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ArribaAbajo- XII -

Durante la primavera y el estío de 1622 dieron al Fénix de los Ingenios ocupación, laureles y tal cual disgusto las solemnes y renombradas fiestas con que la coronada villa celebró la canonización de su Santo patrono el labrador Isidro, decretada por el Pontífice Gregorio XV, juntamente con las de Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y San Felipe Neri. Tuvieron efecto en la segunda mitad de junio: la procesión fue el 19, la máscara de los jesuitas el 22: no consta la fecha del día de la justa poética; sólo hallamos que el cartel de convocación se fijó el 26 de mayo, y que en él fue señalado para la entrega de las composiciones a Francisco Testa, escribano mayor del Ayuntamiento, el día 12 de junio. Formaron parte de los festejos dos comedias, ambas de Lope, escritas al efecto por encargo del Ayuntamiento: La niñez de San Isidro y La juventud de San Isidro, con sus respectivas loas, respresentáronlas, Vallejo la primera y Avendaño la segunda, delante de los Reyes, en la plaza de Palacio, en

«cuatro medios carros, de extremada pintura al temple, con apariencias notables y con rico adorno. La riqueza de los vestidos (añade Lope, hablando de esta representación) fue la mayor que hasta aquel día se vio en teatro, porque ahora representan las galas, como en otro tiempo las personas, supliendo con el adorno la falta de las acciones. Salieron sus Magestades y Altezas a los balcones bajos de Palacio, en el lienzo que confina con la torre nueva, donde estaban los carros, que con las casas que sirven de vestuarios, invenciones, y apariencias, guarnecían el teatro que los divide; y en parte eminente al concurso del pueblo las chirimías y trompetas.»



Para la justa poética se fabricó en el segundo patio de Palacio un teatro, dividido con una celosía, por todas partes, donde estuvieron el Rey, la Reina, la infanta D.ª Juana, los infantes D. Carlos y D. Fernando y algunas damas y meninas. La testera que miraba al claro del patio en el teatro mismo, ocuparon los jueces, con sus maceros y porteros; honor que les dio S. M. aquel día, a imitación del que siempre concedieron los Reyes sus antecesores a las universidades de Alcalá y Salamanca. Los premios lucían en lugar eminente, parte colgados de listones de colores varios, sobre terciopelo carmesí, parte en una mesa, que contenía las fuentes, aguamaniles, piezas de plata grandes, escritorios, guantes y ramilletes. Delante de un pilar vestido de terciopelo carmesí, a la mano izquierda, había un taburete verde para el lector de la justa (Lope), y un bufete pequeño, con sobremesa encarnada, donde estaban los versos que habían de leerse; y de la columna del lado derecho pendía, impreso en raso blanco, el cartel del certamen. Ricas alfombras cubrían el suelo, y las paredes exquisitos paños de tapicería. En el sitio más adecuado estuvieron tres «ternos» de música, con diversos instrumentos.

«La guardia (dice Lope) ocupó las puertas, donde se entró con dificultad, y es donaire para referir que habiéndoseles dado orden que no dejasen entrar a quien no fuese poeta, así los españoles como los tudescos los examinaban graciosamente, siendo notables las preguntas y las respuestas, haciendo más fe que la verdad la phisionomía y el hábito. Y aquí se me acuerda la dificultad que debe de ser querer un hombre probar que es poeta sin que lo digan las obras, como lo intentan muchos, pero no siempre podrán persuadir a los soldados de la guarda.»



Dio principio Lope de Vega con la lectura, después de pedida la venia y licencia de los Reyes, de las indispensables cedulillas, que son de lo más gracioso que he visto en su género. Prosiguió luego con la introducción, en veintitrés octavas, obra de su fecundo numen: es ingeniosa y oportuna ficción, y en ella dejó consagrado otro sentido recuerdo a la memoria de Baltasar Elisio de Medinilla. Prosiguió después a leer las composiciones, premiadas y las que se juzgaron por dignas de esta honra, y terminó con el romance suyo Premios de la fiesta, panegírico de los justadores, y la sentencia del tribunal.

Fueron jueces: el Sr. Luis de Salcedo, del Consejo y Cámara de S. M.; don Alonso de Cabrera, del mismo Consejo, caballero del hábito de Calatrava; D. Juan de Castro y Castilla, corregidor de Madrid; los regidores de su Ayuntamiento, y comisarios para estas, funciones, Diego de Urbina, Félix de Vallejo, Juan González de Armunia y Juan de Pinedo, y el P. Fr. Antonio Pérez, benedictino.

«Secretario fue desta justa (dice Lope) el que lo es mayor en el Ayuntamiento (Francisco Testa); no yo, como quieren los descontentos: él recibió los papeles y los trajo a los jueces...»



Y más adelante escribe:

«Finalmente, se vieron y juzgaron los versos, sirviendo yo de leerlos solamente, sin tener otro voto ni atrevimiento; porque mi natural modestia nunca me dejó presumir que podía juzgar de los estudios ajenos, aunque fuese en el mío cuando estoy solo... Vistos, pues, destos señores, se premiaron dando a cada uno el lugar que merecía...; y el día propuesto se leyeron, honrándolos y sirviéndolos yo en prosa y verso con notables exageraciones, propia inclinación mía...»



Y en la introducción al séptimo combate:

«...Ni en esta ocasión fui juez, ni secretario fiscal, aunque he sido el blanco de tantos golpes, y el sujeto de tantas injurias...»



