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A principios de febrero de 1618 vio la pública luz la relación histórica de los mártires japoneses, que, según dijimos, escribía Lope de Vega por junio de 1617. Su portada es la siguiente: «Triunfo de la Fee en los Reynos del Japón, por los años de 1614 y 1615. Al Ilustríssimo y Reverendíssimo Señor el Cardenal de Sandoval, Deán de Toledo. Por Lope de Vega Carpio, Procurador Fiscal de la Cámara Apostólica en el Arzobispado de Toledo. Año (IHS) 1618. Con Licencia. Madrid. Por la viuda de Alonso Martín. A costa de Alonso Pérez, mercader de libros». Colofón final: «(IHS) En Madrid. Por la viuda de Alonso Martín de Balboa.» (8.º). Van firmadas sus aprobaciones por el Dr. Gutiérrez de Cetina (Madrid, 24 de septiembre de 1617) y por Juan Camacho, jesuita (28 de octubre ídem). El privilegio por diez años, a favor del autor, expedido en El Pardo a 13 de noviembre del mismo año. La tasa despechada en Madrid a 29 de enero de 1618.

Honran esta relación histórica en prosa, composiciones poéticas laudatorias de Juan de Piña (cuatro quintillas); de Pedro Nicolás Museo, flamenco (epigrama latino), y del insigne valenciano Vicente Mariner (elegía latina). Escribe también este último al fin del libro un poemita:


Divi Martyris Adami Japonici passio
Vinc. Marinerii Valentini Melsimatium.171



Lleva, después de la brevísima dedicatoria al Cardenal Deán de Toledo, un interesante «Prólogo al Tito Libio, christiano, Luz de la Historia de España, el P. Juan de Mariana, de la Compañía de Jesús». Comienza en los términos:

«Hase comenzado a usar, de años a esta parte, un género de estudios en los hombres, con que les ha parecido (doctísimo Padre) que más fácilmente y con menos peligro podrán ganar la opinión del pueblo; y pienso que no se engañan, pues no inventando, sino escribiendo contra los que inventan, se hacen señores absolutos de la ciencia y de la opinión de los que ignoran; que no estiman al que enseña, sino al que reprende: cual se ve en muchos, que olvidados del mundo, se dan a conocer con latín bárbaro, preciados, sin ingenio, de la imitación antigua, y no sabiendo su lengua, califican sus papeles con grecismos, xaliéndose de los adagios de Polidoro, para que juzguen los que los leen que han pasado las columnas ciceronianas con el peregrino Lipso, en mayor gloria y honra del Lusitano Ossorio. Estos, entre ignorantes, sabios y embidiosos de los estudios y opinión agena, con rayos salmóneos hieren los pirámides altos; pero sucédeles lo que a las simples abejas, que quando pican mueren. Paréceme que V. P. me dice con Juan Segundo:


    'Ne de grammaticis, amice, quemquam
adducas, præcor, huc; molesta gens est;
nec ridere mihi liceret illos
ut mos est meus, omnibus cachinis.'

»Otros escriben artes para enseñar de lo que nunca supieron escribir, y quieren que creamos de sus preceptos lo que no nos consta de sus obras... Este fragmento de mayor historia, sale a ver las nuevas que trae el cuerpo de quien se ha dividido; no escribo en verso, si bien lleva algunos que celebran la fortaleza de estos mártyres... Bien se pudiera dar esta relación a las Musas y hacer a Clío metrificadora, como dixo el onagro Silenio en su ridícula Spongia (no tan sabio como el que escribe Alexandrino, que oyó Philosophía) quando Euterpe y Melpómene, por desigual competencia, sacaron a Tamiras los ojos: Tamiras digo, el que compuso aquel miserable pesticho que comienza Arma patri fratri

«Infelicísimo latinizador, et lepidum caput. Pero no me puede engañar tanto la amistad de Apolo, por más que me prometa desollar a Marsias, a quien ya comienzan a llorar, et Satyri fratres, como dixo Ovidio, y le cueste el juicio a Midas lo que sonaron las cañas: y más en este tiempo, que las Musas andan tan desconocidas, que en nuestra propia lengua parecen extranjeras... Costumbre fue antigua (de la Iglesia) para escribir las persecuciones de los tiranos y los gloriosos triunfos de los Mártires, tener notarios, y que éstos fuesen personas fidedignas; yo lo soy Apostólico, y descrito en el Archivo romano, y así mismo sacerdote, aunque indigno; salga este martirologio de la de Toledo...», etc.



Las alusiones literarias que encierra este prólogo se refieren a hechos que hubiéramos historiado ya, si otros de mayor importancia biográfica y de muy extenso relato, sucedidos al propio tiempo, no hubiesen con preferencia reclamado nuestra atención y ocupado el correspondiente lugar. En el anterior año de 1617, el maestro Pedro de Torres Rámila, colegial teólogo y preceptor de Gramática Latina en Alcalá de Henares, que en 1616 había concurrido con cuatro composiciones al certamen de la capilla del Sagrario de Toledo, en el cual por cierto no justó nuestro Fénix de los Ingenios172, publicó bajo el seudónimo anagramático de Trepus Ruitanus Lamira (y para mayor disimulo, algunos ejemplares con el nombre del historiador de la ciudad de Cuenca, Juan Pablo Mártir Rizo), una atrevida y amarga crítica de Lope y de algunos otros escritores de conocida reputación: Luis Tribaldos de Tolello, el P. Juan Luis de la Cerda y D. José Antonio González de Salas. Escribiola, para más lucir sus especiales conocimientos, en idioma latino: la puso el título de Spongia, y la imprimió con data en París 1617: pie de imprenta que la generalidad de los eruditos juzga verdadero. La extremada rareza de esta obra que bibliófilos distinguidos, entre ellos el Sr. Gayangos, no han podido haber a las manos, sostiene la duda que ofrece tal aserto bibliográfico.

No aseguramos si D. Juan Antonio Pellicer, que en la Vida de Cervantes habla con alguna extensión de la Spongia y de su contenido, llegó a ver tan peregrino libro, o si tuvo sólo presente la impugnación que de él se publicó, la Expostulatio Spongiae, de que trataremos inmediatamente. Como quiera que sea, nos aprovecharemos de sus noticias en la parte que a las nuestras puedan ofrecer de aumento.

Inclúyese en la citada refutación un specimen de la Spongia, que en lo relativo a Lope comprende la acerba crítica hecha por Torres Rámila de la Arcadia, la Angélica, la Dragontea, la Jerusalem, el Isidro y las Comedias. Anúnciase ante todo el pedagogo Turriano, como

«Acerrimus notae propugnator, qua inurit Hispaniam dicacissimus poëtarum quod inmerentem laudet inmodice».



Y, comenzando por la Arcadia, dice luego:

«Arcadiae chartuloe Cimelia illinuntur creta. Sylvestrem imitatus musam, et si tam praeclarum exemplar imitandum observaretur, subito ignorantiae caligine circumfusus infantulire caepisti.»



