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- XVI -

Lucha del Conde contra el de Tolosa

325                                             El conde de Piteos e el conde de Tolosa                     
Parientes del rey don Sancho eran, esto es cierta cosa;
Tomaron de sus condados compaña muy fermosa,
Movieron por Castilla en hora muy astrosa.
 
326     Los condes non viaron para la lid llegar,
Pero cuando lo sopieron, non quisieron retardar;
Al buen rey de Navarra cuidáronlo vengar,
Al puerto de Getarea hobieron de arribar.
 
327     Los navarros a los condes tódos a ellos se llegaron,
Cómo fué la facienda todo se lo contaron,
Cuántos fueron los muertos, cuántos los que fincaron,
Cómo a ellos en antes de dos dias los esperaron.
 
328     El conde de Tolosa dióles muy grande esfuerzo.
 
329     Coido con ese fecho con él salir a puerto,
Ca me han castellanos fecho este gran tuerto.
 
330     El Conde don Fernando habíalo ya oido
Cómo era aquel Conde al puerto ya venido;
El Conde don Fernando, magüer que mal ferido,
Atal como estaba para allá fué ido.
 
331     Los vasallos del Conde teniense por errados,
Eran contra el Conde fuertemente irados,
Eran de su señor todos muy despagados
Porque habían por fuerza siempre de andar armados.
 
332     Folgar non les dejaba nin estar asegurados:
Dicíen: non es esta vida sinon para los pecados
Que andan de noche e de día, e nunca son cansados;
Asemeja él a Satanás, e nos a los sus criados.
 
333     Porque lidiar queremos e tanto lo amamos
Nunca folgura tenemos sinon cuando almas sacamos;
A los de la estantigua aquellos semejamos,
Ca todas cosas cansan e nos nunca cansamos.
 
334     Non ha duelo de nos que sofrimos tal vida,
Nin lo ha de si mismo que tiene tan mala ferida;
Si, mal pecado, muere, Castilla es perdida;
Nunca tomaron homes atan mala caida.
 
335     Hobieron a tornar acuerdo que non se lo departiesen,
Lo que bien non era, que luego se lo dijesen;
Que por gran lozanía en yerro non cayesen;
Que por mala codicia a su señor non perdiesen.
 
336     Dijo Nuño Laíno: señor, si tu quisieres,
Si a ti semejase, o tu lo por bien tovieres,
Que estés aquí quedo fasta que guarescieres,
Que por mala codicia en yerro non cayeres.
 
337     Non es home en el rriundo que la podiese endurar
La vida que habemos nos e vos a pasar;
La vuestra gran codicia non nos deja folgar,
Habemos la mesura por aquí de olvidar.
 
338     Non recuden las cosas todas a un logar;
Debe haber el home gran seso en lidiar;
Si non, podrá aína gran yerro tomar,
Podría ahi todo el gran prez por ahi lo astragar,
 
339     Los vientos que son fuertes vémoslos cansar;
El mar que es irada vémosla amansar;
El diablo non se cansa nin puede folgar,
Quiere la nuestra vida a la suya semejar.
 
340     Deja folgar tus gentes, e a ti mesmo sanar;
Tienes muy fuerte llaga, déjala tú folgar;
Deja venir tus gentes que aun son por llegar,
Muchos son por venir, débeslos esperar.
 
341     Serás a diez días del golpe bien guarido;
Será el tu pueblo a ese plazo venido;
Ponerte has en el campo con tu pueblo guarnido;
Serás muerto o preso, desto soy yo bien creido.
 
342     Señor, dicho te he lo que te decir quería,
Mejor consejo deste, señor, yo non sabría;
Non tengas que lo digo por ninguna cobardía;
Querríate a guardar como a alma mia.
 
343     Cuando hobo acabada don Nuño su razón
Comenzó el buen Conde, ese firme varón;
Habia gran complimiento del seso de Salomón,
Nunca fué Alejandre más grande de corazón.
 
344     Dijo: Nuño Laínes, buena razón dijistes;
Las cosas como son asi las departistes;
De alongar esta lid creo que ansi dijistes;
Quier que vos lo dijo, vos mal lo aprendistes.
 
345     Non debe el que puede esta lid alongar;
Quien tiene buena hora, otra quiere esperar;
Un dia que perdamos nunca lo podremos cobrar;
Jamás en aquel dia non podremos tornar.
 
346     Si el home su tiempo en balde lo quiere pasar,
Non quiere deste mundo otra cosa llevar
Sinon estar vicioso, e dormir e folgar,
Deste atal mueren sus fechos cuando viene a finar.
 
347     El vicioso e el lacerado ambos han de morir,
El uno nin el otro non lo puede foir;
Quedan los buenos fechos, estos han de vesquir;
Dellos tornan enjemplo los que han de venir.
 
348     Todos los que gran fecho quisieron acabar
Por muy grandes trabajos hobieron a pasar;
Non comíen cuando quisieron, nin cenan nin han yantar,
Los vicios de la carne hobiéronlos de olvidar.
 
349     Non cuentan de Alejandre las noches ni los dias;
Cuentan sus buenos fechos e sus caballerías;
Cuentan del rey Davit que mató a Golías;
De Judas el Macabeo, fijo de Matabías.
 
350     Carlos e Valdobinos, Roldán e don Ogero,
Terrin e Gualdabuey, Arnald e Olivero,
Torpin e don Riballos e el gascón Angelero,
Ercol e Salomon e el otro su compañero.
 
351     Estos e otros muchos que vos he nombrados,
Por lo que ellos ficieron serán siempre ementados;
Si tan buenos non fueran, hoy seríen olvidados;
Serán los buenos fechos hasta la fin contados.
 
352     Por tanto es menester que los días contemos;
Los días e las noches en qué los espendemos;
Cuantos días en balde pasan, nunca los cobraremos;
Amigos, bien lo vedes qué mal seso facemos.
 
353     Caballeros e peones hóbolos de vencer;
A cosa quél decía non sabían responder;
Cuanto él por bien tovo hobiéronlo a facer;
Su razón acabada, mandó luego mover.


