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ArribaAbajoJoaquín Romero de Cepeda


Comedia salvaje

En la cual, por muy delicado estilo y artificio, se descubre lo que de los alcahuetas a las honestas doncellas se los sigue, en el proceso de lo cual se hallarán muchos avisos y sentencias.



Argumento de la obra

Anacreón, caballero mancebo de mediano estado, enamorose de Lucrecia, hija de Arnaldo y Albina, única heredera de sus padres, muy rica y hermosa, la cual por medio de Gabrina, famosa alcahueta, viene a condescender a los ruegos de Anacreón; descúbrese el hecho, prenden a Gabrina, ahorcan a Rosio, criado de Anacreón. Huye Lucrecia, van sus padres en su busca; a Arnaldo matan salteadores, y a ellos Anacreón, que va en busca de Lucrecia. Roban a albina dos salvajes, defiéndela Anacreón, sale Lucrecia al ruido en hábito de pastora, mala los salvajes, dase a conocer, perdónalos Albina, despósanse Anacreón y Lucrecia.



PERSONAJES
 

 
ANACREÓN,   caballero.
ROSIO,   criado.
TISBE,   moza.
GABRINA,   alcahueta.
ARNALDO,   padre de Lucrecia.
ALBINA,   madre de Lucrecia.
LUCRECIA.
LA JUSTICIA.
UN VERDUGO.
DOS PORQUERONES.
TARISIO,   salteador.
TROCO,   salteador.



Jornada I

 

ANACREÓN, ROSIO.