Diez fueron los asuntos o combates del certamen, y en tanto número los justadores, que sólo al primero (Canción al milagro de arar los ángeles mientras oraba el Santo labrador) concurrieron ciento treinta y dos poetas; en el décimo (glosa) «llovieron», y para el sexto (romance) se presentaron el mayor número de composiciones y de mejores versos. Escribió nuestro Lope al primer asunto con su nombre expreso y declarado, obteniendo el primer premio (una fuente de plata dorada, de precio de 50 ducados); al quinto (diez redondillas a San Francisco Javier), bajo el nombre de la querida prenda de sus últimos amores, D.ª Antonia de Nevares, que entonces llegaba a la edad de cinco años, logrando por esta composición el tercer premio (unas ligas de nácar con puntas de oro, de precio de 10 ducados, que luciría la hermosa niña)206, y además a todos los combates con el jocoso y burlesco seudónimo de «El Mro. Burguillos», que del propio modo adoptó en la justa de la beatificación. Premiósele con largueza por estos diez rasgos de festivo donaire, nada menos que con una pensión de alabar a todo el mundo mientras viviese, y una libranza de 500 ducados en el Río de la Plata, a cinco meses vista, después del día del juicio.

Bajo el seudónimo del Dr. Pelayo Rasura se presentaron, correspondientes al tercer combate, cuatro décimas en castellano antiguo, a las cuales puso Lope el comento siguiente:

«Este papel me ha dado ocasión, así con el nombre supuesto como con la malicia, de responder brevemente a la objeción tácita que hace a la ley última del cartel, que dice: "Quien no escribiese en lengua puramente castellana, no se 'admite'". Pues el dueño destas décimas escribió en lengua antigua para dar a entender que aquella era la pura lengua de Castilla; advierta, pues, con los demás que lo sienten ansí, que yo no tengo por lengua pura Castellana la de la Crónica y Leyes, ni la que tiene los versos del señor Rey D. Alfonso a la imagen de los Reyes de Sevilla, que cita Argote, sino aquella lengua que con toda perfección de su gramática hablan los hombres que, dejando su aspereza, usan la fácil hermosura de que está adornada... Hablar puramente Castellano, es usar aquellas locuciones y términos que sufre su dialecto, y no con cuatro frases andar toda su poesía al trono, diciendo siempre una misma cosa, con que parecen papagayos de su inventor... Esto es lo que siempre he dicho, que sea clara y no obscura, pero no humilde ni hinchada...: mas oxalá que este solo fuera el daño, pues por levantar el estilo a locuciones altas, escriben sin dulzura y sentencia, sin cuerpo y alma, dando a beber penado a los hombres doctos, confusión y desconfianza a los ignorantes. Yo confieso que lo soy, pero no tanto que como a Indio me engañen con cuentas azules y casacabeles de azófar, que es lo mismo que esta nueva poesía, colores y ruido; y cierto que he sabido de hombres doctos, que llevaran en paciencia la ofensa de nuestra lengua, si hallaran diferencia en sus escritos; pero, como he dicho, es tan miserable este linaje fantástico, que no tiene todo su Diccionario quince voces. Llámanse Cisnes, y a nosotros Palustres aves, Turba lega, que ignora el estilo Áthico y la erudición Romana; perdónese a muchos años proposición tan fuera de propósito para enseñar a escribir la lengua Castellana, en que el Padre Rivadeneira, el divino Mariana, Fray Agustín de Ávila y otros; pero pues son próximos, roguemos a Dios que mueran con su lengua.»



Alude Lope en esta filípica antigongorina al famoso y agudo soneto del «Padre de los cultos desvaríos», que comienza:


«Patos del agua chirle castellana»,



y hemos insertado, con la respuesta de Lope, a la vuelta del folio núm. 7. A pesar de todo su ardoroso celo, el Fénix de los Ingenios se dejaba llevar de la culterana moda en el mismo certamen literario.

Véase la estrofa que sigue de su premiada canción:


    «Cortando esferas las purpúreas alas
(que las de Juno fulminaban de oro)
las mariposas de la luz divina207,
dexan las armas de la sacra Palas,
y con envidia del Fenicio Toro,
seis blancos bueyes del arado inclina
la escuadra cristalina208:
ni gimen, signos ya, tal sol los dora;
antes cual en el campo azul se mueve
nube de pura nieve,
vagos como en Abril pisan a Flora,
y el Alba entre las sombras importunas
cándida argenta sus menguantes lunas209



Observamos de paso que al pie de esta composición estampó nuestro autor, con alusión sin duda el premio que por ella obtuvo, este lema: «Velit nolit invidia.»

