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Nzinga-Nbandi / Zinda Njinga, heroína del nacionalismo africano

Julia Bordiga Grinstein


Texas Tech University

En 1482 un grupo de portugueses llegó al Congo, en el África central, con el objetivo de capturar y vender esclavos, es decir con fines puramente comerciales. Los portugueses favorecían los avances en una región al sur del Congo, Ndongo -actual Angola-, por estar densamente poblada. En 1576 Paulo Dias de Novais llegó a Ndongo en busca de minas de oro y riquezas que según los nativos no existían. Estas invasiones provocaron la rebelión del territorio, que resistió los esfuerzos de la conquista durante varias décadas. El reinado de Nzinga Mbandi coincidió con un período de intensas guerras contra los portugueses y los imbangala (pueblo enemigo vecino que a veces colaboraba con los portugueses), quienes procuraban invadir Angola y capturar a sus súbditos. La evangelización de la región representó una nueva imposición para los nativos, aunque al principio esta empresa fuera secundaria en los intereses de los portugueses. Al final de su vida Nzinga se vio obligada a reconocer la superioridad del invasor y aceptar el comercio de esclavos y la doctrina cristiana en Angola y Matamba, añadiendo un final trágico e irónico en la trayectoria de esta reina, diplomática y guerrera, que luchó incansablemente por mantener la soberanía de su nación. La figura legendaria de Nzinga atrajo la admiración y el odio de sus contemporáneos africanos y europeos, quienes a poco de su muerte la inmortalizaron en narraciones históricas1, grabados2 e historias orales. El interés por la personalidad de Nzinga nunca decayó, como lo demuestran los estudios publicados desde su muerte hasta nuestros días3.

En el presente trabajo se estudiarán dos obras de teatro escritas por una dramaturga española, María Rosa de Gálvez, y otra afroamericana, Carole Ione Lewis, las que, separadas por un período de casi doscientos años y basándose en algunos hechos históricos, reivindican a Zinda/Njinga como mujer y madre del nacionalismo africano e inspiradora de las nuevas generaciones de descendientes de africanos.






ArribaAbajoNzinga Mbandi (1582-1663)

El nacimiento dificultoso de Nzinga presagió una vida turbulenta y una lucha feroz por la supervivencia. Hija favorita del rey de Angola, Ngola Mbandi Kiloanje, fue educada por una vieja servidora de la familia real, quien la inició en el mundo de los sueños, las visiones y los espíritus. Su padre la educó en el arte de la guerra y acostumbraba llevarla al campo de batalla desde una temprana edad. Nzinga tenía un hermano y tres hermanas. A la muerte de su padre -Nzinga contaba treinta y nueve años-, su hermano reclamó el trono, no sin antes asegurarse de que nadie pudiera contestar este derecho así como el de su heredero. Para ello mató a su madre y al hijo de Nzinga y esterilizó salvajemente a sus tres hermanas. El reinado de Ngola Mbandi se vio en constante peligro interno y externo, y para calmar el descontento de los partidarios de Nzinga nombró a ésta embajadora en Loanda, donde se hallaba instalado el gobernador portugués João Correia de Sousa. Los detalles de este encuentro forman parte de un anecdotario legendario. El gobernador la recibió sentado en un sillón y le señaló un almohadón sobre la alfombra para que se sentara; sin inmutarse, Nzinga ordenó a una de sus siervas que se agachara apoyándose en las cuatro extremidades, procediendo luego a sentarse sobre su espalda y continuando la conversación ante el asombro de los portugueses. Nzinga debió negociar un tratado de paz que acabara con las guerras que se habían suscitado con la transferencia del fuerte de Hango a Mbaka (muy cerca de la capital angoleña) que facilitaba la penetración portuguesa4. Logró negociar un tratado beneficioso y se negó a pagar el tributo requerido por los portugueses, pues Angola aún no había sido conquistada por éstos. Mientras permaneció en Loanda, Nzinga se instruyó en la fe cristiana, siendo luego bautizada con el nombre de Ana de Sousa. Siempre se ha discutido la sinceridad de su conversión y algunos la atribuyen a intereses políticos, pues ella alternaba períodos de profunda devoción (construcción de templos y conversiones masivas) con períodos regresivos en que practicaba el canibalismo y la poliandria.