 
ANACREÓN
¡Qué dolor hay más mortal
que el mío ni más crecido
que ni sé si soy querido,
ni puedo decir mi mal!
¡Desventurado de mí! 5
Sólo en el mundo amador
que me ha pagado el amor
con sola una vez que vi.
    Mostrome la hermosura
mas alta que el mundo tiene, 10
y quiere que siempre pene:
ved si hay mayor desventura;
yo me perdí por mirar,
y el remedio es poder ver;
no puedo: ¿qué he de hacer, 15
sino morir, o penar?
    No puedo mi mal decir,
descubrillo es desconcierto,
pues no es el remedio cierto
do daño puede venir. 20
Mas si callo en tal aprieto,
moriré como ahora muero;
descubrir mi pasión quiero
a quien me tenga secreto.
    Que el mal ha donde la vida 25
por callarlo se aventura;
no decillo es gran locura,
y simpleza conocida.
Excusado me es terner,
pues que son de amor engaños, 30
y al fin de aquestos dos daños,
quiero el menor escoger.
    Llamar quiero un mi criado,
hombre sabio y muy discreto,
descubrille mi secreto, 35
mi dolor y mi cuidado.
Podrá ser que dé algún medio
en este mi mal rabioso.
Que a un dolor muy peligroso
puesta cura es buen remedio. 40
    La amorosa dilación
es muy manifiesto engaño,
y el esperar dobla el daño
y es a veces destruición,
que si Anibal valeroso, 45
capitán nunca vencido,
no se hubiera detenido.
No fuera Cipión glorioso.
    Ni el ejército romano
sujetara a Cartagena, 50
ni Aníbal tuviera pena,
ni victoria el Africano.
y si Aquiles dilatara
de Patroclo la venganza,
no le valiera su lanza 55
ni al troyano sujetara.
    Y si el fuerte Héctor siguiera
el alcance en noche oscura,
no viera su desventura
ni el Ilión se perdiera. 60
Dilató la ejecución
aquel príncipe excelente,
y después vio de su gente
fuego, muerte y destrucción.
    Pues quiero agora la llama 65
que me abrasa el alma y vida
amansar, aunque ofendida
sea mi honra y mi fama;
cuanto más que en descubrir
mi secreto a mi criado, 70
no debo de ser culpado,
y si muriere, morir.
    Rosio mío, sal afuera.
ROSIO
¿Qué manda vuestra mercé?
ANACREÓN
Darte cuenta de mi fe 75
antes que, mi Rosio, muera;
que aqueste mal que padezco
apriesa quiere acabarme,
procura de remediarme.
ROSIO
Manda, señor, que obedezco. 80
ANACREÓN
Esa pronta voluntad
no podré jamás pagarte
sino con encomendarte
un secreto en puridad.
ROSIO
Di, señor, que la crianza 85
que en mi de pequeño has hecho,
tiene seguro mi pecho;
puedes tener confianza.
    Descubre lo que querrás
ora en bien, o en mal se trama, 90
que a tu vida, honra y fama
contigo me hallarás;
tuyo soy; tuyo seré
cuanto durare la vida;
si fuere por ti perdida, 95
acreciento en honra y fe.
ANACREÓN
Quiero, mi Rosio, abrazarte,
que tu fe me ha puesto aliento,
y de mi mal y tormento
darte, Rosio, entera parte. 100
¡Ay de mí, desventurado!
Que no sé cómo lo diga,
que a tan inmensa fatiga
buscar medio es excusado.
    ¿Qué haré? ¿O cómo diré 105
este mal que consentí?
ROSIO
Acaba va, señor, di.
¿Qué, pones duda en mi fe?
ANACREÓN
O muerte, ¿por qué no vienes,
y das fin a mi tormento, 110
que se acaba el sufrimiento,
cuanto tú más te detienes?
    Espera, mi Rosio, un poco,
verás mi mortal pasión.
ROSIO
Duelos hay, otro sermón 115
quiere decir este loco.
ANACREÓN
¿Qué murmuras entre dientes,
Rosio mío?
ROSIO
Mi señor,
que tengo grande dolor
de sentir tus accidentes. 120
ANACREÓN
Soy indigno en ser por quien
siento mi pena mortal,
pues la gloria de mi mal
hace el mal supremo bien.
ROSIO
Señor, si me das licencia, 125
descubriré tu dolor.
ANACREÓN
Yo la doy, di ¿qué es?
ROSIO
Amor.
ANACREÓN
¡Ay de mí!
ROSIO
Pues ten paciencia.
    Que tu mal tiene remedio
y está, señor, en tu mano. 130
ANACREÓN
¿Qué dices, mi Rosio hermano?
¿Sabrás tú dar algun medio
se suerte que mi dolor
tenga alguna medicina?
ROSIO
Sí, sí no es muerta Gabrina, 135
maestra desta labor.
ANACREÓN
Tu sincero, y pecho sano,
que ignora mi mal cruel,
te hace el remedio dél
tenello por muy liviano; 140
mas si la causa subida
de la pasión por quien muero
supieses, no de ligero
me otorgarías la vida.
    Si vieses el resplandor 145
de la luz que me atormenta,
y aquel valor tan sin cuenta
do procede mi dolor,
y si pudieses mirar
su extremada hermosura 150
discreción, gracia Y cordura,
que en el mundo no hay su par;
    No dirías que Gabrina.
Ericto, Circilea,
ni la gran sabia Medea, 155
Licinia, ni Celestina,
fueran parte, ni otras ciento,
a vencer el corazón,
la casta y limpia intención
de la que me da tormento. 160
ROSIO
Contra el cual principio niega
no hay, señor, más que argüir,
deja ya de difirir,
tu negocio, y a esta ruega;
que otras doncellas y dueñas, 165
encerradas y escondidas,
fueron del amor vencidas:
dádivas quebrantan peñas.
    Hay en aqueste lugar
tantas oficialas de esto 170
que si aquí me fuera honesto
mil te pudiera contar;
mas por verte tan llagado
y por darte medicina
quise nombrarte a Gabrina, 175
como desto el más letrado.
    Si hubieras su casa entrado,
visto perfumes y olores,
yerbas, palos, para amores,
sangres, sogas de ahorcados, 180
botes, cajas, corazones
de cera y de mil hechuras,
vella andar de noche acuras
a buscar pies de tejones.
    Yo le vi en una canasta 185
de aquesto una gran mistura
oye, de lobo asadura,
cuero de sierpe cerasta,
hígado de ciervo asado,
los ojos de lobo viejo. 190
Y mil dientes de conejo,
de dragón hueso rallado.
    Es maestra conocida,
cinco veces azotada,
emplumada, y desterrada 195
de aquí por toda la vida;
mas no faltan hombres buenos
que ruegan luego por ella,
que para mal de doncella
si ella falta la echan menos. 200
    Remediarlas es notorio,
porque su oficio es contino
con papo de palomino,
o de punto, o lavatorio.
Nunca está desocupada 205
su casa de despenseros,
galanes y caballeros,
y otras gentes de posada.
    Es muy astuta comadre,
de todas gran costurera, 210
ensalmadora, partera,
gran sabia de mal de madre;
bendice niños, y emplasta,
concierta brazos quebrados,
gran maestra de tocados, 215
de todos madre, y madrasta.
    Ella no tiene otras rentas
sino criar palomitas
y visitar las ermitas
con unas muy grandes cuentas. 220
ANACREÓN
Oído he de buena gana
tu cuento de aquesta vieja,
¿do vive?
ROSIO
En una calleja
junto del atarazana. 225
ANACREÓN
¿Pues entiendes que será
discreción fiarme della?
ROSIO
Sí, señor, yo iré por ella,
y vuestra merced verá
como le hará en un punto 230
ver lo que tanto desea.
ANACREÓN
¡Ay Dios! Venga esa Medea,
que estoy ya casi difunto.
ROSIO
Señor, yo voy, más entienda
que ella no come pasiones 235
sino de buenos doblones,
o de oro, o alguna prenda.
ANACREÓN
Darlehe toda mi casa,
y a ti calzas y jubón;
si da alivio a mi pasión, 240
en el daros no habrá tasa.
ROSIO
Pues, señor, desa manera
las piedras ablandarás.
ANACREÓN
Ve, ¿qué tardas?
ROSIO
¿Do estarás?
ANACREÓN
Arriba.
ROSIO
Pues ahí espera.
245

