A principios de diciembre de 1634 dio nuestro Lope a la pública luz, bajo el seudónimo de «El Licenciado Tomé de Burguillos», de que ya se había servido al escribir diferentes composiciones jocosas en las dos justas poéticas de San Isidro, años de 1620 y 1622254, el penúltimo de los libros que, debidos a su fecunda pluma y por su propia voluntad y diligencia, se imprimieron durante su vida. Es la escogida y apreciada colección de poesías, festivas la mayor parte, que detenidamente vamos a describir:
«Rimas | hvmanas, y divinas | del | Licenciado Tomé de Burguillos, | no sacadas de biblioteca (sic) ninguna | (que en Castellano se llama Librería), sino de papeles de amigos | y borradores suyos. | Al Excelentíssimo señor Dvque de | Sessa, gran Almirante de Nápoles | por Frey Lope Félix de Vega Carpio | del Áuito de San Juan. | (Escudo del Mecenas.) Con privilegio. En Madrid, en la Imprenta del Reyno, Año 1634. | A costa de Alonso Pérez, Librero de su Magestad.» (4.º)
Erratas: fe de ellas, suscrita por el Ldo. Murzia de la Llana. Madrid, 17 de noviembre de 1634.-Suma del privilegio y licencia expedidos a favor del librero Alonso Pérez, por diez años, en 12 de septiembre del mismo. Suma de la tasa, 22 de noviembre de ídem.-Aprobación del Mro. José de Valdivielso, Capellán de honor del Sermo. Sr. Infante Cardenal. Dice así:
Aprobación de D. Francisco de Quevedo Villegas, «Señor de la villa de la Torre de Juan Abad, Cavallero del Hábito de San Jacobo y Secretario del Rey N. Sr.» Dice:
Dedicatoria de Lope. Es la siguiente:
«Advertimiento al señor Lector» (Prólogo de Lope). Dice así:
«Qvando se fue a Italia el Licenciado Tomé de Burguillos, le rogué y importuné, que me dexasse alguna cosa de las muchas que avía escrito en este género de poesía faceciosa, y sólo pude persuadirle a que me diesse la Gatomachia, poema verdaderamente de aquel estilo singular y notable, como V. m. lo podrá experimentar leyéndole. Animado con esto, inquirí y busqué entre los amigos algunas Rimas a diferentes sujetos; de suerte que se pudiese hacer, aunque pequeño, este libro, que sale a luz como si fuera expósito, por donde conocerá el señor Lector quál es, el ingenio, humor y condición de su dueño, y en muchas partes los realzes de sus estudios entre las sombras de los donaires; a la traça que el Bosco encubría con figuras; ridículas e imperfectas las moralidades filosóficas de sus celebradas pinturas; y se sabrá también que no es persona supuesta, como muchos presumen, pues tantos aquí le conocieron y trataron, particularmente en los premios de las Justas, aunque él se recataba de que le viessen, más por el desluzimiento de su vestido, que por los defectos de su persona; y asimismo en Salamanca, donde yo le conocí, y tuve por condiscípulo, siéndolo entrambos del Doctor Pichardo255, el año que llevó la Cátedra el Doctor Vera. Fue general en las Humanas, y no particular en alguna Ciencia, a cuyas noticias le ayudaron las lenguas comunes, que fuera de la Griega, sabía, y que nunca quiso estudiar, porque decía que hacía más sobervios que Doctos a muchos que apenas passaban de sus principios. Parecía filósofo antiguo en el desprecio de las cosas que el mundo estima; humilde y de buena intención, tanto que preguntándole yo un día que en que lugar le parecía que estaua su ingenio, con los que en España avían escrito y escriuían, me respondió: 'Hazed una lista de todos, y ponedme, el último.' Exemplo grande para tantos que se prometen el primero, despeñados de una lengua bárbara a la eterna escuridad de sus escritos, como algunos, que faltándoles opinión para sí, piensan que la pueden dar a los otros, y olvidados de la verdad hacen príncipes de mentira. Desfavoreció a nuestro Tomé de Burguillos la fortuna, quanto él se burlaba della, tolerando con prudencia sus trabajos y las plumas y lenguas de sus enemigos, que en muchas ocasiones engañaron los oídos de los Príncipes con testimonios para que no le estimassen; y aunque era naturalmente triste, nadie le comunicó que no le hallase alegre. Su fisonomía dirá en retrato que se copió de un lienço en que le trasladó al vivo el catalán Ribalta, pintor famoso, entre españoles de la primera clase. Quanto a la Señora Juana, sujeto de la mayor parte destos epigramas, he sospechado que deuía de ser más alta de lo que aquí parece, porque como otros poetas hazen a sus damas pastoras, él la hizo Lauandera, o fuesse por encubrirse, o porque quiso con estas burlas olvidarse de mayores cuidados. Y quando sea verdad que fue el jabón y la esportilla su exercicio, Xerxes amó un árbol, y aquel mancebo ateniense la estatua pública. Fuera de que el alma no se halla entre la tela y el oro, sino en la simple lealtad, que ni haze tiros, ni causa zelos, ni empeña mayorazgos; y siendo tan cierto en el fin de todo amor el arrepentimiento, menos tendrá que sentir el que perdió menos. No doy disculpa de sacar estas Rimas a luz, porque fui mandado, y porque no era justo que no las gozassen los que saben agradecer los estudios agenos, y hallar con entendimiento entre la corteza Aristophánica la verdad platónica. Si el estilo es más castellano que culto, perdonen los que lo son, porque este poeta dezía que como duran poco las novedades, andando el tiempo caerían los hombres en la verdad, y se bolvería a usar la propia lengua.» |
