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Segunda parte

(Composiciones escritas en varios álbumes)



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Guirnalda



                                                                                                                                         
   Los versos son las flores que el alma del poeta
de la gentil Belleza derrama en el altar;
yo cuelgo de mi lira guirnaldas de violeta
y a vuestros pies, hermosas, las vengo a deshojar.




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La fortuna

A Rosario P.



                                                                                                                                         
   En su curso voluble la Fortuna
todo cuanto me diera me quitó;
y la Miseria pálida y hambrienta
al umbral de mi puerta se sentó.
 
   Y llegó la Amistad -la que en un día
el festín de mis dichas presidió-
y aunque la dije ven, ella, espantada
al ver aquel espectro, se alejó.
 
   Amor llegó también... Sellé mi labio,
porque temí que se alejara Amor;
pero él sin vacilar, bañado en lágrimas,
vino a mí presuroso... y me abrazó.
 
   Y la Miseria pálida y hambrienta
que al umbral de mi puerta se sentó,
a la luz de aquel ángel que lloraba,
ella �la horrible arpía...! se embelleció.




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Las flores

A Ramona



                                                                                                                                         
   Las flores son un emblema
del mundo del sentimiento,
son álbum del pensamiento
en sus horas de ilusión;
son páginas en perfume
por dos almas descifradas,
son estrofas no cantadas
del poema del corazón.
 
   En una flor sus recuerdos
el corazón atesora;
sobre sus pétalos llora
su soledad el dolor;
dulce enigma comprendido
tan sólo por los amores:
quien no comprende las flores
tampoco sabe de amor.
 
   Dios a la mujer formando
completó su Paraíso;
tal vez con las flores quiso
completar a la mujer.
�Qué bellas son en su frente!
�Qué envidia dan en su seno!
�Qué activo dulce veneno,
dan en ellas a beber!


                                                                                                                                         
   Los mirtos dicen amores,
la altiva rosa belleza,
las azucenas pureza,
recuerdo la miosotis.
Algo dice en una tumba
la doliente cineraria,
y la yedra parietaria
que borda la ruina gris.
 
   Y �cuánto es para el amante
la primer flor anhelada
que una mano idolatrada
furtivamente le dio!
El labio ardiente se posa,
insaciable mariposa
del néctar de la pasión.
 
   Si encanta con sus colores,
si embriaga con su perfume,
si se marchita y consume
apretada al corazón,
es que en su cáliz esconde
aliento de la que se ama,
y perfume que derrama
en sus besos la pasión.
 
   Es que a los ojos cerrados
del alma en amores presa,
esa flor es la promesa
de eterna felicidad.
Es una voz silenciosa
que está diciendo te adoro;
nudo de la red de oro
en que dos almas están.
 
   Almas locas que no saben
al simbolizar la creencia
del amor en la existencia
efímera. de una flor,
que su dicha, su esperanza,
su placer y su alegría
flores son... y dura un día
la primavera de amor.
 
 
   Y la seca flor guardada
que el tiempo cruel descolora,
reliquia tal vez de una hora
que vale una eternidad;
sombra de flor que no tiene
de lo que fue más que el nombre,
cual los recuerdos del hombre
del alma en la soledad;
fantasma de una esperanza,
muelo adiós del bien perdido,
del naufragio en el olvido
único resto quizá,
�no encierra, triste despojo
sin perfume ni belleza
la poesía de la tristeza,
la religión del pesar?
 
 
   Sí; las flores simbolizan
las fugaces alegrías
que arrancamos a los días
de la bella juventud.
Después tan sólo nos quedan
memorias de amor benditas...
hojas de flores marchitas
cayendo en el ataúd...




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Lirio

A Rosario H.



                                                                                                                                         
   Muy pocas flores de ilusión dejaron
en mi alma borrascosa los pesares;
mas las pocas fragantes que quedaron
permite que las deje en tus altares.
 
   Te traigo de amistad cándido lirio;
si en él encuentras una acerba gota,
perdónala... es la sangre de martirio
que de mi pecho, atormentado brota.
 
   Hirió mi corazón el desencanto,
de mi ventura deshojó la palma,
y en la amargura de infortunio tanto,
secose a fuerza de llorar el alma.
 
   Nublado el horizonte de la vida,
borrose el porvenir en lontananza,
y su tallo dobló, descolorida
y marchita la flor de la esperanza.
 
