Escena primera
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LA FUERZA | Al remoto confín hemos
venido | | De la tierra, a los yermos inaccesos | | De la Escitia.
Tú, Hefesto, los mandatos | | Del Padre cumplirás,
y a Prometeo | | Maléfico atarás a la alta roca,
| | De adamantinos lazos con cadena, | | Pues la llama, flor
tuya, y de todo arte | | Fácil materia, arrebató
a los cielos, | | Y a los hombres la dio. Por tal delito
| | Justo es que pague merecida pena, | | Para que aprenda a
respetar de Zeus | | La alta deidad, y a no endiosar al hombre.
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HEFESTO | Fuerza y Poder, vosotros ya cumplisteis | | La voz
de Zeus; pero no me atrevo | | A encadenar en proceloso risco
| | A un dios de mi linaje. Dura fuerza | | Es la necesidad;
cumplirse debe | | La voluntad del Padre. ¡Excelso hijo | | De la divina Temis consejera! | | A mi pesar, con lazo indisoluble,
| | Te sujeto a esta peña, nunca hollada | | De humanas
plantas, do ni forma veas | | Ni voz escuches de mortal alguno,
| | Mas la llama del sol lenta te abrase | | Y mude tu color.
Cuando estrellada | | La noche oculte el esplendor del día,
| | O el sol disipe el oriental rocío, | | Siempre tu
mal te aquejará presente. | | Aún no nació
quien libertarte pueda. | | ¡Tal premio por tu amor a los
mortales! | | ¡Tú, siendo dios, las iras de los dioses,
| | Por honrar a los hombres, te atrajiste! | | Injusto fue
tu afán. Y por castigo | | Este peñasco sostendrás
enorme, | | Estando en pie, sin que tus ojos cierre | | El
sueño, sin que doble tus rodillas | | Larga fatiga,
con lamento mucho | | E inútil llanto; que de Zeus
la cólera | | Es dura de aplacar, y siempre recia
| | Es de nuevo señor la tiranía. | |
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LA FUERZA |
¿Por qué le compadeces y te paras? | | ¿No le aborreces
cual los otros dioses, | | Ya que entregó tu don a
los mortales? | |
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HEFESTO | La sangre y la amistad son fuertes
nudos. | |
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LA FUERZA | ¿Despreciarás las órdenes
del Padre? | | ¿No temes esto más? |
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HEFESTO | Siempre
eres cruda | | Y por extremo audaz. |
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LA FUERZA | Vano
remedio | | Es llorarle; lo inútil abandona. | |
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HEFESTO |
¡Malditas sean mis manos y su oficio! | |
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LA FUERZA | No las
detestes; que de tantos males | | No es la causa tu arte.
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HEFESTO | ¡Oh
si este arte | | Algún otro supiera! |
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LA FUERZA | Nadie
es libre, | | Fuera de Zeus; los dioses alcanzaron | | Todo,
menos imperio. |
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LA FUERZA | No tardes, pues, en circundar de lazos
| | A Prometeo. No te mire el Padre | | Temer y vacilar. |
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LA FUERZA | Tómalos, y en
las manos el martillo | | Alza y sacude, y clávale
a la piedra. | |
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LA FUERZA | Hiere
más fuerte. | | Remáchale, que es diestro, y
hallaría | | Manera de escapar... |
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HEFESTO | Ya
de este brazo | | No se desclavará. |
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LA FUERZA | Pues
clava el otro; | | Y entenderá que es inferior a Zeus
| | En industria y saber. Su pecho pase | | Adamantina cuña...
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HEFESTO | ¡Ay,
Prometeo! | | Gimo al ver tu dolor. |
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LA FUERZA | ¿Tornas
ahora | | A detenerte con gemidos vanos? | | No te pese quizá,
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HEFESTO | ¿No
ves presente | | Espectáculo atroz? |
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LA FUERZA | Miro
la pena | | Al delito seguir. En las axilas | | Clávale
pronto. |
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HEFESTO | Ya
sé que he de hacerlo; | | No me lo mandes más.
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LA FUERZA | Quiero
apremiarte, | | Y tu ardor excitar. Traba sus piernas | | Con
ferrados anillos... |
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LA FUERZA | Y con grillos sus pies ora entrelaza,
| | Pues en obras de hierro es eminente. | |
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HEFESTO | Son fieras
tus palabras cual tu rostro. | |
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LA FUERZA | Sé dulce
en hora buena; mas no taches | | Mi firme condición
y áspero genio. | |
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HEFESTO | Encadenado está; quédese
solo. | |
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LA FUERZA | Torna ¡oh Titán! a tu insolencia
antigua; | | Divinos dones para el hombre roba. | | ¡Que los
hombres te quiten esos lazos! | | En vano te llamaron el prudente;
| | Hoy otro Prometeo necesitas, | | Que de tal artificio te
desate. | |
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PROMETEO | Éter divino, voladores vientos,
| | Fuentes y ríos; de marinas ondas | | Risa perpetua;
omniparente tierra, | Yo
os invoco. | | ¡Sol que en tu lumbre lo
penetras todo: | | Mira a los dioses afligir a un dios! | | Mira que debo innumerables años | | Aquí lidiar
con el suplicio atroz. | | Tales cadenas
contra mí ha forjado | | El nuevo rey de la mansión
feliz. | | ¡Ay! ¡ay! Lamento mi dolor presente. | | ¿Cuándo
el futuro llegará a su fin? | | Pero
¿qué digo? adivinelo todo, | | Y ninguna desdicha inopinada
| | Puede llegar a mí. Conviene ahora | | Esta suerte
fatal sufrir constante, | | Ya que la ley del hado es invencible;
| | Duro es callar, y es el hablar más duro, | | En
tan negra fortuna, que padezco | | Por haber conducido a los
mortales, | | De leve caña en el recinto hueco, | |
Una centella de furtiva llama | | Con que las artes y los
bienes crecen. | | Por tal delito suspendido quedo | | Con
clavos a este monte. ¡Ay me cuitado! | | ¿Qué ruido
de alas? ¿Qué perfume siento? | | ¿Es mortal o divino?
¿Quién se acerca | | A la remota cima a contemplarme?
| | ¿Venís a ver a un dios aborrecido | | De Jove y
de los otros inmortales | | Que sus atrios frecuentan, porque
he amado | | Mucho a los hombres? ¡Ay! Más cerca siento
| | El batir de las plumas; se estremece | | El éter
sacudido por las alas. | | Cuanto se acerca a mí, terror
me infunde. | |
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CORO DE NINFAS OCEÁNIDAS | Nada receles;
con ligero vuelo | | Alegres ninfas a esta roca llegan, | | No sin vencer la voluntad de nuestro | | Padre
Oceano. | | Nos condujeron las veloces auras, | | Cuando el
estruendo del herido bronce | | De nuestros antros penetró
el recinto, | | Ronco
gimiendo. | | Luego vencimos virginal vergüenza, | | Y
por el éter, en alado carro, | | Los pies descalzos,
acudimos todas. | | A
consolarte. | |
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PROMETEO | ¡Ay!
