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Respuesta a una carta



                                  No es que me he muerto;
sino al revés,
es que no quiero
que a suceder
llegue tal cosa; 5
y he aquí por qué
ayer no tuve
la intrepidez,
oh mis queridos
Luis y José (18), 10
de visitaros
como anteayer.
Mas no por eso
imaginéis
que a estarme en casa 15
me condené.
�Qué disparate!
No eran las diez
cuando me puse
en la del Rey. 20
Mas �ay, amigos!
no bien llegué
a la Carrera,
cuando un tropel
de ciudadanos 25
veo correr;
y uno (que debe
quererme bien)
me grita: -��Vega,
no pase usted! 30
Dos horas largas
�voto a Luzbel!
ahí me han tenido
con otros cien,
sudando el quilo, 35
muerto de sed,
llevando a cuestas
hasta un cuartel
unos cajones
no sé de qué: 40
y a esto se agrega
que tal cual vez
me sacudían
en el envés
un zurriagazo 45
que era un placer.�
Yo que tal oigo
dije a mis pies:
�para qué os quiero?,
y eché a correr. 50
Esta es la historia.
Hoy otra vez
la probatura
volveré a hacer;
y si consigo 55
pasar con bien,
sin vapuleo
ni otra merced,
a vuestra casa
iré a comer. 60
Adiós, amigos,
hasta después.
Madrid y julio,
diez y ocho de
mil ochocientos 65
cuarenta y tres (19).


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Al capitán general don Javier de Castaños, en sus días

Soneto.

                                  Si atrevida tal vez la lira mía
osa turbar con importuno acento
el noble afán del alto pensamiento
en que la patria sus destinos fía;
 
   perdóname, Señor, que en este día 5
mal sintiera de Apolo el sacro aliento,
si al fiel clamor del popular contento
no mezclase mis cantos de alegría.
 
   Que nunca de tu aurora bienhadada,
por más que corran los veloces años, 10
la memoria feliz España pierde.
 
   No: que la patria que salvó tu espada
jamás recuerda el nombre de Castaños
sin que los lauros de Bailén recuerde.
1830.


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A la toma de Tetuán

Soneto.

      (20)

                                  Musas, alcemos de victoria el canto:
España despertó: su honor la inspira;
y fue el arranque de su noble ira
del mundo admiración, de África espanto.
 
   En desagravio al fin de ultraje tanto, 5
Tetuán postrada a nuestros pies se mira.
Musas, cantad y al eco de la lira
reverdezcan los lauros de Lepanto.
 
   Sí; que al ver por las ondas del Tirreno
allá lanzarse en la guerrera popa 10
hueste arrojada y adalid sereno;
 
   y que a sus antros con terror galopa
roto y vencido el bárbaro agareno...
ya con respeto nos saluda Europa.
Febrero de 1860.


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Entre tierra y cielo



                                  No extiendas, pobre niña,
esa inocente mano;
que buscarás en vano
el seno maternal.
Tu vida es un enigma: 5
de madre no naciste:
hija de un sueño fuiste,
de un sueño funeral.
 
   En noche bulliciosa
de fiesta y alegría, 10
mi ardiente fantasía
fingiose una mujer.
Mirome; y a sus brazos,
a par que me miraba,
sentí que me arrastraba 15
magnético poder.
 
   Desvanecido en ellos
caí con pasión loca,
bebiendo de su boca
el balsámico olor. 20
Y ciego, y delirante,
gozaba entre caricias
las últimas delicias
de un inmortal amor.
 
   De pronto al pecho mío 25
llegar su mano siento,
que con puñal violento
me hiere el corazón.
A asirla voy, y al punto
cual sombra desparece, 30
y en su lugar se ofrece
fantástica visión.
 
   Un lívido esqueleto
era mi prenda amada:
de sierpe su mirada, 35
de hiena era su voz.
Y de su propio seno
pedazos se arrancaba
y a mí los arrojaba
con ademán feroz. 40
 
   Huyó por fin; y libre
de aquel horrible ensueño,
de mis sentidos dueño,
convulso desperté.
�Ay! no fue sueño todo: 45
que en llanto y desconsuelo,
sola entre tierra y cielo,
niña infeliz, te hallé.
 