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- XVII -

Vence y mata en batalla al conde de Tolosa

354                                             El Conde don Fernando con toda su mesnada                     
Llegaron a una agua muy fuerte e muy irada;
Ebro le dijeron siempre, ansi es hoy llamada;
Viéronse ahi en gran rebate que fuese ahi su posada.
 
355     Tovieron la ribera tolosanos bien guardada;
Non dieron castellanos por eso todo nada;
Dando e rescebiendo mucha buena lanzada
Hobieron mucho aína el agua travesada.
 
356     Hobieron gran rebato en pasar aquel vado;
Hobo ahi de petavinos gran pueblo derribado;
Magüer non querían, venían a mal de su grado;
Dellos se afogaban, dellos salían a nado.
 
357     Abrió por medio del agua el Conde la carrera,
Hobieron tolosanos a dejar la ribera;
Ordenó las sus haces en medio de una glera,
Fuélos acometer de una estraña manera.
 
358     Cuando hobo el buen Conde el río atravesado,
Ferrió luego en ellos como venía irado;
Al que él alcanzaba mucho era de mal fado;
Iba dél a sus parientes aína mal mandado.
 
359     El Conde don Fernando, de corazón lozano,
Ferríe en pitavinos, e facíales gran daño;
Rompíales las guarniciones como si fuesen un paño,
Non les valía esfuerzo nin les valía engaño.
 
360     Acorríanle luego los sus buenos varones,
Ca tenía ahi muchos de buenos infanzones;
De un logar eran todos e de unos corazones;
Laceraban tolosanos, e laceraban gascones.
 
361     Pero como eran muchos, íbanlos acoitando;
Ya iba la fid de fiera guisa escalentando;
Ibase de hombres muertos la glera poblando;
Maltraíe a los afirmes el Conde don Fernando.
 
362     Andaba por las haces muy fiéramente irado;
Porque non los podía vencer, andaba muy cuitado;
Dijo: non puede ser, magüer pese al pecado,
Non pueden tolosanos fallarse bien deste mercado.
 
363     Metióse por las haces muy fuertemente espoleando,
La lanza sobre mano, el su pendón alzando;
�Dónde estás? el buen Conde ansi iba llamando,
Sal acá al campo, que cata aquí a don Fernando.
 
364     Antes que ellos ambos venieron a los ferridas,
Con las voces de don Fernando las gentes eran desmayidas,
Las gentes tolosanas todas fueron foídas.
 
365     Nunca ningunas gentes fueron tan mal fallidas,
Ca fueron en gran miedo e en mal precio metidas.
 
366     Fueron todos foídos por una gran montaña,
Fincóle al conde en campo muy poca compaña,
Nunca fué el conde tolosano en queja atamaña
Ca el Conde de Castilla le tenía fuerte saña.
 
367     El conde de Tolosa mucho fué espantado
Ca vió a don Fernando venir mucho irado;
Por no tener gente, que era desamparado,
Con sus armas guarnido salió luego al campado.
 
368     El Conde don Fernando, home sin crueldad,
Olvidó con la ira mesura e bondat;
Fué a ferrir al buen conde de ira y de voluntat,
No dudó de ferrirlo sin ninguna piedat.
 
369     El Conde castellano, un guerrero natural,
Ferió al tolosano de una ferida mortal;
Cuitado fué el gascón de la ferida muy mal,
Dijo a altas voces: Santa Maria señora, me val.
 
370     El conde deTolosa, ansí atan mal ferido,
Fué luego del caballo a tierra abatido;
Decir non pudo nada, ca fué luego transido;
Luego, cuando él fué muerto, su pueblo fué vencido.
 
371     Caballeros tolosanos muy a priesa fuyeron,
Pero los castellanos, trescientos ahi prendieron;
Muchos fueron los otros que estonces ahi morieron;
Estonces castellanos en gran prescio sobieron.
 
372     Ahi el Conde castellano orgulloso, de corazón lozano,
Oyéreles lo que fizo al conde tolosano:
Desguarnecióle el cuerpo él mismo con su mano,
Non le fizo menos honra que si fuera su hermano.
 
373     Cuando le hobo el Conde de todo despojado,
Levóle e vestióle de un jamete presciado;
Echóle en un escaño sotilmente labrado,
Hóbole en la batalla de Almozore ganado.
 
374     El Conde castellano con todo su consejo
Fízole un ataut, bién obrado e sobejo,
Guarnido ricamente de un paño bermejo,
De clavos bien dorados, que lucíen como espejo.
 
375     Mandó a sus vasallos de la presión sacar,
Mandóles que veniesen a su señor guardar,
A grandes e a chicos, a todos fizo jurar
Que dél non se partiesen fasta en su lugar.
 
376     Mortajaron el cuerpo, como costumbre era,
De unos paños presciados, ricos de gran manera;
Dióles qué despendiesen por toda la carrera,
Mandóles dar mil cirios, fechos de buena cera.
 
377     Cuando hobo el Conde el cuerpo mortajado,
El ataut fué preso, de clavos bien cerrado;
Sobre una acémila aína aparejado,
Mandó que lo levasen luego a su condado.
 
378     Tolosanos mezquinos, llorando su mal fado.
Sus caras afiladas, pueblo mal deshonrado,
Llevaron el cuerpo a Tolosa, cabeza del condado,
Fué como de primero el llanto renovado.


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- XVIII -

Campaña contra los moros

379                                             Dejemos tolosanos tristes e deshonrados,                     
Ya eran en Tolosa con su señor llegados;
Tornemos en el Conde de los fechos granados,
Cómo había oído otros malos mandados.
 
380     Que venía Almozorre con muy fuertes fonsados,
Que traian treinta mil vasallos lorigados;
Non serían los peones por ninguna guisa contados;
Estaban cerca Lara, en Muñó ayuntados.
 
381     Cuando fue Almozorre la otra vez vencido,
Con gran pesar que hobo a Marruecos fué ido;
Mandó por toda Africa andar el apellido,
E fué como a perdón todo el pueblo movido.
 
