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ArribaAbajoGalatea6

Fábula griega acomodada al teatro español puesta en verso y repartida en tres actos


Personas
 

 
Galatea.
Pigmalión.
Aspasia.
Midas.
Ganimedes.
Leóntico.
Caricles,   Amigos.
Arístides de Mileto.
Dos mujeres flautistas que no hablan.
Acompañamiento de jóvenes de ambos sexos.

La escena en Chipre, durante las fiestas de Venus.




ArribaAbajoActo I

 

El teatro representa el Estudio del escultor Pigmalión, con dos puertas: una que se supone ser la entrada, y otra que va a la habitación de Pigmalión. Hay, entre otros objetos propios del arte escultural, una Estatua de Terpsícore puesta en obra.

   

Al abrirse la escena, queda la orquesta en las flautas, a medida que se alza el telón muy despacio, y aparecen Pigmalión, distraído frente a la Estatua, con el cincel y el martillo en las manos, y Aspasia, en lo alto de la tarima, en actitud de danza por un instante, mientras las Flautistas aparentan estar tocando los instrumentos.

 

Escena I

 

Aspasia, ofendida en su amor propio, desciende de la tarima y manda por señas callar a las Flautistas, sin que Pigmalión se advierta, sumergido, como está en honda meditación.

 
ASPASIA.
Volver desdén por desdén
o desprecio con desprecio
sería pagar la deuda;
mas no la deuda y el rédito.

 (Se llega a las Flautistas con precaución.) 

-Parthenis, si en este instante5
miráis mi ofensa, os empleo
para concurrir conmigo
a la venganza que anhelo,
sin que ese insensato entienda
en lo que es sencillo juego,10
satisfacción de un agravio;
pues ni tal triunfo le cedo.
Frente al templo de la Diosa,
aguardando mi regreso,
están Caricles, Leóntico15
y Arístides de Mileto:
ve, y diles que sin tardanza,
por ser muy precioso el tiempo,
Aspasia queda esperándolos
en este oculto aposento.20
Y, si alguno te observase
la obstinación del portero
(porque su dueño prohíbe
dar entrada a los mancebos),
diles que domesticado25
hallarán al Cancerbero;
diles vengan prevenidos...
¿qué prevenidos? resueltos
a llevarse a Pigmalión
contra todos sus esfuerzos.-30
Corre, Parthenis, ve, lleva
mi encargo, y vente con ellos.

 (Sale Parthenis.) 

-Tú, Musaria, este bolsillo,
que encierra dracmas por cientos,
al portero encadenado35
darás, diciéndole a tiempo
cómo yo la libertad
por mayor premio le ofrezco.
Añádele, que al salir
le hablaré lo que pretendo40
de él, a cambio de librarle
de la sujeción del hierro,
y que, a la que alzar pudiera
con su oro monumentos,
juzgue si le será fácil45
comprar los grillos de un negro.
 

(Sale Musaria.)

 


Escena II

 

Aspasia, sola con Pigmalión, que sigue distraído.

 
Pues ama el dinero Midas
más que el preciso sustento
(mientras gasta sin reparo
de su torpe usura el precio,50
por adquirir una piedra
a que da forma el ingenio
del escultor), ¡de él me encargo!-
Cada hombre está sujeto
a extraño influjo, y lograr55
que vibre la cuerda en ellos
a que obedecen pacientes
es instinto de mi sexo.
¡Midas prefiere una estatua
fría, inmóvil, sin aliento;60
y este insensato, este loco,
desdeñando los modelos
de las cinceladas formas
que dan a su Estatua mérito,
quisiera animar el mármol,65
cifrando en él sus deseos!


Escena III

 

(Aspasia se acerca a Pigmalión a tiempo que éste sacude su letargo.)

 
Si así encadena tu vista
de esa efigie la ilusión..
PIGMALIÓN.
¡Oh, Aspasia!
ASPASIA.
¡Cuán poco dista
la magia de un grande artista70
del poder de Deucalión!
Celos de hermosura tanta
la propia musa sintiera...
Sobre su alígera planta,
vuela más que se levanta...75
Pero un leve toque diera
mayor ambiente al cabello...
PIGMALIÓN.
Mañana, al puro destello
del astro padre del día,
daré ese toque tan bello80
a la Terpsícore mía.
ASPASIA.
¿Mañana?
PIGMALIÓN.
La luz flaquea...
ASPASIA.
¡En hora más avanzada,
modelaste por Pantea
el rostro de Galatea,85
yo presente!...
PIGMALIÓN.

 (Aparte.) 