   Ven, único recuerdo
de aquel amor soñado; 50
objeto abandonado
de la que el ser te dio.
Si aquel amor fue sueño
de enferma fantasía,
mi amor a ti, hija mía, 55
no será sueño, no.


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Despedida a un amigo



                                  Con bien te lleven, mi querido amigo,
propicio el viento, bonancible el mar.
�Oh si pudiera saludar contigo,
tras tanta ausencia, mi paterno hogar!
 
   �Oh cuánto fuera mi consuelo, cuánto, 5
si en esa nave huyéramos los dos!
�Oh si a este suelo, donde sufro tanto,
pudiera darle mi postrer adiós!
 
   Tranquilo viera y con serena calma
desatarse bramando el aquilón: 10
�junto a la horrible tempestad del alma,
las tempestades de la mar qué son?
 
   Mas ya que quiere mi fatal estrella
con duros lazos sujetarme aquí,
por mí te postra, y con tus labios sella 15
la tierra amada en que feliz nací.
 
   Llévale tú los ecos de mi lira,
que ya desde hoy resonará en su honor:
dile que es ella el numen que me inspira
y el solo objeto de mi ardiente amor. 20
1856.


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La cita



                                  Nunca más bello color
dio al horizonte tu llama,
astro de eterno fulgor,
al esconder tu esplendor
la cumbre de Guadarrama. 5
   Nunca tu aroma sentí
más delicioso que ahora,
linda rosa carmesí;
nunca más bella te vi
con las perlas de la aurora. 10
   Arroyo, que turbio y feo
ayer te vi deslizar,
�cómo tan limpio te veo,
que ya de tu fondo creo
las arenillas contar? 15
   Galanos campos que hacéis
de toda esta pompa alarde,
�a quién celebrar queréis?
�O es por dicha que sabéis
que viene Laura esta tarde? 20
1830.


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Versos recitados en el teatro del Príncipe en una función de aniversario de Cervantes



                                  Si de Norte a Mediodía,
en uno y otro hemisferio,
no abarca ya nuestro imperio
los pueblos que abarcó un día;
por un nombre todavía 5
somos lo que fuimos antes:
pues los que más arrogantes
las glorias de España ultrajan,
callan y la frente bajan
cuando decimos: �Cervantes! 10
   Roma y Grecia, que al acero
del bárbaro el cuello dan,
hoy viven y vivirán
en Virgilio y en Homero.
Contra el destino severo 15
que así en los pueblos se ensaña,
un libro nos acompaña
al eterno porvenir.
�Puede el Quijote morir?
Pues morir no puede España. 20
   Vosotros, que al grito santo
respondéis de patria y gloria,
venid, honrad la memoria
del Soldado de Lepanto.
�Gloria al que es del orbe encanto! 25
�Gloria al ingenio fecundo,
festivo a un tiempo y profundo!
�Gloria al Cautivo de Argel!
Aún nos llamamos por él
la primer nación del mundo. 30
Abril de 1862.


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A Lope de Vega

Versos recitados en el teatro en una función de aniversario.

                                  Tres siglos ha que este sol
que hoy luce en el firmamento
alumbraba el nacimiento
del gran poeta español.
Purificado al crisol 5
de una edad y de otra edad,
monstruo de fecundidad,
numen de la patria escena,
Lope con su nombre llena
del mundo la inmensidad. 10
   En la modesta mansión
que oyó su postrer gemido
hoy a Lope se ha rendido
tributo de admiración (21).
Aquí con mayor razón, 15
aquí, templo de su gloria,
donde una y otra victoria
le ornaron de resplandores,
demos público y actores
un aplauso a su memoria. 20


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Barcarola

Cantada en la fiesta que dio S. M. en su Real Casino el día 24 de julio de 1846, en celebridad de los días de su augusta Madre doña María Cristina de Borbón.

                               Barquilla que conduces
     tanto tesoro,
envídiente las naves
     cargadas de oro.
     �Preciosa barca! 5
En ti va la riqueza
     mayor de España.
 