382     Turcos e alárabes, esas gentes ligeras,
Que son para en batallas unas gentes certeras,
Que traen arcos de nervios e ballestas cerberas,
De estos venien llenos senderos e carreras.
 
383     Veníen los almofares e los benimerinos,
Traíen en sus camellos sus fornos e molinos,
Veníen los moros todos, de Oriente vecinos,
De todos estos eran cobiertos los caminos.
 
384     Veníen ahi destas gentes sin cuento e sin tiento,
Non eran de un logar nin de un entendimiento,
Mas feos que Satán con todo su convento
Cuando sale del infierno sucio e carboniento.
 
385     Cuando fueron juntados, pasaron allende la mar,
Arribaron al puerto que dicen de Gibraltar,
Coidóse Almozorre del buen Conde vengar,
Por amor de acabarlo non se podía dar vagar.
 
386     Córdoba e Jaén con toda Andalucía,
Lorca e Cartagena con toda el Almería,
De muchas otras tierras, que nombrar yo non sabría,
Ayuntó Almozorre muy gran caballería.
 
387     Cuando fueron juntados comenzó a venir;
Bien coidó a España sin falla conquerir,
E quel Conde castellano non se le podría foir,
Que le farían en presión muerte mala morir.
 
388     E eran en Facinas ya la gente maldicta,
Todos los castellanos eran en Piedra fita;
El Conde, que la su alma de penas sea quita,
Fuése para San Pedro a esa su ermita.
 
389     Cuando fué a la ermita el Conde allegado,
Demandó por su monje, don Pelayo llamado;
Dijéronle por nuevas que era ya finado,
Ocho días había, e más no, que era soterrado.
 
390     Entró en la ermita con muy gran devoción,
Fincó los sus hinojos e fizo su oración,
De los ojos llorando fizo a Dios su petición:
Señor: tu me guarda de yerro e de ocasión.
 
391     Señor: por gran amor de fer a ti servicio
Paso yo mucho lacerío e dejo mucho vicio;
Con este cuerpo lacerado fágote sacrificio,
Con moros e con cristianos métorne en gran bollicio.
 
392     Los reyes de España con deshecho pavor
Olvidaron a Ti, que eres su señor;
Tornáronse vasallos del rey Almozor.
 
393     Cuando yo vi que ellos fueron en su tal error
E por miedo de la muerte ficiéronlo peor.
Nunca de su compaña después hobe sabor,
Por fer a Ti servicio non quise mas su amor.
 
394     Finqué yo entre todos sólo e desamparado;
Non hobe miedo de muerte nin quise aquel diablo;
Cuando ellos veyeron que era dellos apartado,
Luego fuí de todos ellos muy fuerte amenazado.
 
395     Llegaronme las cartas a Muñó ese día,
Veniéronme mensajeros cinco en aquel día
Como me amenazaban reyes del Andalucía,
Porque de los de España yo sólo me ercía.
 
396     Hobieron sus poderes sobre mi de ayuntar;
Unos veníen por tierra, otros veníen por mar;
Queríenme, si podiesen, deste siglo me sacar;
Quesísteme tu, Señor, valer e ayudar.
 
397     Vencílos e matélos, Señor, con tu poder,
Nunca fui yo contra ti, segúnt mi entender,
Téngome por pagado si te fice algún placer,
Bien tengo que non has por qué me falescer.
 
398     Por las tus Escrituras que dejó Isaías
Que a los tus vasallos nunca falescerías,
Señor, tu siervo soy con mis caballerías,
Non me partiré de Ti en todos los mis dias.
 
399     Mas he yo menester, Señor, la tu ayuda;
Señor: Sea por ti Castilla defenduda;
Toda tierra de Africa sobre mi es venuda;
Amparar non la podría, Señor, sin la tu ayuda.
 
400     Por fuerza nin por seso que yo podiese haber,
Non la podría por guisa ninguna defender;
Señor: dame esfuerzo, seso e poder,
Que pueda al rey Almozore o matar o vencer.
 
401     Teniendo su vigilia, con Dios se razonando,
Un sueño muy sabroso al Conde fué tomando;
Con sus armas guarnido así se fué acostando,
La carne adormida asi yace soñando.
 
402     Non podríe el Conde aun ser bien adormido,
El monje San Pelayo de suso le fué venido,
De paños como el sol todo venía vestido,
Nunca mas bella cosa viera home nascido.
 
403     Llamóle por su nombre al Conde don Fernando;
Díjole: �duermes o velas, cómo estás asi callando?
Despierta e vé tu via, ca te crece hoy gran bando;
Vete para el tu pueblo, que te está esperando.
 
404     El Criador te otorga cuanto pedido le has,
En los pueblos paganos gran mortandad farás,
De tus buenas compañas muchas ahi perderás,
Pero, con todo el daño, el campo le vencerás.
 
405     Aun te dice más el alto Criador:
Que tu eres su vasallo e él es tu señor,
Con los pueblos paganos lidiarás por el su amor,
Mándate que te vayas lidiar con Almozor.
 
406     Yo seré ahi contigo, que me lo ha otorgado,
Ahi será el apostol, Santiago llamado,
Enviar ha don Cristo valer a su criado,
Será con tal ayuda Almozorre embargado.
 
407     Otros vernán ahi muchos, como en visión,
En blancas armaduras: ángeles de Dios son:
Traerá cada uno la cruz en su pendón;
Los moros cuando los veyeren perderán el corazón.
 
408     Amigo: dicho te he lo que a mi mandaron,
Vóime para aquellos que me acá enviaron;
Dos ángeles fermosos de tierra lo alzaron,
Faciendo grande alegría al cielo lo llevaron.
 
409     Despertó don Fernando con desecho pavor.
 
410     �Qué puede ser aquesto? Válame el Criador,
Pecado es que me quiere echar en algún error:
Jesucristo: yo tuyo soy; guárdame tú, Señor.
 
411     Estando en el sueño, que soñara, pensando,
Oyó una gran voz que le estaba llamando:
Lieva dende, ve tu via el Conde don Fernando,
Almozorre te espera con el su fuerte bando.
 
