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Obras poéticas. Tomo III

María Rosa Gálvez






ArribaAbajoAmnón: tragedia original en cinco actos

Personajes
 

 
FELICIA,   dama suya.
AMNÓN,   hijo de David.
THAMAR,   hijo de David.
ABSALÓN,   hijo de David.
DAVID.
JONADAB,   confidente de Amnón.
JOAB,   general de David.
ACHITOFEL,   confidente de Absalón.
SALOMÓN,   hijo de David.
ADONIAS,   hijo de David.
Coro de pueblo, guerreros y doncellas de Israel.
 

La acción pasa a vista de las murallas de Jerusalén.

 
Acto I

 

El teatro representa la campiña inmediata a Jerusalén. A la izquierda vista de la ciudad con puerta practicable en sus murallas. A la derecha vista del pabellón de DAVID con entrada. El telón del foro representa varios collados; sobre uno de ellos se ve una granja de ABSALÓN.

 

Escena I

 

JONADAB, JOAB, THAMAR, coro de pueblo y doncellas israelitas con ramos de palma y laurel.

 
CORO
Gloria al Dios de Israel poderoso:
alabanza al heroico David:
venturosa Sión, celebremos
su victoria, su triunfo feliz.
VOZ I
La esclavitud, la muerte5
Jerusalén temió;
a su amenaza fuerte
Jerusalén lloró.
VOZ II
Pero el Señor eterno
al contrario feroz, 10
con su poder tremendo
por siempre aniquiló.
CORO

 (Repite.) 

Gloria a Dios de Israel &c.
JOAB
Doncellas de Israel, pueblo dichoso,
del Dios de las batallas escogido15
para mostrar al orbe su grandeza,
vuestro armonioso cántico festivo
a vista de David celebrar debe
su victoria feliz; ya en este sitio,
cuanto a su pompa el esplendor aumente,20
mi diligencia tiene prevenido.
A este fin, el ejército dejando
en el Cedrón, que ciñe, este distrito,
me separé del Rey: a recibirle
ya se adelantan sus amados hijos, 25
id vosotros también, y de su vuelta
aumentad el aplauso y regocijo.
THAMAR
En este día, amadas compañeras,
Abandonar debemos el retiro
de nuestra juventud; yo, más que todas, 30
de esta feliz victoria participo,
como hija de David. ¡Oh amado padre!
Mis manos ornarán tu encanecido
cabello con la palma vencedora.
Sobre tu corazón el brazo invicto,35
que aniquiló los fieros Ammonitas,
estrechará a Thamar enternecido.
Seguidme, amigas; festejad mi gozo;
y sembrando de flores el camino
que debe hollar su planta, nuestras voces40
celebren su valor y su heroísmo.
 

(Se va con el coro.)

 


Escena II

 

JONADAB, JOAB.