   Tan sólo melancólica y aislada
la triste flor de los recuerdos brota,
como brota la hierba descuidada
de algún sepulcro entre la piedra rota.
 
   Mas no es ese despojo cinerario,
no los la flor del recuerdo y el martirio
la que te ofrece el corazón, Rosario,
es de amistad el apacible lirio.
 
   Lleva en su cáliz toda la ternura
que agotar no pudieron los pesares;
y pues tiene de tu alma la blancura,
permite que la deje en tus altares.




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Sensitiva

A Guadalupe



                                                                                                                                         
   �-�Por qué estás, como yo, pálida y sola?
�También para las flores hay dolor?
�Como mi corazón, es tu corola
copa de llanto, solitaria flor?�
 
   Así Una virgen bella y pensativa
a quien la pena el corazón hirió,
dijo a la misteriosa sensitiva,
y una lágrima en ella derramó.
 
   Lágrima de mujer, gota sagrada
que el arcángel debiera recoger,
perla del alma, sangre inmaculada
del mártir corazón de la mujer.
 
   Calló... La sensitiva, estremecida,
sus pétalos vivientes recogió,
y la pálida virgen dolorida,
suspiró con tristeza y murmuró:
 
   �-�Tan amargo, es mi llanto, que una gota
hasta a apagar la vida de una flor?
�Cómo el raudal que de mi pecho brota
�ay! no apaga el recuerdo de mi amor?
 
   �Por qué no extingue de mi ser la llama
el incesante soplo, del pesar?
�Por qué no muere el corazón que ama,
su lágrima primera al devorar?
 
   �Dichosa flor! Moriste a la primera
ráfaga del pesar... En mi aflicción
dichosa yo también si se rompiera
mi existencia al romperse mi ilusión.
 
   Que cuando quiso con pasión el alma,
y lo que quiso, para siempre fue,
vivir es ya morir... mas sin la calma
que la tumba promete al padecer.
 
   Mas otras veces -�he llorado tanto!-
otras veces mis lágrimas vertí
sobre otras flores, y jamás mi llanto
marchitara esas flores como a ti.
 
   �Eres un cáliz de dolor que encierra
gotas de llanto que ofrecer a Dios?
Pero todas las flores de la tierra
son pocas al raudal del corazón.
 
   �Quién, eres tú de lánguida corola?
�Amaste y te olvidaron, pobre flor?
Dímelo... que también pálida y sola
soy una sensitiva del amor.�
 

La sensitiva

   �-Soy el alma misteriosa
de mis hermanas, las flores,
imagen: de esos amores
que vivieron un ayer:
hija de un rayo de aurora
en un día de Primavera,
es mi vida una quimera
como tus sueños, mujer.
 
   Yo soy como la esperanza
que cuando se toca, muere;
y tu lágrima me hiere
como te hiere el amor.
No es tu lágrima el rocío
que en mí derrama la noche,
y ha lastimado mi broche
como tu seno el dolor.
 
   Tu alma y yo somos dos flores
que tienen la misma historia.
También yo tuve mi gloria
como tuviste tu amor.
Debes a tu amor el llanto
y yo a tu llanto la muerte...
Una misma es nuestra suerte,
�pobre mujer...! �pobre flor!
 
   Por los céfiros mecida,
por la luz engalanada,
por los cantos arrullada
de las aves del pensil,
es mi vida un paraíso,
un pensamiento risueño,
es el éxtasis de un sueño,
es amar... �es ser feliz!
 
   Pero es dicha de un instante:
de tu lánguida pupila
rueda abrasada y tranquila
la gota que me mató.
Y en vano el cielo fulgura,
en vano las aves cantan,
cielo y aves no levantan
mi corola... �pobre flor!
 
   Así la mujer hermosa,
flor de los cielos querida,
sensitiva desprendida
de las manos del Señor,
trae a la tierra del llanto
su corola de belleza,
su rocío de pureza
y el perfume de su amor.
 
   Y por ensueños mecida,
del amor enamorada,
por los himnos arrullada
del mundo que ve ante sí,
es su vida un paraíso,
un pensamiento risueño,
es el éxtasis de un sueño,
es amar... �es ser feliz!
 
   Pero, es dicha de un instante:
con su llama abrasadora,
amor su pecho devora,
amor consume su ser.
Y en vano son las promesas
de la mentida esperanza...
�Quién a realizar alcanza
tu ilusión... pobre mujer...?
 
