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ArribaAbajo- VII -

Publicó Lope durante el año de 1613, aunque no podemos decir si antes o después de la expedición que hizo, desde mediados de septiembre a fin de octubre, formando parte de la regia comitiva en el viaje del Rey con el Duque de Lerma, por Segovia a Burgos, Lerma y Ventosilla, un devoto librillo denominado:

«Contemplativos dis | cursos de Lope de Vega, a instancia | de los hermanos Terceros de Pe | nitencia del Seráfico San Francisco. | Uno es un coloquio entre San Juan, | y el Niño Iiesus, refiriendo todos | los passos de su Passion y muerte. | Otro la negacion y lágrimas | de San Pedro130 (Escudo de armas pontificias.) «Con licencia. | En Madrid: | En casa de Iuan de la Cuesta. Año 1613.» (8.º) Consta sólo de ocho hojas sin foliación, y su texto, sin preliminar alguno, comienza a la vuelta misma de la portada con el «Coloquio entre San Iuan y el Niño Iesus


«Vos vengays muy en buen ora
Niño Dios a esas montañas...», etc.131



A mediados de septiembre de 1613 hicieron jornada Felipe III y la Real familia desde El Escorial a Segovia, Burgos y Lerma el Príncipe y los Infantes no entraron en Lerma,), y de allí a la próxima quinta de Ventosilla, donde los obsequió el Privado con grandes fiestas y una comedia de grande aparato representada en el jardín. En Segovia asistieron a la festejada traslación de la Virgen de la Fuenciscla a su nueva capilla. Formó parte nuestro insigne Lope de la regia comitiva, y durante la expedición escribió tres cartas al de Sessa, que ofrecen para la historia literaria, y la especial que nos ocupa, notable interés y curiosidad, y deben ser aquí, en parte, trasladadas.

Al salir de Madrid escribía Lope:

«Mi partida se ha dilatado hasta mañana, porque el coche anda fugitivo del Furrier de Su Majestad: entretanto vea V. ex.ª si puedo servirle en algo. Los papeles de Flora no quieren prisa, porque se ha de responder a ellos galantemente, y eso requier espacio. Parézeme a mí que vendrá a ser Super flumina de Lerma y que se enviarán con notable cuidado.»



Desde Segovia, con fecha del 23 de septiembre, decía:

«Pensé escrivir a V. ex.ª con espacio y con gusto, y entrambas cossas me faltan, porque me mandan partir a Lerma en un coche de algunos criados; pero allá sobrará tiempo... Las fiestas desta ziudad han sido, notables; la relación de las quales tendrá algunas otavitas de Vélez132, o de otro alguno de los obligados a este género de suçessos, con que me escudo de decir a V. ex.ª quales fueron. Toros bravos, juego de cañas conçertado, caydas, lanzadas, cuchilladas venturosas, mozos arrojados por alientos de las personas Reales, máscara de los caballeros corrida, otra de los mercaderes, parada; aquélla sacada dellos a pagar a plazos, y ésta de las mismas tiendas sin escrivirla: la proçessión no se hizo, por el agua; destruyó los altares y las colgaduras... Yo, señor, lo he passado bien con mi huéspeda Jerónima133, aquí he visto los señores rondar mi casa; galanes vienen, pero con menos dinero del que hauíamos menester, sacando el de Cantillana. Ya me mandan baxar al coche... Jerónima estaba presente al escrivir a V. ex.ª y me manda le embíe muchos bessamanos; por ser de dama y tan servidora de V. ex.ª, los embío, aunque más le quisiera embiar lo que han costado estas fiestas.»



De Lerma, a 16 de octubre, es la segunda parte, que empieza:

«Yo tengo escritas a V. ex.ª, señor, tres cartas, y sólo una dice V. ex.ª que ha recibido; mas creo que no se perderán llegando Álvaro López, a quien iban dirigidas, que es también el que ésta dará a V. ex.ª... De todo quedo embidioso, más satisfecho que V. ex.ª crehe mis desseos y que por todo este mes estaremos en esta tierra, al fin del qual quieren contemplativos que esté Su Majestad de camino para el Escorial.»



Y prosigue:

«Yo me prometía grandes espacios aquí para servir a V. ex.ª en lo que me manda, y en mi vida más ocupado he estado que en esta ocassión; pues con dessearlo tanto, no he podido passar adelante en los principios destas epístolas: aora dizen que yremos a Ventosilla, o que nos dexarán aquí; de una o de otra suerte, no yré sin llebarlas todas o la mayor parte... Las fiestas, señor exmo., han sido estremadas, porque han durado dos días; y aunque ayer no fueron como oy, estas últimas lo han remediado todo. No salieron estos señores a la plaza; su juego de cañas fue como suyo, muy galán y muy concertado.»



La tercera carta lleva fecha de Lerma, 19 de octubre:

«Ya, señor exmo. (principia), estamos de partida para Ventosilla. El miércoles se hará en aquel jardín, si quiere el agua, la comedia destos caballeros del Duque, y luego tomaré yo, si Dios fuere servido, el camino de mi casa, par servir a V. ex.ª como desseo; que llegado a ella, en cuatro días que tenga de aposento çerrado acabaré estos papeles, que de ninguna suerte me ha sido possible en Lerma, porque como otros muchos están tan mal divertidos como yo, el rato que me sobra de esta ocupaçión, me hurtan para entretenerse conmigo...»



Y más adelante dice:

«Muy metidos andamos en haçer dragones y serpientes para este teatro; pudiera ahorrarse la costa con darnos algunas de estas señoras mondongas. No sé cómo ha de salir, que ha entrado el agua y en este tiempo no cessa fáçilmente, y en jardín no es a propósito. Con temor estoi; pero consuélome con que de qualquiera suerte que salga tengo de irme. De Madrid me han escrito que por pregón público se ha prohibido que las mujeres no vayan a la comedia: no sé qué se murmura acerca de la causa. Dijéronme que el Duque se temía de quitarlas. Plugiera a Dios que acabassen ya de una vez con este entretenimiento, que el mundo, en cifra de Madrid, alcanza entre tantas confusiones, para que los hombres busquen otros peores y se luzca la circunspecçión, destos actores, que cuanto piensan que moderan las costumbres, tanto alargan de invenciones.»134



Del interés con que habla Lope de la comedia de aparato que debía representarse en el jardín de Ventosilla, y del mismo viaje suyo, parece inferirse que el drama fue producción de su fecunda pluma. No se oponen a esta conjetura las palabras con que empieza la carta: «El miércoles se hará en el jardín... la comedia destos caballeros del Duque»; pues en esas frases hace referencia a los que habían de representarla.135

En Madrid, a su regreso de Lerma y con recuerdos de esta población (si no en ella misma), compuso la comedia titulada La burgalesa de Lerma. Consérvase de esta pieza, en la biblioteca del Sr. Duque de Osuna y del Infantado, un MS. antiguo no autógrafo, que al fin de la jornada tercera lleva esta data: «En Madrid a 30 de Noviembre de 1613 años». Tiene la aprobación de Tomás Gracián Dantisco, firmada en esta corte a 14 de Diciembre siguiente, y la licencia para su representación, expedida con fecha de 17. Publicó Lope este drama en su Décima parte (Madrid, 1618). En junio de 1613 había escrito La niña de plata y burla vengada, cuyo MS. (autógrafo, según el Sr. Chorley), con la expresada fecha, se guarda en la biblioteca del Museo Británico de Londres. La imprimió el autor en su Novena parte (Madrid, 1617) donde incluyó también La dama boba, de cuyo drama y de su autógrafo, existente en la bibliotoca del Sr. Duque de Osuna, firmado por Lope en Madrid a 28 de abril de 1613, con la aprobación de Tomás Gracián Dantisco (Madrid, 27 de octubre), y la licencia (30 del mismo), hemos hablado ya extensamente.

Con fecha de El Pardo, 14 de febrero de 1613, se había expedido Real privilegio de exención perpetua de la carga llamada de huéspedes y aposento, en favor de Lope de Vega, para la casa que poseía y habitaba en la calle de Francos, así respecto de lo que en ella tenía labrado, como de lo que nuevamente labrase y acrecentase, habiéndose obligado él mismo, por escritura otorgada ante Melchor Vázquez Morán en 4 de diciembre de 1612, a pagar en las arcas reales 75.000 maravedises en dos años y dos pagas, por mitad, con hipoteca de la finca. En 3 de marzo de 1613 se le dirigió Real cédula de libramiento para que llegado el día 4 de diciembre, fecha del primer plazo, de su importe de 37.500 maravedises entregase 4.998 al prior, frailes y convento del monasterio de Santa Cruz de Segovia. Ambos documentos forman parte de los títulos de la casa; y en el primero de ellos, donde se califica a Lope de Familiar del Santo Oficio, es de notar este párrafo:

«...Y declaro que esta mrd. no bale ni puede valer más que los dichos setenta y cinco mil mrs, y si más vale y valer puede, de la tal demassía os hago graçia y donación perfecta ynrrebocable, que el derecho llama entre vivos, por algunos serviçios que me aveis fecho de mayor remuneraçión, de cuya prueba os rreliebo...»



Decidiose Lope, entrado ya el año 1614 y a los cincuenta y dos cumplidos de su edad, a seguir el ejemplo de su antiguo amigo el contador Gaspar de Barrionuevo, abrazando el estado de sacerdocio136. Al adoptar esta resolución, ¿contó con sus fuerzas? ¿Se aconsejó bien consigo mismo? Díganlo sus posteriores sucesos. ¿Dejó acaso la continua y por cierto nada ejemplar ocupación a que le obliga su dependencia del Duque? No: por lo menos durante algunos años. ¿Se determinó a dar de mano a sus tareas dramáticas para consagrarse exclusivamente a las propias de su elevado y santo ministerio? Muy lejos de eso, las continuó sin descanso hasta el fin de sus días.

Habló Lope de esta su mudanza de estado en la Epístola al Dr. Matías de Porras, corregidor de Canta, prosiguiendo así:


    «Con estos pensamientos a la aurora,
y con estas memorias a la tarde,
que quien siempre agradece, siempre llora;
    aunque por tanta indignidad, cobarde,
el ánimo dispuse el sacerdocio,
porque este asilo me defienda y guarde.
    La epístola solícito negocio,
dalmática evangélica me visto,
puestas las musas por gran tiempo en ocio.
    De todo cuanto es bien mortal, desisto;
humilde adquiero la cruzada estola
y la suprema dignidad conquisto.»



Y en la epístola de Belardo a Amarilis:


    «Dejé las alas que seglar vestía;
ordenéme, Amarilis, que importaba
el ordenarme a la desorden mía.»



Del tiempo en que se disponía para llevar a efecto la resolución de que hablamos, parece la siguiente esquela:

«Señor Exmo.: yo no tengo otro amo y Señor, y assí me atrebo con mis ynpertinençias en confianza del amor que V. ex.ª me muestra, con que me honra y hace merzed. El paño que me hauía de dar Bermúdez no me puedo poner, porque aunque mude estado, no es bien que mude sentimiento; y assí le suplico se mude en esta memoria; que el generoso ánimo de V. ex.ª me alienta contra natural condiçión y el saber que soy esclavo suyo por lo que tuviere de vida. La de V. ex.ª..., etcétera.»



Ordenado ya Lope de menores a principios de marzo de 1614, pasó a Toledo hacia el 12 del propio mes con el fin de recibir allí todas las órdenes mayores, y de volver a Madrid presbítero. Afortunadamente poseemos doce cartas suyas al Duque, escritas durante aquella ausencia, que bien extractadas nos proporcionarán casi completa relación autobiográfica del progreso de sus diligencias y de otros pormenores de singular interés.

(Toledo, ¿12? de marzo de 1614).

«Mucho quisiera haber visto a V. ex.ª, Señor, y tomar su bendición para esta jornada; pero pues no he tenido esta dicha, le suplico me la dé con voluntad con que me honra y hace merzed; y mientras vuelvo, se sirva de mandarme, que cada día hay ordinarios, y podrán venir las cartas con toda seguridad, de suerte que no haga falta a cosa que toque el gusto de V. ex.ª, que es lo que llevo en los ojos...»



(Toledo, 15 de marzo ídem.)

«Bien creerá V. ex.ª lo que siento el carecer de su vista, porque creo tiene seguridad de mi amor, como de mi obligación; y que sentí en extremo la partida, que por ningún camino me fue escusable. Llegué, presenté mis dimisorias al de Troya, que así se llama el Obispo, y diome Epístola; para que V. ex.ª sepa que ya me voy acercando a capellán suyo; y sería de ver cuán a propósito ha sido el título, pues sólo por Troya podía ordenarse hombre de tantos incendios, mas tan cruel como si hubiera sido el que metió en ella el caballo, porque me riñó porque llevaba bigotes, y con esta justa desesperación yo me los hize quitar; de suerte que dudo que V. ex.ª me conozca; aunque no me atreveré a volver a Madrid tan rapado, que podré hacer con el oficio de Catalina y negarme a mí mismo, como ella lo hace a quien me busca. Estoy con cuidado, Sr. Exmo., de aquel negozio; vea V. ex.ª como será que mientras estoy aquí le sirva en él, pues pueden ir quatro y seis papeles juntos...; aquí me ha recibido y aposentado la señora Gerarda137 con muchas caricias. Está mucho menos entretenida y más hermosa. Bessa los pies de V. ex.ª y me manda le escriba mil recados. Téngalos V. ex.ª, Señor, por recibidos, que a lo menos al nombre se debe alta veneración, en respeto del qual hago yo este capítulo con mucho gusto...»



