Soneto.
|
Si atrevida tal vez la lira mía |
|
osa turbar con importuno acento |
|
el noble afán del alto pensamiento |
|
en que la patria sus destinos fía; |
|
|
perdóname, Señor, que en este día |
5 |
|
mal sintiera de Apolo el sacro aliento, |
|
si al fiel clamor del popular contento |
|
no mezclase mis cantos de alegría. |
|
|
Que nunca de tu aurora bienhadada, |
|
por más que corran los veloces años, |
10 |
|
la memoria feliz España pierde. |
|
|
No: que la patria que salvó tu espada |
|
jamás recuerda el nombre de Castaños |
|
sin que los lauros de Bailén recuerde. |
1830. |
Soneto.
|
Musas, alcemos de victoria el canto: |
|
España despertó: su honor la inspira; |
|
y fue el arranque de su noble ira |
|
del mundo admiración, de África espanto. |
|
|
En desagravio al fin de ultraje tanto, |
5 |
|
Tetuán postrada a nuestros pies se mira. |
|
Musas, cantad y al eco de la lira |
|
reverdezcan los lauros de Lepanto. |
|
|
Sí; que al ver por las ondas del Tirreno |
|
allá lanzarse en la guerrera popa |
10 |
|
hueste arrojada y adalid sereno; |
|
|
y que a sus antros con terror galopa |
|
roto y vencido el bárbaro agareno... |
|
ya con respeto nos saluda Europa. |
Febrero de 1860. |
|
Con bien te lleven, mi querido amigo, |
|
propicio el viento, bonancible el mar. |
|
�Oh si pudiera saludar contigo, |
|
tras tanta ausencia, mi paterno hogar! |
|
|
�Oh cuánto fuera mi consuelo, cuánto, |
5 |
|
si en esa nave huyéramos los dos! |
|
�Oh si a este suelo, donde sufro tanto, |
|
pudiera darle mi postrer adiós! |
|
|
Tranquilo viera y con serena calma |
|
desatarse bramando el aquilón: |
10 |
|
�junto a la horrible tempestad del alma, |
|
las tempestades de la mar qué son? |
|
|
Mas ya que quiere mi fatal estrella |
|
con duros lazos sujetarme aquí, |
|
por mí te postra, y con tus labios sella |
15 |
|
la tierra amada en que feliz nací. |
|
|
Llévale tú los ecos de mi lira, |
|
que ya desde hoy resonará en su honor: |
|
dile que es ella el numen que me inspira |
|
y el solo objeto de mi ardiente amor. |
20 |
1856. |
|
Si de Norte a Mediodía, |
|
en uno y otro hemisferio, |
|
no abarca ya nuestro imperio |
|
los pueblos que abarcó un día; |
|
por un nombre todavía |
5 |
|
somos lo que fuimos antes: |
|
pues los que más arrogantes |
|
las glorias de España ultrajan, |
|
callan y la frente bajan |
|
cuando decimos: �Cervantes! |
10 |
|
Roma y Grecia, que al acero |
|
del bárbaro el cuello dan, |
|
hoy viven y vivirán |
|
en Virgilio y en Homero. |
|
Contra el destino severo |
15 |
|
que así en los pueblos se ensaña, |
|
un libro nos acompaña |
|
al eterno porvenir. |
|
�Puede el Quijote morir? |
|
Pues morir no puede España. |
20 |
|
Vosotros, que al grito santo |
|
respondéis de patria y gloria, |
|
venid, honrad la memoria |
|
del Soldado de Lepanto. |
|
�Gloria al que es del orbe encanto! |
25 |
|
�Gloria al ingenio fecundo, |
|
festivo a un tiempo y profundo! |
|
�Gloria al Cautivo de Argel! |
|
Aún nos llamamos por él |
|
la primer nación del mundo. |
30 |
Abril de 1862. |
Versos recitados en el teatro en una función de aniversario.