 
JOAB
Decidme, Jonadab, ¿cuál es la causa
de que Absalón no asista en este sitio
al triunfo de David con sus hermanos?
JONADAB
Absalón hoy celebra en el recinto 45
de su campestre albergue el esquileo
de sus ganados. Desde aquí diviso
su granja, que domina aquel collado;
y estando de este campo tan vecino,
no tardará en venir, donde tribute 50
a David su obediencia como hijo.
JOAB
Dudoso es su respeto, cuando falta
en día tan plausible a recibirlo.
Vamos nosotros, Jonadab.
JONADAB
No puedo
abandonar, Joab, a un triste amigo, 55
que la dolencia oprime. De la sangre
el tierno lazo, a la amistad unido,
me obliga a que a su lado permanezca
para aliviar su mal con mi cariño.
JOAB
¿Y quién es quien merece en este día 60
tanto con vos, que al triunfo prevenido,
faltáis por su amistad y parentesco?
¿Qué? ¿De David no es Jonadab sobrino?
¿Pues quién este deber de la Real sangre
os obliga a olvidar?
JONADAB
Amnón su hijo.
65
JOAB
¡Qué oigo! ¡El Príncipe Amnón, el heredero
de Israel, la esperanza por su brío
del pueblo de Abraham!
JONADAB
¡Vana esperanza!
Una horrible dolencia ha consumido
al fuerte de Judá; tiene ofuscada 70
su razón, su valor quedó marchito.
JOAB
¿De qué nace?
JONADAB
Lo ignoro. Amnón se obstina
en que el silencio encubra los motivos
de su largo penar: sólo ha fiado
a mi amistad, que siente poseído 75
su corazón de angustias y temores.
Recuerda horrorizado los castigos
a David por Natham, profetizados
para espiar el bárbaro delito
de la muerte de Urías: Amnón tiembla 80
al nombre del amor; afecto impío;
que al adulterio unió el asesinato:
sabe que de David serán los hijos
instrumentos, que muestren la justicia
del supremo Hacedor; y estremecido, 85
de la naturaleza los enlaces
abomina, que forman su suplicio.
Él ama la virtud; Amnón socorre
con benéfica mano al desvalido;
oculta su tormento a los mortales, 90
y en el bien que a otros hace halla su alivio.
Pero en su estado triste y doloroso
mi amistad no ha logrado reducirlo
a que entre sus hermanos al encuentro
saliese de David. Los regocijos 95
aumentan de su alma los pesares:
los cantos del placer son sus martirios;
y para mitigarlos mi desvelo
permanecer con él juzga preciso.
JOAB
Jonadab, vuestro celo en este lance 100
es digno de un pariente y de un amigo:
conociendo el origen, yo lo apruebo,
y a buscar al Monarca me dirijo,
para que no se alarme su ternura,
advirtiendo la falta de su hijo. 105
Sobre su triste estado y su dolencia
corresponde a mi afecto prevenirlo:
procurad vos en tanto que se anime
el Príncipe a mostrarse en este sitio
a la vista de un padre que lo adora, 110
con un semblante de su gloria digno;
procurando ocultar sus graves penas
en un día tan plácido y festivo.
 

(Se va.)

 
JONADAB
¿Y podrá el infeliz de su tormento
disimular las ansias? Él ha sido 115
en su penar cual palma combatida
por los furiosos vientos encendidos
del hórrido desierto, que en el polvo
doblega, y hunde su esplendor marchito.
Pero él se acerca.


Escena III

 

JONADAB, AMNÓN por la puerta de la ciudad.

