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251

«Tenemos a la vista (dice el Sr. Ticknor en su Historia de la Literatura española, traducción de los Sres. Gayangos y Vedia, tomo II, pág. 344) el manuscrito original de mano de Lope, con muchas alteraciones, correcciones e interlineados puestos por el mismo... Al frente de cada página hay una imagen con la inscripción de: Jesús, María, Josephus, Christus, y al fin: Laus Deo et Mariae Virgini, con la fecha del día en que la concluyó y la firma del autor.»



 

252

Historia de la Literatura española, traducción de los Sres. Gayangos y Vedia, tomo II, páginas 342-43-44.

 

253

Por encargo de la Academia Española, y para la edición que este Cuerpo literario se propone hacer del Teatro completo de Lope de Vega, está en la actualidad en Londres copiando con prolija exactitud todos los autógrafos de obras dramáticas del mismo ilustre Ingenio que se guardan en el Museo Británico, el Sr. D. Guillermo Steet, canciller de nuestro Consulado general en aquella metrópoli, versado en nuestra lengua y ejercitado ya en análogas tareas.

 

254

En 1856 tuve la honra de facilitar al Sr. D. Aureliano Fernández-Guerra y Orbe, a petición suya, el artículo de mi colección titulada: Cancionero de poetas varios españoles de los siglos XVI y XVII (por mí formada e ilustrada desde 1952), relativo al poeta Juan Sánchez Burguillos, para que de él se sirviese discrecionalmente al tratar en el segundo volumen de la exquisita suya (aún a esta fecha no terminada) de las Obras de D. Francisco de Quevedo Villegas, la cuestión incidental acerca de las Rimas que Lope escribió y publicó bajo el seudónimo de Tomé de Burguillos. En efecto, reunió dicho señor, a las noticias que sobre tan curioso punto había por sí propio investigado y descubierto, las comprendidas en mi artículo que le eran nuevas; y conservando el plan bajo el cual yo le redacté, y algunos de sus períodos (honor bien poco merecido por mi tosca pluma), escribió su erudita Nota a la aprobación que dio Quevedo de las célebres Rimas. Nota, o por mejor decir, discurso que irrevocablemente decide esta cuestión literaria. A mi vez, aprovechándome yo de las noticias nuevas dadas por el señor Fernández-Guerra, adicioné mi primitivo trabajo, reservándome expedito el derecho de opinar o juzgar, en algún caso, de diversa manera que el susodicho erudito. Adicionado así el artículo y retocado convenientemente, es el que sigue:

«Una combinación tan extraña como casual de coincidencias y desemejanzas, de obscuridad y nombradía, de ficción y realidad, ha dado origen, por un lado a las cuestiones promovidas y disputadas acerca de si en tiempo de Lope de Vega Carpio existió un poeta llamado Tomé de Burguillos, y de si éste fue el autor de las Rimas que con tal nombre publicó Lope; y por otro, al olvido del ingenioso Juan Sánchez Burguillos, confundido y equivocado, cuando no desconocido, por nuestros historiadores con el Tomé imaginario o verdadero. Para esclarecer, hasta donde nos fuere posible, este curioso capítulo de la historia literaria española, al paso que damos aquí merecido lugar a un estimable y obscurecido ingenio, allegaremos interesantes datos en apoyo de las tres proposiciones siguientes:

»1.ª Juan Sánchez Burguillos, poeta castellano de singular disposición y talento, floreció a principios del siglo XVI, y según todas las noticias y probabilidades, murió antes de que el inmediato comenzase.

»2.ª En el primer tercio del siglo XVII existió un Burguillos, no extraño al ejercicio de la poesía, de cuyo nombre, ya fuese legítimo, ya burlesco, se sirvió Lope de Vega para disfrazarse literariamente.

»3.ª El mismo Lope Félix de Vega Carpio es el verdadero autor de las poesías que en el año de 1634 dio a la estampa con el título de Rimas del Ldo. Tomé de Burguillos, y de las que anteriormente había publicado bajo el mismo nombre.»



Juan Sánchez Burguillos nació (acaso acertaríamos al sospechar que en Andalucía) entrada ya la segunda década del siglo XVI. Así se infiere del siguiente pasaje de Las seiscientas apotegmas de Juan Rufo, y otras obras en verso, dirigidas al Príncipe nuestro Señor (Toledo, 1596), fol. 63:

«Cenando una noche (el autor, que lo fue también del excelente poema La Austriada, Juan Rufo Gutiérrez, jurado de Córdoba) con D. Alonso de Guzmán, caballero natural de Córdoba, y criado del Rey, él (Rufo Gutiérrez) y Burguillos, el decidor de repente (que fue la primera vez que se vieron), le dijo Burguillos: ''Si vos me glosáis un verso que os daré, me obligo a reconoceros ventaja, aunque ha cincuenta años que metrifico de repente y de pensado, sin 'conocer igual en lo uno ni en lo otro'". Sabido, pues, el verso difícil, fue éste:


"Tan sin él, que es mejor medio.''

»Y le glosó de esta manera...», etc.



Este caso debió pasar algunos años antes de la publicación del libro donde se refiere. De los datos que a seguida insertaremos se deduce claramente que Sánchez Burguillos había ya muerto en el año 1580. Por tanto, si contaba, cuando Rufo le vio por primera vez, sobre sesenta y seis años, y esto se verificó por los de 1578, debió de nacer próximamente en el de 1512. Desfavorecido de la fortuna este feliz y singular ingenio, a quien no adornaron estudios, ni género alguno de erudición, vivió poco apreciado y conocido de sus contemporáneos. Mereció, sin embargo, la amistad del insigne Fernando de Herrera, al paso que menciones, por extremo honrosas, de los distinguidos vates Juan de la Cueva y Juan de Timoneda. Fernando de Herrera, en sus Anotaciones a las obras de Garcilaso de la Vega (Sevilla, 1580), habló de él (pág. 433), al comentar la égloga primera, en los términos que siguen:


   «'Y en este mismo valle, donde agora
mentristezco y me canso en el reposo,
estuve, ya contento y descansado.'

