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ArribaAbajo- XVI -

A principios de diciembre de 1634 dio nuestro Lope a la pública luz, bajo el seudónimo de «El Licenciado Tomé de Burguillos», de que ya se había servido al escribir diferentes composiciones jocosas en las dos justas poéticas de San Isidro, años de 1620 y 1622254, el penúltimo de los libros que, debidos a su fecunda pluma y por su propia voluntad y diligencia, se imprimieron durante su vida. Es la escogida y apreciada colección de poesías, festivas la mayor parte, que detenidamente vamos a describir:

«Rimas | hvmanas, y divinas | del | Licenciado Tomé de Burguillos, | no sacadas de biblioteca (sic) ninguna | (que en Castellano se llama Librería), sino de papeles de amigos | y borradores suyos. | Al Excelentíssimo señor Dvque de | Sessa, gran Almirante de Nápoles | por Frey Lope Félix de Vega Carpio | del Áuito de San Juan. | (Escudo del Mecenas.) Con privilegio. En Madrid, en la Imprenta del Reyno, Año 1634. | A costa de Alonso Pérez, Librero de su Magestad.» (4.º)

Erratas: fe de ellas, suscrita por el Ldo. Murzia de la Llana. Madrid, 17 de noviembre de 1634.-Suma del privilegio y licencia expedidos a favor del librero Alonso Pérez, por diez años, en 12 de septiembre del mismo. Suma de la tasa, 22 de noviembre de ídem.-Aprobación del Mro. José de Valdivielso, Capellán de honor del Sermo. Sr. Infante Cardenal. Dice así:

«Este libro que me remitió el Señor Licenciado Don Lorenzo de Iturrizarra, Vicario General en esta Corte, y que escrivió el Licenciado Tomé de Burguillos, he visto gustosamente divertido, porque en él parece que las Musas (depuestos los coturnos severos y calçadas de ponlebíes desenfados, no digo zuecos, por ser voz desaseada para tan aliñosas doncellas) se juntan con las Gracias, gente moza y siempre modestamente placentera, donde de buen gusto, entendidas y sazonadas, logran un rato de buena conversación. ¡O qué propio para las desazones del tiempo! cuyo autor, a no ser tan conocido en los certámenes públicos, donde se ha merecido los aplausos y los Laureles, se diera a conocer en lo discreto y jocoso, y relevante destos versos, parte (sic) feliz de Ingenio grande; en quien no hallo reparo en cosa tocante a la verdad católica de nuestra sagrada Religión, ni riesgo en las mejores costumbres, por lo cual merece la licencia que suplica. Este es mi parecer, salvo, etc. En Madrid en 17 de Agosto de 1634.-EL MAESTRO JOSEPH DE VALDIVIELSO.»



Aprobación de D. Francisco de Quevedo Villegas, «Señor de la villa de la Torre de Juan Abad, Cavallero del Hábito de San Jacobo y Secretario del Rey N. Sr.» Dice:

«Por mandado de los Señores del Supremo Consejo de Castilla he visto este libro, cuyo título es: Rimas del Licenciado Tomé de Burguillos, escrito con donaires, sumamente entretenido, sin culpa la gracia en malicia, ni mancharla con el asco de palabras viles, hazaña de que hasta agora no he visto que puedan blasonar otras sales sino estas; el estilo es no sólo decente, sino raro, en que la lengua castellana presume victorias de la Latina, bien parecido al que solamente ha florecido sin espinas en los escritos de Frey Lope Félix de Vega Carpio, cuyo nombre ha sido universalmente proverbio de todo lo bueno; prerrogativa que no ha concedido la fama a otro nombre: son burlas que de tal su saben ser doctas y provechosas, que enseñan con el entretenimiento, y entretienen con la enseñanza; y tales, que he podido lograr la alabanza en ellas, no exercitar la censura; no hay palabra que disuene a la verdad católica, ni palabra que no se encamine a alentar las buenas costumbres; méritos que grangean la licencia que se pide para que la imprenta la reparta; assí me parece. En Madrid a 27 de Agosto de 1634.-DON FRANCISCO DE QUEVEDO VILLEGAS.»