   Somos dos flores hermanas
hijas del amor del cielo;
no comprenden nuestro duelo,
ni comprenden nuestro amor.
Por siempre cierro mis hojas,
por siempre tu llanto trunca...
La dicha no vuelve nunca...
�Pobre mujer...! �pobre flor...!
 
   Así dijo la tierna sensitiva;
sobre su muerto tallo se dobló:
y la pálida virgen pensativa
dejó en ella una lágrima furtiva
y triste y en silencio se alejó.





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Ramillete

A Remedios



                                                                                                                                         
   Símbolo de tu cándida belleza
son las flores, Remedios, que te envío;
tu alma, como, su cáliz, es pureza,
limpio, como tu llanto, su rocío.
 
   Virgen hermana de las flores bellas
que bordan y perfuman la campiña,
deja que la amistad teja con ellas
fresca guirnalda que tu frente ciña.
 
   Algún ángel quizá, niña querida,
sobre ti tiende con amor su palma,
que es una rosa blanca desprendida
de los jardines del Edén tu alma.
 
   Para tu dulce corazón, amores,
para tu planta, rosas sin abrojos...
y para mí... para mis pobres flores,
una mirada de tus negros ojos.




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Pasionaria

A Ángela



                                                                                                                                         
   Perdiose ya la dicha de mi vida
y del alma pasó la primavera...
�Qué flor, entonces, dejaré caída
de tu álbum en la página primera?
 
 
   Yo fui la mitad de un alma
buscando su otra mitad,
como se busca la calma
y la sombra de la palma
en ardiente soledad.
 
   En un tiempo el alma mía,
alondra que tiende el vuelo
bañada en la luz del día,
sus ricas alas perdía
en el zafiro del cielo.
 
   Soñé pedir a la gloria
la vida para mi nombre,
y que en mi piedra mortuoria
arrojase una memoria,
acaso una flor, el hombre.
 
Soñé, al destello indeciso,
de un crepúsculo nupcial,
aparecer de improviso
la mujer del Paraíso
que flotaba en mi ideal.
 
   La mujer cuya belleza
ilumina la Creación,
la mujer toda terneza,
la mujer cuya pureza
santifica el corazón.
 
   La mujer a cuya planta
se pone el alma de alfombra,
la mujer única y santa,
la mujer que no se nombra
pero que siempre se canta...
 
   Y esa mujer yo la vi
cuando la dicha soñé;
el alma toda la di,
y su imagen está aquí,
y con ella moriré.
 
   Era su faz mi embeleso
era su nombre Alma mía;
donde su planta ponía,
mi pensamiento en un beso
adorándola caía.
 
   Soñé el placer indecible
de que ese arcángel visible
me embriagase con su amor...
Soñé la dicha imposible
en la tierra del dolor.
 
   �Era sólo una creación
de mi loca fantasía,
de mi amante corazón...?
�Era el alma que se abría
en su aurora de ilusión?
 
   �Era un sueño...? Mas despierto
adoré lo que soñaba...
Mi corazón está muerto,
desque en el mundo desierto
no encontré lo que buscaba
 
 
   Por eso voy del mundo en la corriente
         cual hoja solitaria.
Triste es mi vida, pálida mi frente,
y si hiera una flor mi alma doliente
         sería la Pasionaria.
 
 Una flor de tristeza y desconsuelo
         que apenas ha vivido
y levantado su corola al cielo,
y ya barre sus hojas por el suelo
         el viento del olvido.
 
 
   Perdóname. Buscaba un pensamiento
Ángela, que dejar en esta hoja,
y el gemido del alma en su tormento
es �ay! tan sólo lo que el alma arroja...
 
   Perdóname la nota dolorida
que exhalara mi lira lastimera,
perdóname esta lágrima caída
de tu álbum en la página primera.




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Rocío

A Paz



                                                                                                                                         
   Cuando se va la noche,
sus lágrimas hermosas
sobre las flores deja
en gotas sin color;
pero al romper el alba
se tornan luminosas
en perlas cristalinas,
corona de la flor.
 
   Así mis pobres versos
sin brillo ni frescura
de tu álbum en las hojas
a derramarse van;
mas si les dan tus ojos
la luz de su hermosura,
las perlas más preciosas
de la amistad serán.