»En el segundo y tercero verso hay hermosísima contraposición de entristezco y canso, contento y descansado. Porque parece que trata el mesmo argumento que esta estanza una Glosa de Juan Sánchez Burguillos, la pondré aquí, y porque se vea lo que pudo el ingenio desnudo de Letras en este hombre, digno de ser estimado entre los mejores poetas españoles, si la miseria de su fortuna no le hiciera tanto impedimento.»



(A continuación estampa la glosa, que insertamos en la renota al fin de esta nota.)254.1

Tuvo la cita panegírica de nuestro Sánchez Burguillos, que acabamos de trasladar, una impugnación de no menor curiosidad que interés para nuestro objeto. Hízola el Condestable de Castilla D. Pedro Fernández de Velasco en su virulenta sátira contra las referidas anotaciones, titulada comúnmente: El Prete Jacopin, que anda manuscrita en manos de los curiosos, y de cuyo verdadero autor dio noticia Tamayo de Vargas en su Garci Lasso anotado (Madrid, 1622). El título textual de la misma, transcrito de las copias que posee la Biblioteca Nacional, una de ellas esmeradísima (códices S-165 y C-120), es: Observaciones del Licenciado Prete Jacopin, vecino de Burgos, en defensa del Príncipe de los poetas castellanos Garci Lasso de la Vega, natural de Toledo, contra las anotaciones que hizo a sus obras Fernando de Herrera, poeta sevillano. (MS. en 4.º). Dice, pues, el Condestable en su observación III:

«Otro yerro hicistes, Señor Herrera, y a mi juicio no pequeño, que fue dirigir vuestras obras al Marqués de Ayamonte, que buen siglo haya... Pues ¿de qué os ha servido enderezar vuestros escritos a un caballero de tantas y tan buenas partes, sino de que junto a su grandeza y entendimiento se descubra más vuestra bajeza e ignorancia? Más razonable fuera dirigirlas a Joan de la Encina, o a Joan de Timoneda y su Patrañuelo, a Tomás de Cantoral, a Padilla y sus Tesoros, o a alguno de esos Bavios y Maevios que tanto lugar hallaron en vuestro libro, o si no a la ánima de D. Luis Zapata, o a la de vuestro amigo Burguillos, y si os parecía inconveniente ser estos muertos, también lo será el Marqués de Ayamonte, y cuando no lo fuera, tengo por cierto que le matara vuestro libro...»



Pruébanos este pasaje del modo más explícito, que Sánchez Burguillos ya no existía en el año de 1580.

El eminente poeta sevillano Juan de la Cueva, en su Exemplar poético (dado a luz por López Sedano en el tomo VIII del Parnaso español), cuyo MS. autógrafo llevaba la fecha de 1605, dice en la Epístola II, tratando del verso corto castellano, y ponderando sus ventajas y excelencias:


   «Baltasar del Alcázar en graciosas
epigramas lo usó, y el numeroso
Burguillos en sus dulces y altas glosas.»



Más antigua que las referidas es la mención que del aventajado glosador y repentista hace Juan de Timoneda en el peregrino romancero que, por él colectado y comprensivo de varias composiciones de su pluma, dio a la estampa con título de Sarao de amor, en Valencia (por Juan Navarro), año de 1561, y después (1573). con el de Rosa de amores, como primera partedel que se denomina de las Rosas, y existe únicamente en la Biblioteca Imperial de Viena. Hállase la cita en el siguiente romance254.1, que a mi juicio es obra del colector y coautor del libro:


    «Ya cabalga Dios Cupido
a Venus besar la mano,
acompañándole siguen
Héctor y Paris troyano,
esse Ovidio y Juvenal,
y Virgilio mantuano,
Julio César y Pompeyo,
y Marco Aurelio romano;
Juan de Mena, cordobés,
el Encina cortesano,
el Bartholomé de Torres,
Garci Sánchez el Galano.
Y Boscán y Garcilaso,
Montemayor lusitano
y Burguillos, Castillejo,
Sandoval el Murciano.
Todos cavalgan en mula,
Cupido en caballo ufano,
todos van de amor heridos,
Cupido desnudo y sano;
todos de lauro coronas,
Cupido de oro greciano;
todos espadas ceñidas,
Cupido el arco en la mano,
con una aljaba y saetas
aceradas de Vulcano.
Allá guía su camino
a esse Reyno valenciano,
porque allí reside Amor,
allí vive más tyrano.
Allí Venus tiene cortes
en hibierno y en verano.
A recibirle han salido
en un fresco y verde llano,
don Gaspar de Romaní,
don Manuel Ferrando humano,
don Alonso Rebolledo,
mancebo en saber muy cano;
esse Don Lüis Milán
a la música cercano;
Marco Antonio y Pellicer,
Samper discreto y anciano,
Gil Polo, Spínola, Pérez,
con Arcaina ciudadano,
Almodévar, Timoneda,
de poesía comarcano.
En ver a Cupido aquellos
que le tuvieron por vano,
sirviéronle de bonete
y de verso castellano;
y cantando esta canción,
al caminar dieron mano.
   Desecha
amor sin amor, amor,
quien te sirve se avergüenze,
y sepa el no sabidor
que el que más huye te vence.»