 (Habla ROSIO consigo.) 

Bien será considerar
el fin que de aquesto espero,
que quien no piensa primero,
si yerra no hay que quejar.
    Lucrecia es noble doncella, 250
su padre muy poderoso,
tan recatado y celoso
que apenas dejará vella.
Si en el trato soy asido
desollarmehan la pelleja, 255
y con Gabrina la vieja
en dura prisión metido.
    Mas al fin yo soy mandado,
también yo lo prometí,
como siervo obedecí, 260
que a servir soy obligado.
La ganancia cierta es,
perdella será locura,
pues, alto, Rosio, apresura,
aunque lo pagues después. 265


Jornada II

 

ROSIO, TISBE, GABRINA, ANACREÓN, ARNALDO, ALBINA, LUCRECIA.

 
ROSIO
¿Quién está acá?
TISBE
¿Quién anda ahí?
ROSÍO
A la señora Gabrina.
GABRINA
¿Quién me llama? Ven aína,
Tisbe, ¿si llaman a ti?
TISBE
Rosío es, ¿abrille he? 5
GABRINA
Abrele, huelgo que él sea;
¡Ay Jesús, como estás fea!
Sal presto, y componete.
ROSIO
Ocupada debe estar
la posada, según siento, 10
algún nuevo casamiento
de los que suele tratar;
parece suenan pisadas
de algún galán que se esconde.
Ola.
TISBE
Ola.
ROSIO
¿Quién responde?
15
¿Son monjas emparedadas?
 

(Habla TISBE de una ventana.)