Censura de esta fábula, el que en ellas los rudos pastores aparecen astrólogos y físicos; de la Angélica, que Lope distribuye mal las partes del poema, por no haber pisado ni los umbrales de los gimnasios y escuelas, y de la Dragontea, escribe:

«Draconteae Hispaniae dedecus opus obliteratur integrum. Informi huic libello insuisti alterum ineptiarum de more plenum, cum solum infestissimum Occeano Pyratam, el barathro emersam belluam vastantem cuncta, et occasus et ortus pretiosa sub polo navigantibus pericula ferro et incendio subripientem, insudaveris carmine celebrare, quam imbellen sub Philippo Regum potentissimo credideras.»



Califica de insípida epopeya, al poema Jerusalem conquistada, diciendo que comprende muchas acciones en lugar de una sola y que carece de principio proporcionado, de medio y de fin. Al Isidro dirige un dardo en el siguiente párrafo, que confirma lo que en su lugar conjeturamos acerca del crítico de dicho poema:

«Quod venuste Pozo quippe doctissimus de tuo nuper Isidoro praestitit, atque de tuo Ricardo absoluturum avide expectat Respublica litteraria.»



Y por último, del teatro del Ingenio Fénix habla en estos términos:

«At, cum Bellerophonti quotidie admoveas soccos, et cursitando defatigari non cesses, ut doctissimus in te scripserat cordubensis173 cujus admiranda posteritate carmina, canis, potius quam canus, allatras et mordes in theatro. Sed vapulabis forsan ab erudito viro, in te, et ineptum Jauregui antidotum, elegantem apologiam simul conscribente. Cum tot comaediarum acervos aspero nummo histrionibus recitandos commiseris in quibus plerumque ineptire soles.»



El libelo concluye así:

«Ultimum tandem, quod te exhortari non desinam vilis plebeculae vates eximie, ne amplius me existimes in tuis lectitandis libellis, oleum et operam perdere. Si solum decrevissem his gerris insistere, humanarum literarum posthabita cognitione, nulla ex tuis stetisset schedula, a titulo usque ad ultimam dictionem, quam Graeci vocant te/loj quam una tantum non occupasset, litura. Quod venuste Poço, quippe doctissimus de tuo nuper Isidoro praestilit, atque de tuo Ricardo absoluturum avide expectat Respublica litteraria. Nec minus Magister Turrianus in sua lampade in tenebras, quam ut tuae non sic exponenda censurae, Latine construit, quod te suspicor latere. Doloris quotidie nos intercipis modis, cum aliqua se offert occasio eruditi Medinillae, et insignis Cejudo auxilium exposcere. Quod si respondere ignoras, ut caetera quoe studio comparari solent liceat accire Medinillam et Cejudo interesse ut haee tibi valeant interpretari et spicula nostra retorquere. Valeas, cum hoc in tam Epopeiam epitaphio mihi a Turriano (ut reliqua):


    'Si sapis hospes, abi miserum nec tange libellum
noin hic Meonidem, Virgiliumve leges;
sed foedas Lupi chartas, et olentia Vegoe
Carmina, Hispani dedecus eloquii.
Quid dubitem sacros incendia poscere lucos
abnuerit liquidas, si dare, Phaebus aquas.'»



No se hizo esperar mucho la justa defensa del Fénix de los Ingenios. Su grande amigo el Ldo. D. Francisco López de Aguilar Coutiño174, caballero de la Orden de San Juan, eclesiástico, sujeto de exquisita erudición, peritísimo en los idiomas latino, griego y hebreo, tomó a su cargo la merecida reputación del impudente crítico. Ya a fines de 1617, escribió y publicó bajo el seudónimo de Franciscus Antididascalus, un papel suelto (que ha visto y cita el Sr. Gayangos) en forma y a manera de conclusiones para una tesis que debía defender en cierta academia literaria de la corte sobre el siguiente punto: «Utrum Petrus de Torres grammaticus sit censendus, cum nec latine, nec grammatice sciat»; y además otro por el mismo estilo dirigido al P. Mro. Fr. Hortensio Félix Paravicino. Entretanto, con mayor extensión y detenimiento, y dando parte en la obra a varios de los apasionados, y admiradores de Lope, escribió elegantemente en lengua latina, y dio a luz por Junio de 1618, la «Expostulatio Spongiae a Petro Hurriano Ramila nujer evulgatae. Pro Lupo a Vega Carpio, Poetarum Hispaniae Principe. Auctore Iulio Columbario B. M. D. L. P. Item Oneiropaegnion, et varia illustrium virorum poemata. In laudem eiusdem Lupi a Vega. V. C. Tricassibus Sumptibus Petri Crevillot Anno M. D. C. X. V. III. Cum Privilegio Regis.» (En 4.º). La impresión de este libro, aunque supuesta de Troyes (ciudad de Francia, en la Champaña), es real y evidentemente de Madrid. Lo descubren sus tipos, el escudo de armas del Duque de Sessa, que lleva repetido, y es el mismo que se estampó años después en las Rimas de Burguillos (1634), en la Fama póstuma de Lope (1636) y en la Vega del Parnaso (1637), libros todos impresos en Madrid, imprenta del Reino; y a mayor abundamiento, la marca de fábrica del papel.

La Expostulatio, después de una doble lista de erratas, de un catálogo de ilustres varones panegiristas de Lope, cuyos versos o fragmentos laudatorios, puestos en lengua latina, se insertan al frente del libro; de un fingido «Extrait du Privilége du Roy», supuesto a favor del librero de Troyes Pierre Chevillot, por diez años, para imprimir y vender la obra, fechada en París a 5 de mayo de 1618, y del escudo de armas referido, con esta inscripción al pie:


«Lupus a Vega Carpius.
»Quid timeam hostilis minitantia spicula dextrae,
»Si mihi tu Clypeus, si mihi Caesar ades»,



lleva la competente dedicatoria al Duque de Sessa, con la fecha y firma: «Tricassibus, pridie nonas Punii. Tuus humillissimus cliens Julius Columbarius, B.» Síguese un prólogo breve, Lectori benevolo, y a continuación otro denominado «Prothyraerum» (Prothyrium: término de arquitectura: designaba el espacio enverjado, o pequeña plaza delante de un palacio), en el cual se dan noticias, que no merecen gran crédito, acerca de los estudios de Torres Rámila, de su carácter, etc. Comienzan luego los elogios a Lope, de diversos escritores. De ellos, unos van allí publicados por vez primera, otros son reimpresos: ofreciendo la curiosa circunstancia de ir traducidos al idioma latino los castellanos, y en verso los que son poéticos. He aquí el catálogo nominal que formamos por el orden de elogios, de estos panegiristas:

  • Dr. D. Tomás Tamayo de Vargas.
  • Mro. Juan de Aguilar.
  • Fr. Pedro de Padilla.
  • Conde de Mora.
  • P. Juan Luis de la Cerda.
  • Teodoro Marcilio.
  • Simón Chauvel (Xabelo.)
  • D. Francisco López de Aguilar.
  • Dr. Fr. Serafín de Freitas.
  • Fr. Hortensio Félix Paravicino.
  • P. M. Fr. Tomás Roca.
  • Francisco Pacheco.
  • D. Juan Antonio de Vera y Zúñiga.
  • Francisco Gutiérrez.
  • Fr. Diego de San José.
  • Mro. Bartolomé Jiménez Patón.
  • Luis Rosicler (del Carpio, pariente de Lope).
  • Pedro Nicolás Museo.
  • D. Antonio de Pinedo y Padilla.
  • D. Luis Arias Becerra.
  • Príncipe de Esquilache.
  • Ldo. Baltasar Porreño.
  • P. Fr. Lucas de Montoya.
  • Conde de Lemos.
  • D. Francisco de Quevedo.
  • Conde de Villamor.
  • Conde de Adaquaz.
  • D. Lorenzo de Mendoza y Figueroa.
  • Marqués de la Adrada.
  • Duque de Osuna Virrey de Nápoles.
  • Conde de Salinas.
  • Comendador mayor de Montesa.
  • Mro. Vicente Espinel.
  • D. Luis Mejía.
  • D. Juan de Fonseca y Figueroa.
  • Juan Bautista Elgueta.
  • Julio Columbario (D. Francisco López de Aguilar).