 
AMNÓN
Jonadab, sosténme.
120
JONADAB
Pues ¿qué nuevo dolor...
AMNÓN
¡Ah!, yo la he visto.
JONADAB
¿A quién?
AMNÓN
¡Oh cielos! ella descollaba
en beldad entre el número infinito
de las doncellas, como el alto cedro
su pompa eleva sobre los olivos 125
humildes del Cedrón; ella ofuscaba
la hermosura, los tiernos atractivos
de las hijas de Sión: Thamar más bella
que la rosada aurora, con el brillo
de sus ojos el pueblo ha deslumbrado, 130
y para siempre ¡oh Dios!, cegó los míos.
JONADAB
¡Tu hermana!
AMNÓN
¡Odioso nombre!
JONADAB
¡Qué profieres!
AMNÓN
¡Oh Thamar, dulce nombre a mis oídos!
¡Cruel naturaleza! ¡Detestable
lazo contra el amor! Yo te abomino. 135
JONADAB
Será posible... ¡oh Dios!... Tiemblo al pensarlo;
pero no puede ser. De tu delirio
conozco son efecto tus palabras:
mas, Amnón, ¿por qué causa de un amigo
recatas el origen de tus males? 140
Yo veo aniquilarse tus floridos
años en el abismo de las penas:
un funesto dolor ha consumido
tu valor y tus fuerzas. ¡Ah!, descubre
el origen fatal de tu martirio 145
a quien la sangre y la amistad...
AMNÓN
No pienses
que ni uno ni otro afecto hubieran sido
bastantes a triunfar de mi silencio,
si hoy mi pasión, llegando a lo infinito,
no aumentara el incendio en que me abraso; 150
el que por tanto tiempo ha consumido
mi corazón sensible y temeroso.
Hoy, caro Jonadab, la causa he visto
de esta llama funesta; y recelando
que su vista acreciente mi peligro, 155
y arranque mi secreto, enteramente
descubrirte mis penas determino.
A este fin te buscaba; tus consejos
me pueden separar del hondo abismo
a que el amor me arrastra: yo idolatro 160
a mi hermana Thamar.
JONADAB
¡Gran Dios, qué he oído!
Cierta fue mi sospecha.
AMNÓN
Yo la adoro:
nuestros primeros años confundidos
bajo de un mismo techo, en la inocencia,
en los juegos pueriles y sencillos 165
de la infancia volaron; recatada
después Thamar en el materno asilo,
dejó en mi corazón de su hermosura
la imagen indeleble. En su retiro
creció en beldad, en gracias y en virtudes; 170
y el ciego amor creció en el pecho mío
a par de sus encantos: temeroso
de mi fatal pasión, cobarde he huido,
de su presencia. En vano. Mis tormentos
la ausencia acrecentaba; eres testigo 175
de mi eterno penar y mi constancia;
en fin hoy, que del triunfo prevenido
a mi padre, Thamar alborozada
salió a aumentar el majestuoso brillo,
desde mi habitación he vuelto a verla 180
como la fresca rosa, que al rocío
de la aurora desplega su hermosura,
absorto al contemplar de sus divinos
ojos la luz que abrasa, cuando alumbra,
la turbación cruel de mis sentidos 185
recelo que descubra mi secreto:
conozco, Jonadab, que es hoy preciso
asistir a su lado a nuestro padre;
cuida tú por piedad, querido amigo,
de Amnón en su presencia; mis extremos 190
de mi afecto pudieran instruirlo,
y aun privarme quizá de que mis ojos
a Thamar puedan admirar tranquilos.
JONADAB
Absorto estoy: acaso a tu dolencia
fuera el mejor remedio tu peligro. 195
AMNÓN
¡Qué dices! ¿Cómo?
JONADAB
A mi razón atiende.
La privación fue siempre el incentivo
mayor de las pasiones: si a tus penas
la sensible Thamar prestase alivio;
si su celo a tu lado prodigase 200
del fraternal afecto los cariños;
quizá el fuego de amor que arde en tu seno,
perdiendo su violencia, en el sencillo
sentimiento quedara solamente
de la naturaleza. Dime, amigo, 205
viendo a Thamar ¿qué sientes?
AMNÓN
Que se calman
de mi angustiado pecho los martirios.
Arrebatado sólo en su hermosura
mis ardientes deseos confundidos
quedan en el silencio; y consolado 210
a verla y adorarla sólo aspiro.
JONADAB
Pues no dilates más proporcionarte
un medio que destruya el apetito,
dándote libertad de verla siempre
con el nombre de hermana más tranquilo; 215
nombre que postrará tu amor funesto
por su inocente labio repetido.
Si David te pregunta en este día
de tu extraña dolencia los motivos,
ocúltale el origen, di, que sientes 220
una melancolía que ha rendido
tu corazón, sin que la causa alcances;
dile, que tu tristeza tendrá alivio,
si Thamar, como hermana cariñosa,
prestase a tu dolencia los oficios 225
del amor fraternal. David es padre;
tu ruego escuchará compadecido;
otorgará tu súplica, y entonces...
AMNÓN
¿Piensas tú que yo pueda persuadirlo
a que por mí derogue la costumbre, 230
que a una virgen prescribe su retiro?
JONADAB
Como Rey puede, Amnón. Pero examina
si de tu incertidumbre es el principio
algún deseo criminal, alguna
centella delincuente, que al abrigo 235
de la seguridad nace en tu pecho.
AMNÓN
Jonadab, nunca. ¡Oh Dios! ¡Qué has proferido!
¿No conoces a Amnón? ¿Te has olvidado
de que ama la virtud? Dime ¿no has visto
mi corazón furioso en sus pasiones 240
detestar aun la sombra del delito?
Sabe que si un momento imaginara,
que de Thamar pudiera el atractivo
arrastrarme hasta el crimen, fuera entonces
mayor mi odio que mi amor ha sido. 245
No, jamás; nunca habrá en el universo
una beldad, cuyo poder impío
mi virtud postre, y me haga delincuente:
antes una y mil veces consumido
de su fatal pasión Amnón perezca; 250
primero mi existencia hunda el abismo.
¡Yo un incesto!... ¡Oh furor!... ¿Lo ordena el cielo...
JONADAB
No más, Amnón; modera tu delirio:
tú serás virtuoso.
AMNÓN
Virtuoso...
Sí; lo seré a pesar de mi martirio. 255
JONADAB
Calma tu agitación.  (Música dentro.)  Esa armonía
anuncia que David llega a este sitio.
Recuerda tu virtud y mi consejo;
y piensa si tu amor debe seguirlo.