(Toledo, 19 de marzo ídem.)

«Los favores de V. ex.ª, Señor, me hicieron poner luego en camino aunque fuera a pie... Mi vida en Toledo es ir y venir a solicitar su Prelado para que me dé estas dimissorias, supliendo a tiempo; y dende que me ordené de Epístola, como signifiqué a V. ex.ª, no he pretendido otra fiesta de mi venida; que este fue el principal sujeto; aunque esta persona me ha honrado con su natural condición, que ya he dicho a V. ex.ª muchas vezes quán generosa la tiene; tanque estos días ha hecho buscar una anguila que presentar al Almirante de Nápoles en agradecimiento del apretador; que a mi me ha parecido lo que se cuenta de D.ª María de Padilla... En queriendo. Tajo la tendrá V. ex.ª, que por suya debe estimación ese agradecimiento... En fin, Sr. Exmo., estoy aquí solicitando lo que digo, para descansar de este cuidado, y con el debido sentimiento de no servir a V. ex.ª como debo y como desseo... Desseara no se olvide V. ex.ª de hablar de mí a Monseñor Nuncio y de decirle que por estar en esta ocupación no he vuelto a servirle como me lo mandó aquella noche...»



(Toledo, 21 de marzo ídem.)

«Hoy hablando en mis cosas he hecho una gran diligencia. Creo iré ordenado de Evangelio, con que Monseñor Nuncio podrá darme el último grado en llegando la extra tempora. Esta señora huéspeda tiene salud y dessea a V. ex.ª todo bien, según me ha significado, desseando ser compadre suyo después del Corpus...»



(Toledo, 23 de marzo ídem.)

«Yo he tenido tres cartas de V. ex.ª que ninguna es respuesta de otras tantas que tengo escritas; de las dos no puedo estar con cuidado, porque dirigidas a Álvaro López, es fuerça hayan llegado a sus manos de V. ex.ª. Pareze, Señor, que V. ex.ª, como entre ringlones me da a entender, que siente que me entretienen aquí las mismas causas que allá daban sospechas; pues no me haga V. ex.ª tiros con pólvora sorda, que le prometo que tuviera por deslealtad encubrirle mis pensamientos, indigna de las merzedes recibidas... Lo cierto es que yo querría concluir, Sr. Exmo., con mis órdenes; y pues ya tengo Epístola, no dilatar las demás, por no estar en este cuidado: dos vezes he hablado al Cardenal, y la última le di un memorial, que hoy espero decretado. El Deán y Arcediano desta Santa Iglesia son, por antiguo conocimiento, tan inclinados a mi protección, que quieren solicitar esta gracia, y assí no escuso de intentarlo aunque sea con alguna dilación de mi partida; que quando la hubiesse no dejaría de ir en las intercadencias a bessar los pies de V. ex.ª. Mi vida es esta, y los passos, de la posada a la iglesia; rezar dos (sic) horas que ya me obligan, y a la noche ¡hablar un rato, mientras llega la del sueño, con algún amigo, y porque quien todo lo niega todo lo confiesa; también me divierto de mis tristezas con la amiga del buen nombre, que ya tiene esto de gusto para V. ex.ª, porque no hay cosa que suene a los oídos de quien ama como el nombre de lo que quiere, aunque sea en suelo ageno. Ella está tan agradecida a la merzed que V. ex.ª la hace, que viéndome con cuidado de enviarle una anguila, me le tomó del pensamiento, y con alguna solicitud halló la que lleva ese criado suyo; en que hay tres cosas: embiarla yo con el desseo, ella con las obras, y los dos con satisfacción de que en las manos de los grandes también lo son las cosas más pequeñas. V. ex.ª la reciva benignamente, y se acuerde de que he de ser compadre supo después del Corpus...»



(Toledo, abril de ídem.)

«De las amistades Jaçintinas estoy tan gustoso, que de albriçias mando a V. ex.ª para la epístola unos versos en la misma sazón..., y por Dios que me pessa de no ser tan rico como V. ex.ª porque creyera de mí que por sólo amor le amo, y por sólo servirle le sirvo... También entra Gerarda en este capítulo con grandes agradeçimientos del vestido: dexa a V. ex.ª ese gusto porque dize que estimará más del que V. ex.ª tiene que toda la seda y oro de Milán y del mundo, que pues V. ex.ª le da por su voluntad y generosa condición, que dé lo más, que es honrarla en sus colores, de las de Jacinta, que ella adivina que no estará sin dama V. ex.ª en esos años, con ese talle y tal entendimiento y gusto... Las mantillas y mezcedes a Feliciano, no hay que tratar; resuélvase todo en Jacinta, que con esso serán más las guarniçiones, y se emplearán en quien lo agradezca más bien... Crea V. ex.ª, Señor mío, y yo creheré, esa máxima de los que no pueden vivir sin una cosa, para conservar a V. ex.ª y su amor, sin quien, sin cuya gracia, sin cuya presençia no puede ya vivir; donde querría abreviar mi partida, para que V. ex.ª lo conociese assí...»



En esta carta dice expresamente Lope: «...y más después que soy de Evangelio...»

(Toledo, abril de ídem.)

«...Escriví a V. ex.ª y respondí las cartas de Jacinta, y no veo que me trata en esta última del recivo, de donde veo que podría ser que se hubiessen perdido por no las haber dado a este correo, que es hombre seguríssimo..., aunque podría ser que por haber ido con los ordinarios hubiessen llegado quando ésta a sus manos de V. ex.ª que beso cien mil veces por el cuidado con que honra este esclavo suyo, y el que tuvo de ver a Feliciana su ahijada, que siendo hija de quien V. ex.ª conoció, es la cossa del mundo que más estimo después del Duque de Sessa mi Señor... Diome tarde la carta este correo..., mas hubo lugar de tratar con Gerarda el tal bautismo, y hallándose tan indigna, se remitió toda en todo a V. ex.ª; díxome que le bessaba los pies haziendo una reverencia a los de Castilla, porque estava en hávito de labradora, que no se havía desnudado. De aquel su entretenimiento está como en la Corte, nos los galanes y los dineros, pero consuélasse con prometerse la vuelta, y ríesse mucho de los caballeros de çiudad que quieren conquistarla por lo lindo, no haviendo persona oy que assí viva a deboçión del Adelantado. Gastó un rato en alabarme a V. ex.ª y yo me entretuve en oírla como, si fuera de su nombre... Estava ya otra vez de camino y ha cahido mala Marcela, y por ver en lo que para me detendré unos días.138 Sabe Dios lo que siento carecer de V. ex.ª, de su divino juyçio y de la merzed que me haze. Aquí he negociado que me ordenen las témporas de la Trinidad de Missa; V. ex.ª se aperçiva para oyrmela decir el día del Corpus en mi oratorio139, siendo Dios servido...»



(Toledo, abril de ídem.) Duque mi Señor: ¿qué es esto? O V. ex.ª no reçibe mis cartas, o yo he cahido de su gracia a su olvido, distançia en los Señores breve, pero en V. ex.ª infinita, pues le hizo el cielo tan diferente a todos...; yo he escrito a V. ex.ª dos cartas; con la primera yban tres a Jacinta, con la segunda una, y otra a su cuñado de V. ex.ª... Bien olgara de saber cómo le yban a V. ex.ª, mas ya no debo de estar para tantos secretos; pues cierto, Señor, que me vinieran más bien por lo que me acerco a confessor, particularmente de un mártir, yo solo; y aquí de disparates de Valdés, pero yo los llamo las carnestolendas de mi poessía; coman y hártense, que se ha de seguir terrible quaresma. La tal persona está fresca y buena; habla altamente en los caballeros desta ciudad; digo yo que el poco argen debe de darle materia; bessa los piés de V. ex.ª mil veces. Yo tengo tan poco (argen), Señor Exmo., que me atrevo a suplicarle, si lo hubiere a su mano, me enbie algún socorro, que he hecho aquí una compra famosa para mi altar, y allá la verá V. ex.ª. El correo desta es de fiar, a él puede darse...»

(Toledo, abril de ídem.) Como estava tan enseñado a la md. y favor que V. ex.ª me hazía, Señor, y he visto que a ninguna carta mía se digna de responder, he pensado si se le acabó el gusto como a Prínçipe o si le dixeron algo de mí como de poeta... Si son gustos de Jacinta, denme al olvido... Si ha sido ausencia por las provisiones del Duque, dígame V. ex.ª, Señor, cómo le ha ydo, y si le han dado todas mis cartas, que alguna tiene allá que me puede hazer salir colores de no haber respondido... No tengo que deçir a V. ex.ª el estado de mi vida, pues está claro que no será dichoso ni alegre; prissa me doy a partirme, y el desseo que tengo de que su Señoría del Cardenal acabe de hazer conmigo esta gracia, me detiene contra la razón y el rigor que estos días usa conmigo el Duque de Sessa...»

Toledo, mayo de ídem.

«Grandes merzedes y favores me haze V. ex.ª, Señor, con sus cartas...; ya, Señor, como provisiones reales, no hago más de ponellas en la boca y sobre la cabeça... Sólo he reparado en ellas que V. ex.ª no me dize nada de Jacinta habiendo quedado tan enferma... de...; mi conbalesçencia no tengo que dezir más de que se esfuerza cada día, con esperanzas de que presto tendré la salud que desseo emplear en serviçio del mexor Señor del mundo... Aquí se está esperando el auto, fiesta de quien dice el Cardenal que es como la mar, que passada la primera admiración, entristeçe. Oy llegó el confessor y algunos apossentadores; al fin dél iré a Madrid sólo a ver a V. ex.ª y bessar sus manos...»



(Toledo, mayo de ídem.)

«Con las merzedes que V. ex.ª me haze, seguro estoy de combalesçer mui aprisa... Aquí ha llegado oy notable gente de la corte de la mayor y menor gerarquía; he passado el día razonablemente viendo entrar por la puerta de Visagra tantas diferençias; que como para todos no debe de haber coches ni mulas, es cossa ridícula ver tantas damas en pollinos con sombreros emplumados, y rebozinos con oro, no poco preciadas de los manteos; que de la misma suerte las conduzen a Toledo los aguadores que pudieran al Sotillo el día de Santiago el Verde. Hay para toda esta máquina cosa de seys ventanas; de suerte que vendrán a verse unos a otros, comerán estremados espárragos y barbos, y volveránse. Siempre crehí que V. ex.ª fuera de este gusto, pero bastava estar yo aquí para que se mereziera tanta dicha... La buelta del Padre Ponziano140 me admira mucho con las demás dependenzias del capítulo. Aquí llegó Hortensio y bisitó a su cuñado de V. ex.ª admirable Mezenas suyo141. Viene glorioso desta visita, y con pensamientos de que no se baya la provinçia; por lo menos para la vanda donde se acuesta; Dios lo haga, que calificado por D. Luis, si no fuere provincial será predicador en verso. En Zocodober me asió la mano Mendoza142, pensé que me la quería morder y cubrila con el manteo; no quiero yo deçir en esto que es perro, sino que lo es de todas bodas, pues se halla hasta en las de los quemados; huélgome que no tendrá que escrivir de mí en este Magosto (como dixo el Conde de Lemos viejo); ya me pareçe que oygo su relación en la prosa diabólica con que le tiene engañado el Cordobés su padre.-V. ex.ª hace una cosa injusta conmigo si crehe que en mi vida le encubrí pensamiento: verdad es, Sr. Exmo., que yo he sido notablemente secreto y sólo en mis cosas; no sé si esto es deffeto, pero crea V. ex.ª que si tubiera de qué darle parte, fuera contra mi natural ynclinación, por lo que le adoro, reverencio y estimo; no preste V. ex.ª tantos oydos a personas que adivinan en los pensamientos agenos, que por ventura se engañan en mucho... Palabra doy a V. ex.ª, Señor mío, para quando nos veamos, de confesar a V. ex.ª todos los discursos de mi vida, sin perdonarle pensamiento, porque quiero que me absuelva de tales dudas y me tenga en mexor opinión que el capítulo de esta última me significaba...»



(Toledo, mayo de ídem.)

«Halláronme las de V. ex.ª, Señor, indispuesto de un gran catarro, y aunque me consolaron y me dieron salud, como reliquias de tales manos, quanto me alegró la una me entristezió la otra... Yo, Sr. Exmo., he escrito siempre y hecho lo que V. ex.ª me manda; si se han perdido los pliegos, o los han tomado, no es mía la culpa, sino la desdicha a que nací tan sujeto: pero no quisiera haberlo sido en esta parte, porque es en ofensa de toda mi onra, de toda mi alma y de los pensamientos de que me he preçiado, porque no heredé otra cosa buena de la humilde casa de mis padres. Ya le parecerá a V. ex.ª que me alargo en darle la satisfacçión; pues le prometo por vida suya (que aquí no hay más que jurar, porque con ella no haze comparación mi sangre ni mi alma) que si hubiera tiempo para yr y bolber a Madrid a tiempo de las diligençias y examen del grado que he de tomar, siendo Dios servido, que le havía de satisfaçer a boca, de que xamás he faltado a mi obligación, a lo menos con mi voluntad.