412     Non tardes, ve tu via; sinon tuerto me faces;
�Porqué tanto me tardas? En gran culpa me yaces;
Non le des ninguna tregua, nin fagas con él paces;
Todo el tu pueblo facerlo has tres faces.
 
413     Tu entra con los menos de parte de Oriente,
Entrante de la lid verme has visiblemente;
Manda entrar la otra faz de parte de Occidente,
Será Santiago ahi, esto sin fallimiente.
 
414     Entre la otra tercera de parte de Aquilón;
Venceremos, si esto tu faces, a este bravo león,
Farás tu, si esto faces, a guisa de Sansón,
Cuando con las sus manos lidió con el bestión.
 
415     Non quiero más decirte, por ende lieva tu via;
Durará la batalla fasta tercero dia.
�Quieres saber quien trae esta mensajeria?
Millán soy por nombre; Jesucristo me envía.


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- XIX -

La batalla de Hacinas

416                                             Cuando hobo don Fernando todo esto oido,                     
El varón don Millán a los cielos fué ido;
Fué luego de la ermita el buen Conde espedido,
Tornóse a Piedrafita, donde él fuera salido.
 
417     Cuando llegó el Conde a su buena compaña,
Fabláronle sus vasallos todos con fuerte saña;
Maltraíanle tanto, que era por gran fazaña.
 
418     Como estaban malincónicos e con gran despecho
De chicos e de grandes, de todos fué maltrecho;
Faces, dijeron al Conde, sin ninguna guisa mal fecho;
Si algún yerro grande tomamos, será muy gran derecho.
 
419     Así como ladrón andas, de estos que andan a furtar,
Asi sólo señero te amas a apartar;
Cuando nosotros te buscamos, non te podemos fallar,
Habremos solo por aquesto algún grande yerro tomar.
 
420     Porque tanto te sofrimos, por ende somos peores;
Pedímoste por merced que non nos fagas traidores,
Ca non lo fueron nunca nuestros antecesores,
Nin hobo en el mundo más leales señores.
 
421     Cuando a toda su guisa le hobieron maltraido,
Díjoles don Fernando: por Dios, sea oído;
De cuanto que yo fice non soy arrepentido,
Non me debedes tener ansina por tan fallido.
 
422     Fui yo a la ermita por mio amigo ver,
Por haber yo e él ambos a dos placer;
Cuando fui allá llegado dernandé dél saber,
Dijéronme por nuevas que era en ajeno poder.
 
423     Sope yo cómo era mi amigo finado,
Mostráronme el logar donde yacíe soterrado;
Rogué a Jesucristo que si él fizo algún pecado
Por la su gran mesura que le sea perdonado.
 
424     Entrante de la puerta alli fice mi oración
Atal cual Dios me dió seso e me metió en corazón;
Vino a mi el monje como en visión,
Despierta, dijo, amigo, que hora es e sazón.
 
425     Díjomelo en sueños e non lo quise creer;
Desperté e non pude ninguna cosa ver;
Oí una gran voz del cielo descender,
Voz era de los santos, según mi entender.
 
426     Esta es la razón que la voz me decía:
Conde Fernán González, liévate e ve tu vía,
Todo el poder del Africa e de la Andalucía
Vencerlo has en el campo deste tercero dia.
 
427     Díjorne que mal facía por tanto que tardaba
A aquel rey de los reyes, por cuyo amor lidiaba;
Que fuese e que non tardase contra la gente pagana,
Que �porqué habia miedo pues que él me ayudaba?
 
428     Otras cosas me dijo que me quiero callar,
Que sería gran alonganza de todo lo contar;
Mas haberlo hedes todo aína de probar,
Fasta que lo probedes habermelo he de callar.
 
429     En aquella ermita fui yo bien aconsejado
Del monje fray Pelayo, siervo de Dios amado,
Que por el su consejo Almozorre fué arrancado;
Fuile a buscar agora e falléle soterrado.
 
430     Basta que lo sepades, como yo lo fuy a saber,
Por ende non me debedes por fallido tener;
Aguardar vos quería a todo mi poder,
E por mengua de mi en yerro non caer.
 
431     De Dios e de los homes menester nos ha consejo,
Sinon los afincamos, fernos han mal trebejo.
 
432     Traíe el rey Alejandre muy gran pueblo sobejo,
Eso mismo el rey Almozorre fuerte pueblo morejo,
Mas nunca en la su vida ayuntó tal consejo.
 
433     Mil hay para uno, esto bien lo sabemos;
Dicho es que ha menester que qué consejo tomemos,
Magüer fuir queramos facerlo non podemos;
Asi como los peces enredados, ansi yacemos.
 
434     Aragón e Navarra e todos los pitavinos
Si en queja nos vieren non nos serán padrinos,
Non nos darían salida por ningunos caminos,
Mal nos quieren de muerte todos nuestros vecinos.
 
435     Si nos por mal pecado fuéremos arrancados,
Los nuestros enemigos serán de nos vengados;
Seremos nos cativos, fambrientos e lacerados,
Serán los nuestros fijos de moros antenados.
 
436     Los fijos e las fijas, que nos tanto queremos,
Verlos hemos llevar cativos, valer non los podremos;
Do nos mandaren ir, por fuerza allá iremos,
A nuestros fijos e fijas jamás nunca los veremos.
 
437     Es desamparado de todo bien el cabtivo,
Mas dice muchas veces que non querria ser vivo;
Dice: Señor del mundo �porqué me eres esquivo,
Que me faces vivir lacerado e mestivo?
 
438     Ligera cosa es la muerte de pasar,
Muerte de cada dia muy mala es de endurar;
Sofrir tanto lacerio e ver tanto pesar,
Ver los sus enemigos lo suyo heredar.
 
439     Contesce eso mismo con la gente renegada:
Heredan nuestra tierra e tiénenla forzada;
Mas mudarse ha la rueda que está trastornada,
Serán ellos vencidos; la fé de Cristo honrada.
 