Síguese en hoja aparte un emblema grabado en madera; en él va simbolizado Torres Rámila en forma de escarabajo, con una cerilla encendida clavada en el dorso; las leyendas dicen: «Suo se lumine prodit. Cur pueri dorso scarabei lumina figunt? Nonne satis sese prodit suo?» Ocupa el texto de la refutación propiamente dicha, veintinueve hojas. Va luego precedida de otra dedicatoria en tres dísticos latinos al Duque de Sessa bajo su escudo de armas suscrita por D. Francisco López de Aguilar, la colección titulada «Varia illustrium virorum Poemata Francisci Lupii Aquilarii industria collecta, quibus tum Lupii a Vega Carpii laudes tum Turriani sordes continentur». Son todas latinas; su número y autores los que siguen:

Una de Luis Tribaldos de Toledo.

Diez del Dr. Francisco Peña Castellanos, médico del Rey.

Una de D. Felipe O'Sullivan, irlandés.

Nueve de Vicente Mariner.

Una con el nombre expreso de López de Aguilar.

Otras dos del Dr. Peña Castellanos.

Veinte anónimas dirigidas todas contra el malhadado Torres Rámila, a quien se injuria y ridiculiza de la manera más violenta y procaz sin guardar consideración alguna.175 Síguese al folio 43 el Oneiropaegnion sive Jocus, dedicado con la misma supuesta data de Troyes, al Conde de Coruña, D. Sebastián Suárez de Mendoza. Es el Oneiropaegnion (la zurra o la paliza al asno) un sueño jocoso escrito en prosa latina con singular gracia y agudeza. Fíngese su autor, en alas de su literario ensueño, trasladado a las célebres gradas de San Felipe el Real de Madrid: «Visus sum Matritum raptim convolase, et in celebri Divi Philippi porticu stare.» Desde allí, observando que multitud de gentes entraba en una espaciosa y surtida tienda de libros, enfrente situada, dirígese a ella176, y penetrando en su recinto, hállase entre una turba de silenciosos y meditabundos doctores. Uno de ellos, a cuyo lado tomó asiento, satisface su curiosidad. «Adsederam forte calvo cuidam, tuberosi admodum vultus, quem lacinia vestis tractum, et in secretiorem locum abductum, submissa voce... de silentii causa interrogavi.» Este calvo del abultado rostro era (según lo revela una nota manuscrita de mano contemporánea, puesta al margen del ejemplar que poseo) nada menos que el insigne Dr. Cristóbal Suárez de Figueroa177, que con sus acerbas y mordaces críticas (Madrid, 1617), se había granjeado la enemistad de Lope y de otros escritores. El del Oneiropaegnion le presenta confesando paladinamente su crítico-manía, y que por ella había recibido el nombre de Satyrion, y pone en su boca un curioso relato (si bien ignoramos hasta qué punto exacto) de los sucesos de Ruitano, o sea Pedro de Torres Rámila. Cuenta de él que, desairado por la Universidad de Alcalá, renunciando el magisterio de latinidad que allí desempeñaba, había venido a la corte con intención de hacerse lugar en Palacio y de captarse la benevolencia de magnates y príncipes, haciendo papel de nuevo Tarquino. Al efecto, añade, viendo que Lope de Vega, como sol radiante, a todos los demás luminares celestes eclipsaba, para obscurecerle, escribió la Spongia, exprimiendo con ella todo su veneno y el de los enemigos y émulos de tan famoso Ingenio. Que divulgado el libelo, halló entre la varia multitud de los áulicos quienes le patrocinasen y aplaudiesen. Y, en fin, que para su resguardo y apoyo, y para compartir la responsabilidad de sus calumnias y acusaciones, había cuidado de asociarse dos fieles amigos y colaboradores llamados Philocalo y Curio. Al llegar la relación (que abreviamos) poco más allá de este punto, óyese un confuso rumor de voces y cánticos, entre los cuales se percibía el de ciertos versos de Petronio. Penetra la turba en la librería; el cicerone Figueroa, señalando a los recién venidos, muestra al joven soñador los que a su frente venían, «los nuevos triunviro de la república literaria, Ruitano, Philocalo y Curio», y seguidamente se despide de él con grande atención y cortesía. Mézclase entonces el joven Columbario entre la concurrencia para observar de cerca al libelista y cofrades, que pinta en los siguientes párrafos:

«Erat enium Ruitanus pallido vultu, lurido exangui, oculis ita liventibus ut reus aut sordidatus videretur. Proscissum cutalos, antiquo tibicinum ritu, syrma circa corpus aptaverat, eo forte consilio ut suavior ille cortex interiorem medullam polliceretur. Philocalus autem, tam lepide, ut decantata Politiani Lamia, emissittis oculis nares instruxerat, ut pene discusso stupore, in effusissimos risus solutas sim. Pendebat ex ipsius collo, bullae instar, tabella quaedam argentea, in qua incisum legebatur ACERRIMVS MVSARVM PROPUGNATOR. Credo ut ab aliis hac quasi tessera distingueretur. Denique in Curio, tam frequentem agitati capitis motum notavi, ut in eo secretam Mercuri vim latere crederem.»178



Restablecido en la reunión el silencio, toma la palabra el ex dómine Rámila, pronunciando con rugiente voz un estudiado discurso, cuyo imperfecto y débil eco parece sonar así.

«Venimos, amados contertulios, a pasar en este agradable sitio, privilegiado lugar de las fábulas179, con el sabroso entretenimiento de la conversación, las horas del estival calor, y a excitar la sed, con estas entradas de vianda, literaria, para los tragos vespertinos. ¡Pobre y miserable de ti, Universidad Complutense, que tan cruel, decretaste mi destierro, y con el mío, el de las musas todas! ¡Ya llorarás arrepentida; ya sentirán y deplorarán mi ausencia las bibliotecas, los ateneos, los doctos y eruditos de esta ciudad insigne! Pero no se dirá, ciertamente, que el Seyla ha venido a dar en Caribdis, sino a Isacro lugar de los estudios, donde multitud de ingenios admiran el sutil mío, y los más poderosos me rodean y halagan, me aplauden y recomiendan. Sin embargo, como nunca faltan envidiosos, sé que muchos, mal presumidos de erudición y ciencia, procuran mi difamación y descrédito. Poco temibles son para mí sus débiles esfuerzos, pues no habrá uno solo, de ellos a quien, si me place, no obligue con mis versos a adoptar el último y desesperado consuelo de ahorcarse. A muchos de ellos he logrado, ya poner de suerte, que con dificultad hallarán lugar entre los más mediocres eruditos. Poco fuera sólo el haber hecho mal coro, y confundido con mis epigramas, a Xirophoncio Thalasio, el que pretendió, bien a su costa, entretenernos con sus pueriles enigmas, después de haber sacado a luz sus necios delirios médicos180. No obstante, juro por Dios vivo, que hubiera dejado en paz, a Egon, con el alma agobiada bajo el peso de sus libros, si últimamente no nos hubiese revuelto con la Historia de España tantas y tan grandes mentiras181. Un Lobo (Lupus) resta solamente a quien no he podido intimidar con mis ladridos; que parece, como otro Aquiles, invulnerable a los dardos más aguzados y más furiosos golpes. A pesar de ello, echando el resto a las artes de mi refinada malicia, iluminado por un rayo de maligna esperanza, he sacado del abundoso y prevenido repuesto de mi negra envidia la Spongia, cuyos mefíticos y pestilentes vapores corromperán la fragancia de sus escritos, ¡Hola, pues, Curio! ¡Hola Philocalo!