Dedicatoria de Lope. Es la siguiente:

«Al Excelentíssimo Señor Don Lvis Fernández de Córdoua, Cardona y Aragón, Duque de Cabra, Palamós y Oliuito, Vizconde de Iznajar, Señor de las Baronías del Belpuche, Liñola y Calonge, Gran Almirante de Nápoles y Capitán General del Mar de aquel Reyno, Comendador de Bedmar y Albáñez, del Orden y Cauallería de Santiago, etc.-Siempre conocí en el Licenciado Tomé de Burguillos vn affectuoso desseo de dedicar a V. Excelencia alguno de sus escritos, y por no defraudar su ánimo, ofreciéndose ocasión de dar estas Rimas a la luz, se las presento a V. Excelencia en su nombre, bien que con la diferencia, que él lo hiciera con los debidos elogios a los simulacros de su excelentíssima Casa, cuyos antecessores ilustríssimos coronaron la frente de la invicta España de innumerables palmas y laureles, en augmento y gloria de su Monarquía, de que oy viven tantos inmortales vestigios en las Historias, que no podrá jamás escurezer la embidia, ni atropellar la ira de la fortuna adversa, como caracteres impressos en la sucesión de los siglos, alma de la eternidad, desde aquel dorado del Capitán que mereció llamarse grande como Alexandro, inferior en la corona, superior en el ánimo, a quien postraron sus triunfos los Pirros Griegos y los Romanos Marios, hasta el segundo del mismo nombre, en quien quedó vinculado aquel generoso valor que hoy testifican los campos de Florus en Alemania, teñidos de la rebelde sangre al Sacro Imperio Austriaco. Y asimismo de aquellos Ilustríssimos Héroes, Aguelo y Padre de V. Excelencia, de quien jamás se olvidarán Francia e Italia, ni la parte del África a quien hace sombra el mayor Atlante, cuya columna, con oponerse el cielo, oy tiembla el nombre de los invencibles Córdouas. Pues en llegando al cuidado y sumo estudio con que V. Excelencia se ha hecho capaz de todas las materias de Estado que pueden ocurrir a esta Monarquía, con los mejores libros y papeles, ¿quién duda que le hiziera digno de grandes puestos en militares exercicios, o Gobiernos públicos? Finalmente, lo que a mi me toca es sólo suplicar a V. Excelencia se digne recebir de su parte y de la mía, con grato ánimo, el desseo que él tuvo de servirle, y que yo pongo en execución consagrándole estas Poesías, no indignas de salir a luz con su protección, como salieron las de Juliano Goselini, excelente ingenio, al esplendor heroico del Excelentíssimo Señor Don Gonçalo Fernández de Córdoua, Segundo Duque de Sessa, Virrey de Milán, quando de aquellos Estados se partió a la guerra de Levante. Pues cuanto las veras de Virgilio vencen estas burlas, la sangre, valor y grandeza de V. Excelencia a Octaviano César.-FREY LOPE FÉLIX DE VEGA CARPIO.»



«Advertimiento al señor Lector» (Prólogo de Lope). Dice así:

