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Poema de Fernán González

A BURGOS,
Cabeza de Castilla

cubierta

La presente edición del Poema de Fernán González anhela ser la más aceptable de cuantas hasta el presente se hayan publicado. Abandonando voluntariamente todo aparato exterior de erudición y crítica textual, pero ateniéndose a los inequívocos resultados de la misma, ofrece al público en general una lectura de esta obra, que estima acercarse lo más posible a la primitiva, salida de manos del autor. Se ha tomado por base la edición incluida en Biblioteca de Autores Españoles, de Ribadeneira, tomo LVII, pág. 389. Pero su texto va corregido y aun aumentado en muchos casos por otra lectura más crítica y segura, que el erudito americano Carroll y Marden dio a luz en su inestimable Poema de Fernán González. Texto crítico. (Baltimore, 1904), conforme a las leyes de una reproducción más exacta y paleográfica de los manuscritos antiguos.

Esto no obstante, se prescinde en la edición presente de ciertas modificaciones o adiciones que el erudito americano introdujo en el texto paleográfico del Poema; modificaciones que se juzgan un tanto arbitrarias, como poco conformes al lenguaje castellano del siglo XIII, y basadas en el desconocimiento de que en dicha centuria los poetas no consideraban como diptongos ciertas sílabas que hoy lo son, y, por ende, en el verso contaban como dos, completando perfectamente el número de sílabas requerido por la métrica.

En orden al estudio de los manuscritos del siglo XIV que contiene el maltratado texto del Poema; modificaciones de este texto; influjo directo o indirecto del Poema en la literatura castellana; cuántos autores se han ocupado de él; su integración en la Crónica General de Alfonso el Sabio y en otras similares; el porqué de ciertas dicciones de la lectura; origen e inspiración literaria de varios episodios, etc., etc., se remite al curioso lector, entre otros autores, al predicho americano, que lo ha tratado expresamente y con toda serie de detalles, y también al en alto grado benemérito de las letras españolas don Ramón Menéndez Pidal, en El Romancero de Fernán González, publicado en el tomo I, pág. 429, del HOMENAJE A MENÉNDEZ PELAYO. Estos datos, de alto interés para los eruditos de profesión y especialistas en la historia y desarrollo de la lengua castellana, carecen de oportunidad para el público en general, a que se dedica la edición presente.

En cambio, precede en ella al Poema un estudio particular del mismo, no existente hasta hoy desde el punto de vista que se enfoca, y que se juzga de interés general, por dilucidarse la cuestión histórica del Poema; sus fuentes históricas; la idea fundamental y el blanco político del Poema; sus relaciones con el Libro de Alexandre; el autor y tiempo de su composición, y la bibliografía benedictina sobre Fernán González, a la cual dio origen el Poema y la defensa de su historicidad y acontecimientos particulares, en él consignados.

Modernizamos la ortografía del texto para más facilitar su lectura, y también porque en la Edad Media ni autores ni escritores o copistas seguían una ortografía fija ni determinada, ni pronunciaban del mismo modo los vocablos, aun dentro de una misma región. Pero respetamos en absoluto la grafía antigua, es decir, la forma de la palabra que entonces tenía en el lenguaje castellano. La palabra y, que con frecuencia aparece en el texto, y que no es una letra conyuntiva, sino una verdadera palabra, es traducida por ahí y no por allí, como hacen algunos autores. En vez de cargar la parte inferior de cada página del texto con notas explicativas sobre el sentido de una palabra, o sobre nombres propios, publícase al fin de la obra un índice de palabras raras, con su verdadero significado, y otro con los nombres propios y su correspondencia actual.

Se introduce en el texto del Poema una división por capítulos, que corresponde a los distintos sucesos que se tratan; de esta manera, además de facilitar la lectura, se previene al lector sobre el tema o idea que el Poema desarrolla en los mismos; con un simple recorrido de los epígrafes adquiere una idea general, bastante completa, de todo el texto.

Como era difícil encontrar en el mercado edición alguna del Poema, pues la de Ribadeneira va haciéndose ya rara, y la de Carroll y Marden se encuentra en pocas bibliotecas, la Junta del Milenario de Castilla ha tenido la idea de proponer esta nueva edición, con el fin de que pueda figurar no sólo en las bibliotecas públicas, sino en las particulares, y esté al alcance de todos los amantes de la literatura y de las glorias de Castilla. Anhela, al propio tiempo, ser un recuerdo permanente de las fiestas celebradas en Burgos para conmemorar la constitución de Castilla como estado libre e independiente, fiestas que han congregado este año en la Cabeza de Castilla la representación de casi todas las provincias de España y también de las entidades dedicadas al estudio de la historia y literatura castellana.

Silos, 5 de Setiembre 1943.

Estudio preliminar del Poema

I.-El Poema y la vida de Fernán González

La urdimbre del Poema responde a hechos perfectamente históricos de la vida de Fernán González. Son éstos: sus reiteradas campañas contra el moro en defensa del territorio de Castilla, en las cuales se les hace temible y hasta altanero; sus guerras contra el rey de Navarra, que pretendía apoderarse de ciertas tierras pertenecientes al condado de Castilla; sus debates con el rey de León, en cuyo gobierno interviene como árbitro, y del cual logra el reconocimiento de la independencia absoluta, del territorio conquistado por Castilla fuera de sus límites primitivos; su protección al monasterio de San Pedro de Arlanza, que elige, al fin, para su sepultura; el espíritu democrático de Castilla, que requiere de su conde soberano previa consulta de la nación, antes de lanzarse a empresas guerreras.

El autor no pudo conocer grandes detalles acerca de estos puntos, pues no los escribió historiador alguno del tiempo de Fernán González ni posteriores. Por eso se encarga de explicar los hechos y desarrollar su narración conforme a la mentalidad de un literato del siglo XIII, acudiendo a la poesía heroica y a la retórica, a la imaginación, quizá a tradiciones populares y cantares de gesta, acaso a información verbal del monasterio de Arlanza; en una palabra, al modo como el autor se figuró que debieron pasar los hechos tres siglos antes que él escribiera. Pero la vida de Fernán González, expuesta en el Poema, pasó casi íntegra a la Crónica General de Alfonso el Sabio, y también a la Crónica General de 1344, y por medio de ellas, a todos los historiadores de la Edad Media. De esta manera, y también con ayuda de los romances que desde el siglo XIV empiezan a circular sobre Fernán González, se constituye éste en figura preeminente de la Historia de Castilla, figura que casi se iguala, si no supera a veces, a la de su conterráneo el Cid Campeador.

El arzobispo D. Rodrigo había dicho de Fernán González (De rebus Hispanie, lib. V, cap. XII): qui in acquisitione et tuitione et dilatatione patrie utililer, strenueque et fideliter laborarat. Alfonso de Cartagena (Anacephalosis, cap. LVIII y sigs.) testificaba que Fernán González multa prelia gloriose gessit, y además libró a Castilla a subjectione regis Legionis ex toto. Marineo Siculo, extranjero, o sea italiano del siglo XV, en cuyo último tercio vivió por España, en su obra De Hispanie viris illustribus consignaba a la letra esta frase acerca de Fernán González: Hispanie máximum ornamentum et decus inmortale, cujus máximum nomen et fama bellicis in rebus incredíbilis, universum orbem terrarum implevit.

En el siglo XVI corría por Castilla el elogio siguiente, según se afirma en el prólogo a la Crónica de Fernán González por Gonzalo de Arredondo:

Deus eternus, summus orbis potens rector,

Ferdinandi Gonsalvi comitis protector; 

Hunc misit ut sublevet dirigensque protegat 

Hesperiam et premat pravos atque demergat. 


Y también estos otros:

O comes bellicose gigasque preciose,

Tu fortior leone, validior dracone

Tu summi Regis ducis vexillum sancte Crucis, 

Cum quo hostes temporales vincis et infernales. 

O decus militie comesque letitie, 

Omnis mundus te laudat qui permansis bellando 

Deum quiescis laudando. 


Y este otro en castellano, manifestando el sentir de los árabes:

Levantóse un caballero, Fernán González nombrado, 

Bravo y mortal omiciero, como buitre carnicero 

que a todos ha destrozado; 

siempre fueron muy feroces los de donde éste desciende

mira, mira, así te goces como así siegan con hoces 

a quien algo más les rinde1


Véase sobre esta última composición la estrofa 175 del Poema, que sin duda fue su inspiradora.

II.-Fijación exacta de los hechos históricos

El editor se atreve a lanzar sobre este particular unas ideas que cree verosímiles, ya que no del todo seguras; una hipótesis basada en atendibles razones. Al escribirse el Poema era la fortaleza de Carazo, asentada en el erguido cerro de su nombre, la defensa de tierra de Salas y afluentes del Arlanza contra toda invasión que procediera de la cuenca del alto Duero, pinares de Soria y San Esteban de Gormaz. El poeta la consideró digna de una hazaña de Fernán González, localizando en ella una batalla perfectamente histórica que dio el Conde al reconquistar, hacia 934, la ciudad de Osma y derrotar en ella por completo al ejército árabe. La semejanza del relato de Carazo y Osma es notable; los cristianos, dice el monje de Silos en su Crónica2, invocan en Osma el nombre de Dios, ordenan las haces o cuerpos del ejército; preparan los caballeros de toda la comarca para tomar parte en esta campaña; matan los cristianos a muchos miles de moros, cautivan otros tantos y regresan a tierra de Burgos, cargados de botín.

El poeta elige a Hacinas, pueblo y campo que yacen a los pies del cerro de Carazo, para situar otra de las grandes hazañas del Conde. Según él, los moros no vienen de Oriente, o sea por el Duero, sino por el Occidente, de Burgos, presentándose ante el castillo de Muñó, fortaleza superior en calidad e influjo por aquel tiempo a la del mismo Burgos; fortaleza que, a juicio del Poema, es la principal plaza de armas del Conde; los documentos coetáneos del mismo la titulan urbs, o sea capital, mientras a Burgos le dan el calificativo más inferior de civitas.

Antes de presentar batalla a estos moros de Muñó, que no se sabe cómo llegaron a Hacinas, el Conde es agraciado con la aparición de San Millán, que le promete su intervención y la del apóstol Santiago en la batalla que debe darles sin ningún género de titubeos: le indica cómo ha de distribuir su ejército en tres haces o cuerpos, y asegura la victoria final, si bien con grandes pérdidas del ejército cristiano. Se desarrolla la batalla en el campo de Hacinas; aparecen Santiago y San Millán con otros guerreros celestiales, acometiendo y llenando de pavor a los moros; ganan la batalla y el ejército cristiano adquiere gran botín de tiendas y alhajas, después de perseguir al enemigo dentro de tierra mora durante un día y dos noches. El Poema llama a esa tierra, tierra de Almería, porque en el siglo XIII los moros más cercanos de Castilla eran los de la provincia de Almería con Albacete, puesto que Murcia, Cartagena, Lorca y otras poblaciones de tierra de Murcia ya estaban sometidas entonces a los reyes de Castilla.

Estos detalles de la batalla de Hacinas nos llevan como por la mano a la batalla del Conde, conocida con el nombre de Simancas y también de Alhandega, donde se aparecen Santiago y San Millán, y derrotan con el ejército cristiano a los moros; el Conde otorga el pretendido privilegio de los votos de San Millán en agradecimiento de esta victoria3. Según una copia del mismo, citada por Moret4 y conservada en Cuéllar, el ejército cristiano se dividió en tres cuerpos de batalla, mandados, respectivamente, por el rey de León, por el de Navarra y por Fernán González, y aparecieron peleando contra el moro el Apóstol Santiago y San Millán de la Cogolla. Narra el cronista, monje de Silos, que los cristianos ganaron en esta batalla un gran botín, muchos despojos, plata y oro y vestiduras preciosas; y según el voto de San Millán, los castellanos se apoderaron de todas las tiendas y efectos del ejército moro5. Como puede ver el lector, estos datos históricos coinciden abiertamente con los señalados por el poeta en su lírico relato de la batalla de Hacinas. El Poema no canta otras hazañas del Conde en relación con sus campañas contra el moro, si no es la guerra que llevó a cabo contra él por tierras de León, Sahagún y Campos, y que dice relación, según veremos, con los disturbios de León, en que intervino Fernán González y también el moro durante el reinado de Sancho I y Ordoño III.

Los debates de Fernán González con el rey de Navarra fueron agrios y sangrientos. Según el Poema, Sancho, rey de Navarra, invade los límites de Castilla en la Rioja alta para hacerlos suyos; sale a su encuentro el Conde, le da batalla y le mata, ordenando después se lleven a Navarra sus restos mortales con todos los honores. La Historia dice que durante todo el gobierno de Fernán González fue rey de Navarra, no Sancho, sino García, el cual murió precisamente el mismo año que el Conde, o sea en 970. Imaginamos que el hecho referido por el Poema se identifica con la muerte del rey García de Navarra en los campos de Atapuerca, a manos de Fernando I de Castilla, el cual tenía con el Conde igualdad de nombre, Fernando, y una mujer que se llamaba Sancha, lo mismo que la de Fernán González. El motivo de la pelea en uno y otro caso es la invasión de territorio castellano por el navarro, al objeto de extender los límites de su reino hasta las puertas mismas de Burgos. En un poeta del siglo XIII no parece extraña esta confusión de reyes, cronología y datos topográficos, dada la igualdad de nombres en los protagonistas, el motivo de la agresión y el recuerdo popular de haber muerto un rey navarro en tierra castellana a manos de su soberano, llamado Fernando.

Tras la muerte del rey de Navarra lleva el Conde a efecto la derrota, en batalla campal, a orillas del Ebro en Rioja, del Conde de Tolosa, que había venido en socorro del fallecido monarca, navarro, y a juicio del Poema, peleó como apuesto caballero.

Según la Historia, el Conde de Tolosa, del tiempo de Fernán González, estaba emparentado con la casa real de Navarra; y un hijo suyo, llamado Raimundo, hermano que fue de Doña Ava, mujer de Garci Fernández, el sucesor de Fernán González en el condado de Castilla, finó sus días asesinado en Carazo, al decir de las Genealogías de los Condes de Tolosa6 . Este hecho pudo dar origen a la relación del Poema: Raimundo viene a auxiliar al rey de Navarra en sus reyertas con el Conde; pelea contra Castilla, es muerto y vencido, no como dice la Historia, ante Carazo, la insigne fortaleza castellana, sino a orillas del Ebro; y el Conde Fernán González, en ademán caballeresco, manda llevar sus restos mortales hasta Tolosa, con todos los honores y rica iluminación.

Fernán González es árbitro del reino de León durante el gobierno de Ordoño III, su yerno; destrona a Sancho I, «vanidoso y perdido, belicoso y pendenciero», según los historiadores árabes7 ; acapara o interviene toda la autoridad real en León, a título de ser el más poderoso de todos los Condes. Pero le atacan los partidarios del destronado Sancho, a los cuales se suma el rey de Navarra; para defenderse de ambos enemigos, Fernán González apela al auxilio de los moros y con él derrota a sus contrarios, quitándoles la ciudad de Zamora. Apoderado por fin el rey Sancho de la corona de León, se vale del monarca navarro para vengarse del Conde, aprisionándole alevosamente en Cirueña y teniéndole en la cárcel una temporada, acompañado de sus hijos, presos también por el soberano navarro. La Historia señala expresamente este hecho, agregando que la cárcel del Conde fue primero en Pamplona y después en Castroviejo y Tobía8 .

A estos datos históricos se añadió después el fabuloso y opuesto a la cronología de haber sido el Conde sacado de la cárcel por intervención de Sancha, hija del rey de Navarra, y previa promesa de matrimonio por parte de aquél9 . He aquí las fuentes escritas del Poema en su relación de cómo fue preso el Conde en Cirueña, su retirada a la iglesia de San Andrés, su desposorio con la infanta Sancha, su salida de la cárcel, entrada en Castilla y bodas celebradas en Burgos. El Conde lombardo, que interviene en el desposorio de la infanta dentro de la cárcel, pudo ser creación del poeta, aprovechando esta circunstancia de que en su tiempo, o sea en el siglo XIII, vivía en Burgos una familia noble lombarda, que había dado un obispo a la mitra de Sigüenza y Palencia en la persona de Arderico, sabio universitario y organizador de los estudios de Palencia.

La prisión del Conde por el rey de León, que le tuvo cautivo casi un año en tierra de León; su liberación de la cárcel mediante la promesa de dar a su hija Urraca en matrimonio al infante D. Ordoño, o sea a Ordoño III; la celebración de las bodas en Burgos y entusiasta recepción del Conde por sus fieles vasallos, pudo dar motivo al autor del Poema para atribuir este hecho al matrimonio del Conde, preso del rey de Navarra, con la infanta Sancha.

El Poema trata de otros encuentros con el rey de Navarra, que históricamente no podemos localizar y los tomó el autor de una obra escrita y de la leyenda, como aparece en las estrofas 687 y 723. Es el único caso en que el poeta menciona las fuentes de su relato por lo que hace a Fernán González.

Cómo se logró la independencia absoluta del condado de Castilla no hay historiador coetáneo que lo refiera expresamente. No fue obra de una batalla, de un día o de un pleito ruidoso, sino consecuencia de una tozuda ambición y de la preponderancia de Fernán González en la corte de León y ante las autoridades moras y navarras. Reducida la dependencia de Castilla a un simple lazo feudatario, bastó la audacia de su Conde y la constante conducta del mismo en proceder como si tal lazo no existiera, para declararle caducado ipso facto, de hecho, sin declaración alguna de derecho. Los reyes de León y Navarra, hasta los mismos árabes, reconocieron esta independencia viviendo aún Fernán González, y tratando con él como de soberano a soberano; y nadie en su tiempo tildó el proceder de Fernán González como atentatorio a la unidad del reino de León, como un cisma revolucionario, como una rebelión audaz y coronada de éxito. Castilla primitiva era ya de hecho independiente en su Gobierno propio, pero como estado feudatario de los Reyes de León; Fernán González la libra de este ligamen feudatario.

El Poema explica este acontecimiento por el manido recurso del azor y del caballo que el rey de León compra a Fernán González, obligándose a pagarlos en determinada fecha, so pena de acrecentar duplicativamente la deuda por cuantos días pasaren de dicha fecha. Negligente el monarca leonés en cumplir su obligación, creció tanto el monto de la venta a favor del Conde castellano, que no era suficiente a pagarle toda la riqueza de Francia, dice el poeta, debiendo, por lo mismo, renunciar el soberano a sus derechos sobre Castilla en pago de tan ingente deuda. (Estrofa 573.)

La conquista de Sahagún por Fernán González, que narra el Poema, responde a la idea de ser dicha población del territorio de Castilla en cuanto ganada por el Conde a los árabes que la habían ocupado como prenda dada por el rey leonés Sancho. El poeta sabía, sin duda, que Fernando I de Castilla extendió hasta Sahagún los límites del Condado castellano, y que Alfonso VIII reivindicó esos mismos límites contra Fernando II y Alfonso IX de León, estableciendo en el Cea la divisoria entre León y Castilla.

La dotación, no fundación, del monasterio de San Pedro de Arlanza, efectuada por el Conde Fernán González, consta por fehacientes documentos que el lector podrá encontrar en el Cartulario de San Pedro de Arlanza (Madrid, 1925). Igualmente, en él y en Becerro gótico de Cardeña (Valladolid, 1900), ambos del P. Serrano, por no citar otras obras, se hallan ejemplos inequívocos del gobierno democrático de Castilla, tan a tono con el proceder de Fernán González, expuesto en el Poema.

De los personajes castellanos, citados por éste como compañeros del Conde, consta que el alférez Gonzalo Díaz fue magnate de su corte y de la de Garci Fernández, y seguramente hay que identificarle con el Gómez Díaz, alférez del Conde, que, como tal, se cita en un documento de 932. En 921 vivía un Gonzalo Díaz, hijo del Conde de Castilla, Rodrigo10 . En cuanto a Gustio González, señor de Salas, debió ser el padre de Gonzalo Gustios, señor de Salas y padre de los Siete Infantes de Lara. A su familia pertenecían Nuño, Bermudo y Álvaro Gustios, que figuran en documentos del siglo X11 . De D. Velasco, cuyo apellido era González, sabemos por documentos que fue señor de Huerta de Arriba o de Abajo en Vallegimeno, territorio de Salas12 . Nuño Laínez acaso sea el Nuño Núñez, personaje de tiempos de Fernán González; Diego Laínez aparece en el Cartulario de Arlanza, página 48. De Rui de Cabia no hemos logrado mención alguna en documentos de la época ni tampoco del alférez Orbita y D. Lope el Vizcaíno. De Vigila Díaz, o sea Beila Díaz, y de Vigila o Beila Rebéllez, hay noticias en el Cartulario de Covarrubias, pág. 6, y en el de Silos, pág. 4.

Con respecto al santo monje Pelayo, amigo del Conde, nos remitimos a cuanto dice el Padre Flórez en España Sagrada, tomo XXVII, página 110 y siguientes. Únicamente añadiremos a esos datos que en 28 de octubre de 1603, y bajo la firma del abad Antonio de Alvarado, se constituyó en el monasterio de Arlanza una cofradía bajo la advocación de los santos de Ávila: Vicente, Sabina y Cristeta,; de los bienaventurados mártires y monjes Pelayo, Arsenio y Silvano, y del glorioso San García, abad, estableciéndose funciones religiosas únicamente en la fiesta de los susodichos mártires de Ávila. El Papa Clemente VIII aprobó en 1604 esta cofradía bajo la advocación de todos los santos por ella nombrados; pero no concedía indulgencias sino para la fiesta de los mártires de Ávila13.

Fernando I de Castilla ofrendó al monasterio de Arlanza un monasterio o posesión rural eclesiástica, que estaba bajo la advocación de un San Pelayo. A fines del siglo XI, y siendo dicho monasterio de San Pelayo pieza importante del patrimonio de Arlanza, comenzó a figurar este santo como uno de los patronos del convento arlantino; quizás este hecho dio ocasión a la leyenda del monje Pelayo, superior del pobre convento de Arlanza al presentarse ante él el Conde Fernán González; el Poema trata este episodio de la caza del Conde y encuentro con Pelayo, como otros casos similares, referentes a varios monasterios, y entre ellos el de Águilas de Campóo y el de la restauración, en el siglo XI, de, la catedral de Palencia.

Recordaremos a continuación algunos hechos, perfectamente históricos, que contiene el Poema, e igualmente otros que no lo son tanto. Y, ante todo, dice el Poema que el rey Chindasvinto, que él llama Cindus, fue buen monarca. En consonancia con esta afirmación debemos señalar que en la Edad Media existió una obra titulada: Passo sancti ac beatissimi regis Cindasvindi, y figuró en la biblioteca del conde de Gondomar (Rev. Arch. Bibl. y Museos, t. VIII, pág. 297). Cuando asegura que sólo Castilla quedó libre de la dominación árabe (Estr. 94), afirma una verdad si se recuerda que, según el cronista, no sólo Castilla, o sea Bardulia, sino también Vizcaya y Álava y parte de Navarra quedaron libres de la dominación agarena.

La riqueza de España, sea agrícola, sea mineral y pecuaria, expresada en De lande Hispaniae, y aplicada a Castilla, concuerda con los datos comerciales que de Castilla conocemos en los siglos XIII y XIV (Estr. 147 y sigs.). Castilla se gobierna en su interior como estado libre; elige sin intervención real sus condes, y por su sola autoridad declara la guerra a los moros y conquista territorios en las márgenes del Duero y tierra de Segovia, según expresa la Estrofa 165.

Es un hecho comprobado por las historias árabes que Fernán González recrimina al rey de Navarra por haberse hecho amigo de los moros y peleado contra los cristianos, mientras él no se prestaba a rendirse a moros ni a navarros, y sufrió una incursión de éstos en tierras castellanas a la sazón de estar él peleando contra los moros. (Estr. 286, 287 y 291.) En una circunstancia sólo el Conde se opuso a las autoridades y ejércitos moros, no atreviéndose a seguirle en su actitud los reyes de León y de Navarra (Estrofa 395). El Conde acusa al rey de Navarra de favorecer a los moros contra el condado de Castilla (Estrofa 617). Finalmente, es histórico que el monarca navarro entró en Castilla con su ejército a la sazón que Fernán González estaba ocupado en León contra el rey Sancho I.

En cambio, no se amolda a la verdad histórica nuestro Poema cuando fija los límites de Castilla en los montes de Oca, por el Este, siendo así que llegaban hasta dentro de la Rioja alta; y en Itero, por el Oeste y Amaya, cuando se extendían por Aguilar de Campóo; nada dice de sus límites por el Mediodía, que abarcaban hasta el río Duero, tierras de Cárdaba, montes de Vinuesa y Osma, etc, etc. La cuenca de Arlanza estaba ya repoblada de cristianos desde el último tercio del siglo IX; por ende, no podían dominar los moros en Carazo al hacerse cargo del condado de Castilla Fernán González. El pueblo de Contreras, sito a los pies del cerro de Carazo, era ya del monasterio de Arlanza en 912, y entre las posesiones de esta casa religiosa en dicha época las hay situadas en tierra de Lara, Muñó, etcétera, etc. El susodicho monasterio no era, al advenimiento del Conde, una pobre casa, habitada por unos pocos monjes y desconocida en medio de los bosques; la carta de dotación de la misma, expedida en 912, quince años antes de entrar el Conde en el gobierno de Castilla, prueba sin género de duda todo lo contrario. El hecho de no haberse discutido por el rey de León al Conde Fernán González la parte de Castilla situada a orillas del Ebro y sus afluentes, en las Encastaciones, Trasmiera, Asturias de Santillana y Aguilar de Campóo, sino solamente la cuenca del Arlanzón y sus afluentes, la del Arlanza y la del Duero, pudiera indicar, como hace el Poema, que León no puso en tela de juicio la soberanía del Conde en aquel territorio, donde los moros no habían entrado, sino sólo la de la otra tierra, conquistada por Castilla, fuera de sus primitivos límites y, por ende, perteneciente a la jurisdicción de los reyes de Asturias, a quienes se había reservado el imperio de todo el terreno que hubiera sido ocupado por los moros en el siglo VIII.

Cuando habla el Poema de las cartas partidas por a, b, c, que otorgó el rey de León al Conde, comete un anacronismo; las cartas partidas por a, b, c, no aparecen en Castilla hasta fines del siglo XII.

