Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

81

El original, por error, melqueño. Aceptamos la enmienda tradicional, mezquino por razones de rima y sentido. (N. del A.)

 

82

La expresión proverbial en figura de romero "disimuladamente", "con aspecto engañoso", tomado de un romance de don Gaiferos (cfr, M. Menéndez y Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1952, vol. VI, p. 375) era bastante usado en la época y muy grata a Quevedo (cfr. Bl 909, 1137, y sus variantes en figura de garbanzo (921), en figura de beata (876), en figura de requiebro (956), etc.). Sobre las relaciones del tocino y el vino, y de su rechazo por los moros, cfr. Sueño del Infierno (OP 222) donde el autor pregunta a Mahoma: «Y el tocino, ¿por qué se lo vedaste, perro esclavo, descendiente de Agar? -Eso hice por no hacer agravio al tocino, que lo fuera comer torreznos y beber agua, aunque yo vino y tocino gastaba». Cfr. además Libro de todas las cosas, OP 108. Téngase en cuenta que al banquete ofrecido por Carlomagno asisten también los justadores sarracenos. La interpretación de M. E. Malfatti es errónea (cfr. op. cit., p. 124). (N. del A.)

 

83

ir con espigón "retirarse". Era expresión proverbial. (N. del A.)

 

84

Original tras los sesos. Aceptamos la corrección de Astrana Marín que hace sentido. (N. del A.)

 

85

p. 195. Citamos siempre los Sueños por la edición de Felipe C. R. Maldonado, Madrid, Ed. Castalia (Colec. Clásicos Castalia), 1972. La canción El escarmiento, que abarca y condensa toda la temática quevediana sobre la muerte, puede verse en Poesía original, ed. José Manuel Blecua, Barcelona, Planeta, 1963, pp. 12-15. (N. del A.)

 

86

Valor actual del humanismo español, Madrid, Ateneo, 2.ª ed., 1956 (Colección O crece o muere), p. 16. Conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid el 16 de abril de 1951. (N. del A.)

 

87

ed. cit., p. 186. (N. del A.)

 

88

«El predicador y sus máscaras», La Nación, Buenos Aires, 31 de octubre de 1976, sección 3.ª, p. 1. (N. del A.)

 

89

p. 239a. Citamos siempre el Discurso de todos los diablos por la ed. de Luis Astrana Marín, Prosa, Madrid, Aguilar, 2.ª ed., 1941. (N. del A.)

 

90

Fray Antolín Montojo en la censura al Sueño del Juicio Final (1.º de julio de 1610) dice que «es lástima se entregue [Quevedo] a escritos que pueden hacer más mal que bien a quien los leyere, e inducir a errores, promoviendo dudas sobre cosas muy sagradas, que deben tratarse siempre con más gravedad que se hace en este libro» (cfr. ed. Astrana Marín, p. 151a). Y el padre Diego Niseno, en su corrosiva censura a la ed. de Gerona (1628) del Discurso de todos los diablos, concluye: «Juzgo que este autor es digno de enmienda; de que se le prohíba escribir en todas materias; que lo que ha escrito se sepulte todo; que no se admita aun después de expurgado...» (cfr. ídem, p. 237a). (N. del A.)