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181

184-1. El emperador Carlos IV (siglo XIV) concedió la libertad a la ciudad de Lucca, la cual llevó siempre en su bandera la palabra libertas hasta la Revolución francesa; a pesar de ello, Lucca ha tenido una historia muy azarosa y poco independiente. (N. del E.)

 

182

188-32. El texto: «dado». (N. del E.)

 

183

196-7. Recuerda aquí Cervantes, como en otras partes, el romance citado por Pérez de Hita en sus Guerras civiles de Granada, I, cap. VI:


   «Afuera, afuera, afuera;
aparta, aparta, aparta,
que entra el valeroso Muza
cuadrillero de unas cañas», etc.


Ya lo había recordado en el Quixote, II, cap. XII, en los versos:


   «No hay amigo para amigo,
las cañas se vuelven lanzas», etc.


Y en el capítulo LXI habló de «ruido de cascabeles, trapa, trapa, aparta, aparta, de corredores». Bowle cita asimismo los versos del Viage del Parnaso:


   «Oyóse en esto el son de una corneta,
y un "trapa, trapa, aparta, afuera, afuera,
que viene un gallardísimo poeta"», etc.


(Cap. IV.)                


(N. del E.)

 

184

198-3. El texto: «desonhren». (N. del E.)

 

185

204-10. Este raro vocablo ha sido sustituido en algunas ediciones por el de «hatos». El Diccionario de la Real Academia Española da al sustantivo anticuado afo la significación de «hoyo». Pedro Pineda, en su A New Dictionary, Spanish and English and English and Spanish (London, 1740), traduce afo por «a Den, a Cave» (antro, caverna), que es el sentido que realmente tiene en el pasaje del Persiles, donde éste recuerda, sin duda, la cueva de Antonio en la isla bárbara. (N. del E.)

 

186

209-18. Si se observa que el apócrifo Quixote tordesillesco había salido a luz en 1614, y que, en la Segunda parte del auténtico (1615), Cervantes se mostró quejoso de la conducta de su continuador, no será aventurado suponer que esta mención del zapatero de viejo, corcovado, natural de Tordesillas, envuelve alguna alusión al incógnito Avellaneda. (N. del E.)

 

187

222-25. Ignoramos quién fuese el autor del soneto aludido por Cervantes. Quizá no se imprimió la composición, corriendo en copias manuscritas. Quevedo tiene el siguiente soneto contra Roma (edición Rivadeneyra, III, pág. 27, núm. 99), inspirado en Juvenal:



   «El sacrílego Verres ha venido
con las naves cargadas de trofeos,
de paz culpada y con tesoros reos,
y triunfo de lo mismo que ha perdido.

   ¡Oh Roma! ¿Por qué culpa han merecido  5
grandes principios estos fines feos?
Gastas provincias en hartar deseos
y en ver a tu ladrón enriquecido.

   Después que la romana, santa y pura
pobreza pereció, se han coronado  10
tus delitos, tu afrenta y tu locura.

   De tu virtud tus vicios han vengado
a los que sujetó tu fuerza dura,
y aclaman por victoria tu pecado.»



(N. del E.)

 

188

223-3. Los peregrinos entraron en Roma por la antigua via Flaminia, pasando «por los prados de Madama», la magnífica villa Madama, con sus jardines, villa que se llamaba así por haber pertenecido a madama Margarita de Austria (1522-1586), hija natural de Carlos V, gobernadora de los Países Bajos, mujer en primeras nupcias de Alejandro de Médicis, y después de Octavio Farnesio, duque de Parma. La villa, que aun es una de las joyas del Renacimiento, fue edificada por Julio Romano, según dibujos hechos por Rafael para el cardenal Julio de Médicis. En el soto que antes rodeaba la villa se representó por vez primera el Pastor Fido de Guarini. El «recuesto» mencionado por Cervantes sería el antiguo clivus Cinnae, llamado después monte Mario, en cuya falda están los prados de Madama. Entran luego en Roma por la porta del Popolo, antiguamente porta Flaminia. Inmediatamente a la izquierda, después de entrar por dicha porta, se encuentra la famosa iglesia de Santa Maria del Popolo, mencionada en la página 224-10. (N. del E.)

 

189

224-6. L’arco di Portogallo, nombre popular del arco de Marco Aurelio, mandado derribar por el papa Alejandro VII en 1662 para ensanchar el Corso. (N. del E.)

 

190

230-10. La cárcel, Tor di Nona, era un edificio bastante antiguo, y se encontraba en la ribera izquierda del Tíber, inmediatamente a la derecha del puente de San Angelo, mirando hacia el castillo del mismo nombre. La calle donde estaba se llama hoy via di Tor di Nona. Hacia fines del siglo XIV, la torre de Nona pertenecía a una hermandad «Sancta Sanctorum», y poco después se hizo cárcel, siendo durante mucho tiempo la prisión principal de Roma. Fue derribada en 1690. (N. del E.)