Deslízate orgullosa,
     que va en tu seno
la halagüeña esperanza 10
     de todo un pueblo:
     la ninfa hermosa
en cuya frente brilla
     regia corona.
 
Va también a su lado, 15
     vertiendo amores,
la que con ella parte
     adoraciones:
     la infanta bella,
que en virtudes y gracias 20
     también es reina.
 
Y la madre que a entrambas
     meció en la cuna
y prodigó el tesoro
     de su hermosura. 25
     Y aunque dio tanta,
todavía a su rostro
     sobraron gracias.
 
Condúcelas serena,
     nave dichosa; 30
que sobre el manso río
     duerman las olas.
     �El cielo quiera
que así corran los días
     de su existencia! 35
 
�Y ojalá que en la inmensa
     nave española,
do afanosos, oh Reina,
     tus hijos bogan,
     a puerto amigo 40
por tan serenos mares
     lleguen unidos! (22)


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Por encargo de una novia, para su novio



                                  En esa cinta te entrego
mi cabello entretejido
que por mi cuello tendido
mi llanto tal vez bañó,
imaginación que acaso 5
la fe que me prometías
a otras mil se la ofrecías,
tan crédulas como yo.
 
   Mas no tan alegre día
nublar con temores quiero: 10
por mi amor puro y sincero
el tuyo quiero medir;
y esa cinta será el lazo
que sepa atarte a mis plantas,
si las promesas quebrantas 15
que me juraste cumplir.
 
   Si con fe constante pagas
mi cariño, mis amores,
blanda cadena de flores
en esa cinta hallarás; 20
mas si traidor algún día
tras otra amante volares,
cuando romperla intentares
de hierro la encontrarás.
Marzo de 1829.


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En el álbum de Carmen Agar



                                  Aunque en verdad me sonroja
este puesto preferente,
a tu mandato obediente
acepto la primer hoja.
   Mas �ay! en esta ocasión 5
�cómo siento, Carmen bella,
que no me acompañe aquella
poética inspiración!
   Si ella animarme quisiera
cual supo en días mejores, 10
yo te llenara de flores
esta página primera.
   �Es en vano! Del dolor
el huracán desatado
dejó este campo asolado, 15
y en él no brota una flor.
   Me ha quedado solamente
corazón para sentir:
ése te podrá decir
con llaneza lo que siente. 20
   Y te dirá que si bien
te trato poco, quizás
no te quieran, Carmen, más
los que a menudo te ven.
   Si oyes el lánguido son 25
de sus amantes gemidos,
Carmen, cierra tus oídos
y esconde tu corazón.
   Y no temas ocultarlo:
por muy oculto que esté, 30
el que te adore con fe
pronto logrará encontrarlo.
   Cuando ese instante dichoso
(�que no hay más dichoso instante!)
te entregue, feliz amante, 35
en los brazos de un esposo,
   �ojalá, Carmen querida,
que logres con dicha entera
escribir la hoja primera
en el álbum de tu vida! 40
Agosto de 1859.


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En el álbum de Sofía Carondellet



                                  Tu mandato cumplo fiel,
que hablar de ti me prohíbe.
Sofía, el álbum recibe
con mi nombre escrito en él.
A grabarlo en un papel 5
se limita mi ambición.
Ni espera otro galardón,
ni lo merece quizá.
Otro más feliz sabrá,
grabarlo en tu corazón. 10
 
   Sufra, pues, sin murmurar,
sufra mi nombre, Sofía,
la misma suerte que un día
pueda a este libro tocar.
Si en momentos de pesar 15
con sus páginas te enojas
y en el fuego las arrojas,
irá mi nombre con ellas...
�Ay del que no deja huellas
sino de un libro en las hojas! 20
Marzo de 1856.


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En el álbum de la duquesa de F.