¡ay! de Tetis | | Fecunda,
prole, | | Y
del ingente | | Padre
Oceano | | Que
en giro eterno | | Circunda
el orbe: | | Vedme
en las peñas | | Encadenado,
| | Como
custodio | | Del
alto monte. | |
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CORO | Nube
de llanto | | Vino
a los ojos, | | Desde
que vimos | | Pender
tu cuerpo | | De
agudas piedras, | | Con
fiera llaga; | | Nuevos
señores | | Tiene
el Olimpo; | | Con
ley despótica | | Cronios
impera. | | La
ley antigua | | Él
abolió. | |
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PROMETEO | ¡Oh
si en el Orco, | | Bajo
la tierra, | | En
el profundo | | Tártaro
inmenso, | | Yaciera
atado, | | Sin
que a los dioses | | Ni
a los mortales | | Contento
diera | | Con
mis dolores! | | Ora
ludibrio | | Soy
de los vientos; | | Mis
enemigos | | Mofan
de mí. | |
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CORO | ¿Quién
de los dioses | | Se
alegraría? | | ¿Quién
de tus males | | No
se indignara, | | Fuera
de Zeus, | | Siempre
iracundo, | | El
que inflexible | | La
estirpe célica | | Hoy
tiraniza, | | Y
no desiste | | De
su venganza | | Hasta
que logra | | Saciar
sus iras, | | Sin
que perdone | | Dolo
ni afán? | |
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PROMETEO | Aunque
mis plantas | | Con
ignominia | | Sujete
el hierro, | | Vendrá
algún día | | En
que el monarca | | De
los felices | | Saber
pretenda | | Lo
que yo oculto: | | Quién
de su trono | |
honores sacros | | Le
arrojará. | | Ni
me persuadan | | Melosas
voces, | | Ni
la amenaza | | Logre
aterrarme, | | Porque
el secreto | | Yo
le revele, | | Hasta
que rompa | | Mis
duros lazos, | | Y
el crimen pague | | Que
cometió. | |
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CORO | Ni
la desdicha | | Rinde
tu audacia; | | Libre
y altivo | | Hablas
aún; | | En
nuestras almas | | Penetra
el miedo; | | Por
tu fortuna | | Tememos
todas. | | ¿Cuál
de estos males | | El
fin será? | | Que
inexorable | | Es
del Saturnio | | La
voluntad. | |
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PROMETEO | Ya
sé que Zeus, | | Áspero
y duro, | | Bajo
su arbitrio | | Pone
la ley; | | Mas
cuando sienta | | Cerca
el peligro, | | La
ira venciendo, | | Hará
conmigo | | Fiel
amistad; | | Yo
la deseo, | | Querrala
él. | |
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CORO | Cuéntanos, pues, por qué
delito Jove, | | Con tal afrenta y crueldad te hiere, | | Si
no te ofende el recordar tus males. | |
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PROMETEO | Acerbo es
el contarlos; más acerbo | | Es aún el callar;
todo me aflige. | | La vez primera que encendió la
ira | | Los pechos inmortales, anhelando | | Unos lanzar a
Cronos de su sede, | | Porque reinase Zeus; no queriendo otros
| | Que a las deidades imperase Jove; | | Yo intenté
persuadir a los Titanes, | | Hijos del cielo y de la tierra;
en vano. | | Violentos despreciaron mis razones, | | Ganosos
de reinar a viva fuerza. | | ¡Cuántas veces mi sacra
madre Temis | | El futuro suceso me anunciara! | | ¡Cuántas
veces la Tierra, única forma | | De nombres mil, me
dio a entender bien claro | | Que quien prevaleciese a los
Titanes, | | No por la fuerza, mas por arte y dolo, | | Su
victoria final conseguiría! | | Enojosa les era mi
presencia, | | Cuando hablé de esa suerte a mis hermanos:
| | Yo juzgaba prudente en tal conflicto, | | Dar nuestra ayuda
y la de nuestra madre | | A Zeus vencedor. Por mi consejo,
| | En el profundo Tártaro sumiose | | Cronos antiguo
con la gente suya. | | Por tales beneficios, el tirano | |
Este premio me dio; que a los amigos | | Nunca guardó
su fe la tiranía. | | ¿Queréis saber la causa
de su enojo? | | Cuando asentado en la paterna sede, | | Distribuyó
los dones y el imperio | | Entre los inmortales, con los hombres
| | Ninguna cuenta tuvo; exterminarlos | | Quiso más
bien, y procrear de nuevo | | El linaje mortal; nadie se opuso.
| | Yo solo intercedí por los humanos | | Para que no
del Orco descendieran | | A la negra mansión. Tal es
mi crimen, | | Con horrendo suplicio castigado; | | Indulgencia
logré para los hombres, | | No para mí; la crueldad
de Zeus | | Me puso en espectáculo afrentoso. | |
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CORO |
Quien no se compadezca, ¡oh Prometeo! | | De tu infando dolor,
tendrá de piedra | | O hierro el corazón. Nunca
quisiéramos | | Tal desdicha haber visto; al contemplarla,
| | El dolor nuestras almas ha afligido. | |
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PROMETEO | Digno
de compasión y miserable | | Es mi aspecto. |
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CORO |
¿Qué
más narrarnos puedes? | |
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PROMETEO | Quité a los
hombres el temor del hado. | |
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CORO | ¿Qué medicina hallaste
a tal dolencia? | |
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PROMETEO | Sembré en su mente ciegas
esperanzas. | |
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CORO | Gran beneficio diste a los mortales.
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CORO | ¿Con
que el fuego | | Esos seres efímeros poseen? | |
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PROMETEO |
Con él a muchas artes se aplicaron. | |
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CORO | ¿Por tal
pecado te atormenta Zeus, | | Sin dar intermisión a
tus dolores? | | ¿Y término les puso?... |
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PROMETEO |
No,
ninguno, | | Sino cuando le plazca... |
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CORO | ¿Y
ya qué esperas? | | ¿No ves que le ofendiste? De qué
modo, | | Ni decirlo queremos, ni te place. | | Esto olvidando,
a tu aflicción busquemos | | Algún remedio.
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PROMETEO | No
es difícil cosa | | En quien tiene su pie libre de
males, | | A otros amonestar y dar consejo. | | Nada de eso
ignoraba, cuando quise | | Gustoso delinquir, y por los hombres
| | Ofrecerme cual víctima. Mas ¿cómo | | Pensar
que en esta roca solitaria, | | En la desierta cumbre de este
monte, | | Habría de yacer y consumirme? | | No mi calamidad
lloréis presente; | | A tierra descended, y oídlo
todo | | Hasta el fin. Persuadidme, consoladme | | En mi nuevo
dolor. ¡Cómo los males | | Unos con otros, ciegos,
se eslabonan! | |
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CORO | ¡Oh,
Prometeo! | | Ya
te escuchamos; | | Con
pies ligeros, | | Dejando
el carro, | | Y
el aire puro, | | Senda
del pájaro, | | A
este fragoso | | Suelo
bajamos; | | Cuenta
tus nuevos | | Duros
trabajos. | |
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OCÉANO | A término llegué
del largo viaje, | | Gobernando sin freno, a mi albedrío,
| | Este alado corcel. ¡Oh, Prometeo! | | Me mueven a dolerme
de tus males | | Nuestra sangre común, y mi cariño.
| | Dime en qué puedo socorrerte, y presto | | Verás
que no son vanas mis palabras, | | Y que amigo más
firme que el Océano | | No le tendrás jamás.