440     Non es dicha fortuna por ser siempre en un estado,
De uno ser siempre rico e otro ser menguado;
Cambia estas dos cosas la fortuna priado:
Al pobre face rico e al rico menguado.
 
441     Quiere facer las cosas asi el Criador,
De dar e de quitar él es el facedor;
Por entender que él es sobre todos el mejor,
El que suele ser vencido será el vencedor.
 
442     A tal Señor como aqueste debemos nos rogar
Por la su gran mesura nos quiera ayudar;
Que en él nos está todo, caer e levantar,
Ca sin él non podemos ninguna cosa acabar.
 
443     Amigos: lo que digo bien entender debedes,
Si fuéremos vencidos �qué consejo tomaredes?
Moriredes como malos, la tierra perderedes;
Si esta vez caedes, nunca vos levantaredes.
 
444     De mi mismo vos digo lo que coido yo facer:
Nin preso nin cabtivo non me dejaré ser
Magüer ellos a vida me quieran prender:
Matarme he yo antes que nunca ser en su poder.
 
445     Todo aquel que de vosotros a prisión se les diere
E con miedo de la muerte del campo saliere,
Quede por alevoso el que tal fecho ficiere;
Con Judas en el infierno yagua cuando moriere.
 
446     Cuando esto oyó el su pueblo cruzado,
Todos por una boca fablaron muy priado:
Señor: lo que tu dices sea a nos otorgado,
El que fuyere de nos yagua con Judas abrazado.
 
447     E cuando hobo el Conde dichas estas razones,
Antes teníen todos endurecidos los corazones,
Fueron todos confortados, caballeros e peones,
Mandó cómo ficiesen esos grandes varones.


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- XX -

Descripción de la batalla

448                                             Mandó que fuesen prestos otro dia mañana                     
Que fuesen puestas las haces en medio de la plana,
Todos fuesen armados a primera campana,
Darían lid campal a aquella gente pagana.
 
449     A don Gustio González, el que de Salas era,
A él e a sus fijos dióles la delantera,
Ca por miedo de muerte non dejarían la carrera;
Con ellos iba don Velasco, que era de esa ribera.
 
450     Entró Gonzalo Díaz en esa misma haz,
Era en los concejos muy bueno de toda paz,
Era para en faciendas crudo como agraz,
Quienquier lo demandase, fallar lo hie de faz.
 
451     Dos sobrinos del Conde, valientes e ligeros,
Ficiéralos el Conde estonces caballeros,
Debieran ser contados estos en los primeros,
Fueron estos llamados los lobos carniceros.
 
452     Los que Gustio Gonzalez habia de acabdillar,
Doscientos fueron estos caballeros de prestar;
Estos mandó el Conde por una parte entrar,
De cuáles ellos fueron nos podrían mejorar.
 
453     Dióles seis mil peones para la delantera,
Homes de la montaña, gente fuerte e ligera;
Si bien guisados fuesen como menester les era,
Por tres tantos de moros non dejarien la carrera.
 
454     Dejemos esta faz toda bien preparada,
Non podrie el cabdillo mejorarse por nada,
Serie por nula fuerza aduro quebrantada,
Ya era en todo esto la otra haz aguisada.
 
455     Fué dado por cabdillo don Lope el Vizcaino,
Bien rico de manzanas, pobre de pan e de vino.
 
456     Con él fueron contados fijos de don Laíno,
E otro de la montaña que dicien don Martino,
 
457     Había ahi de burgoñeses, otrosí de treviñanos,
Caballeros bien ligeros e de corazón lozanos;
De Castilla la Vieja hobo ahi buenos castellanos,
Que muchos buenos fechos ficieron ahi por sus manos.
 
458     Venien ahi de Castro unas buenas compañas;
Venien ahi con ellos otros de las montañas;
Fueron ahi estorianos, gentes muy bien aguisadas,
Muy buenas gentes de armas e complidas de mañas.
 
459     Veníen ahi estos caberos en la haz mediana,
Estos eran docientos de la flor castellana;
Todos fueron en campo otro día mañana,
Esa fué para moros una negrua semana.
 
460     Dióles seis mil peones con que los combatiesen,
Peones con peones en uno los partiesen;
Que cuando los peones carrera les abriesen,
Entrarían los caballeros mejor por do podiesen.
 
461     El Conde don Fernando, de los fechos granados,
Hobo veinte escuderos en ese día armados;
Estos con el buen Conde en haz fueron entrados,
Por todos fueron cincuenta e non más contados.
 
462     Rui Cabia e Nuño, de los de alfoz de Lara,
Venían ahi los serranos, gentes quél poblara
En una sierra fuerte quél del moro ganara;
Venían ahi los Velascos, que ese día armara.
 
463     Venían ahi tres mil peones, todos de buena gente
Que por miedo de muerte non farían fallimiente;
Magüer que fuesen buscados en partes de Oriente,
Non fallarían mejores fasta en Occidente.
 
464     Consejóles a todos de cuál guisa ficiesen
Si el día primero vencer non los podiesen;
Que se tornasen afuera cuando el cuerno oyesen,
A la seña del Conde todos se acogiesen.
 
465     Cuando hobo el buen Conde su cosa aguisada,
Sus faces bien paradas, su gente ordenada,
Sabie bien cada uno su certera entrada,
Tornaron a sus tiendas, cada uno a su posada.
 
466     Cenaron e folgaron esa gente cruzada,
Todos a Dios rogaron con voluntad pagada
Que allí les ayudase la su virtud sagrada.
 
467     Vieron aquella noche una muy fiera cosa;
Venía por el aire una sierpe rabiosa
Dando muy fuertes gritos la fantasma astrosa,
Toda venía sangrienta, bermeja así como rosa.
 
468     Facía ella semblante que ferida venía,
Semejaba en los gritos que el cielo se partía,
Alumbraba las vestes el fuego que vertía,
Todos hobieron gran miedo que quemar los venía.
 