Encargado por el Ayuntamiento de la redacción del libro de estas fiestas, a primeros de agosto ya lo presentó Lope a la censura, sin duda estando muy adelantada la impresión, puesto que la tasa lleva fecha de 1 de septiembre. El Real privilegio por cuatro años, fue expedido a favor de Lope en 30 de aqosto. Salió, pues, seguidamente a la pública luz la «Relación | de las fiestas | que la insigne villa de Madrid | hizo en la canonización de su Bienaventurado hijo y patrón | San Isidro, con las Comedias | que se representaron y los versos | que en la Justa poética se escriv | ieron. | Dirigida a la misma insigne villa. | Por Lope de Vega Carpio. | Año de l622.» (Este título dentro de un frontis grabado por J. de Courbes, con las efigies de San Isidro y Santa María de la Cabeza, con emblemas y letras y los escudos de Gregorio XV, el Real de España y el de Madrid. Colofón Final: «En Madrid. | Por la viuda de Alonso Martín. | Año de 1622.» (4.º). Suma del privilegio dado en 30 de agosto de 1622 a favor de Lope. Suma de la tasa. Madrid, 1º de septiembre de ídem. Fe de erratas, 30 agosto ídem. Aprobación de Espinel, por comisión del Consejo, sin fecha. Aprobación de Fr. Pedro Zuazo, dada en el convento de la Encarnación, de D.ª María de Aragón, a 7 de agosto ídem. Otra del Vicario («He hecho ver esta relación», etc.) 16 de agosto. Dedicatoria de Lope a la insigne villa de Madrid. «Esta es una cifra de las fiestas que V. S. hizo y me mandó escribir...», etc. A los poetas, capítulo y parecer del doctísimo P. Fr. Ángel Manrique, catedrático de Filosofía Moral en la Universidad de Salamanca, sacado del libro de las honras al Rey Felipe III N. Señor, impreso en ella. Año de 1621. Fol. 185.» (Es relativo al culteranismo.) «Ciprianus de Methafhora» (cita latina). Composiciones laudatorias. Décima de Luis de Belmonte Bermúdez. Otra de D. Pedro Calderón210. Otra del Ldo. Juan Jerez de Montalbán. «El Prólogo.» La relación en prosa. Las dos comedias. La justa poética, su cartel, la descripción del local, noticia de los jueces, etc., y las composiciones; van delante las premiadas, y después algunas de las más selectas en cada combate. Precede a todas la introducción en verso, de Lope, y a los respectivos asuntos otras en prosa, del mismo. El romance Premios de la fiesta y la lista de los ingenios premiados.

Alude Lope en el fol. 40 vuelto, a otra relación en que se habían omitido, tal vez con malicia, «por quejarse con más libertad», los nombres de dos de los jueces. Debió de ser de las que solían imprimirse en pliegos sueltos, y que en España fueron los primeros gérmenes de la prensa periódica.

La colección de cartas de Lope hallada en el archivo de Altamira, nos ofrece una (tomo núm. II, 106) correspondiente al mes de octubre de 1622, y aunque muy breve, en sumo grado interesante. Refiérese a la muerte del Conde de Lemos, ocurrida en esta corte el 10 del propio mes; y en ella se observan implícitamente confirmados los graves rumores que señalaban en aquel suceso uno de los misteriosos crímenes de la ambiciosa y tiránica privanza que regía los destinos de esta siempre esclavizada nación. He aquí la carta o billete sin fecha dirigido al Duque de Sessa:

«Duque mi señor: Yo no sabía nada del Conde que Dios tiene, y prometo a V. E. que me ha dado tal pesadumbre qual en mi vida la he tenido; por ahora hace un año que le sucedió la primera desgracia; para la que es tan grande no hay consuelo, y más haviendo caydo en ombre tan bien quisto; mucho hay que hablar, y que no es para papel; yo guardo a V. E., a quien me guarde Dios como yo he menester.-L.»



Retirado el Conde de Lemos en sus posesiones de Galicia (Monforte, Paradela, etc.) desde la caída de su tío y suegro el de Lerma (octubre de 1618), como este destronado Ministro, en igual mes de 1621, adoleciese, desterrado en Tordesillas, de una gravísima enfermedad, bajó Lemos a verle; y entonces, convaleciente ya el enfermo, recibió expresa orden del Rey, es decir, del Conde-Duque de Olivares, para que, sin venir a Madrid, regresase a Galicia211. Manteníase aquí entretanto la Condesa viuda su madre, con entereza varonil, atenta a la defensa de su hermano, hijos y sobrinos. Cayó gravemente enferma a principios de agosto de 1622, y solicitando con empeño en aquel último trance ver a su hijo el de Lemos, dióle el Rey licencia, con fecha del 18, para que viniese a Madrid; orden que le fue transmitida por correo especial. Acudió, en efecto, ansioso, y pudo abrazar aún a su cariñosa madre, que expiró poco después. Permaneció, mal advertido, en esta capital, y a los dos meses falleció inopinadamente, contando sólo cuarenta y seis años de edad.

Al acontecer tan sospechosa muerte, aún duraba en Madrid la terrible impresión que dos meses antes produjera el villano asesinato del Conde de Villamediana, don Juan de Tassis y Peralta Muñatones, perpetrado el 21 de agosto de 1622 en uno de los sitios más públicos de la corte. Así, el reinado de Felipe IV, el Poeta, se inauguraba entre el cadalso, el puñal, el veneno y la canonización de cuatro Santos.

No sabemos que Lope escribiese composición alguna poética a la muerte del Conde de Lemos: a la de Villamediana hizo la siguiente décima:


    «Aquí con hado fatal
yace un poeta gentil:
murió casi juvenil,
por ser tanto Juvenal.
Un tosco y fiero puñal
de su edad desfloró el fruto:
rindió al acero tributo;
pero no es la vez primera
que se haya visto que muera
César al poder de Bruto.»212



Aunque la Décimaoctava parte de las comedias de Lope estaba aprobada y privilegiada desde fines de julio de 1622 y fue tasada en 6 de diciembre, no salió a la pública luz hasta principios del año siguiente, cuya fecha lleva la portada, que dice así:

«Décimaoctava parte de las Comedias de Lope de Vega Carpio, Procurador fiscal de la Cámara Apostólica y Familiar del Santo Oficio de la Inquisición. Dirigida a diversas personas. Año (Ens. del impr.) 1623. Con privilegio. En Madrid. Por Juan González. A costa de Alonso Pérez, mercader de libros. Véndense en sus casas en la calle de Santiago». (4.º).