    'Date carminata socco,
date dicta sub cothurno,
date quidquid et poctae
vario strepunt in actu.'»



Al llegar a este punto el orador, y hacer ademán de sacar del seno su libro, nuestro soñador Columbario se le acerca, no pudiendo ya reprimir su indignación, le apostrofa duramente, le abofetea y arroja en tierra. Sujetan al vengador de Lope los satélites y parciales de Ruitano; acuden a las voces y desaforado rumor alguaciles y corchetes; llegan Prisciano y Orbilio, que saliendo a la sazón libres de la cárcel, en que les sumieran las calumnias de Rámila, venían a tomarse por sí la venganza. Entre todos sacan al libelista a la calle y azótanle sin piedad. Agólpase inmenso gentío a presenciar el vapuleo; aparece Lope entre la concurrencia, y reconocido, por Columbario, mientras Philocalo y Curio al verle desaparecen, pronuncia, suplicando antes que se suspenda el castigo de su ofensor, un discurso en vindicación propia, contestando por la multitud con entusiásticos aplausos. Pídense diferentes penas, a grito herido, para castigo del culpable: unos proponen la escarpia, otros la cruz, cuál el potro, cual, soñando con el romano Tíber, demanda las escalas Gemonias. Por fin, un miembro, del senado literario, que estaba presente, impuesto silencio a la muchedumbre, pronuncia la siguiente sentencia:

«Quando quidem tu, Ruitanus, contra Reipublicae literarriae leges nostroe Hispanae Phaenicem convitiis ausus es appetere, et Spongiae tuae calumniis, ipsius nomen infamare; cumque in id periculum Rempublicam litterariam adduxeris, ut ipsius quotidiae leges impune a novitiis quibusdam criticis violentur: te potus plectendum esse censuimus, quam ut tantum Respublica detrimentum capiat. Triste exemplum, sed in posterum salubre calumniatoribus erimus. I lictor, colliga manus, caputobnubito, infelici arbori suspendito.»



En la hoja final del Oneiropaegnion hállase grabado otro picante emblema. Dibújase en él un rosal, a cuyo lado yace un escarabajo. Las letras dicen: «Odore enecat suo.» «Audax dum Vegae irrumpit Scarabeus in hortos, fragantis periit victus odore Rosae.» La hoja siguiente contiene sólo, con el epígrafe de «Operis colophon», otro epigrama contra Rámila182; y el libro concluye con ocho hojas, no foliadas, que incluyen un didáctico y bien escrito «Appendix ad Expostulationem Spongiae», obra del Mro. Alonso Sánchez, primer catedrático de lenguas griega, hebrea y caldea en la Universidad de Alcalá, varón eruditísimo, y de grande ingenio. Esta grave disertación, vindicatoria y doctrinal, consta de un preámbulo y ocho capítulos, cuyos epígrafes son: «Artes a natura profectas. Licere prudenti doctoque in repertis artibus mutare plurima. Non debere naturam ubique servare artem aut legem, sed dare. An Lupus novam poematis artem possit condere. An Lupus possit nova nomina invenire. In Lupo amunia secundum artem; et quod ipse sit ars. Lupus veteres omnes poetas natura superasse. De Lupi poemate et operibus judicium.»

Es en extremo notable la circunstancia (que ya dejamos indicada) de haber hecho imprimir Pedro de Torres Rámila algunos ejemplares de su Spongia con el nombre del erudito Juan Pablo Mártir Rizo. Da noticia de esto López de Aguilar en el folio 25 de la Expostulatio:

«Credidisti fortasse (dice) nos a quibusdam nugarum tuarum exemplaribus in errorem inductos, quae authoris Joannis Pauli Ricii nomine circumtulisti, ut nobis tam pueriliter illuderes? Videbor tanto viro injuriam facere, si illuc hic insalutatum relinquam, quem optime omnino utpote recenter a te in criticorum album ascriptum Spongiae tuae authorem fecisti, ut majus ex tanti viri authoritate tibi nomen compares. Non abiert sane, vel eo nomine a me in praesentiarum illaudatus, nisi vererer ne, si Latinum illi struerem elogium, quispiam imprudenter dicame scriberete, quod eum nempe, velut ascititiis peregrinae linguae coloribus exornem, qui Musas ne a pronao quidem unquam salutavit.»



A pesar de cuanto aquí siente, o aparenta, el vindicador de Lope, consta que Juan Pablo Mártir Rizo convino, acerca de alguna de las obras de aquel grande ingenio, de la Jerusalem, con el juicio de Torres Rámila, y le mencionó con grande elogio... Encuéntranse este parecer y elogio en la traducción castellana que hizo, y eruditamente ilustró, del epílogo latino de la poética de Aristóteles Stagirita, escrito y publicado por Daniel Heinsio. Consérvase esta versión, que no llegó a ver la pública luz, en la Biblioteca Nacional de Madrid, códice M-105. Al tratar en ella la poesía épica, habla Rizo de la Jerusalem conquistada, de Lope de Vega, con severa censura, manifestando que comprende tres acciones y carece de principio proporcionado, de medio y de fin, «como lo mostró agudamente (añade, pág. 23) el doctísimo Mro. Pedro de Torres Rámila, colegial Teólogo de Alcalá, en su Spongia.» No será, pues, muy aventurado el presumir, con Pellicer, que Rizo dio su anuencia para que algunos ejemplares de la Spongia, llevasen su nombre, cuando no tuviese parte en la composición de ella183. Así que divisamos de la banda del crítico Rámila a Mártir Rizo, a los enmascarados Filocalo y Curio, acaso poetas cómicos, al sospechado Amaya, y aun pudiéramos agregar a D. Luis de Góngora. El curiosísimo libro de López de Aguilar nos revela que no fue sola y exclusivamente literario el motivo que produjo la agresión de Rámila contra Lope de Vega, cuyas estrechas relaciones con el Duque de Sessa debían precisamente de suscitarle temibles enemistades. Sus íntimas conexiones con fray Luis de Aliaga, el favor que le dispensaba el Duque de Lerma y su antigua amistad con el Conde de Lemos, personajes todos que por aquella época estaban ya en vísperas de su desgracia política, tal vez pudieron dar lugar a envidias, ambiciones e intrigas que procurasen como indirecto medio el descrédito del protegido y célebre poeta.