En las Rimas del Ldo. Tomé de Burguillos al lector:
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Síguese el retrato, lámina sin firma, de buril tosco, adornado con poco gusto. Representa a Lope como de la edad que al hacerse clérigo tenía, con el traje de tal y coronado de laurel. Alrededor del óvalo se lee: «Deus nobis haec otia fecit.» En un tarjetoncillo encima: «Utrumque», y en otro debajo, que tiene la forma de escudo de armas y está coronado con su yelmo: «El Licenciado Tomé de Bvrgvillos.»-Texto: Contiene 161 sonetos, la mayor parte festivos; la canción «Ya pues que todo el mundo mis pasiones», antes mencionada; el poema jocoso «La Gatomachia, precedido de un soneto de D.ª Teresa Verecundia al Licenciado Thomé de Burguillos», dividido en siete silvas y dedicado «a D. Lope Félix del Carpio, soldado en la armada de su Magestad». Las espinelas descriptivas de la librería del Rey, dirigidas a D. Juan Infante de Olivares. Otra décima a la fuente de Garci-Laso en Batres. Canción el P. Hortensio Félix Paravicino. La glosa «Al día que una Niña cumplió trece años, aunque ya no se usan niñas». Y varias rimas divinas, que comprenden dos églogas pastoriles: «Al nacimiento de Nuestro Señor». Un villancico, glosas, espinelas, sonetos y romances, concluyendo el volumen con uno «A la dichosa muerte de Soy Inés del Espíritu Santo, monja descalza de la Santísima Trinidad».
De algunas de estas composiciones hemos tenido ocasión de hablar muy anticipadamente. Dedicada por Lope La Gatomaquia a su hijo natural D. Lope Félix del Carpio y Luján, al exponer las noticias que de este desgraciado joven se conocen hasta el día, hicimos mérito de tan popular y donairoso poema. La sentida glosa que en 1630 escribió Lope a los floridos trece años de su Antonia Clara, nos sirvió oportunamente para calcular con mucha probabilidad la época de los tristes sucesos y del fallecimiento de D.ª Marta.
Vislúmbrase en el romance «A la dichosa muerte de Sor Inés del Espíritu Santo», alusión de Lope a su hija Marcela, compañera de hábito de aquélla en el convento de monjas Trinitarias descalzas:
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Dice Montalbán en la Fama póstuma:
«Hizo (Lope) un oratorio en su casa, no sólo curioso, sino rico, donde celebró todos los días, menos los precisos de la parroquia, y los que dispensaba el amor de una deuda religiosa que tiene en las Trinitarias descalzas.» |
Escribe Lope de la misma Sor Inés al fin del citado romance:
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Las décimas espinelas «en que, dirigidas a D. Juan Infante de Olivares257, describe la librería y sala de estudio del rey Felipe IV», merecen señalada mención. En ellas habla de los trabajos literarios del distraído Monarca, de su traducción castellana de la Historia de las guerras de Italia, de Francisco Guicciardini, que ya en aquella época tenía terminada; haciendo también alusión a sus desahogos poéticos, y deja consignada una curiosa cita del insigne Rioja, relativa al cargo de bibliotecario de Palacio que éste desempeñaba desde el año de 1624. Las décimas son doce, y terminan con las tres siguientes a que hemos hecho referencia:
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De los sonetos, mencionaremos como interesantes para la historia literaria, los que van dirigidos a D. Juan de Valdés, eminente jurisconsulto (celebrado en el Laurel de Apolo), D. García de Salcedo Coronel, D.ª Bernarda Ferreira de la Cerda, Dr. Francisco de Quintana, D. Francisco López de Aguilar, Bartolomé Leonardo de Argensola, D. Gabriel del Corral (en alabanza de su traducción de las poesías latinas de Urbano VIII), Baltasar Elisio de Medinilla, Luis Vélez de Guevara, D. Francisco de Quevedo Villegas, D. Francisco de Borja, príncipe de Esquilache.-Dejamos trasladado ya en debido lugar el galante y bello que dedica a su hija: «A D.ª Antonia Clara de Nevares, saliendo una mañana al descuido.»
