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Lo expuesto se funda en una cuidadosa comparación de todos los diversos datos, con frecuencia harto difíciles de conciliar, que sobre la mezquita de Córdoba traen MAQQARI, I, 358, 361, 367, etc.; II, 154; AL-BAYAN, II, 244; IDRIS, II, 58. (N. del A.)



 

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Aunque la descripción que hace nuestro autor de la mezquita de Córdoba es completa y bella, no puedo resistir a la tentación de trasladar aquí otra descripción en verso, hecha por otro alemán, el Dr. Fastenrath, no menos apasionado de las cosas de España. La descripción poética del Dr. Fastenrath, según yo la he traducido, es como sigue:

ABD AL-RAHMAN II Y EL ÁNGEL


   En la quinta de Ruzafa,
al umbral del paraíso,
duerme el grande Abd al-Rahman,
está de Mervan el hijo.
El blanco halcón de Coreixi,
de Ibn al-Abbas fugitivo,
halló, lejos de Damasco,
un trono, buscando asilo,
y por toda España ora
extiende ya su dominio,
do mártires son los muertos,
los vivientes morabitos.
Ora su palma contempla
solitario y pensativo,
y trae la palma a su mente
dulces recuerdos queridos.
Cuando, rasgando las nubes,
con puro, insólito brillo,
un genio se le aparece
de luz y gloria vestido.
Es el ángel Azael,
que la rodilla no quiso
ante Adán, primer profeta,
nunca doblegar altivo;
mas, desterrado del cielo,
de su soberbia en castigo,
ante el Emir se postró,
y de esta suerte le dijo:
«No te recuerde la palma
tu hermoso suelo nativo:
al mirar cuanto se eleva,
eleva tú los designios.
Tuyas son ya las coronas
de perlas y de jacintos
de todos los reyes godos,
desde Ataúlfo a Rodrigo.
Alá con amor los ojos
en ti, señor, tiene fijos;
su tremenda cimitarra
el Profeta te ha ceñido.
Tuya es la tierra andaluza,
que abraza el mar con zafiros
y corales, que el sol ama,
de su belleza cautivo.
Haz en tierra tan hermosa
un soberano prodigio;
construye un templo que sea
grato a Dios y de ti digno.
De Jerusalén la Alacsa
caiga por él en olvido,
y su Mihrab primoroso
custodie de Utmán el libro.
Por él se eclipse la Caaba
y adoren a Dios rendidos
en Córdoba, y no en la Meca,
millares de peregrinos.
Guíelos tu clara estrella,
vengan de Persia y Egipto,
limoneros les den sombra,
baño tus fuentes y río.
Y de la luz del Profeta,
como victorioso signo,
haz que tu Aljama se eleve
sobre la Iglesia de Cristo.
De la romana grandeza
ceda Itálica el prestigio;
ceda columnas de jaspe
y capiteles corintios.
Por once puertas los fieles,
entren a cumplir el rito,
y abran a once largas naves
las once puertas camino.
Treinta y tres naves las once
crucen, y en un laberinto
de mil columnas divague
el pensamiento perdido.
Las mil columnas deslumbren
cual los acerados filos
de las mil mejores lanzas
de tus cenetes lucidos.
La herradura del Burac
que alzó el Profeta al Empíreo,
enlazando las columnas
trabe y una el edificio.
Semejen los leves arcos
a los ondulantes rizos
que hacen, si los mueve el viento,
tus estandartes invictos.
Y un arco en otro se eleve,
en color y adorno rico,
como el iris que el sol crea
y corta en iris distintos.
Para precaver de infieles
un ataque repentino,
muros almenados cerquen
la Aljama como un castillo.
Yo a las peris y a las hadas
he de llamar en tu auxilio
para que prodiguen flores
de sus pensiles divinos,
las cuales a los mosaicos
y alicatados prolijos
y a la cúpula gallarda
del Mihrab presten su brillo.
Las limpias fuentes del patio
y los naranjos floridos
a los ruiseñores llamen
a dar melodiosos trinos;
y llene un mar de esplendores
y misterioso recinto
y en armonías y aromas
se impregne su ambiente tibio.
Sus, pues, noble Abd al-Rahman,
realiza tanto prodigio,
recobra la antigua fuerza
y los juveniles bríos.
Tu gloria por este templo
vivirá en todos los siglos,
te premiarán las huríes
eternas con su cariño».
Así dijo; y sin tardanza
se cumplía lo que dijo.
Llenan a Córdoba toda
de animación y bullicio
los alarifes y obreros,
en gran número reunidos,
y el templo con rapidez
ya se levanta magnífico.
con blanca y poblada barba
y con turbante blanquísimo
una hora cada día,
como el peón más activo,
un anciano venerable,
trabaja en el edificio.
Cuando la implacable muerte
cortó de su vida el hilo,
el templo maravilloso
casi estaba concluido,
y perdonado Azael,
en busca del emir vino,
y juntos pasaran ambos
el umbral del paraíso.



(N. del T.)



 

452

No se consideren estas descripciones como una vana fantasía. Quien no tiene noción alguna del culto de los mahometanos sólo puede entender a medias la arquitectura y la disposición de las mezquitas. (N. del A.)



 

453

AL-BAYAN, II, 253.- IDRIS, II, 60. (N. del A.)



 

454

MAQRIZI, Histoire des Sultans Mamlouks, II, 1, pág. 272. (N. del A.)



 

455

MAQQARI, I, 124. (N. del A.)



 

456

IBN JALDUN, Prolegomena, II, 317. (N. del A.)



 

457

El autor pone en este lugar, entre paréntesis, la palabra española tapia, entendiéndose por tapias pedazos de tierra y cal mezclados, endurecidos y secados al sol en una horma o molde. (N. del T.)



 

458

IBN JALDUN, Prolegomena, II, 320. (N. del A.)



 

459

Todos estos edificios debían estar situados donde hoy están el palacio episcopal y el colegio de San Pelagio, y donde estuvo en otro tiempo la Inquisición. Aún se ven allí unos lindos jardines en el gusto morisco, con surtidores y albercas, y un huerto de alguna extensión, que llega hasta la orilla misma del río. (N. del T.)



 
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