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ArribaAbajo Teatro Nacional

Alfredo A. Bianchi


Nacional: Las dos fuerzas por don Julio Sánchez Gardel.- La rondalla por don Víctor Pérez Petit.- La tía Brígida por don Alberto Novión


El señor Julio Sánchez Gardel, autor de varias tentativas dramáticas más o menos felices, nos ofreció en el mes pasado una nueva producción teatral.

Su nueva obra Las dos fuerzas, es una comedia en tres actos, de argumento trivial, de construcción débil, de caracteres poco precisos, de diálogos faltos de ingenio y de factura literaria mediocre, pues la forma en los pasajes «cuidados» es justamente aquella que puede mejor dar a los iletrados la ilusión de la «literatura».

El primer acto, de acción demasiado lenta, pesa con exceso sobre Don Máximo, tipo grotesco, decidor de chistes que no resultan tales, y que a pesar de todas sus cualidades, le veremos, por dos veces en la obra, ser el amigo confidencial, el depositario de las amarguras y sinsabores de los protagonistas. Este personaje nos resultó de un gusto absolutamente detestable.

El segundo acto es sin duda alguna el mejor de la comedia pues contiene las dos únicas escenas verdaderamente llenas de calor y vida: la de la explicación entre Acosta y Enrique y la siguiente entre el primero y Luisa.

El tercer acto, con su final inesperado e ingenuo, acaba de remachar la mala impresión que nos dejara el desarrollo de la obra, inferior, en su conjunto, a las esperanzas que hiciera abrigar   —205→   el señor Sánchez Gardel con su boceto anterior Noche de luna.

La Rondalla del distinguido escritor uruguayo Víctor Pérez Petit, es un drama en tres actos, de trama sencilla y conmovedora. El interior de un hogar humilde, con todos los diarios incidentes de la vida de familia, está pintado, especialmente en el segundo acto, de una manera verdaderamente sabrosa. Escrita en una prosa firme, nítida y toda llena de sinceridad, La Rondalla es una obra robusta y sana, un excelente estudio de costumbres. Los caracteres tienen un relieve bastante marcado, de un análisis un poco sumario, pero bien vivos y dramáticos.

Su defecto capital lo constituye el tercer acto, pesado, materialmente aburridor y demasiado cargado de tintes melodramáticos. Es un acto inútil y atentatorio al buen éxito de la obra.

En momentos de entrar en máquina este número, acaba de estrenarse una comedia en un acto de Don Alberto Novión titulada La tía Brígida, de la cual no queremos dejar de decir dos palabras.

La tía Brígida, es una comedia de costumbres camperas llena de frescura, sencillez e ingenuidad. Los diálogos fáciles, chisporroteantes de ingenio, hicieron pasar al público ratos deliciosos. La acción es tan natural, que a ratos resulta muy lenta.

Los caracteres, bien precisos, especialmente el de la tía Brígida, admirablemente interpretado por la señora Orfilia Rico. Doña Rosario, La Gaucha y las otras obras del señor Novión han demostrado que es un maestro en el género. Si bien en el eje central son todas demasiado similares, siempre encierran detalles interesantes y novedosos que las diferencian unas de otras. Sobresalieron además en la interpretación la señorita Ángela Tesada y el señor Elías Alippi.



Marconi: Juan Facundo Quiroga por don Alejandro Gancedo (hijo)


En este teatro estrenose el 6 de setiembre, un drama histórico en un prólogo y tres actos, divididos en 6 cuadros, original del Señor Alejandro Gancedo (hijo).

Este drama, que se presentaba precedido de una gran réclame   —206→   y con pretensiones de refutar una obra anterior del Dr. David Peña sobre el mismo tema, obtuvo la noche de su estreno una silenciosa acogida.

Fracasó pues ante el público y también ante la crítica, que la acusó de ser una simple yuxtaposición de cuadros sin acción continuada ni trabazón directa. Creemos, sin embargo, que la observación es injusta, pues ésta es precisamente una de las dificultades de este género dramático y que, en nuestro concepto, le hace inabordable en el teatro. Pero, aceptándolo, basta que, en ausencia de una acción continua, de una intriga que una los cuadros entre sí, haya mucho movimiento escénico e invención en el detalle, para que la obra sea teatralmente buena.

Ahora bien, ¿se hallan en el drama del señor Gancedo, estas últimas cualidades? Lo suficiente, para que pueda considerársela una obra estimable. Bien es cierto que el tercer acto, de una ingenuidad asombrosa y de un final de circo, borran toda buena impresión anterior; pero, con todo creemos que hay en la obra escenas que revelan en su autor cualidades que cultivadas, podrán darnos obras algo más estimables que Juan Facundo Quiroga.

-Durante el mismo mes se han efectuado en este teatro algunas reprises de las obras mejores del repertorio.

Entre estas, diose Los Muertos, ese profundo drama de Florencio Sánchez, (nuestro Bracco por la potencia y por la audacia) drama que bien podría figurar sin desmérito en cualquier cartel de teatro europeo.

Volvimos a ver igualmente El Arlequín, este fuerte y hermoso drama de Otto Miguel Cione, sin duda alguna su obra más a pesar de notarse también en ella, como en las otras del autor, ciertos toques artificiosos y novelescos.

-Por dos razones hemos sido y seguiremos siendo tan breves en estas notas: la primera, por considerar fuera de lugar las largas exposiciones de obras, en su mayoría retiradas del cartel a la aparición del número; la segunda y primordial, porque pensamos que el valor de las obras no se mide por la extensión de los comentarios que inspiran.