469     Non hobo ende ninguno que fuese tan esforzado
Que gran miedo non hobo e non fuese espantado;
Cayeron muchos homes en tierra del espanto,
Hobieron muy gran miedo todo el pueblo cruzado.
 
470     Despertaron al Conde, que era ya dormido,
Ante quél veniese el culebro era ido;
Falló todo el su pueblo como desmaído,
Demandó del culebro cómo fuera venido.
 
471     Dijéronselo todo, de cual guisa viniera
Como cosa ferida, que muy grandes gritos diera,
Vuelta venía en fuego aquella bestia fiera,
Porque se maravillaran cómo la tierra non la encendiera.
 
472     Cuando se lo contaron así como lo vieron
Entendió bien el Conde qué gran miedo hobieron;
En esta atal figura que diablos la ficieron
A los pueblos cruzados revolverlos quisieron.
 
473     A los moros tenían que los venía a ayudar,
Coidaban sin duda a los cristianos espantar;
Por tal que los cruzados se hobieran a tornar
Que quisiera en la hueste algún fuego echar.
 
474     Mandó a sus varones el buen Conde llamar;
Cuando fueron juntados mandólos escuchar:
Que él les diría qué quería la serpiente demostrar,
Luego de los estrelleros comenzó de fablar.
 
475     Los moros, bien sabedes, que se guían por estrellas,
Non se guían por Dios, que se guían por ellas;
Otro Criador nuevo han fecho ellos dellas;
Dicen que por ellas ven muchas de maravellas.
 
476     Hay aun otros que saben muchos encantamentos
E facen muy malos gestos con sus esperamentos
De revolver las nubes e de revolver los vientos;
Muéstrales el diablo estos entendimientos.
 
477     Ayuntan los diablos con sus conjuramentos;
Allégasen con ellos e facen sus conventos;
Dicen de los pasados todos sus fallimientos,
Todos facen consejo los falsos carbonientos.
 
478     Algún moro astroso, que sabe encantar,
Fizo aquel diablo en sierpe figurar;
Por temor que podiese a vosotros espantar
Con este tal engaño coidáronse nos tornar.
 
479     Como sodes sesudos, bien podedes saber
Que non han ellos poder de mal a nos facer,
Que quitóles Jesucristo el su fuerte poder;
Véades que son locos los que lo quieren creer,
 
480     Que es de El de todo el mundo en uno el poder,
Que a El solo debemos todos obedecer,
Con El es poderoso de dar e de toller,
A tal Señor como aqueste debemos nos de temer.
 
481     Quén este Señor deja e en la bestia fía
Tengo que es caído a Dios en gran ira;
Anda en fallimiento la su alma mezquina;
Cuantos que ansina andan, el diablo los guía.
 
482     Tornemos en lo ál en que agora estamos;
Trabajado habemos, menester es que durmarnos;
Con ellos en el campo eras mañana seamos,
Todos en su logar así como mandamos.
 
483     Fueron a sus posadas, se echaron a dormir;
Comenzaron las alas los gallos a ferir;
Levantáronse todos, misa fueron a oír,
Confesarse a Dios, sus pecados descobrir.
 
484     Todos, grandes e chicos, su oración ficieron,
Del mal que habían fecho todos se arrepintieron;
La hostia consagrada todos la rescibieron,
Todos de corazón a Dios merced pedieron.
 
485     Era en todo esto el día allegado,
Entraron en sus armas todo el pueblo cruzado;
Las faces fueron puestas como les fue mandado,
Bien sabe cada uno su logar señalado.
 
486     Fueron todas las gentes en un punto guarnidas,
Movieron para ellos todos por sus partidas,
Las haces fueron puestas, mezcladas las ferridas,
Hobo ahi de cada parte muchas gentes caídas.
 
487     El Conde don Fernando, este leal cabdillo,
Parescía entre todos un fermoso castillo;
Había en la faz primera abierto un gran portillo,
Tenía en el escudo fincado mucho cuadrillo.
 
488     Rompía todas las haces que fronteras estaban;
A la parte quél iba todos carrera le daban;
Los golpes que facía bien a lejos sonaban,
 
489     Andaba por las haces como león fambriento,
De vencer o morir tenía fuerte taliento;
Dejaba por do iba todo el campo sangriento,
Daba ahi muchas ánimas al bestión mascariento.
 
490     Un rey de los de Africa era ahi de fuerza grande,
Entre todos los otros semejaba un gigante,
Que al Conde buscaba, e así facía el Conde al semejante,
Et luego cuando vió al Conde fuésele parar delante.
 
491     El Conde, cuando lo vió tan irado venir,
Aguizó el caballo e fuélo a rescebir;
Abajaron las lanzas e fuéronse a ferir,
Que debiéran tales golpes una torre partir.
 
492     Entre amos uno a otro fueron mucho embargados,
Fueron muy mal feridos e estaban embazados;
Fablar non se podían, tanto eran mal golpeados,
Eran de fuertes golpes ambos a dos llagados.
 
493     El Conde don Fernando, magüer que malferido,
En antes que el rey entró en todo su sentido;
Del Conde fué el rey otra vez malferido;
Fué luego del caballo a tierra abatido.
 
494     Los vasallos del moro, cuando aquesto vieron,
Cercaron al buen Conde, muy gran priesa le dieron:
Esa hora castellanos en balde non estuvieron,
Dando grandes ferridas, a su señor acorrieron.
 
495     El Conde castellano, con sus gentes dudadas,
Fueron aquestas horas fuertemente esforzadas;
El caballo del Conde traía grandes lanzadas.
Venía fasta los pies las entrañas colgadas.
 
496     Hobo el su buen caballo al Conde de morir,
A mayor fuerte sazón non le pudiera falescir,
Ca non podía tornarse nin podia foir,
Las coítas que sofría non las podría home decir.
 
497     Estaba apeado, en derredor la su buena mesnada,
Escudo contra pechos, en la mano su espada;
Válame, dijo, Cristo, la tu virtud sagrada,
Non quede hoy Castilla de Ti desamparada.
 