»V. ex.ª me culpa assimismo de las sospechas que en ese lugar se tienen de mí, y cierto que si se pudiera saber en todo él, que a V. ex.ª no he dado parte de lo que dizen, fuera bastante abono de mi inocençia. Lo más que puedo confesar es, que han hablado en esto tanto, que me he visto reduzido algunas vezes a esquitar (sic) en la verdad la afrenta de la opinión; yo tengo mucha plata en la cabeza para enamorado, y he oído siempre que las tales la quieren en la bolsa, donde si V. ex.ª no hubiera socorrido, guárdemele Dios, es sin duda que aún no hubiera satisfecho a las cosas precisas de mi persona. Por la merzed le besso los pies, aunque aquí no vienen en su lugar; pero de passo digo, que el tiempo que Dios me diera de vida... tendré reconocimiento deste beneficio, hecho tan aprisa, tan a tiempo y con tan generoso ánimo, pues sólo el haberle despachado me obliga a poner mi boca en la tierra donde V. ex.ª pone los pies, y a encargarme en siendo sacerdote de pagar la deuda en mis sacrificios. Yo iré a Madrid como prometí y como V. ex.ª me lo manda, para que todos se desengañen, y si no se quieten... Lehi a Gerarda el capítulo, que le celebró como cosa escrita de tal ingenio, gracia y gusto; y díxome finalmente que le pessaba de haber sido ingrata en Valladolid con Príncipe, de tan notables méritos. Acá los han alborotado dos alguaçiles, y por los defectos de María de los Ángeles se lleban a Isabel Ana. Para Pinedo toda la historia es notable143, pero mucho más el tal marido que enseñó aquí dos mil y quinientos escudos de oro y otros tantos en joyas; huyose en viendo los alguaçiles. Allá dicen que están esas señoras damas recogidas: bien aya V. ex.ª que assí conserva su grandeza y prudencia tan lexos de sugetos pícaros pues lo fue tanto María de los Ángeles, que se crió aquí en el Rastro desta çiudad entre las mondongueras, y aora es buena para... tan grandes señores, en un lugar como Madrid, donde creo que no faltan mugeres. Flora está terrible y descompuesta: por Dios que V. ex.ª no buelba más a ser Adam desta culebra engañosa... Las demás cartas yrán mañana con Valdés, que se parte a Madrid por estos pleytos. No se ría V. ex.ª Señor, que no es cosa que me importa a mí...; pues yo soy un pobre clérigo de Evangelio, aunque muy rico en ser beneficiado del Duque de Sessa mi Señor... Catalina me ha escrito la merzed que V. ex.ª ha hecho a la cassilla con su persona, y al pobre Lope, que estava, según me dize, de lo peor del mundo; rueguen a Dios por tal dueño, que en fin ya lo es de nuestras vidas; no poca piedad del cielo en tantas fortunas...»



La carta que sigue inmediatamente a ésta, es ya un billete escrito en Madrid, sin fecha, comprensivo de un párrafo que evidentemente se refiere a los días subsiguientes al regreso de Lope, mas no da indicación alguna relativa a su presbiterato.

Montalbán, en la Fama póstuma, escribe:

«Y últimamente resuelto a lo mejor, se fue a Toledo y volvió sacerdote... Dixo la primera missa en el Carmen Descalzo donde144 tenía su confessor.»



Pocos días después, según claramente se deduce, escribía el billete, que íntegro copiamos a continuación:

«Las mudanzas de mi vida en diez meses han sido causa, Sr. Exmo., de que no haya podido servir a V. ex.ª en las respuestas destos papeles como lo he desseado; mas le doy la palabra, a fée de hechura suya, de hacerlo ahora con el cuidado que dirán ellas mismas; si bien temo no han de ygualar al sutil escoto de las mujeres, porque cierto que me asombra la grandeza, ygualdad y artificio del estilo que tienen; mas eso mismo me animará a hacer pro viribus et posse en deffensa de mí mismo.

»Allá van los dos legajos: no se admire V. ex.ª del mal tratamiento del uno, que ha caminado desde Madrid a Lerma, donde no todos negoçian, y algunos que fueron en papel vienen borrados. Si le pareciese a V. ex.ª decir al Duque (¿de Lerma?) que no le he podido dar cuenta de mi sacerdocio quantas veces lo he procurado será añadir eses, a las que tengo en el rostro para todos y en el alma para solo V. ex.ª, donde le amo por mi dueño, amparo y señor, después de Dios, a quien todos los días le encomiendo y a quien humildemente pido me le guarde como deseo y he menester. Capellán de V. ex.ª»



A fines de 1613 había solicitado Gaspar de Porres de la competente autoridad licencia para dar a luz un tomo de comedias de Lope. Le aprobó con fecha del mismo año el P. Presentado Fr. Juan Bautista Capataz, trinitario, poeta celebrado por Cervantes en el Viaje del Parnaso; y con fecha de 1614, el censor Tomás Gracián Dantisco. Obtuvo el Real privilegio para su impresión por diez años el dicho Gaspar de Porres quien hubo luego de cederle al librero de esta corte Miguel de Siles; pero, no obstante, dedicó en su nombre el libro al Duque de Sessa, y escribió el prólogo A los lectores, donde se expresa en estos términos:

«Los agravios que muchas personas hacen cada día al autor deste libro imprimiendo sus comedias tan bárbaras como las han hallado, después de muchos años que salieron de sus manos...; y los que padeçe de otros que por sus particulares intereses imprimen o representan las que no son suyas con su nombre, me han obligado, por el amor y amistad que ha muchos que le tengo, a dar a luz estas doze, que yo tuve originales...»



El volumen, cuya portada dice: «Doce comedias de Lope de Vega Carpio, Familiar del Santo Oficio. Sacadas de sus originales. Quarta parte, Dirigidas a don Luys Fernández de Córdova, Cardona y Arago, Duque de Sessa, Duque de Soma, Duque de Vaena, Marqués de Poza, Conde de Cabra, Conde de Palamós, Conde de Olivito, Vizconde de Iznajar, Señor de las Baronías de Velpuche, Liñola y Calonge, Gran almirante de Nápoles. Año (Ens.) 1614. Con privilegios. En Madrid, por Miguel Serrano de Vargas. A costa de Miguel de Siles, librero. Véndese en su casa, en la calle Real de las Descalças.» (4.º), contiene las tituladas: Laura perseguida, Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón (El Nuevo Mundo), El asalto de Mastrique por el Príncipe de Parma, Tragicomedia de Peribáñez y el Comendador de Ocaña (El Comendador de Ocaña), El genovés liberal, Los torneos de Aragón, La boda entre dos maridos, El amigo por fuerza, El galán Castrucho (El rufián Castrucho), Los embustes de Zelauro (Los enredos de Zelauro), La fe rompida, El tirano castigado. De estas piezas, la primera, segunda, sexta, octava, novena, décima, undécima y duodécima habían sido ya mencionadas por su autor en la lista que incluyó al principio de la primera edición de El Peregrino. En la de 1618 citó las restantes.

No fue Lope completamente extraño a la publicación de esta Parte, llamada cuarta (no era en realidad sino tercera), de sus comedias.145 Así lo indican los siguientes pasajes, que hemos reservado para este lugar de la quinta de sus cartas escritas en Toledo por la primavera de 1614.

(Toledo, abril de 1614).

«El doctor Torres me avisa que se va en este ynstante, y assí no puedo escrivir a V. ex.ª con el gusto que desseava, ni deçir más de que las onrras y favores que de sus manos recivo venzen todo encarecimiento y passan mis obligaçiones a un ynpossible. Diome el libro de las comedias y dixo que le havía presentado a V. ex.ª; quando yo baya diré en qué obligación está V. ex.ª, Señor, aunque ya deve de tener advertido...»



«El doctor Torres», dice con letras bien claras la copia existente en la Biblioteca Nacional, que yo he trasladado. ¿Se habrá puesto en ella equivocadamente el doctor Torres en vez del Dr. Porres? Muy posible es, a pesar del cuidado y esmero del copiante. ¿O quizá el Dr. Torres, verdadero colector del libro, al publicarle disfrazó su nombre? Entre los amigos y panegiristas de Lope, que por otros datos y documentos conocemos, no aparece ningún Gaspar de Porres. Con este apellido figuran solamente en esa tal nómina Manuel Antonio y el Dr. Matías, de quien hemos hablado en otro lugar. Con el de Torres: D. Jacinto de Torres y Guzmán y D. Jacinto de Torres y Sotomayor.

A últimos de junio de 1614 remitió Lope al Duque de Sessa el notable billete que sigue:

«Señor exmo.: (aquí deben de faltar algunas palabras) mi disgusto y tristeza porque V. ex.ª no esté suspenso; no se canse en venir aquí a la noche, pues bien puedo como a tan gran señor y dueño mío hablar tan claro; que como cada día confiesso, este escrivir estos papeles, no quisieron el de S. Juan absolverme si no daba la palabra de dexar de hacerlo; y me aseguraron que estaba en pecado mortal; heme entristeçido de suerte que creo no me huviera ordenado si creyera que havía de dexar de servir a V. ex.ª en alguna cosa, mayormente en las que son tan de su gusto. Si algún consuelo tengo es saber que V. ex.ª escriue tanto mexor que yo, que no he visto en mi vida quien le iguale; y pues esto es verdad infalible, y no escusa mía, suplico a V. ex.ª tome este trabajo por cuenta suya, para que yo no llegue al altar con este escrúpulo, ni tenga cada día que pleitear con los censores de mis culpas; que le prometo que me abentaja tanto en lo que escrive, como en el haber naçido hijo de tan altos Príncipes. No havía ossado jamás deccir esto a V. ex.ª por mi amor ynmenso y mis ynfinitas obligaciones, trampeando cada día lo mexor que podía el modo de confessarme; ya ha llegado a no ser posible menos. V. ex.ª es dueño de un entendimiento claro y de un corazón generoso; mire lo que quiere hazer de mí, que es tanto lo que le debo y le quiero, que dexo a su juiçio quanto yba a decir aquí.-L.»



Con mucha probabilidad se puede tener por inmediatamente posterior al que acabamos de transcribir, este otro, aún más digno de nota:

«Yo hablé a aquella persona, Sr. Exmo., y me dixo resueltamente buscasse otro confessor, con tanta cólera, como si le hubiera dicho que fuera hereje: supplico a V. ex.ª no crea de mí que por menos rigor dexara de serville; para prueba de esta verdad lo será el mandarme cosas que no excedan de mi propósito, que la misma sangre de mis venas es corto encarecimiento. V. ex.ª, como tan gran Príncipe, admita esta satisfacçión que le doy con toda humildad y con la mayor pena que en mi vida tube; y guárdele nro. Sr. muchos años con mill acreçentamientos de Estados.

»Este papel había escrito a V. ex.ª, que viendo el suyo que me dieron, partiéndome con este fraile sobrino mío, a acompañarle, le buelbo a suplicar a V. ex.ª por la sangre que Dios derramó en la cruz, no me mande que en esto le ofenda; ni le parezca que es pequeño pecado haber yo sido el conservador desta amistad, y causa de que mi Sra. la Duquesa pierda aora a V. ex.ª por tanto tiempo como propone ausentarse; que es rigor grande que me escriva que hago mi gusto; yo no hago sino el de Dios, y si esto es, sin duda será también el de V. ex.ª: esta palabra le di en mi confesión general; lo más tiene conquistado V. ex.ª, no me ha menester a mí; a quien yo he servido de día y de noche en todo lo que V. ex.ª me ha mandado, sin acudir a mí mismo, por no faltar un punto a su gusto, y admírome que V. ex.ª se tenga por mal servido de mí, pues en esta ocasión desde el primero día, contra la salud de mi alma, he ido continuando un negocio que está ya en punto que V. ex.ª deja su casa: no quiero parte deso, sino servirle en cosas lícitas, y cuando V. ex.ª esté desapasionado, conocerá que esto es justo, y que mexor sabe que yo escrivir un papel, sino que le persuade quien por ventura dessea mi perdición. Yo no he engañado a V. ex.ª, que ha muchos días que le dixe la causa, y estos no son escrúpulos, sino pecados para no hallar la gracia de Dios, que es lo que yo aora desseo. V. ex.ª lo mire por Dios y por su santíssima madre, como Prínçipe cristiano y señor tan generoso, y me perdone si en esto no le sirbo, que V. ex.ª no abentura nada, y yo el estar en pecado, siendo causa de que se hagan muchos. Bermúdez, contra mi voluntad, enbió aquí no sé qué seda, aunque no la mitad de lo que él decía; V. ex.ª vea a quién quiere que se le dé que la merezcan mexor que yo, pues no le he servido como quisiera. Guarde Dios a V. ex.ª muchos años.»