|
Tres siglos ha que este sol |
|
que hoy luce en el firmamento |
|
alumbraba el nacimiento |
|
del gran poeta español. |
|
Purificado al crisol |
5 |
|
de una edad y de otra edad, |
|
monstruo de fecundidad, |
|
numen de la patria escena, |
|
Lope con su nombre llena |
|
del mundo la inmensidad. |
10 |
|
En la modesta mansión |
|
que oyó su postrer gemido |
|
hoy a Lope se ha rendido |
|
tributo de admiración (21). |
|
Aquí con mayor razón, |
15 |
|
aquí, templo de su gloria, |
|
donde una y otra victoria |
|
le ornaron de resplandores, |
|
demos público y actores |
|
un aplauso a su memoria. |
20 |
Cantada en la fiesta que dio S. M. en su Real Casino el día 24 de julio de 1846, en
celebridad de los días de su augusta Madre doña María Cristina de Borbón.
|
En esa cinta te entrego |
|
mi cabello entretejido |
|
que por mi cuello tendido |
|
mi llanto tal vez bañó, |
|
imaginación que acaso |
5 |
|
la fe que me prometías |
|
a otras mil se la ofrecías, |
|
tan crédulas como yo. |
|
|
Mas no tan alegre día |
|
nublar con temores quiero: |
10 |
|
por mi amor puro y sincero |
|
el tuyo quiero medir; |
|
y esa cinta será el lazo |
|
que sepa atarte a mis plantas, |
|
si las promesas quebrantas |
15 |
|
que me juraste cumplir. |
|
|
Si con fe constante pagas |
|
mi cariño, mis amores, |
|
blanda cadena de flores |
|
en esa cinta hallarás; |
20 |
|
mas si traidor algún día |
|
tras otra amante volares, |
|
cuando romperla intentares |
|
de hierro la encontrarás. |
Marzo de 1829. |
|
Aunque en verdad me sonroja |
|
este puesto preferente, |
|
a tu mandato obediente |
|
acepto la primer hoja. |
|
Mas �ay! en esta ocasión |
5 |
|
�cómo siento, Carmen bella, |
|
que no me acompañe aquella |
|
poética inspiración! |
|
Si ella animarme quisiera |
|
cual supo en días mejores, |
10 |
|
yo te llenara de flores |
|
esta página primera. |
|
�Es en vano! Del dolor |
|
el huracán desatado |
|
dejó este campo asolado, |
15 |
|
y en él no brota una flor. |
|
Me ha quedado solamente |
|
corazón para sentir: |
|
ése te podrá decir |
|
con llaneza lo que siente. |
20 |
|
Y te dirá que si bien |
|
te trato poco, quizás |
|
no te quieran, Carmen, más |
|
los que a menudo te ven. |
|
Si oyes el lánguido son |
25 |
|
de sus amantes gemidos, |
|
Carmen, cierra tus oídos |
|
y esconde tu corazón. |
|
Y no temas ocultarlo: |
|
por muy oculto que esté, |
30 |
|
el que te adore con fe |
|
pronto logrará encontrarlo. |
|
Cuando ese instante dichoso |
|
(�que no hay más dichoso instante!) |
|
te entregue, feliz amante, |
35 |
|
en los brazos de un esposo, |
|
�ojalá, Carmen querida, |
|
que logres con dicha entera |
|
escribir la hoja primera |
|
en el álbum de tu vida! |
40 |
Agosto de 1859. |
|
Tu mandato cumplo fiel, |
|
que hablar de ti me prohíbe. |
|
Sofía, el álbum recibe |
|
con mi nombre escrito en él. |
|
A grabarlo en un papel |
5 |
|
se limita mi ambición. |
|
Ni espera otro galardón, |
|
ni lo merece quizá. |
|
Otro más feliz sabrá, |
|
grabarlo en tu corazón. |
10 |
|
|
Sufra, pues, sin murmurar, |
|
sufra mi nombre, Sofía, |
|
la misma suerte que un día |
|
pueda a este libro tocar. |
|
Si en momentos de pesar |
15 |
|
con sus páginas te enojas |