498     Los moros eran muchos; teníenlo bien cercado;
Magüer que el buen Conde estaba apeado
Fería a todas partes a guisa de esforzado;
Los sus buenos vasallos valiéronlo priado.
 
499     Diéronle un caballo, cuál el menester había;
Daba gracias a Dios e facía grande alegría;
Señor, merced tamaña gradecer non te podría,
Que tan bien acorriste a la gran coíta mía.
 
500     Dejémosnos el Conde, mejor de otras lides,
Faciendo lo queface el lobo en las grueyes.
 
501     Don Gustio González, que el otra faz guiaba,
Corría mucha sangue por do él aguijaba,
Iban grandes arroyos como fuente que manaba,
Facía gran mortandat en aquesta gente braba.
 
502     Los moros en todo esto en balde non yacían;
En los homes de pie gran mortandat facían;
Sábet que de ambas las partes muchos homes caían;
A los golpes que daban las sierras reteñían.
 
503     Don Diego Lainez, con ambos sus hermanos,
Ferría del otra parte con otros castellanos;
Facía gran mortandat en los pueblos paganos,
Todos caían de vuelta, los moros e los cristianos.
 
504     Estudo la facienda en peso todo el día,
Sobre ganar el campo era grande la porfía;
Teníese por bien andante el que mejor fería,
Sobre todos el Conde llevaba la mejoría,
Ca el que de sus manos escapaba teníase por nascido ese día.
 
505     Feríalos don Fernando de toda voluntad,
En los pueblos paganos facía gran mortandad;
Válasme, dijo, Cristo, padre de piedad,
Sea hoy ensalzada por ti la cristiandad.
 
506     Tenía llenos de polvo la boca e los dientes,
Que apenas podía fablar por confortar sus gentes
Diciendo: hoy sed buenos vasallos e parientes,
Los buenos en tal día débedes parar mientes.
 
507     Decía: ferid de recio, mis leales amigos;
Habedes muchos tuertos de Almozorre recebidos;
Para vengarnos dél sed bien mente metidos,
Membradvos que por eso somos aquí venidos.
 
508     El sol era ya puesto, quería anochecer;
Nin moros nin cristianos non se podían vencer;
Mandó luego el Conde su cuerno tañer;
Hobiéronse todos a la seña de acojer.
 
509     Los pueblos castellanos e las gentes cruzadas
Sacaron a los moros fueras de sus posadas;
El Conde don Fernando con todas sus mesnadas
Fueron aquella noche todas bien albergadas.
 
510     El Conde e sus gentes las posadas tomaron,
Hobieron tal albergue cual a Dios demandaron,
Cuanto menester hobieron todo ahi lo fallaron,
Con sus armas guarnidos toda la noche velaron.
 
511     En el día primero muy gran daño tomaron.
Sean en paraíso cuantos ahi finaron.
 
512     Otro día mañana, los pueblos descreídos
Todos estaban en el campo con sus armas guarnidos,
Dando muy grandes voces e grandes apellidos,
Los montes e valles semejaban movidos.
 
513     El Conde don Fernando con su gente lozana
Todos oyeron misa otro día mañana;
Fueron todos en el campo a primera campana,
Paráronse las haces en medio de la plana.
 
514     Comenzaron el pleito a do lo habían dejado
Llamando Santiago, el apóstol honrrado;
Las faces fueron vueltas, el torneo mezclado,
Bien habían castellanos aquel menester usado.
 
515     Orbita, el su alférez, el que traía la seña,
Non sofría más golpes que si fuese él una peña;
Nunca mejor la tovo el buen terrín de Ardeña,
Dios perdone la su alma, quél yace en Cerdeña.
 
516     El Conde don Fernando, corazón sin flaqueza,
Señor de enseñamiento, cimiento de nobleza,
Fería en los paganos sin ninguna pereza,
Estonces dijo: Caballeros, afán hay en pobreza.
 
517     El Conde don Fernando, más bravo que serpiente,
Había la gran fuerza en el cuer caliente;
Mataba e fería en la mala semiente,
Facía gran mortandat en el pueblo descreyente,
 
518     Dejémos nos al Conde en priesa estar,
Nunca nasció home de armas que le podiese mejorar;
Digamos de los otros, non habían más vagar,
Ca ahi les iba todo, caer o levantar.
 
519     Los unos e los otros de recio se combatieron,
Sépades que de ambas las partes muchos homes morieron;
La noche fué venida, de allí se hercieron;
Nada non acabaron por lo que ahi venieron.
 
520     Tornáronse a las tiendas fambrientos e lacerados;
Llevaron fuerte día; estaban muy cansados;
Habían ahi muchos homes feridos e matados;
Cenaron e dormieron toda la noche armados.
 
521     El Conde don Fernando, de facienda granada,
Mandó a primera noche llamar a su mesnada;
Luego fué a poca de hora toda con él juntada,
Pasaron por oírle aquella gente lacerada.
 
522     Amigos, dijo el Conde, por Dios que esforcedes,
Por el muy mal lacerio que non vos desmayedes.
Fasta hora de nona grande ocorro habredes
..............el campo vos venceredes.
 
523     Todos de corazón eran para lidiar;
Nin lanzas nin espadas non habían vagar;
Reteñíen los yelmos, las espadas quebrar;
Feríen en los capillos, las lorigas falsar.
 
524    Los chicos e los grandes, todos a él mientes paraban;
Como ángel de Dios todos a él aguardaban;
Cuando oíen: Castilla: todos se esforzaban;
Todos en su palabra grand esfuerzo tomaban.
 
525     Don Gustio González era leal cabdillo.
Había en los primeros abierto un gran portillo;
Un rey de los de Africa, valiente caballero,
Ferrióle de una espada por medio del capiello.
 
526     El capiello e el almofar e la cofia de armar,
Hóbolo la espada ligera de cortar;
Hobo fasta los ojos la espada de pasar,
De aqueste golpe hobo don Gustio a finar.
 
527     Allí do él murió non yace el señero,
Un sobrino del Conde, que era su compañero;
Matóse con un moro que era buen caballero,
Non había ahi de moros más extraño bracero.
 