                                  �Ves al ciego, cuando siente,
al entrar la primavera,
blando calor en la esfera
y perfumado el ambiente,
cómo lucha allá en su mente, 5
que en noche sumida fue,
hasta que con viva fe
se forja, entre mil primores,
idea de aquellas flores
y de aquel sol, que no ve? 10
 
   Así yo que nunca vi
tu rostro, bella duquesa,
y oigo decir que embelesa
la hermosura que hay en ti,
mezclando, por lo que oí, 15
tintas de hermoso arrebol,
de mi mente en el crisol
a forjarme de ti llego
una idea, como el ciego
de las flores y del sol. 20
1850.


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En el álbum de Isidra Dupuy



                                  �Qué pasa en mí? �Qué es esto? �Cómo ahora
latir no siento el pecho estremecido?
�Cómo al mirarte, Isidra encantadora,
no me postro a tus pies, de amor herido?
 
   Yo que al mirar una mujer hermosa 5
(no hermosa como tú, que eso no es dado)
volaba en derredor cual mariposa
hasta verme en sus llamas abrasado:
 
   hoy la sonrisa de tus labios rojos,
tu lindo pie, tu mano torneada, 10
tu talle esbelto, tus divinos ojos
puedo, Isidra, mirar sin sentir nada.
 
   �Y yo el vínculo aplaudo que te liga!...
�Yo te contemplo indiferente y yerto!...
�Yo me contento con llamarte amiga!... 15
Mi corazón se heló; no hay duda: �he muerto!
Eaux-Bonnes, agosto de 1860.


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En el álbum de Ana Segovia



                                  No extrañes, Ana, el afán
con que el álbum te pedí,
al ver que las horas dan,
los días vienen y van
y el álbum no vuelve a ti. 5
   No lo extrañes, Ana hermosa,
ni lo achaques a descuido
de mi musa perezosa:
en muy diferente cosa
la tardanza ha consistido. 10
   Ardió inflamada mi mente
cuando tu hermosura vi;
y presumí fácilmente
decirte en frase elocuente
lo que yo entonces sentí; 15
   mas �ay!, por más que luchaba
con la rima y la expresión,
nunca en mis versos lograba
decir lo que me inspiraba
mi ardiente imaginación. 20
   Y juzgo que inútilmente
lucha quien hacerlo trate;
pues tu hermosura se siente,
mas no hay verso que la cuente
ni pincel que la retrate. 25
   Confiésome, pues, rendido;
y en estos pobres renglones
que aquí a trazar me decido,
Anita hermosa, te pido
que mi tardanza perdones. 30
1838.


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En el álbum de la condesa de Fuenrubia



                                  Sabrás, María, que he estado,
por mala correspondencia,
privado de la existencia
y casi casi enterrado (23).
   Por fin con vida salí: 5
y huyendo de la que mata,
correspondencia más grata
hoy, María, busco en ti.
   Si me concedes licencia
de amarte cual tierno amigo 10
y de tu afecto consigo
una fiel correspondencia,
   con satisfacción cumplida
diré: �Bendigo mi suerte!
Si una quiso darme muerte, 15
otra viene a darme vida.
1864.


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En el álbum de Carmen Goyeneche



                                  Dichoso mil veces tú,
álbum, que del viejo mundo
corres al suelo fecundo
del opulento Perú.
   Y más dichoso si alcanzas 5
de la hermosa arequipeña
una sonrisa halagüeña
que colme tus esperanzas.
   Si en recorrer se entretiene
tus hojas, álbum, y al paso 10
en esta página acaso
su mirada se detiene;
   con elocuente expresión
haz que resuene en su oído
el eco de este gemido 15
que aquí exhala el corazón.
   Gemido de amor ardiente
al patrio suelo adorado,
donde de mi madre al lado
corrió mi edad inocente. 20
   En él van dulces memorias
de aquellos días de calma,
y el adiós que da mi alma
a esperanzas ilusorias.
   En él los votos que envía 25
al cielo mi puro amor
porque proteja el Señor
a la que fue patria mía.
   Por obediencia forzosa
la dejé, de angustia lleno: 30
la madre España en su seno
me dio acogida amorosa.
   Suyo fui; mas siempre yo
recordé con noble orgullo
que allá mi cuna al arrullo 35
de las auras se meció.
   Mientras rencor fratricida
ardió en uno y otro bando,
mis lágrimas devorando,
calló mi musa afligida. 40
   Hoy que a coyunda tirana
suceden fraternos lazos,
y España tiende los brazos
a la América su hermana;
   bañado en júbilo santo, 45
yo, americano español,
a la clara luz del sol
la unión venturosa canto.
   Ven, inspiración divina;
que ya a mi laúd sonoro 50
añado una cuerda de oro
para la gloria argentina.
   Mas la estrenaré primero
ensayando un canto en ella
con que a tus pies, Carmen bella, 55
rinda mi afecto sincero.
1857.