No tenemos a la fecha otras noticias de Juan Sánchez Burguillos. Al pie van insertas las composiciones suyas que, además de la ya transcrita, son hasta el día conocidas.254.1

Tampoco puede negarse la existencia en el primer tercio del siglo XVII de un llamado Burguillos, versificador, de cuyo nombre, ya fuese legítimo (porque apellido legítimo español es Burguillos), ya adoptado o recibido por burla o por capricho, se sirvió el Fénix de los Ingenios para disfrazarse, aunque notoria y conocidamente, al escribir y dar al público ciertas composiciones de festivo género. Los datos e indicios que tenemos persuaden a creer que el tal Burguillos o Burguillo era un loco muy conocido y popular en Madrid, coplero repentista y de pensado, que si precisamente no servía de irrisión y pasatiempo al vulgo por calles, plazas y tabernas, amenizaba, con sus verdes chistes y sus versos de pie forzado (como en nuestra época D. Diego Rabadán, Oviedo, Reguera y otros que pudiéramos nombrar aquí) ciertas reuniones más o menos públicas de la corte.

Hagamos detenida reseña de los datos e indicios a que nos hemos referido.

Dejamos ya inserto el conocido soneto en que, a poco de publicada la Filomena (1621), satirizó D. Luis de Góngora todas las obras que nuestro Lope llevaba dadas a la estampa, y también hemos transcrito otro soneto dirigido por el mismo insigne vate cordobés contra la ostentación linajuda y vana del Fénix de los Ingenios. Dice Góngora en el antigenealógico:


   «¡Oh brazos leganeses y Vinorres!
no le dejéis en el blasón almena...»



Y en el otro:


   «'¡Aquí del Conde Claros!', dijo, y luego
se agregaron a Lope sus secuaces...
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
   Con el Isidro, un cura de una aldea;
con los Pastores de Belén, Burguillo,
y con la Filomena, un idïota;
   Vinorre, Tifis de la Dragontea,
candil, farol de la estampada flota
de las comedias, siguen su caudillo.»



Tenemos, pues, un Burguillo, persona existente en 1621, a quien Góngora hace figurar como secuaz de Lope, y (aludiendo quizá a que estaba en Belén, según suele proverbialmente decirse de los distraídos) presenta como especial aficionado a la obra del fecundo ingenio titulada Los pastores de Belén, al paso que le nombra y coloca al lado de un idiota y de vinorres, Vinorre o Vinorro, loco muy famoso y conocido en aquellos tiempos, del cual hablan Quevedo, en una composición poética, y el libro denominado Tribunal de la justa venganza, y a quien el mismo Góngora, en el otro mencionado soneto, encomienda el derribar a tronchazos y pedradas el heráldico blasón de Lope254.1.

Don Adolfo de Castro, en las ilustraciones a su colección de poetas líricos, t. I (Biblioteca de Autores españoles, t. XXXII), dice:

«Un Tomé de Burguillos existió, como probaré, en la vida de Lope. Era un loco famoso en Madrid y semejante a otro llamado Vinorres... Calderón en una de sus comedias, habla de él...»



No es fácil diligencia la de verificar esa vaga cita en repertorio dramático tan numeroso como el de Calderón; pero hallado que sea el pasaje, tendrá aquí su lugar correspondiente.

Escribió Lope en la justa poética de la beatificación de San Isidro varios jeroglíficos burlescos bajo el nombre de Burguillos, entre los cuales el siguiente:

«Píntese una dama mirando un loco con un mico en la plaza, con esta letra: Locus iste miqui placet.»



Y en la relación de las fiestas de la canonización del mismo Santo, a cuyo certamen concurrió, como al anterior, seria y burlescamente, escribiendo a todos los asuntos con el mismo disfraz, después de insertar la lista de los poetas premiados, añade:

«Al Mro. Burguillos, una pensión de alabar a todo el mundo mientras viviere, y una libranza de quinientos ducados en el Río de la Plata, a cinco meses vista después del día del Juicio. Dios nos la dé a todos en esta vida, en la otra su gloria.»



Por último, en una peregrina Relación de la Fiesta de toros que la muy noble Villa de Madrid hizo al Sereníssimo Príncipe de Gales, hijo del Rey de la Gran Britania, mostrando la afición que le tiene, como a persona que tanto estima su Magestad, este año de 1623 (a 1.º de junio) (papel suelto de dos pliegos de impresión, más la portada, en folio), refiriendo su autor, D. Andrés de Mendoza, la salida a la plaza, a vuelta de los encumbrados lidiadores Duques de Cea y de Maqueda, Condes de Tendilla, Santillana y Villamor, D. Cristóbal de Gaviria y don Gaspar de Bonifaz, apellidado Matamoros, de cierto payaso, mascarón o caballero burlesco, introducido para mayor variedad de la fiesta, dice:

«Entró D. Fernando de Iniciedo, alias El Caballero de la Morcilla, que entre estas veras es el maestro Burguillos de los certámenes de Lope de Vega, que entraba a probar fortuna con lanza y adarga. Mandáronlo rechazar por pieza vieja.»



El apellido que en ese relato se atribuye al quijotesco toreador parece de artificio anagramático: de él pueden formarse las dicciones: De ivicio (juicio), españolas, y E IVDICIO, latinas, que pudieran ofrecer alusión al loco Burguillos.

Hemos recopilado los datos que inducen a sospechar que el Burguillo citado por Góngora no estaba en su juicio. Los siguientes parecen demostrar que hizo versos:

Don Pedro González de Godoy, «saladísimo cuanto ignorado escritor (dice Gallardo) de fines del siglo XVII», compuso y dio a la estampa en 1682 unos Discursos serio-jocosos sobre la nueva invención del agua de la vida, contra cierto afamado hidrópata, vulgarmente conocido por El Médico del agua, que por aquella sazón curandeaba en España. Abundan en «chistes, cuentos y casos llenos de gracia, agudeza y novedad», y el segundo de ellos254.1 contiene la siguiente anécdota:

«Estaban reñidos Lope de Vega y D. Francisco de Quevedo; y pasando Burguillos por la calle de Santiago, le dijo uno: '¿No sabe vuesa merced cómo han hecho paces los dos contrarios, y ahora están merendando en casa de Montalbán?' Y Burguillos, pidiendo una pluma en librería, les escribió de repente esta redondilla:


   'Hoy hacen amistad nueva,
más por Baco que por Febo,
don Francisco de Queve...bo
Con el buen Lope de Ve...ba.'»