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Flores marchitas

A Emilia



                                                                                                                                         
   Primer rayo de luz, primera rosa,
primer canto del ave en primavera,
suspiro de una lira melodiosa
es de tu álbum la página primera.
 
   La arpa de la poetisa resonando
allí vertió dulcísima sus galas,
blandas como el rumor que al ir volando
los angeles producen con sus alas.
 
   Este libro comienza como el día,
con trinos, de ave y esplendor de aurora;
después de una magnífica armonía,
�qué ha de decir mi corazón, señora?
 
 
   Yo que he dejado olvidada
y de lágrimas bañada
la lira del corazón
en la tumba idolatrada
de mi postrer ilusión;
 
   yo, pobre alma dolorida
que atrás dejando va ya
los vergeles de la vida,
hoja en el viento perdida
que no sabe dónde va;
 
   desheredado de amores,
sin fe ni consolación
en un valle de dolores...
�dónde ha de coger sus flores
mi desierto corazón...?
 
 
   Pero �qué importa, Emilia, que la nota
que exhala para ti mi lira rota
sea triste como el alma sin amor,
si al través del crespón de mi tristeza
mirando estoy tu poética belleza
como se ve tras de la niebla el sol...?
 
   Mis pobres rimas ante ti al ponerlas
son flores ya marchitas entre abrojos,
pero fragantes tú puedes hacerlas
con la mirada de tus negros ojos.
 
   La más pálida flor tiene colores
cuando el sol con su rayo la abrillanta...
�Sean tus ojos sol para las flores
que vine a deshojar ante tu planta...!




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Abrojos

A Rosa



                                                                                                                                         
   Como dulce canción vaga y hermosa
que lejos se oye en la nocturna calma,
así el eco de tu arpa melodiosa
oí en la triste soledad del alma.
 
   Trino de alondra, murmurar de río,
cantó en el tierno suspirar bañado
de un pecho de mujer, limpio rocío
sobre la flor del corazón regado;
 
   eso es tu canto. Besa nuestro oído,
y el corazón a los ensueños lanza,
porque en sus notas trémulas, perdido
va el acento feliz de la esperanza.
 
   Mas si gotas esparce de ambrosía
el ritmo de tu arpa vibradora,
digno de su gratísima armonía
no tengo nada que ofrecer, señora.
 
 
   Corazón que el llanto moja,
corazón que se deshoja
al embate del dolor,
de este álbum para la hoja
�en dónde hallar una flor?
 
   �Dónde encontrar el ambiente
hecho de brisa olorosa,
de blanca luz trasparente
que envuelve tan dulcemente
en los jardines la rosa?
 
   Si tuviera el alma mía
de inspiración el tesoro,
ilusiones, poesía,
�cuántas mariposas de oro
para la rosa tendría!
 
   �Cómo entonces la envolviera
el beso de primavera
en una nube de aroma!
�Con qué cariño la diera
sus arrullos la paloma!
 
   Mas mi musa silenciosa
no ha querido, en sus enojos,
que pueda dar otra cosa
para el álbum de una Rosa,
más que lo que doy: abrojos...




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Reminiscencias

A Eugenia



                                                                                                                                         
   Pobre amiga, pues que lloras,
pues que la vida sombría
en ti derrama sus horas
de negra melancolía;
 
   pues te hieren los pesares,
y ha pasado tu contento,
como la espuma en los mares,
como la nube en el viento;
 
   permite, sí, que recoja
mi buena amistad sencilla
esa lágrima que moja
tu macilenta mejilla.
 
   El corazón del poeta
en su solitaria calma,
es una copa secreta
de las lágrimas del alma.
 
   La tuya vierte sus perlas.
Yo no merezco guardarlas,
pero quiero recogerlas
porque quisiera cantarlas.
 
   Que también el alma mía
coronada está de abrojos,
también he sentido un día
humedecerse mis ojos.
 
   Porque también he querido,
porque también he adorado,
y lo que amaba he perdido,
y también soy desgraciado.
 
   Yo he sentido la congoja,
del corazón que revienta,
en ese llanto que moja
tu mejilla macilenta.
 
   �Cómo se llora sonriendo!
�Cómo se habla sollozando!
�Cómo se vive muriendo
y se muere recordando!
 
   Sé lo que es, al adorarse
con infinita pasión,
decirse adiós.... y arrancarse
pedazos del corazón.
 