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En el álbum de la marquesa de Portugalete

El día de su santo, viernes de Dolores de 1856.

                                  Cuando en vistoso salón
te vi aparecer, Dolores,
entre encajes y entre flores,
de alegre música al son;
   y vi por primera vez 5
tu talle airoso, elegante,
el candor de tu semblante,
la blancura de tu tez,
   en tu encantadora faz
hallé una dulce expresión 10
que brindaba al corazón
con ilusiones de paz.
   No la paz indiferente
del ser insensible y frío
que del mundo en el vacío 15
ni ama, ni goza, ni siente:
   sino aquella calma grata,
imagen del mar sereno
cuando en su tranquilo seno
la luz del cielo retrata; 20
   y en su sosiego profundo
de poder da señas tales,
que si rugen vendavales
pudiera tragar el mundo.
   La paz que a gozar convida 25
y dulcemente conmueve,
cuando en tus manos de nieve
vibra el arpa estremecida;
   o con tímido rubor,
que te da mayor encanto, 30
de tu simpático canto
suena el eco seductor.
   Ora en brioso corcel
cruzas el prado atrevida:
ora das al lienzo vida 35
con tu mágico pincel.
   Ya con modesta expresión
tu claro talento brilla,
y es ingeniosa y sencilla
tu grata conversación. 40
   Sólo turba la armonía
de cuadro tan lisonjero
el nombre de triste agüero
con que hoy se anuncia tu día.
   �Qué importa! No es cosa nueva 45
que nos pongan al nacer
un nombre que viene a ser
sarcasmo del que lo lleva.
   No temas, pues, los rigores
que tu triste nombre augura: 50
Dios no me dio a mí Ventura...
no te dará a ti Dolores.


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En el álbum de Blanca Rosa de Osma



                               Blanca Rosa, flor lozana,
que aún eres tierno capullo
     y entre risas,
de tu edad en la mañana,
te meces al blando arrullo 5
     de las brisas.
 
Mira cuál revolotea
en torno a ti la inocente
     mariposa,
y con sus alas orea 10
el rocío de tu frente,
     Blanca Rosa.
 
Y cuál la traidora abeja,
que a las flores del pensil
     la miel bebe, 15
de ti zumbando se aleja,
y a hincarte el dardo sutil
     no se atreve.
 
Y cuál suelta el ruiseñor
los trinos de su garganta 20
     melodiosa,
y embelesado en tu amor,
reina del prado te canta,
     Blanca Rosa.
 
Crece, fragante capullo, 25
al dulce abrigo amoroso
     que te ampara,
de esa flor que con orgullo
regó del Rimac undoso
     la onda clara. 30
 
Y en tanto que su dulzura
heredas y su alma pura;
     crece, hermosa,
en el jardín de la vida,
por los céfiros mecida, 35
     Blanca Rosa.


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En el álbum de una desconocida



                               Todos estos señores
     te llaman guapa;
pero es porque te han visto:
     �vaya una gracia!
     La gracia fuera 5
celebrar tu hermosura
     sin conocerla.
 
El cielo a mí esa gracia
     me ha concedido;
pues donde hay algo bueno 10
     yo lo adivino.
     Que la hermosura
se siente hasta en el aire
     que la circunda.
 
Hasta el menor objeto 15
     que la rodea
se impregna del perfume
     de su belleza.
     Las mismas hojas
de este libro en que escribo 20
     huelen a hermosa.
 