Del que sigue no afirmaremos que corresponda a la misma época, pero atendiendo a su analogía, le agregaremos a continuación:

«Señor: bien veo el intento de V. ex.ª, y le sé claramente, por eso no obsta a la confessión de cada día, por ser cosa pendiente, y que esto no es defenderme del cuidado, se ve claro, pues nunca he rehusado lo seguro, como lo es en materia de papeles de mi Señora la Marquesa, pues siempre he respondido a ellos sin tener que temer, que no ynporta que en esta ocasión esté lexos el fin, pues la solicitud y inquietud en que esta persona se pone tengo por ynfalible pecado mortal, y para llegar al altar cada día, es fuerte cosa; pues a V. ex.ª, Señor, no le va nada en tener veynte papeles más, pudiéndolos responder con tantas ventajas el clarísimo yngenio de V. ex.ª, que es sin duda hacerlas al humilde mío, y como hombre de bien y echura de V. ex.ª que lo siento ansí. Y que si creyera que no podía V. ex.ª hazer esto por sí mismo, aventurara el alma. Parézeme que me llama V. ex.ª yngrato, y que juzga de mí la sequedad que dize siempre, mayormente si ha dado crédito a Ferreira; pues sepa V. ex.ª que hay mucha distancia de la opinión a la verdad, y que aquel pícaro ha mentido en todo, y que yo tengo a mi officio el justo respeto, y procuro llegar con la mayor limpieza que me es posible. Esta materia que V. ex.ª trata con esta persona, es más entendida de V. ex.ª que de mí, por ser cosas ya comenzadas allá, de que yo tengo la primera noticia, que también sucede aquí como en las ciencias, que no se puede entrar en ellas sin los términos y principios. Yo respondo a este que V. ex.ª me embía sin saber qué le tengo de deçir, porque ni le entiendo, ni sé el fin a que se procede y camina; y a lo que a mí me pareze, es una quimera que passa entre dos entendimientos y que ninguno está determinado.»



Con los propósitos manifestados en las tres cartas que preceden, observamos enlazada la publicación de las

«Rimas | Sacras | Primera parte | De Lope de Vega Carpio Clé | rigo presbytero | Dirijidas al Padre | Fray Martín de San Cirilo Religioso | descalço de nuestra Señora | del Carmen | Año (la cifra IHS dentro de un pequeño cuadro de orla tipográfica) 1614 | Con privilegios de Castilla y Aragón | por la viuda de Alonso Martín | A costa de Alonso Pérez merca | der de libros.» (No expresa el lugar de la impresión.) (Madrid), 8.º

Los preliminares de esta edición príncipe que inmediatamente fue contrahecha, imitación de la cual tengo ejemplar a la vista146, son y van colocados por el orden siguiente: Aprobación del P. Maestro Fr. Ambrosio Vallejo, Prior del convento del Carmen Calzado de esta Corte y Consultor del Santo Oficio; dada en Madrid, a 2 de Agosto de 1614. Fe de erratas del 20 de Septiembre, y tasa del 24 del mismo Vega para los Reinos de Castilla, y por año. Real privilegio a favor de Lope de tiempo de diez años: Madrid, 30 de junio de 1614. Otro en iguales términos para la Corona de Aragón, expedido en San Lorenzo, a 23 de Agosto siguiente. Dedicatoria de Lope a su confesor en estos términos:

«Al P. F. Martín de San Cirilo, Religioso Descalço de nuestra Señora del Carmen.»

«Frutos son estos pensamientos del campo que V. P. ha labrado, y assí es justo que se le ofrezcan, si bien es verdad que corresponde a la labor el fruto, pero no culparán los que los vieren al beneficio, sino a la estéril tierra. V. P. los reciba como a hijos, vistiéndolos de su protección, aunque descalço, al mundo. N. S guarde a V. P. como yo desseo. Su humilde Hijo y Capellán, Lope de Vega Carpio.»



Escribe el prólogo A los lectores, apareciendo en él como colector del libro, Antonio Flórez, persona de quien a la fecha no tenemos ni podremos dar en la vida de Lope otra noticia147. Dice así:

«A las ocupaciones de Lope parecía ya imposible dar alguna cosa a luz, mas persuadido que podrían ser de provecho estos versos escritos a Dios, quando el mundo con tantos desatinos celebra sus invenciones, me dio licencia que hiciese elección en sus papeles de lo que pareciesse más a propósito. Con esto he dicho que si no fueren como he pensado, avrá sido la culpa mía: pero si agradaren a los ingenios piadosos, y que tratan de devoción, animareme a proseguir este principio a honra y gloria de Dios y de sus Santos, que es lo que se pretende. Antonio Flórez.»



Las composiciones laudatorias que adornan la obra son únicamente siete redondillas de Juan de Piña, una décima de Bermúdez de Carvajal y otra de D. Luis Arias Becerra. Comprende cien sonetos, el poema a las lágrimas de la Magdalena, en cien octavas, dirigido a cierta hermosa y también arrepentida Fílida, (concluye este poema:


    «Resta que tú, que yo, que las piadosas
olas que el ciego error convierte en yelo,
con su exemplo santísimo lloremos
no haber llorado, y que llorar debemos»),



diez glosas, veintiocho romances, once canciones, cuatro composiciones en tercetos, dos idilios, dos villanescas y otro poema en treinta y una octavas: Revelaciones de algunas cosas muy dignas de ser notadas en la Passión de Christo, nuestro Señor, hechas a Santa Brígida, Santa Isabel y Santa Metildis, de cuya dirección hablaremos a su tiempo, sirviéndonos de ella para cierta interesante y curiosísima conjetura. De las piezas en tercetos la primera es un sermón que, predicado por el Cardenal Arzobispo de Toledo, D. Bernardo de Sandoval y Rojas, en aquella iglesia catedral, fue puesto en verso por el Ingenio Fénix en breves horas, como lo refiere en la dedicatoria de su comedia la Arcadia, al Dr. Gregorio López Madera: «Al Ilmo. Arzobispo de Toledo... oí un sermón entre los dos coros (en las fiestas de la Natividad), y se le envié al día siguiente escrito en verso, como anda impreso en mis Rimas Sacras.» Las tres restantes son: la mencionada respuesta al Obispo de Jaén, D. Sancho Dávila y Toledo, una Elegía a la muerte del P. Gregorio de Balmaseda, y otra pequeña composición: Agustino a Dios. Hemos hablado ya de tres canciones muy notables entre las que el libro comprende, y ahora mencionaremos otra a San Benito Casinense, padre del yermo y Patrón de la Academia de Madrid.148

En este sitio puede repetirse la noticia del Acto de contrición de Lope de Vega Carpio, en ocho octavas glosando el verso: «Dulcísimo Jesús, en ti confío», que se imprimió en Valladolid por Francisco Abarca de Angulo, 1614; hoja suelta; y se ha reimpreso en el Semanario pintoresco español, número del 7 de mayo de 1854, según antes dejamos referido.

Hallábase en manos de los impresores el libro de las Rimas Sacras de Lope, cuando se celebraron en Madrid, como en la mayor parte de las poblaciones más considerables de España, regocijos públicos por la beatificación de nuestra insigne Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada (Santa Teresa de Jesús). Decretola el Sumo Pontífice Paulo V, a instancias del rey Felipe III y de los Arzobispos, Obispos, universidades y otras congregaciones y personas respetables del Reino, por Breve expedido a 24 de abril de 1614. Para el certamen poético, indispensable ornato de las fiestas en aquel siglo de oro de las letras españolas, fueron convocados en Madrid los ingenios, con plazo que expiraba el 25 de septiembre; y habiendo dado principio estas funciones matritenses el domingo 12 de octubre, terminaron con la fiesta literaria el jueves 16 inmediato. Compusieron el Tribunal de calificación de las poesías, D. Rodrigo de Castro, hijo del Conde de Altamira, don Francisco Chacón, hijo del de Casarrubios, Arcediano de Toledo y Lope Félix de Vega Carpio, que a propósito y con motivo de estas ocupaciones dirigió al Duque de Sessa, con fecha del miércoles 15, un billete del cual transcribimos los siguientes párrafos:

«Desde que comenzó, Señor exmo., la fiesta de la Santa Madre, no he tenido en casa más de las noches, y éstas ocupadas en sus alabanzas, fuera de lo que no ha permitido el sueño; si me pessa de no haber acudido al de V. ex.ª hago a Dios testigo, porque fuera dél a nadie deseo servir, ni debo, ni quiero, ni respeto, ni reverenzio con ynfinita distancia como a V. ex.ª; ya con mañana habemos acabado esta devoción, y aun obligación de ocho años a su convento y hijos. Verdad es que yo he topado con los versos de la tal persona, muy mirados, y, por decirlo en su lenguaje, muy circunspectos; mañana se le dará algo de lo que mereze, que todo no es posible; V. ex.ª no falte de onrrarme, que con sólo ver su cara me alentaré a mi oración valientemente, la qual no pienso decir de memoria porque la tengo débil y ofendida de tantas imaginaciones, y no querría turbarme para venganza de tanto poeta como me han de estar escuchando...»



Ante un concurso tan numeroso como distinguido que llenó todo el templo del Carmen Descalzo, se reunió en dicho día el poético tribunal, a los pies de la imagen, en la capilla mayor. Inauguró el acto nuestro Lope recitando una oración en verso panegírica de la Santa,

«con tal gravedad y gracia en el decir, con tanta propiedad y espíritu en sus acciones, con tal dulzura y eficacia en el razonamiento, con tanta afluencia y ternura en sus efectos, que causó sumo placer y emoción en el ánimo de los circunstantes; y en seguida, alternando con excelentes coros de música, leyó en alta voz las poesías»



presentadas y dignas de aquella honra. Los asuntos del certamen fueron ocho, con tres premios cada uno de ellos, que, previa la correspondiente sentencia, se repartieron seguidamente. Justaron los más insignes ingenios de la corte, entre ellos el mismo Lope, Cervantes, Vicente Espinel el maestro Valdivielso. Hállanse estas poesías, aunque sin expresión o indicación de los que llevaron los premios, en el «Compendio de las solemnísimas Fiestas que en toda España se hicieron en la Beatificación de Nuestra venerable Madre Teresa de Jesús, fundadora de la reformación de descalzos y descalzas de Nuestra Señora del Carmen; en prosa y verso; dirigido al Ilustríssimo Señor Cardenal Millino, Vicario de nuestro Santíssimo padre el Señor Paulo V, y protector de toda la Orden, por Fray Diego de San José, religioso de la misma reforma, Secretario de nuestro Padre General. Impreso en Madrid, por la viuda de Alonso Martín, año de 1615». Un volumen en 4.º

Al historiar los sucesos de Lope correspondientes al año de 1612, tuvimos ocasión de observar, por una carta suya de mediados de febrero, que sus relaciones con Cervantes eran de nuevo amistosas por aquella fecha. Pero las alusiones contenidas en cierto famoso libro publicado en el año 1614, han dado motivo a sospechar desavenidos otra vez, por esta última de que ahora tratamos, a los dos eminentes ingenios. Hacemos referencia al «Segundo tomo del Ingenioso Hidalgo Don Quixote de la Mancha, que contiene su tercera salida y es la quinta parte de sus aventuras, compuesto, por el Licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, natural de la villa de Tordesillas... Con Licencia, en Tarragona, en casa de Felipe Roberto, año de 1614», cuyo verdadero autor, descubierto por resultado de modernas investigaciones, a las cuales tengo la honra de haber contribuido, fue el célebre confesor de Felipe III y del Duque de Lerma: el dominico Fr. Luis de Aliaga, quien lo compuso y dio a luz en despique de la burlesca intención con que de su apodo de Sancho Panza se había servido Cervantes para su inmortal obra, y en venganza de otras alusiones satíricas a Lope de Vega y a sus amigos y amigas, que en la misma se deslizaron de la pluma del grande ingenio. Era Lope muy señalado amigo del ambicioso fraile, que, a su influyente cargo de director espiritual del Monarca, reunía ya en 1614 el de Consejero de la Suprema Inquisición, siendo por consiguiente y en cierta manera jefe del Fénix de los Ingenios, que gozaba el título de Familiar del Santo Oficio y desempeñaría, cuando para ello recibiese orden, funciones de tal. Estrechas eran también las relaciones entre el P. Aliaga y el Duque de Sessa. Comprueban estas intimidades de una manera indudable algunos pasajes de las cartas de Lope, que deben ser aquí trasladados:

(Madrid, 4? de julio de 1611).

«...Madrid se está como V. ex.ª le dejó: Prado, coches, mujeres, calor, polvo, garrotillos, comedias, Jusepa, Jornada a Portugal. El confesor bueno y rebueno...»



Tan bueno, lucido y rollizo debía estar, que pocos días después, el 17 de julio, fue acometido, en su convento de Atocha, de un accidente apoplético, del cual, si bien le repitió en el siguiente mes, pudo al fin convalecer, logrando contra luego quince años más de vida.149 En razón de este suceso, dice Lope en su carta subsiguiente a la antedicha, hablando del mal de su esposa D.ª Juana:

(Madrid, 6 de agosto de 1611.)

«...Pero García, el Médico celebradíssimo y único, traído de su cátedra de Alcalá a curar al confesor, la ha visto; creo que escribí a V. ex.ª se resuelve a la fuente...»



En principios de septiembre escribía:

«...Ayer fue el confesor al Escorial, ya bueno; al Duque se le ha quitado una terciana. Oy se han soltado mil escudos de presos por deudas, y se han dicho a cien misas en todas las parroquias y conventos...»



En mayo de 1614, desde Toledo:

«...Aquí se está esperando el auto, fiesta de quien dice el Cardenal que es como la mar, que pasada la primera admiración, entristece. Oy llegó el confesor y algunos aposentadores...»