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PROMETEO | ¿Y
tú viniste | | También a contemplar mi dura
pena? | | ¿Cómo dejando el mar que te da nombre, | | Y tus nativos peñascosos antros, | | Has venido a
la tierra ferri-madre? | | ¿Apiádaste de mí?
¿Y a verme vienes? | | ¡Mira cuál trata Zeus a su amigo,
| | A quien con él fundó la tiranía!
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OCÉANO | Lo miro, ¡oh Prometeo! y yo quisiera
| | Aconsejarte bien. Eres prudente; | | Conócete a
ti mismo, y tus costumbres | | Amolda al tiempo, pues monarca
nuevo | | A los dioses impera. No pronuncies | | Esas palabras
duras y punzantes, | | Porque Zeus te oirá desde la
altura, | | Y su ira de hoy parecerate juego, | | Si de nuevo
se indigna. Esa altiveza | | Destierra de tu mente, y a los
males | | Algún remedio busca. Mis consejos | | Quizá
parezcan viles y abatidos; | | Mas ya ves, Prometeo, qué
mercedes | | A la soberbia lengua galardonan. | | No eres humilde,
y a tus penas quieres | | Otras nuevas juntar. Si tú
me oyeras, | | No contra el aguijón te moverías,
| | Pues sabes que el tirano es inclemente, | | Ni se rinde
a razones. Quizá pueda | | Yo persuadirle a que tus
lazos rompa, | | Si cesas en tus voces insolentes. | | Eres
muy sabio. ¿Por ventura ignoras | | Que marca el hierro a
temeraria lengua? | |
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PROMETEO | ¡Dichoso tú que habiendo
sido parte | | Y cómplice de todas mis empresas, | | Impune estás! Mas no vayas a Jove; | | Mira por ti;
desiste de ayudarme; | | Ni le supliques nada; no se ablanda.
| | No te pase algún mal en el camino. | |
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OCÉANO |
Según son tus palabras, mejor sabes | | A otros aconsejar
que aconsejarte. | | No me detengas más; tengo esperanza
| | Que Zeus, a mis ruegos accediendo, | | Del suplicio te
libre... |
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PROMETEO | Te
agradezco | | Tan buena voluntad, y agradecido | | Siempre
estaré; pero no intentes nada; | | Será fatiga
inútil, aunque quieras | | Algo intentar. Descansa,
y del peligro | | Guárdate bien. No quiero que mis
daños, | | Ya que soy infeliz, a otros alcancen. | |
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OCÉANO | A otros alcanzan, sí; también
me aflige | | La suerte de Atlas, el hermano nuestro, | | En
las hesperias playas sustentando | | ¡Enorme peso! con robustos
hombros | | Las columnas del cielo y de la tierra. | | Y miré
con dolor al de los antros | | De Cilicia, terrígena
habitante, | | Guerrero monstruo de cabezas ciento, | | Contra
todos los dioses rebelado; | | Impetuoso Tifón, que
el exterminio | | Por las horrendas fauces eructaba, | | Y
gorgóneo fulgor daban sus ojos | | Amenazando destronar
a Jove. | | Pero cayó sobre él el vigilante
| | Rayo de Zeus, que llamas espiraba, | | Grandisonando al
descender del nimbo, | | Y le hirió en las entrañas,
y abrasado | | Por el rayo, oprimido por el trueno, | | Perdió
las fuerzas, y cual cuerpo inútil | | En la tierra
cayó, junto al estrecho | | Del siciliano mar, so las
raíces | | Del Etna. Y en su cumbre más erguida
| | Hefesto forja las candentes masas, | | Que un tiempo bajarán
en ígneo río | | A devorar con ásperas
mandíbulas | | Las opulentas sicilianas mieses. | |
Entonces lanzará Tifón ignívomo, | |
Aun calcinado por celeste llama, | | De hirvientes dardos,
recio torbellino. | |
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PROMETEO | Eres prudente, ni de mi consejo
| | Necesitas. Defiéndete, si puedes, | | De la común
desgracia. Yo, constante, | | Padeceré la mía,
hasta que Jove | | Su ira deponga. |
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OCÉANO | ¿Piensas,
Prometeo, | | Como yo, que de un ánimo irritado | |
El médico mejor son las palabras | | Del amigo? |
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PROMETEO |
Sí;
cuando oportunas | | No oprimen con violencia, por curarle,
| | El pecho do la cólera rebosa. | |
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OCÉANO | ¿Y
encuentras algún mal en intentarlo? | |
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PROMETEO | Vana
molestia, y necedad insigne. | |
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OCÉANO | Déjame
adolecer de tal achaque, | | Ya que siempre es fructuoso para
el sabio | | Su saber ocultar. |
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PROMETEO | Que
yo me humillo | | A suplicar dirán. |
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OCÉANO |
Vuélvome
a casa, | | Sin nada conseguir. |
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|
PROMETEO | Tal
vez funesta | | Te será tu piedad para conmigo...
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OCÉANO | ¿En el odio de Zeus omnipotente | | He de incurrir?
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|
PROMETEO | Pues
no le ofendas nunca. | |
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OCÉANO | Aprenderé en
tu daño, ¡oh Prometeo! | |
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|
PROMETEO | Vete, y conserva
tu presente calma. | |
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OCÉANO | Bien has dicho; ya hiere
con sus plumas | | Este alado cuadrúpedo la vía
| | Inmensa de los aires; ¡con qué gusto | | Doblará
la rodilla en mis establos! | |
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CORO | ¡Oh Prometeo! Tu exicial
fortuna | | Todas lloramos; de los ojos brota | | húmeda
fuente de copioso llanto | | A
las mejillas. | | Cronios dispone tan acerbos males, | | Con
propias leyes oprimiendo el mundo, | | Y la funesta a los
antiguos dioses | | Lanza,
sacude. | | Lúgubre gime la anchurosa tierra, | | Y
tu grandeza y la de tus hermanos | | Lloran caída,
los que habitan l'Asia | | De
templos rica; | | Las amazonas en batalla fuertes, | | Y los
de Colcos, y el inmenso pueblo | | De los escitas, cabe el
lago Meotis, | | Término
al orbe; | | De Marte flor, los árabes ligeros, | |
Y los que moran la Caucasia roca, | | Rugiente, belicosa muchedumbre,
| | De
agudas flechas. | | Sólo a otro dios en tal desdicha
vimos, | | A Atlas tu hermano, que el enorme peso | | De la
tierra y del cielo, en sus espaldas | | Firme
sostiene. | | En él se estrellan las marinas ondas,
| | Treme el abismo, y so la tierra gime | | El Orco negro.