«Qvando se fue a Italia el Licenciado Tomé de Burguillos, le rogué y importuné, que me dexasse alguna cosa de las muchas que avía escrito en este género de poesía faceciosa, y sólo pude persuadirle a que me diesse la Gatomachia, poema verdaderamente de aquel estilo singular y notable, como V. m. lo podrá experimentar leyéndole. Animado con esto, inquirí y busqué entre los amigos algunas Rimas a diferentes sujetos; de suerte que se pudiese hacer, aunque pequeño, este libro, que sale a luz como si fuera expósito, por donde conocerá el señor Lector quál es, el ingenio, humor y condición de su dueño, y en muchas partes los realzes de sus estudios entre las sombras de los donaires; a la traça que el Bosco encubría con figuras; ridículas e imperfectas las moralidades filosóficas de sus celebradas pinturas; y se sabrá también que no es persona supuesta, como muchos presumen, pues tantos aquí le conocieron y trataron, particularmente en los premios de las Justas, aunque él se recataba de que le viessen, más por el desluzimiento de su vestido, que por los defectos de su persona; y asimismo en Salamanca, donde yo le conocí, y tuve por condiscípulo, siéndolo entrambos del Doctor Pichardo255, el año que llevó la Cátedra el Doctor Vera. Fue general en las Humanas, y no particular en alguna Ciencia, a cuyas noticias le ayudaron las lenguas comunes, que fuera de la Griega, sabía, y que nunca quiso estudiar, porque decía que hacía más sobervios que Doctos a muchos que apenas passaban de sus principios. Parecía filósofo antiguo en el desprecio de las cosas que el mundo estima; humilde y de buena intención, tanto que preguntándole yo un día que en que lugar le parecía que estaua su ingenio, con los que en España avían escrito y escriuían, me respondió: 'Hazed una lista de todos, y ponedme, el último.' Exemplo grande para tantos que se prometen el primero, despeñados de una lengua bárbara a la eterna escuridad de sus escritos, como algunos, que faltándoles opinión para sí, piensan que la pueden dar a los otros, y olvidados de la verdad hacen príncipes de mentira. Desfavoreció a nuestro Tomé de Burguillos la fortuna, quanto él se burlaba della, tolerando con prudencia sus trabajos y las plumas y lenguas de sus enemigos, que en muchas ocasiones engañaron los oídos de los Príncipes con testimonios para que no le estimassen; y aunque era naturalmente triste, nadie le comunicó que no le hallase alegre. Su fisonomía dirá en retrato que se copió de un lienço en que le trasladó al vivo el catalán Ribalta, pintor famoso, entre españoles de la primera clase. Quanto a la Señora Juana, sujeto de la mayor parte destos epigramas, he sospechado que deuía de ser más alta de lo que aquí parece, porque como otros poetas hazen a sus damas pastoras, él la hizo Lauandera, o fuesse por encubrirse, o porque quiso con estas burlas olvidarse de mayores cuidados. Y quando sea verdad que fue el jabón y la esportilla su exercicio, Xerxes amó un árbol, y aquel mancebo ateniense la estatua pública. Fuera de que el alma no se halla entre la tela y el oro, sino en la simple lealtad, que ni haze tiros, ni causa zelos, ni empeña mayorazgos; y siendo tan cierto en el fin de todo amor el arrepentimiento, menos tendrá que sentir el que perdió menos. No doy disculpa de sacar estas Rimas a luz, porque fui mandado, y porque no era justo que no las gozassen los que saben agradecer los estudios agenos, y hallar con entendimiento entre la corteza Aristophánica la verdad platónica. Si el estilo es más castellano que culto, perdonen los que lo son, porque este poeta dezía que como duran poco las novedades, andando el tiempo caerían los hombres en la verdad, y se bolvería a usar la propia lengua.»






El Conde Claros al Licenciado Tomé de Burguillos


    «España, de poetas que te honoran
Garcilaso es el príncipe; el segundo,
Camoes (sic), tan heroico, tan fecundo,
que en repetido sol, su nombre adoran:
    Figueroa y Herrera te decoran;
los dos Lupercios, y admirando el mundo,
Borja, de cuyo ingenio alto y profundo,
la pura lengua y arte se mejoran.
    Sin estos, o provectos o noveles,
que a número no puedo reducillos;
pero entre tantas plumas y pinceles,
    viva vuessa merced, Señor Burguillos,
que más quiere aceitunas que laureles
y siempre se corona de tomillos.»



En las Rimas del Ldo. Tomé de Burguillos al lector:




Décimas de Don García de Salcedo Coronel, cauallerizo del Sereníssimo Infante Cardenal


    «Estos números que extraña
tu cuidado en breve suma,
rasgos son de alguna pluma
del noble Fénix de España:
Mentido el nombre te engaña,
no su culta luz, que en vano
podrá artificiosa mano
sepultar el sol ardiente
de quien es aún poco Oriente
todo el Orbe castellano.
    Agradecido procura
venerar en esta lira
tan discreta, una mentira
que la verdad asegura:
si escrupulosa murmura
la envidia, y su aplauso niega,
muda elocuencia, no ciega,
prestará la admiración,
si es lengua en esta ocasión
la menor flor de una Vega.»256