«La librería de la calle de Santiago era la del padre de Montalbán Alonso Pérez, que sin duda alguna debía de vivir en compañía de su hijo. Nada encontramos en la anécdota que repugne a lo posible y creíble; sin embargo. el mencionado Sr. Fernández-Guerra la estima inventada por Godoy, si bien con tan poca seguridad en esta opinión, que dice: 'Pero ved que el autor de dos folletos de burlas... inventa en 1682, o aprovecha, si fue de invención ajena, un cuento más inclinado al vino que al agua...'», etc.



La autenticidad o verdad de la anécdota, hállase confirmada por el Sr. D. Pedro José Pidal en el curioso artículo que escribió en la Revista de Madrid (3.ª serie, t. IV, núm. 10, abril de 1943) acerca de la cuestión literaria que nos ocupa, con el epígrafe: Tomé de Burguillos y Lope de Vega, ¿son una misma persona? Hace mención allí de un MS., «colección de poesías del tiempo de Lope de Vega», entre las cuales hay no epigrama que se dice hecho con el motivo que se expresa en el epígrafe, reducido a referir «que hallándose Quevedo y Lope de Vega bebiendo juntos en celebridad de haberse concertado en ciertas desavenencias que entre sí traían, acertó a pasar por allí Tomé de Burguillos y les compuso la siguiente redondilla:


   'Hoy hacen amistad nueva,
más por Baco que por Febo,
don Francisco de Que... bebo
con el gran Lope de Beba'».



Que el Fénix de los Ingenios fue el verdadero autor de las Rimas humanas y divinas del Licenciado Tomé de Burguillos, que dio a la estampa en Madrid, año de 1634, y de las anteriormente por él publicadas bajo el mismo nombre, es tan evidente, y se halla demostrado por tal y tanto número de irrefragables pruebas, que pudiera excusarse esta parte de la tarea que nos ocupa, si la curiosidad e importancia de algunos datos no la hiciesen necesaria.

El mismo libro de las Rimas ofrece desde luego los más explícitos comprobantes. De intento es ambigua la consignación en la portada del nombre del autor, pues que estampado el título: Rimas humanas y divinas del Licenciado Tomé de Burguillos, dícese más abajo: por Frey Lope Félix de Vega Carpio, del Ábito de San Juan254.1. Los aprobantes Valdivielso y Quevedo, el primero rebozadamente, y el segundo con más terminantes y descubiertas frases, declaran la verdad. Viene después manifestándola franca y paladinamente el panegirista D. García de Salcedo Coronel, en las dos décimas espinales que al frente escribe. Confírmala el «Advertimiento» de Lope «al señor Lector», en que las noticias biográficas del supuesto autor conviene al verdadero, y donde la aserción de que no era fingida la persona del Ldo. Burguillos, se refiere mentalmente al sujeto de aquel nombre o apodo, y la confirman asimismo el soneto de El Conde Claros, burlesco nombre con que había motejado Góngora la claridad del estilo de Lope; el retrato con la leyenda «Utrumque» puesta en un tarjetón que sobre él va colocado, y por último, en el texto mismo tres composiciones, a saber: soneto del fol. 47, cuyo epígrafe y asunto son: «Responde el poeta a un elogio que se hizo en Roma a su muerte fingida, y habla de veras, porque en la muerte no hay burlas». Consta que esto ocurrió con Lope de Vega. Soneto impreso al fol. 74, en que «responde» incisiva y elegantemente a un poeta (Góngora) que le afeaba escribir con claridad» y le ofrecía como perfecto modelo que imitar el intrincado estilo del ya citado Pedro Soto de Rojas. Dice en el segundo cuarteto:


   «Tan claro escribo como vos oscuro,
la Vega es llana, y intrincado el Soto».



Y por fin, la canción, al fol. 81 vuelto, que comienza:


   «Ya pues que todo el mundo mis pasiones
e mis versos presume...»,



la cual veintinueve años antes había sido incluida por Pedro de Espinosa en su antología: «Primera parte de las Flores de poetas ilustres de España» (Valladolid, 1605), si bien plagaba de erratas y con numerosas variantes.

Aunque la publicación misma de que tratamos no contuviese ninguno de los referidos comprobantes, y algún otro además, como la glosa del autor al cumpleaños, en 1630, de su hija Antonia Clara, pudiéramos con toda seguridad, y con presencia de auténticos y originales documentos, incluirla entre las producciones del Fénix de los Ingenios. Consérvanse los borradores autógrafos de nada menos que once de las composiciones impresas en las Rimas de Burguillos, a saber, de los tres sonetos:


«Dos cosas despertaron mis antojos...»,


«Feniso amigo, codiciar mi muerte...»,


«Dulce pastor que nuestro valle pisa...»;



de los romances:


«Corderito, corderito...»,


«Espíritus celestiales»,



y de las glosas y décimas:


«Luz verdadera os llamó...»,


«Porque no echéis a perder...»,


«Con respeto se retrata...»,


«Quien hubiera visto un niño...»,


«Niño pastor soberano...» y


«Con respeto se retrata...» (sic).



