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280

ABD AL-WAHID, 63. (N. del A.)



 

281

Es patentemente erróneo lo que afirma Freytag (Exposición de la versificación arábiga), de que el signo característico del zéjel consiste en un antiguo metro arábigo, porque muchas de estas composiciones poéticas están libres por completo de las reglas de la métrica clásica. (N. del A.)



 

282

Yo confieso que no comprendo el carácter propio de dichas composiciones, ni me satisface la explicación del señor Schack. El carácter propio consiste, según él, en la forma, y sin embargo, metro, número de versos de cada estrofa, combinación de las rimas, todo es indiferente. No es una glosa, porque no hay verso que se repita; el estribillo o tema puede haberle o no. En suma, todo es igual, salvo que al final de cada estrofa vuelve siempre el mismo consonante. Creo que esto no basta para formar un género o dos géneros aparte. Quizás el Sr. Schack no ha logrado distinguir bien el carácter propio de estas composiciones, si es que en efecto le tienen. (N. del T.)



 

283

IBN JALDUN, Prolegomena, III, 390. (N. del A.)



 

284

ABU-L-FIDA, III, 494, e IBN JALLIKAN, art. Ibn Zuhr. (N. del A.)



 

285

IBN JALDUN, III, 404. (N. del A.)



 

286

Cat. Bibl. Lugd. bat., ed. DOZY, II, págs. 101, 103, 105.- El autor de una de estas poesías dice que habita en las cercanías de Zifta. ¿Dónde está esta Zifta? Ibn Jaldun (Prolegomena, I, 105) da noticia de un lugar de este nombre, en Egipto, no lejos del Cairo. (N. del A.)



 

287

Este asunto pavoroso, no sólo fue tratado en lengua arábiga por los moros españoles, sino también en lengua castellana aljamiada, esto es, mezclada con palabras arábigas. Parece que en la Biblioteca Nacional de Madrid, y en otros puntos, existen muchos manuscritos de esta clase. El distinguido orientalista D. Pascual de Gayangos es el primero que ha dado noticia de ellos. Valiéndonos de estas noticias, hablaremos, en su lugar, más extensamente sobre el particular. Baste decir ahora que uno de estos manuscritos, publicado ya en Inglaterra (Hertford, 1867), sin duda por el citado Sr. Gayangos, aunque no lo dice, contiene un poema entero, de cerca de 1500 versos, sobre el mismo asunto del último día. Lleva por título: Istoria del espanto del día del juicio, segun las aleyas y profecias del honrado Alcoran. Se divide en dos cantos, y termina con una oración a Mahoma.

Sería fatigoso para el lector trasladar aquí poema tan largo. Basten algunos versos para muestra:


   Las fieras serán enfermas,
sus bravos corajes mansos,
y sin temor de las gentes
se vendrán a los poblados.
Los peces, ya corrompidos,
surtirán a lo secano,
do inficionará a las gentes
su olor corrompido y malo.
..............................................
Y de aquí en muy breve tiempo
será del Señor mandado
toque la espantosa trompa,
tan fija y puesta en los labios
de aquel sin par Isaráfil,
que desde que fue criado
la tiene puesta en la boca,
para este efecto nombrado;
pues en llegándole el punto,
aunque alterado algún tanto,
ssacudiéndose sus alas,
sonará el cuerno zumbando,
que no quede en este suelo
quien no muera de su espanto.
Aunque del primer zumbido
no se espantarán los sabios,
los almuédanos y justos,
que Dios quiso señalarlos
sobre las demás criaturas
en dilatarles su plazo
por espacio de tres días.
Más antes que llegue el cuarto,
sonará el soplo segundo,
con tal vigor alentado,
que no quede en cielo y tierra
ángel vivo, ni hombre humano.


Sólo quedarán vivos (pues hasta los ángeles han de morir) los cuatro almalaques y los que llevan el alarx o trono del Altísimo; esto es, los principales ángeles o arcángeles.

En el canto II refiere el poeta que, a los cuarenta días de estar todo muerto, mandará Dios una gran lluvia, que hará que todo renazca como la yerba, y que toda vida y toda carne resuciten:


El ángel de la bocina
resucitará el primero;


la tocará, y entonces resucitarán los hombres, todos de la edad de Jesús, o sea de 33 años, y de la estatura de Adán,


Que treinta codos tenía
desde la planta al cabello.


Para que tanta multitud de muertos se congregue en un solo punto, donde ha de ser el juicio final, un grande fuego será encendido


En los contornos del mundo,
y los irá reduciendo
a una parte u sitio llano,
criado en el mundo en medio.


Llenos los hombres de temor por el juicio que se prepara, acudirán sucesivamente a Adán, a Noé, a Abraham y a Moisés, para que los valgan; pero todos se declararán sin valimiento. Acudirán entonces a Jesús, exclamando:


Ruega ad Alá, santo Ise,
que sin carnal instrumento
fuiste engendrado y, nacido,
lleno de tantos misterios;
ruega al Señor por nosotros, etc.


Jesús responde:


   No es para mí esta empresa,
ni tal suficiencia tengo;


y, los envía a Mahoma, que, en efecto, es el grande intercesor en el día del juicio. Después se extiende el poema en la descripción de las penas ni recompensas, Y termina, como hemos dicho, con la oración a Mahoma.- Parece este poema escrito en el siglo XIII, por algún morisco ferviente, que deseaba excitar a sus correligionarios el celo y la fe, tan necesarios entonces para que no renegasen de su falso profeta. (N. del T.)



 

288

FRESNEL, Première lettre, pág. 2. (N. del A.)



 

289

DOZY, Introducción a al-Bayan, 9. (N. del A.)



 
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