Su miseria lloran | | Las
sacras fuentes. | |
|
|
PROMETEO | No atribuyáis a hastío
ni a soberbia | | Este silencio mío. Los pesares,
| | La ingrata afrenta, el corazón me muerden. | | ¿No
me deben su imperio y su grandeza | | Esas nuevas deidades?
Pero callo, | | Pues que ya lo sabéis. Deciros quiero
| | Cómo al hombre ignorante he conducido | | A prudencia
y razón. Ojos tenían, | | Pero sin ver; oyendo,
no escuchaban; | | A las sombras, de un sueño semejantes,
| | Siempre al acaso obraban. Ni en el suelo | | Con ladrillo
o con piedra construían | | Sus fábricas; moraban
so la tierra, | | Escondidos en antros tenebrosos, | | Cual
ágiles hormigas. Del invierno, | | Primavera florida,
o del estío | | Frugífero, las señas
no alcanzaban. | | Todo les era igual. Mas yo enseñeles
| | A distinguir el orto y el ocaso | | De las estrellas; inventé
los números, | | Arte divina; les mostré las
letras, | | Y la memoria, madre de las musas, | | Su mente
iluminó. Sujeté al yugo | | Las bestias, que
el trabajo de los hombres | | Mucho aliviaron; antepuse al
carro | | Frenígeros corceles, de pomposo | | Ornamento
arreados. Lancé al ponto | | Las velívolas naves
con remeros. | | ¡Yo, que inventé las artes para el
hombre, | | No encuentro hoy arte alguna que me salve! | |
|
|
CORO |
Cual trastornada por dolor insano | | Vaga tu mente. Médico
imperito, | | Tu mal acreces, ni remedio encuentras | | Que
te consuele. | |
|
|
PROMETEO | Si oyéndome seguís,
han de admiraros | | Mis artes, invenciones, beneficios.
| | Antes de mí, no la dolencia hallaba | | Medicina;
mas yo enseñé a los hombres | | De muchas plantas
la virtud salubre. | | De la adivinación diles la ciencia,
| | Interpreté los sueños el primero, | | Y las
voces obscuras; del camino, | | Los fatales encuentros; de
las aves | | De aduncas uñas el volar siniestro, | | O a la diestra volar, y sus costumbres, | | Odios y amores.
Y de sus entrañas, | | La forma y el color, y cómo
aceptos | | Son a los dioses hígados y hieles, | | Y
lomos y grosura. Los presagios | | Del cielo declaré,
velados antes. | | ¿Quién primero que yo, bajo la tierra,
| | Descubrió el bronce, hierro, plata y oro, | | Riqueza
que ignoraban los mortales? | | Oídlo en suma: cuantas
artes tienen, | | Al solo Prometeo las debieron. | |
|
|
CORO | Demasiado
te cuidas de los hombres, | | Y te olvidas de ti. Quizá
algún día, | | De Zeus a pesar, rompas el lazo
| | Que hoy te encadena. |
|
|
PROMETEO | Mas
la Parca quiere | | Que sólo tras innúmeras
miserias | | Esta lazada quiebre, y contra el Hado | | No hay
arte valedera. |
|
|
|
PROMETEO | La memoriosa Erinnys y las Parcas | |
Triformes. |
|
|
CORO | ¿Es
más débil que ellas Zeus? | |
|
|
PROMETEO | De la
fatalidad ni aun él se libra. | |
|
|
CORO | ¿Qué otro
destino que perpetuo imperio | | Pudo tocar a Zeus? |
|
|
PROMETEO |
No
preguntes; | | Que no lo has de saber. |
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|
CORO | Algún
sagrado | | Misterio ocultas. |
|
|
PROMETEO | Y
ocultarle quiero, | | Ni es tiempo de decirle. Si le escondo,
| | Me salvaré de males y cadenas. | |
|
|
CORO | ¡Ojalá
nunca Zeus, | | Universal
monarca, | | Su potestad oponga
a mi querer! | | Sacrificados
bueyes | | Conduciré
a sus aras; | | Ni en acción
ni en palabra pecaré. | | ¡Cuán
grato es larga vida | | Pasar
entre esperanzas | | Que al
alma prestan luz e hilaridad! | | ¡Cuán
tristes, Prometeo, | | Tus
infinitos males; | | En vez
de Zeus, honrastes al mortal! | | ¿Qué
ayuda puede darte | | Ese
linaje efímero | | A
quien la ley constriñe del morir? | | Que
pasa como sombra, | | Y
nunca lograría | | De
Jove los decretos destruir. | | Mas
un cantar lejano | | Penetra
mis oídos, | | Como aquél
que en tus nupcias resonó, | | Junto
a tu baño y lecho, | | Cuando
llevaste al tálamo, | | Con
muchos dones, a mi hermana Hesión. | |
|
|
IO | ¿Qué
tierra? ¿Dónde estoy?... ¿Quién es este hombre
| | Clavado
en la alta peña? | | Algún
delito espía... ¿Entre qué gentes | | Mi
fortuna me lleva? | | Punza de nuevo el
tábano mi rostro, | | Y
el Argos terrígena, | | Aquel pastor
de innumerables ojos, | | Mirándome
me aterra. | | Clava en mí siempre
su dolosa vista, | | Que
ni aun la muerte vela, | | Y torna del infierno,
y me persigue | | Como
sombra funesta. | | Y mientras huyo por
desiertos montes, | | Por
la abrasada arena, | | Suena incesante su
encerada caña | | Canciones
soñolientas. | | ¡Ay! ¡ay! ¿Cuándo
terminas mis dolores? | | ¿Por
qué así me atormentas, | | Hijo
de Cronos, y en delirio insano | | Se
agita mi cabeza? | | Abráseme tu
llama, o en su centro | | Sepúlteme
la tierra; | | Oye mis ruegos, dame como
pasto | | A
las marinas bestias. | | Harto he vagado;
ni reposo encuentro, | | Ni
se alivia mi pena. | | Oye, Saturnio; tu
clemencia invoca | | La
virgen que astas lleva. | |
|
|
PROMETEO | Ésta es la hija
de Inaco, por quién Zeus | | Ardió en amor;
la que persigue Juno; | | La que el tábano hiere peregrina.
| |
|
|
IO | ¿Tú el nombre de mi padre pronunciaste? | | ¿Quién
eres, infeliz? ¿Tú me conoces? | | ¿Sabes que un monstruo
sin cesar me punza? | | De su ardiente aguijón y de
sus saltos | | Huyendo voy; la cólera me sigue | | De
la implacable Juno. ¿Quién padece | | Lo que padezco
yo? Dime, si sabes, | | Cuándo este mal acabará
prolijo; | | La virgen vagabunda te lo ruega. | |
|
|
PROMETEO | Yo
te diré cuanto saber ansías, | | No por enigmas,
mas en frase clara, | | Como siempre al amigo hablarse debe.