Hállanse de puño y letra de Lope, repartidas en dos de los fragmentos de un libro, tamaño de 4.º, en que este grande Ingenio escribía los borradores de sus poesías líricas, y que perteneció al Sr. D. Agustín Durán, quien le dividió, regalando uno de los pedazos al Sr. D. Pedro José Pidal. Entre el que para sí guardó lujosamente encuadernado, el Sr. Durán, códice que ahora existe en la Biblioteca Nacional de Madrid, y el que conserva dicho Sr. Marqués de Pidal, comprenden las diez composiciones indicadas. La glosa:


   «Porque no echéis a perder,
vuestros zapatos de plata...»,



está en el perteneciente a la Biblioteca, y tiene de mano del autor el siguiente epígrafe:

«DEL BACHILLER BURGUILLOS BENEFI-
CIADO DE NAVA LA GAMELLA.
GLOSA AL NIÑO DE LA †».



El Sr. Durán la anotó al pie, en estos términos:

«La composición... es de letra de Lope; por lo que se deja presumir que éste y Burguillos son el mismo sujeto, y que Lope tomaba el nombre de Burguillos en sus poesías festivas o jocosas, creyendo, sin duda, que este género podía desautorizarle.»



Pérez de Montalbán, al hacer en la Fama póstuma catálogo de las obras de Lope, incluyó entre ellas «El Burguillos» a continuación de la Dorotea. Bajo el mismo concepto le mencionó D. Nicolás Antonio, y el docto Caramuel, en su Trimegistro, t. II pág. 58, declaró terminantemente a Lope de Vega por su verdadero autor. Don Antonio de León Pinelo consignó igual declaración en su poema titulado El Fénix Mantuano, que forma parte de la corona fúnebre del grande Ingenio en la expresada Fama póstuma, escribiendo allí la estrofa siguiente:


   «Y porque en Vega tan florida cabe
lo jocoso tal vez con lo suave,
si Homero dio La Batrachomiomaquia,
Lope La Gatomaquia,
que con versos agudos y sencillos
cantó su musa y publicó Burguillos.»



Que las composiciones presentadas en los dos certámenes poéticos de San Isidro, año 1620 y 1622, a nombre del Mro. Burguillos, todas del género festivo, y las insertas del propio modo en la Dorotea, son debidas a la fecunda pluma de Lope de Vega, probado se halla implícitamente por la extensa demostración que acabamos de hacer. Convendrá, sin embargo, reunir aquí todo lo que relativo a tan curioso apunte se estampa en los dos libros de las justas y en el dramático-novelesco y autobiográfico.

A los nueve asuntos de la primera, que solemnizó en 1620 la beatificación del Santo Patrón de Madrid, escribió Lope burlescamente bajo ese donairoso disfraz. Y en la relación de ella dijo:

«Pero advierta el lector que los versos del Mro. Burguillos deuieron de ser supuestos, porque él no pareció en la justa, y todo lo que escriue es ridículo, que hizo sazonadíssima la fiesta, y como no pareció para premiarle, fue general opinión que fue persona introducida del mismo Lope...»



Al fin, hablando del reparto de los premios, añadió:

«Sólo se ha de advertir, que por donayre se le dieron al Mro. Burguillos docientos escudos de premio, por aver escrito a los nueve certámenes, en una cédula sobre los bancos de Flandes; y aunque el referido Maestro era graduado en su facultad, era tan ignorante de la cosmografía marítima, que llaman Hydrografía, que no sabía que estos bancos estavan en la mar, siendo unos bagíos de arena de gran peligro: mas luego que se desengañó de la burla, escrivió essas estancias, que por recreación del lector y para que conforme la opinión antigua de que la indignación hace versos, los quise poner aquí.»



Son doce octavas jocosas, de las cuales trasladamos los retazos que siguen:


   «¿Dónde se sufre, se consiente dónde
tan estupenda y grave tiranía,
no siendo yo de Carrión el Conde
que verberó con riendas la poesía?
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
¿Cómo, que siendo yo poeta ilustre,
gloria y honor de Navalagamella,
el cortesano aplauso me deslustre?
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
¡Oh tú, si acaso lo supiste, Lope,
o consentiste el deshonor que paso,
jamás llegues al trote ni al galope
a la difícil cumbre del Parnaso...!
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Pues el proverbio de tu nombre borras,
con él se llamarán las cosas malas,
serán de Lope desde hoy más las zorras,
las purgas, las geringas y las colas,
reñados petos, afligidas gorras,
ragueros, pantorrillas martingalas,
lobanillos, juanetes y corcobas,
gordas, espesas, pedigüeñas, bobas;
de ti se llamarán los maldicientes,
vecinos linces, nobles mal criados,
los suegros, los inútiles parientes,
la cárcel, el mal vino y los cuñados;
de ti la sarna, el mal francés, las fuentes,
las mohatras, los bárbaros traslados,
los perros muertos y las gatas-mortas,
las leguas largas y las dichas cortas.»



Repitiendo la propia ficción, escribió dos años después, a los diez asuntos del segundo certamen, once composiciones de donaire, que fueron la salsa de aquel festejo literario a la celebrada canonización del Santo labrador. Y en el romance panegírico de los poetas justadores, que compuso y leyó en lugar y a manera de vejamen, declarose y arrojó el antifaz con términos tan explícitos como los que siguen:


   «¡Oh miserable Burguillos,
poeta jamás soberbio,
aunque parece imposible,
a dónde te lleva el tiempo!
¿Qué es de tus años pasados
o tu paciencia a lo menos?
¿Qué has hecho? ¿A quién has servido?
¿Qué aguardan tus pensamientos?
¿Nada pides, nada intentas?
¿Siempre has de estar pobre y necio,
filósofo de ti mismo
entre dos libros y un huerto?
¡Tú, ya no de la fortuna,
de mil locos, estafermo,
que tienen por valentía
quebrar lanzas en tu pecho!
¿Con qué les haces pesar?
Dime, por Dios te lo ruego,
¿en qué esfinge depositas
este público secreto?
En razón de lo demás,
¿cómo vives tan contento?
Mira que te quieren triste,
mira que te quieren muerto.
Paréceme que respondes
que se lo pregunte al lienzo
donde tantos perros ladran
a quien no repara en ellos.254.1
Muchas honras; muchas honras;
provecho... nunca provechos:
Dios te consuele, Burguillos,
mientras reparto los premios.»