¡Qué cansada!
ASPASIA.
Y, apenas dejé este suelo,
enmendaste cierta línea,
incorrecta en el modelo...
PIGMALIÓN.
Fue...
ASPASIA.
¡Con menos luz del cielo!
90
¡Tras ella al seno de Frínea,
desnudo a tu voluntad,
con tanta curiosidad
buscaste la perfección,
que, con harta realidad,95
de Frínea y Pantea son,
juntos en la estatua aquella,
de una el seno, de otra el busto!
¡Pienso que, a prender en ella,
en animada centella,100
de Prometeo el augusto
fuego a los Dioses robado,
no hubiera en Grecia mujer
que la viese con agrado!
PIGMALIÓN.
A más luz...
ASPASIA.
Has modelado,
105
conforme a mi parecer,
de cada una lo mejor:
mas, si se admira en Pantea
virtud, belleza y candor,
en Frínea...
PIGMALIÓN.
¡Será mayor
110
mi examen cuanto más vea!...
ASPASIA.
De Frínea tras los turgentes
contornos del blanco seno,
altos pechos atrayentes,
que hacen de jueces clientes,115
se esconde traidor veneno...
PIGMALIÓN.
¿Sí?
ASPASIA.
El veneno de flaqueza
natural en la hermosura;
pues que constancia y belleza,
en nuestra naturaleza,120
propensa a lisonja, dura
lo que el perfume en las alas
de ave que anida entre flores
y, por desplegar sus galas,
deja en las etéreas salas125
el precio de los olores.
PIGMALIÓN.
Como a la mujer transcienda
vil lisonja, es cierto, Aspasia.
ASPASIA.
¡No hay mujer a quien no ascienda,
más que a los Dioses, la ofrenda130
de los perfumes del Asia!
Una mirada furtiva
que escapa a la vecindad,
penetra cual llama viva
en la mujer más esquiva135
y halaga su vanidad.
Cuando llegan los reflejos
de la aurora, y a lo lejos
oye pulsar una lira,
obedece los consejos140
del que a lo lejos suspira.
Y, al lucir de la mañana,
beso del cielo caído,
una flor en la ventana,
nos dice tierna y ufana145
el galán que la ha traído;
pues leemos en la flor
palabras del amador,
y, al contemplarla, se siente
brotar suspiro de amor150
cual si estuviese aún caliente.
Esto en la núbil doncella,
en la viuda recatada,
y en la que está desposada
con aquél que fía en ella, 155
ya que no hay mujer guardada.
PIGMALIÓN.
Volviendo a la corrección,
sospecho que no te es grata.
ASPASIA.
Tan nobles las artes son,
que valen admiración160
al que en ellas roba y mata...
Mas resuélveme ahora mismo
este problema fatal:
si es la mujer un abismo
cuando honesta, y el cinismo165
es de Frínea el ideal,
¿qué sería Galatea,
con el rostro de Pantea,
noble, ingenuo, pudibundo,
y el seno de Frínea atea,170
frágil, torpe, sucio, inmundo?
Si los Dioses, que al fin son
más poderosos que el hombre,
al mármol sin sensación
a que has dado forma y nombre175
prestasen vida y razón,
¿de hermosura tan extrema
fueras tú el amante fiel?
PIGMALIÓN.

 (Aparte.) 

¡Problema, cruel problema,
tan insoluble, que quema180
Mi frente al fijarme en él!
 

(Vuelve a quedar pensativo, a tiempo que entra apresuradamente Ganimedes y lo lleva aparte.)

 


Escena IV

 

Ganimedes y Pigmalión.

 
GANIMEDES.
¡Sábete cómo te traigo
una nueva de tu gusto,
mientras que yo traigo el susto
de lo que acabo de ver!185
PIGMALIÓN.
¿Qué viste? Dímelo pronto.
GANIMEDES.
Si me quedé algo suspenso,
es que, cuanto más lo pienso,
dudo si podrá no ser.-
Como yo soy de la Estatua.190

 (Señalando al aposento de Pigmalión.) 

El perpetuo centinela,
Me hallaba entre duerme y vela...

 (perdóname, Pigmalión...) 

mas ya me desperezaba,
tras esas horas eternas,
brazos estirando y piernas,195
cuando de pronto ¡qué horror!
fijos encuentro en mis ojos
los ojos de Galatea...
PIGMALIÓN.
¡Dioses!
GANIMEDES.
Y que parpadea
sin dejarme de mirar...200
PIGMALIÓN.
¿A ti?... ¡Sueñas o deliras!
GANIMEDES.
Pero con muy mala cara;
como si se horrorizara
de mirarme bostezar.
PIGMALIÓN.
¡Si soñaste; si has mentido...205
Te cruzaré a latigazos!

 (Sale precipitadamente.) 

GANIMEDES.

 (Aparte.) 

¡Hércules, ata sus brazos,
si sale con que soñé!
Y eso que guardo en secreto
lo que ofenderle podría:210
¡Me miraba y sonreía...
A tiempo que desperté!


Escena V

 

Aspasia y Ganimedes.

 
ASPASIA.
¿Ganimedes?
GANIMEDES.
¡Galatea!...
ASPASIA.
¿Qué dices? ¿Cómo me llamas?
GANIMEDES.
Perdóname; tal estoy215
en este momento, Aspasia,
que, con ser tú la que prestas
aliento a mis esperanzas
de relevarme algún día
de ser Argos de la Estatua,220
te tomé por ella misma:
¡Tanto en los ojos me baila!
ASPASIA.
Puse oído y comprendí
que zurcías una fábula.
Eres un Esopo a medias,225
pobre esclavo, que no alcanzas
a ingeniar los argumentos;
pero yo te daré traza
por donde llegues a verte
sin esa piedra con faldas,230
a que ha entregado un iluso
las facultades del alma.-
Decías a Pigmalión
Que te miró...
GANIMEDES.
Y me miraba,
y al mirarme se reía...235
¡Yo a ti no te oculto nada!
O estoy más ido de cascos
que mi dueño, y no me valgan
mis ruegos, Aspasia bella,
contigo, que así me amparas,240
si a sus labios no añadió
una mueca tan salada,
que, como soy Ganimedes,
casi estuve por besarla.
Esto lo digo a ti sola;245
guárdalo por mis espaldas,
y líbrame para siempre
con tu talento y tus gracias
de esa linda Galatea:
ni sé si es ninfa o zagala,250
y de mí sé solamente
que soy su perro, y me pasa
que ya dudo si es de piedra,
o es moza de carnes sanas.
ASPASIA.
Fía en mí.-Vendrá un anciano255
cuando menos pienses... Calla
a tu dueño haberle visto...
vuelve ahora a donde estabas.
GANIMEDES.
Por Mercurio, te suplico...