| | Soy Prometeo, robador del fuego. | |
|
|
IO | ¡Oh! Tú que
tanto bien al hombre diste, | | ¿Por qué causa padeces?
|
|
|
PROMETEO | No
sin llanto | | Acabo de narrar mis infortunios. | |
|
|
IO | ¿Y a
mí no los dirás? ¿Quién a esa roca
| | Aguda te clavó? |
|
|
PROMETEO | Del
Padre Zeus | | La voluntad; el arte de Vulcano. | |
|
|
|
|
IO | ¿Y mi errante correr, cuándo termina?
| |
|
|
PROMETEO | Más te vale ignorarlo que saberlo. | |
|
|
IO |
Lo que he de padecer, no me lo ocultes. | |
|
|
PROMETEO | No te
lo ocultaré. Mas no te envidio. | |
|
|
|
PROMETEO | Pero
temo | | Tu ánimo perturbar... |
|
|
IO | Nada
receles; | | Me es grato oírte. |
|
|
PROMETEO | Pues
decirlo es fuerza | | Y lo quieres, escucha. |
|
|
CORO | Mas
nosotras | | La causa de su mal saber queremos; | | Ella debe
contar sus desventuras; | | Tú anunciarás más
tarde su destino. | |
|
|
PROMETEO | Cumple su voluntad, sagrada
Io; | | Son de tu padre hermanas. Y es muy dulce | | Contar
nuestras desdichas do podemos | | Lágrimas arrancar
de quien escucha. |
|
|
IO | Nada
puedo | | A vosotras negar. Y claramente | | Contaros he por
qué suceso triste | | Mi mente se turbó, troqué
mi forma; | | De nocturnas visiones agitada, | | Siempre en
mi lecho resonar oía | | Estas voces de amor: «Virgen
dichosa, | | ¿Por qué tu doncellez guardas avara,
| | Si tálamo celeste te convida? | | A Jove hirió
la flecha del deseo; | | Quiere gozar de ti. Sal a los valles
| | Hondos de Lerna, a los establos ricos | | De tu padre,
y recibe la mirada | | Amorosa del Dios.» Tales ensueños
| | Mis noches ocupaban. A mi padre | | Osé narrar lo
que en el sueño oyera. | | Él de Pitho y Dodona
a los oráculos | | Mensajeros envió, que preguntasen
| | Cómo a los dioses aplacar podría. | | Con
ambigua respuesta se tornaron; | | Mas al fin manifiesto vaticinio
| | A Inaco ordenó que me arrojara | | De su casa y
familia, y que vagase | | Yo desterrada hasta el confín
del orbe, | | Y que, no obedeciendo, Zeus el rayo | | Contra
nuestra progenie vibraría. | | A la voz del oráculo
sumisos, | | Triste mi padre y triste yo, su casa | | Abandoné.
Mi ánimo y mi forma | | Mudáronse a la vez.
Yo deliraba. | | De cuernos erizose mi cabeza; | | El tábano
voraz en mí sus dientes | | Clavaba, y yo con salto
furibundo | | Por la mansa corriente del Cencrea | | Y el collado
de Lerna discurría, | | Siempre tras mí con
infinitos ojos, | | Argos, pastor de bueyes, mis pisadas
| | Iba siguiendo. Inopinado caso | | Le privó de la
vida. Arrebatada | | Yo de furor; por el sagrado azote | |
Perseguida, vagué de tierra en tierra. | | Ya mi historia
sabéis; si puedes algo | | De mi futura suerte revelarme,
| | No me halagues con voces engañosas; | | Nada más
torpe que razón fingida. | |
|
|
CORO | ¡Ay,
ay! Nunca pensé que tales nuevas | | Insólitas
sonaran en mi oído, | | Y que tan triste y lúgubre
espectáculo | | Mi ánimo vacilante aterraría.
| | ¡Ay, ay! Suerte fatal, fortuna de Io, | | Horror causa
tu vista. |
|
|
PROMETEO | ¿Ora
te espantas | | Y llenas de temor? Pues aún espera
| | Lo que falta sufrir. |
|
|
CORO | Dilo,
que es grato | | Al que padece conocer primero | | El término
fatal de sus dolores. | |
|
|
PROMETEO | Ya la oísteis narrar
sus propias cuitas. | | Ora sabed qué males le reserva
| | La indignación de Juno. ¡Hija de Inaco, | | Fija
bien en tu mente mis palabras! | | Caminarás primero
hacia el Oriente, | | Por campos que aún no ha roto
el corvo arado, | | Verás a los escíticos pastores
| | Que lanzan diestros voladoras flechas, | | Y conducen en
carros sus moradas; | | No te acerques a ellos; por la orilla
| | Del mar camina, mas las rocas huye. | | La gente inhospital
de los Calybes, | | Forjando el hierro, a la siniestra habitan;
| | Guárdate de ellos. Llegarás a un río
| | Que no sin causa llaman el Soberbio, | | No le pases; su
tránsito es difícil; | | Mas por otro camino
te endereza | | A la cima del Cáucaso, eminente | |
Sobre todos los montes; de su cumbre | | Desciende de agua
poderosa vena, | | Y a los cielos su frente se avecina. | | Llegarás por la vía meridiana | | Al pueblo
que aborrece a los varones: | | Las Amazonas. Morarán
un día | | En Temiscyra, cabe el Termodonte, | | En
las fauces del Ponto, en Salmydesia, | | Escollo a naos, madrastra
a navegantes. | | Ellas te mostrarán por qué
camino | | Puedes llegar a las estrechas bocas | | De la laguna,
al Bósforo Cimmerio, | | Que así han de apellidarle
los mortales, | | Cuando con pecho audaz e ingente gloria
| | Las Meóticas fauces atravieses. | | Dejando entonces
de la Europa el suelo, | | Del Asia tocarás el continente.
| | ¿No os parece que el tirano Jove | | Es en todo violento?
Porque quiso | | De esta mortal gozar, a tal carrera | | Luego
la expuso. Ingrato amante, Io, | | La suerte te otorgó.