Tabla de las comedias. Tasa: 6 de diciembre 1622. Suma del privilegio al autor por diez años, dado en 25 de junio ídem. Fe de erratas: diciembre ídem. Aprobación de Espinel: 22 de junio ídem. Idem del Vicario: 16 del mismo. «Benedicti Milani. Ad Lopium de V. C. Epigramma», Prólogo «al lector», de Sebastián Francisco de Medrano. Texto. Contiene:

El Príncipe perfecto, segunda parte.-Al Marqués de Alcañices.

La pobreza estimada.-Al Príncipe de Esquilache.

El divino Africano (San Agustín), tragicomedia.-A D. Rodrigo Mascareñas, obispo de Oporto.

La pastoral de Jacinto (Los Jacintos y Celoso de sí mismo. La pastoral de Albania).-A D.ª Catalina Maldonado, mujer de Hernando de Espejo, caballero del hábito de Santiago, etc.

El honrado hermano (¿Los Horacios?), tragicomedia.-A Juan Muñoz de Escobar, del Consejo, etc.

El capellán de la Virgen (San Ildefonso).-A D.ª Catalina de Avilés.

La piedad ejecutada.-A D. Gonzalo Pérez de Valenzuela, del Consejo de Castilla.

Las famosas asturianas (comedia e historia famosa).-A D. Juan de Castro y Castilla, corregidor de Madrid.

La campana de Aragón. A D. Fernando de Vallejo, hijo de Gaspar de Vallejo.

Quien ama, no haga fieros.-A D. Jorge de Tovar Valderrama.

El rústico del cielo (El santo hermano Francisco), tragicomedia.-A Francisco de Quadros y Salazar.

El valor de las mugeres.-Al Dr. Matías de Porras, capitán de la Real sala de las armas..., corregidor de la provincia de Canta en el Perú.

La segunda, la cuarta y la novena se hallan incluidas en la primera lista de El Peregrino, así como la quinta, si es en efecto la titulada ahí Los Horacios; en la segunda lista va solamente la octava; las demás faltan en uno y otro catálogo.

De la Décimaoctava parte no se conoce reimpresión alguna.

En el mismo año de 1623 se imprimió y publicó la «Parte decinueve y la meior parte de las Comedias de Lope de Vega Carpio, Procurador fiscal de la Cámara Apostólica, y su notario, descrito en el Archivo romano. Dirigidas a diversas personas. 'Pedibus conculcabitur corona superbiae ebriorum Ephraim.' (Isai., cap. 28). Año (Ens. del impr.) 1623. Con privilegio. En Madrid. Por Juan González. A costa de Alonso Pérez, mercader de libros. Véndese en sus casas en la calle de Santiago.» (4.º).

Los preliminares, cuyo preciso orden no sabemos, son: Tabla de las comedias. Suma del privilegio a Lope: 25 de junio 1622. Aprobación de Espinel: 22 ídem id. Otra del vicario D. Diego Vela: 16 ídem, íd. Tasa. Fe de erratas. «Epigramma Vicentii Slavati Ragusini.» Otro latino asimismo, satírico, su nombre de autor. Prólogo dialogístico entre un Poeta y el Teatro. Texto. Comprende:

De Cosario a Cosario.-A D.ª Ana Francisca de Guzmán.

Amor secreto hasta celos.-A D. Luis de Góngora.

La inocente sangre (o los Caravajales).-A D. Sebastián de Carvajal, del Consejo, etc. (tragedia).

El Serafín humano (San Francisco).-A D.ª Paula Porcel de Peralta, mujer del Ldo. López Madera.

El hijo de los leones.-A D. Juan Geldre, del hábito de Santiago.

El Conde Fernán González (y libertad de Castilla), tragicomedia.-A Luis Sánchez García, secretario del Supremo Consejo de Inquisición.

Don Juan de Castro, primera parte. (El hacer bien a los muertos).-A D. Juan Vicentelo y Toledo, Conde de Cantillana.

Don Juan de Castro, segunda parte.-A D. Alonso Pusmarín, relator del Consejo de Castilla.

La limpieza no manchada (Santa Brígida).-A la Marquesa de Toral.

El vellocino de oro.-A D.ª Luisa Briceño de la Cueva, mujer de D. Antonio Hurtado de Mendoza.

La mocedad de Roldán (Mocedades de Roldán).-A D. Francisco Diego de Sayas.

Carlos V en Francia.-A Gabriel Díaz, maestro de capilla insigne en el Real monasterio de la Encarnación213.

De estos dramas sólo el undécimo consta en la primera lista de El Peregrino: el séptimo y octavo en la segunda: los demás faltan en ambas.

La Parte decinueve fue reimpresa en Madrid, 1624, por el mismo Juan González. Hay de ellas otras dos ediciones: una de Madrid, 1626 (Museo Británico Chorley), y otra impresa «Con Privilegio. En Valladolid, por Gerónimo Morillo, Impresor de la Universidad. Año MDCXXVII. A costa de Antonio Vázquez de Velasco, mercader de libros.» Tiene al fin este colofón: «En Valladolid. Por la viuda de Francisco de Córdoba. Año de MDCXXVIV.»