 (Con miedo.) 

ASPASIA.
Ya te he dicho que te vayas.260
 

(Vase Ganimedes por donde vino.)

 
 

(Se oye tumulto hacia la puerta opuesta a la del interior; luego entran Leóntico, Caricles y Arístides de Mileto seguidos de un corto acompañamiento de jóvenes de ambos sexos, entre ellos las dos flautistas.)

 


Escena VI

 

Aspasia y los dichos.

 
TODOS.
¡Ebohé! Reina el amor!...
 

(Aspasia les sella la la puerta por donde han de encontrarse con Pigmalión y se va.)

 
CARICLES.
¡Arístides de Mileto!
¡Un himno a Venus la madre
de amor!
TODOS.
¡Que cante! Escuchemos.
 

(Aparece Pigmalión defendiendo la entrada de la estancia en que se supone estar la estatua de Galatea.)

 


Escena VII

 

Los dichos y Pigmalión.

 
PIGMALIÓN.
¿Y son Caricles, Leóntico,265
y Arístides de Mileto,
los que con turba insolente
allanan mi hogar doméstico?
¡y sois vosotros!
ARÍSTIDES.
Lo somos.
CARICLES.
Tus antiguos compañeros...270
LEÓNTICO.
Compañeros siempre tuyos...
PIGMALIÓN.
¡Atrás! ¡Si a un esclavo viejo
atado a ruda cadena
atropellasteis primero,
para insultar el sagrado275
que negué a los ojos vuestros;
libre yo y mis brazos libres,
por mí solo lo defiendo!-
¡Atrás he dicho, o por Júpiter
protector, mataros temo!280
CARICLES.
¡Locura! ¡De Venus madre falta en el ara tu incienso!
LEÓNTICO.
¡La Diosa de amor te pide
palomas, flores y versos!
ARÍSTIDES.
¡En honra a Venus, amigos,
un himno a coro cantemos!285

 (Abrazan a Pigmalión y lo calman.) 

LOS HOMBRES.

 (Cantan.) 

¡Oh, pródiga Venus! ¡oh madre fecunda!
Tu cálido beso, tu aliento vital,
esponja de celo, de amores inunda
los cielos, el aire, la tierra y el mar.
LAS MUJERES.
Tú arrullas la tigre cual mansa paloma,290
tú enciendes las piedras, y tus besos van
besándose juntos, llenando de aroma
los cielos, el aire, la tierra y el mar.
TODOS.
¡Ebohé! Reina el amor.
LOS HOMBRES.
Amor es la vida, su esencia es el alma...295
LAS MUJERES.
Si amor es la vida, no amar es no ser.
TODOS.
¡Inúndanos, madre, en plácida calma,
de besos, y aromas, y dicha, y placer!

 (Pigmalión, a medida que se prolonga el himno, se va conmoviendo.) 

PIGMALIÓN.
¡Oh, Venus, cuán dulcemente
el corazón reverente300
se rinde a tu voluntad!
Llévale, dichosa gente,
también mi ruego...
TODOS.
¡Al altar!
ARÍSTIDES.
Sí, amigos, vamos al ara
del templo en que se venera305
la Diosa de los amores,
a depositar ofrendas;
pero, antes, al noble artista
que ha modelado en la piedra
la forma de una hermosura310
cual nunca los hombres vieran,
pedid, amigos, rogadle
que con nosotros se venga.
UNOS.
Pigmalión ¡al altar!
OTROS.
Venus tus dones espera...315
PIGMALIÓN.
Rogad a la madre Venus;
pedidle, y dejadme en esta
soledad, donde suspiro
tras un imposible, apenas
comprendido por mi mente320
cuanto el corazón lo anhela.
ARÍSTIDES.
Quédese; dejad se quede,
sin que agravemos la ofensa
con el ruego que hace a Venus,
víctima de su tristeza.325
Siempre acompaña al artista
la nostalgia que lo aleja
de la verdad de la vida,
en busca de una quimérica
perfección que no se cumple330
en los fines de la tierra.
¡Aspirar es su destino,
hasta que se muere, y lega
en la duración del tiempo
a generaciones nuevas335
sus obras! Dejad se quede;
¡mas logre en vida siquiera
ver coronado en su obsequio
su triunfo en su obra maestra!
PIGMALIÓN.

 (Aparte.) 

¡Mi triunfo!
ARÍSTIDES.
Y su triunfo es
340
la estatua de Galatea.
LEÓNTICO.
¡A la estatua coronemos
de Pigmalión en presencia!
CARICLES.
¡Por aquí! Pasad, amigos;
él nos abrirá la puerta.345
CORO DE HOMBRES.
De mirto hay guirnaldas.
CORO DE MUJERES.
De rosas también.
ARÍSTIDES.
¡Ceñid sus espaldas, coronad su sien!
PIGMALIÓN.
¡Teneos!... ¡Antes con vosotros
iré al ara!...
LEÓNTICO.
¡No nos deja!...
PIGMALIÓN.
¡No! ¡no entraréis! Pero os sigo,350
y así propicia me sea
la deidad, por la dulzura
de que os abrazo en su fiesta!-
Mi clámide, Ganimedes.