Lo que he narrado | | Es tan sólo el proemio de tus
males. | |
|
|
|
PROMETEO | ¿Y
lloras y suspiras | | Otra vez? ¿Qué será cuando
conozcas | | Lo que te resta aún? |
|
|
|
PROMETEO | Un tempestuoso piélago
de horrores. | |
|
|
IO | ¿Para qué he de vivir? ¿Por qué
del risco | | No me despeño súbito? Acabaran
| | Entonces en la tierra mis trabajos; | | Más vale
morir presto, que la vida | | Pasar lidiando con fortuna adversa.
| |
|
|
PROMETEO | Mas yo soy inmortal; ni ese refugio | | Me queda,
y durarán mis aflicciones | | Hasta que Jove de su
solio caiga. | |
|
|
|
PROMETEO |
¿Te
alegrarías | | Si destronado vieras al tirano? | |
|
|
IO |
¿Cómo no, cuando tanto me ha afligido? | |
|
|
PROMETEO |
Sabe que ha de cumplirse; es ley del Hado. | |
|
|
IO | ¿Y quién
del regio cetro ha de privarle? | |
|
|
PROMETEO | Sus mismas imprudentes
voluntades. | |
|
|
|
PROMETEO | Él
hará tal matrimonio, | | Que le pese después.
|
|
|
|
|
IO | ¿Por
la esposa | | El reino ha de acabar? |
|
|
PROMETEO | Parirá
un hijo | | Más fuerte que su padre. |
|
|
IO | ¿A
tal fortuna | | Ningún remedio encontrará?
|
|
|
PROMETEO | Ninguno,
| | Hasta que libre yo de estas cadenas.... | |
|
|
IO | Contra el
querer de Zeus, ¿quién librarte | | Podrá?
|
|
|
PROMETEO | Quieren
los hados que tu estirpe | | Produzca al vengador. |
|
|
|
PROMETEO | Generaciones
trece | | Antes han de pasar. |
|
|
|
PROMETEO | No me preguntes más de tu destino.
| |
|
|
IO | Antes me lo ofreciste; ora lo niegas. | |
|
|
PROMETEO | La
narración es doble; elegir puedes. | |
|
|
|
PROMETEO | De
tus trabajos | | Te diré el fin, o quién estas
cadenas | | Ha de romper. |
|
|
CORO | Refiere
lo primero, | | En gracia a Io, y a nosotras habla | | De tu
libertador. Lo deseamos. | |
|
|
PROMETEO | No lo quiero negar;
graba, ¡oh Io! | | De tu memoria en las tablillas esto: | | Cuando el río atravieses que separa | | Entrambos
continentes, hacia el orto | | Y la cuna del sol tu paso guía,
| | A los campos gorgóneos de Cisthene | | Llegarás,
de las Fórcides ancianas, | | Tres, cygniformes, con
un ojo solo | | Y un solo diente, habitan, ni reciben | | La
luz del sol, ni de la tibia luna, | | No lejos, las alígeras
hermanas | | Con sierpes por cabellos; las Gorgonas | | Enemigas
del hombre, que no puede | | Su vista resistir, sin que se
apague | | El aliento vital. De tales sitios | | Huye veloz;
más monstruos aún te esperan. | | Verás
los grifos, los de agudas garras | | Mudos perros de Jove,
y los jinetes | | Arimaspos, monóculos, que habitan
| | Del aurifluo Plutón en las riberas. | | Guárdate,
no te acerques. Aún más lejos | | Verás
el negro pueblo que las fuentes | | Del sol conoce y del etíope
río. | | Seguirás por su orilla, hasta que llegues
| | A los biblinos montes, de do el Nilo | | Su veneranda y
fecundante linfa | | Manda a la triangular tierra egipcíaca.
| | Allí es donde los hados te conceden | | Fundar colonia.
Imperarán tus hijos | | En remotas edades. Si algo
obscuro | | El vaticinio fuere, a declararlo | | Estoy pronto;
pregunta; que más ocio | | Del que quisiera tengo.
|
|
|
CORO | Decir
puedes | | Lo que te reste; mas si ya expusiste | | Su peregrinación,
cuéntanos hora | | Lo prometido. |
|
|
PROMETEO | De
sus viajes todos | | Ya sabe el fin. Y para que comprenda
| | Que mi adivinación no es ciencia vana, | | Brevemente
diré lo que ha pasado | | Antes de aquí llegar.
Fuiste primero | | A los molosios campos y a la excelsa | | Dodona, en que el oráculo y la sede | | De Zeus Tesfroto
está; do las encinas | | Fatídicas esposa te
llamaron | | De Jove, si algún día la fortuna
| | Propicia se mostrare. Arrebatada | | De súbito furor,
por la marina | | Al seno ingente de la madre Rea | | Viniste;
mas de nuevo te llevaron | | Tus pasos hacia atrás.
El mar de Jonia | | Tu nombre llevará, cual monumento
| | Que denuncie tu paso a los mortales. | | Ya ves que lo
pasado yo conozco | | Como lo porvenir, en vista clara. | | Ora escuchadme todas; en Egipto | | Canopo está como
ciudad extrema, | | En las bocas del Nilo; fuerte dique | | A las marinas ondas. Allí Jove | | Tu mente calmará,
con suave diestra | | Halagándote. Y luego al negro
Epafo | | Parirás. Cuanto riega el Nilo undoso, | |
Suyo será. Mas vírgenes cincuenta | | De su
quinta progenie, al suelo de Argos | | Bien a disgusto tornarán,
huyendo | | Las nupcias de sus primos. Como sigue | | El gavilán
a tímida paloma, | | Tal ellos correrán por
alcanzarlas; | | Pero sin fruto. La pelasga tierra | | Recibirá
sus cuerpos, cuando caigan | | Bajo el hierro cruel de sus
esposas, | | En una misma noche atravesados. | | ¡Para mis
enemigos, tales bodas! | | Moverase a piedad una tan sólo,
| | Y a su consorte salvará, queriendo | | Antes tímida
ser que sanguinaria. | | De ella procederá la estirpe
de Argos, | | Y de esa estirpe el fuerte saetero | | Que estos
lazos me quite. Tal oráculo | | Me dio mi madre, la
titania Temis. | |
|
|
IO | ¡Ay!
¡ay! convulsión súbita | | De
nuevo me arrebata; | | Mi
mente se enloquece | | Furiosa
e inflamada; | | El
tábano me punza, | | Se
agitan mis entrañas; | | Los
ojos ya sin rumbo | | Se
retuercen y vagan; | | Me
lanzo a la carrera, | | Frenética
de rabia. | | La
lengua no obedece; | | Mis
confusas palabras | | Estréllanse
en las ondas | | De
mi horrenda desgracia. | |
|
|
CORO | Por
cierto que fue sabio | | El
que afirmó primero | | Que desigual
amor no convenía. | | Ni
amante de riquezas, | | Ni
de linaje excelso, | | Quien vive por sus
manos ser debía. | | Nunca,
nunca las Parcas | | Nos
miren ser esposas | | De Jove, o de los
otros celestiales. | | ¡Mirad
la pena de Io, | | Por
Juno perseguida! | | ¡Ay de la virgen que
odia a los mortales! | | ¡Que
nunca su mirada | | De
amor inevitable, | | Ninguno de los dioses
en mí fije! | | En
esta cruda guerra, | | De
resistir no hay modo | | A Zeus soberbio
que los cielos rige. | |
|
|
PROMETEO | Ya será humilde Zeus,
cuando quiera | | Tal matrimonio hacer, que del imperio | | Y del trono le prive. Cumplirase | | La maldición
de Cronos aquel día | | Contra su hijo usurpador del
solio. | | Y nadie, sino yo, indicarle puede | | Su salvación
entre peligros tales. | | Yo lo sé, y aunque ocupe
el alto Olimpo, | | Y lance el rayo, entre el mugir del trueno,
| | Nada le ayudará para librarse | | De ignominiosa
ruina. Que hoy educa | | Contra sí un luchador, monstruo
indomable, | | Que una llama tendrá que venza al rayo,
| | Y un rugido mayor que el de los truenos; | | Monstruo marino
que herirá la tierra | | Y romperá el tridente
de Poseidón. | | Entonces el monarca destronado | |
Verá cuál distan reino y servidumbre. | |
|
|
CORO |
Cuanto te place contra Jove dices. | |
|
|
PROMETEO | Anuncio lo
futuro y lo que anhelo. | |
|
|
CORO | ¿Y ha de esperarse que domine
a Zeus | | Otro dios? |
|
|
PROMETEO | También
él caerá vencido | | Con mayores miserias.