Miraba la cuestión bajo el punto de vista literario, aunque justamente se condene la indecorosa virulencia del extremado ataque de Torres Rámila, no debe extrañarse el parecer de éste, relativo a ciertos artículos de la polémica, teniendo presente que con él coincidían los emitidos por otros literatos de conocido nombre y acreditada reputación. La escuela dramática del Fénix de los Ingenios había sido acerbamente criticada, y aun satirizada, por Cristóbal de Mesa en el prólogo de sus Rimas y en las epístolas que de ellas forman parte muy principal, y también en El Patrón de España y varias rimas (Madrid, 1611-12), y por el Dr. Cristóbal Suárez de Figueroa (a quien López de Aguilar ridiculiza y mancomuna hasta cierto punto con Rámila) en El Pasajero, impreso y publicado en Madrid, 1617. Don Esteban Manuel de Villegas la censuraba en las Eróticas o Amatorias (Nájera, 1618) Don Luis de Góngora y la numerosa cuanto audaz cohorte de sus parciales no perdonaban de Lope escrito alguno, considerando a tan fecundo y admirado ingenio como el obstáculo más poderoso contra las ridículas innovaciones que pretendían introducir en el estilo, y lenguaje castellano. Recuérdese a este propósito aquel pasaje de un billete escrito por Lope al de Sessa a principios de septiembre de 1617:

«Estos días he passado mal con los de la nueba Poesía. No sé ha de ser de mí; pero leerele a V. ex.ª, cuando le vea, una carta que le escriví, y no se la he dado, ni copiado del original, porque me arrepentí de haberla escrito y estudiado, conociendo que disponía mi quietud a las arrogancias y desvergüenzas de sus defensores (de la nueva poesía, del culteranismo); que éstos aún no faltaron a Luthero, y por la mayor parte señores. Dios guarde a V. ex.ª, que así sabe distinguir la verdad entre las tinieblas de la soverbia y novedad de los hombres.»



Véase cuán reñidas andaban estas peleas literarias, y cuán a pechos tomaba el insigne y privilegiado ingenio los ataques e impugnaciones de los gongoristas. Acaso por entonces salió de la pluma, admirable hasta en sus más extraños rasgos, del caudillo de los nuevos poetas, aquel conocido soneto:


    «Patos del agua-chirle castellana,
que de su rudo origen fácil riega,
y tal vez dulce inunda vuestra Vega,
con razón Vega, por lo siempre llana;
    pisad graznando la corriente cana
del antiguo idioma; y turba lega,
las ondas acusad quantas os niega
ático estilo, erudición romana.
    Los cisnes venerad cultos, no aquellos
que esperan su canoro fin los ríos;
aquellos sí, que de su docta espuma
    vistió Aganipe. ¿Huís? ¿No queréis vellos,
palustres aves? Vuestra vulgar pluma
no borre, no, más charcos. Zabullíos.»



Al cual hubo de contestar Lope, quizá más tarde, con el siguiente:


    «Pues en tu error impertinente espiras,
zambúllose de pato por no verte,
¡oh calavera cisne!, que en la muerte
quieres cantar, y por detrás respiras.
    Con las visiones que llegando admiras
al tránsito fatal que te divierte,
tu ya feliz ingenio está de suerte
que en versos macarrónicos deliras.
    Hermanos, turba, lega, zabullíos,
venid a Antón Martín, que ya os espera
cadáver vivo de sus versos fríos:
    aún no se le ha cerrado la mollera
al padre de los cultos desvaríos:
rogad a Dios que con su lengua muera.»



Del estado de las relaciones de Lope con Góngora por aquella época, nos han dado también curiosa noticia las cartas últimamente copiadas. Ahora, para cerrar este capítulo, reproduciremos otro pasaje de una de las cartas correspondientes al año de 1617:

«V. ex.ª (dice) vuelve por su hacienda: ya sabe que yo soy su Jun. Latino: que la casa de Sessa no puede estar sin algún esclavo notable: bien lo han sido los trabajos de estos días, y ellos mismos causa de que ayer no llegase allá, que aun este mal me hacen; porque hallé en el camino cuatro o cinco a quien mexor satisfaciera la espada que la lengua, si se ciñera con estos hávitos de que en mis mocedades dí alguna satisfacción. Ello es estrella mía: yo pienso rogar a las canas que me enseñen dónde vive la prudencia pues dicen que son sus aposentadoras; aunque la ira siempre hace que se yerre el camino de hallarla y el buen y descanso de poseerla.»



Dos tomos o partes de sus comedias, la décima y oncena, publicó nuestro Lope en el año de 1618. Ofrecen la notable circunstancia de no ir dedicadas al Duque de Sessa, y esta misma presentan las restantes que sacó a luz, como veremos sucesivamente. Ahora pasemos a dar noticia de las que a esta fecha corresponden:

«Décima parte de las comedias de Lope de Vega Carpio, Familiar del Santo Oficio. Sacadas de sus originales. Dirigidas por el mismo al Excelentísimo señor Marqués de Santa Cruz, Capitán general de la esquadra de España. Año 1618. Con privilegio. En Madrid. Por la viuda de Alonso Martín. A costa de Miguel de Siles, mercader de libros. Véndese en su casa, en la calle Real de las Descalzas.» (4.º).

Las aprobaciones de esta parte van dadas por el vicario Cetina y el célebre P. Mro. Fr. Alonso Remón, en noviembre de 1617. El Real privilegio tiene asimismo fecha de ese año. La tasa y fe de erratas son de 1618. Dedica Lope el libro (sin fecha al Marqués, hijo del famoso Almirante bajo cuyas; órdenes había servido en la gloriosa jornada de las Azores. El prólogo al lector va también escrito por Lope. Entre los preliminares figura una décima laudatoria, escrita por el Mro. Colindres gramático, retórico y filósofo184.

Los dramas contenidos en el volumen son los titulados:

  • El galán de la Membrilla.
  • La venganza venturosa.
  • Don Lope de Cardona.
  • El triunfo de la humildad y soberbia abatida. (La humildad y la soberbia.)
  • El amante agradecido.
  • Los guanches de Tenerife y conquista de Canaria. (Nuestra Señora de la Candelaria.)
  • La octava maravilla.
  • El sembrar en buena tierra.
  • El blasón de los Chávez de Villalba. (Los Chaves de Villalba.)
  • Juan de Dios y Antón Martín, primera parte. (San Juan de Dios.)
  • La Burgalesa de Lerma.
  • El poder vencido y amor premiado.

De estas piezas solamente consta la novena, con título de Los Chaves de Villalba, en la lista de la primera edición de El Peregrino: la primera, segunda, tercera, séptima, octava, décima, undécima y duodécima están en la segunda lista (edición de 1618); la cuarta, quinta y sexta no aparecen inscritas en ninguna de las dos.-Reimprimiose esta décima parte en Barcelona, 1618; en Madrid, 1620, y otra vez en esta corte por Diego Flamenco, 1621 a costa de Miguel de Siles. Existe ejemplar de esta última en la Biblioteca Nacional de Madrid, con este colofón al fin: «En Madrid, por Fernando Correa de Montenegro. Año MDCXX.»