 (Los amigos abrazándole:) 

¡Gloria a Pigmalión, mancebas!355
EL CORO.
¡Ebohé!
ARÍSTIDES.
Dejad salida...
¡Amor es la vida entera!
 

(Todos abren paso, yéndose tras Pigmalión y sus amigos.)

 
 

(Conforme va cayendo el telón se oye el coro.)

 
CORO.
Si amor es la vida, no amar es no ser:
inúndanos, madre, en plácida calma,
de besos, y aromas, y dicha, y placer.360




ArribaAbajoActo II

 

Estancia de Pigmalión.-Muebles de la época greco-pagana.-En primer término, pende de un intercolumnio una cortina que oculta la estatua de Galatea.-En las columnas hay colgados símbolos relativos a las bellas artes, y entre éstos una lira.-Cuando la cortina se corra, se verá un jardín por una galería.

 

Escena I

 

Ganimedes acostado en un lecho, está soñoliento.-Se oye al exterior un coro de jóvenes de ambos sexos, que se encaminan al templo de Venus.

 
MANCEBOS SOLOS.
Ya del Oriente espléndido
benéfica la aurora,
las puertas abre, y dora
los áticos el sol.
TODOS.
¡Ebohé!
Ruede la danza.
365
¡Ebohé!
¡Reina el amor!
¡Venus, próvida Venus,
en tu alabanza,
ruede la danza,
ruede veloz!370
GANIMEDES.
Bravamente las doncellas
se avienen con los doncellos;
si alegres ellas con ellos,
festivos ellos con ellas.
A los primeros albores375
de la aurora cariñosa,
van al altar de la Diosa
a ofrecer propicias flores.
Dales, Venus, a porfía
cuanto pidan en tu templo,380
mas que no den buen ejemplo
cantando a punta de día.

 (Vuelve a retirarse y se oye el coro más cerca.) 

LAS JÓVENES.
Llenad de mirto lúbrico
y de encendidas rosas
el seno a las hermosas385
que os brinden ocasión.
¡Ebohé!
Ruede la danza.
¡Ebohé!
¡Reina el amor!
¡Venus, próvida Venus,
en tu alabanza,390
ruede la danza,
ruede veloz!

 (Se oye llamar a la puerta.) 

GANIMEDES.
¡Hola! llaman a la puerta.

 (Llaman otra vez.) 

¡Tate, vuelven a llamar!
¡Oh, Aspasia! la cosa es cierta.395
El viejo me quiere hablar.

 (Se vuelve a echar y se arropa la cabeza.) 



Escena II

 

Ganimedes y Midas.

 
MIDAS.

 (Entreabriendo la puerta.) 

¡Nadie!...

 (Se adelanta sobre las puntas de los pies.) 

¡Nadie!...

 (Encaminándose hacia la cortina.) 

¡Nadie!
GANIMEDES.

 (Asomando la cara por el embozo.) 

¡Sopla!...
MIDAS.

 (Volviendo hacia Ganimedes.) 

¿Quién?-Buenos días... ¿Quién habla?
GANIMEDES.
¡No sale con mala copla!-
Quien duerme sobre una tabla.400
MIDAS.
Buenos días.
GANIMEDES.
Buenas noches.

 (Vuelve a taparse.) 

MIDAS.
En día tan celebrado
extraño que no trasnoches.
GANIMEDES.

 (Aparte.) 

¡Él sí que está trasnochado!

 (A Midas.) 

Estoy en mi obligación,405
y diga qué le ha traído.
MIDAS.
Sé que no está Pigmalión...
GANIMEDES.
¡Pues si no está, es que se ha ido!

 (Le vuelve la espalda.) 

MIDAS.
Se ha marchado, sí. ¡Era él!...
Lo divisé hace un momento410
a diez pasos del dintel
de la puerta...
GANIMEDES.
¡Vaya un cuento!
¿Le encontraste? ¡Bueno va!
Salió como salen tantos
a ver cómo el pueblo está415
de danzas, flores y cantos,
y a mí, su Argos querido,
me dejó a guardar su hacienda.
MIDAS.
¡Ya! Pigmalión se ha ido
a llevar piadosa ofrenda420
a Venus, y tú, entre tanto,
eres un Argos... durmiendo.
GANIMEDES.
¡Viejo! ¡que no me levanto,
Por más que vayas diciendo!
MIDAS.
¡Levanta!
GANIMEDES.
No se me antoja...
425
¡Pésanme los huesos mucho!
MIDAS.
¡Que te conviene!
GANIMEDES.
Te escucho;
pero mi amiga se enoja.
MIDAS.
¿Qué amiga?
GANIMEDES.
Aquella que escondo...
MIDAS.
¿Dónde? ¿Dónde?
GANIMEDES.
Está en mi saco,
430
y tengo el saco muy hondo.
MIDAS.
¡Sácala!
GANIMEDES.
Pues no la saco.
La pereza es de una pieza
Sin goznes, manos ni pies,
Y los que tienen pereza435
Se quedan como me ves.
MIDAS.
Por la muestra, te acaloras...
GANIMEDES.
¡Es que pienso en mi trabajo!
Aquí me paso las horas
guardando a cierto espantajo440
de cuerpo entero...
MIDAS.

 (Desentendiéndose.) 

No atino...
GANIMEDES.
¿Quién atina con tan fatua
manía? ¡Tengo el destino
de vigilar una estatua!
MIDAS.
¡Comprendo! Mas Pigmalión,445
¿Teme un robo?