Síguese a este vejamen la lista de los poetas premiados, que concluye de esta manera:

«Al Mro. Burguillos, una pensión de alabar a todo el mundo mientras viviere, y una libranza de quinientos ducados en el Río de la Plata, a cinco meses vista después del día del Juicio. Dios nos le dé a todos en esta vida, y en la otra su gloria.»



Con más afectada seriedad habló Lope del Mro. Burguillos, e insertó bajo este seudónimo dos composiciones, en la Dorotea. Dice en la escena III del acto cuarto:

«Julio.-  In verbo pulga: ya que la habéis nombrado, quisiera deciros una canción que hizo el Maestro Burguillos a cierta pulga.

César.-  Dila por tu vida, Julio, para que nos descanses de este inexorable soneto, pues ya no vendrá Fernando.

Julio
      'Espíritu lascivo,
de los reinos de amor libre tirano,
      sutil átomo vivo,
en picar y color, mostaza en grano,
      para en alguna parte,
pues mal podré saltando retratarte...'»,



etc. (canción que consta de 17 estrofas).

«Ludovico.-  ¡Qué cosa tan propia de su condición!

César.-  Nunca el Maestro Burguillos hizo elección para sus musas de más elevados asuntos.»



Y más adelante, en la misma escena:

«Julio.-

...Pero sin detener los caminantes, al sepulcro de una dama muy alta y muy flaca dixo el Maestro Burguillos:

   'Doña Madama Roanza
tan alta y flaca vivía,
que mandó su señoría
enterrarse en una lanza;
y aun hubo dificultad,
porque lo alto faltó,
y de lo ancho sobró
la mitad de la mitad.'»

 



Cerramos por fin esta prolija cuanto interesante y necesaria disquisición, reproduciendo la curiosísima y hasta el día no acotada décima, que dejamos ya transcrita, y encierra otra nueva y concluyente prueba en favor de la demostración que nos ha ocupado. Es una de las dos que en el póstumo libro de Lope titulada La Vega del Parnaso (Madrid, 1637), van al fin de la égloga Amarilis, en que pintó el mismo tan sentidamente sus amores con D.ª Marta de Nevares Santoyo, y las desgracias y muerte de esta señora, que le sumieron en el mayor desconsuelo, haciéndole pensar hasta en el abandono del suelo patrio. Dice, pues:




Del Mro. Burguillos254.1


   «Por iros a Francia andáis,
Lope, mas yo no lo creo,
porque muy sin pies os veo,
si no es que en los versos vais.
¿Tan desesperado estáis?
¿Tanta es la cólera, tanta?
Que vais a Francia me espanta;
pero tanto habéis cantado,
que presumo que os ha dado
algún mal en la garganta.»



 

254.1


   «Aquí cantaba Silvano
con más contento que ahora:
¡Dolorido del que llora
pesar firme y bien liviano!

   En aqueste prado ameno,
donde con tanta vitoria
mereció gozar la gloria
de que amor le tiene ageno
y muerto con su memoria;
aquí do se vio ensalzar
sobre todo el ser humano,
en este mesmo lugar
que agora le ven llorar,
aquí Cantaba Silvano.

   Aquí donde apacentaba
la vista, mirando aquella
que de contemplalla y vella
el alma se alimentaba,
glorificándose en ella;
aquí donde celebró
el nombre desta pastora
que en tantas partes dejó,
aquí es do tañó y cantó
con más contento que ahora.

   Tan de su daño inorante,
quanto de amor confiado,
y cantaba el desdichado
endechas del triste amante
que fue de tal bien privado.
Y como el que en alegría
su futuro mal ignora,
las veces que esto hacía
siempre en su canto decía:
¡Dolorido del que llora!

   Y reparándose aquí,
en el semblante mostraba
muestras que en lo que cantaba
pronosticaba de sí
lo que de otro imaginaba;
y vuelto de su accidente,
canta y suspira, no en vano,
doliéndose tiernamente
del triste que llora y siente
pesar firme y bien liviano.»



 

254.1

Tomándole de un ejemplar del Sarao, que fue de la Biblioteca Mayansiana, le reimprimieron, Cerdá en sus notas a la Diana de Gil Polo, y D. Benito Maestre en al revista literaria de El Español. D. Agustín Durán le ha insertado en su Romancero general de la Biblioteca de Autores españoles, copiándole del de las Rosas.

 

254.1

Glosa que, tomada de un códice de Poesías varias perteneciente a la biblioteca de S. M. ha sido publicada por el Sr. D. Pedro Pidal, Marqués de Pidal, en la penúltima nota de su discurso acerca de la poesía castellana en los siglos XIV y XV, que precede al Cancionero de Juan Alfonso de Baena (Madrid, 1851).

VILLANCICOS DE FRANCISCO, REY DE FRANCIA


«Corazón, no desesperes,
que mujeres son mujeres.»



COPLAS A ESTE VILLANCICO, DE BURGUILLOS



   «Deja al tiempo con paciencia
hacer lo que te conviene,
pues en sus mudanzas tiene
la cura de tu dolencia.
Si te hacen resistencia,
no por eso desesperes,
que mujeres son mujeres.

   Como no pueden forzar
su propia naturaleza,
por ira ni por braveza
no debes desconfiar,
que mediante el esperar
vernás a haber lo que quieres,
que mujeres son mujeres.