 
TISBE
¿Qué manda el enamorado?
ROSIO
¡Oh qué rosa y clavelina!
A la señora Gabrina
quiero decir un recado. 20
TISBE
Aguarde, señor, iré
a llamarla.
ROSIO
Ay que muero,
ce, señora, que a ella quiero.
TISBE
Pues aguarde, y abriré.
ROSIO
O mi Tisbe y mi señora, 25
gran gloria es poder mirarte,
¿quién hay que pueda igualarte
en belleza y gala agora?
Dichosa ha sido mi pena,
venturosa mi pasión, 30
pues padece el corazón
por causa tan justa y bueno.
    ¿Quién goza de esta hermosura,
destas manos, desta boca?
¿Quién aquestos pechos toca 35
do amor dio tanta dulzura?
TISBE
¿No lo veis como es donoso
de cuando acá? Tire afuera,
Jesús, y desa manera,
señor Rosio, es pegajoso 40
no hay más son luego pegar
con la moza, y retozalla.
ROSIO
Mi bien, quien aquí se halla
¿Qué hará sino gozar?
TISBE
¿A eso viene? Por mi vida 45
que de mí no se acordaba,
diga ya lo que buscaba.
ROSIO
Remedio de mi herida.
TISBE
Ay, ay, ay, reírme quiero,
ya está muerto, ¿no lo veis? 50
ROSIO
Vos darme vida podéis,
que sin vos, mi Tisbe, muero.
TISBE
Mucho deso es de reír,
¿Qué quiere, que está parado?
ROSIO
Dar a Gabrina un recado 55
y a vos contino servir.
TISBE
Lo uno bien puede ser,
mas lo otro no lo creo.
ROSIO
Vos sola sois mi deseo.
TISBE
A fe, estoy por lo creer. 60
Llamar quiero a mi señora,
mas ya viene.
ROSIO
¡Ay de mí!
TISBE
Vuelva, señor, por aquí.
GABRINA
Venga, mi Rosío, en buen hora.
    Entre, ¿por qué está a la puerta? 65
Que esta casa, y todo es suyo.
ROSIO
En pararme me destruyo,
y mi bien se desconcierta.
GABRINA
¿Hay algo en que esta mezquina
pueda ser de algún provecho? 70
ROSIO
Mi amo está en grande estrecho
de enfermedad repentina.
GABRINA
¿Y de qué causa le vino
mal que fue tan de repente?
ROSIO
Vamos, que nuevo accidente 75
contaré por el camino.
La enfermedad que padece
es un terrible tormento,
un contino pensamiento,
un mal que por otras crece. 80
    Un excesivo dolor,
una congoja mortal,
una pasión cordial,
y al fin es un puro amor.
GABRINA
¡Ay, hijo! Ya he respirado, 85
que de vuestro encarecello
el temor de no entendello
me había desatinado.
    Plega a Dios no seas mayor
que ansí lo sabes decir. 90
ROSIO
¿Reisos? Para morir está.
GABRINA
Pues nunca peor,
¿Cómo, y esa confianza
tienes de mi habilidad?
ROSIO
Con esa seguridad 95
tengo yo grande esperanza
    Que según el mal es fuerte,
y la causa tan subida,
no era posible la vida
excusar el mal de muerte. 100
GABRINA
Mi Rosio, ¿no me dirás
el nombre de aquesa dama?
ROSIO
La que tiene hoy mayor fama
de virtud, tú la verás.
    Es la hermosa Lucrecia, 105
hija de Arnaldo y Albina.
GABRINA
Deja hacer a Gabrina,
que sabe cuanto se precia;
la doncella es muy hermosa
rica, noble, y bien dotada, 110
virtuosa, y muy honrada,
casta, noble y generosa.
    Mas esta yerba de amor
do quiera prende y lastima,
y a la de más alta cima 115
allí se halla mejor,
porque ya la ociosidad,
el regalo, el abundancia
es la mejor consonancia
desta música en verdad. 120
    La doncella ventanera,
muy galana y muy compuesta,
cuanto más de fuera honesta
es toque de vidriera,
el amiga de ser vista 125
y de ver y componerse,
es ocasión de perderse,
aunque el padre le resista.
    Y aunque nada de esto hubiera,
mi diligencia y saber 130
le harán fuego hacer
lo que ella jamás hiciera.
Tu amo es buen caballero,
rico, noble y generoso,
franco, valiente, animoso, 135
y en amores buen guerrero.
    Hínchame él aquestas manos
de reales, y verás:
¿Qué dices?
ROSIO
Que partirás.
GABRINA
Sí haré, como entre hermanos. 140
ROSIO
Ya sabes que de contino
he buscado tu provecho.
GABRINA
Yo el tuyo nunca desecho.
Seamos dos al mohíno.
    En pago a Tisbe daré, 145
que ella te quiere y te ama,
yo vieja sola en la cama
con este jarro estaré.
ROSIO
Tus manos quiero besar,
por aquese ofrecimiento. 150
GABRINA
Rosio mío, tu contento
y provecho he de buscar.
    Seme agora buen tercero,
que esto así está concertado;
haz tú como fiel criado, 155
verás cuanto yo te quiero.
Encarecelle su mal
a tu amo, y mi servicio
usa bien era tu oficio
porque él sea liberal. 160
    Que si es como yo barrunto
y él lo hace bien comigo
tú verás come contigo
y con él cumplo en un punto.
ROSIO
Señora, pierde cuidado, 165
de mí te puedes fiar.
GABRINA
Muda, mi Rosio, el hablar;
que a la puerta está parado.
    No me cuentes más su mal,
su pasión y su tormento, 170
que lo entiendo y lo siento
como tú, siervo leal.
¡Ay, Jesús! Y no parece
sino que eres tú el doliente,