Síguese el retrato, lámina sin firma, de buril tosco, adornado con poco gusto. Representa a Lope como de la edad que al hacerse clérigo tenía, con el traje de tal y coronado de laurel. Alrededor del óvalo se lee: «Deus nobis haec otia fecit.» En un tarjetoncillo encima: «Utrumque», y en otro debajo, que tiene la forma de escudo de armas y está coronado con su yelmo: «El Licenciado Tomé de Bvrgvillos.»-Texto: Contiene 161 sonetos, la mayor parte festivos; la canción «Ya pues que todo el mundo mis pasiones», antes mencionada; el poema jocoso «La Gatomachia, precedido de un soneto de D.ª Teresa Verecundia al Licenciado Thomé de Burguillos», dividido en siete silvas y dedicado «a D. Lope Félix del Carpio, soldado en la armada de su Magestad». Las espinelas descriptivas de la librería del Rey, dirigidas a D. Juan Infante de Olivares. Otra décima a la fuente de Garci-Laso en Batres. Canción el P. Hortensio Félix Paravicino. La glosa «Al día que una Niña cumplió trece años, aunque ya no se usan niñas». Y varias rimas divinas, que comprenden dos églogas pastoriles: «Al nacimiento de Nuestro Señor». Un villancico, glosas, espinelas, sonetos y romances, concluyendo el volumen con uno «A la dichosa muerte de Soy Inés del Espíritu Santo, monja descalza de la Santísima Trinidad».

De algunas de estas composiciones hemos tenido ocasión de hablar muy anticipadamente. Dedicada por Lope La Gatomaquia a su hijo natural D. Lope Félix del Carpio y Luján, al exponer las noticias que de este desgraciado joven se conocen hasta el día, hicimos mérito de tan popular y donairoso poema. La sentida glosa que en 1630 escribió Lope a los floridos trece años de su Antonia Clara, nos sirvió oportunamente para calcular con mucha probabilidad la época de los tristes sucesos y del fallecimiento de D.ª Marta.

Vislúmbrase en el romance «A la dichosa muerte de Sor Inés del Espíritu Santo», alusión de Lope a su hija Marcela, compañera de hábito de aquélla en el convento de monjas Trinitarias descalzas:


    «Viendo una niña novicia,
por darle entretenimiento
niña con ella te hiciste,
de sus alfileres juego.
¿Quién duda que era Jesús
Niño, desse juego el terçio,
que hasta el cruzar alfileres
tiene de su cruz misterios?»



Dice Montalbán en la Fama póstuma:

«Hizo (Lope) un oratorio en su casa, no sólo curioso, sino rico, donde celebró todos los días, menos los precisos de la parroquia, y los que dispensaba el amor de una deuda religiosa que tiene en las Trinitarias descalzas.»



Escribe Lope de la misma Sor Inés al fin del citado romance:


    «Dichoso yo que te dí
tal vez el pan de los cielos,
porque pienso hacerte cargo
de haberte dado sustento.»



Las décimas espinelas «en que, dirigidas a D. Juan Infante de Olivares257, describe la librería y sala de estudio del rey Felipe IV», merecen señalada mención. En ellas habla de los trabajos literarios del distraído Monarca, de su traducción castellana de la Historia de las guerras de Italia, de Francisco Guicciardini, que ya en aquella época tenía terminada; haciendo también alusión a sus desahogos poéticos, y deja consignada una curiosa cita del insigne Rioja, relativa al cargo de bibliotecario de Palacio que éste desempeñaba desde el año de 1624. Las décimas son doce, y terminan con las tres siguientes a que hemos hecho referencia:


    «El estudio contenía
en aquel curioso espacio
dos bufetes, que en Palacio
claro está que los habría;
el uno un pomo tenía
de agua de ámbar, y no a caso,
porque el cristalino vaso
fuese fuente de Aganipe
cuando el Apolo Felipe
se retirase al Parnaso.
    »El otro la escribanía,
a quien venerando atento
su divino entendimiento,
un rojo telliz cubría.
Aquí traducido había
al Guichardino crisol
de la verdad, como el sol;
del honor del Rey hazaña,
que porque habló bien de España,
hizo que hablase español.
    »El índice que a su mano
traiga el libro sin congoja,
fue cuidado de Rïoja,
nuestro docto sevillano.
Este es el Museo hispano,
diamante de librerías,
en quien de dos monarquías
deja el peso peregrino
un estudiante divino
las horas de algunos días.»