III.-Fuentes históricas del Poema

Hay quien afirma que la primera parte del Poema, referente a la historia del reino de los godos en España e invasión de los árabes, depende casi exclusivamente del Epítome Imperatorum, o sea la Crónica Rimada de España, o Anónimo de Córdoba, escrita en 754; nosotros no hemos logrado descubrir esa dependencia.

Se ha afirmado que el Poema se inspira casi exclusivamente de la Crónica de España, escrita por Lucas de Túy, cuando traza el poeta el cuadro de los reyes visigodos, invasión de España por los moros y comienzos de la Reconquista hasta los tiempos de Fernán González. El cotejo de una y otra obra rectifica por completo dicha afirmación, según se expone brevemente en las líneas que siguen. Lucas de Túy pinta al traidor conde Julián aconsejando a Rodrigo, rey de los godos, envíe todas las armas y caballos de España a África y a la Narbonense, puesto que el reino está en paz y no tiene enemigos; el Poema, por el contrario, dice le aconseja convierta las armas todas en aperos de labranza, y los caballos en bestias de trabajo, para intensificar de esta manera la riqueza agrícola y bienestar del reino. De la sepultura del rey Rodrigo, en Viseo, y de su inscripción, mencionada por el Poema, habla también el arzobispo D. Rodrigo en su obra de Rebus Hispanie.

 Según Lucas de Túy, los moros dominan la provincia de Burgos y el Poitou, pero no los Pirineos de Asturias y Galicia, donde quedan godos libres del imperio moro. El Poema niega todos estos datos, afirmando que Castilla la Vieja no fue dominada por los moros ni tampoco Asturias de Santillana, pero sí las Asturias de Oviedo. El rey Pelayo está en Brete, dentro de Asturias de Oviedo, y allí intentan prenderle los moros, según Lucas de Túy; para el Poema, Brete, aunque no le nombra, está en Liébana; es el actual Brez; allí los castellanos eligen por rey a Pelayo y con su ayuda emprenden la conquista del territorio asturiano comprendido entre el mar y los Pirineos, ensanchando de ese modo el territorio de Castilla que se extendía entre el mar y los Pirineos, desde Portugalete hasta Liébana y el Deva14 .

El obispo de Túy habla de saetas y piedras con que atacaban los moros en Covadonga; el Poema cita saetas y cuadrillos. Al tratar aquél de la entrada de Carlomagno en España habla del puerto de Aspias de Roncesvalles; el arzobispo de Toledo le llama Valcarlos, y el Poema, Gitarea. Del Conde Fernán González no dice Túy otra cosa especial sino que todo su intento fue echar a perder el reino de León «de todo en todo». El espíritu de este autor y su tendencia en toda la obra es abiertamente contraria a los del Poema, como más adelante se explicará15 .

Por el contrario, parece más evidente la dependencia del Poema con respecto a la historia del arzobispo don Rodrigo. Aquél dice, como éste, que los moros de Taric desembarcan en Gibraltar; al describir la fecundidad y riqueza de España, la devastación efectuada por los moros, las lágrimas y sollozos de los españoles al verse dominados por el árabe, parece el Poema seguir paso a paso el relato del arzobispo; como éste, pinta a Pelayo aclamado rey en Brez de Liébana y emprendiendo desde allí la reconquista de Asturias; en la Cueva de Covadonga habla, como el arzobispo, de piedras, saetas y dardos (cuadrillos); llama Marsil al rey árabe de Zaragoza en tiempos de Alfonso el Casto; el pueblo y los magnates alzan por Conde de Castilla a Fernán González, y así se expresa también el arzobispo. En la relación de la batalla de Carazo y Hacinas el Poema parece seguir los datos del arzobispo al hablar de la batalla de Osma y de Simancas o Alhandega. Finalmente, el arzobispo califica magistralmente a Fernán González en la frase siguiente: in acquisitione et tuitione et dilatatione patrie utiliter, strenueque et fideliter laborarat16 .

IV.-El «Libro de Alexandre» y el Poema

Se ha dicho que el autor del Poema leyó la famosa composición poética del siglo XIII, denominada Libro de Alexandre. Nombra, en efecto, a Alejandro y Poro, héroes de dicho libro. Como Alejandro tuvo por ideal de su vida librar a Grecia del poder de los reyes de Babilonia y Persia, así Fernán González obedece en toda su actuación a hacer independiente a Castilla, extender su territorio y defenderle contra las incursiones de moros, navarros y leoneses. Hay, sin duda, en el Libro de Alexandre versos, expresiones y símiles que parecen decir relación con otros del Poema17. Anotaremos algunas (estrofa 2.061):

Non le podien por manera nenguna defender,

Non lo sabien por guisa nenguna acorrer. 


Poema (estrofa 400):

Non la podría por guisa ninguna defender,

que pueda al rey Almozore o matar o vencer. 


Alexandre (estrofa 63):

Mas ir siempre adelante e vencer o morir.


Poema (estrofa 350), el mismo texto.

Alexandre (estrofas 436 y 1.738):

El pecado que nunca pudo en paz ser,

El pecado que nunca se echa a dormir. 


Poema (estrofa 332):

Folgar non les dejaba nin estar asegurados,

Dicien: non es esta vida sinon para los pecados 

Que andan de noche e de dia, e nunca son cansados 

Semeja a Satanás e nos a los sus criados. 


Alexandre (estrofa 1.187):

Mil carros de espesa madera,


Poema (estrofa 661):

Pusiéronla en un carro de muy fuerte madera,


Alexandre (estrofa 1.194):

Semejaba que era sierra movida.


Poema (estrofas 90, 254, 512):

Las tierras e los cielos semejaban movidos,

Los montes e los valles semejaban movidos. 

Semejaban que todos los montes e valles eran movidos. 


    Alexandre (estrofa 1.565):

Dio una gran voz, alta como pabón.


Poema (estrofa 591):

Oyeron una voz e grito, como voz de pabón.


Alexandre (estrofa 1.891):

Comenzaron el pleito do le habían dejado.


Poema (estrofa 514):

Comenzaron el Pleito a do le habían dejado.


Alexandre (estrofas 1.896 y 2.063):

Non valien a Poro tres arvejas podridas.

Por un mal castello que non val un figo. 


Poema (estrofas 177, 183, 224 y 289):

Non daba por ellos más que por una castaña.

Si yo de aquí non salgo nunca valdré un figo. 

Non lo mejoraré valía de una meaja. 

Maguer que muchos son non valen tres arvejas. 


En la estrofa 1.046 el Libro de Alexandre cita saetas, cuadrillos, espadas, cuchillos, perpuntos, lorigas, escudos e capiellos.

Fuera de estas semejanzas de expresión no encontramos otras de pensamiento, trama, desarrollo literario en el famoso Libro de Alexandre.

El estilo del Poema se parece más al de Berceo, alguna de cuyas producciones debió conocer el autor. Narrando aquél la batalla de Toro, donde se venció al moro y fue, según él, motivo de establecer Fernán González los votos de San Millán, dice a la letra (estrofa 437 de la Vida de San Millán):

Vieron dues personas, fermosas e lucientes,

Mucho eran más blancas que las nieves recientes. 


Y el Poema (estrofa 550):

Vió el Santo Apóstol que de suso se estaba,

Todas armas cruzadas como dia semejaban. 


Comparando la narración de los votos de San Millán por Berceo y la del Poema en la batalla de Hacinas, donde se aparecen Santiago y San Millán al Conde Fernán González, sacamos la conclusión que el autor del Poema no había leído la Vida de San Millán ni, por ende, todas las obras de Berceo. En cambio, la primera estrofa del Poema es idéntica a la de Berceo en su Vida de Santo Domingo de Silos, y en Loores de Nuestra Señora, de Berceo, aparecen varios versos en todo iguales a otros del Poema, y que indican una dependencia en éste, aunque Berceo y el autor del Poema fueron coetáneos. Véase sobre este particular a Carroll, ob. cit, pág. XXXI.

V.-Tesis o idea madre del Poema

La idea latente, pero fundamental, del Poema y que sin duda fue su inspiradora, se reduce a la siguiente: Después de la invasión musulmana, el imperio visigodo de España continuó territorial mente en Castilla primitiva, y, por ende, también su legítima soberanía sobre toda España. En la conquista mora, Castilla la Vieja fue el único territorio de toda España que no ocuparon los árabes; por esta misma razón, Castilla es heredera nata del honor, poderío y derecho dominativo del imperio godo-español. Castilla ha sido también la fuerza vital e impulsora que ha ido reconquistando el territorio de la España visigoda. Cuál sea la grandeza y honra de esta restauración aparece claro de la exposición de cómo se fundó el imperio godo y cómo se deshizo por la cimitarra de los agarenos, que el Poema describe en su primera parte.

Ahora bien: Castilla es, ante todo, la obra de Fernán González; éste es su soberano después de la invasión mora, que la sacó del poder en que de algún modo la tenían los reyes de Asturias y León y le dio la facultad, alma de expansión y demás méritos que al presente la dignifican. Dice el Poema (estrofas 158 y 159):

Pero de toda España, Castilla es lo mejor,

Porque fué de los otros el comienzo mayor, 

Guardando e teniendo siempre a su señor 

Quiso acrecentarla así el Nuestro Criador. 

Aun Castilla la Vieja, al mi entendimiento 

Mejor es que lo ál, porque fué el cimiento; 

Ca conquirieron mucho, magüer poco conviento, 

Bien lo podedes ver en el acabamiento. 


Como se ve, el autor es antileonés y acérrimo defensor de los castellanos. Para él, fueron los castellanos los primeros que se alzaron contra los moros; Castilla tiene que dar al moro el tributo de las doncellas; Carlomagno intenta venir a Castilla; Bernardo del Carpio lleva tropas castellanas para atacar a los franceses de Carlomagno; aplica a Castilla el relato de la producción agrícola, mineral y pecuaria de España, que se contiene en la obra De laude Hispanie (Mommsen, Crónica minora, t. II).

Recuérdese, asimismo, que ya en el siglo XI, pero más en el XII y en el XIII, existió agria pugna entre León y Castilla sobre quién de los dos reinos era el heredero legítimo del poder visigodo. Fernando I, al instituir rey de Castilla a su primogénito Sancho II y dar el reino de León a Alfonso, su segundo hijo; Alfonso VII, el Emperador, al dejar el reino de Castilla al primogénito Sancho III y el de León al segundo hijo, Fernando II; Fernando III, al titularse invariablemente rey de Castilla y Toledo, de León y Galicia, aun después de tomar en 1230 la posesión del reino leonés, parecían haber resuelto el litigio favorablemente a Castilla.

El obispo Lucas de Túy, nacido y educado en León, se mostró en su Crónica de España, publicada varios años antes de componerse el Poema, acérrimo contrario a Castilla, procurando con el mayor cuidado no mencionar en su obra a Castilla y, sobre todo, evitando a todo trance llamar Conde de Castilla a Fernán González, a quien invariablemente titula Conde de Burgos, calificándole de vulgar perturbador del reino de León. Para D. Lucas no hay condado de Castilla, sino sólo de Burgos; y Fernando III es rey de León y de Castilla y no, como él se firmaba, de Castilla y León.

Por su parte, toma el Poema un camino contrario; no nombra ni a Oviedo ni a León, aun cuando habla de algunos de sus reyes, y de Alfonso el Casto dice construyó la iglesia del Salvador, que se entiende era la de Oviedo. Al rey Sancho I de León llama simplemente Sancho Ordóñez; Castilla la Vieja, con las Asturias de Santillana, es el único terreno que queda libre de la invasión agarena (estrofas 81 y 82); en ésta no quedó libre lugar alguno que valiese un figo, sino Castilla la Vieja, un lugar muy antigo (estrofa 218); en Castilla, los cristianos godos se levantan contra los moros (estrofa 94) y a Castilla se acogen los fugitivos de otras tierras. Castellanos son los que nombran rey a Pelayo y con él emprenden la reconquista de Asturias de Oviedo (estrofa 117); el tributo de las cien doncellas lo paga Castilla, sin mención de Asturias ni León (estrofa 105).

Al morir Alfonso el Casto y quedando sin heredero su trono, Castilla elige sus poderes privativos e independientes de toda autoridad real, y poco después deposita en el Conde Fernán González la herencia y soberanía del imperio godo. El poeta Berceo abundaba en este sentir al cantar en la Vida de San Millán (estrofa 395):

Dióles en este comedio un señor venturado,

El duc Ferrán Gonzálvez, conde muy valiado; 

Ca fallieron los reys, tan grand fué el pecado, 

El reyno de Castilla tornara en condado. 


Según el Poema y Berceo, la separación de Castilla no fue una escisión impuesta al reino leonés, una rebelión cismática y desgarradora de la unidad del reino de León, sino simple independencia por desaparición de familia real legítima del reino leonés y asturiano, al cual voluntariamente se había incorporado Castilla en tiempos de Alfonso I el Católico.

Y más adelante decía Berceo del Conde Fernán González (estrofas 396 y 416):

Del reyno de Castilla éste era guión.

El conde Ferrán González que Castilla mandaba. 


No apunta el menor elogio de los leoneses, aunque le tributa a los navarros (estrofa 739), si bien no sea entusiasta de ellos ni de los aragoneses (estrofa 434). Castilla es de mayor dignidad que Francia e Inglaterra, por tener el cuerpo de un apóstol de Cristo, Santiago, hijo del Cebedeo, cosa de que carecen dichas naciones (estrofa 157). Por lo mismo, la Corona de Castilla no recibió un nuevo y mayor honor porque una hija del rey de Inglaterra casara con Alfonso VIII, y una dama de la familia real de Francia, Juana, se uniera en matrimonio con Fernando III; antes bien, esas dos Coronas se vieron elevadas a un honor antes no gozado, ascendiendo dos de sus miembros a la Corona de Castilla.

Finalmente, la grandeza de los castellanos les viene de no haber faltado nunca a la lealtad (estrofa 213), ni cometido pecado, yerro o falta alguna por miedo a la muerte (estrofa 220).

VI.-Autor y fecha del Poema

No se sabe quién sea el autor. Nada hay en el Poema que indique su condición ni dónde vivía. El hecho de estar enterado de las tradiciones del monasterio de Arlanza, de conocerle, de citar a Piedrahita, Carazo, Salas y Hacinas, etc., no prueba fuese monje de Arlanza. Berceo conocía bien el monasterio de Silos y pueblos comarcanos, los detalles todos de la vida y milagros de Santo Domingo y, sin embargo, no vivió en Silos. Por otra parte, uno que vive en Arlanza no diría nunca que la fortaleza de Muñó estaba cerca de Lara, como apunta el Poema en la estrofa 380, puesto que dista más de cuarenta kilómetros; el autor conoce bien las rutas de Burgos a la Rioja; al hablar de Burgos dice allá (estrofa 727); ha visto la iglesia de San Andrés de Cirueña, donde se acogió Fernán González, huyendo del desleal rey de Navarra.

Por otra parte, presenta al Conde cazando dentro de un monte y cerca de su cumbre; allí sale el jabalí, que huye a las alturas, y perseguido por el Conde a pie, porque su caballo no podía trepar allá, se acoge al monasterio donde vive Pelayo. Ahora bien; el monasterio está situado, no en la cima del monte, o dentro del monte, sino a orillas del río Arlanza y en terreno llano. Quien viviera ordinariamente en Arlanza no habría situado el monasterio donde le sitúa el Poema.

Consta se compuso el poema cuando Castilla llegaba de mar a mar, es decir, desde el Cantábrico al Mediterráneo o Atlántico del Sur (estrofa 2). Quiere decir este dato que ya estaban reconquistados o Cádiz o Cartagena. Cartagena lo fue en 1243, volviendo a perderse después de 1252 y siendo definitivamente adquirida en 1266. Cádiz y su tierra fueron reconquistados en los primeros años del reinado de Alfonso X, o sea hacia 1253 o 1254; se abandonaron transitoriamente después y volvieron a estar bajo el imperio de Castilla y de modo definitivo en 1262.

Otro dato viene a fijar la fecha aproximada en que pudo componerse el Poema; según éste, duraba aún el entusiasmo y recuerdo de la toma de Damieta por San Luis, rey de Francia, en 1249; ciudad que después dio este rey a los árabes en prenda de su libertad, y reconquistaron los cristianos en 1260. El poeta recuerda también a la ciudad Acre como conquistada no hacía mucho tiempo, dejando su conquista el recuerdo de una hazaña extraordinaria y de gran mérito; ahora bien: Acre había caído en poder de los cristianos en 1191, tras un cerco de veintidós meses, convirtiéndose entonces en poderoso centro comercial de los cristianos, y siendo por eso mismo ciudad muy conocida en España y demás naciones de Occidente. En 1260, por ejemplo, confirmaba un documento real de Alfonso X el infante Don Alfonso, hijo del rey de Acre, Don Juan, y, por ende, de Doña Berenguela, hermana de Fernando III, casados en Burgos el año 1224 (Cartulario de Covarrubias, pág. 103).

Otra prueba del tiempo en que pudo ser compuesto el Poema es la conquista de Alicante el 4 de diciembre de 1248, en virtud de la cual Castilla llegaba ya de mar a mar; en 1252 se establecía en Sevilla un puerto regular, y siendo así podía decirse ya que el reino castellano abarcaba de mar a mar. Puerto de Santa María era ya de cristianos antes de 1260, e igualmente Sanlúcar de Barrameda.

Atendiendo a las razones expuestas, parece acercarse a la verdad la afirmación de haber sido compuesto el Poema desde 1250 a 1266, adoptada también por Carroll y Marden, aunque alargando el plazo hasta 127018 .

VII.-El Poema y sus defensores benedictinos

Difundida la vida de Fernán González por las Crónicas de Alfonso el Sabio y General de 1344, así como por otras obras similares, inspiradas todas en el Poema y en los Romances, fue preciso salir a su defensa ya desde los comienzos del siglo XVI. El abad de Arlanza, Gonzalo de Arredondo, componía por los años de 1520 la Crónica del santo y valeroso caballero el conde Fernán González. En ella no sólo abrazaba sin discusión cuanto el Poema relata, sino que le ampliaba, añadiendo a sus victorias otras ganadas, según él, por el Conde al rendir los castillos de Lara, Castrogeriz y Muñó, poseídos por los árabes, y ocupar a Silos, San Quirce y otros pueblos. Describía también las conquistas del Conde por tierra de Segovia, Dueñas, Valladolid y Sahagún, esmaltando su relato de genealogías y diferentes datos sobre las personas que figuran en el Poema, o en tiempo de los sucesos narrados.

El historiador benedictino Prudencio de Sandoval aprovechó la Crónica de Arredondo en su obra Los cinco obispos, o sea las historias de los obispos Idacio, San Isidoro, Don Sebastián, Sampiro y Pelayo, (Pamplona, 1615); acepta las adiciones de Arredondo al Poema; fija la toma de Carazo en 910; coloca la batalla de Cascajares o Carazo en 911 y la de Hacinas en 931; antes de la batalla de Cascajares es el encuentro del Conde con el monje Pelayo; pero el autor no admite sino a regañadientes lo relativo al azor y caballo y Cortes de León con que el Poema establece la independencia de Castilla. Sandoval había tratado ya algunos de estos detalles en su Crónica del ínclito emperador de España Alfonso VII (Madrid, 1600).

Como reacción contra lo publicado acerca del Conde por Ambrosio de Morales en el libro XV de su Crónica, y por Garibay en su conocida obra histórica, negando absolutamente los relatos del Poema en orden a las batallas de aquél, compuso el monje de Cardeña, Juan de Arévalo, hacia 1618, su Crónica de los antiguos condes y primeros reyes y señores de Castilla. Sigue al Poema al afirmar que en tiempo de Pelayo los cristianos de las montañas de Burgos y Asturias de Santillana fueron los primeros en atacar a los moros; independientes en un principio, se agregaron después al reino de Asturias, reservándose, empero, la facultad de nombrar y elegir sus condes. Copia a Arredondo en cuanto a las diferentes conquistas del Conde, que no están incluidas en el Poema; afirma que Fernán González nunca se creyó obligado a respetar los tratados de paz con los moros, contraídos por los reyes de León, prueba indudable de su independencia con respecto a éstos. Califica de cuento y fábula lo asentado por el Poema en orden a la venta del azor y caballo, asegurando que la independencia de Castilla no se consiguió por escritura ni deuda alguna, sino abandonando los reyes de hecho y de derecho el alto imperio y señorío del condado.

Arévalo describe el crucifijo que, según tradición, perteneció a Fernán González, diciendo que era de plata; «cada pie está clavado con su clavo, y debajo de los pies está Adán como que se levanta de la sepultura. Tendrá esta cruz de largo casi dos varas, y abajo, por donde se toma, una punta aguda y una aldaba, con que el alférez la trababa en el arzón de la silla».

Por los años de 1711-16 salía a luz la Historia de España, compuesta por D. Juan de Ferreras. En ella se negaba que el Fernán González, a quien el Poema atribuye la escena del jabalí y entrevista con el monje Pelayo, fuese el Fernán González, Conde de Castilla; se calificaba de fábula la institución de los jueces de Castilla; decíase que las acciones de Fernán González estaban tan mezcladas de fábulas y mentiras, que era difícil discernir lo supuesto de lo verdadero; el Conde no fue preso alevosamente en Cirueña, sino derrotado en batalla campal por el rey de Navarra. Salió en defensa del Conde el abad de Cardeña, Francisco de Berganza, en su apreciable obra Antigüedades de España, tomo I (Madrid, 1719), basando su historia condal en el Poema, en escrituras del siglo X y en la obra de Juan de Arévalo. No admite que Pelayo fuese electo rey por los castellanos; sigue, en general, los datos de Arredondo, adicionales del Poema; asigna la batalla de Hacinas al año 931 o 938; en Cirueña, el Conde y su hijo son libertados por su mujer Sancha, a espaldas del rey de Navarra, su hermano; la misma esposa le saca de la prisión en que le tenía el rey de León; explica la independencia de Castilla por otras razones que las de azor y el caballo y asombrosa deuda contraída por el monarca leonés.

Tras Berganza, atacó a Ferreras el benedictino Diego Martínez de Cisneros, publicando su Antiferreras (Madrid, 1724). Explica la razón de los jueces, los derechos de Castilla a la independencia, que ya tuviera al principio de la reconquista; razones y datos históricos que la prueban; el porqué los castellanos levantan por conde independiente a Fernán González, como dice el Poema, y así, por el estilo, pero a base de datos históricos va justificando ciertos relatos del Poema. Cinco años después, el abad Berganza volvía a la carga contra Ferreras, publicando su Ferreras convencido con crítico desengaño (Madrid, 1729), donde insiste en su punto de vista, ya expresado en Antigüedades de España, con respecto a los jueces, independencia de Castilla y otros extremos del Poema; doctrina que perfeccionó años más tarde el seglar Diego Gutiérrez Coronel en su obra Historia del origen y soberanía del condado y reino de Castilla y sucesos de sus condes (Madrid, 1785).

El archivero del monasterio de Arlanza y académico de la Historia, Fray Benito Montijo, publicó a principios del siglo XIX su Disertación sobre el principio de la independencia de Castilla y soberanía de sus condes desde el célebre Fernán González (MEMORIAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA, tomo III, pág. 245). Trabajo crítico, donde afirma que los condes eran de nombramiento real, pero reconociendo que en los principios Castilla era independiente, como dice el Poema. Cita a Noguera en su Ensayo cronológico de los Condes de Castilla, y el edicto del moro Rasis, que supone a Castilla, como el Poema, estado particular, con personalidad propia y autónoma. El autor no sabe determinar qué grado de dependencia ligaba a Castilla desde que voluntariamente se sometió a los reyes de Asturias. Prueba la independencia por el Fuero de Albedrío o de las Fazañas y por el Voto de Santiago, que no se extendió nunca a Castilla, dando así lugar al de San Millán. Reconoce que no es del todo un cuento la escena del azor y del caballo, y explica la frase del monje de Silos y Sampiro, que volens nolens debió someterse Fernán González al rey de León. Completa su estudio con un paralelo entre León y Castilla en tiempos del gran Conde.

Los trabajos más modernos y benedictinos sobre Fernán González y, por ende, indirectamente sobre el Poema, son el del Padre Serrano en el tomo I de El Obispado de Burgos y Castilla primitiva (Madrid, 1935), cuyo capítulo IV (págs. 126-180) trata exclusivamente los tiempos, hazañas y obras del Conde según los resultados de sus propias investigaciones; y el del Padre Justo Pérez de Urbel, en su Fernán González (Madrid, 1943, ediciones Aspas), obra que, bajo ropaje un tanto poético e imaginativo, constituye un serio estudio del Conde y su época, conforme a las leyes de la crítica histórica, en lo relativo a los hechos principales de Fernán González.

Poema de Fernán González

Preludio

1
En el nombre del Padre que fizo toda cosa,

Del que quiso nascer de la Virgen preciosa, 

Del Espíritu Santo, que igual dellos posa, 

Del Conde de Castilla quiero facer una prosa. 

2
El Señor que crió la tierra e la mar, 

De las cosas pasadas, que yo no pueda contar, 

El, que es buen maestro, me debe demostrar 

Cómo cobró la tierra toda de mar a mar. 

3
Contarvos he primero cómo la perdieron 

Nuestros antecesores; en cuál coíta visquieron; 

Como homes desheredados, fuidos andodieron; 

Esa rabia llevaron que non morieron. 

4
Muchas coítas pasaron nuestros antecesores, 

Muchos malos espantos e muchos malos sabores; 

Sofrieron frío e fambre, heladas e ardores; 

Estos vicios de agora estonce eran dolores. 

5
Ellos que primero pasaron algunas amarguras, 

... Sufren... e pasan muchas amarguras... 

6
En tanto, deste tiempo irvos he yo contando 

Cómo fueron la tierra perdiendo e cobrando, 

Fasta que fueron al conde don Ferrando. 

7
Cómo es muy luenga desde el tiempo antiguo; 

Cómo se dió la tierra al buen rey don Rodrigo; 

Cómo hóbola de ganar el mortal enemigo; 

De grande honor que era, tornóle pobre mendigo. 


Doctrina mora y cristiana

8
Esto fizo Mafomat, el de la mala creencia,

Ca predicó por su boca mucha mala sentencia. 