 (Mirando a la cortina.) 

GANIMEDES.
Se le antoja
Que cualquiera es un ladrón...
MIDAS.
¡Quiero ver la Estatua!

 (De pronto y con ímpetu.) 

GANIMEDES.

 (Levantándose.) 

¡Afloja!
Ni por pienso.
MIDAS.
¿Qué te inquieta?
No alcanzo lo que te asusta...450
¡Vengo a ver la Estatua!
GANIMEDES.
¡Aprieta!...
Esa chanza no me gusta.
MIDAS.
¡Oh, qué rareza!
GANIMEDES.
¡Oh, qué antojos!
¡Me gustan las pretensiones!
MIDAS.
¿La escondes aún de los ojos,455
o la libras de ladrones?
GANIMEDES.
¡De uno y otro he respondido!
MIDAS.
Pero ¿ni siquiera ver?...
GANIMEDES.
¡Tengo yo tan aprendido
mi modo de proceder,460
que no hay fuerza, que no hay modo,
medio, destreza ni amaño
para ganarme!
MIDAS.

 (Aparte.) 

Con todo:
No cabe en Aspasia engaño...

 (Pausa.-Midas avanza lentamente hacia Ganimedes, lo coge de un brazo y le dice con solemnidad:) 

Paréceme que ignoras,465
mancebo perezoso,
que estás hablando a Midas,
al que amontona el oro,
y siente la belleza
como la sienten pocos470
no estimo, entre perfumes
y bálsamos preciosos,
de las matronas chípreas
los atractivos rostros,
las deslazadas trenzas,475
los pechos siempre flojos,
mal surjan cual Nereidas
del baño voluptuoso...
No aprecio gayas flores,
ni pájaros vistosos,480
ni el céfiro que besa
la flor del cinamomo...
No amo la transparente
linfa que en caprichoso
curso fecunda el prado485
verde, escondido, ignoto,
y es tálamo a la Ninfa
y al Fauno sigiloso...
Ni halagan mis oídos
los cánticos eróticos490
de Saffo sin ventura,
de Anacreón dichoso,
si en baños y jardines,
y plazas e hipódromos,
no miro de las artes495
el seductor adorno...
En cambio, donde vea
esbeltos los contornos,
estatuas erigidas
que enseñan pecho y dorso500
y el casi no convexo
vientre, ondulado y mórbido,
ya psiquis o bacantes
de furibundos ojos,
ya obscenas o inocentes,505
de todas me enamoro,
y para todas tengo,
pues que se compra todo,
en insondables arcas
riquísimos tesoros.510
GANIMEDES.
¡Entre gustos no hay disputa!
Midas, yo estoy por las arcas.
MIDAS.
En mis extensos jardines
son las esculturas tantas,
que sorprendo a cada paso,515
tras un tronco o entre ramas,
ya la impúdica bacante,
ya la ninfa recatada...
Tengo dos Venus saliendo
de la mar...
GANIMEDES.
¡Recién pescadas!
520
¡Muy frescas!
MIDAS.
Y en una fuente,
de laureles circundada,
contemplo, sin que me ladren
sus lebreles, a Diana.
GANIMEDES.
¡Qué colección tan magnífica!...525
MIDAS.
¡En efecto! Mas me falta
tener una Galatea...
Y, antes, quiero examinarla.
GANIMEDES.
Te lo dije: ¡es imposible!
MIDAS.
¿Imposible?
GANIMEDES.
Está vedada.
530
Defiéndenla esta cortina
y este esclavo que la ampara;
pues si Pigmalión, mi dueño,
supiese que la enseñaba,
diera fin de Ganimedes,535
con la protección de Aspasia.
MIDAS.
Convengo; pero no olvides
que tu dueño no está en casa.
GANIMEDES.
¿Y si llegara a saber?...
MIDAS.
Por mí nunca sabrá nada.540
GANIMEDES.
Es que yo mucho me temo
que se lo cuente la Estatua...
MIDAS.
Tu miedo ¿es de tal tamaño
que hasta de un mármol te guardas?
GANIMEDES.
¡Me guardo porque recelo545
de aquesa piedra labrada,
que, por verme apaleado,
si te la enseño, lo charla!
MIDAS.
¿Te burlas?
GANIMEDES.
¡No; que hablo en serio!
Me odia por unas cuantas550
palabras de desenfado
(no muy limpias ni muy gratas)
que le dirigí aburrido
de verme siempre de guardia,
y desde entonces acá555
le tengo miedo y me basta.-

 (Aparte.) 

¡Esta mentira le digo
por si le hace fuerza!
MIDAS.

 (Aparte.) 

Es fábula.
Pero, di: Pigmalión,
¿Teme se la roben?
GANIMEDES.
¡Vaya!
560
Teme la miren siquiera;
¡Tiene unos celos que rabia!
MIDAS.
¿De una estatua celos?
GANIMEDES.
Justo:
¡Le tiene entregada el alma!
MIDAS.
¡Enamorado!
GANIMEDES.
¡Y celoso!
565
Y, sino, dime, ¿qué causa
le ha separado del mundo,
para encerrarse en su casa?-
¿Qué su casa? ¡ni la pisa!
¡Vive en esta sola estancia!570
Pásase el día y la noche
de hito en hito sus miradas
fijas en su Galatea,
ya risueño, ya con lágrimas,
ya vistiéndola de púrpura,575
ya de finísima lana,
coronándola de flores
o colmándola de alhajas...-
¿A qué esconderla de todos?
Y ¿a qué decirle palabras?580
MIDAS.
¡Cómo! ¿la voz le dirige?
GANIMEDES.
Horas enteras le habla...;
Y, o soy yo bobo, o sospecho
que ella le responde...
MIDAS.
¡Calla!
¡Cierto estoy de que estás loco!585
GANIMEDES.
¿Loco quien con piedras trata?-
¡Loco Pigmalión, mi dueño,
que todo el día lo pasa
deshaciéndose en ternezas,
preguntando si lo ama...590

 (Con misterio.) 