Así pues, sin recelo
     de equivocarme,
te diré, bella Emilia,
     que eres un ángel. 25
     Y hasta me atrevo
a decir lo que tienes
     de más selecto.
 
Al que una vez, Emilia,
     mira tu rostro, 30
desde luego le encantan
     tus lindos ojos,
     donde fulgura
la luz de las ardientes
     hijas del Turia. 35
 
Después de ver tus ojos,
     si queda vivo,
al contemplar tu boca
     perderá el juicio:
     y más si de ella 40
se exhala el dulce canto,
     que al alma llega.
 
Esto sin conocerte
     digo y declaro:
no temo, bella Emilia, 45
     llevarme chasco.
     �Ay! temo sólo
decir cuando te vea:
     me quedé corto.
Junio de 1862.


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En el álbum de Matilde Lamarca



                                  �Matilde! �Quién no diría
que para quedar vengada
de la conquista pasada
la América aquí te envía?
Pague España su osadía 5
y sus marciales arrojos;
pues nunca tantos despojos
vieron Pizarro y Cortés,
como aquí rendidos ves
a los rayos de tus ojos. 10
 
   Yo que en su luz soberana
el sol de mi patria vi,
orgulloso me sentí
de mi sangre americana.
toda competencia es vana: 15
no os pongáis en su camino,
flores; que el pincel divino
que os matizó de colores
pintó más bellas las flores
que brota el suelo argentino. 20
Madrid, 1860.


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En el álbum de Genoveva Samaniego



                                  Cuando por primera vez
vi tus celestiales ojos,
tu talle, tus labios rojos
y tu nacarada tez;
   contemplando en ti el portento 5
de la belleza más pura,
dije: �Es tanta su hermosura,
que no ha menester talento.�
   Después, junto al mar que baña
la residencia imperial, 10
cuyo encendido fanal
brilla en las costas de España (24),
   quiso mi propicia suerte
que contigo me encontrara
y que el placer disfrutara 15
de hablarte y de conocerte.
   Viendo en ti gracia, dulzura,
ingenio, juicio, instrucción,
dije: �Con tal discreción
de sobra está la hermosura.� 20
   �Con dones de tal valor
qué falta a tus perfecciones?
Falta saber si a esos dones
acompaña otro mayor.
   El fuego del sentimiento 25
que brota del corazón,
con cuyo celeste don
sobran belleza y talento.
   Esa centella divina
de amor, que cuando aparece 30
todo semblante embellece
y toda mente ilumina,
   �la sientes tú? -Puede ser
que lo ignores todavía.
�Feliz quien merezca un día 35
tal secreto conocer!
Mayo de 1863.


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En el álbum de Teresa Coll



                                  Se acerca, bella Teresa,
el glorioso aniversario
del santo rey que a Sevilla
libró del yugo africano.
Con dobles galas vestido, 5
de ti se despide mayo
y te deja por memoria
de tu padre el nombre amado.
Cuando mañana lo anuncien
del sol los brillantes rayos, 10
y tu amor filial le muestres
con un cariñoso abrazo;
pregúntale si conserva
en su corazón grabados
recuerdos de San Mateo 15
en sus infantiles años;
y si al ver mi firma aquí
observas que no ha olvidado
a su antiguo compañero,
dale en mi nombre otro abrazo. 20
29 de mayo de 1862.