9
Desque hobo Mafomat a todos predicados, 

Habían las gentes los corazones demudados, 

E la muerte de Jesucristo habíanla olvidados. 

10
Desque los españones a Cristo conoscieron, 

Desque en la su ley bautismo rescibieron, 

Nunca en otra ley tornarse quisieron, 

Mas por guarda de aquesto muchos males sofrieron. 

11
Esta ley de los santos, que oyeron predicada, 

Por ella la su sangre hobieron derramada, 

Apóstoles e mártires, esta santa mesnada, 

Que fueron por la verdat metidos a espada. 

12
Fueron las santas vírgines en este afirmamiento, 

De varón non quisieron ningún ayuntamiento; 

De los vicios del mundo non hobieron talento, 

Vencieron por aquesto al bestial mascariento. 

13
Los primeros profetas esto profetizaron, 

E los santos confesores esta ley predicaron, 

Ca en los otros dioses verdat nunca fallaron; 

San Juan lo afirmó cuando lo descabezaron. 

14
Muchos reyes e condes e muchas potestades, 

Papas e arzobispos, obispos, monjes e abades, 

Por esta ley morieron, esto bien lo creades; 

Por ende han en los cielos todas sus heredades. 


Los godos constituyen el reino de España

15
Tornémosnos al curso, nuestra razón siguamos,

Tornémosnos en España a do lo comenzamos, 

Como el escrito diz, esto nos asi lo fallamos 

En los reyes primeros, que godos los llamamos. 

16
Venieron estos godos de partes de Oriente; 

Cristo los envió, esto sin fallimiente; 

Del linaje Magog vino aquesta gente; 

Conquirieron el mundo estos sin fallimiente. 

17
Non fueron estos godos de comienzo cristianos, 

Nin de judios de Egipto nin de leyes de paganos, 

Antes fueron gentiles, unos pueblos lozanos, 

Eran para en batalla pueblos muy avirtuados. 

18
Toda tierra de Roma venieronla avastando, 

A los unos prendiendo, a los otros matando. 

19
Pasaron a España con el su gran poder, 

Era en este tiempo el papa Alexandrer. 

20
Escogieron a España toda de mar a mar, 

Nin villa nin castillo no se les pudo amparar, 

Turonia e Africa hobieron por mandar, 

Hombres fueron arteros, que Cristo los quiso guiar. 

21
Fueron de Santi Espíritus los godos espirados; 

Los malos argumentos todos fueron fallados; 

Conoscieron que eran los ídolos pecados; 

Cuantos creían por ellos eran mal engañados. 

22
Demandaron maestros pora férselo entender 

En la fe de don Cristo qué habían de creer; 

Los maestros que sepades fueron muy volunter, 

Fecieronles la fé toda bien entender. 

23
Dijeron los maestros: esto non vale nada 

Si bautizados non sodes en el agua sagrada; 

El alma de pecados será luego lavada; 

La cual culpa e error es heregía llamada. 

24
Rescibieron los godos el agua de bautismo; 

Fueron lux e estrella de todo el cristianismo; 

Alzaron cristiandad, abajaron paganismo; 

El conde Ferrán González fizo aquesto mismo. 

25
Que fué muy lealmente de sus homes servido, 

E fueron de todo el mundo pueblo muy escogido, 

Ca en cuanto el mundo durare, non cadrán en olvido. 


Los reyes godos

26
Cuando los reyes godos deste mundo pasaron

Fueronse a los cielos; gran reino heredaron; 

Alzaron luego rey los pueblos que quedaron; 

Como dice la escritura don Cindus te llamaron. 

27
Cuando reinó Cindus, un buen guerreador, 

Era San Eugenio de españones pastor, 

En Toledo moraba el santo ome confesor, 

Isidro en Sevilla, arzobispo e señor. 

28
Finóse el rey Cindus, un natural Señor, 

A España e Africa hobo en su gran valor; 

Dióles pastor muy bueno luego el Criador, 

Rey Vamba vino luego, que fué tal o mejor. 

29
Vamba aqueste rey, como habedes oído, 

Venía de los godos, pueblo muy escogido; 

Porque él non reinase andaba escondido; 

Nombre se puso Vamba por non ser conoscido. 

30
Buscándole por España, hobiéronlo de fallar; 

Feciéronle por fuerza aquel reíno tomar; 

Bien sabíe él que con yerbas lo habían de matar, 

Por tanto de su grado non quisiera reinar. 

31
Rey fué muy derecho e de muy gran natura, 

Muy franco e muy ardito, e de muy grande mesura, 

Leal e verdadero e de muy gran ventura; 

Aquel que le dió la muerte non le falesca rencura. 

32
Partió todas las tierras, ayuntó los obispados, 

Establecidos fueron los lugares señalados 

Cómo fuesen los términos a ellos sojuzgados. 

33
Fué toda esta cosa puesta en buen estado; 

pesaba con su vida muy fuerte al pecado; 

Dionle yerbas e murió rey Vamba aponzoñado, 

En paraíso sea tan buen rey heredado. 

34
Reinó después un rey; Egica fué llamado; 

Diez años, que non más, visquió en el reinado; 

A cabo de diez años del siglo fué sacado; 

Non pesó a su pueblo, ca fué malo probado. 

35
Cuando finó Egica, a poca de sazón 

Fincó en Vautizanus toda la región; 

Este niño de los godos, poderoso varón, 

Home fué de grande esfuerzo e de gran corazón. 

36
Finóse Vautizanus; reinó el rey don Rodrigo; 

Habían en él los moros un mortal enemigo; 

Era de los cristianos sombra e grande abrigo; 

Por culpa en que era, non le era Dios amigo, 

37
Este fué de allende mar de gran partida señor; 

Ganó los Montes Claras el buen guerreador; 

De como se perdió la tierra, esto es grande dolor. 

38
Era estonce España toda de una creencia; 

Al Fijo de la Virgen facian todos obediencia; 

Pesaba mucho al diablo con tanta reverencia; 

Non había entre ellos envidia nin contiencia. 

39
Estaban las iglesias todas bien ordenadas, 

De olio e de cera estaban bien abastadas; 

Los diezmos e premiencias lealmente eran dadas, 

Eran todas las gentes en la fé arraigadas. 

40
Vesquían los labradores todos de sus faceres; 

Las grandes potestades non eran robadores, 

Guardaban bien sus pueblos, como leales señores; 

Vesquían de sus derechos, los grandes e los menores. 

41
Estaba la facienda toda en igual estado; 

Había con este bien grande pesar el pecado; 

Resolvió atal cosa el mal aventurado; 

Que el gozo que había, en llanto fué tornado. 


Invasión de los moros

42
Fijos de vautizanus non debieran nascer,

Ca esos comenzaron traición a facer; 

Envolviólo el diablo e metió ahi su poder; 

Esto fué el escomienzo de a España perder. 

43
El conde don Illán, bien habedes oído, 

Cómo hobo por las parias a Marruecos torcido; 

Hobo en este comedio tal cosa contecido 

Porque hobo el reino de ser todo destruido. 

44
Fízole la grande ira a traición volver; 

Fabló con Bursaban, que había gran poder, 

Dijo cómo podría a los cristianos confonder, 

Non se podria España por manera defender. 

45
Dijo aquestas horas el conde don Illán: 

Digo yo la verdat, amigo Bursaban; 

Si non te doy a España, non coma yo más pan, 

Si non, de mi non fies más que si fuese yo un can. 

46
Trespasaré mucho aína la mar, 

Faré al rey don Rodrigo sus caballeros ayuntar; 

Facerle he todas las armas en el fuego quemar, 

Porque después non hayan con qué se mamparar. 

47
Cuando esto hoviere fecho, sabrás de mí mandado; 

Travesarás el mar con todo tu fonsado; 

Como será el pueblo todo bien asegurado, 

Refez miente podrás conquerir el reinado. 

48
Despidióse de los moros e luego pasó la mar; 

Debiérase el mezquino con sus manos matar, 

Pues que en la marirada non se pudo ahogar. 

49
Fué luego para el rey; cual era, fué pasado: 

Homíllome, dijo al rey, el mi señor honrrado, 

Recabdé tu mensage e cumpli tu mandado, 

E ves aqui las parias porque hobiste enviado. 

50
Recibiólo muy bien el buen rey don Rodrigo, 

Tomólo, por la mano e asentólo consigo: 

Dijo: ¿cómo vos ha ido el mi leal amigo? 

De aquello porque fuestes, si es paja o trigo. 

51
Señor, si quisieredes mi consejo tomar, 

Grado a Dios del Cielo, que te fizo reinar, 

Nin moro nin cristiano non te puede contrallar; 

Las armas ¿qué las quieres pues non has de pelear? 

52
Manda por el reino las armas desatar; 

Dellas fagan azadas para las viñas labrar, 

E dellas fagan rejas para panes sembrar; 

Caballos e rocines todos los fagan arar. 

53
Todos labren por pan, caballeros e peones, 

Siembren cuestas e valles e todos los oteros, 

Enriquezcan sus reynos de pan e de dineros, 

Ca non has contra quien poner otros fronteros. 

54
Mas todos los varones a sus tierras se vayan, 

Ningunas armaduras, defiéndoselo, que non trayan 

Si esto non fecieren, en la tu ira cayan, 

Sinon con las que araren otras bestias no trayan. 

55
Non has a los caballeros porqué les dar soldadas; 

Labren sus heredades e vivan en sus posadas, 

Con mulas e con caballos fagan grandes aradas, 

Que eso han menester ellos, que non otras espadas. 

56
Cuando hobo el conde acabada su razón, 

Mejor non la dijeran cuantos en el mundo son. 

57
Envió el rey Rodrigo luego sus mensajeros. 

58
Era la Corte toda en uno ayuntada, 

Aragón e Navarra, buena tierra probada, 

León e Portugal, Castilla la preciada, 

Non sería en mundo tal provincia fallada. 

59
Cuando vió don Rodrigo que tenía sazone, 

Ante toda la Corte comenzó su razone, 

Oitme, caballeros, si Cristo vos perdone. 

60
Gracias a Dios del cielo, que lo quiso facer, 

En aquesto Le habemos mucho que agradecer, 

Porque es toda España en el nuestro poder, 

Mal grado a los moros que la solían tener. 

61
Habemos en Africa una buena partida; 

Parias nos dan por ella la gente descreida; 

Mucho oro e mucha plata, a llena medida; 

Bien somos ya seguros todos desa partida. 

62
El conde, caballeros, las paces ha firmadas, 

E por estos ciento años las parias recabdadas; 

Pueden vivir las gentes todas bien aseguradas, 

Non habrán ningún miedo, visquirán en sus posadas. 

63
Pues que todos habemos atales seguridades, 

Han vos a dar carrera porque en paz vivades 

Peones e caballeros e todas las potestades; 

Que viva cada uno en las sus heredades. 

64
Lorigas, capelinas e todas las brazoneras, 

Las lanzas e las cochillas, fierros e espalderas, 

Espadas e ballestas e asconas monteras 

Metellas en el fuego; facet grandes fogueras. 

65
Faredes dellas fierros, e de sus guarniciones 

Picas e azadas, e picos e azadones, 

Destrales e fachas, segures e fachones, 

Destas cosas atales con que labren peones. 

66
Por aquesta carrera habremos pan asaz 

Los grandes e los chicos, fasta el menor rapaz; 

Visquirán por esta guisa seguros e en paz; 

Quiero que esto sea, si a todos vos plaz. 

67
Aquesto que yo digo, sea luego complido; 

Así como yo mando quiero que sea tenido; 

Aquel que armas tragiere e le fuere sabido, 

Faganle lo que facen al traidor enemigo. 

68
Todo aquel que quisiere salir de mi mandado, 

Si en toda España fuere después fallado, 

Mando que luego el su cuerpo sea justiciado, 

E que le den atal justicia como a traidor probado. 

69
Fué fecha la barata atal como entendedes; 

Viólo el diablo que tiende tales redes; 

Trastornó el cimiento, cayéronse las paredes; 

Lo que entonces perdiestes, cobrar non lo podedes. 

70
Teníenlo a gran bien los pueblos labradores; 

Non sabien la traición los pueblos pecadores; 

Los que eran entendidos e bien entendedores 

Decían: mal siglo hayan tales consejadores. 

71
Hobieron a facer todo lo que él mandaba; 

Quien las armas tenía luego las desbarataba, 

Porque el diablo de antiguo en esto se trabajaba; 

Por facer mal a cristianos nunca en ál andaba. 

72
Cuando fueron las armas deshechas e quemadas, 

Fueron aquestas nuevas a Marruecos pasadas; 

Las gentes africanas fueron luego ayuntadas, 

Al puerto de la mar fueron llegadas. 

73
Todos muy bien guisados para España pasar, 

Cuando fueron juntados pasaron allende el mar, 

Arribaron al puerto que dicen Gibraltar; 

Non podría ningún home cuántos eran asmar. 

74
Todos estos paganos, que a Africa mandaban, 

Contra los de Oropa despechosos estaban; 

Entraron en la tierra do entrar non cuidaban. 

75
Llegaron a Sevilla la gente renegada; 

Esa cibdat nin otras non se les fizo nada; 

Era de mala guisa la rueda trastornada, 

La cautiva de España era mal quebrantada. 

76
Estonces el buen rey don Rodrigo, a quien habia contecido, 

Mandó por todo el reino luego dar apellido; 

El que con él non fuese antes del mes complido, 

El haber e el cuerpo tovíeselo por perdido. 

77
Las gentes cuando oyeron pregones aquejados, 

Que de haberes e de cuerpos eran mal amenazados, 

Non era ahí ninguno para fincar osados, 

Fueron ante del tiempo con el rey juntados. 

78
Cuando hobo el rey Rodrigo sus poderes juntados, 

Era poder sin guisa, mas todos desarmados; 

Lidiar fueron con moros; lleváronlos sus pecados, 

Ca les fué de los profetas esto profetizado. 

79
Tenía el rey don Rodrigo siempre la delantera, 

Salió contra los moros, tóvoles la carrera, 

Ayuntóse en el campo que dicen Sangonera, 

Cerca es de Guadiana, en esa su ribera. 

80
Fueron de ambas las partes los golpes avivados; 

Eran para lidiar todos escalentados; 

E fueron de la primera los moros arrancados; 

Recogiéronse con todo esa hora los cruzados. 

81
Era Castilla la Vieja un puerto bien cerrado, 

Non habia mas entrada de un solo forado; 

Tovieron castellanos el puerto bien guardado, 

Porque de toda España eso hobo fincado. 

82
Fincaron las Asturias a un pequeño lugar, 

Valles e montañas que son cerca la mar; 

Non podieron los moros por los puertos pasar, 

E hobieron por tanto las Asturias afincar. 

83
España la gentil fué luego destruída; 

Eran señores della gente descreída; 

Los cristianos mezquinos habían muy mala vida; 

Nunca fué en cristianos tan gran cuíta venida. 

84
Dentro en las iglesias facían establías, 

Facían en los altares muchas fieras follías, 

Robaban los tesoros de las sacristanías, 

Lloraban los cristianos las noches e los días. 

85
Quiero vos decir otra cosa que les fizo retraer: 

Prendían a los cristianos, e mandabanlos cocer. 

Por tal que les podiesen mayor miedo meter. 

86
Tenían a otros presos e dejábanlos foir 

Porque veían las penas a los otros sofrir, 

Habían por do iban las nuevas a decir. 

87
Decían e afirmaban que los vieran cocer; 

Cocían e asaban los homes para comer; 

Cuantos que lo oían íbanse a perder, 

Non sabían con gran miedo adonde se asconder. 

88
Era la cosa puesta e de Dios otorgada 

Que serían los de España metidos a espada; 

A los dueños primeros non sería tornada; 

Tornaron en el campo ellos otra vegada. 

89
Cuidaban los cristianos ser bien asegurados 

Que habían a los moros en el campo arrancados; 

Fuéranse los paganos esas horas tornados 

Sinon por quien no hayan perdón de sus pecados. 

90
Otro dia mañana los pueblos descreidos 

Todos fueron en el campo de sus armas guarnidos, 

Tañiendo añafiles e dando alaridos; 

Las tierras e los cielos semejaban movidos. 

91
Volvieron esas horas al torneo pasado, 

Comenzaron los moros do le habían dejado, 

Morieron los cristianos todos, ¡ay mal pecado!, 

Del rey esas horas non sopieron mandado. 

92
En Visio fallaron después una sepultura, 

Yacía ahi un sepulcro escrito de esta figura: 

Aqui yace don Rodrigo, un rey de gran natura, 

Que perdió la tierra por su desventura. 

93
Fueron, como oístes, de los moros arrancados; 

Muchos eran los muertos e muchos los cativados; 

Fuyeron los que fincaron, maldiciendo sus fados; 

Fueron por todo el mundo luego estos mandados. 

94
Pero con todo esto, buen consejo prendieron; 

Tomaron las reliquias cuantas más podieron; 

Alzáronse en Castilla, asi se defendieron; 

Los de las otras tierras por espadas perecieron. 

95
Asi iban fuyendo de las gentes estrañas; 

Muríen de gran fambre todos por las montañas, 

Non diez, nin veinte nin treinta, mas muchas de las compañas. 

96
Perdieron muchos dellos de miedo los sentidos, 

Mataban a las madres en brazos a sus fijos; 

Non podían dar consejo mujeres nin maridos; 

Habían con gran miedo muchos pueblos enloquecidos. 


Reconquista cristiana

97
E los homes mezquinos, que estaban alzados,

Del gran bien que movieron estaban muy menguados; 

Querían más ser muertos o ser soterrados 

Que vesquir la vida fambrientos e lacerados. 

98
Los homes de otro tiempo, que fueran segurados, 

Víanse de nuevo en la tierra tornados; 

Comian el panecillo de sus fijos amados; 

Los pobres eran ricos, e los ricos menguados. 

99
Decían los malhadados: en mal hora nascimos, 

Diéranos Dios a España, guardarla non sopimos; 

Si en coíta somos, nos bien lo merescimos; 

Por nuestro mal sentido en gran yerro caimos. 

100
Si nos atales fuésemos como nuestros parientes, 

Non habrían poder aquestas malas gentes; 

Ellos fueron los buenos, e nos menoscabentes, 

Traénnos como lobos a los corderos recientes. 

101
Nos a Dios falesciendo, ha nos El falescido; 

Lo que ganaron otros, hemos nosotros perdido; 

Partiéndonos de Dios, hase de nos partido; 

El bien de los cristianos por eso es confondido. 

102
Diera Dios esas horas un gran poder al pecado, 

Fasta allende del puerto todo fuera astragado; 

Semeja fiera cosa, mas dícelo el ditado; 

A San Martín de Torres hobieron allegado. 

103
Visquieron castellanos gran tiempo mala vida 

En tierra muy angosta, de viandas muy fallida; 

Lacerados muy gran tiempo a la mayor medida, 

Veíanse en muy gran miedo con la gente descreida. 

104
En todas estas coítas, pero que mal andantes, 

En la mercet de Cristo eran enfiuciantes 

Que les habría merced contra los no bautizantes: 

Valetnos, dijeron, Señor, onde seamos cobrantes. 

105
Habían en todo esto de a Almonzore dar 

Cien doncellas fermosas que fuesen por casar; 

Habíanlas por Castilla cada uno a buscar; 

Habíanlo de cumplir, pero con gran pesar. 

106
Duróles esta coíta muy fiera temporada; 

Los cristianos mezquinos, compaña muy lacerada, 

Decían: válanos, Señor, la tu merced sagrada, 

Ca valiste a San Pedro dentro en la mar irada. 

107
Señor, que con los sabios valiste a Catalina, 

E de muerte libraste a Ester la reína, 

E del dragón libreste a la virgen Marina, 

Tu da a nuestras llagas conorte e medecina, 

108
Señor, tu que libreste a Davit del león, 

Mateste al filisteo, un soberbio varón, 

Quiteste a los jodios del reino de Babilón, 

Sácuanos e líbranos de tan cruel presión. 

109
Tu que libreste a Susaña de los falsos varones, 

Sacueste a Daniel de entre dos leones, 

Libreste a San Mateo de los fieros dragones, 

Líbranos tu, Señor, de estas tentaciones. 

110
Libreste a los tres niños de los fuegos ardientes, 

Cuando los ahi metieron los pueblos descreyentes 

Cantaron en el forno cantos muy convenientes, 

Libresteles otra vez de bocas de serpientes. 

111
San Juan evangelista ante muchos varones, 

Yacían ante él muertos de yerbas dos ladrones, 

Bebió él muy gran vaso de esos mismos ponzones, 

Mayor mal non le ficieron que si comiera piñones. 

112
Tu que asi a las yerbas tolleste su poder, 

Que non le pudieron ellas daño ninguno fer, 

Señor, por la tu mesura débesnos acorrer, 

Ca en ti nos yace levantar o caer. 

113
Señor: tu que quesiste del cielo descender, 

En el seno de la Virgen carne vera prender, 

Cáramiente ros compraste al nuestro entender, 

No nos quieras dejar agora ansi perder. 

114
Somos mucho errados e contra Ti pecamos, 

pero cristianos somos e la tu ley aguardamos, 

El tu nombre tenemos, por tuyos nos llamamos, 

Tu merced atendemos, otra nos non esperamos. 


Los reyes de Asturias

115
Duraron en esta vida al Criador rogando,

Del llorar de sus ojos nunca se escapando, 

Siempre, dias e noches, su cuíta recontando, 

Oyóles Jesucristo a quien estaban llamando. 

116
Díjoles por el angel que a Pelayo buscasen, 

Que le alzasen por rey e todos a él catasen, 

En mamparar la tierra todos le ayudasen 

Ca El les darín ayuda porque le amparasen 

117
Buscaron a Pelayo como les fué mandado, 

Falláronlo en la cueva, fambriento e lacerado; 

Besáronle las manos e diéronle el reinado; 

Hóbolo de rescebir pero non de su grado. 

118
Rescibió el reinagido a muy grandes gemidos; 

Toviéronse con él los pueblos por guaridos; 

Sopieron estas nuevas los pueblos descreídos, 

Para venir sobre ellos todos fueron movidos. 

119
Do sopieron que era, venieronlo a buscar; 

Comenzáronle luego la peña de lidiar, 

Alli quiso don Cristo un gran miraglo mostrar; 

Bien creo que lo oístes alguna vez mostrar. 

120
Saetas e cuadrillos, cuantas al rey tiraban, 

A él nin a sus gentes ningunas non llegaban; 

Tan iradas como iban, tan iradas se tornaban, 

Sinon a ellos mismos, a otros non mataban. 

121
Cuando vieron los moros atan fiera fazaña 

Que sus armas mataban a su misma compaña, 

Descercaron la cueva, salieron de la montaña, 

Tenían que les había el Criador muy gran saña. 

122
Este rey don Pelayo, siervo del Criador, 

Guardó tan bien la tierra que non pudo mejor; 

Fueron ansi perdiendo cristianos el dolor, 

Pero nunca perdieron miedo nin de Almonzor. 

123
Finó el rey Pelayo, don Cristo lo perdone; 

Reinó su hijo Vabila que fué muy mal varone, 

Quiso Dios que mandase poco en la regione 

Ca visquió rey un año e más poca sazone. 

124
Fija del rey Pelayo, dueña muy enseñada, 

Con el señor de Liébana hobiéronla casada; 

Dijéronle Alonso, una lanza dudada; 

Ganó muy fiera tierra, toda con su espada. 

125
Este ganó a Viseo, que es en Portugal, 

Después ganó a Braga, reino arzobispal, 

Estorga e Zamora, Salamanca otra que tal, 

Ganó después Amaya, que es un alto poyal. 

126
Murió este rey Alfonso, señor aventurado, 

Sea en el paraíso tan buen rey heredado; 

Reinó su fijo Froila, que fué malo probado, 

Quiso Dios que visquiese poco en el reinado. 

127
Después reinó Alfonso, un rey de gran valor, 

El Casto que dijeron, siervo del Criador; 

Visquieron en su tiempo en paz e en sabor; 

Este fizo la iglesia que dicen San Salvador. 

128
Hemos esta razón por fuerza de alongar; 

Quiero en el rey Carlos este cuento tornar, 

Hobo él al rey Alfonso mandado de enviar 

Que veníe para España para se la ganar. 

129
Envió el rey Alfonso al rey Carlos mandado, 

Que en ser atributado non era acordado, 

Por dar parias por él non quería el reinado, 

Sería llamado torpe en fer atal mercado. 

130
Dijo que más quería como estaba estar 

Que el reino de España a Francia sujuzgar; 

Que non se podrían deso los franceses alabar, 

Que más la querían ellos en cinco años ganar. 

131
Carlos hobo luego consejo sobre este mandado; 

Como menester fuera non fué bien consejado; 

Diéronle por consejo el su pueblo famado 

Que viniesen a España con todo su fonsado. 

132
Ayuntó sus poderes, grandes sin mesura; 

Movió para Castilla, tengo que fué gran locura; 

Al que se lo consejó nunca le marre rencura, 

Ca fué esa venida, plaga de su ventura. 


Bernardo del Carpio

133
Sopo Bernal del Carpio que franceses pasaban,

Que a Fuenterrabía todos ahi arrivaban 

Por conquerir a España, según que ellos cuidaban 

Que se la conquererían, mas non lo bien asmaban. 

134
Hobo grandes poderes Bernaldo de ayuntar, 

E de si enviólos al puerto de la mar, 

Hóbole todas sus gentes el rey Casto a dar 

Non dejó a éste puerto al rey Carlos pasar. 

135
Mató ahi de franceses, reyes e potestades, 

Como dice la escritura siete fueron que sepades, 

Muchos morieron ahi, esto bien lo creades, 

Que nunca más tornaron a las sus vecindades. 

136
Tóvose por maltrecho Carlos esa vegada, 

Cuando vió que por ahi le tollió la entrada; 

Movióse con asaz gentes e con toda su mesnada, 

Al puerto de Marsilla fizo luego tornada. 

137
Cuando fueron al puerto franceses llegados, 

Rendieron a Dios gracias que los había guiados; 

Folgáronse e dormieron, que eran muy cansados; 

Si agora se tornaran fueran bien aventurados, 

138
Hobieron su acuerdo de pasar a España, 

E non se les fincase torre nin cabaña; 

139
Fueron los poderes todos luego con toda su mesnada. 

Al puerto de Gitarea ficieron su tornada. 