|
y en el fuego las arrojas, |
|
irá mi nombre con ellas... |
|
�Ay del que no deja huellas |
|
sino de un libro en las hojas! |
20 |
Marzo de 1856. |
|
�Ves al ciego, cuando siente, |
|
al entrar la primavera, |
|
blando calor en la esfera |
|
y perfumado el ambiente, |
|
cómo lucha allá en su mente, |
5 |
|
que en noche sumida fue, |
|
hasta que con viva fe |
|
se forja, entre mil primores, |
|
idea de aquellas flores |
|
y de aquel sol, que no ve? |
10 |
|
|
Así yo que nunca vi |
|
tu rostro, bella duquesa, |
|
y oigo decir que embelesa |
|
la hermosura que hay en ti, |
|
mezclando, por lo que oí, |
15 |
|
tintas de hermoso arrebol, |
|
de mi mente en el crisol |
|
a forjarme de ti llego |
|
una idea, como el ciego |
|
de las flores y del sol. |
20 |
1850. |
|
�Qué pasa en mí? �Qué es esto? �Cómo ahora |
|
latir no siento el pecho estremecido? |
|
�Cómo al mirarte, Isidra encantadora, |
|
no me postro a tus pies, de amor herido? |
|
|
Yo que al mirar una mujer hermosa |
5 |
|
(no hermosa como tú, que eso no es dado) |
|
volaba en derredor cual mariposa |
|
hasta verme en sus llamas abrasado: |
|
|
hoy la sonrisa de tus labios rojos, |
|
tu lindo pie, tu mano torneada, |
10 |
|
tu talle esbelto, tus divinos ojos |
|
puedo, Isidra, mirar sin sentir nada. |
|
|
�Y yo el vínculo aplaudo que te liga!... |
|
�Yo te contemplo indiferente y yerto!... |
|
�Yo me contento con llamarte amiga!... |
15 |
|
Mi corazón se heló; no hay duda: �he muerto! |
Eaux-Bonnes, agosto de 1860. |
|
No extrañes, Ana, el afán |
|
con que el álbum te pedí, |
|
al ver que las horas dan, |
|
los días vienen y van |
|
y el álbum no vuelve a ti. |
5 |
|
No lo extrañes, Ana hermosa, |
|
ni lo achaques a descuido |
|
de mi musa perezosa: |
|
en muy diferente cosa |
|
la tardanza ha consistido. |
10 |
|
Ardió inflamada mi mente |
|
cuando tu hermosura vi; |
|
y presumí fácilmente |
|
decirte en frase elocuente |
|
lo que yo entonces sentí; |
15 |
|
mas �ay!, por más que luchaba |
|
con la rima y la expresión, |
|
nunca en mis versos lograba |
|
decir lo que me inspiraba |
|
mi ardiente imaginación. |
20 |
|
Y juzgo que inútilmente |
|
lucha quien hacerlo trate; |
|
pues tu hermosura se siente, |
|
mas no hay verso que la cuente |
|
ni pincel que la retrate. |
25 |
|
Confiésome, pues, rendido; |
|
y en estos pobres renglones |
|
que aquí a trazar me decido, |
|
Anita hermosa, te pido |
|
que mi tardanza perdones. |
30 |
1838. |
|
Sabrás, María, que he estado, |
|
por mala correspondencia, |
|
privado de la existencia |
|
y casi casi enterrado (23). |
|
Por fin con vida salí: |
5 |
|
y huyendo de la que mata, |
|
correspondencia más grata |
|
hoy, María, busco en ti. |
|
Si me concedes licencia |
|
de amarte cual tierno amigo |
10 |
|
y de tu afecto consigo |
|
una fiel correspondencia, |
|
con satisfacción cumplida |
|
diré: �Bendigo mi suerte! |
|
Si una quiso darme muerte, |
15 |
|
otra viene a darme vida. |
1864. |
|
Dichoso mil veces tú, |
|
álbum, que del viejo mundo |
|
corres al suelo fecundo |
|
del opulento Perú. |
|
Y más dichoso si alcanzas |
5 |
|
de la hermosa arequipeña |
|
una sonrisa halagüeña |
|
que colme tus esperanzas. |