Correspondientes a los de 1622 y 23, se conservan cuatro MSS. dramáticos de nuestro poeta. En la biblioteca del Sr. Duque de Osuna: La nueva vitoria de Don Gonzalo de Córdoba: es autógrafo, con fecha de Madrid, 8 de octubre de 1622, y con la aprobación de Vargas Machuca, fechada en esta corte, 21 de ídem íd.; El poder en el discreto, autógrafo: Madrid, 8 de mayo de 1623, con la aprobación de Vergas, dada en 8 de enero de 1624; El Aldegüela, MS. firmado por el copiante Luis C., a 9 de noviembre de 1622. En la Biblioteca Nacional, de la colección que fue del Sr. Durán: Arminda celosa, copia del autógrafo que tenía fecha de 1622. La primera de estas piezas se publicó póstuma en la Vega del Parnaso (1637) y en la Parte vigésimacuarta de Lope, de Zaragoza, 1641. La segunda es inédita. La cuarta citada en la segunda lista de El Peregrino se ha impreso suelta (según afirma Mr. J. R. Chorley) atribuida a Mira de Amescua. La tercera, El Aldegüela (Más mal hay en la aldegüela de lo que se suena, El hijo de la molinera y El gran prior de Castilla) se imprimió suelta, y con el título de El hijo de la molinera y atribuida a D. Francisco de Villegas, en la parte cuadragésima segunda de comedias escogidas de los mejores ingenios de España (Madrid, 1676).

Desde 13 de agosto y 4 de septiembre de 1623 se hallaba aprobado por los censores el 1ibro de Lope titulado: La Circe, con otras Rimas y Prosas, para cuya impresión obtuvo privilegio con fecha del 22 de dicho mes de septiembre. Estaba ya corregido de oficio el 22 de octubre, y tasado el 24; pero no debió de salir al público hasta principios del siguiente año, cuya fecha lleva en la portada, que dice así:

|| «La Circe | con otras Rimas | y Prosas | al Exmo. Señor | D. Gaspar de Guzma | Conde de Oliuares.-De Lope de Vega | Carpio. | En casa de la biuda de Alonso pérez. 1624.» Este título dentro de un frontis que representa un arco de triunfo, grabado en cobre, con la firma: «In.º Schorquens fecit.» A sus dos lados, delante de las pilastras, sendas estatuas: la diosa de la Guerra, en ademán de coronar de laurel al triunfador, y otra, que con los atributos de ciencias, artes y letras y el ramo de oliva, simboliza la paz: en sus respectivos pedestales se leen las inscripciones: Optimo tutelari; Musarum iustauratori. Sobre el ingreso, abierta la cornisa, aparece un emblema alusivo al mismo tutelar y Mecenas, Conde de Olivares: un cisne que nada en tranquilas aguas con una péñola en el pico; en tierra la figura de la Fortuna que camina sobre el globo, desnuda (!!!), con la vela henchida en la mano derecha, y en la izquierda un par de grillos (para el pueblo y el Rey: ¡admirable verdad!)214; por el opuesto lado sale el sol radiante. Corona el frontis el escudo de armas del Conde, a cuyos lados ondea una cinta con esta letra: Adversa cedunt Principi magnanimo. (En 4.º).

Los preliminares de este libro son: Suma del privilegio otorgado por diez años al autor: Madrid, 22 de septiembre de 1623.-Suma de la tasa: Madrid, 24 de octubre de ídem.-Erratas: 22 ídem íd. Censura del P. Fr. Alonso Ramón (Remón): Madrid, 13 de agosto ídem.-Otra de D. Antonio Hurtado de Mendoza: ibídem, 4 septiembre ídem. «A Circe.» Soneto (de Lope.).-Dedicatoria del mismo:

«Al Excelentíssimo señor Don Gaspar de Guzmán, Conde de Olivares. Estos versos en la lengua de Castilla, que se usaba no ha muchos años, expuestos a los pies de V. Excelencia, como hijos de quien no puede ampararlos, salen a luz forzados a llevar mi nombre; pero pues son esclavos nacidos en su ilustrísima casa, los que no pudieron serlo por la sangre, serán Guzmanes por la crianza. Dios guarde a V. Excelencia. Su capellán.-Lope Félix de Vega Carpio.»



«A la ilustríssima Señora D.ª María de Guzmán» (soneto de Lope). «El Prólogo.» Comienza:

«Están las musas tan obligadas al favor que el Excelentíssimo señor Conde de Olivares las hace, premiando los ingenios que las professan, que como a restaurador suyo le deven todas justas alabanzas y dignos ofrecimientos. El mío no pudo estenderse más que a tan breue poema... Añadí a La Circe La Rosa blanca, dedicada a la ilustríssima señora D.ª María de Guzmán, su única hija, y La Mañana de San Juan al Excelentíssimo señor Conde de Monterrey, con algunas Novelas, Epístolas y Rimas a diuersos, en gracia de sus dueños y servicio de los que estiman la claridad y pureza de nuestra lengua, cuya gramática en algunos ingenios padece fuerza...»



Texto.-Comprende: El poema La Circe, en octavas, dividido en tres cantos: refiere la llegada de Ulises a la isla de Circe; el relato que a la seductora Reina hizo él mismo de sus peregrinaciones y auenturas, y su despedida de ella y descenso al infierno con Palamedes, donde Tirésias le cuenta lo que le ha de suceder hasta que llegue a su casa. Concluye con la siguiente octava:


    «Vos, honor de las letras, vos, Mecenas,
aliento de las musas que espiraban,
por quien están de aplauso y gloria llenas,
cuando sin voz, cuando sin alma estaban,
en tanto que la sangre de mis venas
los elementos de mi vida acaban,
seréis mi sol, sin que otra luz alguna
respete en sus tinieblas mi fortuna.»



