Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajoLa beneficencia: oda a la Excma. Sra. Condesa de Castroterreño, con motivo del discurso que pronunció en la Real Junta de Damas en Elogio de la Reina Nuestra Señora



   Virtud consoladora, don del cielo
pura beneficencia,
si el tierno pecho que tu fuego inspira,
en tu elogio desplega su elocuencia,
no te desdeñes, no, de oír mi lira,  5
invocar y aplaudir tu nombre santo;
no te desdeñes, no, de oír mi canto.

    Tú, que para aliviar a los mortales
del Olimpo desciendes,
buscando el corazón noble y piadoso,  10
que con tu llama celestial enciendes;
a ti, entonando el himno sonoroso,
naturaleza sus consuelos canta,
y adora el ser que tu bondad levanta.

   Amira es el modelo venturoso  15
que elegiste en la tierra
para animar la humanidad doliente:
su noble pecho la ternura encierra
que necesita el mísero inocente;
y hallan su amparo en él, y su disculpa  20
los infelices hijos de la culpa.

   Oigo su voz de gratitud sublime
hasta el trono elevarse;
del genio y la piedad arrebatada,
contra el prestigio de razón armarse:  25
por la virtud y compasión llevada,
ella ofrece a la España en su elocuencia,
de su Reina la gloria y la clemencia.

    Yo te admiro, y te sigo en las tareas
de tus tiernos cuidados;  30
penetras la mansión adonde gimen
los desgraciados niños desgraciados;
allí con la miseria los oprimen
de la orfandad los males horrorosos,
y allí gozan tus dones generosos.  35

   Cual suele el austro del helado polo
en el hórrido invierno
asolar la campiña deliciosa,
que el decreto inmutable del Eterno
deja volar con furia vagarosa,  40
quedando a su rigor naturaleza
afligida, sin pompa ni belleza;

    Que al tornar la brillante primavera
de rosas coronada,
alza del polvo la abatida frente,  45
de flores y de frutos adornada;
abre su helado seno al sol ardiente,
y por doquier fertilidad mostrando
va al hombre sus tesoros prodigando.

    Así tú, Amira, el infeliz albergue  50
donde reinaba el llanto,
recuperas también de inmensos males;
tanta es tu compasión, tu celo tanto,
que imitas a los seres celestiales;
todo siente tu vista la terneza  55
que te inspira la fiel naturaleza.

    Si a ti fue dado de la Real Luisa
elogiar las virtudes,
también fue dado con benigna mano
practicarlas por ti; gozosa acudes  60
al socorro que anhela el ser humano;
por sus alivios velas y te afanas,
y en su conservación el lauro ganas.

   Yo vuelo a par del tiempo, viendo el curso
de las generaciones;  65
en mi mente su giro retratando
oigo a tu nombre dar las bendiciones,
que el egoísmo en vano fue buscando:
la patria te celebra, te engrandece,
y tus hechuras a mi vista ofrece.  70

    ¡Cuántos brazos la diste, que propagan
la abundancia en su seno!
¡Cuántos son de su gloria defensores,
que perdiera sin ti! Su imperio lleno
de artesanos está, de labradores,  75
que la industria fomentan, y natura
ve aumentarse por ti la agricultura.

   Y vosotros, viciados corazones,
con el lujo engreídos,
de la beneficencia ved el fruto;  80
y cuando no podáis enternecidos
pagar a sus bondades el tributo
de la santa virtud, volved los ojos
del tiempo de impiedad a los despojos.

    Mirad como era entonces el asilo  85
de tantos inocentes,
asilo del dolor, y la fiereza;
ved los desnudos niños, que impacientes
claman por el sustento; y la dureza
con que una vil nodriza los castiga,  90
y los deja expirar de hambre y fatiga.

    ¡Ay!, ellos perecieron; su memoria
me horroriza, me aterra;
No más correr mis lágrimas en vano;
yo vuelvo a la mansión, donde se encierra  95
de Luisa el amparo soberano;
allí suena su nombre; allí está Amira,
la piedad publicando que ella inspira.

   Allí triunfa mi sexo; la nobleza
de la corte española  100
a su Reina benéfica imitando,
la gloria de hacer bien disfruta sola;
la inocencia a su vista está implorando
en su favor la bendición del cielo
por su prosperidad y su consuelo.  105

   Las madres de estos niños desgraciados
ante el Criador postradas,
a ellos unen sus votos fervorosos
en tierno llanto de placer bañadas:
y yo también, o seres virtuosos,  110
celebro de vosotras la clemencia,
y admiro y cauto a la beneficencia.