528     Otros muchos cristianos por ende ahi morieron,
Ellos en todo esto en balde non estovieron,
En los pueblos paganos gran mortandat ficieron,
Fablarán dello siempre todos cuantos lo oyeron.
.
529     Al Conde don Fernando llegaron los mandados
Como eran de los otros los mejores finados;
Los cristianos estaban tristes, deserrados;
Si los non acorrían, que eran desbaratados.
 
530     Cuando lo oyó el Conde por ende fué muy aquejado,
Aguijó el caballo e acorrióles priado;
Falló de mala guisa revuelto el mercado,
Presos fueran e muertos si non fuera llegado.
 
531     Ferrió luego el Conde en los pueblos paganos;
De lo quél alcanzaba pocos iban dél sanos;
Dicie: Yo soy el Conde, esforzad, castellanos,
Feridlos bien de recio, amigos e hermanos.
 
532     Los cristianos lacerados, cuando aquesto vieron.
Aunque eran mal andantes, todo el miedo perdieron;
Todos con su señor grand esfuerzo cogieron;
En las faces paganas muy de recio ferieron.
 
533     El Conde castellano, de corazón cumplido,
Dicie: Ferit, caballeros, que hoy habéis vencido,
Non sé donde falle pan quien hoy fuere retraído,
Mucho le valdría más que nunca fuese nascido.
 
534     Non es home en el mundo que al Conde oyese
Que en ninguna manera ser malo podiese;
Nunca podrie ser malo el que con él se viese;
Mejor debrie ser que otro el que con él visquiese.
 
535     El que a don Gustio González esas horas matara,
Del Conde si podiera de grado se desviara;
Si lo guisar podiera mejor ahi lo baratara;
El señor de Castilla fuesle a parar de cara.
 
536     El gran rey africano oyéralo decir,
Que ningún home al Conde non se le podía guarir:
Por tanto, si él podiera, quisiéralo foir;
Non le dió vagar el Conde, e fuélo a ferir.
 
537     Firióle luego el Conde e partióle el escudo;
Rompióle las guarniciones con fierro mucho agudo;
El rey moro de muerte amparar non se pudo,
Fué de caballo ayuso a tierra abatido.
 
538     Fueron los africanos desto mucho pesantes,
Ca eran del buen Conde todos muy mal andantes;
Ferrieron sobre el Conde más de mil cabalgantes,
El torneo fué vuelto más firme que non de antes.
 
539     Murieron bien cuarenta de parte de Castilla,
Salía mucho caballo vacío con su silla.
Habíe de sus vasallos el Conde gran mancilla,
Coidó sin duda que se perdiera Castilla.
 
540     Era en fuerte cuíta el Conde don Fernando,
Iba, si se le firiese, su muerte aguisando;
Alzó al cielo los ojos, al Criador rogando,
Como si estoviese con él ansi le está llamando.
 
540     Señor, pues es el Conde de ti desamparado,
Que por alguna culpa eres de él despagado,
Rescibe tú, Señor, en guarda este condado,
Si non, será aína por suelo astragado.
 
540b     Pero yo non moriré así desamparado,
Antes habrán de mí los moros mal mercado,
Toda cosa fará antes este cuerpo lacerado,
Que cuanto el mundo dure siempre será contado.
 
541     Pues non soy venturoso desta lid arrancar,
Quier que escape a vida, yo non quiero escapar,
Nin nunca veré más coíta nin más pesar,
Meterme he en logar donde me hayan de matar.
 
542     Castilla quebrantada quedará sin señor,
Iré yo con esta rabia mezquino pecador.
Seré en cabtiverio del moro Almozor;
Por non ver aquel día la muerte es mejor.
 
545     Señor: �por qué nos tienes a todos fuerte saña?
Por los nuestros pecados non destruyas a España;
Perderse ella por nos semejaría fazaña
Que de buenos cristianos non habria calaña.
 
546     Padre, Señor del mundo, Padre vero Jesucriste,
De lo que me dijeron, nada non me compliste,
Que me acorrerías, comigo lo posiste;
Yo non te falesciendo �porque tu me falesciste?
 
547     Si atanta de gracia me quisieses tu dar,
Que yo a Almanzore me pudiese allegar,
Non creo yo que a vida me pudiese escapar,
Yo mismo cuidaría la mi muerte vengar.
 
548     Todos los mis vasallos, que aqui son finados,
Serían por su señor este dia vengados;
Todos en paraiso conmigo ayuntados;
Faria muy grande honra el Conde a sus vasallos.
 
549     Querellándose a Dios el Conde don Fernando,
Los finojos fincados, al Criador rogando
Oyó una grande voz que le estaba llamando;
Ferrando de Castilla: hoy te cresce muy grand bando.
 
550     Alzó suso los ojos por ver quien le llamaba;
Vió al santo apóstol que de suso le estaba,
De caballeros con él gran compaña llevaba,
Todos, armas cruzadas, como a él se semejaban.
 
551     Fueron contra los moros las haces bién paradas,
Nunca vió home nado gentes tan esforzadas;
El moro Almanzorre con todas sus mesnadas,
Con ellos fueron luego fuertemente embargadas.
 
552     Veien de una señal tantos pueblos armados,
Hobieron muy grand miedo, fueron mal espantados;
De cual parte venían eran maravillados;
Lo que más les pesaba que eran todos cruzados.
 
553     Dijo el rey Almanzorre: esto non puede ser;
�Donde le recreció al Conde atan fuerte poder?
Cuidaba yo hoy sin duda de le matar o prender,
Ca agora con estas gentes él ha a nos acometer.
 
554     Los cristianos mezquinos, que estaban ya cansados,
De fincar con las ánimas eran desafincados,
Fueron con el apostol muy fuerte confortados,
Nunca fueron en una hora tan fuerte esforzados.
 
555     Acrecentóles esfuerzo, todo el miedo perdieron,
En los pueblos paganos gran mortandad ficieron;
Los poderes de Africa sofrir non los pudieron,
Tornaron las espaldas, del campo se movieron.

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