Síguese La Mañana de San Juan de Madrid, poema en 112 octavas, descripto de esta romería y olvidada fiesta en el soto de Manzanares, Casa de Campo, etc.; La Rosa blanca, poema mitológico en 109 octavas. Tres novelas: La desdicha por la honra, La prudente venganza y Guzmán el Bravo, dedicadas primitivamente a la señora Marcia Leonarda (D.ª Marta de Nevares Santoyo), y en este libro, al Conde de Olivares, a quien dice Lope:

«...Mas como para no romper el arco es la diversión forzosa, puse aquí estas tres novelas, sacadas de otras muchas escritas a Marcia Leonarda...»



A su fin se lee la siguiente




Espinela


   «Los dioses para su guarda
se han puesto apellidos nuevos:
Borja y Góngora dos Febos,
Silvio Amor, Venus Leonarda,
Juno Pimentel gallarda,
Mario el semicapro Pan;
y como las letras dan
honra de la guerra al arte,
riñeron Palas y Marte
sobre llamarse Guzmán.»

«No parezca nouedad (añade) llamar espinelas a las décimas, que este es su verdadero nombre derivado del maestro Espinel, su primer inventor, como los versos Sáphicos de Sapho.»



Siete epístolas, las seis en tercetos y la postrera en prosa, dirigidas a D. Antonio Hurtado de Mendoza; D. Fr. Plácido de Torantos; Juan Pablo Bonet; D. Francisco de Herrera Maldonado; Dr. Matías de Porras; D. Lorenzo Van der Hammer de León, y «un Señor destos Reynos». Esta última, relativa al arte poética y al culteranismo, forma juego con las de igual asunto insertas en la Filomena. Incluye Lope a su fin, para muestra de claridad castellana y hermosa exornación poética, una égloga del Príncipe de Esquilache a la infanta D.ª María. Estampa en seguida un soneto suyo panegírico al mismo insigne poeta, y otro a D. Luis de Góngora, que dice así:


    «Claro Cisne del Betis, que sonoro
y grave, ennobleciste el instrumento
más dulce que ilustró músico acento,
bañando en ambar puro el arco de oro:
    A ti la lira, a ti el castalio coro
debe su honor, su fama y su ornamento;
único al siglo y a la envidia essento,
vencida, sino muda, en tu decoro.
    Los que por tu defensa escriben sumas,
propias ostentaciones solicitan,
dando a tu inmenso mar, viles espumas:
    los Ícaros defiendan que te imitan,
que como acercan a tu sol las plumas,
de tu divina luz se precipitan»215.



La carta última de las siete referidas, escrita en prosa, y con el epígrafe: «A un Señor destos Reynos», es, como dejamos dicho en nota al fol. n. 8, contestación indirecta de Lope a la respuesta que en defensa del culteranismo dio a su primer papel sobre este punto, inserto en la Filomena, el Ldo. Diego de Colmenares, que después replicó por sus mismos puntos a dicha contestación de Lope. Imprimiose esta polémica en cuaderno suelto, de que he visto ejemplar, encuadernado con otras obrillas de Colmenares, en la biblioteca de los Estudios de San Isidro.216

«Al R. P. F. Leonardo del Carpio.» Epístola octava. En prosa; es muy breve; sirve de preliminar a las traducciones que le remite y estampa seguidamente, hechas en verso castellano, de los salmos 123, 54, 22 y 34. Colección de 41 sonetos: algunos son versiones de epigramas latinos de varios autores. Cuatro son relativos a la bella Amarilis (D.ª Marta), y dos panegíricos dirigidos a Vicencio Carducho y a Van der Hammen Valderrama, insignes pintores. «A D. Francisco López de Aguilar.» Epístola nona. En prosa. Contiene el comento que hizo Lope a su propio soneto:


    «La calidad elementar resiste
mi amor que a la virtud celeste aspira...»



impreso en la última página de la Filomena, y que «a los críticos de aquel tiempo había parecido enigma».

Tal es el contenido del libro titulado La Circe, uno de los más dignos de estima entre los del Fénix de los Ingenios. Con él quiso ofrecer cumplido tributo de incienso al Conde de Olivares, cuyo advenimiento al poder se había ya apresurado a saludar dedicándole en 1621 la primera comedia, El premio de la hermosura, de su Décimasexta parte. Si estas ofrendas iban sólo dirigidas al poeta, al ilustre Mecenas y protector de los ingenios, fuerza es decir que eran algo tardías, puesto que D. Gaspar de Guzmán, desde algunos años antes se distinguía en uno y otro concepto. Lope le saluda y proclama en 1624 por su sol y por la única luz que habrá de disipar en adelante las tinieblas de su fortuna. ¿Qué era, pues, del Duque de Sessa, aquel su antiguo Mecenas y favorecedor generoso, aquel su único posible y exclusivo señor y dueño? ¿Cómo no le dirigía ya, ni volvió, que separnos, a dedicarle ninguna de sus obras hasta el año de 1634, la última de ellas por él impresa, las Rimas de Burguillos?

En el mismo año de 1624 vio la pública luz en Madrid, bajo el nombre del doctor Juan Pérez de Montalbán, El Orfeo en lengua castellana. «A la décima musa D.ª Bernarda Ferreira de la Cerda» (4.º). Este poema, que consta de cuatro cantos en octavas, salió adornado con un bello retrato de su supuesto autor, precedido de una muy notable carta panegírica al mismo Dr. Juan Pérez de Montalbán, dirigida por su maestro y afectuoso amigo217 Lope de Vega Carpio, y encomiado con versos laudatorios de ingenios tan insignes como el P. Fr. Gabriel Téllez (bajo el seudónimo del Mro. Tirso de Molina), Francisco López de Zárate, Villaizán y D. Gabriel del Corral. Forman sus aprobaciones Fr. Lucas de Montoya, franciscano de la Vitoria de esta corte, y nuestro Lope, a 13 y 21 de agosto de 1624; y le anteceden también una carta que firma «La décima musa», es decir, la poetisa portuguesa D.ª Bernarda Ferreira de la Cerda218, y dirige a Montalbán pidiéndole que escriba este poema, y un breve prólogo, a nombre del mismo aparente autor.

