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Octavas que dedica al señor Don Nicolás de la Cruz y Bahamonde, Conde de Maule, académico honorario de la de San Fernando y de la de San Lucas de Roma, vecino de Cádiz, su mejor amigo

Bernardo Lassaletta

Cádiz: En la Imprenta Gaditana de D. Esteban Picardo, calle de la Carne núm. 186. Año de 1817.

                                                ¡Oh!, mi apreciable Conde, a quien el cielo               
adornó con mil prendas singulares,
que vio brillar este dichoso suelo
haciendo cosas muy particulares,
con tal tino que sirven de modelo,
y se deben mirar como ejemplares:
mi débil pluma intenta publicarlas,
ya que no es asequible numerarlas.
 
     Amistad a una empresa me conduce
superior a mis fuerzas, mas, no obstante,
como en mi cuadro la verdad reluce,
nada importa que no sea elegante;
si mi torpe pincel aún le desluce,
siempre será su mérito brillante:
así nada me arredra y sólo trato
de sacar parecido tu retrato.
 
     Plugiera al cielo que la musa ingrata
animase benigna mi flaqueza,
y si mi corto numen lo dilata
por su bello carácter y lindeza,
dirigiendo a esta pluma que le ata
mi ignorancia tal vez, o mi torpeza,
en pos de los Quevedos, los Ercillas,
mil cosas te diré, mil maravillas.
 
     Talca es la patria de mi buen amigo
en el reino de Chile venturosa,
ella siempre será mudo testigo
de su fiel pecho, alma generosa,
y en aquel fértil suelo que bendigo,
pues que fue tan feliz y tan dichosa,
tan dignos monumentos ha dejado,
que su nombre será siempre admirado.
 
     Sus padres fueron nobles, y, por tanto,
le educaron con celo y energía,
llenando su deber virtuoso y santo
con mostrarle del bien la sola vía,
la ciencia, la virtud y todo cuanto
al colmo de esplendor al hombre guía,
y porque su deber así cumplieron
también sus votos realizados vieron.
 
     Presto a las armas acudió impaciente
a su costa sirviendo voluntario;
fue tan buen capitán como teniente,
portándose con celo extraordinario,
y como por su cuna era valiente
no conoce el temor, muy al contrario,
deseaba él imitar a sus mayores
que fueron algún día conquistadores.
 
     Sus jefes militares convencidos
de su capacidad y su prudencia
le piden al gobierno muy unidos
premie su aplicación y suficiencia
como a los militares distinguidos
con las cruces de honor y preferencia,
y teniendo en su mano esta ocasión
firme la desprecia su moderación.
 
     Su destino varía muy prontamente
y se embarca contento para España,
donde arriba gustoso y felizmente,
pues sin duda la suerte le acompaña:
ocurrió en el momento otro incidente
de una guerra cruel, y en su campaña
él se brindó a servir con bizarría,
consiguiente a su clase y jerarquía.
 
     De joven su conducta cuál sería
fácil es comprehender o adivinar,
pues su ardiente deseo se dirigía
a aprender a vivir y no vagar;
un instante no pierde noche y día
para hacerse feliz y adelantar,
pudiéndose afirmar tenía sembrado
los bienes que en su día ha cosechado.
 
     Ansiando nuestro Conde por saber
y al mismo tiempo deseoso de viajar,
determinó el salir para aprender
lo que algún día se dignó enseñar:
así fue muy resuelto en no perder
un instante, un momento, por juntar
mil riquezas o bellos materiales
de los que nos ha dado ideas cabales.
 
     Caminando admiraba nuestro Conde
cualquiera cosa digna de atención,
suspendiendo su marcha siempre a donde
algo chocaba a su penetración;
a su prolijidad nada se esconde
que merezca el aprecio o estimación,
y al mismo tiempo que las admiraba
todo lo que podía también compraba.
 
     Retorna nuestro Conde de su viaje
tan lleno de ideas y conocimientos
que siempre harán honor a su linaje,
por haber de ellos fieles documentos;
también hizo apreciable su menaje
agregando pinturas de argumentos
varios y bellos y en su colección
hizo de miles grabados provisión.
 
Siendo en él el saber una manía,
pues es muy constante amigo de leer,
no pudo prescindir su fantasía
de las obras más sabias recoger;
de este modo formó una librería
que más completa es muy difícil ver
y al mismo tiempo que la fue juntando
los estudiosos la iban disfrutando.
 
     Siendo, en fin, tan amigo de la historia
y de la natural muy aplicado,
determinó tener una memoria
de lo que en esta clase ha colectado;
puede tener sin duda vanagloria
de haberse a toda ciencia dedicado,
y en prueba de mi dicho en un armario
también conserva un lindo monetario.
 
     Sosegado, después de su regreso
trató de darnos una idea notoria,
habiendo en diez volúmenes impreso
una lucida y primorosa historia
que todos mirarán con embeleso,
haciendo así apreciable su memoria,
pues ella proporciona la instrucción
y constante prueba de su aplicación.
 