«Oncena parte de las comedias de Lope de Vega Carpio, Familiar del Santo Oficio y Dirigidas a D. Bernabé del Vivanco y Velasco, Cavallero, del Ábito de Santiago, de la Cámara de su Magestad. Sacadas de sus originales. Año (Ens. del impresor) 1618. Con privilegio. En Madrid, por la viuda de Alonso Martín de Balboa. A costa de Alonso Pérez, mercader de libros. Véndese en la calle de Santiago.» (4.º).

La aprobación es del vicario Cetina, dada en 1618. Suma del privilegio, expedido con fecha del mismo año. Títulos de las comedias. Tasa y fe erratas de 1618. Dedicatoria (sin fecha) de Lope al referido185. «Prólogo del teatro a los lectores.»

«A la memoria eterna de nuestro insigne amigo Lope Félix de Vega Carpio, por sus escriptos.» (Oda castellana de D. Tomás Tamayo de Vargas.)

Comprende el texto las comedias:

  • El perro del hortelano.
  • El acero de Madrid, primera parte.
  • Las dos estrellas trocadas y ramilletes de Madrid.
  • Obras son amores.
  • Servir a señor discreto.
  • El Príncipe perfecto, primera parte.
  • El amigo hasta la muerte.
  • La locura por la honra.
  • El mayordomo de la Duquesa de Amalfi.
  • El arenal de Sevilla.
  • La fortuna merecida.
  • La tragedia del rey D. Sebastián, y Bautismo del Príncipe de Marruecos.

La primera de ellas, El perro del hortelano, se ha impreso también con los títulos de La Condesa de Belflor y Amar por ver amar. Hállase citada la décima en la primera lista de El Peregrino, y es probable que la duodécima sea la que allí va con título de El Príncipe de Marruecos. La sexta y undécima no están en ninguna de las dos listas; las restantes van inscritas en la de 1618. Fue reimpresa esta Oncena parte en Barcelona, 1618.

Del citado prólogo, en que habla nuestro autor a nombre del teatro, copiamos los siguientes párrafos:

«...Y así no me espanto de que haya hombres que se vengan a mi teatro y oigan una comedia setenta veces, y aprendiendo veinte versos de cada acto, se vayan a su casa, y por los mismos pasos la escriban de los suyos, y la vendan con el título y nombre de su autor, siendo todas disparates y ignorancias, quedando con el que tienen de felicísimas memorias, y los dineros que les vale este embeleco tan digno de reprensión y castigo público. Estos que las compran tienen ya sus rótulos a las puertas de sus tiendas, cosa no advertida del gobierno y senadores regios; pues no permitiendo que se venda libro ninguno impreso sin su licencia y aprobación, consienten que se vendan manuscritos de este género de gente públicamente, en que hay el agravio de los dueños, pues no es suyo lo que venden con su nombre..., y la inobediencia y atrevimiento de vender libros sin la Real y suprema licencia, aprobación y censura de hombres doctos. Estas que aquí te presento, puedo afirmar, como testigo de vista, que son las mismas, que en mí se representaron, y no supuestas, fingidas ni hurtadas de otros... Leerlas puedes seguramente, que son de los borradores de Lope... Con este ejemplo te quiero persuadir a que no escuches opiniones ni apasionados juicios, sino que leas y te entretengas, para que me des ánimo al cumplimiento de la palabra que te prometo, y a que imprima otras doce comedias que me quedan de las más famosas que su dueño ha escrito, con llegar ya el número a ochocientas.»



No tengo noticias de MS. alguno dramático de Lope que lleve fecha del año de EPEB. En el curioso libro titulado: «Relación de las fiestas que la Universidad de Salamanca celebró desde 27 hasta 31 de Octubre del año de 1618 al juramento del nuevo estatuto, hecho en 2 de Mayo del dicho año, de que todos los graduados defenderán la pura y limpia Concepción de la Virgen N. S., concebida sin mancha de pecado orijinal. Ordenada por mandado y comisión de la mesma universidad en su claustro pleno. Con licencia del ordinario. En Salamanca en la imprenta de Antonia Ramírez, viuda, año 1618» (4.º), se lee lo siguiente:

«Lunes 29 de Octubre se representó en el patio de escuelas mayores una comedia de la Concepción, escrita por Lope de Vega Carpio, clérigo, presbítero y familiar del Santo Oficio, a quien la Universidad lo encomendó, fiando el desempeño de la expectación general de la dulzura de su pluma. El suceso respondió al deseo; porque la obra salió tan dulce, devota y regocijada, cuanto mostró la satisfacción del pueblo, que no habiendo faltado a verla persona de cuenta de él, la pidió otras tres veces en el teatro dentro de seis días; cosa de tan pocos ejemplos, y por ventura no vista en Salamanca. Representola la compañía de Baltasar de Pinedo.»



Esta comedia hubo de quedar inédita: no tenemos de ella otra noticia.

En el mismo año, haciendo Lope uso del privilegio que tenía, y le había sido prorrogado por cuatro años con fecha de 17 de diciembre de 1614, para la impresión de El Peregrino, hizo una sexta edición de este libro, la cual exige cita especial.-Su portada: «El Peregrino en su Patria. De Lope de Vega Carpio. Dedicado a Don Pedro Fernández de Córdoba, Marqués de Priego, señor de la casa de Aguilar. Año (Ens.) 1618. Con Privilegio. En Madrid, por la viuda de Alonso Martín. A costa de Alonso Pérez.» (8.º Biblioteca Nacional de Madrid.) Sus preliminares: Aprobación primitiva de Tomás Gracián Dantisco. Aprobación y licencia de Barcelona, 1604. Tasa: la de Valladolid, 27 de febrero 1604 (de la primera edición). Suma del privilegio. «Tiene privilegio Lope de Vega Carpio por otros cuatro años; su data en 17 de Diziembre de 1614 años, ante Miguel de Ondaza, escribano de Cámara.» Fe de erratas, 13 de Febrero de 1618. La dedicatoria de Lope. Los sonetos de Arguijo, Quevedo, Vera, Soria, Guzmán y Camila Lucinda. Están suprimidos los dos de Marañón y el de Ortiz Melgarejo. El prólogo de Lope con la lista de sus comedias. Forman esta lista la primitiva que se inserta en la edición príncipe y subsiguientes, y otras añadida nuevamente, pero sin división ninguna entre ambas. La primitiva contiene exactamente los doscientos diez y nueve títulos que en las primeras ediciones, a excepción de El muerto vencedor, que el tipógrafo olvidó, dejando su reclamo. La segunda comprende ciento catorce nuevos y diez y seis repetidos de la primera. Descontados éstos, asciende el total a trescientos treinta y tres. Sin embargo, prosiguiendo el autor su prólogo dice luego:

«Consideren... que cuatrocientas sesenta y dos (comedias), a cincuenta hojas, y más, de escritura, suman veinte y tres mil cien hojas de versos.»