ansí sientes lo que siente 175
y lloras lo que padece.
    Ya tengo bien entendido
tu fatiga y su dolor,
y que la causa es amor
de una dama esclarecida; 180
y aunque en su mal no hay remedio,
por ser tan alto el lugar
yo te prometo de dar
en las manos el remedio.
ANACREÓN
O esperanza nunca oída, 185
o suprema medicina,
o mi señora Gabrina,
y el remedio de mi vida,
venga muy en hora buena
mi placer y mi consuelo. 190
GABRINA
Arrastrando por el suelo
vengo por curar tu pena.
    Que aqueste tu fiel criado,
sin un punto diferir,
me hizo luego venir. 195
Como tu mal me ha contado,
hame tanto encarecido
tu pasión y tu tormento.
Que como propio lo siento
según Rosio lo ha sentido. 200
ANACREÓN
¿Quién puede contar mi mal?
¿Quién siente lo que yo siento?
¿Quién habla de mi tormento?
¿Quién de mi rabia mortal?
¿Quién del mal que me condena? 205
¿Quién del supremo dolor?
¿Quién del fuego de mi amor
y de mi terrible pena?
    ¿Quién de aquella hermosura
de Lucrecia, y de su estado? 210
¿Quién del valor extremado
de su rostro, y su figura?
¿Y quién a su entendimiento
ha hecho comparación?
¿Quién de aquella perfección 215
de su grande encerramiento?
    ¿Alguno tan atrevido
hay, que pueda conocer
su valor, su suerte, y ser
tan extremado y subido, 220
su gracia, su gentileza,
su linaje, su primor?
GABRINA
Ay, solo falta el amor
para extremar su grandeza.
ANACREÓN
Eso es lo que temo y lloro 225
que no es posible alcanzar.
GABRINA
Mas presto que tú me dar
esa cadena de oro.
ROSIO
Buen tiro, si no da avieso,
ha arrojado la traidora. 230
ANACREÓN
Hela aquí, madre y señora,
que lo menos será eso.
    Llévala ansí por mi vida
ante los ojos de aquella
a quien la tengo por ella 235
a su servicio ofrecida,
y esta carta le darás
con sangre del corazón,
y mi dolor y pasión
justamente le dirás. 240
GABRINA
Vivas, señor, largos aires,
que así mis canas honraste,
y te prospere y abaste
libre y exento de daños.
Tu pasión no hay para que 245
me la cuentes mas aquí,
ponla, señor, sobre mí
que en prendas dejo mi fe.
    Mira este rostro arrugado
y estas manos de flaqueza, 250
mas por la mucha pobreza
que por años que han pasado.
Que por tu merecimiento,
por tu liberalidad,
te doy hoy seguridad 255
de tu descanso y contento.
    Como en tu cadena de oro
se alegró mi corazón,
alegraré tu pasión,
y en placer volveré el lloro. 260
O la mar se secará,
o no soplarán los vientos
faltarán los elementos
y Duero atrás volverá,
    o en los prados no habrá flores, 265
ni las aves volarán,
ni los hombres hablarán,
ni habrá amor entre amadores,
o de Lucrecia el estado
gozarás la hermosura, 270
antes que en la noche escura
parezca el cielo estrellado.
ANACREÓN
¡Oh qué extraño ofrecimiento!
¡Oh gran gloria aun en pensalla!
GABRINA
Muy mayor será gozalia. 275
Ten ánimo y sufrimiento,
reposa y sosiega el pecho,
huelga agora y a placer,
apareja de comer,
compone y adorna el lecho. 280
    Que el huésped que ha de venir
merece todo regalo,
haz luego sin intervalo
aquesto, que quiero ir.
ANACREÓN
¿Qué me dices, madre mía? 285
Que no te puedo entender.
GABRINA
Que esperes, y hayas placer.
Dios quede en tu compañía.
ANACREÓN
Él te guarde y sea contigo.
Rosio, la casa adereza, 290
principalmente la pieza
donde duermo; presto, amigo.
ROSIO
Todo está ya aderezado,
sube luego a tu aposento,
ten grande contentamiento, 295
que tu ventura ha llegado.
    ¿No notáis cuán liberal
Anacreo agora ha sido?
Y para mí que he servido
jamás tiene un real. 300
A la viejaza echacuervos,
haldas luengas retaimada,
la paga fue adelantada,
mas no la queda a sus siervos.
    Para mal siempre hay dineros, 305
para bien todo es estrecho.
¡Quién dejase su provecho
por servir a caballeros!
Todo anda, mi fe, trocado,
cada cual tras su deseo; 310
quiero hacer lo que veo,
y ser también namorado.
    Ame Anacreón a Lucrecia,
que yo a mi Tisbe amaré,
como él hiciere haré. 315
Ruin es quien de ruin se precia.
¡Qué verdadero refrán
de experiencia y ciencia lleno!
Con el bueno serás bueno,
con rufián rufián. 320
    Con santo santo serás
con perverso pervertido,
con homicida homicido,
con Satanás Satanás.
Pues yo no quiero perder 325
tiempo, sazón, ni ventura,
pues se ofrece coyuntura
para mi Tisbe ir a ver.
    Que mientras mi amo llora
y Gabrina está bramando, 330
podré yo estar retozando
con mi Tisbe más de un hora.
Él llore, yo cantaré;
Gabrina su tela trame,
su Lucrecia ame o no ame, 335
que yo a mi Tisbe amaré.
 