Y ella a veces le contesta
a media voz...
MIDAS.
¡Quita! ¡Aparta!
GANIMEDES.
¡Tente!
MIDAS.
¡¡Quita!!

 (Corre la cortina.) 

GANIMEDES.
¡Galatea!
¡Si se lo cuentas, me mata!
MIDAS.
¡Maravilla sin igual!595
¡Belleza nunca soñada!
¡Qué seductores contornos!
¡Atrae, mira, alienta, llama!
GANIMEDES.

 (Desde el fondo.) 

¡Por los Dioses, que concluyas!
MIDAS.
Estoy por desarroparla600
de esos paños...
GANIMEDES.

 (Cogiendo a Midas del brazo y retirándolo.) 

¡Tapa! ¡Deja!
¡por Mercurio, y por Aspasia
que te trajo!...
MIDAS.
Es que seduce...
¡Es encantadora!...
GANIMEDES.
¡Guarda
mi secreto!

 (Aparte.) 

¿Habrase visto
605
un sátiro con más canas?
MIDAS.
¡Hoy mismo debe ser mía!
GANIMEDES.

 (Aparte.) 

¡Como ahora llueven lanzas!
MIDAS.
Y en el bosquete de adelfas
Yo mismo he de colocarla...610
GANIMEDES.
Siento pasos... ¡Pigmalión!
¡Mi dueño, que vuelve! ¡Escapa!
MIDAS.

 (Distraído.) 

En mi bosquete de adelfas
Yo, por mis manos...
GANIMEDES.

 (Al aparecer Pigmalión.) 

¡Me aplasta!


Escena III

 

Ganimedes, Midas y Pigmalión.

 
PIGMALIÓN.
¡Ganimedes!
GANIMEDES.
¡Ya estoy muerto!
615
PIGMALIÓN.
Ganimedes, ¡ah, traidor!

 (Se abalanza a él para castigarlo.) 

MIDAS.
¡Pobre mozo! Ten clemencia;
No le ofendas, Pigmalión.
PIGMALIÓN.
¿Tú, quién eres?
MIDAS.
Te habla el rico
Midas.
PIGMALIÓN.
¡Huye! o, por quien soy,
620
que ni tú ni el vil esclavo
os libráis de mi rigor.
 

(Ganimedes se arrodilla. Pigmalión vacila entre el castigo y la indulgencia, hasta que al fin lo arroja de la escena.)

 
MIDAS.

 (Aparte.) 

Quedarme será mejor
que apariencia de valor
es firmeza en el sujeto,625
si siente dentro el temor
y se hace guardar respeto.


Escena IV

 

Pigmalión, Midas.

 
PIGMALIÓN.
Y ¿qué aguarda el rico ufano?
¿Su castigo o mi perdón?-
¡No pondrá nunca la mano630
sobre un desvalido anciano
el fuerte Pigmalión!
Sal de mi casa, y advierte,
que, si mi esclavo te entró,
por tu edad sales con suerte;635
¡Pero que no vuelva a verte
pasar mis umbrales yo!
MIDAS.
Escucha...
PIGMALIÓN.
¡Sal!
MIDAS.
Noble artista:
no entré aquí por Ganimedes,
ni conocer aún tú puedes640
la causa de esta entrevista;
mas si a que la explique accedes...
PIGMALIÓN.
¿Exculpar tu atrevimiento,
Sin la propia convicción?
Habla, y no hallarás razón645
para sin mi asentimiento
llegar a esta habitación.
MIDAS.
Mal juzgas mi fe sencilla...
Por esta arquilla de oro

 (La saca.) 

Vine a cambiar un tesoro.650
PIGMALIÓN.
¿Tesoro por una arquilla?
Explícame...
MIDAS.
¡El arte adoro!
Si es corta la cantidad
para el caso en que se emplea,
pídeme a tu voluntad;655
mas cédeme en propiedad
la estatua de Galatea.
PIGMALIÓN.
¡Miserable! ¡Comprendí
tu objeto en tu acción bastarda!
¡Guarda tu dinero, guarda,660
y salte al punto de aquí,
que ya mi venganza tarda!
¿Piensas que por vil dinero
se compra, cambia o conquista
la inspiración del artista,665
que amó la idea primero
de darle forma a la vista?-
¡De Galatea el valor!
¡Su precio! ¿En cuánto la doy?...
¡Conozco que ya no soy670
quien tuvo en tiempo mejor
Ira que no siente hoy!-
Mas, ¿quién te pudo mostrar
la que escondo a la torpeza,
para traer tu riqueza675
nada menos que a comprar
tan divina gentileza?-
¡Di!...
MIDAS.
Perdona... Ganimedes
me dejó alzar la cortina...
Pero a la bondad te inclina;680
pues si el perdón nos concedes,
será porque la divina
Galatea...
PIGMALIÓN.
¡Ah! ¡Galatea!...
MIDAS.
¡Con sus labios y sus ojos,
dulcifique tus enojos,685
para que olvidado sea
el tesón de mis antojos!
PIGMALIÓN.

