Adiós no es vigilar tiempos y aduanas, Ahora me doy cuenta Al aire está acechando la codicia Alguna vez, recuerdo, tuviste varios rostros, Allí estás sobre el muro de cemento, Ámense ahora Amigo a quien me unen Antes de conocerte Apareció una flor sobre la alfombra, Apenas soy Ester, Apenas soy la gleba roturada Así es mejor, Aún estás a mi lado. Conversamos. Aunque sé que el mejor canto está en la página en blanco, Ayer vi a una mujer descalza, por la calle, Ayer, último día del verano, Brindo por las oscuras sentencias de los días Buscabas un lugar para nacer. Busco en tus calles obstinadamente Cada año olvido algo Cada vez que me voy, Calle marina y sola, Caminaba tu sombra Camino pisando los charcos de la lluvia Cantabas a las cosas Casa, Celebro esto que veo todavía. Chofer, Cinco de enero del cuarentaitantos, Cómo no ser feliz en estas horas, Como venida de un verano ajeno, Corazón, Corriste como un loco. Era la vida, Crecer es irse lejos, Cuando era chica Cuando juegan los duendes de la siesta Cuando miré al espejo Cuando muera esta mano Cuando te nombro Cuando tenés las manos sucias de ansiedades Cuando una vez por año aparecen los ritos Cuando vamos al puerto Cuando yo era chica Deja esa puerta abierta para que entren los nadies, Desde el fondo del tiempo veo el número clave Desde entonces Desde qué momento me miraste de frente Después de cada huida Dónde estaba la gente distraída Dónde estabas Duermen las alas en tus sequedales. El brazo más allá, El camino fue largo. El mármol y la cal de qué montaña, El musgo se abre una ascensión de sombras El silencio que ensayaban a coro El sol no ha alumbrado piadoso este día... El tema es una casa El tiempo balbuceaba sus jóvenes palabras En el mar que anidaba nuestros sueños, En este instante En qué orillas del río, En tu rostro detenido En Viamonte y Riobamba, galanía Eres ausencia ya. Sólo te nombra Eres la voz del canto Es como arrodillarme ante el misterio Es estío. La tarde se ha nublado Es inútil que quieran sorprenderme Es inútil. Ya estás. Es la espalda del hombre que no fue. Es tarde y primavera. Es un candelabro Está abriendo caminos hacia arriba Estás allí otra vez. Estoy del otro lado de la línea. Estoy enferma de ciudad. Estoy henchida y densa como un piélago oleoso Estoy plena de ti -tú me rebasas- Existe el desterrado y existe la costumbre Fue una caricia el sol. Es primavera. Gira, moreno, Ha sido largo el sueño. Has llegado a la iglesia en Nochebuena, Hasta el aire era extraño. Ya no quedaba nada. Hay cuadros en los muros de la jaula Hay días Hay un tarro de basura Hoy ando por los caminos Hoy descubro esta piel límite; Hoy es sábado otra vez Hoy la pude observar entre las hojas Hoy lo encontré, escondido, Hoy me entrego. Hoy me veo tatuada en los recuerdos Hoy miré el almanaque Hoy no amo ni sueño ni presiento, Hoy vuelvo a estar como antes, Hubo un país de cunas y presagios Innumerables sendas me llevaron Instante de cadenas La cifra señalaba la huida de Teseo, La criatura ha negado tu mensaje La extravié, La herrería, el cura, la farmacia, La memoria es la cándida enemiga La muerte no es aciaga ni es el final de todo; La muerte no es la muerte que se lleva la vida, La semana que viene La vejez al acecho, sin moverse Las canciones del pasado Las luces de los buques anclados en la rada Las magas herraduras del recelo Letras en rojo, en verde, en esqueleto, Llegaste en la balandra de un prodigio Llegó a mi mano la serena glosa Llegué tarde a la fiesta. Lo que llevo en mi centro y que palpita Los cuerpos eran como dos lámparas Los diarios se ocuparon sólo un día Madre, Madre, yo quiero que en la mesa fantasma me presentes Mañana Marinero, marinero Más allá de este tiempo Me acecha el jardinero Me dicen anormal Me dijiste: «Son bellos los recuerdos Me duele el sentimiento fugitivo, Me estoy olvidando de los nombres. Me faltaron silencios y juguetes Me han crecido las uñas, el cabello Me hundo en la ceremonia del regreso, Me voy de mí Me voy de mí hacia ninguna parte, Mi contorno es el único sudario de la tarde. Mi deseo de hoy es más profundo Mi ventana es el marco Miras la tierra empecinadamente, Mis canas no son mías, Nada de lo que