|
|
|
CORO | ¿Y
no temes | | Decir tales palabras? |
|
|
PROMETEO | Si
no puedo | | Morir, ¿qué he de temer? |
|
|
|
PROMETEO | Él me le imponga; ya lo espero
todo. | |
|
|
CORO | Quien venera a Adrasteia inevitable, | | Es sabio.
|
|
|
PROMETEO | Veneradle,
obedecedle | | Mientras reinare. Impere, tiranice | | En este
breve plazo; de sus iras | | Nada me cuido; pasará
bien pronto | | Ese poder. He aquí su mensajero. | | Alguna nueva trae. |
|
|
HERMES | A
ti, sofista | | Insolente y acerbo, de los dioses | | Enemigo,
que diste a los mortales | | Efímeros, su honor; ladrón
del fuego, | | Te manda el padre que reveles pronto | | De
qué nupcias hablabas, quién del solio | | Ha
de arrojarle. Y dilo sin enigmas | | Ni ambajes, Prometeo.
No me obligues | | A repetir el viaje. Tus palabras | | Para
calmar a Jove no aprovechan. | |
|
|
PROMETEO | Soberbio, altisonante
es tu discurso, | | Cual de ministro de los dioses. Nuevos
| | En el imperio sois, e inexpugnables | | Os juzgáis.
Pero yo desde esa altura, | | ¿No he visto descender a dos
tiranos? | | El tercero caerá con ignominia, | | Y muy
pronto. ¿Imaginas que yo temo | | De esos dioses de ayer la
fiera saña? | | Libre de miedo estoy. Vuélvete,
Hermes, | | Por do viniste. Ni preguntes nada, | | Que nada
he de decir. |
|
|
HERMES | Tu
tesón loco | | Te trajo a estas miserias. |
|
|
PROMETEO |
Yo
no cambio | | Mis males por tu oficio, y antes quiero | | Padecer
a esta roca encadenado | | Que de Jove ser nuncio. Con injuria
| | A la injuria respondo. |
|
|
HERMES | Que
te alegras | | De tus presentes daños imagino. | |
|
|
PROMETEO |
¿Yo alegrarme? ¡Ojalá que mis contrarios, | | Y entre
ellos tú, tal gozo conocieran! | |
|
|
HERMES | ¿También
a mí me achacas tu infortunio? | |
|
|
PROMETEO | Yo aborrezco
a los dioses, cuantos fueron | | Al beneficio ingratos...
|
|
|
|
PROMETEO | Si es un delirio odiar al enemigo, | | Yo delirante soy. |
|
|
HERMES | ¿Quién
te sufriera | | En la prosperidad? |
|
|
|
HERMES | Nunca conoce tal palabra Zeus. | |
|
|
PROMETEO |
La aprenderá, que el tiempo enseña todo. | |
|
|
HERMES | Mas tú nunca aprendiste a ser prudente. | |
|
|
PROMETEO |
Verdad; que si lo fuera, a ti, su esclavo, | | No te hablaría.
|
|
|
HERMES | ¿Nada
me respondes | | De lo que el Padre quiere? |
|
|
PROMETEO | ¡Complacerle
| | Debo sumiso! |
|
|
HERMES | ¡Tú
de mí te burlas, | | Como de un niño! |
|
|
PROMETEO |
Y
aún más simple eres | | Que niño alguno,
si saber esperas | | Algo de mí. Ni Zeus con tormentos
| | Logrará, o artificio, que yo hable, | | Si no suelta
mis lazos. Aunque arroje | | Candente llama contra mí
y en blanco | | Torbellino de nieve, o subterráneo
| | Terremoto, confunda el orbe entero, | | No me doblegará.
No he de decirle | | Quién será el sucesor.
|
|
|
HERMES | No
te conviene | | Tal terquedad... repara... |
|
|
PROMETEO | Todo
visto | | Y decretado está de largo tiempo. | |
|
|
HERMES |
Aprende alguna vez, ¡oh temerario! | | En tus presentes males
la prudencia. | |
|
|
PROMETEO | Molesto estás. Yo sordo cual
las olas; | | Nunca imagines que podré, aterrado | | Por el rayo de Zeus, como débil | | Mujer, tender
mis manos suplicantes | | Al que aborrezco más, porque
me libre | | De estos dolores. Nunca en tal afrenta | | He
de caer. |
|
|
HERMES | Ni
yo tornaré a hablarte; | | Vano será, pues como
indócil potro | | El freno tascas, y violento luchas
| | Contra la rienda. Nada te persuade | | Ni te aplaca. Es
tu cólera impotente, | | No la rige prudencia. Pero
escucha, | | Si no me obedecieres, qué tormenta | |
Caerá de males sobre ti. Primero | | Estas ásperas
rocas se harán trozos | | Con el rugir del trueno,
y con la llama | | Del rayo, y en su centro pedregoso | | Tu
cuerpo ocultarán. Tras largos días | | Volverás
a la luz, y el perro alado | | De Júpiter, el águila
sangrienta, | | Encontrará en tus carnes alimento,
| | Y vendrá cuotidiano convidado | | En tu hígado
negro a apacentarse. | | Ni esperes ver el fin de tu suplicio,
| | Hasta que un dios por ti quiera ofrecerse, | | Y al Orco
descender caliginoso, | | Y al Tártaro profundo. Delibera
| | Que no son éstas vanas amenazas, | | Sino anuncio
seguro. No la boca | | De Zeus es falsa nunca; cuanto dice
| | Luego se cumple. Piensa, reflexiona; | | Mejor que pertinacia
es la prudencia. | |
|
|
CORO | No son intempestivas las palabras
| | De Hermes; él te aconseja que depongas | | Tu obstinación
y rindas tu soberbia. | | Obedécele; al sabio es vergonzoso
| | De lo recto apartarse. |
|
|
PROMETEO | Nada
ha dicho | | Que yo ignorase; ni es extraña cosa | | Que el enemigo al enemigo oprima. | | Suelte, pues, contra
mí la cabellera | | Roja del rayo; se conmueva el éter
| | Con trueno y lucha de encontrados vientos; | | La tierra
en sus columnas sacudida | | Arranque de raíz el torbellino,
| | Y las olas del mar suban mugiendo | | El curso a interrumpir
de las estrellas, | | Y la fatalidad mi cuerpo lance | | Al
Tártaro profundo. Nada puede | | Hacer que muera yo.