Y, en fin, a nombre del Duque, la siguiente de parabién sin fecha:

«Al P. Conf.:

»Haviendo escrito a V. P. R. el parabién de la nueba plaza, aunque fuera más açertado dársele al Consejo, que tanto ha de onrar y acompañar su virtud y letras de V. P., he sabido de la persona a quien encomendé la carta que no la ha despachado, esperando cada día que V. P. R. viniera a Valladolid; y assí me pareció que no quedassen mi voluntad y obligación en la opinión que no merezen, dando este aviso a V. P. para que sepa mi cuidado y el que tendré siempre de su vida y salud, que Dios guarde muchos años como desseo.-El Duque de Sessa.»



Estampó el ya desenmascarado Fr. Luis de Aliaga en el prólogo de su libro, hablando de Cervantes y de su Don Quijote, los pasajes que siguen:

«...pero quéxese de mi trabajo por la ganancia que le quito de su segunda parte, pues no podrá por lo menos dexar de confesar tenemos ambos un fin, que es desterrar la perniciosa lición de los vanos libros de Cavallerías, tan ordinaria en gente rústica y ociosa, si bien en los medios diferenciamos, pues él tomó por tales el ofender a mí, y particularmente a quien tan justamente celebran las naciones más extranjeras, y la nuestra debe tanto por haber entretenido honestísima y fecundamente tantos años los teatros de España con estupendas e innumerables comedias, con el rigor del arte que pide el mundo y con la seguridad y limpieza que de un ministro del Santo Oficio se debe esperar... Y pues Miguel de Cervantes es ya de viejo como el castillo de San Cervantes, y por los años tan mal contentadizo que todo y todos le enfadan, y por ello está tan falto de amigos que cuando quisiera adornar sus libros con sonetos campanudos, avía de ahijarlos (como él dize) al Preste Juan de las Indias o al Emperador de Trapisonda (por no hallar título, quizá en España, que no se ofendiera de que tomara su nombre en la boca), con permitir tantos baxen los suyos en los principios de los libros del autor de quien murmura, y plegue a Dios aun le dexe aora que se ha acogido a la Iglesia y sagrado; conténtese con su Galatea y comedias en prosa, que eso son las más de sus novelas; no nos canse. Santo Tomás... enseña que la envidia es tristeza del bien y aumento ajeno...»



Las referencias de estos párrafos a Lope de Vega Carpio no pueden ser más terminantes. No ha menester de explicación alguna la que hace relación a su fecundo numen dramático y a su alguacilazgo del Santo Oficio. Respeto a lo de haberse acogido por aquel mismo tiempo a la Iglesia y sagrado, obsérvese que la aprobación del Quijote de Aliaga se firmó en Tarragona a 18 de abril de 1614, y que Lope de Vega en 19 de marzo anterior acababa de ser ordenado en Epístola, grado al cual ya podía con más seguridad aplicarse la terminante frase de su amigo el P. Confesor. En efecto, el tiempo que se invirtiese en la remisión del MS. original desde Madrid a Tarragona, en su presentación allí a la autoridad, pase a la censura y examen por ésta, muy aproximadamente puede calcularse en el mes que entre sí distan las dos citadas fechas. La licencia para la impresión tardó bastante en ser expedida por el vicario de Tarragona Dr. Francisco de Torme y de Liori; no se firmó hasta el 4 de julio. Entretanto el autor, que supo conducirse en toda esta peregrina aventura literaria con gran disimulo y reserva, asistía en Toledo, a mediados de mayo, como consejero de la Suprema, a la fiesta parecida al mar, al auto de fe, y allí se avistaba con el ordenado Lope, y dándole cuenta sin duda de la marcha que seguían las diligencias emprendidas en Tarragona y del prólogo con que daba principio a la obra, la encargaba de nuevo el sigilo; encargo cumplido con la absoluta fidelidad que ahora, para desesperación de los modernos investigadores, muestran las confidenciales cartas de Lope al Duque de Sessa.

Cuando llegó a manos de Cervantes el Don Quijote impreso en Tarragona, llevaba ya muy adelantada la composición de la Segunda parte del inmortal suyo; y así es que comenzó a hablar de aquel vergonzante libro desde el capítulo LIX. Concluyó su tarea, según parece inferirse, a principios de 1615, y seguidamente la presentó al Consejo en demanda de la licencia. Aprobaron los censores la Segunda parte del ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha, en 27 de febrero y 17 de marzo, y sobre el ejemplar impreso firmó nueva aprobación en 5 de noviembre el Dr. Gutiérrez de Cetina. En el Prólogo al lector, contestando Cervantes a las declaradas vindicias de Lope, tomadas por el descubierto Aliaga, se expresó en estos términos:

«He sentido también que me llame invidioso, y que como a ignorante me describa qué cosa sea la invidia; que en realidad de verdad, de dos que hay, yo no conozco sino a la santa, a la noble y bien intencionada; y siendo esto así, como lo es, no tengo yo de perseguir a ningún sacerdote, y más si tiene por añadidura ser Familiar del Santo Oficio; y si él lo dijo por quien parece que lo dijo, engañose del todo en todo, que del tal adoro el ingenio, admiro las obras y la ocupación continua y virtuosa.»



A esto se redujo la satisfacción pública dada por Cervantes a Lope en respuesta a las inculpaciones del quijotista aragonés. No podía en manera alguna ser cumplida y explícita, dado que las alusiones contenidas en la Primera parte del ingenioso Hidalgo eran reales y terminantes; pero sobre ser incompleta, a la vez tiene sus picos y ribetes de satírica. Lo son evidentemente, así la frase «por añadidura», como el admirativo elogio de la «ocupación continua y virtuosa» en que, a pesar de sus propósitos de nueva vida, proseguía entendiendo el secretario íntimo de D. Luis Fernández de Córdoba, Cardona y Aragón.

Para dar fin y cabo a este curioso episodio de la vida de Lope, observaremos que el Viaje del Parnaso, dado a luz por Cervantes en 1614, se imprimía en Madrid al tiempo mismo en que el Quijote de Fr. Luis ocupaba las prensas en Tarragona. Si la publicación de esta última obra hubiese precedido, aunque poco, a la del Viaje, de seguro Cervantes hubiera hablado oportunamente en éste del falso Quijote y de su disfrazado autor. El elogio que al Fénix de los Ingenios tributó Cervantes en el Viaje es el que sigue:


    «Llovió otra nube al gran Lope de Vega,
poeta insigne a cuyo verso o prosa
ninguno le aventaja, ni aun le llega.»



Hacia fines del otoño de 1614 pasó Lope a la ciudad de Ávila. Dio a su regreso cuenta de esta excursión al Duque, en billete sin fecha que trasladamos casi íntegro:

«V. ex.ª sea mil veces bien hallado, y le certifico com sacerdote, que la primera cosa que pregunté en llegando fue por su salud, y que en sabiendo que V. ex.ª, Señor, la tenía, aún no me ynformé de mi hija, que dormía entonces; y es assí verdad que yo salí y con pessadumbre que a las veces hace olvidar el propio descanso, porque me dixeron çierta niñería que me la dio muy grande, y no tuve paciencia para pensar que le tendría sin verme con quien era la causa, y aun esto fue en confianza de que después vería a V. ex.ª; y assí estuve por acostar hasta passadas las doce... Yo salí con ánimo de estar en Ávila dos días, que con quatro de camino fueron seys, y llegado allá, me advirtieron de que podía pretender una de las Capellanías que instituyó el Obispo mi Señor, de Santa memoria150, prefiriendo a sus criados y porque no ha quedado otro que sea Sacerdote más antiguo; hiçe la diligençia, oré en el Cabildo como un Demóstenes, onrrándome mucho, y mandaron hacer la ynformaçión, en que se gastó más tiempo que yo pensaba y quisiera; luego por no volver por las Navas y El Escorial, que es desesperado camino, dimos Álbaro López y yo en venir por Segovia, donde truchas y Sánchez nos hicieron detener hasta acabar El mayor imposible, assí se llama una comedia que le escriví; si no lo fue el poderlo hacer con la mayor cantidad de pulgas que desde las plagas de Egipto ha visto el mundo, con esto, de hora en hora, se han pasado tres semanas, y yo mil años sin ver a V. ex.ª, cuyos pies besso por las ynmejorables mercedes que reçibo de sus manos, y a quien diré esta noche la glosa del testo deste papel, pidiéndole perdón de haberle cansado, y suplicándole mande a Bermúdez me traygan mi vestido, que en Guadarrama se me ha rasgado el que llevaba.

»Guarde Dios a V. ex.ª...», etc.



La comedia El mayor imposible, escrita por nuestro autor en Segovia, año de 1615, para el famoso comediante Sánchez151 (a quien menciona como autor dramático Rojas Villandrando), no se imprimió sino póstuma en la Parte veintecinco perfecta y verdadera de las comedias del Fénix de España... (Zaragoza, 1647), para cuya publicación se sacaron los originales de la biblioteca de D. Francisco Antonio González Jiménez de Urrea, Señor de Berbedel.

Habían terminado, pues, las vacaciones dramáticas de nuestro insigne poeta. Considerable sería, sin duda, el número de obras de teatro producidas por su fecunda y deseosa pluma en todo el resto del año, pero sólo se conserva de los antiguos MSS. de ellas, uno en la biblioteca del Sr. Duque de Osuna. Ha sido citado como autógrafo pero el Sr. Gallardo observa que la firma de Lope que lleva es falsa. He aquí su nota bibliográfica: «El príncipe perfecto.» Al fin: «En Madrid, a 23 de Dic. de 1614 años. Lope de Vega Carpio.» (Firma falsa.)-«D. L. R. A.»-(Una rúbrica.) «Luis Ramírez de Arellano.» (Firma.)-«Por comisión del muy ilustre Lic. D. Pedro de Molina, vicario general de la ciudad y obispado de Zaragoza, he visto esta Com.ª intit.ª El príncipe perfecto, y no tiene cosa contra nuestra Santa Fe Cat.ª ni buenas costumbres. Puédese representar. En Zaragoza, a 24 de Noviembre de 1616.-El Dr. J. de Oquendo.» (Firma.) Existe en la misma biblioteca un legítimo autógrafo de la segunda parte de El príncipe perfecto, firmado en Madrid, a 16 de Enero de 1616, por su autor, Lope de Vega Carpio.

Escasas son en número las cartas que poseemos de nuestro autor conocidamente escritas en el año de 1615. Al mes de junio corresponden las dos primeras, y nos dan conocimiento de una nueva expedición de Lope a Toledo, y de su estancia en aquella ciudad, ocasionada por los motivos que verá el curioso lector:

(Madrid, 6? de junio de 1615.)

«El buscar la comodidad de mi viage, es causa, Señor Exmo., que no pueda hacer los villancicos, que en día de partida concurren crueles domésticas ocupaciones, fuera de andar con esta calor tan remontadas las Musas; en llegando los embiaré, que ya sé que es la fiesta después del Corpus. Vea V. ex.ª, Señor, el romançe y hágale copiar, que por la letra y la sentencia dél verá la prisa y poca sazón que tenía su dueño. V. ex.ª lo es de todo quanto yo soy, a quien pido mil perdones y desde aquí le besso los pies mil veces.»



(Toledo, 9 de junio de 1615.)

«...En esta carta tengo que responder a V. ex.ª dos cosas: la primera es suya y la segunda es mía. El amor de V. ex.ª a Jacinta, después de tantos desabrimientos, pensava yo que había de hacer el effeto que de yguales causas proçede siempre, pero en alguna manera engañado de la condiçión de V. ex.ª penssara assí mismo que no llegara xamás a passar los umbrales de su cassa... Señor, yo no he tenido sentimiento como el día que supe que su artifiçio havía llegado a que V. ex.ª la visitase por enferma. ¡Ay Señor duque! V. ex.ª lo estava, que a ella no le faltava fuerza, pues la tuvo, después de tantos desengaños, para que se atropellase la reputación...

»La parte segunda desta carta advertí a V. ex.ª que era mía, y assí respondo a la cuenta que me pide de mis pensamientos, no sin alguna sospecha de los que engendró en su pecho la miliçia de aquel buen ombre. Yo, Señor Exmo., llegué aquí huyendo de las ocasiones en que la lengua de una mujer faboreçida infame puede poner a un hombre de mi háuito. Y respondiendo también a la objecçión tácita de que no se huye bien del peligro acercándose a él, como yo arriba reprehendo, digo: que siendo, como fue, testimonio, no le puede correr mi conçiencia aunque no quede libre mi reputación; pero en confianza de que los que me conocen están desengañados, quise huir del mayor mal, aunque diesse de ojos en el que era menos. Presumo, Señor, que como hombre acabado al mundo se persuaden fáçilmente a tan mal gusto, como quien ya no los podía hallar mayores, ygnorando que el dinero nunca fue viejo, ni las diligençias con mujer ingratas. A los conjuros de V. ex.ª no hallo otra respuesta, aunque siendo tales, bien me olgara que los acreditaran juramentos: pues plegue a Dios, Señor, que si después de mi háuito he conocido mujer desonestamente, que el mismo que tomo en mis indignas manos me quite la vida sin confessión antes que ésta llegue a manos de V. ex.ª, y créame que no le encubriera pensamiento, porque fuera vilíssimo linage de ingratitud no confessarme con un Señor de tal entendimento, con un Prínçipe que me llama su amigo, y con un dueño solo que tengo en el mundo para mi amparo y protecçión. Presupuesta esta verdad por ynfalible, sí, por vida de V. ex.ª y del Conde mi Señor, que Dios guarde muchos años: no ay más causa a mis ausençias que huir la persecución de una mujerçilla que escrive aquí me persigan, como lo han hecho dándome vayas de noche en quadrillas, judíos desta ciudad con quien ella tiene conocimiento; assí me lo dicen los que las oyen, que yo duermo en parte que es ynposible; con otras cossas que diré a V. ex.ª quando le besse las manos; y en materia de la tal mujer, no ynporta que V. ex.ª haga conçeto de alguna mozedad, pues siendo seglar no fue prodigio; aunque para mí sí lo es que aya en el mundo quien apetezca una mujer (dexando la profesión) tan desatinadamente fea, que en su cara se han vaziado Fariseos para las processiones, y en su alma neçedades para matar entendimientos.

