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62-14. Recuérdese el


   «¡Víctor, don Juan de Alarcón
y el fraile de la Merced!
Por ensuciar la pared,
y no por otra razón.»

(Luis Fernández-Guerra: D. Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza; Madrid, 1871; pág. 196.) Compárese H. A. Rennert: The Spanish Stage; pág. 121 y siguientes. (New York, 1909.) (N. del E.)

 

42

M.: «le». (N. del E.)

 

43

M.: «de que». (N. del E.)

 

44

67-29. Recuerdo «de los bandos que llamaban de Oñecinos y Gamboas, que tenían en armas el señorío de Vizcaya y las provincias de Alava y Guipúzcoa con las montañas, y procedían con tanto rigor, que si el reino estuviera pacífico debajo del gobierno de un príncipe muy valeroso, bastaran a poner mucha turbación en él». (Zurita, lib. XVIII, cap. 35; año 1471.)

«Temas, parcialidades y afecciones les causan división de continuo: estos Columnas, y estotros Ursinos; Güelfos y Gibilinos, peores que Oñez con los Gamboas.» (Juan de Lucena: Libro de Vida beata: edición Paz y Mélia, en Opúsculos literarios de los siglos XIV a XVI; Madrid, 1892; pág. 171.) (N. del E.)

 

45

M.: «en el». (N. del E.)

 

46

68-26. «Halagala -dice Covarrubias- es un término de júbilo y regozijo, en ouacion y aplauso de alguno; y es a fuer de aldea, como en el cantarcillo antiguo, que dize:


   ¡Halagala del zagal
y de su madre donzella!
¡Halagala del y della!

Valdivielso, en su Romancero espiritual, trae los versos:


«¡Vívame la gala
del zagal y la zagala!
. . . . . . . . . . . . . . . .
¡Vívame la gala!»

(N. del E.)

 

47

M.: «del». (N. del E.)

 

48

71-6. El texto: qudtos. (N. del E.)

 

49

M.: «ponian». (N. del E.)

 

50

72-3. Alusión a las dos flechas de Cupido: una, de oro, que produce amor; otra, de plomo, que lo rechaza. (Véase Ovidio: Metamórfosis, I, 468-471). El «ellas» del penúltimo verso refiérese a las «flechas», mencionadas en el verso undécimo. (N. del E.)