 (Aparte.) 

¡Oyele, Venus!... -Consiento;
Midas, tienes mi perdón.
Pero de mi sentimiento,690
¿te ha dado conocimiento
el esclavo?
MIDAS.
En la pasión
de amor, como en la riqueza,
por más que el enamorado
busque ocultar su flaqueza695
y el rico finja pobreza,
queda el intento burlado.-
Todo lo sé.-En mi sentir,
contra lenguas indiscretas,
viciadas en maldecir,700
que tan sólo por herir
parten como las saetas,
todo esfuerzo es impotente...
¡Yo he resistido creer
lo que murmura la gente,705
lo que miro aquí patente,
y aún dudo si puede ser!
Dicen que luchas...
PIGMALIÓN.
¡Sí, lucho!
Cuanto murmuran no es mucho;
¡cuanto se diga es verdad!710

 (Aparte.) 

(¡Paréceme que la escucho
reprender esta impiedad!)
¡Ay! ¡tú tal vez dichoso,
si en los cansados años de la vida
gozas hoy de reposo,715
con la fría memoria en el pasado,
tiempo en que fue tu corazón burlado!-
Pero si ves que en Chipre las mujeres
se muestran inconstantes,
y cambian los amantes720
cual cambian pareceres;
porque es ley de su pérfida hermosura
trocar en pena el bien que poco dura;
si así las inocentes
que temen cuando aman,725
como las insolentes
que a los mancebos llaman,
nombran triunfo a su mísera derrota,
y van de triunfo en triunfo hasta el ilota,
¿Por qué no amar la pura estatua mía?730
¿Por qué no amar la que formó el cincel;
que no nació de la mujer impía,
ni se nutrió en el seno de mujer?
 

(Queda pensativo. En esto se retira cuidadosamente Midas, y Pigmalión recorre después la estancia hasta conocer que está solo.)

 


Escena V

 

Pigmalión, solo.

 
¡Cómo a los ojos llega en triste llanto
el hondo, generoso y escondido735
sentimiento de amor! ¡Cómo al encanto
de las pasadas dichas, han seguido
penas ocultas y mortal quebranto!
¿A qué poder fatal vas sometido,
corazón esforzado que te quiebras,740
Hércules preso en delicadas hebras?
Amigos, juventud, arte, placeres...
¡Ah! ¿dónde estáis que no os encuentro ahora?
Turba de graciosísimas mujeres,
leves hijas de Céfiro y de Flora,745
los fríos besos que os prestó Citeres
son besos de la parca aterradora,
desde que di yo mismo
forma al deseo, que me abrió el abismo.
La obscuridad del Tártaro es mi pecho,750
y, amando un mármol de beldad divina,
me halla la aurora en mi desierto lecho,
y aquí me encuentra el sol cuando declina...

 (Descorre la cortina.) 

¡No quiero amor que el imposible sea!
¡El mundo está donde el amor lo crea!755
¡Y en vano a ti mis anhelantes brazos,
en vano a ti mi ardiente corazón
se llegan y te oprimen con abrazos
que a mí me abrasan, aunque míos son!...
¿Tal frialdad en tus sublimes trazos?760
¡Háblame, alienta, tenme compasión!-
¿No me respondes, piedra inanimada?
¡Te haré pedazos, y serás pisada!...-
¡Ay! ¡no lo temas, adorada mía!
¡Blasfemó el labio; te ofendí cruel!...765
¡Cruel y muy cruel! ¿Cómo podría
herir tu rostro quien adora en él?
¡Tú eres la forma que soñé algún día,
cuando era el mundo para mí un vergel!
Hoy eres tú mi mundo, y a ti clamo,770
y tú no sientes; ¡pero yo te amo!

 (Cae prosternado a los pies de la estatua.) 

 (Incorporándose.) 

Venus, sé tú clemente,
Conduélete a mi ruego,
y en ella prende el fuego
vital de la razón.775
La luz pon en sus ojos,
que miren sin agravio;
la voz pon en su labio,
la fe en su corazón.
Por ti palpite el seno780
de mi beldad inerte,
con el vaivén que advierte
la interna sensación.
Por ti, benigna madre,
ya que perdí la calma,785
por ti reciba un alma
que sienta mi pasión.
¡Oh, ilusión de mi deseo!
¡Qué advierto!... ¡Qué estoy mirando!
¡Deliro, o estoy soñando!790
¿Es mentira lo que veo,
Y a mí me estoy engañando?...
¡No! que sobre ella desciende
luz en fulgurante vuelo,
fuego que su rostro enciende,795
llama que en sus ojos prende,
fuego, llama y luz del cielo.
¡La sangre corre en sus venas!
¡Vive ya!... y aún vive en calma...
¡Oh, cómo resbala apenas800
la vida, por las serenas
soledades de su alma!...
¡Pero ya busca! ¡Apetece!
¡Abre el labio! ¡Hablar desea!
¡Admira! ¿Goza o padece?805
¡Cuántas ilusiones mece!
¡Venus! ¡Vive Galatea!

 (Queda en contemplación muda, y Galatea desciende del zócalo.) 



Escena VI

 

Galatea, Pigmalión.

 
GALATEA.
Yo... en mí... para mí... ¡yo soy!
Siento... veo... aliento... hablo...
¡Ay! ¡Ay! padezco; suspiro...810
¡Ja! ¡Ja! me río y complazco...
¡Tengo voluntad; soy yo!...
Yo soy; mas... ¿qué soy?
PIGMALIÓN.