Escena IV

 

DICHOS, DAVID, THAMAR, ADONIAS, SALOMÓN, JOAB, Coro de pueblo, guerreros y doncellas

 
CORO
Gloria al Dios de Israel poderoso: 260
alabanza al heroico David:
venturosa Sión, celebremos
su victoria, su triunfo feliz.
DAVID
Bendigamos el brazo poderoso
del Dios de los ejércitos; vencidos 265
los fieros Ammonitas, asolada
Rabath su capital, con el auxilio
de un Dios omnipotente se asegura
la suerte de Sión y de mis hijos.
Yo te ofrezco, Señor, esta victoria, 270
que tu piadoso y sabio poderío
a David concedió: nada es el hombre;
nada son los esfuerzos de su brío,
si tu eterno poder no los ampara.
Dispóngase al momento un sacrificio 275
digno del tabernáculo sagrado:
las pacíficas hostias al cuchillo
doblen el dócil cuello, y por el crimen,
que mi ciega pasión ha cometido
inmólense las víctimas debidas 280
al supremo anatema. Pueblo mío
hasta cumplir estos deberes santos,
no gozaré del triunfo que previno
Jerusalén para aplaudir mi gloria;
en este pabellón me determino 285
a descansar a vista de sus muros,
en tanto que dispongo el sacro rito.
Joab, cumple mis órdenes.
 

(Se va JOAB.)

 
Vosotras,
doncellas de Israel, vuestro retiro,
después de celebrar la ceremonia, 290
volveréis a ocupar con regocijo.
THAMAR
En tan glorioso día, amado padre,
permitid lleve al maternal asilo
de vuestra vuelta la feliz noticia.
DAVID
Hija querida, ve.
THAMAR

 (A las doncellas.) 

Venid conmigo.
295
 

(Se va con las doncellas por la puerta del muro.)

 


Escena V

 

DAVID, ADONIAS, SALOMÓN, AMNÓN, JONADAB, Guerreros.

 
AMNÓN

 (Aparte queriendo seguir a THAMAR.)  

Su hermosura me arrastra.
DAVID
¿Adónde, adónde
te encaminas, Amnón?
AMNÓN

 (Deteniéndose turbado.) 

¡Oh padre mío!
DAVID
¿Por qué evitas mi vista? Tus hermanos
amantes mi regreso han prevenido,
volando hasta encontrarme presurosos, 300
mostrando su placer y su cariño.
AMNÓN
Ellos son muy felices.
DAVID
Y tú ingrato.
AMNÓN
¡Ah!, no me deis un nombre tan impío.
¡Si supieseis mi mal!
ADONIAS
¿Puede Adonias
con su amor fraternal disminuirlo? 305
SALOMÓN
¿Pudiera Salomón con su ternura
a tu fiera dolencia dar alivio?
AMNÓN
No, hermanos, no: mis penas son eternas.
DAVID
Dejadnos solos luego en este sitio.
 

(ADONIAS, SALOMÓN y JONADAB se entran en la tienda de DAVID. Los guerreros se retiran al foro.

 


Escena VI

 

AMNÓN, DAVID.

 
AMNÓN

 (Aparte.) 