   No te prives de esperanza
por firmeza de mujer,
que muy pocas suelen ser
las que no hacen mudanza.
Así que ten confianza
y espera con cuanto vieres,
que mujeres son mujeres.

   Que si por su honestidad
son firmes algunas dellas,
no tanto que falte en ellas
mudanza de voluntad.
Pues con tal seguridad,
no hay razón porque no esperes,
que mujeres son mujeres.»



Glosa.-Del códice M-190 de la Biblioteca Nacional de Madrid.

«Síguense ciertas glossas de la bella, y esta primera es de Burguillos.»



   «La bella mal maridada,
de las más lindas que vi,
si habéis de tomar amores,
vida, no dexeis a mí.»

«Hase en mi favor mostrado
tanto el amor y fortuna,
que he triunfado y he gozado
de toda suerte de estado
sin contradicción alguna.
Sólo el desdén zahareño
de la hermosa casada
me aflige, cansa y enfada;
por lo que mi fe os empeño
que jamás me quite el sueño
la bella malmaridada.

   »Y puédeseme creer
en esto lo que dixere
porque soy de parescer
que no tengo de querer
sino a la que me quisiere;
o sea hermosa o fea,
tenga buena gracia en sí
y en la boca siempre un sí,
que como este no vea,
no la serviré, aunque sea
de las más lindas que vi.

»No sé si tengo razón
en tratarme desta suerte,
mas es esta mi opinión,
y mudar de condición
ya veis que es a par de muerte.
Los que esta ley no guardáis
estáis con vuestros dolores;
pero suplico, señores,
a los que libres estáis,
que lo que digo hagáis
si habéis de tomar amores.

   »Y si hubiere de tomallos,
quien mi parecer siguiere,
sea tan libre en tratallos,
que pueda luego dexallos
cada y quando que quisiere;
y si su dama le obliga
a que esto no sea ansí,
échela luego de sí
como a mortal enemiga,
aunque llorando le diga:
vida, no dexeis a mí.»



 

254.1

La composición de Quevedo es un romance, el LI de la Musa Talia, en la edición de sus obras impresa por Sancha. El pasaje de tal romance-letrilla a que nos referimos, es como sigue:


   «El que se mete a ministro,
por grave y por enfadoso,
muy atusado de calzas,
muy fruncido y muy angosto,
sueña que por cuello enano
y hablar flautado y a sorbos,
y porque trae sin orejas
un par de zapatos sordos,
que le tengo por prudente;
y así yo haya buen gozo,
que comparado con él,
juzgo por cuerdo a Vinorro,
      Todos somos locos,
      los unos y los otros



Los encubiertos autores del Tribunal de la justa venganza, libelo contra Quevedo, que se imprimió en Valencia, año de 1626, y que suena escrito en Sevilla, dicen a la pág. 255:

«...burlándose (Quevedo en Las zahurdas de Plutón) de las penas del infierno, supone que estaba en él un caballero, y que se enfadó con los demonios porque no le trataban bien... y que uno se llegó a él y le dijo que se desenojase y mirase qué avía menester, y qué era la cosa que más pena le daba, porque le quería tratar como quien era, y que al punto respondió: 'Bésoos las manos; un molde para repasar el cuello.' Por cierto que si esto lo dijo por gracia, que se corriera D. Pascual de la Corte y Binorre, el que vimos en esta ciudad».



El Sr. D. Aureliano Fernández-Guerra y Orbe ha leído aquí D. Pascual de la Corte y Binorre, como nombre del loco. No puedo convenir en esto; creo que la puntuación está equivocada, no menos que el número del verbo, y que debe leerse:

«...se corrieran D. Pascual, el de la Corte, y Binorre, el que vimos en esta ciudad.»



Es decir, dos locos: el uno, D. Pascual, conocido y residente en Madrid, y el otro, Vinorre, que estuvo y se hizo famoso en Sevilla.

 

254.1

Son dos los discursos, pero del primero se hizo una segunda edición, añadida y aumentada. Posee los tres impresos el Sr. Gayangos, y sus notas bibliográficas son: «Discurso serio-jocoso sobre la nueva invención del agua de la vida y sus apologías. En que entre burlas y veras se dicen veras y burlas; aora nuevamente sacado a luz por un quidan que, queriendo tener fama, no tiene nombre. Año (una viñeta) 1682. Impreso en Mantua Carpetana, por un vecino de ella.»-(15 hojas en 4.º)

«Discurso serio-jocoso sobre la nueva invención del agua y sus apologías. En que entre burlas y veras se dicen veras y burlas; aora nuevamente sacado a luz por un quidam que, queriendo tener fama, no tiene nombre. Añadido, corregido y enmendado por su autor. Año (una medalla de emperador romano) 1682. Impresso en Zaragoza 'cum permissum'. Vendese en la portería de San Martín y en Palacio.» (20 hojas en 4.º)

«Segundo discurso serio-jocoso sobre la nueva invención de la agua de la vida, en que, respondiendo a una apología entre veras y burlas, se hacen las burlas veras. Compuesto por el quidan que, teniendo ya nombre, no quiere tener fama, sino elucidar la verdad. Año de M. DC. LXXXII.»-(20 hojas en 4.º)-Al fol. 2 revela el autor su nombre, y al 7 se halla la anécdota referida.