Su prestigio político se consolidó y, codiciando el trono, resolvió eliminar a su hermano. Vengó también la muerte de su hijo al envenenar a su sobrino y luego comer su corazón. Al tomar posesión del trono transgredió la ley consuetudinaria que se lo prohibía por ser mujer -en un pasado remoto hubo varias reinas africanas-, y tomó el nombre de Ngola, que significa rey. Vistió los trajes de ceremonia de su padre, convocó a los mejores guerreros y eligió concubinas de sexo masculino.

Sus contemporáneos aluden a la apariencia feroz de la reina en el campo de batalla, así como a su intimidante grito de guerra. Durante su reinado, Nzinga incitó a los esclavos a escapar del yugo portugués e ingresar a las filas de su vasto ejército, lo que la llevó a una nueva guerra con los portugueses en 1626. Vencida y estando sus dos hermanas en poder de los portugueses, Nzinda huyó con su ejército y estableció un nuevo reino en Matamba, al norte de Angola. Ataques sucesivos le permitieron recuperar algunos de sus territorios en poder de los portugueses. Esto forzó a un nuevo tratado de paz en 1639, por el cual se dio legitimidad y estabilidad a su nuevo reino, pero que no evitó nuevos enfrentamientos. En 1641 el ejército de Nzinga se unió a los holandeses para atacar y dominar a los portugueses con relativo éxito. En 1654 Nzinga celebró un nuevo tratado de paz con Portugal que fue definitivo, y una de las consecuencias fue la observancia de la religión católica en sus dominios -debió abandonar sus rituales antropofágicos, la poliandria, y casarse a los setenta y cinco años por la iglesia con un hombre mucho menor que ella. Este nuevo pacto fortaleció su posición política con los portugueses y aseguró a su hermana el derecho de sucederla a su muerte. Nzinga gobernó cuarenta años, controlando el poder colonial portugués mediante una política de diplomacia y guerra, y manteniendo la unión de su gente. A pesar de su lucha contra el tráfico de esclavos, las guerras con Portugal dieron lugar a que millares de sus súbditos fueran expoliados a las colonias americanas. En Nueva York y Virginia hay muchos descendientes de esclavos de origen angoleño, pero el mayor contingente fue llevado al Brasil, donde la presencia de Nzinga se hizo palpable en el quilombo de Palmares, imitación de los que ella había creado en la lejana patria.




ArribaAbajoZinda

En 1801 María Rosa de Gálvez5 escribió el drama trágico en tres actos La negra Zinda, que fue publicado en 1804 en sus Obras poéticas con el título de Zinda. A diferencia de alguna de sus otras obras trágicas, Zinda nunca fue representada en el teatro, pero el mensaje político que encierra este drama ha dado lugar a una reedición del mismo y ha despertado el interés de la crítica. Al igual que en sus tragedias, Gálvez eligió como heroína del drama a un personaje histórico, en este caso semi-contemporánco si se atiende a las obras que se seguían publicando, traduciendo y actualizando en el siglo XVIII sobre la temible reina de Angola y Matamba. El trasfondo histórico y la geografía coinciden con la historia de esta reina, pero la trama es un collage de situaciones y datos dispersos que Gálvez ha reinterpretado para reforzar el mensaje que se propuso con este drama. Esto es propio del estilo de Gálvez, pero en el caso de Zinda, a pesar de la crítica que se debe nacer a la composición en sí, el resultado es un encendido discurso antiesclavista, tal vez el primero del teatro español, como sugiere acertadamente Dómenech (29). La acción se desarrolla en el Congo, en las inmediaciones y el interior del fuerte de Santo Tomás, y dura un día. Un clima de odio y descontento envuelve la acción desde su inicio. Esta animosidad ha sido provocada por Vinter, un malvado holandés que ha aprovechado la ausencia de Pereyra, un viejo colonizador portugués, para matar al hijo de éste, quedarse al mando del fuerte y de los portugueses, e iniciar la persecución de los habitantes del Congo para venderlos a los europeos. Resultado de sus incursiones ha sido la captura de un numeroso grupo de negros y de Zelido, hijo de Zinda y su esposo Nelzir. La llegada inesperada de Pereyra, sólo conocida por Zinda y su servidor Alcaypa, produce un vuelco en el curso de los acontecimientos.

El drama se inicia con los preparativos de un grupo de negros congoleses que se disponen a quemar a Pereyra (recién llegado de su viaje) en la hoguera. El grupo está dirigido por Alcaypa, quien se distingue por su odio incontrolable hacia los portugueses y su apasionada defensa de la libertad individual:


Quede en nuestra región, quede en las playas  10
de Congo la memoria aterradora
del escarmiento atroz que les preparan
los valerosos negros a los blancos
que nuestra esclavitud astutos labran.