¿A qué puede ser debida esta falta de conformidad numérica? Yo la expliqué en mi Catálogo de Teatro antiguo español por la incuria o el descuido de los impresores, que omitiesen títulos de los contenidos en el original de Lope. Mas ¿cómo podrá explicarse la enorme divergencia que existe entre esa última suma de cuatrocientos sesenta y dos, y la terminante aseveración de Lope estampada, según ya vimos, el mismo año en el prólogo de su oncena parte, donde afirma que llegaba ya en aquella sazón a ochocientas el número de sus comedias?

El 4 de octubre de 1618 había definitivamente caído el Duque de Lerma de su ya desquiciado valimiento, sucediéndole en el deseado poder su hijo primogénito y declarado enemigo, D. Cristóbal de Sandoval y Rojas, Duque de Uceda. Víctimas del cambio, y de la palaciega trama, hábil y astutamente secundada por Fr. Luis de Aliaga, habían sido a la vez, el Marqués de Siete Iglesias. D. Rodrigo Calderón, a quien más tarde esperaba el cadalso, el buen Conde de Lemos y su primo el Comendador mayor de Montesa, D. Fernando de Borja y Aragón. ¿Qué influjo tuvieron estos sucesos en la posición política del Duque de Sessa? ¿Pudo alcanzar a nuestro Lope más o menos directa o favorablemente, alguna de sus consecuencias?...

Llegamos al año de 1619. Respectivas a él, tan sólo podemos dar de Lope noticias bibliográficas. Había hecho imprimir en los últimos meses del anterior la Docena parte de sus comedias, cuya tasa, como la fe de erratas, llevan fecha de Diciembre del mismo. Pero retardada algún tanto la publicación, hubo de salir el tomo con data del nuevo año. Su portada y contenido son como sigue:

«Docena parte de las comedias de Lope de Vega Carpio. A Don Lorenzo de Cárdenas. Conde de la Puebla, quarto nieto de Don Alonso de Cárdenas, Gran Maestre de Santiago. Año (Escudo del Mecenas.) 1619. Con Privilegio. En Madrid, por la viuda de Alonso Martín. A costa de Alonso Pérez, mercader de libros.» (4.º).

Tabla de las piezas. Erratas y tasa: 14 y 22 de diciembre de 1618. Aprobación de Espinel: Madrid, 15 de agosto de ídem. Suma del Privilegio Real por diez años a favor de Lope, dado en San Lorenzo, 6 de octubre de ídem. Dedicatoria (sin fecha) de Lope al expresado: una en prosa y otra poética. El teatro. (Prólogo del autor.) Texto. Comprende los dramas titulados: Ello dirá.-La sortija del olvido.-Los enemigos en casa.-La cortesía de España.-Al pasar del arroyo.-Los hidalgos del aldea.-El Marqués de Mantua. (tragicomedia) -Las flores de Don Juan, y rico y pobre trocaddos.-Lo que hay que fiar del mundo.-La firmeza en la desdicha (y el agrabiado leal.).-La desdichada Estefanía (Castros y Andrades), primera parte (tragicomedia). -Fuente Ovejuna.-Sólo uno de estos dramas (el séptimo) consta en la primera lista de El Peregrino; en la segunda se hallan inscritos el tercero, octavo, décimo y duodécimo; los restantes faltan en ambas. No se conoce reimpresión alguna de esta Docena parte.

Cítanse existentes dos MSS. dramáticos de Lope fechados en 1619. En el códice M-176 de la Biblioteca Nacional de Madrid, se halla incluido uno, copia antigua sin el nombre del autor, de la comedia Ver y no creer, con las aprobaciones del Dr. Luis Navarro (5 de agosto de 1619) y de Tomás Gracián Dantisco (16 de octubre de ídem). Y en la colección del Sr. Duque de Osuna se conserva el autógrafo del auto sacramental Las hazañas del segundo David, con la fecha de Madrid, 28 de abril del expresado año; sin aprobación ni licencia alguna. La comedia Ver y no creer se imprimió atribuida a Lope en la Parte veinte y quatro de las comedias del Fénix de España Lope de Vega Carpio. Y las mejores que hasta ahora han salido... Zaragoza, 1632 y 1633. El auto no se ha publicado, que separamos, hasta la presente fecha.

Celebráronse en Madrid, a mediados de mayo del año 1620, las solemnes fiestas a la beatificación, decretada por el pontífice Paulo V en 14 de junio de 1619, de Santo Labrador Isidro. Patrón de esta villa y corte. La renombrada justa poética, que fue tan principal ornato de estos famosos festejos, tuvo lugar el 19 de Mayo en la iglesia parroquial de San Andrés. Fueron jueces del certamen los consejeros Pedro de Tapia y D. Alonso de Cabrera; el P. Fr. Antonio Pérez, benedictino, poco después General de su Orden; el célebre Fr. Hortensio Félix Paravicino, ya Provincial de los Trinitarios Calzados; D. Francisco de Villacis, corregidor de Madrid, del hábito de Santiago; Juan de Armunia y Juan de Urbina, regidores más antiguos de esta villa. Secretario lo fue el del Ayuntamiento, Francisco Testa, y fiscal el Fénix de los Ingenios, Lope Félix de Vega Carpio.-Estaba el templo adornado de las más ricas tapicería del Rey. El altar mayor y colaterales, con un terno de plata blanca escarchada, ofrecido por los mercaderes. En medio de la capilla mayor, el cuerpo del Santo en una riquísima urna de plata de singular mérito artístico, ofrenda de los plateros de Madrid. Abrazaba el Teatro los dos lienzos del templo; cubríanle alfombras de seda, ricas sillas y doseles para los jueces, con su mesa al efecto, vestida de brocado. Al lado izquierdo, en el centro de un paño de terciopelo carmesí con las márgenes bordadas de tela de oro, se ostentaban, pendientes de listones de nácar, los preciosos y codiciados premios.

«La silla y mesa del que había de leer el certamen (Lope) estaba enfrente de los jueces, con sobremesa bordada y todo aderezo de escribir de pleta... El concurso de Señores, de religiosos, de letrados, de humanistas, de damas y de vulgo, hacían tan agradable vista como suele un jardín con la variedad de sus flores en la Primavera. Tocó un rato la música y sentose Lope de Vega en el sitio referido»;



y en medio del más profundo silencio, después de las obligadas cedulillas jocosas, leyó una extensa oración inaugural en verso, después el cartel de la justa, y seguidamente, por su orden, las composiciones que merecieron esta honra, el Vejámen, que no lo es realmente, sino un romance panegírico de los justadores, y por último, la decisión del tribunal, con arreglo a cuya sentencia fue repartiendo los premios. = Escribió Lope bajo el seudónimo de «El Mro. Burguillos», un jocoso estilo, a los nueve asuntos del certamen y con su nombre al tercero (cuatro décimas). Su hijo, «Lope de Vega Carpio el mozo, Poeta nuevo, que no había cumplido catorce años», justó en el quinto combate. (Glosa seria en redondillas.)

