escena de Cosntant, que había trabajado como actor a las órdenes de Bauche, precisamente en otra obra de Alberti, El trébol florido. El estreno tuvo lugar en noviembre de 1973 en el Théatre de la Cité Internacional Universitaire, de París. Por otra parte, se sabe que el grupo Os Bonacreiros también la representó por aquellas fechas en Portugal.
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«Noche de guerra... en la Cité Internacionale» (Entrevista de Vicente Bernat a Rafael Alberti), Triunfo, n.º 643, 26 julio 1975.
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Estaba formado por una Junta Técnica Consultiva y un comité de lectura. De la primera, formaban parte Ricardo Doménech, Eduardo Haro Tecglen y Francisco Nieva. Del segundo, Alberto Miralles, Manuel Pérez Estremera y Juan Germán Schroeder.
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Respecto a la
elección de la obra, Marsillach escribió: «¿Por qué Noche de guerra en
el Museo del Prado? Porque nos pareció que
teníamos el deber de recuperar a Alberti, un autor del
exilio»
. En cuanto a la contratación de Salvat,
sus palabras fueron: «Le elegí
como director de la obra porque ya la había dirigido en Roma
cuatro años antes y en una representación muy
significativa con la que Alberti estaba de acuerdo»
. (
Adolfo Marsillach, Tan lejos, tan cerca, Tusquets
Editores, Barcelona, 1998, pp. 395-396).
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Salvat estaba
preparando la puesta en escena de El adefesio, para la que
contaba con la participación de Aurora Bautista y
María Luisa Ponte. Una interesante oferta económica
consiguió que Alberti cediera los derechos a José
Luis Pellicena, para que la hiciera en Madrid con María
Casares y dirigida por José Luis Alonso. Al ser informado de
la existencia de este compromiso, Salvat intentó
infructuosamente hablar por teléfono con el escritor.
Finalmente supo por un amigo común que la decisión de
Alberti era firme, de modo que hubo de abandonar su proyecto. Este
incidente, llevó a Salvat a escribir tiempo después
estas palabras amargas: «Tot això féu que
acabéssim malament amb Alberti. Fins i tot, mai no va voler
reconèixer la meva participació en la gènesi
dels afegits finals de Noche de guerra en el Museo del Prado. Jo li
vaig dir que si ell des de sempre pensava que havia de ser tal com
finalment va quedar, ¿per què no ho havia fet des
d'un principi? Alberti segurament és un gran poeta i bon
dramaturg, però la generositat amb els altres no està
entre las seves virtuts. [...] Era d'aquelles persones [...] que
mai no donen les gràcies pel que fas; és com si
tinguessis l'obligació de fer-ho. Vivia en la
contradicció de ser un "poeta perseguit" per un règim
llunyà i viure molt acomodadament a Roma; jo li havia
conegut dues cases esplèndides, la de Via Garibaldi i la de
Via Monserrato».
( J. M. Garcia Ferrer y
Martí Rom, Ricard Salvat, Barcelona, Associació
d'Enginyers Industrials de Catalunya, 1998, p. 58). En estas mismas
páginas, Salvat desmiente que la decisión de
confiarle la puesta en escena de Noche de guerra en el Museo
del Prado fuera una iniciativa de Marsillach. Se la atribuye a
la presión ejercida por su equipo de colaboradores, que
pretendían reparar así lo que el propio Salvat
calificó de «mala jugada».