De los sonetos, mencionaremos como interesantes para la historia literaria, los que van dirigidos a D. Juan de Valdés, eminente jurisconsulto (celebrado en el Laurel de Apolo), D. García de Salcedo Coronel, D.ª Bernarda Ferreira de la Cerda, Dr. Francisco de Quintana, D. Francisco López de Aguilar, Bartolomé Leonardo de Argensola, D. Gabriel del Corral (en alabanza de su traducción de las poesías latinas de Urbano VIII), Baltasar Elisio de Medinilla, Luis Vélez de Guevara, D. Francisco de Quevedo Villegas, D. Francisco de Borja, príncipe de Esquilache.-Dejamos trasladado ya en debido lugar el galante y bello que dedica a su hija: «A D.ª Antonia Clara de Nevares, saliendo una mañana al descuido.»

Las Rimas de Burguillos se reimprimieron a plana renglón, sin el retrato, pero con los demás preliminares de la edición príncipe: «Con licencia en Madrid. En la Imprenta Real. Año 1674. A costa de Mateo de la Bastida, mercader de libros.» (4.º).

Sólo nueve meses de vida le restaban al Fénix de los Ingenios, al dar a la pública luz el libro que tan detenidamente acaba de ocuparnos. Al referir un fallecimiento Montalbán en la Fama póstuma, asegura que «de un año a aquella parte había tenido dos disgustos que le tenían casi reducido a una continua pasión melancólica». Dejamos ya expuesta nuestra opinión conjetural acerca de tales sucesos al reseñar las noticias relativas al joven Lope Félix del Carpio y Luján. Hicimos presente allí cuánto repugnaba el persuadírse a creer que si había ya perecido en 1634, y víctima, como lo fue, de una terrible desgracia, de la sumersión del bajel en que navegaba, hubiese podido su padre dejar correr en el libro de las Rimas de Burguillos los versos con que le dirigió el poema La Gatomaquia, en los cuales rebosan la satisfacción y el contento. Esa dedicatoria, y su epígrafe mismo: «A Don Lope Félix del Carpio, soldado en la armada de Su Majestad», están, a mi juicio, probando implícitamente que la nueva del infortunado y lamentable fin del joven militar no llegó, por lo menos, a conocimiento de su padre hasta después de publicado el referido libro.

Los pesares y aflicciones del gran poeta no parece, sin embargo, que influyesen notablemente en sus tareas literarias, ni en el ejercicio de las admirables facultades de su ingenio, que en manera alguna se amenguaban tampoco ni entorpecían por natural consecuencia de su edad avanzada. El Fénix de España, cada día con nueva vida renacía de sus cenizas, y, como el cisne, debía de morir cantando.

Entrada ya la primavera del año de 1635 disponíase a continuar publicando su colección dramática, interrumpida en la Parte veinte, impresa diez años antes, el de 1625. Al efecto, presentó simultáneamente a la censura dos tomos, las Partes veinte y una y veinte y dos. Aprobada la primera de ellas por el Mro. José de Valdivielso en 29 de abril, y par D. Francisco de Quevedo Villegas en 19 de mayo siguiente obtuvo Lope, con fecha del 25 del propio mes de mayo, y por el ordinario término de diez años, Real privilegio para su impresión. La segunda la aprobaron, Valdivielso, en 12 de mayo, y el Ldo. D. Florencio de Vera y Chacón, del hábito de Santiago y capellán de honor de S. M., sin expresión de fecha. Diose licencia para su publicación en 14 de mayo, y el privilegio a favor de Lope en 21 de junio siguiente.

Para la Parte veinte y una pidió el autor a su grande amigo el Ldo. José Ortiz de Villena, que con solícito afán y gusto colectaba sus originales y borradores, las doce comedias que debía de contener258, y fueron las tituladas:

La bella Aurora, tragedia.