La presencia de Zinda impide el cumplimiento de la ejecución:


Pereyra me ha ensenado a ser piadosa;
cuando llegó su nave a estas comarcas
por la primera vez, en nuestro suelo
reinaban las costumbres sanguinarias  60
de la ferocidad; pero vosotros,
al mirar sus virtudes, la tirana
fiereza depusisteis, y yo misma
imité la clemencia que enseñaba.
Pues, ¿cómo os olvidáis de estos ejemplos?  65

El primitivismo de Alcaypa contrasta con el lenguaje y los ideales ilustrados de Zinda. Su esposo Nelzir, en cambio, comparte la opinión de Alcaypa de que los invasores blancos deben ser expulsados del territorio:


Zinda, la propensión que manifiestas  335
a escuchar tus contrarios es la causa
de nuestro insulto; y puede serlo un tiempo
de nuestra esclavitud. Vinter ultraja
a todos mis vasallos; que perezca.

Zinda comprende finalmente que cumplir con «los derechos respetables / de todas las naciones» (343-44) no le ha servido para recuperar a su hijo, ni ha garantizado su libertad y la de su esposo. En un malhadado intento por salvar a Zelido, la pareja real ha caído prisionera de Vinter, quien les exige a cambio de su libertad que revelen el camino para llegar a las minas de oro de la región. Es muy difícil para Zinda conciliar las enseñanzas de Pereyra con la conducta vil de Vinter, su espíritu se rebela y duda (como lo hiciera en la vida real) entre volver a las viejas costumbres ritualistas de su pueblo o someterse al invasor. Zinda defiende la libertad como un derecho inalienable y condena el dominio territorial y humano de los europeos: «yo espero / no ser jamás esclava de los blancos» (447-48); «Mi hijo Zelido y yo libres nacimos; / infelices, mas libres moriremos» (547-48); «yo prevendré a mi esposo, que los negros, / que hizo en Angola esclavos, no permita / que se vendan a los viles europeos» (584-86). Nelzir también alza su voz en defensa de la raza africana:


Calla, malvado. Yo... ¿qué? ¿yo podría  825
fundar la esclavitud en este imperio
por saciar tu avaricia? ¿Yo del oro
las minas descubrir a un europeo
infame y codicioso, que arrojado
de su propio país con vilipendio,  830
quiere, a costa de todos mis vasallos,
elevar su fortuna? No, perverso;
no lo conseguirás. Nacieron libres;
nuestro oscuro color no os da derecho
para ser los tiranos detestables  835
de nuestra libertad: en este suelo
la tierra nos prodiga los tesoros
que la inocencia mira con desprecio,
porque la sencillez de nuestra vida,
y de nuestras costumbres el objeto,  840
es ser valientes, francos, virtuosos,
mas con los enemigos siempre fieros.


¡Oh nombre de ignomia, que inventaron
los blancos en oprobio del derecho
de la naturaleza! ¡Oh afrentosa  895
esclavitud, del hombre vituperio!

La valiente denuncia del tráfico del esclavos y de la violación de los derechos humanos por parte de Gálvez «representa una toma de postura por parte de la autora en el debate sobre el colonialismo que se estaba dando con fuerza a finales del siglo XVIII, que acabaría con la independencia de las colonias tradicionales y el nacimiento de un nuevo tipo de colonialismo» (Dómenech 32). Es posible que haya sido también una toma de postura frente a su propia familia, pues el conde de Gálvez, tío de María Rosa, firmó el 4 de noviembre de 1784 el decreto que autorizaba el libre comercio de esclavos negros.

El drama incluye un personaje sin voz que se halla en el centro de toda la controversia, Zelido, un niño de cinco años, hijo de Zinda y Nelzir. La separación forzada de su hijo brinda al drama algunos de los momentos más emotivos y permiten a Zinda explayar sus sentimientos:


el amor maternal a la venganza  280
conduce mi valor; perezcan todos,
eternice el estrago de su infamia
la excecrable maldad, y el universo
tiemble al furor atroz de una africana.


Al combate, Nelzir. De un hijo tierno,
que gime en la opresión, la voz nos llama;
volemos a librarlo, amado esposo.