Las Rimas de Burguillos se reimprimieron a plana renglón, sin el retrato, pero con los demás preliminares de la edición príncipe: «Con licencia en Madrid. En la Imprenta Real. Año 1674. A costa de Mateo de la Bastida, mercader de libros.» (4.º).
Sólo nueve meses de vida le restaban al Fénix de los Ingenios, al dar a la pública luz el libro que tan detenidamente acaba de ocuparnos. Al referir un fallecimiento Montalbán en la Fama póstuma, asegura que «de un año a aquella parte había tenido dos disgustos que le tenían casi reducido a una continua pasión melancólica». Dejamos ya expuesta nuestra opinión conjetural acerca de tales sucesos al reseñar las noticias relativas al joven Lope Félix del Carpio y Luján. Hicimos presente allí cuánto repugnaba el persuadírse a creer que si había ya perecido en 1634, y víctima, como lo fue, de una terrible desgracia, de la sumersión del bajel en que navegaba, hubiese podido su padre dejar correr en el libro de las Rimas de Burguillos los versos con que le dirigió el poema La Gatomaquia, en los cuales rebosan la satisfacción y el contento. Esa dedicatoria, y su epígrafe mismo: «A Don Lope Félix del Carpio, soldado en la armada de Su Majestad», están, a mi juicio, probando implícitamente que la nueva del infortunado y lamentable fin del joven militar no llegó, por lo menos, a conocimiento de su padre hasta después de publicado el referido libro.
Los pesares y aflicciones del gran poeta no parece, sin embargo, que influyesen notablemente en sus tareas literarias, ni en el ejercicio de las admirables facultades de su ingenio, que en manera alguna se amenguaban tampoco ni entorpecían por natural consecuencia de su edad avanzada. El Fénix de España, cada día con nueva vida renacía de sus cenizas, y, como el cisne, debía de morir cantando.
Entrada ya la primavera del año de 1635 disponíase a continuar publicando su colección dramática, interrumpida en la Parte veinte, impresa diez años antes, el de 1625. Al efecto, presentó simultáneamente a la censura dos tomos, las Partes veinte y una y veinte y dos. Aprobada la primera de ellas por el Mro. José de Valdivielso en 29 de abril, y par D. Francisco de Quevedo Villegas en 19 de mayo siguiente obtuvo Lope, con fecha del 25 del propio mes de mayo, y por el ordinario término de diez años, Real privilegio para su impresión. La segunda la aprobaron, Valdivielso, en 12 de mayo, y el Ldo. D. Florencio de Vera y Chacón, del hábito de Santiago y capellán de honor de S. M., sin expresión de fecha. Diose licencia para su publicación en 14 de mayo, y el privilegio a favor de Lope en 21 de junio siguiente.
Para la Parte veinte y una pidió el autor a su grande amigo el Ldo. José Ortiz de Villena, que con solícito afán y gusto colectaba sus originales y borradores, las doce comedias que debía de contener258, y fueron las tituladas:
La bella Aurora, tragedia.
Hay verdades que en amor...
La boba para los otros y discreta para sí.
La noche de San Juan.
El castigo sin venganza (Cuando Lope quiere, quiere), tragedia.
Los bandos de Sena.
El mejor Alcalde, el Rey.
El premio del bien hablar.
La victoria de la honra.
El piadoso aragonés.
Los Tellos de Meneses (Valor, lealtad y fortuna de los Tellos de Meneses. Es primera parte.)
Por la puente Juana.
Sólo uno de estos dramas aparece incluido en las listas de El Peregrino, y es, en la segunda, de 1618, el denominado La Victoria por la honra.
Para la Parte vigésimasegunda dispuso y fue entregando Lope a la imprenta:
Quien todo la quiere.
No son todos ruiseñores.
Amar, servir y esperar.
La vida de San Pedro Nolasco.
La primera información.
Nadie se conoce.
La mayor victoria.
Amar sin saber a quién.
Amor, pleito y desafío.
El labrador venturoso.
Los trabajos de Jacob: sueños hay que verdad son. (En el final la nombra el autor tragicomedia de la salida de Egipto. Dice ser segunda parte, y promete la tercera.).
La carbonera.
Ninguno de estos dramas aparece mencionado en las listas de El Peregrino.
