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11

El presbítero Velasco añade que estos vasos fueron obsequiados a los españoles; mas Prescott, a quien seguimos en esta parte, con todo de haberse hasta excedido en pormenores, no ha hallado sin duda entre las antiguas autoridades en que se apoyaba una sola que confirme el decir de aquel.

 

12

La narración de Prescott está del todo conforme a la de Herrera que tenemos a la vista, y fuera de apoyarse en Navarro, Zárate, Gómara, Balboa y Titucussi, transcribe de la Relación del primer descubrimiento, M. S., este trozo: «Visto esto por el fraile y lo poco que aprovechaban sus palabras, tomó su libro y abajó su cabeza, y fuese para donde estaba el dicho Pizarro, y díjole: "¿No veis lo que pasa? ¿para qué estáis en comedimientos y requerimientos con este perro lleno de soberbia, que vienen los campos llenos de indios? Salid a él, que yo os absuelvo"».

 

13

Viracocha (Huira-cocha, manteca del mar), Inca llamado así por ser tan blanco como la manteca, era hermano de Manco-Cápac, el fundador del imperio. Viracocha según la tradición, se había presentado largos años después al príncipe Inca-Ripac, hijo de Yahuar-Huácac, 7.º Inca, y reveládole que dentro de poco tiempo se sublevaría la provincia de Chincaisuyo, pero que no temiese porque la sujetaría con facilidad y prontitud. La predicción se verificó dentro de tres meses, y aturdido Yahuar-Huácac del cumplimiento, cedió a su hijo la corona en pago de haber sujetado a los rebeldes. Mandó luego trabajar una estatua de piedra a semejanza de la imagen presentada ante su hijo, color blanco y sonrosado, barba poblada y vestuario desconocido, y se retiró a morir entre los bosques.

Inca-Ripac, a su advenimiento al trono, tomó el nombre de Viracocha, y predijo que, andando los tiempos, vendrían unos extranjeros semejantes a la estatua, destruirían el imperio de los Incas, y tomarían posesión de sus dominios. Por esto llamaron viracochas a los españoles, y creyeron ser llegado el tiempo de perder la patria, por hallarse convencidos, principalmente en Quito, a causa de la erupción del Cotopaxi, ocurrida en las vísperas de la prisión de Atahualpa, de que no cabía la menor duda del cumplimiento de la predicción, porque también estaba predicha la erupción.

La filosofía resiste a cuanto, no siendo objeto de la revelación, se opone al orden natural de las leyes humanas, y lo que debe suponerse es que Inca-Ripac fue un hombre de inteligencia, astucia y aun moralidad. Reflexionó, sin duda, acertada y prudentemente, acerca de la poca consistencia de la autoridad de los Incas, procedente de la invención de sus mayores, y aun temió quizá que estos abusasen de su poder; fingió entonces aquella visión como el espantajo más imponente y a propósito para mantener la unión y respeto de los pueblos hacia el soberano, y el amor y consideraciones hacia este para con los vasallos. La historia abunda en ejemplares de igual clase, inventados principalmente por los sacerdotes del gentilismo, y no hay necesidad de violentarnos para creer que a Inca-Ripac le ocurriese también el mismo arbitrio.

 

14

Dícese que le ahogaron en un río, como género de muerte de las peores para los indios, pues los que no tenían sepultura debían sufrir terribles padecimientos en la otra vida.

 

15

Hay tanta diferencia de narraciones, en cuanto a la prisión, tiempo, causa de la muerte y lugar en que se ejecutó la de Calicuchima, entre la de Velasco y Prescott, mis guías principales, que separándome en parte de uno y otro texto, los he conciliado refiriendo los más conforme con las circunstancias en que estaba el general indio, y con el buen criterio. Las objeciones que pueden hacerse a uno y otro autor saltan a la vista, y no tengo por qué detenerme en ellas.

 

16

Castellano, peso o ducado de oro eran sinónimos, y equivalía a ochenta reales de vellón o cuatro fuertes.

 

17

Prescott.

 

18

Como aquí no tratamos más que del hombre, y no del santo, omitimos lo que concierne a lo sobrenatural.

 

19

Retrato de los jesuitas.- Hasta tres edic. Memor. Hist'sur les Aff. des jesuites avec le Sainte Siége.

 

20

Noticias secretas de Juan y Ulloa.