Publicó inmediatamente nuestro autor el libro de este certamen, que va titulado: «Justa Poética, | y alabanzas ivstas | que hizo la Insigne Villa de Madrid al bien aven | turado San Isidro en las Fiestas de su Beati | ficación, recopiladas por Lope de Vega Carpio. | Dirigidas a la misma Insigne Villa. | Año (Bella estampa delSan to abierta en cobre por I. de Curbes, con este lema alrededor: 'Labré, cultivé, cogí, -Con Piedad, con Fe, con celo.-Tierras, Virtudes y Cielo.') 1620. | Con Privilegio. | En Madrid por la viuda de AlonsoMartín. | Véndese en la calle de Santiago, casa de Alonso Pérez, mercader de libros.» (4.º). Para imprimirle obtuvo Real privilegio Lope, dado en San Lorenzo, a 1.º de agosto de dicho año. La tasa es de 18 de ídem. Id. Le aprobaron Luis Cabrera de Córdoba y el P. Hortensio F. Paravicino. A su principio escribe Lope, además de la dedicatoria y de una breve suma de la vida del Santo, una introducción que encierra apreciables noticias para nuestra historia literaria. De Sebastián Francisco de Medrano es la relación del ornato de la iglesia para el certamen. La oración poética de Lope ocupa en el libro quince hojas muy cumplidas; a continuación, ya impreso el cartel, y después se estampa lo siguiente:

«Leído este cartel, tomó (Lope) la primera canción, dando principio al certamen. Pero advierta el lector, que los versos del Mro. Burguillos debieron de ser supuestos, porque él no pareció en la justa, y todo lo que escribe es ridículo, que hizo sazonadísima la fiesta, y como no pareció para premiarle, fue general opinión que fue persona introducida del mismo Lope...»



Al fin de este libro léense, después del artículo relativo al reparto de los premios, doce graciosas octavas, precedidas del siguiente párrafo:

«Sólo se ha de advertir, que por donaire se le dieron al Mro. Burguillos 200 escudos de premio, por auer escrito a los nueve certámenes, en una cédula sobre los bancos de Flandes, y aunque el referido maestro era graduado en su facultad, era tan ignorante de la Cosmografía marítima, que llaman Hydrographía, que no sabía que estos bancos estaban en la mar, siendo unos bajíos de arena de gran peligro: mas luego que se desengañó de la burla, escrivió esas estancias, que por recreación del letor, y para que conforme la opinión antigua de que la indignación hace versos, los quise poner aquí.»



Catorce años después dio al público nuestro poeta, bajo el mismo seudónimo, una colección de rimas suyas: al tratar de ella tendremos oportuna ocasión de hablar extensamente de ese donairoso disfraz.

Termina el volumen con una canción al Santo, escrita fuera del certamen por el Ldo. D. Francisco de Herrera Maldonado; con tres composiciones en alabanza de Lope, a saber: cuatro décimas de D. Jacinto de Herrera y Sotomayor, un epigrama latino en nueve dístico, de Vicente Mariner, y un soneto de Sebastián Francisco de Medrano; y en fin, con igual número, en loor del Santo Isidro un epigrama latino de Lope, otro de Simón Chauvel (Xabelo), francés, y otro de Vicente Mariner186.

No se expresa en el libro quiénes fueron los ingenios premiados, pero se puede inferir de la respectiva colocación de las poesías y del romance panegírico.

Desde el año anterior obtenía Lope el Real privilegio para la impresión de las partes trece y catorce de sus comedias y las respectivas aprobaciones de ellas. Salieron a luz en 1620, con los títulos y contenidos que a continuación referimos:

«Trecena parte de las comedias de Lope de Vega Carpio, Procurador Fiscal de la Cámara Apostólica en el Arzobispado de Toledo. Dirigidas, cada una de por sí, a diferentes personas. Año 1620. Con Privilegio. En Madrid. Por la viuda de Alonso Martín. A costa de Alonso Pérez, mercader de libros.» (4.º).

La aprobación va dada en Madrid, septiembre de 1619, por el Dr. D. Juan de Gómara y Mejía.-Prólogo del autor.-Texto.-Comprende las piezas tituladas:

La Arcadia.-Dedicada al Dr. Gregorio López Madera.

El Alcón de Federico.-A Sebastián Jaime ciudadano de Valencia, con cuyo cuidado y regalos recuperó Lope su salud en aquella ciudad, año de 1616.

El remedio en la desdicha. (¿Abindarráez y Narváez?).-A su hija D.ª Marcela del Carpio.

Los esclavos libres.-A D. Juan Antonio de Vera y Zúñiga.

El desconfiado.-Al Mro. Alonso Sánchez, catedrático de lengua hebrea en la Universidad de Alcalá.

El Cardenal de Belén, luz y Doctor de la Iglesia. (San Jerónimo.)-Al P. Maestro Hortensio F. Paravicino.

El Alcalde mayor.-Al Dr. Cristóbal Núñez, en Méjico.

Los locos de Valencia.-Al Mro. Simón Xabelo, noble francés.

Santiago el Verde.-A Baltasar Elisio de Medinilla.

La francesilla.-Al Ldo. Juan Pérez (de Montalbán) en la Universidad de Alcalá.

El desposorio encubierto.-A Jacinto de Piña.

Los españoles en Flandes.-A Cristóbal Ferreira de Sampayo, caballero portugués187.

El cuarto, octavo y décimo de estos dramas vienen incluídos en la primera lista de El Peregrino. El primero es probable el de allí citado con el título de Abindarráez y Narváez. Los restantes no constan en ninguna de las dos listas.

«Parte catorce de las comedias de Lope de Vega Carpio, Procurador Fiscal de la Cámara Apostólica, y su Notario, descrito en el archivo Romano, y Familiar del Santo Oficio de la Inquisición. A quién van dirigidas dice la siguiente página. Año 1620. Con Privilegio. En Madrid, por Juan de la Cuesta. A costa de Miguel de Siles, mercader de libros. Véndese en su casa en la calle Real de las Descalzas.» (4.º).

Tabla de las comedias con expresión de las personas a quienes se dedican. Suma del Real privilegio el autor, expedido en 1619. Tasa y fe de erratas. 1620. Aprobación del Vicario, octubre de 1619. «El Teatro a los lectores» (prólogo de Lope). Texto. Contiene:

Los amantes sin amor.-Dedicada al consejero y alcalde de Corte D. Pedro Fernández de Mansilla.

La villana de Getafe.-A D. Francisco López de Aguilar.

La gallarda toledana.-A Francisco Pacheco.

La corona merecida.-A D.ª Ángela Vernegali.

La viuda valenciana.-A Marcia Leonarda.

El caballero de Illescas.-A Vicente Espinel.

Pedro Carbonero (tragicomedia).-A D. Diego Félix Quijada y Riquelme.

El verdadero amante, gran pastoral Belarda.-Al joven Lope de Vega.

Las almenas de Toro.-A D. Guillén de Castro.

El bobo del colegio.-A D. Lorenzo Vanderhámmen y León.

El cuerdo loco (y veneno saludable).-A Tamayo de Vargas.

La ingratitud vengada.-A D. Fernando Bermúdez y Carvajel.188

Hállanse la primera, tercera, cuarta, quinta, sexta, séptima, octava, undécima y duodécima incluidas en la primera lista de El Peregrino; la décima en la segunda lista; la segunda y novena no aparecen en ninguna de ellas.

Reimprimiose la Trecena parte en Barcelona, 1620; y la Parte catorce en Madrid, por la viuda de Fernando Correa Montenegro, año 1621, a costa del mismo editor, Miguel de Siles, que hizo la primera edición. En ambas partes menciona Lope los actores que en las piezas que comprenden hicieron los principales papeles.