|
|
|
HERMES | Son
de un demente | | Tal pertinacia y voces. ¿Qué le falta,
| | Para ser manifiesta, a tu locura? | | Vosotras, de sus
penas compañeras, | | Alejaos de aquí; no os
aterre | | El horrendo mugido de los truenos. | |
|
|
CORO | No nos
des tal consejo, ni nos mandes | | Crueles ser; pues compartir
queremos | | Cuanto padezca él. Son los traidores
| | La más odiosa peste. |
|
|
HERMES | Pues
mi aviso | | Nunca olvidéis, ni atribuyáis a
Zeus, | | Ni a la Fortuna, la improvisa suerte, | | Ya que
vosotras mismas, a sabiendas, | | De la calamidad os envolvisteis
| | En las inmensas redes. |
|
|
PROMETEO | Ya
se mueve | | La tierra; ya del trueno el fragor ronco | | Resuena;
ya de polvo torbellinos | | Remolinados vienen; ya los vientos
| | Unos con otros lidian, y sacuden | | El éter y la
tierra. Amedrentarme | | Quiere sin duda Zeus con tal estruendo.
| | ¡Oh santo numen de la madre mía! | | ¡Éter
que das la luz a los mortales! | | ¡Ya veis cuánto
padezco injustamente! | |
|
|
Santander, 5 de agosto de 1874.
Traducido de M. M. Barbosa de Bocage, poeta Portugués
Madrid, 10 de noviembre de 1874.
Santander, 6 de junio de 1875.
Oda de M. M. Barbosa de Bocage. Traducida del portugués
Santander, 7 de junio de 1875.
| Pueblos
y villas y sagrados templos, | | |
| Las del Cantábrico
mar alegres playas, | | |
| Los campos de Vasconia, y los floridos
| | |
| Huertos ornados de fragantes rosas, | | |
| Alcázares
y claustros y ruinas | | |
| Cuanto en sí abraza la región
egregia, | | |
| cuanto es solaz al viajador cansado | | |
| Lo recorriste
tú, mi dulce amigo, | | |
| Con ilustre mujer de estirpe
ibera, | | |
| Que te otorgó benigna el hospedaje, | | |
| Y
con obsequio acompañó tus pasos | | |
| Docta y
piadosa cual la musa Clío. | | |
| Ella arrancó
de inspiración ardiente | | |
| Largo raudal a tu inflamado
genio | | |
| Y de tu alma los inmensos dones | | |
| Ella supo aumentar.
¡Oh tú dichoso | | |
| Anciano ilustre, sin igual poeta
| | |
| pasmo del mundo! ¿qué mayor fortuna | | |
| Te pudo
acontecer? Si te guiaba | | |
| La ilustre nieta de los altos
reyes | | |
| Que dieron a Aragón perenne gloria, | | |
| Y
tú, iniciado en los arcanos todos | | |
| Que guarda el
arte en mármoles y bronces, | | |
| Ante tu carro leve
contemplabas | | |
| Maravillas del arte sucederse: | | |
| Antiguos
templos, señoriales torres, | | |
| La rica pompa de la
madre tierra, | | |
| Dando todo a tu excelsa fantasía
| | |
| Digno alimento, y en el alma tuya | | |
| El júbilo
sereno derramando | | |
| Fuente a la par de inspiración
divina. | | |
| ¿Qué te pudo faltar? De noche y día
| | |
| Dulce solicitud en torno tuyo | | |
| Mostró del Conde
la gentil esposa. | | |
| ¿Por qué admirar que en tu vejez
cansada | | |
| Con más vigor que en tus verdores mismos
| | |
| Asciendas del Parnaso a la alta cumbre? | | |
| Si te inspira
tan alta hospedadora | | |
| ¿Qué sones tan eternos y robustos
| | |
| No arrancarás de tu potente lira? | | |
| ¡Genio divino!
¡Cuán radiante lumbre | | |
| Por tu amplia frente dilatarse
veo! | | |
| Llena tu fama el universo; corre | | |
| A torrentes la
miel desde tus labios. | | |
| Mas no hay ninguno entre tus regios
cantos, | | |
| Con que del orbe la atención empeñas,
| | |
| Que triunfe en perfección y en hermosura | | |
| De
aquel poema en que del grande Ignacio | | |
| Las glorias recordaste
en sacros himnos. | | |
| No es lengua humana la que ensalza y
pone | | |
| Sobre los astros a la estrella ibera; | | |
| Es lengua
de ángel, y el amor la guía, | | |
| Y él
suspira y alienta en sus canciones. | | |
| Si lengua humana realzar
pudiera | | |
| O lengua más excelsa que la humana, | | |
|
Al patriarca y al caudillo invicto | | |
| De la legión
que por Jesús combate | | |
| Y con su santo nombre se
decora, | | |
| Al que con suave acción y blando yugo
| | |
| Y con santos consejos y enseñanzas | | |
| El mundo quiso
convertir a Cristo, | | |
| Quizá más grande con
los versos tuyos | | |
| El atleta cristiano resurgiera. | | |
| ¡Vate
feliz que a la virtud ofreces | | |
| Y a la piedad severa el
homenaje! | | |
| Tú que en la flor de los risueños
días | | |
| Cantabas ya de Dios, y cuanto debe | | |
| Amar,
creer y venerar el hombre, | | |
| Y cantabas las obras de su
diestra, | | |
| Y cuanto grande, augusto y admirable | | |
| Sembró
por la amplitud del universo. | | |
| Esta senda que abriste,
ínclito vate, | | |
| Ésta debes seguir; no te desvíes
| | |
| Por más tortuoso y áspero camino. | | |
| Canta
tu fe, tu religión, tu patria, | | |
| Dogmas celestes
y hazañosos triunfos; | | |
| Canta de Dios los soberanos
dones | | |
| Agradecido tú que tantos debes | | |
| A su bondad.
El Dios Omnipotente | | |
| A quien alzaste tus primeros himnos
| | |
| Hoy acrece las fuerzas de tu ingenio, | | |
| De tu cuerpo
también, y te conserva | | |
| Hermosa y pura y juvenil
el alma. | | |
| Vive, ¡oh poeta! edades infinitas. | | |
| ¡Que tus
años excedan a tus glorias | | |
| Y lograda del mundo
la apoteosis, | | |
| Logra de Dios la triunfadora palma. | | |
| Y
tú, salve también, oh dama ilustre | | |
| Que al
vate ofreces protección y techo. | | |
| Tu nombre y tu
blasón con voz de aplauso | | |
| Celebrarán las
gentes venideras. | | |