Feliz infancia, en cuya edad se ignoran
los males de la vida y los peligros.
¡Cómo el dulce reposo de tu estado
envidia mi dolor, hijo querido,
hijo de mi desgracia! Tú del sueño  905
gozas el blando halago, y yo suspiro,
tiemblo y me afano al contemplar tu suerte.

Lewis ha llamado la atención sobre la función de este personaje en el drama:

This child, symbol of the future of the black race and valuable both to his people and to the colonists, is powerless -he cannot speak. Therefore, that his mother can speak for him, and in the language of the imperialist, is fundamental to his future, as well as to that of his race.


(270)                


En mi opinión, el argumento de Lewis puede extenderse más, y ver en este niño que no se comunica y no puede valerse por sí mismo un personaje colectivo: la nación africana. Zinda sería entonces la madre universal que lucha por la libertad y dignidad de su pueblo y que se halla dispuesta a pactar con los invasores si los principios del ius naturalis son respetados:


Escucha. Si la fuerza  1305
jamás sobre nosotros ha podido
mantener sus derechos, las virtudes
nuestros pechos conquistan: el antiguo
tratado de alianza y de comercio
en nombre de mis pueblos ratifico  1310
con Portugal, Pereyra; y si renuncias
al tráfico de esclavos, te permito
que de ese Dios que adoras, los preceptos
enseñen en mi imperio sus ministros.
(A los negros.) ¿Lo consentís vosotros?  1315

Al comienzo del drama Pereyra había amonestado a Zinda:


El maternal cariño te conduce
a un extremo funesto; si a mis ansias,
si a mi dolor atiendes, sin que vuelva  235
la guerra a destrozar estas comarcas,
recobrarás al príncipe tu hijo.

Gálvez sabía por sus lecturas que la feroz lucha que había emprendido Nzinga para evitar que los portugueses subyugaran a su gente había sido vana, y que la reina había debido pactar la exportación de esclavos. La dramaturga no quiere que eso suceda con Zinda, y le ofrece la posibilidad de un pacto ventajoso. Nzinga y Zinda aceptan la religión cristiana en sus dominios para asegurar, tal vez, la salvación de una civilización amenazada con el exterminio.

Whitaker ha cuestionado la falta de un final trágico y argumenta:

[Zinda] as a «drama trágico» is a propaganda play which calls for termination of the slave trade as a precondition to the European colonization of black Africa. While the death of Zinda would have reinforced the audience's reaction against the abuses of the slave trader, the Queen's demise would have limited the other half of the play's thesis: that responsible Europeans should maintain a presence in black Africa for commercial and religious reasons.


(26)                


Yo también opino que la muerte de la heroína desestabilizaría el mensaje propuesto por Gálvez, pero agregaría que Zinda nunca podrá morir, pues esto significaría el olvido para esa gran masa de súbditos que ven en ella a la madre de la raza africana.




ArribaAbajoNjinga, The Queen King: Return of a Warrior = Njinga muchino a muhaito

En 1993, en ocasión del Next Wave Festival, la Academia de Música de Brooklyn presentó el drama musical Njinga, The Queen King: Return of a Warrior = Njinga muchino a muhaito6 con texto de Carole Ione7 y música de Pauline Oliveros, en el que se narra la vida de la reina africana en yuxtaposición a la vida de una joven afroamericana, Jinnie, que vive en Harlem en el siglo XX. El drama se halla escrito en varios idiomas que representan la herencia lingüística del reinado de Njinga: el kimbundu, dialecto angoleño y lengua oficial de Angola en la actualidad; el portugués, idioma de los invasores y de los esclavos enviados al Brasil; y el inglés, lengua de Jinnie, descendiente de esclavos africanos en Nueva York. El lenguaje musical, cuya presencia es ininterrumpida, sirve para crear la atmósfera e identificar la villa de Njinga en Ndongo, el mundo de los espíritus de los antepasados, la presencia de la CIA en Angola en 1975, y el apartamento de Jinnie en Nueva York (1975-91). El lenguaje de la danza, aparte del efecto visual, facilita el cambio de escenas y enfatiza los aspectos culturales y ambientales de los siglos diecisiete y veinte.

