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«Es la ley 7ª. lib. VIII del título de los levantamientos y asonadas de gente armada, promulgada a petición de las Cortes de Valladolid en 1503. Su época y su título abren su interpretación. La autoridad pública era entonces insultada por gentes asociadas para malos fines, que usaban alguna vez de máscaras y disfraces para lograrlos más de seguro. No se trató, pues, de prohibir los inocentes disfraces de personas reunidas para divertirse en lugares cerrados, señalados por el magistrado público, y protegidos y velados por él, sino de que los enmascarados vagasen día y noche por las calles y plazas, cosa que podía provocar a delito, cubriendo sus autores». (Jovellanos, Memoria sobre las diversiones públicas.)

Después de la opinión de tan respetable magistrado, sólo se podrán traer por apoyo los hechos, los cuales demuestran que en los reinados posteriores al de los Reyes Católicos, en que se promulgó aquella ley, fueron permitidas y autorizadas las diversiones de máscaras, como lo acreditan las historias de aquellos tiempos; pudiéndose citar, entre otras varias ocasiones, las que se celebraron en Madrid en 1637, con motivo de haber sido elevado al imperio el rey de Bohemia y Hungría, cuñado de Felipe IV. Además, léanse las comedias de Calderón, Moreto y otros, donde se habla siempre de las máscaras como cosa corriente.

Posteriormente, en 26 de enero de 1716, dio S. M. Felipe V una ley (que es la segunda, tit. 13 del lib. XII de la Nov. Recop.), prohibiendo las máscaras, bajo severas penas, la cual reprodujo y agravó en otra de 27 de febrero de 1745. Mas, a pesar de todo, fueron permitidas pocos años después, y puede verse sobre ello la Instrucción para la ocurrencia de los bailes de máscaras dados en el teatro del Príncipe en el Carnaval de 1767, que es un papel muy curioso por su minuciosidad. También han sido permitidas en otras ocasiones y reinados en la corte, y casi constantemente en Barcelona y otras ciudades principales del reino. (N. del A.)

 

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En los Artículos escogidos de las Escenas matritenses (1836-1842) el artículo figura la fecha de marzo de 1832. [N. del E.]

 

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Léanse, en prueba de esta aserción, las noticias prolijas de los señores Ríos, Pellicer, Mayans, Navarrete y otros; solamente no fijan el cuarto que ocupó, aunque hay razones para creer que fuera el segundo, que entonces era aguardillado, y acaso podrían añadir a ellas fundamento los siguientes versos con que concluye el Viaje al Parnaso:


«Fuime con esto, y lleno de despecho,
Busqué mi antigua y lóbrega posada,
Y arrojéme molido sobre el lecho;
Que cansa, cuando es larga, una jornada».

(N. del A.)

 

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Esta estatua fue colocada en 1835, en la plaza de Santa Catalina, hoy de las Cortes. (N. del A.)

 

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Los que exageran las riquezas de Lope de Vega pueden leer los siguientes trozos de su testamento, que original he visto casualmente, y cuya copia testimoniada conservo. Este testamento está otorgado en 26 de agosto de 1635, víspera de su muerte, ante D. Francisco Morales, escribano del número de esta villa, y, entre otras cosas, dice lo siguiente:

«-Declaro que antes de ser sacerdote y religioso fui casado, según orden de la Santa Madre Iglesia, con doña Juana de Guardo, hija de Antonio de Guardo y doña María de Collantes, su mujer, difuntos, vecinos que fueron de esta villa; y la dicha mi mujer trajo por dote suyo a mi poder 22382 rs. de plata doble, e yo la hice de arras 500 ducados, de que otorgué escritura ante Juan de Pina, y de ellos soy deudor a doña Feliciana Félix del Carpio, mi hija única y de la dicha mi mujer, a quien mando se paguen y restituyan de lo mejor de mi hacienda, con las ganancias que le tocaren.

»-Declaro que la dicha doña Feliciana, mi hija, está casada con Luis Usategui, vecino de esta villa, y al tiempo que se trató el dicho casamiento le ofrecí 5000 ducados de dote, comprendiéndose en ellos lo que a dicha mi hija le toca de su abuelo materno... y respecto de haber estado yo alcanzado, no he pagado ni satisfecho por cuenta de la dicha dote maravedís ni otra cosa alguna, aunque he cobrado de la herencia del dicho suegro algunas cantidades... Mando se les paguen los dichos 5000 ducados.

»-Declaro que el Rey nuestro señor (Dios le guarde), usando de su benignidad y largueza, ha muchos años que, en remuneración del mucho afecto y voluntad con que le he servido, me ofreció dar un oficio para la persona que casase con la dicha mi hija, conforme a la calidad de dicha persona; y porque con esta esperanza tuvo efecto el dicho matrimonio, y el dicho Luis Usategui, mi yerno, es hombre principal y noble, y está muy alcanzado, suplico a S. M. con toda humildad, y al Excmo. Sr. Conde-Duque, en atención de lo referido, honre al dicho mi yerno haciéndole merced, como lo fío de su grandeza».

(Este testamento concluye nombrando por heredera universal a doña Feliciana, su hija única, y a la sagrada religión de San Juan, por lo que la perteneciere, según los estatutos, y por testamentarios nombró al Excmo. Sr. Duque de Sesa, D. Luis Fernández de Córdova, y a su yerno Luis de Usategui.) (N. del A.)

 

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A consecuencia del derribo de la iglesia de San Salvador, en 1841, fueron trasladados los restos de Calderón al cementerio de San Nicolás, fuera de la puerta de Atocha. Posteriormente acaban de ser trasladados a la iglesia del Hospital de Presbíteros naturales de Madrid, de que fue presidente. (N. del A.)

 

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En 1856, vendida esta casa como bienes nacionales procedentes de la Inclusa, fue rematada a mi favor la huerta, aunque, habiéndose verificado antes la de la casa, desistí de la posesión de la huerta, que cedí al dueño de la casa. (N. del A.)

 

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«El diablo dicta sus copias,
Maldecidas de Minerva,
A don Álvaro Guerrero
Y don Antonio Cacea».


MORATÍN. -Romance.                


(N. del A.)

 

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La tarasca era una figura de sierpe que iba delante de la procesión, y representando místicamente el vencimiento glorioso de Nuestro Señor Jesucristo sobre el demonio. Es voz tomada del verbo griego theracca, que significa amedrentar, porque espantaba y amedrentaba a los muchachos. En Tarascón, villa de Francia, en la Provenza, sobre la orilla izquierda del Ródano, existe una tradición que dice: «Que habiendo llegado Santa Marta a aquellas riberas, logró vencer y encadenar a un monstruo carnívoro, llamado la tarasca, que afligía y desolaba aquel país». La villa, agradecida, eligió a la Santa por su patrona, y conservó la memoria de aquel beneficio en un cuadro que hemos tenido ocasión de ver en su iglesia. Además, en la procesión que se hace anualmente con gran solemnidad, se pasea una imagen colosal del monstruo vencido y arrastrado por una muchacha. Finalmente, en el archivo de Madrid leemos en un antiguo libro de cuentas una partida que dice: «Por gastos en la tarasca para la procesión del Corpus, 1400 reales». (N. del A.)

 

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En los Artículos escogidos de las Escenas matritenses (1836-1842) el artículo figura la fecha de junio de 1833. [N. del E.]