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En el álbum de Carmen Coll



                                  Carmen, �parece mentira
que vaya a cumplirse un año
desde que le di a tu padre
los días de San Fernando!
En un álbum parecido 5
al que aquí tengo en la mano
rogué a tu hermana le diera
en mi nombre un tierno abrazo.
�Paréceme que fue ayer!
Iba a terminarse mayo; 10
pero de aquel mayo a éste
�cuántas cosas han pasado!
Desde luego, un año entero;
y a tu edad, Carmen, un año
aumenta las ilusiones, 15
a mi edad los desengaños.
Mas si es verdad que en la vida
los he tenido y amargos,
no soy de los que maldicen
este mundo que habitamos. 20
Primero, porque no hay otro
(hablo de tejas abajo),
y luego, porque hay en él
más de bueno que de malo.
En esto, Carmen, sucede 25
como en otros muchos casos,
que el infeliz alza el grito
y el feliz se está callado.
Y aunque éstos sean los más,
como no mueven los labios, 30
parece que en este mundo
no hay más que desesperados.
Esta es, Carmen, la verdad:
no seas tú como tantos
que en el umbral de la vida 35
son viejos anticipados.
Toma la virtud por norte
bajo el paternal amparo,
y de las flores que brinda
aspira el aroma grato. 40
Ni creas ni niegues todo:
y aunque te cueste trabajo,
no entregues tu corazón
si otro en prenda no te han dado.
Pero en fin, �por qué pretendo 45
darte consejos en vano,
si todos ellos en uno
puedo dejarte cifrados?
De tus penas y alegrías,
de tus risas y tus llantos 50
elige por confidente
al padre que Dios te ha dado.
Los amores de este mundo
viven porque esperan algo:
el de un padre nada espera; 55
ni siquiera ser pagado.
Pero ya quiero dar fin,
que el sermón va siendo largo
y quizá te estoy diciendo
lo que tienes olvidado. 60
Perdona; y cuando amanezca
el día de San Fernando
y de tu padre celebres
el feliz aniversario,
lo que a tu hermana encargué 65
a ti de nuevo te encargo.
Y Dios nos conceda a todos
ver muchos meses de mayo:
a ti, Carmen, y a tu hermana
para que le deis mi abrazo: 70
a él para recibirlo,
y a mí para recordarlo.
Mayo de 1863.


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En el álbum de Rosa Vallarino



                                  Vertiendo aroma, al despuntar el día,
nace la rosa en plácido pensil:
en el pensil de España, Andalucía,
tú naciste también, Rosa gentil.
   Nace; y tímida empieza y ruborosa 5
su purpurino cáliz a entreabrir;
capullo son también tus labios, Rosa,
cuando comienzan dulces a reír.
   Pastor incauto, del olor llevado,
su tallo �ay, necio! se atrevió a tocar: 10
aguda espina le dejó llagado,
y largas horas consumió en llorar.
   Rosa gentil, que a su pesar inclinas
a que te adore el que una vez te vio;
dime si tienes cual la rosa espinas; 15
que no quisiera lastimarme yo.
1830.


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En el álbum de ***



                                  Cuando contemples la saña
del mar que entre densa bruma,
alzando montes de espuma,
los riscos del puerto baña;
   piensa que igual conmoción, 5
igual tormenta de horrores
pueden causar tus rigores
a algún triste corazón;
   mas cuando en ondas de plata
se tienda el mar mansamente, 10
cual terso cristal luciente
donde el cielo se retrata,
   gózate en mirarlo, y di:
��Al alma más angustiada
sólo con una mirada 15
puedo yo tornarla así!�
1838.


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En el álbum de ***



                                  Amor, sacando un dardo
de su dorada aljaba,
un álbum desplegaba
y a mí se presentó.
�Para una hermosa, dijo, 5
que hoy en mi templo vive,
en ese libro escribe
con este agudo arpón.
   Hijo de Apolo, canta
el triunfo de una hermosa, 10
envidia de la rosa
que empieza a despuntar.
Escribe; y no pretendas
gozar de su presencia,
si grata independencia 15
anhelas conservar.
   Abrasadora llama
brilla en sus ojos bellos,
mi antorcha enciendo en ellos,
mil pechos hago arder; 20
y es su negro cabello,
rival de mis arpones,
de incautos corazones
inevitable red.
   Escribe.� -Yo temblando 25
obedecerle intento,
y entre mis dedos siento
fuego el arpón brotar:
llego a las blancas hojas
su ardiente punta de oro, 30
y ��hermosa, yo te adoro!�
sólo acerté a grabar.
   Amor el álbum toma,
y vuela y desparece,
y a la ninfa le ofrece 35
que hermosa me pintó.
�Aceptará benigna
el don que la dirijo?
Lo que la ninfa dijo
no me lo dijo Amor. 40
1828.


FIN DEL TOMO PRIMERO Arriba