140
Los poderes de Francia, todos muy bien garnidos, 

Por los puertos de España fueron luego torcidos; 

Fueran de buen acuerdo si non fueran ahi venidos, 

Que nunca mas tornaron a do fueron nascidos. 

141
Dejemos los franceses en España tornados, 

Por conquerir la tierra todos bien aguisados; 

Tornémosnos en Bernaldo de los fechos granados, 

Que habie de españones grandes poderes juntados. 

142
Movió Bernaldo del Carpio con toda su mesnada; 

Si sobre moros fuese era buena probada; 

Movieron para un agua muy fuerte e muy irada, 

Ebro le dijeron, siempre asi es hoy llamada. 

143
Fueron para Zaragoza a los pueblos paganos; 

Besó Bernaldo del Carpio al rey Marsil las manos, 

Que diese delantera a los pueblos castellanos 

Contra los Doce Pares, esos homes lozanos. 

144
Otorgósela luego e diósela de buen grado, 

Nunca oyó Marsil otro nin tal mandado; 

Movió Bernaldo del Carpio con su pueblo dudado, 

De gentes castellanas era bien aguardado. 

145
Tovo la delantera Bernaldo esa vez 

Con gentes españones, gente de muy gran prez; 

Vencieron esas horas a franceses de refez, 

Fué esa a los franceses mas negra que la primera vez. 


Canto a España y Castilla

146
Por eso vos digo aquesto, que bien lo entendades;

Mejor es de otras tierras en la que vos morades, 

De todo es bien cumplida en la que vos estades, 

Decir vos he agora cuántas ha de bondades. 

147
Tierra es muy temprada, sin grandes calenturas, 

Non facen en ivierno destempradas friuras, 

Non es tierra en el mundo que haya tales pasturas, 

Arboles para fruta siquiera de mil naturas. 

148
Sobre todas las tierras mejor es la Montaña, 

De vacas e de ovejas non hay tierra tamaña, 

Tantos hay ahi de puercos que es fiera fazaña, 

Sírvense muchas tierras de las cosas de España. 

149
Es de lino e lana tierra mucho abastada, 

De cera sobre todas buena tierra probada, 

Non seria de aceite en el mundo tal fallada, 

Tierra de Inglaterra e Francia desto non es abordada. 

150
Buena tierra de caza e buena de venados, 

De rio e de mar muchos buenos pescados, 

Quien los quiere recientes, quien los quiere salados, 

Son destas cosas tales pueblos muy abastados. 

151
De panes e de vinos tierra muy comunal, 

Non fallaría en el mundo otra mejor nin tal; 

Muchas de buenas fuentes e mucho rio caudal, 

E otras muchas mas fuentes de que facen la sal. 

152
Hay muchas venas de fierro, de metal, e de plata, 

Hay tierras e valles, e mucha de buena mata, 

Todas llenas de grana para facer escarlata; 

Hay venas de oro que son de mejor barata. 

153
Pero lo que ella mas val, aun non vos lo dijimos, 

De los buenos caballos aun mención non vos ficiemos, 

Mejor tierra es de cuantas nunca viemos. 

Nunca tales caballos en el mundo non viemos. 

154
Dejarvos quiero desto, que asaz vos he contado, 

Non quiero mas decir que podría ser errado; 

Pero non olvidemos al apostol honrrado, 

Fijo del Cebedeo, Santiago llamado. 

155
Fuertemente quiso Dios a la España honrar 

Cuando al santo apóstol quiso ahi enviar; 

De Inglaterra e Francia quísola mejorar 

Ca sabet que non yace apostol en todo aquel logar. 

156
Honróle otra guisa el precioso Señor, 

Fueron ahi muchos santos muertos por el Señor 

Que de morir a cochillo non ovieron temor, 

Muchas virgenes santas e mucho buen confesor. 

157
Como ella es mejor de las sus vecindades, 

Asi sodes mejores cuantos en España morades; 

Homes sodes sesudos, a mesura heredades, 

Desto por todo el mundo gran precio ganades. 

158
Pero de toda España, Castilla es lo mejor, 

Porque fué de los otros el comienzo mayor; 

Guardando e teniendo siempre a su señor 

Quiso acrecentarla ansi el nuestro Criador. 

159
Aun Castilla la Vieja, al mi entendimiento 

Mejor es que lo ál, porque fué el cimiento, 

Ca conquirieron mucho, magüer poco conviento, 

Bien lo podedes ver en el acabamiento. 


Constitúyese Castilla independiente

160
Pues quierome con tanto desta razón dejar,

Témome si mas dijese que podría errar; 

Otros non vos quiero la razón alongar, 

Quiero en don Alfonso, el casto rey, tornar. 

161
Rey fué de gran sentido e de gran valor, 

Siervo fué e amigo mucho del Criador, 

Fuese de aqueste mundo para el otro mejor, 

Fincó toda la tierra esa hora sin señor. 

162
Eran en muy gran coíta españones caídos, 

Duraron muy gran tiempo todos desavenidos; 

Como homes sin señor, tristes e doloridos 

Dicien: mas nos valdría nunca seer nascidos. 

163
Cuando vieron castellanos la cosa ansi ir, 

Que para alzar rey non se podían avenir, 

Vieron que sin pastor non podían bien vevir, 

Posieron quien podiesen las cosas referir. 

164
Todos los castellanos en uno se juntaron, 

Dos homes de gran guisa por alcaldes los alzaron; 

Los pueblos castellanos por ellos se guiaron 

E non posieron rey; gran tiempo asi duraron. 

165
Diré de los alcaldes cuáles nombres hobieron, 

Dende en adelante diremos los que dellos vinieron, 

Muchas buenas batallas con los moros fecieron, 

Con su fiero esfuerzo gran tierra conquirieron. 

166
Don Nuño fué el uno, home de gran valor, 

Vino de su linaje el conde batallador; 

El otro don Laín, el buen guerreador, 

Vino de su linaje el buen Cid campeador. 

167
Fijo de Nuño Rasura, home bien entendido, 

Gonzalo hobo por nombre, home muy atrevido; 

Amparó bien la tierra, fizo cuanto fer pudo, 

Este fué rompiendo al pueblo descreído. 

168
Hobo Gonzalo Nuñez tres fijos varones; 

Todos tres de gran guisa e de grandes corazones; 

Estos partieron tierra e diéronla a infanzones; 

Por donde ellos partieron ahi están los mojones. 

169
Don Diego Gonzalez, el hermano mayor, 

Rodrigo el mediano, Fernando el menor; 

Todos tres fueron buenos, mas Ferrando el mejor, 

Ca quitó muy gran tierra al moro Almonzor. 

170
Finó Diego Gonzalez, caballero lozano, 

Quedó toda la tierra en el otro hermano 

Don Rodrigo por nombre, que era el mediano, 

Señor fué muy gran tiempo del pueblo castellano. 

171
Cuando la hora vino puesta del Criador, 

Fuese Ruy González para el mundo mejor; 

Fincó toda la tierra en el hermano menor, 

Don Fernando por nombre, cuerpo de gran valor. 

172
Estonces era Castilla un pequeño rincón, 

Era de castellanos Montes de Oca mojón, 

E de la otra parte Fitero el fondón, 

Moros tenían a Carazo en aquella sazón. 

173
Estonces era Castilla toda una alcaldía, 

Magüer que era pobre e de poca valía; 

Nunca de buenos homes fué Castilla vacía, 

De cuáles ellos fueron paresce hoy en día. 

174
Varones castellanos este fué su cuidado, 

De llegar su señor al más alto estado; 

De una alcaldía pobre ficiéronla condado, 

Formaronla después cabeza de reinado. 


El Conde Fernán González

175
Hobo nombre Fernando el conde de primero,

Nunca fué en el mundo otro tal caballero; 

Este fué de los moros un mortal homicero, 

Decíenle por sus lides el buitre carnicero. 

176
Fizo grandes batallas con la gente descreida 

Esto les fizo lacerar a la mayor medida; 

Ensanchó en Castilla una muy gran partida, 

Hobo en el su tiempo mucha sangre vertida. 

177
El conde don Fernando, con muy poca compaña 

En contar lo que fizo, semejaria fazaña; 

Mantuvo siempre guerra con los reyes de España, 

Non daba mas por ellos que por una castaña. 

178
En ante que entremos delante en la razón, 

Decirvos he yo del Conde cuál fué su criazón. 

Furtóle un pobrecillo que labraba carbón, 

Túvolo en la Montaña una grande sazón. 

179
Cuanto podia el amo ganar de su menester, 

Al su buen criado dábaselo de volunter; 

De cual linaje venia facíaselo entender; 

Habia cuando lo oía el mozo muy gran placer. 

180
Cuando iba el mozo todas cosas entendiendo, 

Oyó como a Castilla moros la iban corriendo; 

Válasmes Cristo, dijo; yo a ti me encomiendo; 

En coíta es Castilla según que yo entiendo. 

181
Señor, ya tiempo era si fuese tu mesura, 

Que mudases la rueda que anda a la ventura; 

Asaz han castellanos pasada de rencura, 

Gentes nunca pasaron a tan mala ventura. 

182
Señor, ya tiempo era de salir de las cabañas, 

Que non so yo oso bravo para vivir en montañas; 

Tiempo es ya que sepan de mi las mis compañas 

E yo sepa del mundo e las cosas estrañas. 

183
Castellanos perdieron sombra e gran abrigo 

La hora que murió mi hermano don Rodrigo; 

Habían en él los moros un mortal enemigo; 

Si yo de aqui non salgo, nunca valdré un figo. 

184
Salió de las montañas, e vino para poblado 

Con el su pobrecillo que le había criado; 

Aína fué sabido por todo el condado; 

Nunca mayor gozo hobo hombre de madre nado. 

185
Venían los castellanos a su señor veer, 

Habían, chicos e grandes, todos con él placer; 

Metieron el condado todo en su poder, 

Non podían en el mundo mejor señor haber. 

186
Cuando entendió que era de Castilla señor, 

Alzó a Dios las manos e rogó al Criador; 

Dijo: Señor, tu me ayuda, que so muy pecador, 

Que yo saque a Castilla del antiguo dolor. 

187
Dame, Señor, esfuerzo, seso e buen sentido, 

Que yo tome venganza del pueblo descreido, 

E cobren castellanos algo de lo perdido, 

E te tengas por mí en algo por servido. 

188
E Señor, luengo tiempo ha que viven mala vida, 

Son mucho apremiados de la gente descreida; 

Señor, rey de los reyes, haya la tu ayuda, 

Que yo torne a Castilla a la buena medida. 

189
Si por alguna culpa cayeron en la tu saña, 

Non sea sobre nos esta pena tamaña; 

Ca yacemos ahi cativos de todos los de España, 

Los señores ser siervos téngolo por fazaña. 

190
Tu lo sabes bien, Señor, qué vida enduramos; 

Non nos quieres oír magüer te llamamos; 

Non sabemos con queja qué consejo prendamos; 

Señor, grandes e chicos tu merced esperamos. 

191
Señor: esta merced te querria pedir, 

Seyendo yo tu vasallo non me quieras fallir; 

Señor: contigo cuento atanto conquerir 

Porque haya Castilla de premia a salir. 

192
Fizo su oración el mozo bien complida; 

De corazón la fizo, bien le fuera oída; 

Fizo grandes batallas con la gente descreida, 

Mas nunca fué vencido en toda la su vida. 


Las guerras contra los moros

193
Non quiso, magüer mozo, darse ningún vagar;

Comenzó a los moros muy fuerte guerrear, 

Movióse con sus gentes, a Carazo fué cercar, 

Una sierra muy alta e muy firme castellar. 

194
El Conde castellano con todos sus varones 

Combatían las torres a guisa de infanzones; 

De dardos e de lanzas peleaban los peones, 

Facían a Dios servicio de puros corazones. 

195
Non se podían los moros por cosa defender 

En ante que Almozore los pudiese acorrer; 

Hobiéronse los moros por fuerza a vencer, 

Hobieron los cristianos las torres en poder. 

196
Llegó Almozore luego al apellido, 

Supo cómo había a Carazo perdido; 

Dijo: ya firme soy del Conde mal traído; 

Si dél no he derecho, en mal hora fui nascido. 

197
Envió por la tierra a gran priesa troteros, 

Unos en pos de otros, cartas e mensajeros, 

Que veniesen aína peones e caballeros, 

Que sus reyes veniesen luego en los delanteros. 

198
Cuando fueron con él juntados sus varones, 

Reyes e ricos homes e muchos infanzones, 

Si todos los contásemos, caballeros e peones, 

Seríen más por cuenta de cinco mil legiones, 

199
Cuando hobo Almozore su poder ayuntado, 

Movió para Castilla, sañudo e mucho airado; 

Había muy fieramente al Conde amenazado, 

Que non fincaría tierra que non fuese buscado. 

200
Había aquestas nuevas el Conde ya oído 

Cómo era Almozore para venir movido; 

De toda el Almería traía el apellido, 

Mayor poder nunca viera home nascido. 

201
Envió por Castilla apriesa los mandados, 

Que fuesen en uno todos con él juntados; 

Fizo saber las nuevas a sus adelantados 

Como de Almozore eran desafiados. 

202
Fabló con sus vasallos en qué acordarían, 

Que quería oír a todos qué consejo le darían, 

Si querían ir a ellos o los atenderían, 

o cuál sería la cosa que por mejor ternían. 

203
Fabló Gonzalo Díaz, un sesudo varón, 

Rogó que le escuchasen e que daría razón, 

Oítme, dijo, amigos, e Cristo vos perdón, 

Para haber la lid non tenernos sazón. 

204
Si alguna carrera podiésemos fallar 

De guisa que se pudiese esta lid escusar, 

Non debríemos tregua nin pecho refusar 

Por do quier que el home los pudiese amansar. 

205
En muchas otras cosas se espiende el haber, 

En el lidiar el home non puede estorcer, 

Habrá cuerpo e ánima todo ahi a poner, 

Que por oro nin plata non lo puede haber. 

206
Muchos son e sin guisa los pueblos renegados, 

Caballeros e peones todos bien aguisados; 

Somos poca compaña, de armas muy menguados, 

Seremos, si nos vencen, todos ahi descabezados. 

207
Si nos con Almozore pleito podiésernos tener 

Que fincase la lid por dar o por prometer, 

Esto és lo mejor que podemos facer, 

Si otra cosa facemos, podémonos perder. 

208
Todo el mi sentido ya oído lo habedes, 

Si yo fablé sin guisa vos me lo perdonedes; 

Decit vosotros agora todo lo que bien tovierdes; 

Por Dios, que lo mejor al Conde consejedes. 

209
Fué de Gonzalo Díaz el Conde despagado, 

Ca non se tovo dél por bien aconsejado; 

Magüer que fué sañudo non le fabló desguisado, 

Mas contradíjole todo cuanto había fablado. 

210
Por Dios, dijo el Conde, que me querades oír, 

Quiero a don Gonzalo a todo recudir, 

Contra cuanto ha dicho quiero contradecir, 

Ca tales cosas dijo que sólo non son de oír. 

211
Dijo de lo primero, de escusar el lidiar, 

Pero non puede home la muerte escusar; 

El home, pues, que sabe que non puede escapar, 

Debe a la su carne honrrada muerte le dar. 

212
Por la tregua haber: por algo que pechemos, 

De señores que somos vasallos nos faremos; 

En vez que a Castilla de premia saquemos, 

La premia en que era, doblársela ahi hemos. 

213
Por engaño ganar non ha cosa peor; 

El que cayere en este fecho, caye en grande error; 

Por defender el engaño fué muerto el Salvador; 

Mas vale ser engañado que non ser engañador. 

214
Nuestros antecesores lealtat siempre guardaron, 

Sobre las otras tierras ellos la heredaron; 

Por esta aguardar las muertes olvidaron, 

Cuanto saber hobieron por ahí lo acabaron. 

215
Toda via guardaron de mal fecho facer, 

Non los pudo ninguno a questo retraer; 

Heredar non quisieron para menos valer 

Lo que ellos non podiesen empeñar nin vender. 

216
Este debdo llevaron nuestros antecesores, 

De todos los que viven mejor guardar señores, 

De morir ante que dellos teníense por debdores, 

217
Non debe otra cosa ahi ser olvidada: 

Porque al señor ficiesen cosa desaguisada, 

Ellos nunca ficieron saña vieja alzada 

Mas siempre lealtat, lealmente pagada. 

218
Así aguisó la cosa el mortal enemigo 

Cuando perdió la tierra el buen rey don Rodrigo; 

Non quedó en España quien valiese un figo 

Sinon Castilla Vieja, un lugar muy antigo. 

219
Fueron nuestros abuelos gran tiempo muy coitados, 

Ca los tenían los moros fuertemente arrinconados; 

Eran en poca tierra muchos homes juntados, 

De fambre e de guerra eran muy lacerados. 

220
Magüer mucho lacerío e mucha coíta sofrieron 

Lo ál siempre ganaron: de lo suyo non perdieron: 

Por miedo de la muerte yerro nunca ficieron; 

Todos sus adversarios por aquí los vencieron. 

221
¿Cómo se nos hobiera todo esto de olvidar? 

Lo que ellos hobieron a nos todos es de heredar; 

Veniendo a nos en miente non podremos errar; 

Puede nos todo aquesto de mal fecho tirar. 

222
Dejemos los parientes; en lo nuestro tornemos; 

Para ir a la batalla aqueso aguisemos; 

Por miedo de la muerte la lid non la escusemos, 

Caer o levantar ahi lo departiremos. 

223
Esforzad, castellanos; non hayades pavor; 

Venceremos los poderes del moro Almozor; 

Sacaremos a Castilla de premia e de error; 

El será el vencido, yo seré el vencedor. 

224
Magüer que muchos son, non valen tres arvejas; 

Irien tres lobos a treinta mil ovejas. 

Mas puede un león.............................. 

225
Amigos: de una cosa soy bien sabidor: 

Que venceremos sin duda al moro Almozor; 

De todos los de España faredes de mí el mejor: 

Será grande la mi honra, e la vuestra mayor. 


La batalla de Carazo

226
Cuando hobo el Conde la razón acabada,

Con estos tales dichos su gente conortada, 

Movióse de Muñó con toda su mesnada, 

Fuéronse para Lara tomar otra posada. 

227
El Conde Ferrán González, cuerpo de buenas mañas, 

Cabalgó en su caballo; partióse de sus compañas; 

Para ir buscar al puerco metióse por las montañas, 

Fallóle en un arroyo cerca de Basquebanas. 

228
Acogiósele el puerco a un fiero lugar 

Do tenía su cueva e do solía albergar; 

No osó el puerco en la cueva asegurar, 

Fuyó a una ermita, metióse tras el altar. 

229
Era esa ermita de una yedra cercada 

Porque de toda ella non parescía nada; 

Tres monjes ahi vivían vida fuerte lacerada, 

San Pedro había nombre esa casa sagrada. 

230
Non pudo por la peña el Conde aguijar; 

Forrendo el caballo, hóbose de apear; 

Por do se metió el puerco metióse por ese lugar, 

Entró por la ermita, llegó fasta el altar. 

231
Cuando vió don Fernando tan honrrado lugar, 

Desamparó el puerco, non lo quiso allí matar; 

Señor, dijo, a quien temen los vientos e la mar, 

Si yo erré en esto, débesme perdonar. 

232
A ti te manifiesto, Virgen Santa María, 

Que desta santidad, señora, yo non sabía; 

Por ahi facer enojo yo aqui non entraría 

Sinon por dar ofrenda o por facer romería. 

233
Señor: tú me perdona e me vale e me ayuda 

Contra la gente pagana que tanto es erguida; 

Ampara a Castilla de la gente descreída, 

Si tú non la amparas, téngola por perdida. 

234
Cuando la oración el Conde hobo acabada, 

Vino a él un monje de la pobre posada; 

Pelayo había nombre, vivía vida lacerada, 

Saludóle e preguntóle cuál era su andada. 

235
Díjole que tras el puerco era ahi venido; 

Era de su mesnada arredrado e partido; 

Si por pecados fuese de Almozore sabido 

Non fincaría tierra donde escapase vivo. 

236
Recudióle el monje; dijo: ruégote por Dios, amigo, 

Si fuese tu mesura que hospedases conmigo, 

Darte he yo pan de ordio, que non tengo de trigo; 

Darte he yo del agua, que non tengo del vino; 

Sabrás cómo has de facer contra el tu enemigo. 

237
El Conde Ferrán González, que se fizo su amigo, 

Del monje San Pelayo rescibió su convido; 

Del ermitaño santo tóvose por bien servido, 

Mejor non albergara después que fué nascido. 

238
Dijo don fray Pelayo delante su señor: 

Fágote, el buen Conde, de tanto sabidor 

Que quiere la tu facienda guiar el Criador; 

Vencerás todo el poder del moro Almozor. 

239
Farás grandes batallas en la gente descreída; 

Muchas serán las gentes a quién quitarás la vida; 

Cobrarás de la tierra una buena partida; 

La sangre de los reyes por ti será vertida. 

240
Non quiero más decirte de toda tu andanza; 

Será por todo el mundo temida la tu lanza; 

Cuanto que yo te digo ténlo por aseguranza; 

Dos veces serás preso, créeme sin dudanza. 

241
Antes de tercero día te verás en gran cuidado 

Ca verás el tu pueblo todo muy mal espantado; 

Verás un fuerte signo cual nunca vió home nado, 

El más lozano dellos será muy mal desmayado. 

242
Tu confortarlos has cuanto mejor podieres; 

Decirles has a todos que semejarán mujeres; 

Depárterles el signo cuanto mejor podieres; 

Perderán todo el miedo cuando se lo departieres. 

243
Despídete agora con lo que has oído; 

Aqueste lugar pobre non lo eches en olvido; 

Fallarás el tu pueblo triste e dolorido, 

Faciendo lloro e llanto e dando apellido. 

244
Por lloro ni por llanto non facen ningún tuerto, 

Ca piensan que eres preso e que moros te han muerto, 

E que quedan sin señor e sin ningún confuerto: 

Coidaban con los moros por ti salir al puerto. 

245
Mas ruégote, amigo, e pídotelo de grado: 

Cuando hobieres tú, el buen Conde, el campo arrancado, 

Véngate en mientes que somos convento lacerado, 

E non se te olvide el pobre hospedado. 

246
Señor: tres monjes somos, asaz pobre convento, 

La nuestra pobre vida non ha nin par nin cuento; 

Mas si Dios non nos envía algún consolamiento 

Daremos a las sierpes nuestro habitamiento. 

247
El Conde dióle respuesta como home enseñado; 

Dijo: don fray Pelayo, non hayas cuidado; 

Cuanto que demandastes se vos ha otorgado; 

Conosceredes adonde diestes el vuestro hospedado. 

248
Si Dios aquesta lid me deja arrancar, 

Quiero de todo el mío quinto a este lugar dar; 

Demás, cuando muriere, aquí me mandar soterrar, 

Que mejore por mi siempre aqueste lugar. 

249
Faré otra iglesia de más fuerte cimiento, 

Faré dentro en ella el mi soterramiento; 

Daré ahi donde vivan de monjes más de ciento 

Que sirvan todos a Dios e fagan su mandamiento. 

250
Despidióse del monje alegre e muy pagado; 

Vinóse para Lara el Conde aventurado; 

Cuando allá llegó e le vió el su fonsado, 

El lloro e el llanto en gozo fué tornado. 

251
Contó a sus varones cómo le había contido 

Del monje que fallara, que yacía ascondido; 

Cómo fuera su huésped e tomara su convido, 

E que mejor non albergara después que fué nascido. 

252
Otro día mañana mandó mover sus gentes; 

Por cada cristiano había mil descreyentes; 

Los del Conde eran pocos, mas buenos combatientes, 

Todos eran iguales, de un corazón ardientes. 

253
Bien se veien por ojo los moros e los cristianos, 

Non es home en el mundo que asmase los paganos; 

Todos venían cobiertos los oteros e los llanos, 

A cristianos cuidaban prendérselos a manos. 

254
Facían grand alegría los pueblos descreídos, 

Venían tañendo trompas e dando alaridos, 

Daban los mal fadados atamaños roídos 

Que los montes e los valles semejaban movidos. 

255
El Conde don Fernando estaba muy quejado, 

Quería mover por verse con los moros en el campo, 

Bien cuidaba ese día reinar ahi el pecado, 

Que metió grande espanto en el pueblo cruzado. 

256
Uno de los del Conde, valiente caballero, 

Natural de Entreviño, de la Puente Hitero; 

Tenía un buen caballo, fermoso e ligero, 

Púsore de las espuelas por encima de un otero, 

Partióse la tierra con él e somióse el caballero, 

256
Estonces fueron todos desto muy espantados; 

Esto que contesció fué por nuestros pecados; 

Bien semeja que Dios nos ha desamparados; 

Mejor seso ficiéramos si fuéramos tornados. 

256b
Bien vemos que Dios quiere a moros ayudar; 

¿Cómo podremos nos contra ellos andar? 

Dijo estonce el Conde... 

Nin vos tal cobardía como ésta demostrar. 

256c
Lo que muestra este signo vos quiero departir; 

La tierra que es tan dura vos facedes somir, 

Pues ¿cuáles otras cosas a vos podrán sofrir? 

256d
E vuestros corazones veo enflaquescer, 

Por esto non debides ningún miedo haber, 

Ca yo aqueste día me codiciaba ver 

Con Almozor en campo e en tal afrenta ser. 

256e
Después que hobo el Conde su razón acabada... 

257
Quien con él se encontraba, non íbase dél sano; 

Otrosí un rico home, que decían don Velasco, 

258
Metía toda su fuerza en guardar a su señor, 

Non había de su muerte pesar nin dolor; 

Tolíale el gran debdo de la muerte el pavor, 

Non había para buenos deste mundo mejor. 

259
Cómo todos ficieron refez, es de entender, 

Tanto non fizo home con tan poco poder; 

Semeja poca cosa, pesada de entender, 

Trescientos caballeros tan gran pueblo vencer. 

260
Caballeros e peones firmemiente lidiaban, 

Todos cuantos podían a su señor guardaban; 

Cuando decía: Castilla, todos con él esforzaban; 

Los moros en todo esto las espaldas tornaban. 