Hay verdades que en amor...

La boba para los otros y discreta para sí.

La noche de San Juan.

El castigo sin venganza (Cuando Lope quiere, quiere), tragedia.

Los bandos de Sena.

El mejor Alcalde, el Rey.

El premio del bien hablar.

La victoria de la honra.

El piadoso aragonés.

Los Tellos de Meneses (Valor, lealtad y fortuna de los Tellos de Meneses. Es primera parte.)

Por la puente Juana.

Sólo uno de estos dramas aparece incluido en las listas de El Peregrino, y es, en la segunda, de 1618, el denominado La Victoria por la honra.

Para la Parte vigésimasegunda dispuso y fue entregando Lope a la imprenta:

Quien todo la quiere.

No son todos ruiseñores.

Amar, servir y esperar.

La vida de San Pedro Nolasco.

La primera información.

Nadie se conoce.

La mayor victoria.

Amar sin saber a quién.

Amor, pleito y desafío.

El labrador venturoso.

Los trabajos de Jacob: sueños hay que verdad son. (En el final la nombra el autor tragicomedia de la salida de Egipto. Dice ser segunda parte, y promete la tercera.).

La carbonera.

Ninguno de estos dramas aparece mencionado en las listas de El Peregrino.

Faltole vida al insigne poeta para ver terminada la impresión de uno y otro volumen. Al tiempo de su fallecimiento, la de dicha Parte vigésimasegunda debía de llegar, cuando más, a la octava comedia, y aquella desgraciada circunstancia hubo de dar origen a la extraña sustitución que por descuido, ignorancia o aceleramiento se verificó en el tomo. De las piezas en él comprendidas, había dispuesto Lope que la novena fuese su drama Amor, pleito y desafío (cuyo MS. autógrafo, firmado en 23 de noviembre de 1621, existe en la Biblioteca Nacional, procedente de la colección del Sr. Durán), y en lugar de ella se insertó, con el mismo título y bajo el nombre de Lope, la de D. Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza denominada por su autor Ganar amigos, y que éste acababa de publicar en la Parte segunda de sus comedias, por él dirigida, impresa en Barcelona, 1634. El error o descuido tuvieron un fundamento que puede, en parte, disculparlos. En efecto, el drama de Ruiz de Alarcón Ganar amigos había salido por primera vez a luz atribuido a Lope, y con el tal título de Amor, pleito y desafío, en el ya mencionado tomo de varios: Parte veinte y cuatro de las Comedias del Fénix de España, Lope de Vega Carpio, y las mejores que hasta aora han salido. Impreso en Zaragoza, año de 1632 y 1633. Quedó entretanto, y permanece todavía, inédito el verdadero y legítimo de Lope Amor, pleito y desafío.

Manifestó nuestro Ingenio Fénix repetidamente su voluntad de presentar y dedicar la Parte vigésimaprimera a D.ª Elena Damiana de Juren Sámano y Sotomayor, esposa de Julio César Scazuola, Comendador de Molinos y Laguna Rota, de la Orden de Calatrava, Señor de la villa de Tielmes, Embajador de Lorena, Tesorero general de la Santa Cruzada y Media Anata; y la Parte vigésimasegunda a D.ª Catalina de Zúñiga y Avellaneda, Marquesa de Cañete. Esta determinación fue religiosamente cumplida por Feliciana Félix del Carpio y su esposo Luis de Usátegui, que sacaron a luz estas obras póstumas de su ilustre padre.

La postrera de las que, debidas. a tan inagotable raudal de ingenio, vieron la pública luz durante la vida de su autor, fue la égloga Filis, a la dézima Musa, Doña Bernarda Ferreira de la Cerda, señora portuguesa. Imprimiose en Madrid, de 1635 (sic), en 12.º, edición rarísima. Salió de nuevo inserta en La Vega del Parnaso (1637), sin expresión de la persona a quien va dirigida, y se ha reimpreso en el tomo X de la Colección de las obras sueltas, así en prosa como en verso, de nuestro Lope (Madrid, por D. Antonio de Sancha, 1776-79), y en la Biblioteca de Autores españoles.

