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11

Hickey también publicó algunas poesías con las iniciales «M. H.».

 

12

Serrano y Sanz pensó que se trataba de otra escritora y la registró en una entrada separada (II: 388); y García de Villanueva la anotó como «Madama Equi, que escribió en Madrid para nuestros teatros» (318).

 

13

El subrayado es mío. He creído necesario transcribir la opinión de este censor pues generalmente se desconocen estos documentos, y sólo se sabe si una obra obtuvo o no la licencia de impresión, ignorándose la parcialidad y a veces ignorancia que «alumbraba» a algunos miembros de las comisiones de recensión. Al leer la aprobación de Florez Canseco uno no puede menos que preguntarse: ¿ubi sunt el Tío Matute de la traducción de Fernández y Figuero y el crítico del Memorial literario de la Catalina o la bella labradora de Gálvez?

 

14

Para un estudio de la biografía y obras de Hickey véase Philip Deacon, «Vicente García de la Huerta y el círculo de Montiano: La amistad entre Huerta y Margarita Hickey», Revista de Estudios Extremeños 44.11 (1988): 395-421; María A. Salgado, «El autorretrato clandestino de Margarita Hickey, escritora ilustrada», Actes du Ive. Colloque International d'Aix-en-Provence (6-7-8 Décembre, 1990): L'Auto-portrait en Espagne, Literature & Peinture. (Aix-en-Provence: Université de Provence, 1992). 133-47; Constance A. Sullivan, «A Biographical Note on Margarita Hickey», Dieciocho 20.2 (1997): 219-29.

 

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Es la misma firma que aparece en la recensura de 1817 de la comedia de Gálvez Las esclavas amazonas; y permite especular que la obra de Laborda fue escrita o recensada durante el período en que ejerció este censor.

 

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Serrano y Sanz confunde el párrafo al que se refería Caballero y que dice expresamente: «Suprímase»; y transcribe otro de los párrafos marcados por la censura como ejemplo del «estúpido criterio que tenían los censores de comedias a principios del siglo XIX, [que] no puede ser más inocente» (II: 6). La censura también pensó que era inocente y no lo suprimió. Lamentablemente el error de Serrano y Sanz siguió siendo tomado como artículo de fe por los críticos posteriores; y es así como Margarita Nelken, por ejemplo, encuentra material para su libro, el cual infelizmente ya ha pasado a ser fuente de otros errores (183).

 

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En 1731 se reeditaron en Bruselas Les memoires de messire Michel de Castelnau con las adiciones hechas por J. Le Laboureur, entre las que se hallan incluidas las cartas de María Estuardo e Isabel I.

 

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El condado de Pembroke, en Gales, existe desde la temprana Edad Media, y allí se originaron las dos ramas de los Pembroke: la primera se destacó en tiempos de Eduardo IV y el futuro Ricardo III, y la segunda durante los reinados de Eduardo VI, María I Tudor, e Isabel I. El primer conde de Pembroke, perteneciente a la segunda rama, fue miembro del Consejo Privado de Isabel I y Mayordomo de la Casa Real, y cayó brevemente en desgracia al tratar de concertar el matrimonio entre María Estuardo y Tomás Howard.

Entre todos aquellos escritores que se ocuparon de María Estuardo en sus poemas y dramas, María Rosa de Gálvez fue la única que incluyó a este personaje histórico. Para la génesis del tema de la reina de Escocia en la literatura europea, consultar el estudio preliminar de la edición crítica de La corona trágica de Lope de Vega preparada por Michael G. Paulson y Támara Álvarez-Detrell (York, SC: Spanish Literature Publications, Co., 1982).

 

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Volvió a ser representada en 1818.

 

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Mme. de Grafigny no compuso ninguna obra con un título similar al usado por Olavide, de modo que debe tratarse de una adaptación de uno de los dos únicos dramas de la escritora francesa: la comedia en cinco actos Cénie o la comedia en cinco actos La filie d'Aristide (Oevres complètes, nouvelle édition, Paris, 1821).