261
Fuélos de una lid el Conde acuitando, 

Ibanse contra la tienda de Almozore acostando. 

262
Llegaron a Almozore aquestos malos roidos, 

Sabiendo cómo eran sus poderes vencidos; 

Eran muchos los muertos e muchos los feridos, 

Había de sus reyes los mejores perdidos. 

263
Demandó su caballo por lidiar con sus manos; 

Fueran ahi bienaventurados caballeros castellanos, 

Muerto fuera o preso de los pueblos cristianos, 

Mas non se lo aconsejaron los pueblos paganos. 

264
Por non vos detener en otras ledanías, 

Fué Almozore vencido con sus caballerías; 

Alli fué demostrado el poder del Mesías, 

El Conde fué tenido David, e Almozore Gollias. 

265
Foía Almozore a guisa de algarivo, 

Diciendo: Ay Mafomat, en mal hora en tí fío, 

Non vale tres arvejas todo tu poderío. 

266
Todo el mi gran poder es muerto e cativo: 

Pues ellos muertos son ¿porqué finco yo vivo? 

267
Fincaron en el campo muertos muchos gentíos, 

De los que sanos eran, aína fueron vacíos. 

268
Cuando fueron vencidos esos pueblos paganos, 

Fueron los vencedores los pueblos castellanos; 

El Conde Ferrán González con todos los cristianos 

Fueron en su alcance por cuestas e por llanos. 

269
Rendieron a Dios gracias e a Santa Maria 

Porque les dejó ver atamaña maravilla; 

Duróles el alcance cuanto que medio día, 

Enrequescióse del alcance por siempre la pobre alcaldía, 

270
Cuando fué Almozore gran tierra alejado, 

Fincó de sus haberes el campo bien poblado; 

Gogieron sus haberes que Dios les había dado; 

Tan grande haber fallaron que non sería contado. 

271
Fallaron en las tiendas sobejano tesoro, 

Muchas copas e vasos, que eran de un fino oro; 

Nunca vió atal riqueza nin cristiano nin moro, 

Seríen ende abonados Alexander e Poro. 

272
Muchas ricas maletas e muchos de zurrones, 

Llenos de oro e de plata, que non de piñones; 

Muchas tiendas de seda e muchos tendejones, 

Espadas e lorigas e muchas guarniciones. 

273
Fallaron ahi de marfil arquetas muy preciadas, 

Con tantas de noblezas que non serien contadas; 

Fueron para San Pedro las de aquellas dadas, 

Están en su altar hoy dia asentadas. 

274
Tomaron desto todo lo que sabor hobieron, 

Más quedaron ahi de dos partes, que llevar non podieron; 

Pero las armas que fallaron, dejar non las quisieron, 

Con toda su ganancia a San Pedro venieron. 

275
Cuando fueron ahí llegados, a Dios gracias rendieron, 

Todos, chicos e grandes, su oración ficieron; 

Todos por una boca Deo gratias dijeron; 

Cada uno sus joyas al altar las ofrecieron. 

276
  De toda su ganancia que Dios les había dado 

Mandó tomar el quinto el Conde aventurado; 

Cualquier cosa que dello le copo, hóbolo bien comprado, 

Mandólo dar al monje que le diera el hospedado. 

277
El conde e sus gentes e todos los cruzados 

A la cibdat de Burgos fueron todos ahí llegados; 

Folgaron e dormieron, que eran muy cansados; 

Demandaron maestros para sanar los llagados. 

Destos que eran ahí muy mal golpados. 


Guerra contra Navarra

278
El Conde Ferrán González, de los fechos granados,

Había ya oídos unos fuertes mandados, 

Que habían los navarros a sus pueblos robados. 

279
Mientras que estaba el Conde a Dios faciendo placer, 

Lidiando con los moros e todo su poder, 

El rey de los Navarros hóbose a mover, 

Cuidó a toda Castilla de robar e de correr. 

280
Los pueblos castellanos cuando hobieron los mandados, 

Bien cuidaban que dellos nunca serien vengados; 

Dicíen: en fuerte hora fuemos mezquinos nados, 

De todos los del mundo somos desafiados. 

281
El Conde castellano, cuando lo hobo oído, 

Por poco con pesar non salió del sentido; 

Como león brabo asi dió un gemido; 

Dijo: aun yo se lo demande con mis armas guarnido. 

282
Habían los castellanos desto un fiero pesar, 

Porque los confondía quien los debia salvar; 

Señor, dijo el Conde, quiérasme ayudar, 

Que pueda tal soberbia aína arrancar. 

283
Envióle el Conde al rey don Sancho demandar 

Si se querie contra él en algo mejorar, 

Que faríe su mesura e el su bien estar; 

Si fer non lo quisiere, mándale desafiar. 

284
Llegó al rey don Sancho aqueste caballero; 

Homíllome, dijo, rey, luego de lo primero; 

Del Conde de Castilla soy yo su mensajero, 

Decirte he lo que te dice el Conde fasta lo postrimero. 

285
Sepas que ha de tí el Conde muy gran querella, 

Que te lo gradescería si le sacases della; 

Ca tragiste a Castilla gran tiempo a la pella, 

E dos veces en el año veniste a corrella. 

286
Por fer mal a Castilla e destruir castellanos, 

Fecístete amigo de los pueblos paganos; 

Feciste guerra mala a los pueblos cristianos 

Porque non queríen ellos meterse en las tus manos. 

287
Ha de tí sobre todo de esto fiera rencura, 

Ca feciste otra cosa que fué más desmesura; 

Que mientras él corría allá a Estremadura 

Fecístele atal daño que fué desapostura. 

288
Si de aquesta querella le quisieres sacar, 

De como es derecho ansi lo mejorar, 

Farías tu mesura e el tu bienestar; 

Si esto non quisieres, mándate desafiar. 

289
Cuando hobo el mensajero su razón acabada, 

Había por lo que iba la cosa recabdada; 

Fabló el rey don Sancho, dijo su razón e vegada: 

Decitle que non le mejoraré valía de una meaja. 

290
Hermano, it al Conde e decitle el mandado, 

De él me desafiar soy yo mucho maravillado, 

Tan bien como debiera ser non fué aconsejado, 

Non puede bien fallar de aqueste tal mercado. 

291
Mucho lo tengo por loco e de seso menguado 

Sólo por me desafiar e de ser ende osado; 

Porque aquesta vez a los moros ha arrancado, 

Por esta lozanía ha esto comenzado. 

292
Decitle que mucho aína le iré yo a buscar, 

En torre nin en cerca non se me podrá escapar, 

Que buscado non sea dentro fasta la mar; 

Sabré por qué me osó él a mi desafiar. 

293
Tornóse el mensajero, ya cuanto bien espantado, 

Porque vió al rey fieramente irado; 

Contóselo al Conde; nada non le fué celado; 

Díjole como le había málamente amenazado. 

294
Mandó llamar el Conde a todos sus varones, 

Todos los ricos homes e a todos los infanzones, 

También a los escuderos como a los peones; 

Querie de cada unos saber sus corazones. 

295
Cuando fueron juntados, comenzó de fablar; 

Cualquier se lo vería que había gran pesar; 

Amigos: menester habemos de consejo tomar, 

De guisa que podamos tal fuerza recabdar. 

296
Nunca nos a los navarros mal non les meresciemos, 

Nin tuerto nin soberbia nos nunca les faciemos; 

Muchos fueron los tuertos que dellos rescibiemos; 

Para se lo demandar nunca sazón tuviemos. 

297
Cuidé que se quería contra nos mejorar, 

Que los tuertos e los daños queríannos emendar; 

La querella que tenemos quiere nos la doblar; 

A mi e a vos todos envíanos a desafiar. 

298
Amigos: tal soberbia que non se la suframos, 

Que nosotros nos venguemos della e todos ahi muramos: 

Ante que tanta cuíta e tanto pesar veamos, 

Por Dios, los mis vasallos, nosotros los acometamos. 

299
En nos los acometer es nuestra la mejoría 

Por cuanto ellos son mayor caballería; 

Nosotros non amostremos ahi ninguna cobardía, 

En dudar nos por ellos sería gran villanía. 

300
Sépades que en la lid non son todos iguales; 

Por cien lanzas se vencen las faciendas atales; 

Mas valen cien caballeros, todos de un cor iguales, 

Que non facen trescientos de los descomunales. 

301
Hay buenos e malos que non pueden ál ser; 

Los malos que ahi son non podrían atender; 

Haberse han por aquellos los buenos a vencer; 

Vernos muchas veces atal cosa contescer. 

302
Muchos son mas que nos, peones e caballeros, 

Homes son muy esforzados e de piés muy ligeros, 

De azconas e de dardos facen golpes certeros, 

Traen buena compaña de buenos caballeros. 

303
Por esto ha menester que nos los acometamos; 

Si ellos nos acometen, mejoría les damos: 

Si ellos entendieren que nosotros non los dudamos 

Dejarnos han el campo ante que los firamos. 

304
Otra cosa vos digo e vos la entendredes; 

Muerto seré de pelea, o en queja me veredes; 

Veré, vos castellanos, cómo me acorredes, 

Menester vos será cuanta fuerza tenedes. 

305
Si por alguna guisa a él puedo llegar 

Los tuertos que me fizo cuido se los demandar; 

Non le podría ningún home de la muerte escapar, 

Non habría, si él muere, de la mi muerte pesar. 


Es vencido y muerto el rey de Navarra

306
Cuando hobo el Conde su razón acabada

Mandó contra Navarra mover la su mesnada; 

Entróles en la tierra cuanto una jornada, 

Falló al rey don Sancho a la Era Degollada. 

307
Cuando el rey vió al Conde venir atan irado, 

Enderezó sus faces en un fermoso prado; 

El Conde castellano con su pueblo afamado 

Non alongaron plazo fasta otro mercado. 

308
Abajaron las lanzas e fueron a ferir, 

El Conde delantero, como siempre oistes decir; 

Don Sancho de Navarra, cuando le vió venir, 

Con sus haces paradas saliólo a rescebir. 

309
Feríe entre las faces que fronteras estaban, 

En la primera que el Conde iba todos carrera le daban; 

E los unos e los otros firmemiente lidiaban, 

Los navarros con la muerte lidiaban e lasceraban. 

310
Tan grande era la priesa que habían en lidiar, 

Oye el home a lejos las ferridas sonar, 

Non oirían otra voz sinon hastas quebrar, 

Espadas reteñir, e los yelmos cortar. 

311
Nombraban los Navarros Pamplona, Navarra; 

Los firmes castellanos nombran a Castilla; 

Nombraba el rey don Sancho a las veces Castilla 

Como algunos franceses a las veces echan pella. 

312
El buen Conde e el rey buscándose andodieron 

Fasta que uno a otro a ojo se hobieron; 

Las armas que traían certeras las ficieron; 

Fuéronse a ferir cuando de recio pudieron. 

313
Entrambos uno a otro tales golpes se dieron 

Que los fierros de las lanzas a una parte salieron; 

Nunca de dos caballeros tales golpes se vieron, 

Todas sus guariciones nada non les valieron. 

314
Cuitado fué el rey de la mala ferrida; 

Entendió que del golpe ya perdiera la vida; 

La su gran valentia luego fué abatida, 

Mano a mano del cuerpo fué el alma salida. 

315
El Conde fué del golpe fiéramente llagado, 

Ca tenía gran lanzada por el diestro costado; 

Llamaba, «castellanos», mas non era ahi escuchado, 

De todos sus caballeros era ya desamparado. 

316
Tovieron castellanos, que eran muy falescidos, 

Todos sus buenos fechos que eran por ahi perdidos; 

Con gran queja castellanos andaban muy marridos, 

Porque en muy gran yerro eran todos caídos. 

317
Tanto tenía cada uno en lo suyo que ver 

Que non podían ningunos al Conde acorrer; 

Fízoles la vergüenza todo el miedo perder, 

Hobieron por pura fuerza las faces a romper. 

318
Sofriendo grandes golpes al Conde allegaron; 

Antes que a él llegasen a muchos derribaron; 

Muy maltrecho, sin duda, al buen Conde fallaron; 

De una parte e de otra muchas almas sacaron. 

319
Llegaron castellanos; al Conde acorrieron; 

Luego que a él llegaron todos ante él fueron; 

A los navarros por fuerza afuera los ficieron; 

Terníen que era muerto, e gran miedo hobieron. 

320
Alzáronle de tierra, la ferida le vieron, 

Todos que muerto era bien asi lo tovieron; 

Por poco, de pesar de seso non salieron; 

Como si fuese muerto muy gran duelo ficieron. 

321
Firieron en los navarros, del Conde los tiraron, 

Sobre un buen caballo al Conde lo alzaron; 

La sangre de la cara toda se la alimpiaron; 

Todos como de nuevo a lidiar comenzaron. 

322
Cuitaronlos afirmes, daban lid presurada, 

Retenía en los yelmos mucha buena cuchillada; 

Daban e rescebían mucha buena lanzada, 

E daban e rescebían mucha buena porrada. 

323
Non vos queremos más la cosa alongar; 

Hobieron los navarros el campo a dejar; 

Hobo el rey don Sancho muerto ahi a fincar; 

Mandóle luego el Conde a Navarra levar. 

324
Dejemos al rey don Sancho, perdónele el Criador; 

Los navarros maltrechos, llorando a su señor; 

Habían de vengarse todos a fuerte sabor, 

Salieron al buen Conde todos por su amor. 


Lucha del Conde contra el de Tolosa

325
El conde de Piteos e el conde de Tolosa

Parientes del rey don Sancho eran, esto es cierta cosa; 

Tomaron de sus condados compaña muy fermosa, 

Movieron por Castilla en hora muy astrosa. 

326
Los condes non viaron para la lid llegar, 

Pero cuando lo sopieron, non quisieron retardar; 

Al buen rey de Navarra cuidáronlo vengar, 

Al puerto de Getarea hobieron de arribar. 

327
Los navarros a los condes tódos a ellos se llegaron, 

Cómo fué la facienda todo se lo contaron, 

Cuántos fueron los muertos, cuántos los que fincaron, 

Cómo a ellos en antes de dos dias los esperaron. 

328
El conde de Tolosa dióles muy grande esfuerzo. 

329
Coido con ese fecho con él salir a puerto, 

Ca me han castellanos fecho este gran tuerto. 

330
El Conde don Fernando habíalo ya oido 

Cómo era aquel Conde al puerto ya venido; 

El Conde don Fernando, magüer que mal ferido, 

Atal como estaba para allá fué ido. 

331
Los vasallos del Conde teniense por errados, 

Eran contra el Conde fuertemente irados, 

Eran de su señor todos muy despagados 

Porque habían por fuerza siempre de andar armados. 

332
Folgar non les dejaba nin estar asegurados: 

Dicíen: non es esta vida sinon para los pecados 

Que andan de noche e de día, e nunca son cansados; 

Asemeja él a Satanás, e nos a los sus criados. 

333
Porque lidiar queremos e tanto lo amamos 

Nunca folgura tenemos sinon cuando almas sacamos; 

A los de la estantigua aquellos semejamos, 

Ca todas cosas cansan e nos nunca cansamos. 

334
Non ha duelo de nos que sofrimos tal vida, 

Nin lo ha de si mismo que tiene tan mala ferida; 

Si, mal pecado, muere, Castilla es perdida; 

Nunca tomaron homes atan mala caida. 

335
Hobieron a tornar acuerdo que non se lo departiesen, 

Lo que bien non era, que luego se lo dijesen; 

Que por gran lozanía en yerro non cayesen; 

Que por mala codicia a su señor non perdiesen. 

336
Dijo Nuño Laíno: señor, si tu quisieres, 

Si a ti semejase, o tu lo por bien tovieres, 

Que estés aquí quedo fasta que guarescieres, 

Que por mala codicia en yerro non cayeres. 

337
Non es home en el rriundo que la podiese endurar 

La vida que habemos nos e vos a pasar; 

La vuestra gran codicia non nos deja folgar, 

Habemos la mesura por aquí de olvidar. 

338
Non recuden las cosas todas a un logar; 

Debe haber el home gran seso en lidiar; 

Si non, podrá aína gran yerro tomar, 

Podría ahi todo el gran prez por ahi lo astragar, 

339
Los vientos que son fuertes vémoslos cansar; 

El mar que es irada vémosla amansar; 

El diablo non se cansa nin puede folgar, 

Quiere la nuestra vida a la suya semejar. 

340
Deja folgar tus gentes, e a ti mesmo sanar; 

Tienes muy fuerte llaga, déjala tú folgar; 

Deja venir tus gentes que aun son por llegar, 

Muchos son por venir, débeslos esperar. 

341
Serás a diez días del golpe bien guarido; 

Será el tu pueblo a ese plazo venido; 

Ponerte has en el campo con tu pueblo guarnido; 

Serás muerto o preso, desto soy yo bien creido. 

342
Señor, dicho te he lo que te decir quería, 

Mejor consejo deste, señor, yo non sabría; 

Non tengas que lo digo por ninguna cobardía; 

Querríate a guardar como a alma mia. 

343
Cuando hobo acabada don Nuño su razón 

Comenzó el buen Conde, ese firme varón; 

Habia gran complimiento del seso de Salomón, 

Nunca fué Alejandre más grande de corazón. 

344
Dijo: Nuño Laínes, buena razón dijistes; 

Las cosas como son asi las departistes; 

De alongar esta lid creo que ansi dijistes; 

Quier que vos lo dijo, vos mal lo aprendistes. 

345
Non debe el que puede esta lid alongar; 

Quien tiene buena hora, otra quiere esperar; 

Un dia que perdamos nunca lo podremos cobrar; 

Jamás en aquel dia non podremos tornar. 

346
Si el home su tiempo en balde lo quiere pasar, 

Non quiere deste mundo otra cosa llevar 

Sinon estar vicioso, e dormir e folgar, 

Deste atal mueren sus fechos cuando viene a finar. 

347
El vicioso e el lacerado ambos han de morir, 

El uno nin el otro non lo puede foir; 

Quedan los buenos fechos, estos han de vesquir; 

Dellos tornan enjemplo los que han de venir. 

348
Todos los que gran fecho quisieron acabar 

Por muy grandes trabajos hobieron a pasar; 

Non comíen cuando quisieron, nin cenan nin han yantar, 

Los vicios de la carne hobiéronlos de olvidar. 

349
Non cuentan de Alejandre las noches ni los dias; 

Cuentan sus buenos fechos e sus caballerías; 

Cuentan del rey Davit que mató a Golías; 

De Judas el Macabeo, fijo de Matabías. 

350
Carlos e Valdobinos, Roldán e don Ogero, 

Terrin e Gualdabuey, Arnald e Olivero, 

Torpin e don Riballos e el gascón Angelero, 

Ercol e Salomon e el otro su compañero. 

351
Estos e otros muchos que vos he nombrados, 

Por lo que ellos ficieron serán siempre ementados; 

Si tan buenos non fueran, hoy seríen olvidados; 

Serán los buenos fechos hasta la fin contados. 

352
Por tanto es menester que los días contemos; 

Los días e las noches en qué los espendemos; 

Cuantos días en balde pasan, nunca los cobraremos; 

Amigos, bien lo vedes qué mal seso facemos. 

353
Caballeros e peones hóbolos de vencer; 

A cosa quél decía non sabían responder; 

Cuanto él por bien tovo hobiéronlo a facer; 

Su razón acabada, mandó luego mover. 


Vence y mata en batalla al conde de Tolosa

354
El Conde don Fernando con toda su mesnada

Llegaron a una agua muy fuerte e muy irada; 

Ebro le dijeron siempre, ansi es hoy llamada; 

Viéronse ahi en gran rebate que fuese ahi su posada. 

355
Tovieron la ribera tolosanos bien guardada; 

Non dieron castellanos por eso todo nada; 

Dando e rescebiendo mucha buena lanzada 

Hobieron mucho aína el agua travesada. 

356
Hobieron gran rebato en pasar aquel vado; 

Hobo ahi de petavinos gran pueblo derribado; 

Magüer non querían, venían a mal de su grado; 

Dellos se afogaban, dellos salían a nado. 

357
Abrió por medio del agua el Conde la carrera, 

Hobieron tolosanos a dejar la ribera; 

Ordenó las sus haces en medio de una glera, 

Fuélos acometer de una estraña manera. 

358
Cuando hobo el buen Conde el río atravesado, 

Ferrió luego en ellos como venía irado; 

Al que él alcanzaba mucho era de mal fado; 

Iba dél a sus parientes aína mal mandado. 

359
El Conde don Fernando, de corazón lozano, 

Ferríe en pitavinos, e facíales gran daño; 

Rompíales las guarniciones como si fuesen un paño, 

Non les valía esfuerzo nin les valía engaño. 

360
Acorríanle luego los sus buenos varones, 

Ca tenía ahi muchos de buenos infanzones; 

De un logar eran todos e de unos corazones; 

Laceraban tolosanos, e laceraban gascones. 

361
Pero como eran muchos, íbanlos acoitando; 

Ya iba la fid de fiera guisa escalentando; 

Ibase de hombres muertos la glera poblando; 

Maltraíe a los afirmes el Conde don Fernando. 

362
Andaba por las haces muy fiéramente irado; 

Porque non los podía vencer, andaba muy cuitado; 

Dijo: non puede ser, magüer pese al pecado, 

Non pueden tolosanos fallarse bien deste mercado. 

363
Metióse por las haces muy fuertemente espoleando, 

La lanza sobre mano, el su pendón alzando; 

¿Dónde estás? el buen Conde ansi iba llamando, 

Sal acá al campo, que cata aquí a don Fernando. 

364
Antes que ellos ambos venieron a los ferridas, 

Con las voces de don Fernando las gentes eran desmayidas, 

Las gentes tolosanas todas fueron foídas. 

365
Nunca ningunas gentes fueron tan mal fallidas, 

Ca fueron en gran miedo e en mal precio metidas. 

366
Fueron todos foídos por una gran montaña, 

Fincóle al conde en campo muy poca compaña, 

Nunca fué el conde tolosano en queja atamaña 

Ca el Conde de Castilla le tenía fuerte saña. 

367
El conde de Tolosa mucho fué espantado 

Ca vió a don Fernando venir mucho irado; 

Por no tener gente, que era desamparado, 

Con sus armas guarnido salió luego al campado. 

368
El Conde don Fernando, home sin crueldad, 

Olvidó con la ira mesura e bondat; 

Fué a ferrir al buen conde de ira y de voluntat, 

No dudó de ferrirlo sin ninguna piedat. 

369
El Conde castellano, un guerrero natural, 

Ferió al tolosano de una ferida mortal; 

Cuitado fué el gascón de la ferida muy mal, 

Dijo a altas voces: Santa Maria señora, me val. 

370
El conde deTolosa, ansí atan mal ferido, 

Fué luego del caballo a tierra abatido; 

Decir non pudo nada, ca fué luego transido; 

Luego, cuando él fué muerto, su pueblo fué vencido. 

371
Caballeros tolosanos muy a priesa fuyeron, 

Pero los castellanos, trescientos ahi prendieron; 

Muchos fueron los otros que estonces ahi morieron; 

Estonces castellanos en gran prescio sobieron. 

372
Ahi el Conde castellano orgulloso, de corazón lozano, 

Oyéreles lo que fizo al conde tolosano: 

Desguarnecióle el cuerpo él mismo con su mano, 

Non le fizo menos honra que si fuera su hermano. 

373
Cuando le hobo el Conde de todo despojado, 

Levóle e vestióle de un jamete presciado; 

Echóle en un escaño sotilmente labrado, 

Hóbole en la batalla de Almozore ganado. 

374
El Conde castellano con todo su consejo 

Fízole un ataut, bién obrado e sobejo, 

Guarnido ricamente de un paño bermejo, 

De clavos bien dorados, que lucíen como espejo. 

375
Mandó a sus vasallos de la presión sacar, 

Mandóles que veniesen a su señor guardar, 

A grandes e a chicos, a todos fizo jurar 

Que dél non se partiesen fasta en su lugar. 

376
Mortajaron el cuerpo, como costumbre era, 

De unos paños presciados, ricos de gran manera; 

Dióles qué despendiesen por toda la carrera, 

Mandóles dar mil cirios, fechos de buena cera. 

377
Cuando hobo el Conde el cuerpo mortajado, 

El ataut fué preso, de clavos bien cerrado; 

Sobre una acémila aína aparejado, 

Mandó que lo levasen luego a su condado. 

378
Tolosanos mezquinos, llorando su mal fado. 

Sus caras afiladas, pueblo mal deshonrado, 

Llevaron el cuerpo a Tolosa, cabeza del condado, 

Fué como de primero el llanto renovado. 


Campaña contra los moros

379
Dejemos tolosanos tristes e deshonrados,

Ya eran en Tolosa con su señor llegados; 

Tornemos en el Conde de los fechos granados, 

Cómo había oído otros malos mandados. 

380
Que venía Almozorre con muy fuertes fonsados, 

Que traian treinta mil vasallos lorigados; 

Non serían los peones por ninguna guisa contados; 

Estaban cerca Lara, en Muñó ayuntados. 

381
Cuando fue Almozorre la otra vez vencido, 

Con gran pesar que hobo a Marruecos fué ido; 

Mandó por toda Africa andar el apellido, 

E fué como a perdón todo el pueblo movido. 

382
Turcos e alárabes, esas gentes ligeras, 

Que son para en batallas unas gentes certeras, 

Que traen arcos de nervios e ballestas cerberas, 

De estos venien llenos senderos e carreras. 

383
Veníen los almofares e los benimerinos, 

Traíen en sus camellos sus fornos e molinos, 

Veníen los moros todos, de Oriente vecinos, 

De todos estos eran cobiertos los caminos. 

384
Veníen ahi destas gentes sin cuento e sin tiento, 

Non eran de un logar nin de un entendimiento, 

Mas feos que Satán con todo su convento 

Cuando sale del infierno sucio e carboniento. 

385
Cuando fueron juntados, pasaron allende la mar, 

Arribaron al puerto que dicen de Gibraltar, 

Coidóse Almozorre del buen Conde vengar, 

Por amor de acabarlo non se podía dar vagar. 

386
Córdoba e Jaén con toda Andalucía, 

Lorca e Cartagena con toda el Almería, 

De muchas otras tierras, que nombrar yo non sabría, 

Ayuntó Almozorre muy gran caballería. 