En esta bella composición, que debió de ser escrita por aquel tiempo, dirígese Lope a la ingeniosa poetisa con estos versos:


    «Tú, pues, décima Musa lusitana259,
que a la lengua latina y portuguesa
te dignas de juntar la castellana,
    si alguna vez de tus estudios cesa
en verso heroico o lírico la pluma
que del Parnaso te aplaudió princesa;
    aunque llegar intrépido presuma
tan cerca de tu sol, piadosa admite
esta de mis cuidados breve suma,
    debido vasallaje les permite,
que así le deben a tu ingenio claro
como ríos y fuentes a Anfitrite.
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
    Las quejas que de Filis alternaron
oye, Bernarda ilustre, a dos pastores,
a quien las mudas selvas escucharon.
    Debieran consagrarte las mejores
Coridón griego y Títiro latino;
yo sólo ofrezco a tus estudios flores,
    sombra del sol de tu laurel divino.»



¿Es de pura invención el asunto de este égloga? No lo creemos así. Sus interlocutores son Eliso y Silvio. Triste y llorando el primero, cuenta al segundo en sentidos versos la causa de su pena y desconsuelo. Había criado cuidadosamente a Filis, que de tres días nacida le fue confiada, hija del montañés Rosardo, esposo de Marbelia. Una «sierpe fiera» fue la nodriza de esta hermosa niña, que al cumplir los diez y siete abriles, ingrata a los cuidados y al platónico amor de Eliso, entregose, por tercería de la vieja Lidia, al amor y los brazos de Tirsi, zagal del mayoral Felino, que por último la robó de la adoptiva casa paterna, acompañando Lidia («la fementida sierpe») a la mal agradecida joven y facilitando su fuga. Al referir Eliso estas cuitas, seguían en amorosas y estrechas relaciones Filis y Tirsi. Véanse los siguientes pasajes de la égloga:



«Eliso

    Siendo de Tirsi Lidia conocida,
no acierta en permitir que esté con ella,
viendo en mi ejemplo su lealtad vencida;
    que pues el oro todo lo atropella,
debiera imaginar como discreto
que quien se lo vendió sabrá vendella.

»Silvio

    Si a tanta obligación se ve sujeto,
bien puede ser que de las dos cansado,
para dejarlas busque algún defecto;
    que habiendo la fortuna levantado
de Tirsi el primitivo fundamento,
Filis cruel le llorará casado.»



¿Es Eliso el mismo Lope, que también adoptó el nombre de Eliso en la égloga de este título, donde figura los desdenes de Lucinda, y en la denominada Amarilis?

Medítense estos significativos versos:



«Eliso

    El mal pagado amor, Silvio, me mueve,
y el ver que Filis para mí tenía
alma de mármol, corazón de nieve.
    No pienses que la aurora amanecía
hasta que me decía Filis bella:
'Escribe, Eliso, que ya traigo el día.'
    Y muchas veces, ¡ay contraria estrella!
ella escribía lo que yo dictaba;
que hasta el alma quería hablar por ella.
    Otras veces parece que tomaba
de sus ojos la luz de mis concetos,
y no era lo que menos acertaba;
    Juzgaba yo sus ojos tan discretos,
que pensaba que versos producían,
como suele la causa los efetos.

»Silvio

    Algunos por tu sangre la tenían.

»Eliso

De engendrar a criar no hay diferencia:
tan engañados como yo vivían.»
[...]



El Dr. Juan Antonio de la Peña, abogado de los Reales Consejos, natural de Madrid, celebrado por Lope en la silva octava del Laurel de Apolo, escribió con los consonantes forzados de esta égloga Filis, otra: Égloga elegiaca a la fama inmortal de Frey Lope Félix de Vega Carpio, panegírico fúnebre de este grande Ingenio. Imprimiose en Madrid, 1635, en 8.º, y por diligencia de D. Juan Antonio Álvarez y Baena se ha incluido modernamente en el tomo XIX de la Colección de las obras sueltas de Lope, que comprende varias de las composiciones que a su muerte se escribieron.