Afirmó resueltamente D. Nicolás Antonio de la Bibliotheca Hispana nova, aunque sin dar pruebas de su aserto, que el verdadero autor de este segundo poema de Orfeo no era otro que el Fénix Lope de Vega Carpio, quien había hecho de él generoso regalo y completa cesión a su caro discípulo y amigo. No se ha prestado generalmente asenso a esta noticia, pero yo me inclino a creerla positiva, habiendo logrado ocasión de verla confirmada en una forma que le da grandísima autoridad. Con efecto, he tenido en mis manos un ejemplar bellísimo, de la edición príncipe del cuestionado libro, ejemplar que perteneció a mi amigo D. Bartolomé José Gallardo y ahora existe en poder del Sr. D. José Sancho Rayón, en cuya portada se halla escrita, de letra del siglo XVII, la siguiente nota:

«Este Orfeo le hizo Lope de Vega, y le hizo en cuatro días.»



Los antecedentes que tuvo la publicación de esta obra ofrecen especial curiosidad y militan en apoyo de la terminante aserción de Antonio y de la rotunda y categórica del desconocido anotador.

El insigne poeta D. Juan de Jáuregui y Aguilar había compuesto y dado a luz muy poco tiempo antes otro poema del título y fábula de Orfeo, asimismo en octavas, pero dividido en cinco cantos. Si respecto de la precedencia del de Jáuregui pudiera ofrecerse alguna duda, completamente la desvanecerían el siguiente soneto con que le satirizó D. Luis de Góngora, y el comento que al mismo soneto puso D. García de Salcedo Coronel, y a su continuación trasladamos:


    «Es el Orfeo del señor Don Juan
el primero, porque hay otro segundo;
espantado han sus números al mundo
por el horror que algunas veces dan.
    Mancebo es entendido, juro a San,
y leído en las cosas del profundo;
pluma valiente, si pincel facundo;
tan santo le haga Dios como es Letrán.
    Bien, pues, su Orfeo, que trilingüe canta,
pilló su esposa, puesto que no pueda
miralla, en quanto otra región no mude.
    Él volvió la cabeza, ella la planta,
la troba se acabó, y el autor queda
cisne gentil de la infernal palude.»



«Don Juan de Xáuregui... (dice el referido comentador)219 fue uno de los mejores ingenios que ha tenido España, célebre pintor y grande humanista. Entre muchas obras que escribió con general aceptación, fueron unos Discursos poéticos en que culpa la introducción de nuevas voces con demasiado rigor. Dio poco después a la estampa la fábula de Orfeo en octava rima, poema digno de todo aplauso y estimación, por la disposición y el número; pero en él introdujo, contra sus mismos preceptos, algunas voces muy extrañas a nuestra lengua, de las cuales una fue palude. Don Luis, pues, poco obligado de D. Juan, o, por mejor decir, ofendido de que hubiese escrito contra sus Soledades algunas objeciones que él llamó Antídoto220, y a que satisfizo con grande erudición el Dr. D. Francisco de Amaya, como dijimos en el soneto antes de éste, escribió el presente, con ocasión de haber impreso después de él otro poema del mismo argumento, el Dr. Juan Pérez de Montalbán. Burla con gracioso modo y equívocos sazonados, del poeta y del asunto, y principalmente de las voces extrañas, feneciendo el soneto con una de las que le parecieron más duras. Pero en medio de sus burlas no deja de reconocer el ingenio de su autor y la excelencia de su pluma y pinceles.»



Titúlase, en efecto, el precioso opúsculo en que Jáuregui censura el culteranismo y sus extravagancias de toda especie: «Discurso poético de Don Juan de Jáuregui. Al Excelentíssimo Señor Don Gaspar de Guzmán, Conde de Olivares... Con privilegio. En Madrid. Por Juan González. Año M. DC. XXIIII.» (4.º). La suma de tasa de este libro va firmada en 10 de septiembre de 1624. Expidiose el privilegio a 26 de junio. Relativamente a sus censuras, aparece entre sus preliminares esta nota:

«Las aprobaciones deste libro se incluyeron en las del Orfeo, que imprimió el mismo autor.»



De ella parece colegirse que la publicación de este Orfeo fue anterior a la del Discurso poético; pero la aserción de Salcedo Coronel es terminante; y además, ¿puede creerse que Jáuregui escribiera el expresado poema en culto, y publicándole diera a luz pocos días después una razonada impugnación del culteranismo? Aunque chocante, es más tolerable y menos extraño lo contrario: que mudase consejo hollando los preceptos que acababa de aclamar.

Como quiera que esto aconteciese, Lope de Vega, para quien el culteranismo, cuya impugnación le había ya proporcionado graves disgustos, era continua cuanto insufrible pesadilla, no pudo sin duda llevar con paciencia la especie de apostasía literaria del joven poeta sevillano; y queriendo contraponer, en obra del todo idéntica a la de Jáuregui, estilo a estilo y lenguaje a lenguaje, compuso en breves días otro Orfeo que advertidamente, y con el fin de no romper las relaciones que le unían con el flamante gongorista, publicó, bajo el nombre de su amigo y aventajado discípulo Juan Pérez de Montalbán.