387
Cuando fueron juntados comenzó a venir; 

Bien coidó a España sin falla conquerir, 

E quel Conde castellano non se le podría foir, 

Que le farían en presión muerte mala morir. 

388
E eran en Facinas ya la gente maldicta, 

Todos los castellanos eran en Piedra fita; 

El Conde, que la su alma de penas sea quita, 

Fuése para San Pedro a esa su ermita. 

389
Cuando fué a la ermita el Conde allegado, 

Demandó por su monje, don Pelayo llamado; 

Dijéronle por nuevas que era ya finado, 

Ocho días había, e más no, que era soterrado. 

390
Entró en la ermita con muy gran devoción, 

Fincó los sus hinojos e fizo su oración, 

De los ojos llorando fizo a Dios su petición: 

Señor: tu me guarda de yerro e de ocasión. 

391
Señor: por gran amor de fer a ti servicio 

Paso yo mucho lacerío e dejo mucho vicio; 

Con este cuerpo lacerado fágote sacrificio, 

Con moros e con cristianos métorne en gran bollicio. 

392
Los reyes de España con deshecho pavor 

Olvidaron a Ti, que eres su señor; 

Tornáronse vasallos del rey Almozor. 

393
Cuando yo vi que ellos fueron en su tal error 

E por miedo de la muerte ficiéronlo peor. 

Nunca de su compaña después hobe sabor, 

Por fer a Ti servicio non quise mas su amor. 

394
Finqué yo entre todos sólo e desamparado; 

Non hobe miedo de muerte nin quise aquel diablo; 

Cuando ellos veyeron que era dellos apartado, 

Luego fuí de todos ellos muy fuerte amenazado. 

395
Llegaronme las cartas a Muñó ese día, 

Veniéronme mensajeros cinco en aquel día 

Como me amenazaban reyes del Andalucía, 

Porque de los de España yo sólo me ercía. 

396
Hobieron sus poderes sobre mi de ayuntar; 

Unos veníen por tierra, otros veníen por mar; 

Queríenme, si podiesen, deste siglo me sacar; 

Quesísteme tu, Señor, valer e ayudar. 

397
Vencílos e matélos, Señor, con tu poder, 

Nunca fui yo contra ti, segúnt mi entender, 

Téngome por pagado si te fice algún placer, 

Bien tengo que non has por qué me falescer. 

398
Por las tus Escrituras que dejó Isaías 

Que a los tus vasallos nunca falescerías, 

Señor, tu siervo soy con mis caballerías, 

Non me partiré de Ti en todos los mis dias. 

399
Mas he yo menester, Señor, la tu ayuda; 

Señor: Sea por ti Castilla defenduda; 

Toda tierra de Africa sobre mi es venuda; 

Amparar non la podría, Señor, sin la tu ayuda. 

400
Por fuerza nin por seso que yo podiese haber, 

Non la podría por guisa ninguna defender; 

Señor: dame esfuerzo, seso e poder, 

Que pueda al rey Almozore o matar o vencer. 

401
Teniendo su vigilia, con Dios se razonando, 

Un sueño muy sabroso al Conde fué tomando; 

Con sus armas guarnido así se fué acostando, 

La carne adormida asi yace soñando. 

402
Non podríe el Conde aun ser bien adormido, 

El monje San Pelayo de suso le fué venido, 

De paños como el sol todo venía vestido, 

Nunca mas bella cosa viera home nascido. 

403
Llamóle por su nombre al Conde don Fernando; 

Díjole: ¿duermes o velas, cómo estás asi callando? 

Despierta e vé tu via, ca te crece hoy gran bando; 

Vete para el tu pueblo, que te está esperando. 

404
El Criador te otorga cuanto pedido le has, 

En los pueblos paganos gran mortandad farás, 

De tus buenas compañas muchas ahi perderás, 

Pero, con todo el daño, el campo le vencerás. 

405
Aun te dice más el alto Criador: 

Que tu eres su vasallo e él es tu señor, 

Con los pueblos paganos lidiarás por el su amor, 

Mándate que te vayas lidiar con Almozor. 

406
Yo seré ahi contigo, que me lo ha otorgado, 

Ahi será el apostol, Santiago llamado, 

Enviar ha don Cristo valer a su criado, 

Será con tal ayuda Almozorre embargado. 

407
Otros vernán ahi muchos, como en visión, 

En blancas armaduras: ángeles de Dios son: 

Traerá cada uno la cruz en su pendón; 

Los moros cuando los veyeren perderán el corazón. 

408
Amigo: dicho te he lo que a mi mandaron, 

Vóime para aquellos que me acá enviaron; 

Dos ángeles fermosos de tierra lo alzaron, 

Faciendo grande alegría al cielo lo llevaron. 

409
Despertó don Fernando con desecho pavor. 

410
¿Qué puede ser aquesto? Válame el Criador, 

Pecado es que me quiere echar en algún error: 

Jesucristo: yo tuyo soy; guárdame tú, Señor. 

411
Estando en el sueño, que soñara, pensando, 

Oyó una gran voz que le estaba llamando: 

Lieva dende, ve tu via el Conde don Fernando, 

Almozorre te espera con el su fuerte bando. 

412
Non tardes, ve tu via; sinon tuerto me faces; 

¿Porqué tanto me tardas? En gran culpa me yaces; 

Non le des ninguna tregua, nin fagas con él paces; 

Todo el tu pueblo facerlo has tres faces. 

413
Tu entra con los menos de parte de Oriente, 

Entrante de la lid verme has visiblemente; 

Manda entrar la otra faz de parte de Occidente, 

Será Santiago ahi, esto sin fallimiente. 

414
Entre la otra tercera de parte de Aquilón; 

Venceremos, si esto tu faces, a este bravo león, 

Farás tu, si esto faces, a guisa de Sansón, 

Cuando con las sus manos lidió con el bestión. 

415
Non quiero más decirte, por ende lieva tu via; 

Durará la batalla fasta tercero dia. 

¿Quieres saber quien trae esta mensajeria? 

Millán soy por nombre; Jesucristo me envía. 


La batalla de Hacinas

416
Cuando hobo don Fernando todo esto oido,

El varón don Millán a los cielos fué ido; 

Fué luego de la ermita el buen Conde espedido, 

Tornóse a Piedrafita, donde él fuera salido. 

417
Cuando llegó el Conde a su buena compaña, 

Fabláronle sus vasallos todos con fuerte saña; 

Maltraíanle tanto, que era por gran fazaña. 

418
Como estaban malincónicos e con gran despecho 

De chicos e de grandes, de todos fué maltrecho; 

Faces, dijeron al Conde, sin ninguna guisa mal fecho; 

Si algún yerro grande tomamos, será muy gran derecho. 

419
Así como ladrón andas, de estos que andan a furtar, 

Asi sólo señero te amas a apartar; 

Cuando nosotros te buscamos, non te podemos fallar, 

Habremos solo por aquesto algún grande yerro tomar. 

420
Porque tanto te sofrimos, por ende somos peores; 

Pedímoste por merced que non nos fagas traidores, 

Ca non lo fueron nunca nuestros antecesores, 

Nin hobo en el mundo más leales señores. 

421
Cuando a toda su guisa le hobieron maltraido, 

Díjoles don Fernando: por Dios, sea oído; 

De cuanto que yo fice non soy arrepentido, 

Non me debedes tener ansina por tan fallido. 

422
Fui yo a la ermita por mio amigo ver, 

Por haber yo e él ambos a dos placer; 

Cuando fui allá llegado dernandé dél saber, 

Dijéronme por nuevas que era en ajeno poder. 

423
Sope yo cómo era mi amigo finado, 

Mostráronme el logar donde yacíe soterrado; 

Rogué a Jesucristo que si él fizo algún pecado 

Por la su gran mesura que le sea perdonado. 

424
Entrante de la puerta alli fice mi oración 

Atal cual Dios me dió seso e me metió en corazón; 

Vino a mi el monje como en visión, 

Despierta, dijo, amigo, que hora es e sazón. 

425
Díjomelo en sueños e non lo quise creer; 

Desperté e non pude ninguna cosa ver; 

Oí una gran voz del cielo descender, 

Voz era de los santos, según mi entender. 

426
Esta es la razón que la voz me decía: 

Conde Fernán González, liévate e ve tu vía, 

Todo el poder del Africa e de la Andalucía 

Vencerlo has en el campo deste tercero dia. 

427
Díjorne que mal facía por tanto que tardaba 

A aquel rey de los reyes, por cuyo amor lidiaba; 

Que fuese e que non tardase contra la gente pagana, 

Que ¿porqué habia miedo pues que él me ayudaba? 

428
Otras cosas me dijo que me quiero callar, 

Que sería gran alonganza de todo lo contar; 

Mas haberlo hedes todo aína de probar, 

Fasta que lo probedes habermelo he de callar. 

429
En aquella ermita fui yo bien aconsejado 

Del monje fray Pelayo, siervo de Dios amado, 

Que por el su consejo Almozorre fué arrancado; 

Fuile a buscar agora e falléle soterrado. 

430
Basta que lo sepades, como yo lo fuy a saber, 

Por ende non me debedes por fallido tener; 

Aguardar vos quería a todo mi poder, 

E por mengua de mi en yerro non caer. 

431
De Dios e de los homes menester nos ha consejo, 

Sinon los afincamos, fernos han mal trebejo. 

432
Traíe el rey Alejandre muy gran pueblo sobejo, 

Eso mismo el rey Almozorre fuerte pueblo morejo, 

Mas nunca en la su vida ayuntó tal consejo. 

433
Mil hay para uno, esto bien lo sabemos; 

Dicho es que ha menester que qué consejo tomemos, 

Magüer fuir queramos facerlo non podemos; 

Asi como los peces enredados, ansi yacemos. 

434
Aragón e Navarra e todos los pitavinos 

Si en queja nos vieren non nos serán padrinos, 

Non nos darían salida por ningunos caminos, 

Mal nos quieren de muerte todos nuestros vecinos. 

435
Si nos por mal pecado fuéremos arrancados, 

Los nuestros enemigos serán de nos vengados; 

Seremos nos cativos, fambrientos e lacerados, 

Serán los nuestros fijos de moros antenados. 

436
Los fijos e las fijas, que nos tanto queremos, 

Verlos hemos llevar cativos, valer non los podremos; 

Do nos mandaren ir, por fuerza allá iremos, 

A nuestros fijos e fijas jamás nunca los veremos. 

437
Es desamparado de todo bien el cabtivo, 

Mas dice muchas veces que non querria ser vivo; 

Dice: Señor del mundo ¿porqué me eres esquivo, 

Que me faces vivir lacerado e mestivo? 

438
Ligera cosa es la muerte de pasar, 

Muerte de cada dia muy mala es de endurar; 

Sofrir tanto lacerio e ver tanto pesar, 

Ver los sus enemigos lo suyo heredar. 

439
Contesce eso mismo con la gente renegada: 

Heredan nuestra tierra e tiénenla forzada; 

Mas mudarse ha la rueda que está trastornada, 

Serán ellos vencidos; la fé de Cristo honrada. 

440
Non es dicha fortuna por ser siempre en un estado, 

De uno ser siempre rico e otro ser menguado; 

Cambia estas dos cosas la fortuna priado: 

Al pobre face rico e al rico menguado. 

441
Quiere facer las cosas asi el Criador, 

De dar e de quitar él es el facedor; 

Por entender que él es sobre todos el mejor, 

El que suele ser vencido será el vencedor. 

442
A tal Señor como aqueste debemos nos rogar 

Por la su gran mesura nos quiera ayudar; 

Que en él nos está todo, caer e levantar, 

Ca sin él non podemos ninguna cosa acabar. 

443
Amigos: lo que digo bien entender debedes, 

Si fuéremos vencidos ¿qué consejo tomaredes? 

Moriredes como malos, la tierra perderedes; 

Si esta vez caedes, nunca vos levantaredes. 

444
De mi mismo vos digo lo que coido yo facer: 

Nin preso nin cabtivo non me dejaré ser 

Magüer ellos a vida me quieran prender: 

Matarme he yo antes que nunca ser en su poder. 

445
Todo aquel que de vosotros a prisión se les diere 

E con miedo de la muerte del campo saliere, 

Quede por alevoso el que tal fecho ficiere; 

Con Judas en el infierno yagua cuando moriere. 

446
Cuando esto oyó el su pueblo cruzado, 

Todos por una boca fablaron muy priado: 

Señor: lo que tu dices sea a nos otorgado, 

El que fuyere de nos yagua con Judas abrazado. 

447
E cuando hobo el Conde dichas estas razones, 

Antes teníen todos endurecidos los corazones, 

Fueron todos confortados, caballeros e peones, 

Mandó cómo ficiesen esos grandes varones. 


Descripción de la batalla

448
Mandó que fuesen prestos otro dia mañana

Que fuesen puestas las haces en medio de la plana, 

Todos fuesen armados a primera campana, 

Darían lid campal a aquella gente pagana. 

449
A don Gustio González, el que de Salas era, 

A él e a sus fijos dióles la delantera, 

Ca por miedo de muerte non dejarían la carrera; 

Con ellos iba don Velasco, que era de esa ribera. 

450
Entró Gonzalo Díaz en esa misma haz, 

Era en los concejos muy bueno de toda paz, 

Era para en faciendas crudo como agraz, 

Quienquier lo demandase, fallar lo hie de faz. 

451
Dos sobrinos del Conde, valientes e ligeros, 

Ficiéralos el Conde estonces caballeros, 

Debieran ser contados estos en los primeros, 

Fueron estos llamados los lobos carniceros. 

452
Los que Gustio Gonzalez habia de acabdillar, 

Doscientos fueron estos caballeros de prestar; 

Estos mandó el Conde por una parte entrar, 

De cuáles ellos fueron nos podrían mejorar. 

453
Dióles seis mil peones para la delantera, 

Homes de la montaña, gente fuerte e ligera; 

Si bien guisados fuesen como menester les era, 

Por tres tantos de moros non dejarien la carrera. 

454
Dejemos esta faz toda bien preparada, 

Non podrie el cabdillo mejorarse por nada, 

Serie por nula fuerza aduro quebrantada, 

Ya era en todo esto la otra haz aguisada. 

455
Fué dado por cabdillo don Lope el Vizcaino, 

Bien rico de manzanas, pobre de pan e de vino. 

456
Con él fueron contados fijos de don Laíno, 

E otro de la montaña que dicien don Martino, 

457
Había ahi de burgoñeses, otrosí de treviñanos, 

Caballeros bien ligeros e de corazón lozanos; 

De Castilla la Vieja hobo ahi buenos castellanos, 

Que muchos buenos fechos ficieron ahi por sus manos. 

458
Venien ahi de Castro unas buenas compañas; 

Venien ahi con ellos otros de las montañas; 

Fueron ahi estorianos, gentes muy bien aguisadas, 

Muy buenas gentes de armas e complidas de mañas. 

459
Veníen ahi estos caberos en la haz mediana, 

Estos eran docientos de la flor castellana; 

Todos fueron en campo otro día mañana, 

Esa fué para moros una negrua semana. 

460
Dióles seis mil peones con que los combatiesen, 

Peones con peones en uno los partiesen; 

Que cuando los peones carrera les abriesen, 

Entrarían los caballeros mejor por do podiesen. 

461
El Conde don Fernando, de los fechos granados, 

Hobo veinte escuderos en ese día armados; 

Estos con el buen Conde en haz fueron entrados, 

Por todos fueron cincuenta e non más contados. 

462
Rui Cabia e Nuño, de los de alfoz de Lara, 

Venían ahi los serranos, gentes quél poblara 

En una sierra fuerte quél del moro ganara; 

Venían ahi los Velascos, que ese día armara. 

463
Venían ahi tres mil peones, todos de buena gente 

Que por miedo de muerte non farían fallimiente; 

Magüer que fuesen buscados en partes de Oriente, 

Non fallarían mejores fasta en Occidente. 

464
Consejóles a todos de cuál guisa ficiesen 

Si el día primero vencer non los podiesen; 

Que se tornasen afuera cuando el cuerno oyesen, 

A la seña del Conde todos se acogiesen. 

465
Cuando hobo el buen Conde su cosa aguisada, 

Sus faces bien paradas, su gente ordenada, 

Sabie bien cada uno su certera entrada, 

Tornaron a sus tiendas, cada uno a su posada. 

466
Cenaron e folgaron esa gente cruzada, 

Todos a Dios rogaron con voluntad pagada 

Que allí les ayudase la su virtud sagrada. 

467
Vieron aquella noche una muy fiera cosa; 

Venía por el aire una sierpe rabiosa 

Dando muy fuertes gritos la fantasma astrosa, 

Toda venía sangrienta, bermeja así como rosa. 

468
Facía ella semblante que ferida venía, 

Semejaba en los gritos que el cielo se partía, 

Alumbraba las vestes el fuego que vertía, 

Todos hobieron gran miedo que quemar los venía. 

469
Non hobo ende ninguno que fuese tan esforzado 

Que gran miedo non hobo e non fuese espantado; 

Cayeron muchos homes en tierra del espanto, 

Hobieron muy gran miedo todo el pueblo cruzado. 

470
Despertaron al Conde, que era ya dormido, 

Ante quél veniese el culebro era ido; 

Falló todo el su pueblo como desmaído, 

Demandó del culebro cómo fuera venido. 

471
Dijéronselo todo, de cual guisa viniera 

Como cosa ferida, que muy grandes gritos diera, 

Vuelta venía en fuego aquella bestia fiera, 

Porque se maravillaran cómo la tierra non la encendiera. 

472
Cuando se lo contaron así como lo vieron 

Entendió bien el Conde qué gran miedo hobieron; 

En esta atal figura que diablos la ficieron 

A los pueblos cruzados revolverlos quisieron. 

473
A los moros tenían que los venía a ayudar, 

Coidaban sin duda a los cristianos espantar; 

Por tal que los cruzados se hobieran a tornar 

Que quisiera en la hueste algún fuego echar. 

474
Mandó a sus varones el buen Conde llamar; 

Cuando fueron juntados mandólos escuchar: 

Que él les diría qué quería la serpiente demostrar, 

Luego de los estrelleros comenzó de fablar. 

475
Los moros, bien sabedes, que se guían por estrellas, 

Non se guían por Dios, que se guían por ellas; 

Otro Criador nuevo han fecho ellos dellas; 

Dicen que por ellas ven muchas de maravellas. 

476
Hay aun otros que saben muchos encantamentos 

E facen muy malos gestos con sus esperamentos 

De revolver las nubes e de revolver los vientos; 

Muéstrales el diablo estos entendimientos. 

477
Ayuntan los diablos con sus conjuramentos; 

Allégasen con ellos e facen sus conventos; 

Dicen de los pasados todos sus fallimientos, 

Todos facen consejo los falsos carbonientos. 

478
Algún moro astroso, que sabe encantar, 

Fizo aquel diablo en sierpe figurar; 

Por temor que podiese a vosotros espantar 

Con este tal engaño coidáronse nos tornar. 

479
Como sodes sesudos, bien podedes saber 

Que non han ellos poder de mal a nos facer, 

Que quitóles Jesucristo el su fuerte poder; 

Véades que son locos los que lo quieren creer, 

480
Que es de El de todo el mundo en uno el poder, 

Que a El solo debemos todos obedecer, 

Con El es poderoso de dar e de toller, 

A tal Señor como aqueste debemos nos de temer. 

481
Quén este Señor deja e en la bestia fía 

Tengo que es caído a Dios en gran ira; 

Anda en fallimiento la su alma mezquina; 

Cuantos que ansina andan, el diablo los guía. 

482
Tornemos en lo ál en que agora estamos; 

Trabajado habemos, menester es que durmarnos; 

Con ellos en el campo eras mañana seamos, 

Todos en su logar así como mandamos. 

483
Fueron a sus posadas, se echaron a dormir; 

Comenzaron las alas los gallos a ferir; 

Levantáronse todos, misa fueron a oír, 

Confesarse a Dios, sus pecados descobrir. 

484
Todos, grandes e chicos, su oración ficieron, 

Del mal que habían fecho todos se arrepintieron; 

La hostia consagrada todos la rescibieron, 

Todos de corazón a Dios merced pedieron. 

485
Era en todo esto el día allegado, 

Entraron en sus armas todo el pueblo cruzado; 

Las faces fueron puestas como les fue mandado, 

Bien sabe cada uno su logar señalado. 

486
Fueron todas las gentes en un punto guarnidas, 

Movieron para ellos todos por sus partidas, 

Las haces fueron puestas, mezcladas las ferridas, 

Hobo ahi de cada parte muchas gentes caídas. 

487
El Conde don Fernando, este leal cabdillo, 

Parescía entre todos un fermoso castillo; 

Había en la faz primera abierto un gran portillo, 

Tenía en el escudo fincado mucho cuadrillo. 

488
Rompía todas las haces que fronteras estaban; 

A la parte quél iba todos carrera le daban; 

Los golpes que facía bien a lejos sonaban, 

489
Andaba por las haces como león fambriento, 

De vencer o morir tenía fuerte taliento; 

Dejaba por do iba todo el campo sangriento, 

Daba ahi muchas ánimas al bestión mascariento. 

490
Un rey de los de Africa era ahi de fuerza grande, 

Entre todos los otros semejaba un gigante, 

Que al Conde buscaba, e así facía el Conde al semejante, 

Et luego cuando vió al Conde fuésele parar delante. 

491
El Conde, cuando lo vió tan irado venir, 

Aguizó el caballo e fuélo a rescebir; 

Abajaron las lanzas e fuéronse a ferir, 

Que debiéran tales golpes una torre partir. 

492
Entre amos uno a otro fueron mucho embargados, 

Fueron muy mal feridos e estaban embazados; 

Fablar non se podían, tanto eran mal golpeados, 

Eran de fuertes golpes ambos a dos llagados. 

493
El Conde don Fernando, magüer que malferido, 

En antes que el rey entró en todo su sentido; 

Del Conde fué el rey otra vez malferido; 

Fué luego del caballo a tierra abatido. 

494
Los vasallos del moro, cuando aquesto vieron, 

Cercaron al buen Conde, muy gran priesa le dieron: 

Esa hora castellanos en balde non estuvieron, 

Dando grandes ferridas, a su señor acorrieron. 

495
El Conde castellano, con sus gentes dudadas, 

Fueron aquestas horas fuertemente esforzadas; 

El caballo del Conde traía grandes lanzadas. 

Venía fasta los pies las entrañas colgadas. 

496
Hobo el su buen caballo al Conde de morir, 

A mayor fuerte sazón non le pudiera falescir, 

Ca non podía tornarse nin podia foir, 

Las coítas que sofría non las podría home decir. 

497
Estaba apeado, en derredor la su buena mesnada, 

Escudo contra pechos, en la mano su espada; 

Válame, dijo, Cristo, la tu virtud sagrada, 

Non quede hoy Castilla de Ti desamparada. 

498
Los moros eran muchos; teníenlo bien cercado; 

Magüer que el buen Conde estaba apeado 

Fería a todas partes a guisa de esforzado; 

Los sus buenos vasallos valiéronlo priado. 

499
Diéronle un caballo, cuál el menester había; 

Daba gracias a Dios e facía grande alegría; 

Señor, merced tamaña gradecer non te podría, 

Que tan bien acorriste a la gran coíta mía. 

500
Dejémosnos el Conde, mejor de otras lides, 

Faciendo lo queface el lobo en las grueyes. 

501
Don Gustio González, que el otra faz guiaba, 

Corría mucha sangue por do él aguijaba, 

Iban grandes arroyos como fuente que manaba, 

Facía gran mortandat en aquesta gente braba. 

502
Los moros en todo esto en balde non yacían; 

En los homes de pie gran mortandat facían; 

Sábet que de ambas las partes muchos homes caían; 

A los golpes que daban las sierras reteñían. 

503
Don Diego Lainez, con ambos sus hermanos, 

Ferría del otra parte con otros castellanos; 

Facía gran mortandat en los pueblos paganos, 

Todos caían de vuelta, los moros e los cristianos. 

504
Estudo la facienda en peso todo el día, 

Sobre ganar el campo era grande la porfía; 

Teníese por bien andante el que mejor fería, 

Sobre todos el Conde llevaba la mejoría, 

Ca el que de sus manos escapaba teníase por nascido ese día. 

505
Feríalos don Fernando de toda voluntad, 

En los pueblos paganos facía gran mortandad; 

Válasme, dijo, Cristo, padre de piedad, 

Sea hoy ensalzada por ti la cristiandad. 

506
Tenía llenos de polvo la boca e los dientes, 

Que apenas podía fablar por confortar sus gentes 

Diciendo: hoy sed buenos vasallos e parientes, 

Los buenos en tal día débedes parar mientes. 

507
Decía: ferid de recio, mis leales amigos; 

Habedes muchos tuertos de Almozorre recebidos; 

Para vengarnos dél sed bien mente metidos, 

Membradvos que por eso somos aquí venidos. 

508
El sol era ya puesto, quería anochecer; 

Nin moros nin cristianos non se podían vencer; 

Mandó luego el Conde su cuerno tañer; 

Hobiéronse todos a la seña de acojer. 

509
Los pueblos castellanos e las gentes cruzadas 

Sacaron a los moros fueras de sus posadas; 

El Conde don Fernando con todas sus mesnadas 

Fueron aquella noche todas bien albergadas. 

510
El Conde e sus gentes las posadas tomaron, 

Hobieron tal albergue cual a Dios demandaron, 

Cuanto menester hobieron todo ahi lo fallaron, 

Con sus armas guarnidos toda la noche velaron. 

511
En el día primero muy gran daño tomaron. 

Sean en paraíso cuantos ahi finaron. 

512
Otro día mañana, los pueblos descreídos 

Todos estaban en el campo con sus armas guarnidos, 

Dando muy grandes voces e grandes apellidos, 

Los montes e valles semejaban movidos. 

513
El Conde don Fernando con su gente lozana 

Todos oyeron misa otro día mañana; 

Fueron todos en el campo a primera campana, 

Paráronse las haces en medio de la plana. 

514
Comenzaron el pleito a do lo habían dejado 

Llamando Santiago, el apóstol honrrado; 

Las faces fueron vueltas, el torneo mezclado, 

Bien habían castellanos aquel menester usado. 