     El mérito que encierra en sí esta obra
es ser el más prolijo itinerario,
porque la exactitud tanto le sobra
que es de preciosidades inventario:
cada día más se estima, y así cobra
un premio muy debido, no usurario,
y varias academias de opinión
le han dado pruebas de su estimación.
     Importando a su casa y aún a él mismo
que el comercio mirase con aprecio,
prescindiendo de necio quijotismo
que trata al negociante con desprecio,
al cálculo se aplica y al guarismo,
a la alta calidad, al bajo precio,
y en este ramo tanto ha progresado
que el público le llama acaudalado.
 
     De este modo reunió muy sabiamente
a lo agradable y útil lo lucroso,
dando una prueba clara y evidente
que nada se resiste al industrioso:
su situación feliz es consiguiente
a su genio aplicado y laborioso,
pudiéndose decir sin ser temeridad
ha llegado al colmo de felicidad.
 
     No quiso sólo el bien para sí mismo,
pues que su corazón es generoso
y desconoce cuanto es egoísmo,
siendo del bien ajeno muy celoso:
también dio pruebas de su patriotismo
atendiendo a la patria presuroso
y en los días de apuro y tristeza
al Gobierno socorre con largueza.
 
     En las guerras ruinosas que han pasado
es muy difícil el hacer mención
de lo que al Rey nuestro héroe ha dado
por donativo y por contribución;
con su ejemplo también ha convidado
a que siga el egoísta su opinión,
callando cosas mil con sentimiento
que por no ser molesto no las cuento.
 
     El que su elogio expresa lo ha tratado
en asuntos muy graves y prolijos,
y en su bello carácter ha encontrado
grande formalidad, principios fijos;
en mil y mil negocios se ha prestado
para su bien estar y el de sus hijos,
y así confiesa mi amistad ufana
que quien con Maule trata siempre gana.
 
     Si al pobre y desgraciado ha socorrido
en sus premuras, según he contado,
y al Gobierno también sin duda ha sido
el mejor que en su clase ha ayudado,
ya no puedo dejar en el olvido
lo que a la religión ha consagrado,
brindándose gustoso y a porfía
para el fomento de toda obra pía.
 
     Dígalo un hospital que en Talca ha fabricado
con sus hermanos, señalando renta
a fin de sostenerlo en buen estado,
siendo obra memorable y opulenta;
o un convento de mínimos tratado
por la tropa francesa tan violenta,
tan mal que el templo estaría inservible
si el Conde Maule no fuese sensible.
 
     Diga también la iglesia de Chiclana
lo que por ver su fin se ha interesado,
construyendo a su costa la manzana
sobre cuanto en su obra había gastado;
de este modo aquel clero así se afana
para demostrarle que vive obligado
dándole por favor particular
asiento en su coro, cual capitular.
 
     Diga también de Cádiz el hospicio
a donde llega su beneficencia
si siempre no lo halló pronto y propicio
para el cuidado de su subsistencia;
no permitió se hiciese un sacrificio
que empeorase su suerte y existencia,
pues con sus propios fondos atendía
a todas las urgencias que allí había.
 
     Las artes y las ciencias ha mirado
con decidido amor y siempre alienta
a cualquiera que advierte es aplicado,
y le acalora, anima y le fomenta:
este prurito bien ha demostrado
en cuantas academias él frecuenta,
y a la de Cádiz, como consiliario,
siempre miró con celo extraordinario.
 
     Lo que ama la paz y la justicia
en todos tiempos ha manifestado
en su trato cabal, y es su delicia
favorecer en todo al desgraciado;
aborrece el engaño y la injusticia,
mirando a su motor con desagrado,
demostrando a este pueblo generoso
que es el juez más recto y más piadoso.
     Lleno, por fin, de honores y riquezas,
teniendo ya su domicilio fijo,
pensó poner un fin a sus empresas,
y dejar tantos bienes a algún hijo:
no va a buscar entonces gentilezas,
buscaba la virtud, y Dios bendijo
esta resolución de tal manera
que le destina digna compañera.
 
     Escoge al fin consorte que le iguala
en su carácter y su nacimiento,
y linda esposa que eligió por gala:
virtud, moderación, recogimiento,
la pública opinión bien la señala
por sus virtudes y por su talento,
siendo los dos felices, según veo,
desde aquel día que los unió himeneo.
 
     De esta dichosa unión ha resultado
una apreciable niña con talento,
que en sus primeros años ha mostrado
que a su tiempo será nuevo portento
y como que en su sangre ella ha heredado
la virtud, el saber y el miramiento,
ya en el día, según tengo observado,
a sus bondosos padres ha encantado.
 
     Habiendo nuestro Conde calculado
que todo está expuesto a una mudanza,
por precaverla ha determinado
fincarle renta, según es la usanza,
para que ella viva como se ha criado,
y su cariño paternal descansa
habiéndole fijado buena renta
de trastornos y acasos muy exenta.
 
     Así vive feliz mi caro amigo
siendo de todo el pueblo respetado,
y así goza contento a el grato abrigo
de los bienes que él se ha granjeado:
todo el pueblo de Cádiz es testigo
que en su pintura no he exagerado:
así nuestro Conde de el grande al chico
es apreciado del pobre y del rico.
 
     En buen hijo, buen padre, buen esposo,
buen militar, paisano, comerciante,
honrado, circunspecto, religioso,
de las artes y ciencias muy amante,
noble, caritativo, generoso,
es difícil hallar su semejante:
forzoso era así para lograr mi intento
más numen, más lugar y más talento.
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