Aunque las aprobaciones de la Parte vigésima de comedias de Lope se firmaron en 29 de septiembre y 4 de octubre, de 1624, no se publicó el libro hasta principios del siguiente año. Correspondientes al que ahora nos ocupa, se citan sólo tres MSS. dramáticos del Ingenio Fénix, a saber: El Marqués de las Navas (comedia publicada en la Parte vigésimasegunda de Lope y otros autores: Zaragoza, 1630), autógrafo firmado en 22 de abril de 1624. que poseía Lord Holland; Lo que ha de ser (impresa en dicha Parte vigésimasegunda y después en la vigésimaquinta de Lope: Zaragoza, 1647), autógrafa con fecha de 2 de septiembre del propio año, existe en el Museo Británico, Quien bien ama, tarde olvida, MS. de fecha del mismo año; consérvase en la biblioteca del Sr. Duque de Osuna; vio la luz este drama como los antedichos, en la Parte vigésimasegunda de Lope y otros autores: Zaragoza, 1630.

Diose, pues, al público hacia fines de enero de 1625 la

«Parte veinte de las Comedias de Lope de Vega Carpio, Procurador fiscal de la Cámara Apostólica. Dividida en dos partes. Qui ducis vultus, et non legis ista libenter, =omnibus inuideas, Inuide, nemo tibi.» Año (Ens.) 1625. «Con privilegio. En Madrid. Por Juan González. A costa de Alonso Pérez, Librero del Rey N. S. Véndese en sus casas en la calle de Santiago.» (En 4.º) Son los preliminares, según la tercera edición, hecha en Madrid, 1629, los siguientes: Títulos de las comedias y a quién van dedicadas. (El prólogo del autor.) Suma del privilegio dado a favor del mismo, por diez años en 3 de noviembre de 1624. Fe de erratas: 17 de enero de 1625. Suma de la tasa: 18 ídem íd.-Aprobación del Ldo. Juan Pérez de Montalbán: 29 de septiembre de 1624. Otra del insigne ingenio en letras divinas y humanas, el Dr. Mira de Amescuas, capellán de S. A.: 5 de octubre de 1624.-Texto.-Primera parte.

La discreta venganza.-A D.ª Isabel de Guzmán, Duquesa de Frías.

Lo cierto por lo dudoso.-Al Duque de Alcalá.

Pobreza no es vileza.-Al Duque de Maqueda.

Arauco domado por el Exmo. Sr. D. García Hurtado de Mendoza, tragicomedia.-A D. Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, hijo del D. García.

La ventura sin buscalla.-A la Sra. D.ª María de Vera y Tobar, señora de Sierrabrava, esposa y prima hermana de D. Juan Antonio de Vera y Zúñiga (después Conde de la Roca).

El valiente Céspedes, tragicomedia. A D. Alonso de Alvarado, Conde de Villamor.

Segunda parte.

El hombre por su palabra.-Al Ldo. Diego de Molino y Avellaneda, relator del Consejo de S. M. en el Supremo de Castilla.

Roma abrasada (y crueldades de Nerón. Nerón cruel), tragedia.-Al Mro. Gil González Dávila.

Virtud, pobreza y mujer.-Al caballero Juan Bautista Marino, celebérrimo poeta napolitano.

El Rey sin Reino, tragicomedia.-Al capitán Frey Alonso de Contreras, caballero del hábito de San Juan.

El mejor mozo de España, tragicomedia.-A Pedro Vergel, criado de la Casa y Corte de S. M.

El marido más firme (Orfeo.-Eurídice y Orfeo).-A Manuel Faria de Sosa, noble ingenio lusitano221.

Va Lope en el prólogo formando lista de las comedias que contiene el tomo, y dando noticia de los sujetos a quienes las dirige, y de la última dice:

«La sexta, El marido más firme, a Manuel Faria de Sosa, noble ingenio Lusitano, es fábula. que escribí tres años antes que el Licenciado Juan Pérez de Montalbán su Orfeo, y no lo hiziera si lo huviera visto, porque en aquel Poema, que él llama en lengua Castellana, a mi juicio (si estudio y años valen), se cifran todas las partes de que consta su perfección, y esto se entiende sin ofender los que están escritos en otras lenguas. Pienso que la que aprendí en el centro de España no está en estas Comedias ofendida...»



El prólogo concluye así:

«V. m., señor Lector, se entretenga con estas Comedias lo mejor que pueda, hasta la Parte veintiuna, si no es de aquellos retorcidos que miran el Mundo en el Mapa; y así le juzgan breve: que bien sé que los ingenios cándidos desearán que como tuve vida para escribir mil y setenta comedias, la tenga para imprimirlas.»



Obtuvo la Parte vigésima, en los cinco años que siguieron al de 1625, tres ediciones más; dos de ellas, Madrid, 1627 y 1629, fueron reimpresiones hechas por el mismo editor y en la propia oficina que la primera, y la otra se hizo: «Año 1630. Con licencia de los superiores. En Barcelona, en la Emprenta de Estevan Liberos. A costa de Rafael Vives.» (4.º)

A pesar de los deseos y de la implícita promesa de nuestro Lope, la Parte vigésima fue el postrer tomo de sus comedias que vio la pública luz durante su vida. Al tiempo de fallecer, diez años después, tenía dadas a la estampa las partes vigésimaprimera y vigésimasegunda que se publicaron póstumas. Creeríamos que los disgustos y desgracias de familia que en aquellos años le afligieron, habrían sido causas de esta sensible interrupción, si por otra parte no viésemos que durante la misma época no le faltaron ánimo y gusto para sacar a luz diversas otras de las producciones de su fecundo numen.