   En ese adiós sin segundo
se va la existencia entera,
y queda desierto el mundo
sin el alma compañera.
 
   Todo es sombras, todo abrojos,
todo noche, todo nada,
desque falta a nuestros ojos
la vida de su mirada.
 
   Y nuestro ser languidece,
el alma huérfana llora,
la esperanza se entristece,
sólo el recuerdo se adora.
 
   Y mientras la negra ausencia
nos enluta el corazón,
vivimos una existencia
de recuerdo y de visión.
 
 
   Escucho una voz querida
que cariñosa me nombra,
miro pasar una sombra...
Es su sombra y es su voz...
Ese suspiro que vaga
en el ambiente perdido,
es un eco desprendido
de su tristísimo adiós.
 
   El ángel que en sueño veo
es Ella que viene a verme.
Cuando mi párpado duerme
y vela mi corazón
es Ella, mi cariñosa,
cuya alma viene angustiada
a vagar enamorada
en torno de mi pasión.
 
   Sus ojos están marchitos,
está gimiendo su pecho,
y su corazón deshecho
a fuerza de padecer.
Es la mitad de mi alma,
y siente, sí, mi quebranto,
como siento yo su llanto
en mi corazón caer.
 
 
   Perdona, Eugenia, si al cantar tus lágrimas
con las de mi ángel, triste, las mezclé.
No hay un consuelo en mis palabras áridas,
soy infeliz... y consolar no sé.
 
   Pero comprendo tu alma melancólica,
comprendo su doliente viudedad,
y son mis versos como flores pálidas
que prende en tus crespones la amistad.




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El alma en flor

A Eulalia



                                                                                                                                         
   La juventud sus encantadas puertas,
gentil Eulalia, a tu pisada abrió,
y la aurora de Abril en que despiertas
sus espléndidas rosas te ciñó.
 
   Hoy, corona tu frente la belleza,
en tu seno florece la ilusión,
y no sabes lo que es esa tristeza
que marchita y enferma el corazón.
 
   Mas óyeme: si sabes lo que vale
un alma virginal, un alma en flor,
no dejes, no, que generosa exhale
el celeste perfume de su amor.
 
   Que las almas en flor �ay! se deshojan
al soplo abrasador de la pasión,
y el llanto en que los párpados se mojan
cae en gotas de fuego al corazón
 
   Deja tus bellas ilusiones de oro
dormir en el regazo del candor;
día vendrá, que viertas su tesoro
en el raudal del verdadero amor.
 
   Hoy, Eulalia, si sabes lo que tienes
con tu abril, tu beldad y tu alma en flor,
oye... no lleves tan preciosos bienes
a quemarse en la hoguera del amor.




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Vivir

A Carmen



                                                                                                                                         
   �Sabes, Carmen, qué es vivir?
Es nacer para soñar,
y tras de breve dormir
despertar para sentir,
y sentir para llorar.
 
   Sentir que se va muriendo
en el alma la ilusión,
que, hojas del árbol cayendo,
así se van desprendiendo
las creencias del corazón.
 
 
   Es la dicha fugaz iris
que pintan en lontananza,
engaños de la esperanza,
mentiras del porvenir:
 
   igual que el iris del cielo.
es tan sólo una quimera
del alma que reverbera
como el sol al refulgir...
 
   Y la esperanza es un ave
que por atraernos canta,
y al acercarnos la espanta
de nuestro paso el rumor;
 
   y el amor, fiebre del alma,
locura de un solo día,
relámpago de alegría
en la nube del dolor.
 
   Pues, cuando el alma en amar
sueña, en vibrante latido,
lo que era amor es olvido,
lo que era dicha, pesar.
 
   De los anhelos del alma,
de la fe del sentimiento,
del mundo, del pensamiento
�sabes qué queda, al final...?
 
   Un fantasma de esperanza,
el adiós del bien perdido,
y triunfante del olvido
el recuerdo funeral.
 
   El recuerdo, triste sombra,
que al irse, implacable, deja
cada goce que se al aleja
rodando a la eternidad:
 
   que de todo lo que ama
en esta existencia el hombre,
tan sólo le queda... un nombre,
del alma en la soledad.
 
   Ninguno puede aclarar
el enigma del vivir,
tal vez vivir es dormir
y morir es despertar.


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