sirve, a mí me sirve. Nada es igual a vivir. Naufraga la mañana No existirá otra vida para amarnos No hay un resquicio, madre, en el tiempo, para amarte No me va el papel de anciana No me vigiles más, Dueño de Casa, No querías saber nada No quieras descifrarme; No sé el tiempo preciso que cabrá mi existencia No soy protagonista de mi tiempo, No te pude decir que la realidad No tengo qué decir. Noche y escoria fue tu descendencia, Nos han dado un salario de minutos cobardes Oías distraído las canciones de enero. Otra vez el ritual Palomas sublimadas de casquijo y de plomo, Para que no mueran las palabras yo no quiero la muerte. Para qué si ya todo se ha comprado Para quererme queriendo Parecía tan lejano nuestro encuentro Pasabas por la esquina del asombro, Pase el siguiente Pero después del crimen Pobre Judas, destino lacerado, Podría ser una fuente exhausta desde hace mucho tiempo, Pongo las manos sobre una lámpara labrada Por este panorama de milagro Porque es él la mitad de lo que he sido Porque es la cara y ceca de la vida Porque te veo sentado en el sitio preciso Puedes amar y ser muy desdichado Puedo escuchar el frío Puedo volar y me remonto Qué cuadro de Picasso que es la vida. Qué importa que la muerte me espere en una esquina Qué lástima alcanzarte, Que no vea en la calle un perro vagabundo, Quedan las voces huérfanas Quedó atrás Quién me deshace, Quién se llevó la sombra que los arces Quiero domesticarte y para eso Quiero que me recuerdes cosas Quiero saber qué hacer, Quiero volar y el aire me detiene. Quizás haya algún dueño -tú lo aguardas, Recuerdo y no sé a quién. Se detiene extrañado el universo Se eclipsan las palabras, Se ha trizado la pausa pueblerina Se hunde la existencia en sus arcanos, Se le ve el corazón al árbol centenario. Se me cae mi piel de calendario, Se me traba el impulso y dice basta, Se pusieron los hábitos de hombres Sentada en la vereda del verano Sentí la angustia como un ala viva Si cruzaras los campos siderales Si hay un llanto por mí Si pudiera crearme nuevamente, Siempre camino al borde del barranco. Siente el verde la pena de ser puro Sobre el mantel dispuesto Sola, a caballo y desde lejos Sonreías en el patio de las tardes felices Sorprendí a las barrancas Soy dos hombres. Soy dueña de un dolor que desconozco. Soy dueña del minuto y de la aurora, Soy Judas, el traidor, Soy tierra, tengo sed, Soy una mano extendida que no llegó Sufre la tierra, greda fragmentada, Tal vez pasó, tal vez no pasó nada Te acercaste a mi playa. Era la tarde -¿Te acordás de aquel teatro con telón de manteles? Te amortajaron de llegadas tarde ciudad-mujer amada, Te busco como si estuvieras en la tierra, Te creí como las altas catedrales Te llamabas Federico Te pareces al hombre que amé toda una vida; Te vendimos. Tendrían que notarse los momentos vividos. Tengo bastante Tengo distintos rostros para cada mirada, Tengo ganas de irme de la fiesta, Tengo miedo al susurro Tengo un Amante que siempre va conmigo. Tierra de libertad y de misterio Todo al pasar es brillo de lucero, Todos conocían sus aureolas Trato de entender Tristeza necesaria que me intima Tuve en mis labios las apelaciones Una bruma de agosto dibujaba Una paloma apareció en mi cuarto una mañana, Una pieza con muebles en desorden, Una pista de baile, Una vasta morada con un jardín extraño Unas palabras ordenaron «guerra» Van quedando los recuerdos Volver a los espacios Voy a la noche Y aparecen los hijos de los hijos Y qué serán mis nietos cuando crezcan. Ya estoy en viaje Ya nada sé de mí, Ya no quedan testigos. Ya tenías un nombre cuando aún no eras forma Yo beso las paredes de la casa, Yo elegí los caminos extraviados de magia Yo era tu ciudad, Yo la vi en plena calle. Era la noche. Yo nací en esa calle. Yo no busco la boca de los besos Yo pude haber vivido en otros tiempos Yo quería encontrarte. Yo quisiera entregarte toda el alma Yo quisiera una cara Yo sé desde tu muerte Yo siempre estuve solo. Yo sólo sé que el tiempo me lastima, Yo soy toda un milagro y no me creo. «Yo sueño Yo te vi Yo tengo miedo de inventar un hombre, Zozobro inclinada sobre el río sin aguas
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