¡Oh turbación!
DAVID
Estoy de tu dolencia
310
por Joab informado, amado hijo;
y espero que de un padre los desvelos
podrán desvanecerla, si el motivo
que la origina a mi piedad descubres.
¿Cuál puede ser la pena que ha rendido 315
al heredero de David; al fuerte,
a quien el justo Criador previno
para subir al trono de Judea;
a cuya descendencia ha prometido
dar la eterna salud, que de la culpa 320
liberte a los mortales afligidos?
Amnón, ¿has olvidado que esta dicha,
por ser mi primogénito, es preciso
que proceda de ti? ¿No son bastantes
para elevar tu espíritu abatido 325
las sacras profecías, que anunciaron
al universo un Salvador divino
en tu posteridad? Esta esperanza
vuelva a tu juventud su antiguo brío;
vuelva a Israel con tu salud su gozo; 330
y a un tierno padre vuélvale su hijo.
AMNÓN
Siempre en mí lo hallaréis. A que se cumplan
los sagrados decretos sólo aspiro:
mas conozco que en tanto que domine
a mi débil razón este delirio, 335
no elegirá el Eterno mi existencia
para mostrar su gloria.
DAVID
¡Oh Dios! ¡Qué lo oído!
Amnón, ¿dudarás tú de su palabra?
AMNÓN
Nunca. ¡Oh padre! Yo dudo de mí mismo. 340
DAVID
¿Luego eres criminal?
AMNÓN
Soy virtuoso.
DAVID
Pues ¿qué pasión...
AMNÓN
¡Ah padre! Yo os suplico
que no aumente mi mal vuestra ternura.
De una melancolía poseído
mi corazón, ignoro que la causa... 345
DAVID
Amnón, yo tus pesares adivino;
tú amas.
AMNÓN

 (Sobresaltado.) 

¿A quién?
DAVID
No sé; pero el objeto
de tu amor, sea el que fuere, mi cariño
te otorgará: soy padre.
AMNÓN

 (Con viveza.) 

¿Sea el que fuere?
DAVID
Pues ¿qué doncella existe en mis dominios, 350
a quien no haga dichosa tu himeneo?
Si tu pasión incauta no ha elegido
una idólatra; alguna a quien las leyes
impidan el honor del sacro rito.
AMNÓN
Esas terribles leyes... ¡ah!, yo muero. 355
¡Oh padre! En mi dolor para conmigo
son inútiles... vanas... yo no amo.
De la naturaleza el fiel cariño
es sólo el que conozco, el que venero:
quizá su afecto puro diera alivio 360
a mi fatal tristeza.
DAVID
¿De qué modo?
AMNÓN
En mi largo penar he conocido,
que la imagen feliz, consoladora
de la infancia, calmaba el desvarío
de mi tétrico espíritu. La vista 365
de los objetos dulces y sencillos
de tan dichoso tiempo, quizá puede
desvanecer mis penas: yo he vivido
con Thamar en los días de inocencia;
su memoria me es grata, y os suplico 370
que a mi hermana, señor, se le permita
dejar algunas horas su retiro,
para que sus desvelos fraternales
hagan más tolerable mi martirio.
DAVID
Si su cuidado consolarte puede, 375
luego que asista al santo sacrificio,
irá a tu habitación; tú acompañarme
debes al tabernáculo, hijo mío.
Tus hermanos esperan; vamos luego.
En tanto, la alabanza al infinito 380

 (A los guerreros.) 

poder de Dios resuene en estos campos.
AMNÓN
Yo  (Aparte.)  la volveré a ver. Señor  (A DAVID.) , ya os sigo.
 

(Se entran los dos al pabellón.)

 
 

(Coro de guerreros, que sirve de intermedio del acto primero al segundo.)

 
CORO

 (Cántico de DAVID; fragmentos del salmo 29.) 

Exaltaré tu gloria,
o soberano Dios;
pues contra el enemigo 385
me diste tu favor.
Salvásteme, atendiendo
benigno mi clamor;
libraste el alma mía
del infernal furor. 390
UNA VOZ
Humildes alabanzas
cantemos al Señor,
y a su memoria santa
celebre nuestra voz.
OTRA VOZ
El mal y la desgracia 395
está en su indignación;
y en su decreto eterno
vida y salud se halló.
TODO EL CORO
Mi llanto por tu gracia
en gozo se trocó; 400
mi triste vestidura
tu gran piedad rasgó.
Y por eso a tu gloria
tributo adoración;
cantando eternamente 405
a mi Señor y Dios.



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