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Moeurs et coutumes de l'Algérie, par le general Daumas, Paris, 1855, pág.: 137. (N. del A.)



 

311

Sobre todo el asunto de que trata este capítulo, derrama mucha luz el erudito discurso que leyó el Sr. Moreno Nieto cuando tomó asiento en la Real Academia de la Historia. Las noticias y razones que da, confirman e ilustran lo que Schack dice. La tradición oral, mezclada con breves composiciones poéticas, así en Oriente como en España, fue el germen de la historia y de la poesía narrativa. Para transmitir la tradición oral solía el pueblo árabe, desde tiempos muy remotos, reunirse en sesiones, que llamaba macamas. La historia más tarde, así como la poesía narrativa, empezaron por recoger y ordenar estas tradiciones, ora en prosa, ora en verso. Es probable que las primeras crónicas o historias escritas que hubo en España, fuesen en verso. Las más antiguas que se citan estaban en verso, a saber, las de Temman y Algazal. Posteriormente hubo ya muchos historiadores prosistas. El príncipe de ellos, aquél a quien llamaban los árabes el Attariji, o sea el historiador por excelencia, fue Ahmad al-Razi, de quien dice el Sr. Moreno Nieto que «recogió toda la tradición oral en sus obras y presentó a sus contemporáneos el cuadro completo y como el archivo de la vida anterior de los musulmanes en España. Esto fue en la época de Abd al-Rahman III y de al-Hakan II, cuando la mayor grandeza y prosperidad de la España musulmana y del califato de Córdoba. De allí en adelante, la historia propiamente dicha, la biografía y las relaciones de viaje, dieron en España asunto y empleo a muchos musulmanes eruditos, pudiendo decirse que Ibn al-Jatib, visir de Muhammad V, rey de Granada, fue el último escritor eminente que, así en este género como en otros, tuvieron los árabes españoles.

Los dos historiadores citados con más frecuencia en esta obra, así como en otras muchas que hablan de la España musulmana, no fueron nacidos en España. Uno de ellos, Ibn Jaldun, el más esclarecido, fue contemporáneo de Ibn al-Jatib; el otro, al-Maqqari, fue un escritor del siglo XVII de nuestra era, época de decadencia completa para los árabes. Con todo, su obra, o recopilación, aunque sin gusto y criterio, es una rica mina de noticias sobre los árabes y moros andaluces. (N. del T.)



 

312

AL-BAYAN, II, 114.- Desgraciadamente el texto de esta composición está muy estropeado, y la traducción es, en algunos pasajes, de un gran atrevimiento. En algunos versos he tenido que guiarme por conjeturas, y no debo ocultar que en un par de versos queda para mi harto problemático el sentido. (N. del A.)



 

313

Journal asiatique, 1856, II, 434. (N. del A.)



 

314

Scriptor arabum loci de Abbadidis, I, 211. (N. del A.)



 

315

DOZY, Recherches, 610. (N. del A.)



 

316

DOZY, Introducción a al-Bayan, 27. (N. del A.)



 

317

AL-KARTAS, pág. 251. (N. del A.)



 

318

Le Roman de Mahomet, par Reinaud et Michel, pág. 5. (N. del A.)



 

319

Woolfram de Eschenbach, publicado por Lachmann, pág. 219. (N. del A.)



 
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