(Sale GABRINA, y va a casa de LUCRECIA, hablando consigo a solas.)

 
GABRINA
La madre que me parió
haya mal fin y quebranto,
que a hija que quiso tanto
tan mal oficio mostró. 340
De contino el manto a cuestas
con las haldas arrastrando,
por callejas rodeando
y otras partes deshonestas.
    Contino por monasterios 345
por ermitas, por cantones,
de noche con ladrones
cercando los cementerios
por sepulcros de finados,
y por lugares desiertos, 350
buscando huesos de muertos
y narices de ahorcados;
    Y a la fin muy bien pagado
al cabo de mis afanes,
por servir a estos galanes 355
dos veces me han emplumado,
pues agora una coroza
o algún jubón sin costura;
triste de tu hermosura,
Gabrina, cuando eras moza. 360
    Ora en fin yo quiero ir,
por demás es este lloro,
que esta cadena de oro
me hará a veces reír.
Lleva perfumes y olores, 365
tocas de lienzo delgado,
seis madejas de hilado,
y otras yerbas para amores.
    La carta quiero guardar,
porque el ir no me sea en vano, 370
que en tomándola en su mano
le haré a Anacreón amar.
Quiero ir, que ya me espera
de Lucrecia al hermosura,
¡qué buen principio y ventura! 375
Que sus padres salen fuera.
    Conjúrate, gran Plutón,
emperador de dañados,
rey de los atormentados
y de la infernal región, 380
señor del sulfúreo fuego,
capitán del río Leteo,
molestador de Fineo,
y veedor del reino ciego.
    De las infernales furias, 385
hidras, harpías volantes,
de las ánimas penantes,
señor de las tristes curias,
yo, Gabrina, antes que parta
te conjuro, pido y ruego 390
que con tu sulfúreo ruego
te encierres en esta carta.
    Y cumpliendo mi deseo
que tanto tu nombre precia,
hagas que muera Lucrecia 395
por amores de Anacreón,
y siempre te serviré
con fe muy firme y constante,
y sino, con luz radiante
tus cárceres heriré. 400
 

(ARNALDO y ALBINA.)

 
ARNALDO
¿Quiénes, mi señora Albina,
esta vieja que aquí viene?
ALBINA
Según el gesto que tiene
paréceme que es Gabrina.
ARNALDO
¿La comadre?
ALBINA
Sí, señor.
405
GABRINA
Cristo sea con los dos.
ALBINA
Él guarde también a vos
y os dé su gracia y favor.
    ¿Qué es la ocasión de venir,
madre mía?
GABRINA
Mi señora,
410
una vieja pecadora
¿Qué hará sino servir?
Traigo aquí este hilado,
estos perfumes y olores,
remedio para dolores 415
y para mal de costado.
ARNALDO
A buen tiempo es la venida,
madre mía, si al dolor
de mi hija ese licor
le diese salud cumplida. 420
ALBINA
Su mal es melancolía
y tristeza cordïal.
GABRINA
Esta es para ese mal
yerba de muy gran valía.
    ¿Y está mal la señora 425
Lucrecia?
ARNALDO
Sí, vos subí
mientras llegamos aquí.
Vendremos luego a la hora.
GABRINA
Antes acompañaré
mis señores a los dos. 430
ALBINA
Quedad, Gabrina, con Dios,
que muy presto volveré.