Don Pedro González de Godoy escribió ingeniosos y elegantes versos latinos en el Obelisco fúnebre a la memoria del inmortal D. Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1684) y en el Certamen poético de San Juan de Dios (ídem, 1692). Fue honrosamente citado por D. Nicolás Antonio, según el cual, reunió a sus conocimientos no vulgares en el idioma latino, el de las lenguas italiana y francesa. Concluyó la traducción que D. Francisco Antonio Cruzado había dejado incompleta de la obra francesa del P. Nicolás Causin, jesuita, denominada La Corte Santa. «Communem fecit nostris hominibus (dice Antonio, hablando de esta versión) La Corte Santa... (los tomos IV, V, VI y VII) adjungens fini sexti. =El Ángel de Paz, ejusdem auctoris librum, sed latinum. Ex qua lingua etiam transtulit. =El Reino de Dios.»-La Corte Santa del P. Causin, traducida por Cruzado y por nuestro Godoy, añadida con la Corte Divina del mismo autor original, obra latina puesta en castellano por tres diversos traductores: D. Esteban de Aguilar Gotan y Zúñiga, D. Francisco de la Torre y Sebil y el comisario Juan Conde, se imprimió por cuarta vez en Barcelona: Rafael Figuero, 1696-98 (4 tomos en folio).

 

254.1

«Rimas (dice la portada) hvmanas y divinas.., no sacadas de Biblioteca ninguna (que en castellano se llama librería), sino de papeles de amigos...», etc. Esta satírica alusión va disparada contra D. José Pellicer de Ossáu, Salas y Tovar, que acababa de dar al publico las Obras de Anastasio Pantaleón de Ribera (impresas desde 1631 y detenidas luego tres años), estampando en el encabezamiento del texto: «Salen a luz de la biblioteca de D. Joseph Pellicer.»

 

254.1

Refiriendo Montalbán en la Fama póstuma las mandas que Lope dejó en su testamento a varios amigos, dice:

«Y a mí, por su alumno y su servidor, un cuadro en que estaba (Lope) retratado cuando era mozo, sentado en una silla y escribiendo sobre una mesa que cercaban perros, monstruos, trasgos, monos y otros animales, que los unos le hacían gestos, y los otros le ladraban, y él escribía sin hacer caso de ellos.»



 

254.1

Relativamente al apellido Burguillos, no es inoportuno el advertir que, según consta de los documentos publicados por D. Casiano Pellicer en su curioso libro: Origen de la comedia y del histrionismo en España, el dueño de uno de los solares o corrales que en Madrid sirvieron de primeros teatros (año 1568) tenía ese mismo sobrenombre. El Corral de Burguillos estaba, como el de la Pacheca, situado en la calle del Príncipe. Ajustado por la cofradía de la Pasión, tomole después la denominada de la Soledad, encargada de los niños expósitos, a cuyo beneficio representaron en él Alonso Rodríguez y otros comediantes por el año de 1574.

 

255

El Dr. Antonio Pichardo Vinuesa. Tengo a la vista un opúsculo suyo titulado: Satisdationes et clausulae indicatum solvi, extemporalis disputatio... Petitoribus perpetuae cathedrae Digesti Novi ut novum in cathedrae petitione eruditionis specimen ederent, a Salmaticensi Academiae X Kal, Novem. Anno 1600. Auctore Antonio Pichardo Vinuesa cathedrae petitore, apud eosdem Salmaticenses I. V. D. et iam diu publicis stipendiis Iustinanei Codicis antecessore. Permissu superiorum. Excudebat Andreas Renault Salmanticoe 1600. (En 4.º). Con versos laudatorios, latinos, de Miguel Cejudo y de D. Pedro Lanchero de Figueroa.

 

256

Al insertar, diez y seis años después, Salcedo Coronel estas décimas en la colección de sus poesías, que imprimió con el título de Cristales de Helicona (Madrid, 1650), las encabezó así: «Décimas en el libro que compuso Lope de Vega, y salió en nombre del Licenciado Burguillos.-Al Lector.»

 

257

De este Olivares insertó D. Fernando de Vera y Mendoza en su Panegírico por la poesía (Montilla, 1627) una traducción en dos tercetos castellanos, del célebre dístico:


   «Inveni portum: spes et fortuna valete:
sat me lusistis, ludite nunc alios»,



que mandó escribir Carlos V en su habitación de Yuste. Acaso fue pariente de Rodrigo Infante de Olivares, de quien consta que escribió algunas noticias o memorias de Sevilla, su patria.

 

258

Así lo afirma Ortiz de Villena en el prólogo, pero es evidente que Lope no tuvo entonces necesidad del original de su tragedia El castigo sin venganza, que acababa de publicar esmeradamente corregida.

 

259

Doña Bernarda Ferreira de la Cerda, hija de Ignacio Ferreira Leitaón, canciller mayor de Portugal, Caballero de la Orden de Santiago, y de D.ª Paula de Sá Pereira, nació en Oporto, año de 1595. Dando muestras desde niña de sus talentos y raro ingenio, aplicose a toda clase de estudios filosóficos y científicos, al paso que cultivaba la poesía y la música, y aprendía con perfección los idiomas latino, italiano y español. Conocida y admirada por el rey Felipe III durante su estancia en Portugal, fue por este Monarca honrada con el cargo (que renunció modestamente) de preceptora de los infantes D. Carlos y D. Fernando. Casó con Fernando Correa de Sousa, de quien tuvo varios hijos. Estimada no menos por sus virtudes que por sus prendas literarias, recibió de grandes ingenios, como el de Lope en el Laurel de Apolo y en esta égloga, tributo de merecidas alabanzas. Murió en Lisboa el 1.º de octubre de 1644. Muchas son sus obras, y entre ellas las dramáticas quedaron inéditas. Las más notables que publicó fueron el poema España libertada, primera parte (Lisboa, 1618), dedicado a Felipe III, y un tomito de poesías líricas titulado Soledades de Buçaco (Lisboa, 1634, en 8.º). Contiene este volumen versos mejores que los cultos y afectados del antedicho poema, cuya segunda parte sacó a luz, póstuma, su hija D.ª María Clara de Meneses, en Lisboa, año de 1673.

 

260

El librero de la calle de Santiago, padre del que va hablando.