La obra está dividida en dos actos y cada uno tiene siete escenas. El primer acto cubre el período desde el nacimiento de Njinga hasta su nombramiento como embajadora de su hermano para negociar con los portugueses. Los parlamentos se reducen al del espíritu de Njinga (Kilunda) y al de su vieja maestra, Old Woman Whose Name is Never Spoken, con intervenciones esporádicas de algunos personajes y el coro. Ambos espíritus, en forma de monólogo o diálogo, narran el nacimiento de Njinga, el hogar paterno, su formación, los alarmantes sueños premonitorios de Njinga y sus hermanas sobre el futuro de su nación, la muerte de su padre y las relaciones con su hermano, el futuro rey. En forma paralela, Old Woman ha traspasado las barreras del tiempo y ha entrado en el mundo de los sueños de Jinnie, una mujer de ascendencia africana con aspiraciones de escritora que vive en Harlem en 1975 y cuya abuela ha fallecido recientemente. Jinnie vive otro tipo de experiencias en las visiones que le presenta la televisión: la presencia de miembros de la CIA en Angola hablando por teléfonos celulares, la partida de los portugueses del territorio africano luego de quinientos años de permanencia, un acuerdo con la CIA que autoriza el arribo de un cargamento de armas a Angola. Jinnie intuye la presencia del espíritu de sus antepasados en su apartamento y establece contacto por primera vez con el espíritu de su abuela, que la había acompañado siempre sin que ella lo percibiera.

El acto segundo se inicia con la entrevista en Loanda de Njinga con los portugueses y concluye con la muerte de la reina africana. La dramaturga sigue a pies juntillas la narrativa del padre Cavazzi, con algunas mínimas correcciones que sirven para suavizar la naturaleza violenta de Njinga. Este acto ofrece la oportunidad de discutir aspectos de la esclavitud y de la catequización en África, y de penetrar en el interior de diversos aspectos de la personalidad de Njinga, reina de Ngondo y Matamba: ambición de poder, gran estratega militar y política, odio al invasor, ilimitado interés en el bienestar de su gente, práctica canibalista frente a su conversión al catolicismo. En el trascurso de este segundo acto muere Old Woman, liaison entre la historia de Njinga y la de Jinnie. Su muerte nos vuelve al mundo real. Jinnie enciende la televisión y se escuchan noticias sobre la guerra en Angola y la muerte del líder congolés Patricio Lumumba. Njinga prepara el ritual para Old Woman y entra en trance. Jinnie, que se hallaba dormitando, es despertada en sueños por un espíritu que la guía hasta la morada de su abuela. Guiada por ésta, Jinnie entra en sueños en contacto con Njinga; al despertar la embarga una sensación de felicidad y vemos el espíritu de Old Woman informando a Njinga: «you have touched the future Este contacto con la joven permite a Njinga proyectarse en las generaciones futuras como metáfora de la mujer africana, ejemplo de fortaleza y sabiduría, y permite, a su vez, a Jinnie comulgar con su pasado y extraer esa fuerza y orgullo de sus antepasados para enfrentar los problemas del presente. En la escena final se ve a una Jinnie ya mayor, es el año 1991, hablando con el espíritu de su abuela mientras lee en el periódico acerca del descubrimiento de un cementerio de negros africanos del siglo XVII. En el trasfondo se alza la figura agonizante de Njinga enunciando un mensaje profetice antes que el escenario se oscurezca y se escuche por última vez su aterrador grito de guerra: «I would return again and again

Carole Ione al escribir esta obra proyectó su propia experiencia juvenil en el personaje de Jinnie. De joven Ione no estaba familiarizada con el tema y desconocía la existencia de este importantísimo personaje de la historia africana. El descubrimiento de Njinga provocó su interés por comunicarse e investigar el mundo de los espíritus de sus antepasados. El drama es esencialmente biográfico y de difusión histórica, orientado a acercar las generaciones actuales con un pasado sepultado en el colonialismo. Los sueños, los recuerdos y los espíritus de los antepasados actúan como medio de comunicación entre Njinga y Jinnie (y todas las Jinnies del futuro) y serán en última instancia lo que les dará fuerza para pasar del plano personal al universal. La historia de Njinga Mbandi nos deja un mensaje de

strong female leadership, strong African leadership, strong spiritual connection to those who have come before, the ancestors... Njinga's amazing ability to hold her people together despite the overwhelming presence of the Portuguese is an inspiring example of resiliency for oppressed peoples of all cultures. More, Njinga's «return» as a warrior represents a metaphor for all of us who must fight both external and internal oppressions. On the external front, History does indeed repeat itsell. The oppressions that Njinga resisted for the 40 years of her reign come around again in new disguises unless there is active intervention. The process of creating and performing the play, along with its outreach into each community, represents that kind of intervention.


(Notas de la Autora)8                







ArribaBibliografía

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