|
Si en recorrer se entretiene |
|
tus hojas, álbum, y al paso |
10 |
|
en esta página acaso |
|
su mirada se detiene; |
|
con elocuente expresión |
|
haz que resuene en su oído |
|
el eco de este gemido |
15 |
|
que aquí exhala el corazón. |
|
Gemido de amor ardiente |
|
al patrio suelo adorado, |
|
donde de mi madre al lado |
|
corrió mi edad inocente. |
20 |
|
En él van dulces memorias |
|
de aquellos días de calma, |
|
y el adiós que da mi alma |
|
a esperanzas ilusorias. |
|
En él los votos que envía |
25 |
|
al cielo mi puro amor |
|
porque proteja el Señor |
|
a la que fue patria mía. |
|
Por obediencia forzosa |
|
la dejé, de angustia lleno: |
30 |
|
la madre España en su seno |
|
me dio acogida amorosa. |
|
Suyo fui; mas siempre yo |
|
recordé con noble orgullo |
|
que allá mi cuna al arrullo |
35 |
|
de las auras se meció. |
|
Mientras rencor fratricida |
|
ardió en uno y otro bando, |
|
mis lágrimas devorando, |
|
calló mi musa afligida. |
40 |
|
Hoy que a coyunda tirana |
|
suceden fraternos lazos, |
|
y España tiende los brazos |
|
a la América su hermana; |
|
bañado en júbilo santo, |
45 |
|
yo, americano español, |
|
a la clara luz del sol |
|
la unión venturosa canto. |
|
Ven, inspiración divina; |
|
que ya a mi laúd sonoro |
50 |
|
añado una cuerda de oro |
|
para la gloria argentina. |
|
Mas la estrenaré primero |
|
ensayando un canto en ella |
|
con que a tus pies, Carmen bella, |
55 |
|
rinda mi afecto sincero. |
1857. |
El día de su santo, viernes de Dolores de 1856.
|
Cuando en vistoso salón |
|
te vi aparecer, Dolores, |
|
entre encajes y entre flores, |
|
de alegre música al son; |
|
y vi por primera vez |
5 |
|
tu talle airoso, elegante, |
|
el candor de tu semblante, |
|
la blancura de tu tez, |
|
en tu encantadora faz |
|
hallé una dulce expresión |
10 |
|
que brindaba al corazón |
|
con ilusiones de paz. |
|
No la paz indiferente |
|
del ser insensible y frío |
|
que del mundo en el vacío |
15 |
|
ni ama, ni goza, ni siente: |
|
sino aquella calma grata, |
|
imagen del mar sereno |
|
cuando en su tranquilo seno |
|
la luz del cielo retrata; |
20 |
|
y en su sosiego profundo |
|
de poder da señas tales, |
|
que si rugen vendavales |
|
pudiera tragar el mundo. |
|
La paz que a gozar convida |
25 |
|
y dulcemente conmueve, |
|
cuando en tus manos de nieve |
|
vibra el arpa estremecida; |
|
o con tímido rubor, |
|
que te da mayor encanto, |
30 |
|
de tu simpático canto |
|
suena el eco seductor. |
|
Ora en brioso corcel |
|
cruzas el prado atrevida: |
|
ora das al lienzo vida |
35 |
|
con tu mágico pincel. |
|
Ya con modesta expresión |
|
tu claro talento brilla, |
|
y es ingeniosa y sencilla |
|
tu grata conversación. |
40 |
|
Sólo turba la armonía |
|
de cuadro tan lisonjero |
|
el nombre de triste agüero |
|
con que hoy se anuncia tu día. |
|
�Qué importa! No es cosa nueva |
45 |
|
que nos pongan al nacer |
|
un nombre que viene a ser |
|
sarcasmo del que lo lleva. |
|
No temas, pues, los rigores |
|
que tu triste nombre augura: |
50 |
|
Dios no me dio a mí Ventura... |
|
no te dará a ti Dolores. |
|
Blanca Rosa, flor lozana, |
|
que aún eres tierno capullo |
|
y entre risas, |
|