Faltole vida al insigne poeta para ver terminada la impresión de uno y otro volumen. Al tiempo de su fallecimiento, la de dicha Parte vigésimasegunda debía de llegar, cuando más, a la octava comedia, y aquella desgraciada circunstancia hubo de dar origen a la extraña sustitución que por descuido, ignorancia o aceleramiento se verificó en el tomo. De las piezas en él comprendidas, había dispuesto Lope que la novena fuese su drama Amor, pleito y desafío (cuyo MS. autógrafo, firmado en 23 de noviembre de 1621, existe en la Biblioteca Nacional, procedente de la colección del Sr. Durán), y en lugar de ella se insertó, con el mismo título y bajo el nombre de Lope, la de D. Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza denominada por su autor Ganar amigos, y que éste acababa de publicar en la Parte segunda de sus comedias, por él dirigida, impresa en Barcelona, 1634. El error o descuido tuvieron un fundamento que puede, en parte, disculparlos. En efecto, el drama de Ruiz de Alarcón Ganar amigos había salido por primera vez a luz atribuido a Lope, y con el tal título de Amor, pleito y desafío, en el ya mencionado tomo de varios: Parte veinte y cuatro de las Comedias del Fénix de España, Lope de Vega Carpio, y las mejores que hasta aora han salido. Impreso en Zaragoza, año de 1632 y 1633. Quedó entretanto, y permanece todavía, inédito el verdadero y legítimo de Lope Amor, pleito y desafío.
Manifestó nuestro Ingenio Fénix repetidamente su voluntad de presentar y dedicar la Parte vigésimaprimera a D.ª Elena Damiana de Juren Sámano y Sotomayor, esposa de Julio César Scazuola, Comendador de Molinos y Laguna Rota, de la Orden de Calatrava, Señor de la villa de Tielmes, Embajador de Lorena, Tesorero general de la Santa Cruzada y Media Anata; y la Parte vigésimasegunda a D.ª Catalina de Zúñiga y Avellaneda, Marquesa de Cañete. Esta determinación fue religiosamente cumplida por Feliciana Félix del Carpio y su esposo Luis de Usátegui, que sacaron a luz estas obras póstumas de su ilustre padre.
La postrera de las que, debidas. a tan inagotable raudal de ingenio, vieron la pública luz durante la vida de su autor, fue la égloga Filis, a la dézima Musa, Doña Bernarda Ferreira de la Cerda, señora portuguesa. Imprimiose en Madrid, de 1635 (sic), en 12.º, edición rarísima. Salió de nuevo inserta en La Vega del Parnaso (1637), sin expresión de la persona a quien va dirigida, y se ha reimpreso en el tomo X de la Colección de las obras sueltas, así en prosa como en verso, de nuestro Lope (Madrid, por D. Antonio de Sancha, 1776-79), y en la Biblioteca de Autores españoles.
En esta bella composición, que debió de ser escrita por aquel tiempo, dirígese Lope a la ingeniosa poetisa con estos versos:
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¿Es de pura invención el asunto de este égloga? No lo creemos así. Sus interlocutores son Eliso y Silvio. Triste y llorando el primero, cuenta al segundo en sentidos versos la causa de su pena y desconsuelo. Había criado cuidadosamente a Filis, que de tres días nacida le fue confiada, hija del montañés Rosardo, esposo de Marbelia. Una «sierpe fiera» fue la nodriza de esta hermosa niña, que al cumplir los diez y siete abriles, ingrata a los cuidados y al platónico amor de Eliso, entregose, por tercería de la vieja Lidia, al amor y los brazos de Tirsi, zagal del mayoral Felino, que por último la robó de la adoptiva casa paterna, acompañando Lidia («la fementida sierpe») a la mal agradecida joven y facilitando su fuga. Al referir Eliso estas cuitas, seguían en amorosas y estrechas relaciones Filis y Tirsi. Véanse los siguientes pasajes de la égloga:
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¿Es Eliso el mismo Lope, que también adoptó el nombre de Eliso en la égloga de este título, donde figura los desdenes de Lucinda, y en la denominada Amarilis?
Medítense estos significativos versos:
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El Dr. Juan Antonio de la Peña, abogado de los Reales Consejos, natural de Madrid, celebrado por Lope en la silva octava del Laurel de Apolo, escribió con los consonantes forzados de esta égloga Filis, otra: Égloga elegiaca a la fama inmortal de Frey Lope Félix de Vega Carpio, panegírico fúnebre de este grande Ingenio. Imprimiose en Madrid, 1635, en 8.º, y por diligencia de D. Juan Antonio Álvarez y Baena se ha incluido modernamente en el tomo XIX de la Colección de las obras sueltas de Lope, que comprende varias de las composiciones que a su muerte se escribieron.