515
Orbita, el su alférez, el que traía la seña, 

Non sofría más golpes que si fuese él una peña; 

Nunca mejor la tovo el buen terrín de Ardeña, 

Dios perdone la su alma, quél yace en Cerdeña. 

516
El Conde don Fernando, corazón sin flaqueza, 

Señor de enseñamiento, cimiento de nobleza, 

Fería en los paganos sin ninguna pereza, 

Estonces dijo: Caballeros, afán hay en pobreza. 

517
El Conde don Fernando, más bravo que serpiente, 

Había la gran fuerza en el cuer caliente; 

Mataba e fería en la mala semiente, 

Facía gran mortandat en el pueblo descreyente, 

518
Dejémos nos al Conde en priesa estar, 

Nunca nasció home de armas que le podiese mejorar; 

Digamos de los otros, non habían más vagar, 

Ca ahi les iba todo, caer o levantar. 

519
Los unos e los otros de recio se combatieron, 

Sépades que de ambas las partes muchos homes morieron; 

La noche fué venida, de allí se hercieron; 

Nada non acabaron por lo que ahi venieron. 

520
Tornáronse a las tiendas fambrientos e lacerados; 

Llevaron fuerte día; estaban muy cansados; 

Habían ahi muchos homes feridos e matados; 

Cenaron e dormieron toda la noche armados. 

521
El Conde don Fernando, de facienda granada, 

Mandó a primera noche llamar a su mesnada; 

Luego fué a poca de hora toda con él juntada, 

Pasaron por oírle aquella gente lacerada. 

522
Amigos, dijo el Conde, por Dios que esforcedes, 

Por el muy mal lacerio que non vos desmayedes. 

Fasta hora de nona grande ocorro habredes 

..............el campo vos venceredes. 

523
Todos de corazón eran para lidiar; 

Nin lanzas nin espadas non habían vagar; 

Reteñíen los yelmos, las espadas quebrar; 

Feríen en los capillos, las lorigas falsar. 

524
Los chicos e los grandes, todos a él mientes paraban; 

Como ángel de Dios todos a él aguardaban; 

Cuando oíen: Castilla: todos se esforzaban; 

Todos en su palabra grand esfuerzo tomaban. 

525
Don Gustio González era leal cabdillo. 

Había en los primeros abierto un gran portillo; 

Un rey de los de Africa, valiente caballero, 

Ferrióle de una espada por medio del capiello. 

526
El capiello e el almofar e la cofia de armar, 

Hóbolo la espada ligera de cortar; 

Hobo fasta los ojos la espada de pasar, 

De aqueste golpe hobo don Gustio a finar. 

527
Allí do él murió non yace el señero, 

Un sobrino del Conde, que era su compañero; 

Matóse con un moro que era buen caballero, 

Non había ahi de moros más extraño bracero. 

528
Otros muchos cristianos por ende ahi morieron, 

Ellos en todo esto en balde non estovieron, 

En los pueblos paganos gran mortandat ficieron, 

Fablarán dello siempre todos cuantos lo oyeron. 

529
Al Conde don Fernando llegaron los mandados 

Como eran de los otros los mejores finados; 

Los cristianos estaban tristes, deserrados; 

Si los non acorrían, que eran desbaratados. 

530
Cuando lo oyó el Conde por ende fué muy aquejado, 

Aguijó el caballo e acorrióles priado; 

Falló de mala guisa revuelto el mercado, 

Presos fueran e muertos si non fuera llegado. 

531
Ferrió luego el Conde en los pueblos paganos; 

De lo quél alcanzaba pocos iban dél sanos; 

Dicie: Yo soy el Conde, esforzad, castellanos, 

Feridlos bien de recio, amigos e hermanos. 

532
Los cristianos lacerados, cuando aquesto vieron. 

Aunque eran mal andantes, todo el miedo perdieron; 

Todos con su señor grand esfuerzo cogieron; 

En las faces paganas muy de recio ferieron. 

533
El Conde castellano, de corazón cumplido, 

Dicie: Ferit, caballeros, que hoy habéis vencido, 

Non sé donde falle pan quien hoy fuere retraído, 

Mucho le valdría más que nunca fuese nascido. 

534
Non es home en el mundo que al Conde oyese 

Que en ninguna manera ser malo podiese; 

Nunca podrie ser malo el que con él se viese; 

Mejor debrie ser que otro el que con él visquiese. 

535
El que a don Gustio González esas horas matara, 

Del Conde si podiera de grado se desviara; 

Si lo guisar podiera mejor ahi lo baratara; 

El señor de Castilla fuesle a parar de cara. 

536
El gran rey africano oyéralo decir, 

Que ningún home al Conde non se le podía guarir: 

Por tanto, si él podiera, quisiéralo foir; 

Non le dió vagar el Conde, e fuélo a ferir. 

537
Firióle luego el Conde e partióle el escudo; 

Rompióle las guarniciones con fierro mucho agudo; 

El rey moro de muerte amparar non se pudo, 

Fué de caballo ayuso a tierra abatido. 

538
Fueron los africanos desto mucho pesantes, 

Ca eran del buen Conde todos muy mal andantes; 

Ferrieron sobre el Conde más de mil cabalgantes, 

El torneo fué vuelto más firme que non de antes. 

539
Murieron bien cuarenta de parte de Castilla, 

Salía mucho caballo vacío con su silla. 

Habíe de sus vasallos el Conde gran mancilla, 

Coidó sin duda que se perdiera Castilla. 

540
Era en fuerte cuíta el Conde don Fernando, 

Iba, si se le firiese, su muerte aguisando; 

Alzó al cielo los ojos, al Criador rogando, 

Como si estoviese con él ansi le está llamando. 

541
Señor, pues es el Conde de ti desamparado, 

Que por alguna culpa eres de él despagado, 

Rescibe tú, Señor, en guarda este condado, 

Si non, será aína por suelo astragado. 

542
b    Pero yo non moriré así desamparado, 

Antes habrán de mí los moros mal mercado, 

Toda cosa fará antes este cuerpo lacerado, 

Que cuanto el mundo dure siempre será contado. 

543
Pues non soy venturoso desta lid arrancar, 

Quier que escape a vida, yo non quiero escapar, 

Nin nunca veré más coíta nin más pesar, 

Meterme he en logar donde me hayan de matar. 

544
Castilla quebrantada quedará sin señor, 

Iré yo con esta rabia mezquino pecador. 

Seré en cabtiverio del moro Almozor; 

Por non ver aquel día la muerte es mejor. 

545
Señor: ¿por qué nos tienes a todos fuerte saña? 

Por los nuestros pecados non destruyas a España; 

Perderse ella por nos semejaría fazaña 

Que de buenos cristianos non habria calaña. 

546
Padre, Señor del mundo, Padre vero Jesucriste, 

De lo que me dijeron, nada non me compliste, 

Que me acorrerías, comigo lo posiste; 

Yo non te falesciendo ¿porque tu me falesciste? 

547
Si atanta de gracia me quisieses tu dar, 

Que yo a Almanzore me pudiese allegar, 

Non creo yo que a vida me pudiese escapar, 

Yo mismo cuidaría la mi muerte vengar. 

548
Todos los mis vasallos, que aqui son finados, 

Serían por su señor este dia vengados; 

Todos en paraiso conmigo ayuntados; 

Faria muy grande honra el Conde a sus vasallos. 

549
Querellándose a Dios el Conde don Fernando, 

Los finojos fincados, al Criador rogando 

Oyó una grande voz que le estaba llamando; 

Ferrando de Castilla: hoy te cresce muy grand bando. 

550
Alzó suso los ojos por ver quien le llamaba; 

Vió al santo apóstol que de suso le estaba, 

De caballeros con él gran compaña llevaba, 

Todos, armas cruzadas, como a él se semejaban. 

551
Fueron contra los moros las haces bién paradas, 

Nunca vió home nado gentes tan esforzadas; 

El moro Almanzorre con todas sus mesnadas, 

Con ellos fueron luego fuertemente embargadas. 

552
Veien de una señal tantos pueblos armados, 

Hobieron muy grand miedo, fueron mal espantados; 

De cual parte venían eran maravillados; 

Lo que más les pesaba que eran todos cruzados. 

553
Dijo el rey Almanzorre: esto non puede ser; 

¿Donde le recreció al Conde atan fuerte poder? 

Cuidaba yo hoy sin duda de le matar o prender, 

Ca agora con estas gentes él ha a nos acometer. 

554
Los cristianos mezquinos, que estaban ya cansados, 

De fincar con las ánimas eran desafincados, 

Fueron con el apostol muy fuerte confortados, 

Nunca fueron en una hora tan fuerte esforzados. 

555
Acrecentóles esfuerzo, todo el miedo perdieron, 

En los pueblos paganos gran mortandad ficieron; 

Los poderes de Africa sofrir non los pudieron, 

Tornaron las espaldas, del campo se movieron. 


Consecuencias de la victoria

556
Cuando vió don Fernando que las espaldas tomaban,

Que con miedo de la muerte el campo les dejaban, 

El Conde e sus gentes fuérte los aquejaban, 

Espuelas en los piés, azotes en manos tomaban. 

557
Fasta dentro en el Almeria a los moros malfazaron, 

Muchos fueron los presos e muchos los que mataron, 

Un día e dos noches siempre los alcanzaron; 

Después al tercero dia a Facinas se tornaron. 

558
Buscaron por los muertos que espesos ahí yacían, 

Como estaban sangrientos aduro los conocían, 

Los cristianos finados que los soterrarían, 

Cada uno a sus lugares que se los llevarían. 

559
Dice el Conde don Fernando, complido de bondades: 

Oid, amigos, non me semeja que en esto bien fagades; 

Desembargarvos de los muertos nada ahí non ganades; 

Meteredes grandes duelos en vuestras vecindades. 

560
Los muertos a los vivos ¿por qué han de embargar? 

Por duelo non podremos a ninguno dellos tornar; 

Aquí hay una ermita que es un buen logar, 

Teníe yo por bien de ahi los soterrar. 

561
Nunca podian yacer en lugar tan honrado, 

Yo mismo he el mi cuerpo allí encomendado, 

Mándome yo alli llevar cuando fuere finado, 

E alfi quiero facer un lugar mucho honrado. 

562
Lo que dijo el Conde todos esto otorgaron; 

Los cristianos finados para ahi los llevaron, 

Muchos honradamente alli los soterraron; 

Cuando fueron soterrados, su camino tomaron. 


Debates entre el Conde y el rey de León

563
Envió Sancho Ordoñez al buen Conde mandado

Que querían facer Cortes, e que fuese priado, 

E que eran ayuntados todos los del reinado; 

Por él sólo tardaban, que non era ahi guiado. 

564
Hobo ir a las Cortes, pero con gran pesar, 

Que era muy fiera cosa la mano le besar; 

Señor, Dios de los cielos, quiérasme ayudar, 

Que yo pueda a Castilla desta premia sacar. 

565
El rey e sus barones muy bien le recebieron, 

Todos con el buen Conde muy grande gozo hobieron, 

Fasta en su posada todos con el Conde venieron, 

Entrante de la puerta todos se despedieron. 

566
A chicos e a grandes de toda la cibdad 

Con la venida del Conde placía de voluntad, 

A la reina sola pesaba por verdad, 

Que había con él muy grande enemistad. 

567
Habia en estas Cortes, muy gran pueblo sobejo, 

Después que el Conde vino, duróles poquillejo; 

Ca dióles el buen Conde mucho de buen consejo, 

Dellos en poridat, dellos por buen consejo. 

568
Llevaba don Fernando un mudado azor, 

Non habia en Castilla otro tal nin mejor; 

Otrosi un caballo que fué de Almonzor; 

Habia de todo ello el rey muy gran sabor. 

569
De gran sabor el rey de ello se llevar, 

Luego dijo el rey que lo quería comprar; 

Non lo vendo, gran señor, mandédes lo vos tomar; 

Vender non vos lo quiero, mas quiero vos lo dar. 

570
El rey dijo al Conde que non se lo tomaría, 

Mas azor e caballo que se los compraría; 

Que de aquella moneda mil marcos le daría 

Por azor e caballo, si dárselos quería. 

571
Aveniéronse ambos, ficieron su mercado, 

Puso cuando se lo diesen a dia señalado; 

Si el haber non fuese aquel dia pagado 

Siempre fuese cada dia al gallarin doblado. 

572
Cartas por a. b. c. partidas ahi ficieron; 

Todos los juramentos alli los escribieron; 

En cabo de la carta los dos suscribieron 

E cuantos a esta merca delante estudieron. 

573
Asaz habia el rey buen caballo comprado, 

Mas salióle a tres años muy caro el mercado; 

Con el haber de Francia nunca seria pagado, 

Por ahi perdió el rey Castilla su condado. 

574
E ahi fueron todas las cartas desfechas e partidas, 

Las gentes castellanas fueron todas venidas, 


Matrimonio del Conde con Sancha de Navarra

575
E antes que él partiese, una dueña lozana,

Reina de León, del rey don Sancho hermana, 

Prometióle al buen Conde, e fízole fiucia vana, 

Contecióle como al carnero que fué buscar la lana. 

576
Demostróle el diablo el engaño aína, 

Porque finase la guerra le daría a su sobrina; 

Cometióle el casamiento el Conde a la reína, 

Sería el daño grande sin esta melecina. 

577
E tovo el buen Conde que sería bien casado, 

Otorgóselo luego que lo faría de buen grado; 

Envió luego la reina a Navarra el mandado, 

Una carta bien ditada con un falso ditado. 

578
Esta es la razón que la carta decia: 

De mi reina de León a ti el rey Garcia: 

Perdi al rey tu padre que yo gran bien quería, 

Si yo fuese rey como tu, ya avengado lo habría. 

579
Hora tienes tiempo de vengar a mi hermano; 

Por este tal engaño cogerlo has en mano; 

Tomarás buen derecho de aquel Conde lozano, 

A vida non le dejes aquel fuerte castellano. 

580
Cuando oyeron las gentes de aqueste casamiento, 

Todos teníen que era muy buen ayuntamiento, 

Que sería de la paz carrera e cimiento; 

Mas ordió otras redes el diablo ceniento. 

581
Pusieron su lugar do a vistas veniesen; 

Tovieron por bien ambos que en Cirueña fuesen; 

De cada parte cinco caballeros adujesen; 

Fablarían e pornían lo que por bien toviesen. 

582
Tomó Ferrán Gonzales cinco de sus varones, 

Todos de buen derecho e grandes infanzones, 

Muy grandes de linaje e esforzados varones. 

583
Fueron para Cirueña asi como mandaron, 

Con el conde de Castilla sólo seis enviaron; 

El rey e los navarros la postura falsaron, 

En lugar de los seis mas de treinta llevaron. 

584
Cuando vió don Fernando al rey así guarnido 

Entendió que le había del pleito fallescido; 

Creyéndome por palabra, yo mismo soy vendido. 

Santa María me val, ea yo soy confondido. 

585
El Conde dió gran voz como si fuese atronido, 

Diz: debia ser agora el mundo destruido; 

Que lo que me dijo el monje en ello soy caido, 

Creyéndome por palabra yo mismo soy confondido. 

586
Reptándose él mismo de la su mal andanza, 

Non pudiendo tomar nin escudo nin lanza, 

Fuyó a una ermita; allí fué su amparanza; 

De mañana fasta noche alli fué su moranza. 

587
Fizo su escudero a guisa de leal; 

Vió una finiestra en medio del fastial; 

Vino para la ermita, metióse por el portal; 

Echóle sus espadas, que non pudo facer ál. 

588
Aquestos escuderos que con el Conde fueron, 

Cuando a su señor acorrer non pudieron 

Todos en sus caballos aína se arrecogieron; 

Luego con el mandado a Castilla venieron. 

589
Fué del rey don García la iglesia bien lidiada, 

Non la quiso dejar, magüer era sagrada; 

Non pudo de lo que quiso el rey recabar nada, 

Ca tenía el buen Conde la puerta bien cerrada. 

590
El sol era ya bajo, que se quería tornar; 

Mandó el rey García al Conde preguntar 

Si se queria a presión o sobre homenaje dar, 

Que podría por solo aquesto la muerte escapar. 

591
A salva fe jurando dióseles a presión, 

Pesó muy mucho a Dios fecho tan sin razón; 

Oyeron una voz como voz de pabón, 

Partióse el altar de somo fasta fondón. 

592
Asi está hoy dia la iglesia partida 

Porque fué atal cosa en ella contescida; 

Bién cuido que durara fasta la fin complida, 

Ca non fué atal cosa que sea ascondida. 


Prisión del Conde por el monarca navarro

593
Fué luego don Fernando en los fierros metido,

De gran pesar que hobo cayó amortecido, 

A cabo de una pieza tornó en su sentido; 

Dijo: Señor del mundo, ¿porqué me has fallido? 

594
Señor Dios, si quiesieras que yo fuese aventurado, 

Que a mi los navarros me fallasen armado, 

Aquesto se ternía a mercede e agrado, 

E por esto me tengo de ti desamparado. 

595
Si fueses en lacerías de mi rebtado, 

Nunca fiz porque fuese de ti desamparado; 

Morré de mala guisa, como home de mal fado; 

Si yo pesar te fice, bien debes ser vengado. 

596
Dentro en Castroviejo al buen Conde metieron; 

Teniéndole fuerte saña, en gran presión te dieron; 

Como home sin mesura, mesura non te ficieron; 

A los vasallos del Conde dejarle non quisieron. 

597
Dijo al rey Garcia el Conde su razón: 

Non has porqué tener ningunos en presión; 

Habrás por mi señero cuantos en Castilla son; 

Non les fagas ningún mal, que ellos sin culpa son. 

598
Soltólos don Garcia, a Castilla venieron; 

Cuando los castellanos el mandado sopieron, 

Nunca tan mal mensaje castellanos oyeron; 

Por poco, de pesar de seso non salieron. 

599
Ficieron muy gran duelo estonces por Castilla; 

Mucho vestido negro, rota mucha capilla, 

Rascadas muchas frentes, rota mucha mejilla; 

Tenia en corazón cada uno gran mancilla. 

600
Lloraban e decían: somos homes sin ventura: 

Decían del Criador mucha fuerte majadura. 

Non quiere que salgamos de premia nin de ardura 

Mas que seamos siervos nos e nuestra natura. 

601
Somos los castellanos contra Dios en gran saña; 

¿Porqué nos quiere dar esta premia atamaña? 

Caímos en la ira de todos los de España, 

Tornada es Castilla a una pobre cabaña. 

602
A otro non sabemos nuestra coíta decir 

Sinon al Criador que nos debe oir; 

Con el Conde coidábamos desta coíta salir, 

Hobiemos nos enantes en ella de venir. 

603
Dejemos castellanos en su fuerte pesar, 

Ahi nos hemos luego en ellos a tornar; 

Ayuntáronse en uno por se aconsejar, 

Dejémosles ayuntados, bien nos debe membrar. 

604
Tornémos en el Conde, do le habemos dejado; 

Era en Castroviejo, en la carcel echado, 

De gentes de Navarra era bien aguardado, 

Nunca fué home nado en presión mas coitado. 

605
Habia en estas tierras la gente ya oido 

Que otro mejor de armas nunca fuera nascido; 

Teníase por mejor quien le había conoscido; 

Habie sabor de verle quien non le había vido. 

606
Un conde muy honrado, que era de Lombardía, 

Vínole en corazón de ir en romería; 

Tomó de sus vasallos muy gran caballería; 

Para ir a Santiago metióse por su vía. 

607
Aquel conde lombardo yendo por la carrera, 

Demandó por el conde que en cuales tierras era; 

Dijéronselo luego toda cosa certera, 

Sobre que fuera preso e sobre cuál manera. 

608
Teniendo él por cierto todo aquel engaño, 

Cómo habían rescebido castellanos gran daño, 

Llevándole a vistas a fe e sin engaño, 

En ellas le prendieron bien habie un año. 

609
Preguntó si podría por cualquier cosa le ver, 

Ca habia gran sabor de al Conde conoscer, 

Que viéndole podria alguna pro tener, 

Ca tal home non era para en carcel tener. 

610
Fuese para Castroviejo; demandó por los porteros, 

Prometióles de les dar muchos de los dineros, 

Quel dejasen ver al Conde con solos dos caballeros. 

611
Lleváronle al castillo; las puertas le abrieron; 

Los condes uno a otro muy bien se rescibieron; 

Entre ambos en su fabla gran pieza estovieron; 

La razón acabada, luego se despedieron. 

612
Partiéronse entrambos, de los ojos llorando; 

Fincó en su presión el Conde don Fernando 

Estando en gran coíta, muchas coítas pasando, 

Que Dios dende le sacase todavía rogando. 

613
Aquel conde lombardo cuando fué despedido, 

Al Conde castellano non le echó en olvido; 

Fuese para la infanta porque fuera contecido 

Como el Conde hobiera facer della marido. 

614
Mostráronsela luego la fermosa doncella; 

Vióla tan apuesta que era maravilla; 

Fabló luego el Conde de poridat con ella; 

Dijo cómo había gran querella della. 

615
Dueña, dijo el conde, eres muy sin ventura; 

Non hay mas malfadado en toda tu natura; 

De tí han castellanos todos fuerte rencura, 

Que les vino por ti este mal sin mesura. 

616
Dueña sin piedat e sin buen conoscer, 

De facer bien o mal tu tienes el poder; 

Si al Conde non quieres de muerte estorcer, 

Haberse ha Castilla por tu culpa a perder. 

617
Faces muy grand ayuda a los pueblos paganos 

Ca les quitaba este Conde a todos piés e manos; 

Quitas muy grand esfuerzo a todos los cristianos; 

Por ende andan los moros alegres e lozanos. 

618
Eres, dueña, de prescio mucho menoscabada, 

Serás por este fecho de muchos denostada; 

Cuando fuere esta cosa por el mundo sonada 

Será toda esta culpa a ti luego echada. 

619
Si tu con este Conde podieses ser casada, 

Tenerte habian las dueñas por bienaventurada; 

De todos los de España serías mucho honrada; 

Nunca fíciera dueña tan buena cabalgada. 

620
Si eres de sentido, esto es lo mejor; 

Si tu nunca hobiste de caballero amor, 

Más debes amar a este que non a emperador; 

Non ha home en el mundo de sus armas mejor. 

621
Despidióse el conde; con todo fué su via; 

Fué para Santiago, complió su romería; 

Envió la infanta esta mensajería 

Con una de sus dueñas que ella mucho quería. 


El Conde sale de la prisión

622
Tornóse la mensajera luego con el mandado

De la coíta del Conde que está en gran coidado; 

Vino con la respuesta a la infanta priado, 

Dijo como dejara al Conde muy lacerado. 

623
De lo que me dijo el Conde hobe gran pesar, 

El quiso contra vos al Señor Dios querellar 

Que vos sola le queredes deste mundo sacar, 

E si vos lo quisiéredes, él podría escapar. 

624
Ruegovoslo señora, por la fe que debedes, 

Que vayades al Conde e vos lo conortedes; 

Tal Conde como aqueste non lo desamparedes; 

Si muere de tal guisa gran pecado faredes. 

625
Respondió a la dueña esa hora la infante: 

Bien vos digo criada, téngome por mal andante; 

De cuantos males pasa mucho soy dende pesante; 

Mas venirá sazón que le veré bien andante. 

626
Quiero contra el Conde una cosa facer: 

Al su fuerte amor dejarme yo vencer; 

Quiérome aventurar e írmelo yo a ver; 

Todo mi corazón facerle he entender. 

627
La infanta doña Sancha, de todo bien complida, 

Fué luego al castillo e fizo en él sobida; 

Cuando ella vió al Conde túvose por guarida. 

Señora, dijo el Conde ¿cómo es esta venida? 

628
Buen conde, dijo ella, esto face buen amor, 

Que tuelle a las dueñas vergüenza e pavor, 

E olvidan los parientes por el entendedor; 

De lo que ellos se pagan tiénenlo por mejor. 

629
Sodes por mi amor, conde, mucho lacerado; 

Onde nunca bien hobiestes sodes en gran cuidado; 

Conde: non vos quejedes e sed bien asegurado; 

Sacarvos he de aquí alegre e pagado. 

630
Si vos luego agora de aqui salir queredes, 

Pleito homenaje en mi mano faredes 

Que por dueña en el mundo a mi non dejaredes; 

Conmigo bendiciones e misa prenderedes. 

631
Si esto non facedes, en la carcel morredes; 

Como home sin consejo nunca de aquí saldredes; 

Vos, mezquino, pensatlo si buen seso habedes, 

Si vos por vuestra culpa atal dueña perdedes. 

632
Cuando esto oyó el Conde tóvose por guarido: 

Dijo entre si: ¡Si fuese ya complido! 

Señora, dijo el Conde, por verdat vos lo digo, 

Seredes mi mujer e yo vuestro marido. 

633
Quien desto vos falesciere sea de Dios falescido; 

Faléscale la vida como a falso descreído; 

Ruégovoslo, señora; en merced vos lo pido; 

Que de lo que fablastes non lo echedes en olvido. 

634
El Conde don Fernando dijo una cosa fermosa; 

Si vos guisar podiéredes de facer esta cosa, 

Mientras vos visquiéredes nunca habré otra esposa; 

Si desto yo falesciere, faléscame la gloriosa. 

635
Cuando todo aquesto hobieron afirmado 

Luego sacó la dueña al conde don Fernando; 

Diz: vayámosnos señor, que todo es aguisado; 

Del buen rey don Garcia non nos sea mesturado. 

636
El camino francés hobieron a dejar, 

Tomaron a siniestra por un gran encinar; 

El Conde don Fernando non podía andar; 

Hóbolo ella un poco a cuestas a llevar. 

637
Cuando se fué la noche, el dia quiere aparescer, 

En ante que ningún home los podiese ver 

Vieron un monte espeso, fuéronse ahí meter; 

Hobieron alli la noche atender. 

638
Dejemos aqui a ellos en las matas estar; 

Veredes cuanta coíta les queria Dios dar; 

De un arcipreste malo, que iba a cazar, 

Vieron los podencos en el rastro entrar. 

639
Fueron luego los canes a do yacían en la mata; 

El Conde et la dueña fueron en gran arrebata; 

El arcipreste malo, cuando vió la barata, 

Plúgole mas que si ganase a Acre e Amiata. 