de tu edad en la mañana, |
|
te meces al blando arrullo |
5 |
|
de las brisas. |
|
|
Mira cuál revolotea |
|
en torno a ti la inocente |
|
mariposa, |
|
y con sus alas orea |
10 |
|
el rocío de tu frente, |
|
Blanca Rosa. |
|
|
Y cuál la traidora abeja, |
|
que a las flores del pensil |
|
la miel bebe, |
15 |
|
de ti zumbando se aleja, |
|
y a hincarte el dardo sutil |
|
no se atreve. |
|
|
Y cuál suelta el ruiseñor |
|
los trinos de su garganta |
20 |
|
melodiosa, |
|
y embelesado en tu amor, |
|
reina del prado te canta, |
|
Blanca Rosa. |
|
|
Crece, fragante capullo, |
25 |
|
al dulce abrigo amoroso |
|
que te ampara, |
|
de esa flor que con orgullo |
|
regó del Rimac undoso |
|
la onda clara. |
30 |
|
|
Y en tanto que su dulzura |
|
heredas y su alma pura; |
|
crece, hermosa, |
|
en el jardín de la vida, |
|
por los céfiros mecida, |
35 |
|
Blanca Rosa. |
|
Cuando por primera vez |
|
vi tus celestiales ojos, |
|
tu talle, tus labios rojos |
|
y tu nacarada tez; |
|
contemplando en ti el portento |
5 |
|
de la belleza más pura, |
|
dije: �Es tanta su hermosura, |
|
que no ha menester talento.� |
|
Después, junto al mar que baña |
|
la residencia imperial, |
10 |
|
cuyo encendido fanal |
|
brilla en las costas de España (24), |
|
quiso mi propicia suerte |
|
que contigo me encontrara |
|
y que el placer disfrutara |
15 |
|
de hablarte y de conocerte. |
|
Viendo en ti gracia, dulzura, |
|
ingenio, juicio, instrucción, |
|
dije: �Con tal discreción |
|
de sobra está la hermosura.� |
20 |
|
�Con dones de tal valor |
|
qué falta a tus perfecciones? |
|
Falta saber si a esos dones |
|
acompaña otro mayor. |
|
El fuego del sentimiento |
25 |
|
que brota del corazón, |
|
con cuyo celeste don |
|
sobran belleza y talento. |
|
Esa centella divina |
|
de amor, que cuando aparece |
30 |
|
todo semblante embellece |
|
y toda mente ilumina, |
|
�la sientes tú? -Puede ser |
|
que lo ignores todavía. |
|
�Feliz quien merezca un día |
35 |
|
tal secreto conocer! |
Mayo de 1863. |
|
Se acerca, bella Teresa, |
|
el glorioso aniversario |
|
del santo rey que a Sevilla |
|
libró del yugo africano. |
|
Con dobles galas vestido, |
5 |
|
de ti se despide mayo |
|
y te deja por memoria |
|
de tu padre el nombre amado. |
|
Cuando mañana lo anuncien |
|
del sol los brillantes rayos, |
10 |
|
y tu amor filial le muestres |
|
con un cariñoso abrazo; |
|
pregúntale si conserva |
|
en su corazón grabados |
|
recuerdos de San Mateo |
15 |
|
en sus infantiles años; |
|
y si al ver mi firma aquí |
|
observas que no ha olvidado |
|
a su antiguo compañero, |
|
dale en mi nombre otro abrazo. |
20 |
29 de mayo de 1862. |
|
Carmen, �parece mentira |
|
que vaya a cumplirse un año |
|
desde que le di a tu padre |
|
los días de San Fernando! |
|
En un álbum parecido |
5 |
|
al que aquí tengo en la mano |
|
rogué a tu hermana le diera |
|
en mi nombre un tierno abrazo. |
|
�Paréceme que fue ayer! |
|
Iba a terminarse mayo; |
10 |
|
pero de aquel mayo a éste |
|
�cuántas cosas han pasado! |
|
Desde luego, un año entero; |
|
y a tu edad, Carmen, un año |
|
aumenta las ilusiones, |
15 |
|
a mi edad los desengaños. |
|
Mas si es verdad que en la vida |
|