»Ahora me resta pedir a V. ex.ª perdón del romançe que tan aprissa escriuí, y de aquel conçepto, tan trivial del pelícano... En aquel santo Monesterio que por nuestros pecados ha venido a poder de Turcos, está la bachillería tan levantada, y los del concurso tan adelante en bigotes y conçeptos, que si Dios dándose a sí mismo se puede pareçer a algún ave esquisita de la ysla de los Azores, no admitirán al pelícano aunque ya lo hayan dicho los Santos, y yo he leído en ellos; y esta es la causa por que no van aora los Villancicos, que no querría embiar allá otra cosa tan conozida que brindase su ynpertinencias...».152



Capitulados desde el 22 de agosto de 1612 los casamientos de la infanta D.ª Ana de Austria, hija mayor del rey Felipe III, con el de Francia Luis XIII, y de la hermana de éste, Mad. Isabel de Borbón, con el Príncipe de Asturias D. Felipe (después IV de este nombre)153, pasaron nuestro Monarca y Príncipes con toda la Corte a Burgos, a primeros de octubre de 1615; y en aquella ciudad se celebraron por poderes uno y otro enlace, en 18 del propio mes, habiéndose acordado que los Reyes no se avistasen, y así el de Francia, trasladándose a Burdeos, comisionó por su parte al Duque de Guisa para el recibimiento de la reina Ana y entrega de la princesa Isabel; al paso que Felipe III, desde Burgos, dio el respectivo encargo al Duque de Lerma, y después, por enfermedad de este magnate, a su hijo el de Uceda. Las mutuas entregas debían de hacerse, y en efecto se realizaron, en la frontera misma de ambos reinos, sobre el río Bidasoa, sitio llamado Paso de Behovia.

Fue el Duque de Sessa uno de los Grandes de España elegidos para el lucido y ostentoso acompañamiento de tan solemne acto; y él, deseoso quizá de proporcionar a Lope distracción y esparcimiento, quiso llevarle consigo, en clase de capellán. Aceptó el ilustre ingenio, y al disponerse para el viaje escribió a su señor el siguiente billete:

«Señor Exmo.: mis disgustos, aunque grandes, tienen por consuelo el haber sido la causa de tenerlos yo mismo y mis neçias confianzas, que es lo que dixo aquel poeta antiguo:


'Tristes tormentos y enojos
       paso yo;
pues fueron culpa mis ojos,
       páguenlo.'

»Sírvame de escarmiento para lo que queda, si ya queda algo, y sabré que tengo de vivir tan retirado, que aun los ojos que Dios hizo para ver, no se alçen de la tierra. Vinieron a lo que ymporta a la jornada advierta V. ex.ª, Señor, que yo para mí no hubiera menester nada; pero todos saben ya que voy sirviendo de capellán a V. ex.ª, y que por dicha me han de mirar muchos en su servicio, y que aunque no tengo de ser más que un criado que aumente el número de los demás, tengo de ir como quien lo es suyo; y más en esta ocasión, en la cual me quisiera hallar con el dinero del Provisor de Sevilla para servir mexor a V. ex.ª; mas por estar menos aperciuido que otras vezes dexo a V. ex.ª lo que fuere servido. Sotanilla y herreruelo podrán ser de qualquier seda negra aforrándolos, la sotana en bayeta y el herreruelo en felpa, porque entiendan Lerma y eçéteras que me lleba V. ex.ª, y puede sin vergüenza pareçer donde hubiere de ser preciso el hallarnos juntos: seralo también que V. ex.ª mande que vayan de su oratorio dos casullas, cáliz y lo demás necessario para que con toda autoridad se diga missa, y aquellos señores vean que se sirve V. ex.ª hasta en las cosas del altar con cuidado y grandeza, que es la demostración más general para grandes y pequeños. V. ex.ª mande que me embíen dos baúles de los muchos que allá habrá, para esta jornada, porque hagan una carga igual a los libritos y ropa que es forzosa; que en materia de cama, aunque fuera justo y yo tenía siempre una azémila con el de Lemos, yo quiero hacer penitencia por Navarra donde nunca ofendí a Dios. Con esto haze fin esta ynpertinencia poética, pero no los desseos ynfinitamente ynmortales de servir a V. ex.ª, que guarde Dios muchos años como desseo.»



El sábado 25 de octubre partió el Rey desde Burgos con la Real familia y comitiva, a la ermita (media legua) de Nuestra Señora de Gamonal, donde se despidió de su augusta hija.

«Iban con él (dice Pedro Mantuano, historiador de esta jornada) el de Lerma, con los Grandes Títulos y Caballeros que estaban en Burgos aguardando... Era de ver la plaza de Palacio llena de tantas galas, así de los señores y caballeros, como de los pajes, cuya riqueza de librea igualaba con los vestidos de sus amos. La que más bien pareció aquella tarde fue la del Conde de Olivares, que juntó una tropa de veinticuatro pajes, doce lacayos, dos cocheros en su coche, vestidos de paño leonado oscuro, largueado de pasamanos de plata, con plumas blancas en sombreros, con toquillas bordadas de plata. Los señores y caballeros que acompañaban al Duque de Lerma, eran: su nieto el Duque de Cea y el marido de su nieta, el gran Almirante (de Castilla)... el Duque de Maqueda, Conde de Treviño y Valencia, hijo primogénito de D. Jorge de Cárdenas, Duque de Maqueda... (iba con su tío el Conde de Paredes). El Duque de Sessa, como Señor de la casa de Rojas por su mujer..., llevaba veinticuatro pajes, doce lacayos de librea azul celeste, con calzas, los vestidos guarnecidos con pasamanos de oro, cuarenta y ocho azémilas, las veinticuatro con reposteros de terciopelo carmesí con sus armas, los otros eran de lana de Salamanca; con él venía D. Juan de Córdoba, Varón de la casa de Baena, Gentilhombre de Boca de S. M., Señor de la villa del Colmenar...; el Duque de Pastrana y Francavila..., el Duque de Peñaranda, el Conde de Altamira..., el Conde de Saldaña..., el Marqués de Peñafiel..., el Conde de Olivares..., el Marqués de Camarasa..., D. Félix Arias Girón, hijo del Conde de Puñoenrostro...; el Marqués de Siete Iglesias (D. Rodrigo Calderón)... el Conde de Villamor..., el Marqués de Mirabel..., el Conde de Barajas..., el Conde de Santisteban..., Povar..., el Duque de Monteleón..., el Conde de Cantillana..., D. Antonio Portocarrero..., Conde de la Monclova...; D. Fernando de Borja, Gentilhombre de la Cámara del Príncipe, Comendador mayor de Montesa...; D. Pedro Pacheco, General de la Artillería, Comisario de la caballería de España... Los Caballeros de la Boca que acompañaban al Duque, fueron: D. Vicente de Vargas Serrano, Caballero de la Orden de Calatrava, Señor de la villa de la Higuera...; D. Diego Chacón, Caballero de la Orden de Calatrava, hermano del Conde de Casarrubios...; D. Juan de Saavedra, Caballero de la Orden de Calatrava y Alguacil mayor de la Inquisición de Sevilla...; D. Francisco de Prado, Señor de la casa de Prado...; D. Antonio de Toledo, Señor de la Horcajada. Sin los de la Boca, acompañaban al Duque D. Francisco de Acevedo, Caballero de la Orden de Alcántara, Comendador de la Prueba...; D. Jorge de Tobar y Valderrama; D. Bernardo de Saavedra, de la Orden de Santiago; D. Gregorio Gallo y otros muchos... Con la Reina iban sus mayordomos, el Conde de los Arcos, y con él su hijo D. Luis Lasso de la Vega, menino del Príncipe, y el Conde de Castro. Llegados a la ermita de Nuestra Señora de Gamonal (después de haber hecho oración) se despidieron el Rey..., el Príncipe y Infantes, de su hermana la Reyna Christianíssima, con la ternura que se deja considerar. Desde allí se volvió el Rey a Burgos, acompañándole el Duque de Uzeda y el Marqués de Velada, los Marqueses de Almazán, San Román, Flores de Ávila y Aliceda, todos criados de S. M.»



Siguió la comitiva regio-ducal por Quintanapalla (tres leguas de Burgos), a Bribiesca, de donde no pudo ya pasar el Duque, habiéndole vuelto su crecimiento y terciana. Reemplazole en el mismo día el de Uceda, y la cabalgata prosiguió su camino por Pancorbo, Miranda de Ebro y la Puebla de Arganzón, a Vitoria. La magnificencia y esplendidez con que el famoso Privado trataba al acompañamiento, eran extremadas. Escogíase en los lugares la casa que tuviese mayor sala, la cual se colgaba con un dosel en la testera y las paredes de terciopelo carmesí con el fondo de oro y plata. En la mesa comían de treinta a cincuenta personas, Grandes, Títulos y Caballeros, sirviéndose ordinariamente ciento setenta a doscientos platos de principios y otros tantos de vianda, y los mismos de postres. En los patios o corredores se armaba el magnífico aparador de plata. Sin esta principal, se ponían otras dos mesas para los criados y allegados, pajes y maestresalas. Todas las personas, así Grandes como Títulos y Caballeros que venían acompañando al Duque, enviaban a su despensa por lo necesario para el mantenimiento de sus criados; dábanseles con abundancia aves, carnero, ternera, tocino y adobado. La botillería iba provista para el regalo de la principal mesa, de todos vinos blancos, claretes, tintos y aloques que se pudieron hallar en el Reino; y para las otras dos del común, vino de Castilla, porteado con gran costa. Había todo género de aguas cocidas, como china, anís, zarza y canela, de las cuales se daba sin límite; ni en la nieve le había. Las vasijas en que se cocía el agua eran de plata, y lo mismo los cántaros y aguaderas con que se servía este oficio. Todos los señores sacaban además del repuesto del Duque pan, conservas y cera; y en resumen, el magnate proveía diariamente con profusión al sustento y regalo de más de mil y quinientas personas.

De Vitoria partieron el 29 a Salinas; llegaron el 31 de Oñate, y de allí, por Villarreal y Villafranca, pasaron a Tolosa y San Sebastián, donde con tan fausto motivo se botó al mar un galeón de seiscientas toneladas. Sábado 7 de noviembre, después de un camino trabajosísimo por el recio temporal de agua, entraron la Reina y comitiva en Fuenterrabía, mientras que la Princesa llegaba de Francia a San Juan de Luz; y por fin el 9 partieron desde Irún al Paso de Behovia. Ya en Fuenterrabía, el de Uceda había recibido la visita del Cardenal Arzobispo de Reims (hermano del Duque de Guise), del Marqués de la Valette y otros caballeros franceses del séquito de la Princesa. Al llegar la Reina a Behovia acompañada del lucido suyo, que ostentó en aquel día «la mayor riqueza de galas y joyas que se ha visto en España», y escoltada por las guardas española y alemana a pie, en dos hileras, y los arqueros y guarda vieja a caballo, parecía ya por la opuesta banda Mad. Isabel de Borbón, con la Duquesa de Nevers, la Condesa de Lanoy, el Duque de Guise y los demás caballeros, y con su guarda de franceses y escoceses. Hechas las entregas y despedidas, nuestro cortejo, con la ya recibida Princesa, retornó a Fuenterrabía, de donde salieron el martes 10, volviendo por el referido camino el 16 a Vitoria y el 22 a Burgos. Allí estaban, y recibieron a la futura Reina de España, su esposo, el Rey y los Infantes; hubo entrada pública, vistosas luminarias, ingenios de fuego, mascarada, toros y cañas; pero las musas de Lope estuvieron, al parecer, retiradas. Martes 24 salieron los Reyes, Príncipes y la Corte para Lerma, convidados de su Duque a nuevos festejos; y por último vinieron a entrar solemnemente en Madrid en el mes de diciembre.