640
Ansi como los vió comenzó de decir; 

Dijo: doños traidores, nos vos podedes ir, 

Del buen rey don Garcia non podredes foir; 

Amos a dos habredes mala muerte morir. 

641
Dijo el Conde al arcipreste: por Dios, sea tu bondat 

Que nos quieras a entrambos tener aquesta poridat; 

En medio de Castilla darte he una cibdat, 

De guisa que la hayas siempre por eredat. 

642
El falso descreído, lleno de crueldat, 

Mas que si fuesen canes non hobo piedat; 

Conde: si tu quieres que sea poridat, 

Déjame con la dueña complir mi voluntat. 

643
La dueña fué artera escontra el coronado: 

Arcipreste ¿qué quieres? Yo lo faré de grado; 

Por ende non nos perderemos ambos en el condado, 

Mas vale que ayunemos todos tres el pecado. 

644
Cuando vió don Fernando cosa tan desaguisada, 

Non sería mas quejado si le diesen una lanzada; 

Por Dios, dijo el Conde, pides cosa desaguisada, 

Por poco de trabajo demandas gran soldada. 

645
Díjole luego la dueña: pensat vos de despojar, 

Haberos ha el Conde los paños de guardar; 

Porque él non vea atan fuerte pesar 

Plégavos, arcipreste, de aqui vos apartar. 

646
Cuando el arcipreste hobo aquesto oido, 

Hobo gran alegría e tóvose por guarido; 

Vergüenza non habia el falso descreido; 

Confonder cuidó a otro, mas él fué confondido. 

647
Hobiéronse entrambos ya cuanto de apartar, 

Cuidárase la cosa él luego de acabar, 

Hóbose el arcipreste con ella de trabar, 

Con sus brazos abiertos íbasela abrazar. 

648
La infanta doña Sancha, dueña tan mesurada, 

Nunca home non vió dueña tan esforzada; 

Tomólo por la barba, dióle una gran tirada, 

Dijo: don falso traidor, de ti seré vengada. 

649
El Conde a la dueña non podía ayudar 

Ca tenía grandes fierros e non podia andar. 

Su cuchillo en la mano hobo a ella llegar, 

Hobiéronle entrambos al traidor de matar. 

650
Cuando de tal manera morió el traidor, 

Nunca merced le quiera haber el Criador, 

La mula e los paños e el mudado azor 

Quiso Dios que hobiesen mas honrado Señor. 

651
Tovieron todo el dia la mula arrendada; 

El dia fué salido, la noche homillada; 

Cuando vieron que era la noche aquedada 

Moviéronse andar por medio la calzada. 


Entra en Castilla con su esposa Sancha

652
Dejemos aquí a ellos entrados en la carrera

Por llegar a Castilla, que muy cerca era; 

Diré de los castellanos, gente fuerte e ligera, 

Avenir non se podían por ninguna manera. 

653
Los unos querien uno, los otros querien ál; 

Como homes sin cabdillo aveníense muy mal; 

Fabló Nuño Lainez, de seso natural, 

Buen caballero de armas e al señor leal. 

654
Comenzó su razón muy fuerte e oscura: 

Fagamos señor de una piedra dura 

Semejante al buen Conde e desa mesma fechura; 

Sobre aquella piedra fagamos todos la jura. 

655
Ansi como al Conde las manos le besemos; 

Pongámosla en un carro; ante nos la llevemos; 

Por amor del buen Conde por señor la tengamos; 

Pleito e homenaje todos a ella fagamos. 

656
Si ella non fuire, nos nunca fuyamos; 

Sin el Conde a Castilla jamás nunca vengamos; 

El que antes tornare, por traidor le tengamos; 

La seña de Castilla en la mano le pongamos. 

657
Si el Conde es fuerte, fuerte Señor llevamos; 

El Conde de Castilla nos a buscarle vayamos; 

Allá finquemos todos o él acá le traigamos; 

Tardando aquesta cosa, mucho nos menoscabamos. 

658
Al Conde de Castilla muy fuerte honra le damos; 

El puja de cada dia, e nos menoscabamos; 

Semeja quél lidia, e nos nunca lidiamos; 

Don Jesucristo nos perdone que atanto nos pecamos. 

659
Que veamos qué prescio damos a un caballero; 

Nosotros somos más de trescientos, e él solo señero, 

E sin él non facemos valía de un dinero; 

Pierde hombre buen prescio con poco de mijero. 

660
Cuando Nuño Laíno acabó su razón, 

A chicos e grandes plugo de corazón; 

Respondiéronle luego mucho buén corazón: 

Todos lo otorgamos, que es con gran razón. 

661
Ficieron su imagen, como antes dicho era, 

A figura del Conde, desa misma manera; 

Pusiéronla en un carro, de muy fuerte madera; 

Sobido en el carro, entraron en la carrera. 

662
Todos, chicos e grandes, a la piedra juraron 

Como a su señor; ansi la aguardaron; 

Para ir a Navarra el camino tomaron; 

En el primer dia a Arlanzón llegaron. 

663
E dende a otro dia esa buena compaña, 

Su señor mucho honrado, su seña mucho estraña, 

Pasaron Montes de Oca, una fiera montaña, 

Solía ser de los buenos e de los grandes de España. 

664
Caballeros castellanos, compaña muy lacerada, 

Fueron a Bilforado a facer otra albergada; 

Cuál a Dios demandaron hobieron atal posada; 

Moviéronse otro dia cuanto al alborada. 

665
Enantes que hobiesen una legua andado, 

Salida fué la noche e el dia aclarado; 

El Conde con su dueña venia mucho lacerado; 

Cuando vió la seña muy mal fué desmayado. 

666
La dueña la vió antes e hobo gran pavor; 

Dijo luego la dueña: ¿qué faremos, señor? 

Veo una gran seña, non sé de qué color; 

O es la de mi hermano, o del moro Almozor. 

667
Fueron en fuerte queja, non sabían qué ficiesen; 

Non víen montaña do meter se pudiesen; 

Non sabían con la queja qué consejo prendiesen 

Ca non víen logar do guarida hobiesen. 

668
Eran en fuerte queja, que nunca fueron en tamaña; 

Quisieran si podieran alzarse a la montaña, 

Que se asconderían siquiera en una cabaña; 

Mas catando la seña, mesuraron la compaña. 

669
Conosció en las armas cómo eran cristianos; 

Non eran de Navarra, nin eran de paganos; 

Conosció cómo eran de pueblos castellanos, 

Que iban su señor sacar de agenas manos. 

670
Dueña, dijo el Conde, non dedes por ende nada; 

Será la vuestra mano de ellos todos besada; 

La seña e la gente que vos vedes armada, 

Aquella es mi seña, ellos mi mesnada. 

671
Hoy vos faré señora de pueblos castellanos; 

Serán todos conbusco alegres e lozanos; 

Todos, chicos e grandes, besarvos han las manos; 

Darvos he en Castilla fortalezas e llanos. 

672
La dueña que estaba triste e desmayada, 

Fué con aquestas nuevas alegre e pagada; 

Cuando vió que era a Castilla llegada, 

Dióle gracias a Dios que le había bien guiada. 

673
Antes quel su pueblo al Conde fuese llegado, 

Fué adelante un caballero e sopo este mandado 

Cómo venía el Conde bien alegre e pagado, 

Que traía la infanta e que venía muy cansado. 

Tornóse al pueblo, al pueblo castellano, 

Díjoles como venia don Fernando alegre e pagado. 

674
Las gentes castellanas cuando aquesto oyeron 

Que venia su señor e por cierto lo tovieron, 

Nunca tamaño gozo castellanos hobieron; 

Todos con alegria a Dios lo gradescieron. 

675
Tanto habian de gran gozo, que creer no lo quisieron; 

Diéronse a correr cuanto de recio pudieron; 

Enantes que llegasen, al Conde conoscieron; 

Allegaron a él; en brazos le cogieron. 

676
Fueron besarle las manos todos a su señora 

Diciendo: Somos ricos castellanos agora; 

Infanta doña Sancha, nasciestes en buena hora, 

Por ende vos rescibimos todos por señora. 

677
Feciéstes nos merced, nunca otra tal viemos; 

Cuanto bien nos feciéstes contar non lo sabriemos; 

Si non fuera por vos, cobrad non lo podiéramos. 

678
Sacastes a Castilla de gran cabtividat; 

Feciéstes gran merced a nuestra cristiandat; 

Ficiéstes mucho pesar a los moros, esto es verdat; 

Todo esto vos gradezca el rey de magestat. 

679
Todos e ella con ellos con gran gozo lloraban; 

Teníen que eran muertos e que resuscitaban; 

Al rey de los Cielos bendecían e laudaban; 

El llanto que facían en gran gozo tornaban. 

680
Llegaron de venida todos a Bilforado, 

Aquesta villa era en cabo del condado; 

Un ferrero muy bueno demandaron priado; 

El Conde don Fernando de fierros fué sacado. 

681
Fuéronse para Burgos cuando ir se podieron; 

Luego que alli llegaron grandes bodas fecieron; 

Non alongaron plazo, bendiciones prendieron; 

Todos, grandes e chicos, muy gran gozo hobieron. 

682
Alanzaban en los tablados todos caballeros; 

A tablas e escaques jugan los escuderos; 

De otra parte mataban los toros los monteros; 

Habia ahi muchos cítulas e muchos violeros. 

683
Dos bodas, que non una, castellanos facían; 

Facían muy grand gozo, que mayor non podían; 

La una por su señor que cobrado lo habían; 

La otra porque entrambos bendiciones prendían. 


Nueva guerra contra Navarra

684
Enantes que hobiesen las bodas acabadas,

Non habia ocho dias que eran escomenzadas, 

Fueron a don Fernando otras nuevas llegadas 

Que venia rey Garcia con muy grandes mesnadas. 

685
Mandó luego el Conde a sus gentes guarnir; 

Cuando fueron guarnidos saliólo a rescebir; 

A cabo del condado hobieron de salir; 

Hobieron en el pleito todos a departir. 

686
Las faces fueron paradas tan priado 

Cual era su menester; habíalo bien usado; 

El rey de los navarros estaba bien aguisado; 

Comenzaron entrambos un torneo pesado. 

687
Segund nos lo leemos e dicelo la leyenda, 

Estovo bien medio dia en peso la facienda; 

Cansados eran todos e fartos de contienda; 

Tomaron áhi por poco los navarros imienda. 

688
Llevaron los navarros del campo gran partida: 

Muchos de castellanos perdieron ahi la vida; 

De dardos e de lanzas facían mucha ferida; 

Hobo en poca de hora mucha sangrue vertida. 

689
Cuando vió don Fernando castellanos movidos, 

Viólos estar cansados e todos retraídos, 

Fueron de sus palabras fuertemente reprendidos, 

Por nos pierden hoy siglo los por nascer e nascidos. 

690
Magüer que vos querades asi ser tan fallidos, 

Facervos he ser buenos a fuerza e amidos; 

Si yo aqui finare, vos non querríedes ser nascidos, 

Ca seríades por ello traidores conoscidos. 

691
El sosaño del Conde non quesieron sofrir; 

Dijeron: mas queremos todos aqui morir 

Que don Fernán Gonzalez esto nos fer oir; 

Los que nunca falliemos, non queremos agora fallir. 

692
Tornaron en el campo, pensaron de ferir; 

Como homes que non han cobdicia de foir 

Facían muchos caballos sin señores salir; 

Podrían a grand mijero bien los golpes oir. 

693
El Conde orgulloso, de corazón lozano, 

Vió a su cuñado en medio de un llano; 

Púsose contra él la lanza sobre mano; 

Díjole: pártese el campo por nos ambos, hermano. 

694
Eran uno e otro enemigos sabudos, 

Fuéronse a ferir entrambos muy sañudos; 

Las lanzas abajadas, los pendones tendudos; 

Diéronse grandes golpes luego en los escudos. 

695
Ferrió al rey Garcia el señor de Castilla, 

Atamaña fué la ferrida que cayó de la silla; 

Metióle toda la lanza por medio la tetilla, 

Que fuera de la espalda paresció la cochilla. 

696
Don Fernando por fuerza hobo al rey a prender, 

El pueblo de Navarra non le pudo defender; 

Hobiéronle a Burgos, a esa cibdat de traer; 

Mandóle luego el Conde en los fierros meter. 

697
Doce meses complidos en fierros le tovieron; 

La presión fué atan mala que peor non podieron: 

Por ningunas rehenes nunca darle quisieron; 

Non era maravilla que negra se la ficieron. 

698
Tóvolo la condesa esto por desaguisado, 

Por ser ella muger del Conde don Fernando 

E tener ella a su hermano cabtivo e lacerado, 

El que era atan buen rey e tan rico reinado. 

699
Fabló con castellanos en aquesa sazón, 

Dijo pocas palabras e muy buena razón: 

Saquemos, castellanos, al rey de presión 

Porque hoy los navarros de mi quejados son. 

700
Yo saqué de presión al conde don Fernando, 

¿Porqué es él agora contra mi tan villano? 


El Conde vence a los moros de Córdoba

701
Cuando hobieron los moros desto sabiduría,

Como era ahi el Conde con gran caballería, 

El rey de Córdoba luego en ese dia 

Descercó la cibdat e fuese él su vía. 

702
Levantóse de allí, a Safagún fué a cercar, 

Comenzó toda Campos de correr e de robar; 

Hobieron estas nuevas al Conde de llegar, 

Con todas sus compañas pensó de cabalgar. 

703
Compañas de León, caballeros de prestar, 

Salieron con el Conde, queriendo aguardar; 

Non quísolo el buen Conde, e mandólos tornar; 

Hobieron los leoneses desto fuerte pesar. 

704
El Conde don Fernando con toda su mesnada 

Vino a Safagunt e fallóla cercada; 

Dióles un gran torneo, una lid presurada; 

Fué luego en este dia la villa descercada. 

705
Habían a toda Campos corrido e robado; 

Llevaban de cristianos grand pueblo cabtivado, 

De vacas e de yeguas e de otro ganado; 

Tanto llevaban dello que non seria contado. 

706
Grandes eran los llantos, grandes eran los duelos; 

Iban los padres presos, los fijos e los abuelos; 

Mataban a las madres, los fijos en los brazuelos; 

Daban a los padres con los sus fijuelos. 

707
Iban con muy grand robo alegres e pagados; 

Non podían andar, que iban muy cansados; 

Hóbolos el buen Conde aína alcanzados; 

Fueron con su venida todos mal espantados. 

708
Ferrió luego entre ellos; non les dió ningún vagar, 

Como águila fambrienta que se queria cebar; 

Cuando oyeron los moros a Castilla nombrar 

Quisieran si podieran en Córdoba estar. 

709
Dejaron ahi la prea toda, áun a su mal grado; 

Quien mejor fuir podía teníese por bienaventurado; 

El rey de cordobeses fincó ende en mal fado; 

Bendicie a Mafornat cuando dende fué escapado. 

710
El Conde don Fernando, de ardides cimento, 

Señor de buenas mañas e de buen enseñamiento, 

En los pueblos paganos fízo grand escarmiento, 

Falló e mató dellos a todo su talento. 

711
Los que él habie muerto non los podie tornar, 

Non dejó de la prea ningún cosa levar, 

Mandó ir a los cabtivos todos a su logar, 

Decíen: Fernán Gonzalez, déjete Dios regnar. 


El Conde independiza a Castilla

712
El Conde don Fernando con toda su mesnada,

Cuando hobo el robo a sus casas tornada, 

Por verdat habia fecho muy buena cabalgada, 

A León el buen Conde luego fizo tornada. 

713
Falló los leoneses sañudos e pagados 

Porque con él non fueran; fallóles despagados; 

Los unos e los otros fueron mal denostados; 

Coidaban sin duda regnar ahi los pecados. 

714
Reyna de León, de Navarra natural, 

Era de castellanos enemiga mortal; 

Matáranle el hermano; queríeles gran mal; 

De buscarles la muerte nunca pensaba ál. 

715
Quería a los castellanos de grado deshonrar, 

Quería si se le ficiese su hermano vengar, 

Non la debie por ende ningún home rencar. 

716
Era de ambas las partes la cosa encendida: 

Sópolo la reina; tóvose por guarida; 

Ahi había el diablo gran tela ordida; 

Mas fué por el buen rey la pelea partida. 

717
Leoneses e castellanos fueron mal denostados; 

Fincaron unos de otros todos desafiados; 

Fueron los castellanos a sus tierras tornados; 

Non fueron por dos años a las Cortes llamados. 

718
Envió el buen Conde a León mensajeros 

Que rogaban al rey que le diese sus dineros; 

Dijo el rey don Sancho: allá son mis porteros; 

De como allegaren darle hemos los primeros. 

719
Tornáronse al Conde, dijéronle el mandado 

Que decia el rey que los daría de grado, 

Mas que non era el su pecho allegado, 

Por tanto se le había su haber retardado. 

720
Al Conde mucho plogo porque atanto retardaba; 

Entendió que habrie lo que él codibciaba; 

Porque tanto tardaba el Conde ahi ganaba, 

Placióle de voluntad del plazo que pasaba. 

721
El buen rey Sancho Ordoñez dióse muy grand vagar, 

Hobo después del plazo tres años a pasar; 

Hobo en este comedio otro tanto de pujar, 

Todos los de Uropa non lo podrían pagar. 

722
Dejemos a Sancho Ordoñez en aqueste lugar, 

Envió sus dineros al buen Conde pagar; 

El Conde don Fernando non los quiso tomar, 

Hobo en este pleito la cosa adelantar. 


Nueva guerra con Navarra

723
Dejemos todo aquesto; en Navarra tornemos;

Aun de los navarros partir non nos podemos; 

Allá do lo dejamos, asi como leemos, 

En Castilla tornemos, allá lo empecemos. 

724
El rey de los navarros en las Cortes estando, 

A todas sus compañas muy fuerte se quejando 

Del mal que le ficiera el Conde don Fernando. 

725
Díjoles que tal cosa non la quería endurar 

De un condecillo malo tantos daños tomar; 

Que con él non queria otramente pleitear, 

Mas que quería morir o se quería vengar. 

726
Movióse de Estella con todo su poder, 

Vino para Castilla, comenzóla a correr; 

Esa hora hobo el Conde contra León de mover; 

Non quedó en la tierra quien la pudiese defender. 

727
Corrió toda Burueba e toda Piedralada; 

Corrió los Montes de Oca, buena tierra probada; 

Corrió Río de Obierna, de pan bien abastada, 

A las puertas de Burgos ahí fizo su albergada. 

728
Quisiera si podiera a la condesa llevar, 

Por amor que podiese al Conde deshonrar; 

La condesa fue... e súpose bien guardar. 

729
Cuando hobo el rey García el condado robado, 

Levaron muy mucha prea e mucho ganado, 

Con muy fuerte ganancia tornóse a su reinado, 

Mas fué a poco tiempo caramente comprado. 

730
Cuando fué don Fernando a Castilla tornado 

Falló el su condado corrido e robado, 

De ganados e de homes falló mucho llevado. 

731
Envióle don Fernando luego a desafiar 

Que si lo que llevara non lo quisiese tornar, 

Que iría a Navarra sus ganados buscar 

E verie quien habie de gelo amparar. 

732
Cuando al rey Garcia llegó el caballero, 

Recabdó su mandado como buen mensajero: 

Dijo que non le daria valia de un dinero; 

De lo ál que le decía, que era bien placentero. 

733
El uno nin el otro atardar non lo quisieron; 

Yuntaron sus poderes cuanto de recio pudieron; 

Cada uno de su parte grandes gentes adujeron; 

El rey e don Fernando a buscar se andovieron. 

734
Ayuntáronse en uno en un fuerte vallejo, 

Buen lugar para caza de liebres e conejo, 

Cogen ahi mucha grana con que tiñen bermejo; 

Al pie le pasa Ebro mucho irado e sobejo. 

735
Valpirre le dicen, todos ansi le llamaron, 

Do el rey e el Conde ambos se ayuntaron; 

El uno contra el otro ambos enderezaron, 

E la lid campal alli la escomenzaron. 

736
Non podria mas fuerte nin más braba seer, 

Ca allí les iba todo: levantar o caer; 

El nin el rey podria ninguno mas facer; 

Los unos e los otros facian todo su poder. 

737
Muy grande fué la facienda e mucho mas el roido; 

Daria el home grandes voces e non sería oido; 

El que oido fuese sería como grande tronido, 

Non podria oir voces nin un gran apellido. 

738
Grandes eran los golpes, mayores non podian, 

Los unos e los otros todos su poder facían; 

Muchos caían en tierra que nunca se ercían, 

De sangre los arroyos mucha tierra cobrían. 

739
Asaz eran navarros caballeros esforzados, 

Que en cualquier lugar serían buenos probados; 

Homes son de gran cuenta, de corazón lozanos, 

Mas eran con el Conde todos desventurados. 

740
Quiso Dios al buen Conde esta gracia facer, 

Que moros nin cristianos non le podían vencer. 


Vocablos del texto que requieren explicación

  • A
    • Acorrer, socorrer. 
    • Acoitar, afligir. 
    • Aduro, apenas, difícilmente. 
    • Afirmes, firmemente, intrépido. 
    • Aguijar, caminar de prisa. 
    • Algarivo, extraño, inicuo. 
    • Almofar, armadura que cubre la cabeza. 
    • Amidos o Adamidos, de mala gana, disgustados. 
    • Anafiel, trompeta usada entre moros. 
    • Apellido, convocación a guerra. 
    • Arrancar, derrotar, vencer. 
    • Ascona, especie de lanza. 
    • Asmar, estimar, idear, intentar, pensar. 
    • Astroso, funesto, desdichado. 
  • B
    • Baraja, querella. 
    • Barajar, contender, disputar, querellar. 
    • Barata, engaño, trato engañoso. 
    • Baratar, engañar. 
    • Bracero, soldado valiente. 
  • C
    • Cabero, caballero. 
    • Cabdal, principal, caudaloso. 
    • Calaño, igual, semejante. 
    • Compaña, tropa, ejército. 
    • Capiello, casco, capacete. 
    • Capellina, pieza que cubre la cabeza. 
    • Carboniento, negro, oscuro, tenebroso. 
    • Ceniciento, sucio, cieno. 
    • Confuerto, apoyo. 
    • Conorte, consuelo, confortación. 
    • Contir, acontecer. 
    • Coidar, pensar, solicitar. 
    • Coita, cuita, apuro, aflicción. 
    • Cuadrillo, especie de saeta. 
    • Cuitar, oprimir. 
  • D
    • Desapostura, cosa inexcusable. 
    • Deserrado, desacordado, errado. 
    • Desfinciado, desesperado, desconfiado. 
    • Desmarrido, triste, desconsolado. 
    • Ditado, escrito, composición literaria. 
    • Dudanza, duda. 
    • Dudado, valiente, temido. 
  • E
    • Ercerse, levantarse. 
    • Erguda, erguida. 
    • Estorcer, salvar. 
    • Evas, he aquí. 
  • F
    • Falescer, faltar a su obligación, decaer. 
    • Falsar, romper la armadura. 
    • Fazaña, hecho reprobable. 
    • Fazaña fiera, hecho extraordinario, digno de alabanza. 
    • Fazerir, echar en cara. 
    • Fincado, caído, muerto. 
    • Fonsado, ejército, tropa. 
  • G
    • Gallarín, doblado en progresión geométrica. 
    • Glera, campo abierto, arenal. 
    • Guarnir, vestir, adornar. 
    • Guarir, curar. 
    • Guisar, disponer, 
  • L
    • Lacerio, miseria, cuita, sufrimiento. 
    • Lacerar, sufrir. 
    • Lozano, orgulloso, valiente. 
  • M
    • Malastrugo, desgraciado. 
    • Majadura, acusación, queja. 
    • Malfazar, acometer. 
    • Mamparar, amparar. 
    • Marrido, triste. 
    • Mascariento, deforme. 
    • Meaja, moneda de poco valor. 
    • Mesturar, descubrir, revelar, explicar. 
    • Mijero, espacio corto de tiempo. 
  • N
    • Natura, linaje. 
    • Nula, ninguna. 
  • P
    • Pleito, pacto, acto, empresa. 
    • Poridat, secreto. 
    • Prea, presa, botín, despojo de guerra. 
    • Premia, opresión, esclavitud. 
    • Priado, pronto, de prisa, al instante. 
  • R
    • Rebata, aprieto, cuita. 
    • Refez, fácilmente. 
    • Reteñir, resonar. 
    • Rebate, aprieto. 
  • S
    • Señero, solo. 
    • Sobejano, sobrado, excesivo, alto. 
    • Sobejo, excelente. 
    • Sosaño, denuesto. 
  • T
    • Trebejo, clase de juego. 
    • Trotero, mensajero. 
  • V
    • Vando, Bando, acto importante, acrecentamiento de uno. 
    • Vrafonera o Brafonera, armadura, cubrir los brazos. 

- II -

Índice de algunos nombres propios

  • Almazor, calificativo común de jefe árabe.
  • Aspa, valle de los Pirineos.
  • Bursaban, Tarik Abou Lora, teniente de Muza.
  • Castro, Castrojeriz, al OE. de Burgos.
  • Castroviejo, Pueblo a 12 kilómetros al Este de Nájera.
  • Era degollada, Campo de Valpierre, entre Nájera y Briones.
  • Fuenterrabía, nombre de Roncesvalles.
  • Gitarea, Sizara, al SO. de Navarra.
  • Gubierna, Ubierna, territorio al Norte de Burgos.
  • Muñó, antiguo castillo al SO. de Burgos, contiguo a Villavieja de Muñó.
  • Marsil, Abdelmelen ben Omar, rey de Zaragoza.
  • Piedrahita, pueblo cercano a Barbadillo del Mercado (Burgos).
  • Piedralada, territorio sito entre Frías, Pancorbo y Crespadierne.
  • Piteos, Poitón, condes de.
  • Sangonera, río de la provincia de Murcia.
  • Salvador (San), Iglesia catedral de Oviedo.
  • Taibiña, Liébana, o sea Cantabria; así la nombran algunas ediciones del Poema.
  • Torres, S. Martín de, o sea Tours.
  • Treviño, comarca al OE. de la provincia de Burgos, entre Villadiego y Castrojeriz.
  • Vasquebaños, sitio cercano a S. Pedro de Arlanza.