los he tenido y amargos, |
|
no soy de los que maldicen |
|
este mundo que habitamos. |
20 |
|
Primero, porque no hay otro |
|
(hablo de tejas abajo), |
|
y luego, porque hay en él |
|
más de bueno que de malo. |
|
En esto, Carmen, sucede |
25 |
|
como en otros muchos casos, |
|
que el infeliz alza el grito |
|
y el feliz se está callado. |
|
Y aunque éstos sean los más, |
|
como no mueven los labios, |
30 |
|
parece que en este mundo |
|
no hay más que desesperados. |
|
Esta es, Carmen, la verdad: |
|
no seas tú como tantos |
|
que en el umbral de la vida |
35 |
|
son viejos anticipados. |
|
Toma la virtud por norte |
|
bajo el paternal amparo, |
|
y de las flores que brinda |
|
aspira el aroma grato. |
40 |
|
Ni creas ni niegues todo: |
|
y aunque te cueste trabajo, |
|
no entregues tu corazón |
|
si otro en prenda no te han dado. |
|
Pero en fin, �por qué pretendo |
45 |
|
darte consejos en vano, |
|
si todos ellos en uno |
|
puedo dejarte cifrados? |
|
De tus penas y alegrías, |
|
de tus risas y tus llantos |
50 |
|
elige por confidente |
|
al padre que Dios te ha dado. |
|
Los amores de este mundo |
|
viven porque esperan algo: |
|
el de un padre nada espera; |
55 |
|
ni siquiera ser pagado. |
|
Pero ya quiero dar fin, |
|
que el sermón va siendo largo |
|
y quizá te estoy diciendo |
|
lo que tienes olvidado. |
60 |
|
Perdona; y cuando amanezca |
|
el día de San Fernando |
|
y de tu padre celebres |
|
el feliz aniversario, |
|
lo que a tu hermana encargué |
65 |
|
a ti de nuevo te encargo. |
|
Y Dios nos conceda a todos |
|
ver muchos meses de mayo: |
|
a ti, Carmen, y a tu hermana |
|
para que le deis mi abrazo: |
70 |
|
a él para recibirlo, |
|
y a mí para recordarlo. |
Mayo de 1863. |
|
Vertiendo aroma, al despuntar el día, |
|
nace la rosa en plácido pensil: |
|
en el pensil de España, Andalucía, |
|
tú naciste también, Rosa gentil. |
|
Nace; y tímida empieza y ruborosa |
5 |
|
su purpurino cáliz a entreabrir; |
|
capullo son también tus labios, Rosa, |
|
cuando comienzan dulces a reír. |
|
Pastor incauto, del olor llevado, |
|
su tallo �ay, necio! se atrevió a tocar: |
10 |
|
aguda espina le dejó llagado, |
|
y largas horas consumió en llorar. |
|
Rosa gentil, que a su pesar inclinas |
|
a que te adore el que una vez te vio; |
|
dime si tienes cual la rosa espinas; |
15 |
|
que no quisiera lastimarme yo. |
1830. |
|
Cuando contemples la saña |
|
del mar que entre densa bruma, |
|
alzando montes de espuma, |
|
los riscos del puerto baña; |
|
piensa que igual conmoción, |
5 |
|
igual tormenta de horrores |
|
pueden causar tus rigores |
|
a algún triste corazón; |
|
mas cuando en ondas de plata |
|
se tienda el mar mansamente, |
10 |
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cual terso cristal luciente |
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donde el cielo se retrata, |
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gózate en mirarlo, y di: |
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��Al alma más angustiada |
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sólo con una mirada |
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puedo yo tornarla así!� |
1838. |