Tal fue la excursión del Fénix de los Ingenios por Castilla, Álava y Guipúzcoa (no por Navarra, como él creía) en la otoñada de 1615. Tales en ellas sus refinados goces, y no menores los que debió de gustar con el trato y compañía de tan brillante sociedad. En ella, como ya hemos señalado, se contaron por lo menos siete favorecidos de Apolo, además del privilegiado vate: los Duques de Cea, de Pastrana y de Sessa, los Condes de Olivares y de Villamor, D. Félix Arias Girón y D. Jorge de Tobar y Valderrama154. Concurrió también a la jornada Pedro Mantuano, el atrevido crítico de Mariana, y escribió la relación de ella, no publicándola hasta el año de 1618; libro en el cual no hace ni la más ligera mención de Lope de Vega Carpio155. En otra inédita «Relación de la jornada de las entregas de las sereníssimas Señoras doña Ana, Reyna de Françia, y doña Isabel, Princesa de España, hechas en los meses de Octubre y Noviembre de este año de 1615» que existe en la Biblioteca Nacional (M:S. H. 50), se dice por conclusión:

«En la jornada ha andado el famoso poeta Lope de Vega, Pedro Mantuano y otros dos, tomando por memoria todo lo que pasaba para hacer historia dello; dellos se sabrá todo lo sucedido.»



A principio de diciembre estaba ya Lope de regreso en Madrid, y a poco de su llegada escribió al de Sessa, que debió de quedarse en Lerma o Valladolid, una carta sin fecha, cuyos son los párrafos que siguen:

«Tarde, acostado, yndispuesto de esta enfermedad prouincial de que todos se quejan, con mil corrimientos añadidos, me halla su carta de V. ex.ª, mi Señor y mi dueño, para que entienda V. ex.ª a qué buen tiempo llegó el consuelo de la merzed que me haze y de la memoria que tiene de mí... Con esto también verá V. ex.ª que por madrugar mucho no amanece más presto, y que no siempre se llega a descansar, aunque sea la propia casa y patria, ni suceden las cosas como se imaginan. Las de V. ex.ª, que son las que a mí me ponen en cuidado, que con ellas no hay salud ni vida, me tienen fuera de mi; pero dando mil gracias a Dios, el qual dat nivem sicut lanam et nebulam, sicut cinerem spargit; pues cayendo en tanta prudençia, no hay que temer que falte el ánimo... Yo he escrito una comedia de amores, en que hago una relación sucinta de la jornada; ya la estudian; no sé lo que será; todo lo temo.»

«En Madrid ay grandes prebençiones de fiestas, y no otra cosa, que de contar sea, que a la historia pertenezca; para mí ninguna lo será hasta ver a mi buen amo y Señor, sin quien es ynmpossible tener gusto; ni le dan los hijos ni los libros. Dios me guarde a V. ex.ª, como he menester...», etc.



En 12 de diciembre continuaba Lope escaso de salud; estaba próxima la vuelta del Duque.

(Madrid, 12 de diciembre de 1615.)

«Sea V. ex.ª mil vezes enorabuena venido, Señor, y con la salud y contento que mi alma dessea a V. ex.ª y de mis obligaciones se puede y debe creher.

»Bermúdez me escribió que V. ex.ª no havía tenido carta mía, de que he recibido notable pena, porque yo respondí a la de V. ex.ª y a los que con ella venían, y la di a Benito, criado de casa, que las estuvo esperando en la mía, y cualquiera falta será suya, porque él las llebó al correo. Aquí hay grandes prebençiones para la jornada última de la Princesa; mucho me huelgo que V. ex.ª venga a tiempo que pueda acompañar su entrada, porque de todo este lugar es amado sumamente y le esperan con mucho gusto. La comedia se ha hecho y ha salido lucidíssima; V. ex.ª la verá, que hasta tener su voto no quiero estar contento.»

«Mi salud es muy poca, pues desde que vine no me han faltado calenturas y corrimientos con dolores excessivos; si el ver a V. ex.ª no me buelve en mí, desconfío de otro remedio. Guárdeme Dios a V. ex.ª, como desseo y he menester, Madrid. Diçiembre 12 de 1615.-Capellán de V. ex.ª que bessa sus pies, Lope de Vega Carpio.»



Había salido a la pública luz en el año de 1614, según a su tiempo referimos, una Cuarta parte de comedias de nuestro autor, impresa con su aprobación y beneplácito. Aprovechándose los curiosos y especulares del inexplicable abandono con que procedía en este punto el ilustre ingenio, fueron prosiguiendo la colección y publicación de tan aplaudidas obras; y en el año de 1615 dieron a la estampa una Sexta parte. ¿Qué fue de la quinta? Sucedió con ella lo que había pasado con la tercera; computose por quinta el tomo de varios, que titulado Flor de las comedias de España de diferentes autores, recopiladas por Francisco de Ávila, vecino de Madrid: Quinta parte, se imprimió en Madrid y en Alcalá de Henares, a principios de 1615, con aprobaciones de Espinel, del Dr. Cetina y de Lucas de Castañeda, firmadas en esta corte por Octubre de 1614; y en cuyo contenido de doce preciosas comedias de ingenios de renombre y fama, va comprendida, encabezando el volumen, la de Lope de Vega, que se titula El ejemplo de casadas y prueba de paciencia.156 Habla, sin embargo, el erudito D. Juan Isidro Fajardo157 de una Quinta parte de comedias de Lope, impresa en Sevilla, pero de una manera que revela desde luego la equivocación o el engaño que padeció.

Fue colector de la Sexta parte el ingenioso y fácil poeta popular, autor de romances, letras, villancicos, loas y entremeses, Francisco de Ávila, natural y vecino de esta coronada villa y corte; el mismo que había recopilado y publicado, unos dos meses antes, la mencionada Flor de las comedias de España... Quinta parte.158 Obtuvo para imprimirla Real privilegio por diez años, expedido en Madrid a 24 de diciembre de 1614, en el cual se expresa que «había gastado mucho tiempo y trabajo en adquirir y juntar» aquellas doce comedias en el volumen comprendidas. Firmó su aprobación Vicente Espinel, en Madrid, el 11 de diciembre de 1614; la tasa del libro va fechada en 3 de abril de 1615. Titúlase El Fénix de España Lope de Vega Carpio. Sexta parte de sus comedias... La impresión es de Madrid, por Alonso Martín; año de 1615; en 4.º Contiene: «La batalla del honor, La obediencia laureada y primer Carlos de Hungría, El hombre de bien, El secretario de sí mismo, La reina Juana de Nápoles (y marido bien ahorcado), El cuerdo en su casa, El Duque de Viseo, El testigo contra sí, El servir con mala estrella, El llegar en ocasión, El mármol de Felisardo, El mejor maestro, el tiempo.» Los ejemplares de esta primera edición, desconocida de algunos bibliógrafos, son por extremo raros. Volviose a imprimir en Madrid y Barcelona en el siguiente año de 1616. De la reimpresión de Madrid existen ejemplares en la Biblioteca Nacional y en la de la Universidad de esta corte: su portada es la siguiente: «El Fénix de España Lope de Vega Carpio, Familiar del Santo Oficio. Sexta parte de sus comedias, corregida y enmendada en esta segunda impressión de Madrid por los originales del propio autor, dirigidas a don Pedro Docon y Trillo, Cavallero del Ábito de Santiago, hijo del Señor don Juan Docon y Trillo, del Consejo supremo de su Magestad y de la Santa Cruzada, Cavallero del Ábito de Calatrava, Comendador de la Fuente el Mortal y casas de Ciudad Real. Año 1616. Con privilegio. En Madrid, por Juan de la Cuesta. A costa de Miguel de Siles, mercader de libros. Véndese en su casa, en la calle Real de las Descalças.» Vemos que Francisco de Ávila cedió (probablemente desde luego) el privilegio al librero editor Miguel de Siles, de quien va firmada la dedicatoria159. El prólogo comienza así:

«Al lector.-Bien estoy cierto, Lector amigo, que aunque te hago segundo combite con un mismo plato, está tan bien sazonado... que aunque en la impressión primera con el estudio posible procuré reducir a su principio los versos que por haber andado en manos diferentes estaban algo desfigurados, en ésta he hecho una copia de los mismos originales...», etc.



No es creíble que el editor lograra proporcionarse o consultar los originales todo de las doce comedias que el libro comprende; y parece acreditado por declaraciones posteriores, que Lope estuvo muy lejos de coadyugar en nada a su publicación. De los dramas en él impresos, uno solamente, El mármol de Felisardo, había sido incluido en la lista de El Peregrino, edición de 1604, y dos, La reina Juana de Nápoles y El mejor maestro, el tiempo, no aparecen en ninguna de ellas.

En la biblioteca del Museo Británico de Londres se conserva entre los MSS. de comedias de Lope, uno fechado en abril de 1615 de la suya titulada: El galán de la Membrilla, por él publicada en su Décima parte (Madrid, 1618), y mencionada en la segunda lista de El Peregrino.

Daremos curioso remate a este período de 1615, con la noticia de dos obrillas de nuestro autor del género dramático popular, de rareza extremada, ligeramente citadas por Baena, y con puntualidad en mi Catálogo del Teatro antiguo español, página 723. Componen ocho hojas en 4.º y llevan los encabezamientos que siguen: «Coloquio pastoral en alabança de la limpia y pura Concepción de la Virgen Nuestra Señora, sin mancha de pecado original. Lleva al cabo un romance muy gracioso, en vizcaíno, de la misma materia. Compuesto por Lope de Vega Carpio. Impresso con licencia en Madrid por Miguel Serrano, y por su original en Málaga, por Juan René. Año de 1615.» (Estampa en madera.) Los interlocutores de este primero son Danteo y Leriano.

«Segundo coloquio de Lope de Vega. Entre un portugués y un castellano, un viscaíno, un estudiante y un moço de mulas, en defensa y alabanza de la limpia Concepción de nuestra Señora, concebida sin mancha de pecado original. Con licencia en Málaga por Joan René. Año de 1615.» Con estos coloquios va el denominado: «Conceptos divinos al Santísimo Sacramento y a la Virgen nuestra señora, prosiguiendo los coloquios de Lope de Vega. Impresos con licencia en Sevilla este año 1615.» Interlocutores: Pedro, vizcaíno, D. Vasco y el Estudiante. Poseía estos años pasados y me comunicó ejemplar de tan peregrinos papeles, el Sr. D. José Sancho Rayón.




ArribaAbajo- VIII -

La primera carta que, conocidamente escrita en el año de 1616, aparece en la preciosa colección de las de Lope, aunque de su mano y por él notada, no es suya, sino del Duque de Sessa, dirigida al de Feria, D. Gómez Suárez de Figueroa y Córdoba, que se hallaba de Gobernador y Capitán general en Milán. Va fechada en Madrid, a 20 de abril del expresado año.160

Tres días después fallecía el Príncipe de los Ingenios españoles, Miguel Cervantes Saavedra.

La carta que subsigue a la referida, es billete de Lope al Duque de Sessa, escrito del 24 al 26 de junio del mismo año. Con él empieza un singular período de la vida del Fénix de los Ingenios. Al historiarle, con presencia de los inestimables documentos que él mismo legó a la posteridad, habremos de ser, no jueces, sino curiosos cuanto imparciales relatores.

Del 24 al 26 de junio de 1616, sale de Madrid repentinamente, Lope de Vega para la ciudad de Valencia. ¿Qué le lleva en medio de los rigores del estío a las abrasadas riberas del Turia? Va, dice en su billete de despedida al Duque, por aquel hijo suyo fraile descalzo, con una carta del General de los franciscanos. ¡Un hijo de Lope fraile franciscano! ¡Noticia de picante y excitativa curiosidad! Mas dejémosla por ahora pendiente de investigación.

¿Era positiva la causa alegada por nuestro insigne viajero para tan inopinada caminata? El hijo fraile, con la competente licencia, podía venir a la corte sin necesidad de que su padre le viniese acompañado. Las posteriores cartas nos indican suficientemente la verdad del caso.

Arribaba por aquellos días, a primeros de julio, a Barcelona, de regreso de Nápoles, terminado el quinquenio de su virreinato, el ilustre Conde de Lemos, antiguo dueño y Mecenas de Lope. Desde Barcelona se trasladó por mar a Valencia, y desembarcó en el Grao, el 5 de agosto, trayendo entre su comitiva la compañía cómica del celebrado Sánchez, que «en mar y tierra» le festejó representando las famosas comedias que poseía de caudal.

Ahora bien: de esta compañía histriónica formaba parte una antigua querida del Fénix de los Ingenios: «la loca», así únicamente llamada por él en la serie de cartas que iremos extractando, y cuyo nombre aún no hemos logrado averiguar. ¿Era, por ventura, la consabida Jerónima de Burgos?

«La loca» dio motivo, pues, a tan loco desatino, como el propio Lope le llama y le confiesa. Objeto el insigne vate, y constante blanco de la censura pública, más y más excitada por los émulos y envidiosos que le suscitaban su admirable ingenio y merecido renombre, su repentina marcha de la corte dio lugar a nuevos juicios, a nuevas hablillas y conjeturas. Para evitarlas primero, si era dable, y desvanecer luego las divulgadas, publicó y sostuvo Lope que, llevado de su cariño y antiguas obligaciones, marchaba a recibir al Conde de Lemos. «En prosecución de esta primera traza» (son sus palabras) le visitó en Valencia repetidamente, cuidando de advertir y declarar al de Sessa que aquellas visitas cesarían tan pronto como se sosegasen los críticos y murmuradores.

