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1

(Publicado en Estudios ofrecidos a Emilio Alarcos Llorach, IV, Universidad de Oviedo, 1979, pp. 479-494).

 

2

Hago uso de la amplia nómina generacional (110 nombres) ofrecida por Juan Manuel Rozas en las págs. 26-28 de El 27 como generación (Santander, 1978. Publicaciones «La isla de los ratones»).

 

3

Vid. págs. 84-85 de mi libro Historia de la novela española entre 1936 y 1975 (Madrid, Castalia, 1979) con cuyo capítulo II se encuentra estrechamente relacionado el contenido de este artículo. (En adelante citaré: Historia 1936-1975).

 

4

Ignacio Agustí, Ganas de hablar, pág. 168. (Barcelona, Planeta, 1974).

 

5

Como «muestra espléndida de su temperamento» consideró Samuel Ros («Vértice», n.º 39: XII-1940, pág. 58) esta novela de Miquelarena, muy favorablemente comentada -«libro de alta calidad literaria [que] pone a su autor a la cabecera (sic) de los actuales novelistas españoles- por un anónimo reseñista en el n.º 16: VII-1940, sección de bibliografía, de la revista mensual «Horizonte» (Madrid).

 

6

Vid. págs. 29-30 de Historia 1936-1975.

 

7

Ediciones «Jerarquía» nació en Pamplona, 1936, con el número I de la revista de ese nombre («la revista negra de la Falange»), dirigida por Fermín Yzurdiaga Lorca y al cuidado de Ángel María Pascual, para dejar paso a una serie de volúmenes políticos y literarios; entre estos últimos cuentan dos novelas de otros tantos autores jóvenes o inéditos en el género: Madrid de Corte a cheka (1938) de Agustín de Foxá y Eugenio o proclamación de la primavera (1938), de Rafael García Serrano.

 

8

Pág. 21 del n.º 16: 15-XI-1944, de «La Estafeta Literaria».

 

9

Eran volúmenes a la rústica, que rondaban las doscientas páginas en octavo y se vendían al precio de 18 pesetas (salvo La llaga, con más páginas, a 20 pesetas).

«Clan» (que también era galería de arte) inició (diciembre de 1948) la publicación de «Punto», un «boletín literario y artístico» que, andando el tiempo, daría lugar a la revista «Índice de artes y letras». En el número 0 de «Punto», Jorge Campos comenta favorablemente La llaga, novela con la que Marcial Suárez «demuestra su potencia de narrador»; en el número I (1-II-1949) Campos hace otro tanto con Las palmeras de cartón, muestra del talento de un colaborador de «La Codorniz» cuyo futuro narrativo puede dirigirse hacia la «observación costumbrista», «el juego plenamente de humor» o la revelación del «fondo lírico», que su autor parece poseer.

 

10

Samuel Ros (n.º 39 de «Vértice») calificaba como «deliciosa» esta novela y advertía acerca de «la finura con que está fabricada la trama y desenvuelto el asunto».