Su desatinada expedición pudo costarle, por cierto, bien cara. Acometido a mediados de julio, ya en Valencia, de una agudísima fiebre, estuvo diez y siete días en cama, quedando a consecuencia de esta enfermedad tan débil y desfigurado, que él mismo se desconocía. Asistiole en ella, con afectuoso cuidado, Sebastián Jaime, ciudadano de Valencia, a quien años después manifestó públicamente su agradecimiento dirigiéndole su comedia El halcón de Federico (Tercera parte, Madrid, 1620), y expresando en la dedicatoria que «con sus cuidados y regalos» había recuperado en Valencia la salud perdida, cuando llegó de Nápoles el Conde de Lemos. No parece, sin embargo, que estuviese hospedado en casa del referido Jaime, puesto que escribe al de Sessa:

«Del Sr. Duque no tengo que decir a V. ex.ª más de que ha mostrado quién es en su hospedaje.»



Tal vez hace referencia al Virrey, para quien al salir de Madrid pidió a su Señor carta de recomendación.

Convaleciente ya, y cuando, con mucho trabajo, había pasado a ver al Conde de Lemos, de quien fue recibido con extraordinaria distinción, escribió al Duque de Sessa con fecha del 6 de agosto, dándole noticia de su pasada dolencia, y añadiendo que «la loca», llegada el día anterior, había estado a verle y le encargaba escribiese a S. E. que allí tenía una esclava. Queriendo entonces seguir disimulando con el mismo Señor, le suplica crea que no fue la loca causa de su jornada, pues hacía un mes que él estaba en Valencia y ella en Barcelona.

En la misma carta habla por segunda y última vez de su hijo el fraile franciscano:

«Mi hijo viene mañana (dice), desseosíssimo de que le lleve; ya lo tengo negociado, aunque he perdido algo de la resolución, porque ha de ser con padre compañero.»



Sensible es, en verdad, que a esto se reduzcan las noticias de este granado fruto y hasta el día no conocido, de los amores de Lope. ¿Será posible que por los menos su nombre no haya quedado, en prueba de paternal y cariñoso recuerdo, estampado una vez siquiera en las obras del inmortal y fecundo ingenio?... Aventuremos una conjetura.

Hállase entre las Rimas Sacras de Lope, impresas, como ya dijimos, en Madrid, año de 1614, un pequeño poema (en treinta y una octavas), cuyo título y encabezamiento son los que siguen: «Revelaciones de algunas cosas muy dignas de ser notadas en la Passión de Christo nuestro Señor, hechas a Santa Brígida, Santa Isabel y Santa Metildis, dirigidas al Padre Fray Vicente Pellicer, Religioso descalzo del Seráfico Padre San Francisco, en Monte Sión del Reyno de Valencia

Dicen así la segunda y tercera octavas:


    «Oh tú, Vicente humilde, que dichoso
dexaste al mundo el nombre de Fernando,
la seda por sayal del amoroso
Francisco, humano serafín, trocando;
pues con descalzos pies al glorioso
palio corres, los suyos imitando,
oye de quien le dio tantos favores
el número de penas y dolores.
    Qué bien te viene a ti, mancebo tierno,
esta imagen de Cristo dolorosa,
para que lleve celestial gobierno
la nave de tu vida religiosa.»
[...]



Y las dos postreras del poema:


    «Estos números, pues, de señalados
casos de la Pasión del Rey divino,
¡oh Vicente humildísimo! contados,
¿qué pecho no penetran diamantino?
¡Ay si fueran de mí tan bien llorados
como ya de tus ojos imagino,
o fuera tanto mar el llanto mío,
que della te engendrara como río!
    ¿Quién nos dará a los dos lágrimas tales,
que basten a llorar tales tormentos?
Mas si no son con lo infinito iguales,
busquemos infinitos sentimientos;
tú que en Sión, de Babilonia sales,
seguros tienes ya tus pensamientos:
¡Ay de quien queda en tan confuso abismo
que aun no vive seguro de sí mismo.»



Excusado nos parece llamar la atención del lector entendido, hacia el espíritu de esas frases de Lope, hacia la mancomunidad que envuelven y descubren claramente entre la persona del poeta y la del joven religioso a quien van dirigidas, y por último respecto de la letra misma de los versos:


    «O fuera tanto mar el llanto mío,
que della te engendrara como río.»



Agréguense las coincidencias de Instituto religioso, de edad y de localidad, y júzguese si al conjeturar yo que este Fray Vicente, antes Fernando Pellicer, fue el hijo natural de Lope, a quien se refieren sus cartas de junio y agosto de 1616, voy o no cercano de la más razonable probabilidad. Prenda debió de ser de alguna conexión amorosa del ilustre ingenio en Valencia, por el año 1599; y así contaría quince años de edad en el de 1614.

Veamos el texto de las cartas que arriba dejamos epilogadas:

(Madrid, 24 a 26 de junio de 1616.)

«Tres veces he ido en busca de V. ex.ª Señor, para bessarle los pies y tomar su bendición; que con una carta del General Francisco voy a Valencia por aquel hijo mío, frayle descalço: estaré aquí con la mayor brevedad que me sea posible. V. ex.ª me la haga de escribir al Virrey, que si para esto hubiere menester algún favor, sea servido de dármele.

»Oy aguardé a que V. ex.ª se lebantara, y no pude más porque se iba en un coche un caballero catalán, y perdía grande ocasión. Soy de V. ex.ª hasta la muerte, cuya vida me guarde Dios muchos años, como desseo y he menester.-Esclavo de V. ex.ª -L.»



(Valencia, 6 de agosto de 1616.)

«V. ex.ª, Señor, ha estado cerca de perder un criado, si bien no de los más antiguos, el que más le ha desseado servir de cuantos ha tenido; deçisiete días he estado en una cama con tan reçias calenturas, que entendí que era el último tiempo de mi vida: y cierto que sólo me pesaba de perderla donde no viese la cara de V. ex.ª y le encomendase esos pedazos de mi sangre, que era fuerza que quedasen en tanto desamparo: aunque de la benignidad de V. ex.ª confiaba que no los desampararía. Como he podido he llegado hasta palacio a ver al Conde, a quien pesó mucho de verme en tanta flaqueza, porque estoy tan desfigurado, que yo mismo no me conozco: hízome mucha merçed y me sentó a su lado en público, si bien yo por lo de dueño le porfié hasta que no me venció sin imperio. Del Señor Duque no tengo que decir a V. ex.ª más de que ha mostrado quién es en su hospedaje. Partireme, en tiniendo fuerzas para resistir el trabaxo de una mula, que no estoy para otros regalos.

»Ayer llegó aquí la loca, que ha venido con Sánchez y toda la compañía con el Conde desde Barcelona en las galeras; en mar y tierra les ha oído las comedias que tenían, algunas de las cuales me ha celebrado apasionadamente; no hay otras nuevas que dar a V. ex.ª, pues llegarán primero que yo. La loca ha venido a verme y dice que escriba a V. ex.ª que aquí tiene una esclava: assí lo hago, y le suplico crea que no fue causa de mi jornada, pues ha un mes que estoy aquí y ella en Barcelona.»

«Mi hijo viene mañana, desseossísimo de que le lleve; ya lo tengo negociado, aunque he perdido algo de la resolución, porque ha de ser con padre compañero.

»Diego de Valdarze, besa los pies a V. ex.ª, y yo la tierra que pisa; quedo rogando a Dios que guarde la vida a V. ex.ª largos años, y la mía hasta que le vea. de Valencia, 6 de Agosto de 1616.-Capellán y esclavo de V. ex.ª.-L.»



Ya de regreso en Madrid, a principios de septiembre, escribe Lope al Duque el billete que sigue:

«Si V. ex.ª sabe lo que llebó de aquí en medio de los caniculares, con tanta brebedad como descomodidad, ¿para qué me diçe que esta persona recién venida es la que me obliga a tan desigual demostración de mi humor y ymaginaciones? La verdad es que yo la he tomado por cubierta de este desatino, y en prosecución de la primera traza le visito: cosa que cesará tan presto como yo vea que se sosiegan las opiniones que V. ex.ª me escribió sobre mi partida; que todo esto habemos menester los que estamos a los ojos del pueblo, aunque con humilde nacimiento, o soltar esto que llaman honra, de los hombros; que le prometo a V. ex.ª que es carga insufrible al gusto, que querría aprovecharse del albedrío que Dios le dio; pero son tales las leyes del mundo, que atreviéndose a las suyas la libertad, no la tome para la murmuración. Yo tengo que hablar a V. ex.ª de mí, si de mí desea saber; y por ventura conocerá que en entendiendo que había errado, supe corregir con alguna prudencia mi error, y por lo menos vencerme a mí mismo, que no hay en las acciones humanas mayor encarecimiento. Guárdeme Dios a V. ex.ª, y lo demás ¿para qué puede ser bueno?»



Otro billete poco posterior concluye así:

«De la comedia no sé hasta agora nada, porque el día ha sido ocupado y he tenido un disgusto: que me ha embiado a llamar cierta madre, y no puede ser en mi provecho, porque si escapa de queja ha de dar en dádiva; y aunque éstas quebrantan peñas, más quisiera que me mandara no ver eternamente a su hija. V. ex.ª se huelgue, que lo que tiene conquistado nadie se lo puede quitar, aunque Gonzalo yeme los recados y los passos; y mire qué manda a este esclavo suyo, que quiere más un ringlón de su papel que la casa del Conde (de Lemos), ni aun del sol del Featón, quando fuera verdad toda aquella mentira.161 Dios me guarde a mi amo y Señor y duerma en felpa la obstentación de que a mi no me ha tocado ni tocará solo un pelo.»



Hacia fines del año de 1616 (si mi cálculo no es equivocado) obtuvo Lope, mediante la influencia del Duque de Sessa, el oficio de Procurador fiscal de la Cámara apostólica en el Arzobispado de Toledo. El billete en que dio noticia al Duque del recibimiento de la provisión, carece de fecha. De él trasladamos los párrafos que siguen:

[...]

«Pessome tanto, luego que V. ex.ª partió de aquí, de haber andado tan necio, que quisiera ser discreto aquí para saberlo encarecer, ya que allá no lo fui para saber disimular; pero dexéme llevar de la yra, que es la segunda hija del amor; y el que a V. ex.ª tengo no me dio más lugar al discurso, considerándole offendido. Quiero finalmente consolarme, pues Jacinta es la que debe, V. ex.ª está desengañado y yo solo soy el necio, que es lo que menos ymporta, pues de serlo nació el averiguarse tan aprisa lo que V. ex.ª ha descansado de sus sospechas. Passando, pues, destos miedos al que tuvo Monseñor la noche de los relámpagos, aya de saber el Duque mi Señor, que oy vino a mi casa su secretario con el Auditor, y oyeron missa en este oratorio: diome el tal secretario la provisión de Procurador fiscal dé la Cámara apostólica, officio de más consideración que el que le pidió V. ex.ª: estoy contentíssimo, y desde aquí beso los pies del Almirante de Nápoles, mil veces, por la interçessión. Convendrá que V. ex.ª quando sea servido me apadrine para darle los devidos agradeçimientos...»



A la pretensión e influjo con que logró el referido oficio eclesiástico, puede acaso hacer relación el pasaje que subrayamos en el siguiente billete:

«Señor mío: mucho me duelen los trabajos de V. ex.ª, tan yndignos del descanso que mereçe y yo le desseo: como no puedo ayudarlos, no tengo que ofrezerlos: no soy letrado, pero soy clérigo; mientras ellos busquen leyes en sus Bártulos, buscaré yo en mi breviario y Missal oraciones; que bien suele valer más que un párrafo un Quaesumus omnipotens Deus. Don Molina está tan valido con los Duques de la Divina gerarquía, que ya no se acuerda de mí, y así no tengo que suplicar a V. ex.ª se vea con Monseñor Relámpago. Aquí está D. Juan de Vera, y V. ex.ª no me lo ha dicho; o él por substituto del de Alcalá no repara en Baena, o V. ex.ª no repara en él por no faltar a sus pleytos. Dios se lo perdone a la causa, aunque, como dixe anoche a V. ex.ª, más vale que sean testimonios. De todo libre a mi dueño, amén, y le guarde millones de siglos.»



Tres manuscritos de comedias de Lope se conocen fechados en el año cuya relación terminaremos aquí, a saber: el autógrafo de la titulada: El sembrar en buena tierra, firmado en el mes de enero de 1616, pertenece al Museo Británico de Londres; una antigua copia de la que se denomina: Al pasar del arroyo, «escrita (dicen las notas bibliográficas, y suponemos que con relación al drama, no a la copia) a 23 de enero de l6l6»; fue de la colección de lord Holland, y un MS. autógrafo de La isla del Sol, auto sacramental, firmado en 6 de abril de 1616, «escrito para Alonso Riquelme», y con una aprobación dada en Valencia, 1617; consérvase este último en la biblioteca del Duque de Osuna.

De estas piezas, la primera (El sembrar en buena tierra) salió a luz en la Décima parte, publicada por el mismo Lope, de sus comedias (Madrid, 1618), y se halla incluida en la segunda lista de El Peregrino; la segunda (Al pasar del arroyo) se imprimió en la Docena parte (Madrid, 1619), y no aparece en ninguna de las dos listas, y la tercera (el auto La isla del Sol) hubo de imprimirse en edición suelta, pues que García de la Huerta la cita anónima en su catálogo.