 (Inclinándose ante ella.) 

¡Te amo!
GALATEA.
¡Oh dicha!... Pero, ¿qué soy?
PIGMALIÓN.
Una mujer... ¡Te idolatro!815
GALATEA.
¿Qué dices? ¡palabra ardiente!...
¡Yo te amo! has dicho ¿es verdad?
¡Palabra que más se siente
que se comprende!...
PIGMALIÓN.
¡Y es fuente
de toda felicidad!820
GALATEA.

 (Repeliendo a Pigmalión.) 

¡No! déjame, calla, cesa;
quiero la palabra hablar
con que el ¡yo te amo! se expresa;
y, aunque bien sé que no es esa,
no la encuentro al pronunciar.825
PIGMALIÓN.
Amémonos, mi dulce Galatea,
que el universo entero es el amor;
tú eres hermosa, y la benigna Dea
para amarme tan sólo te animó.
GALATEA.
¡Que tú me amas! ¡y que soy hermosa!830
¡Que el universo es el amor; y así,
que para amarte me animó una Diosa!...-
¡Qué inmenso fuego se despierta en mí!

 (Queda extasiada.) 

PIGMALIÓN.
Ahora, Galatea, amada mía,
¡Un ósculo no más!835
GALATEA.
Me dice el corazón que todavía
no me deje besar.
PIGMALIÓN.
Ese favor mi alma apasionada
Esperaba de ti.
GALATEA.

 (Distraída.) 

¡Vida! ¡placeres! ¡triunfo! ¡ser amada!840
¡Ah! ¡todo es para mí!...
PIGMALIÓN.
¡Siquiera como premio a mis desvelos!
¡Escúchame, mi bien!
GALATEA.
La hermosura, el amor, la luz, los cielos
¡Son para mí también!845
El coro.

 (Canta al exterior.) 

La mujer es la fuente:
amor no es más
que la senda de flores
para llegar.850
¡Años de la inocencia,
pasad, pasad!
GALATEA.

 (Reflexionando.) 

«La mujer es la fuente,
y amor no es más
que la senda de flores855
para llegar»...-
¡Felicidad! ¡felicidad suprema!
¡Ah! ¡yo soy la mujer!
¡El universo es mío!... ¡yo soy reina!
¡El hombre está a mis pies!860
Que todos los placeres de este mundo
obedezcan mi voz...
Yo quiero conocerlos todos juntos,
porque su reina soy.
PIGMALIÓN.
Y que tu vida resbale865
como un manantial risueño,
como un encantado sueño,
sin despertarte el dolor.
GALATEA.

 (Siempre distraída.) 

El amor va por la senda
para llegar al placer; 870
y pues yo soy la mujer,
¡late, late, corazón!
PIGMALIÓN.
Galatea, inhumana hermosa mía,
ya no atiendes mi voz;
tu corazón es cuanto yo quería,875
¡tu amante corazón!
GALATEA.
Los deseos que me agitan,
dime tú qué cosa sean.
Las cosas que me rodean,
¿qué son y por qué me incitan?880
¿De dónde el céfiro leve
viene a mecer mis cabellos?
¿Y esta luz cuyos destellos
la vista sedienta bebe?
¿Dónde los perfumes nacen885
que embriagan mis sentidos,
y los nunca interrumpidos
cánticos que al alma placen?
PIGMALIÓN.
Es la aurora y es la vida...

 (Señalando el fondo del escenario.) 

¡Mira cuál te ríe el cielo!890
Las aves tienden el vuelo
y cantan a tu venida...
GALATEA.
¡Para mí cuanto bien haya!
PIGMALIÓN.
Los vientos pasan suaves,
y, a par que trinan las aves,895
la mar se arrulla en la playa.
Los árboles su follaje
tienden al viento galanos,
y hacen de sus ramas manos
tributándote homenaje:900
que así, con solemnidad,
celebra Naturaleza,
Galatea, tu belleza
en toda su variedad.-
¡Quiéreme, por compasión!905
GALATEA.
¡Cuán seductora es la vida!-
¿Y festeja mi venida
tan augusta confusión?
PIGMALIÓN.
¡Sí, mi bien!
GALATEA.
¿La luz, las flores,
el céfiro, los sonidos,910
cuanto a mis ojos y oídos
llega, me brindan favores?
PIGMALIÓN.
¡Todo, todo!

 (Galatea se precipita hacia la puerta.) 

¿A dónde vas?
GALATEA.
¡Déjame!
PIGMALIÓN.
¡Mi Galatea!
¿Al que en amarte se emplea915
abandonas? ¡Vuelve atrás!

 (La coge.) 

GALATEA.
¡Quita! una voz me llamó...
Lejos... allá...
PIGMALIÓN.
¡Ven!
GALATEA.
¡No quiero!
PIGMALIÓN.
¡Galatea! Pues primero...
GALATEA.

 (Con ímpetu.) 

¿Por qué así me miras?
PIGMALIÓN.
¿Yo?
920
¡Por hermosa!
GALATEA.
¡Hermosa!
PIGMALIÓN.

 (Le da un espejo.) 

¡Ten!
GALATEA.

 (Mirándose.) 

¿Qué rostro es éste tan bello?
¿De quién es este cabello?
¿Y estos rizos? ¡Ah! ¿de quién,
que me admiran?...
PIGMALIÓN.
Tuyos son.
925
GALATEA.

 (Contemplándose al espejo.) 

Soy hermosa.
PIGMALIÓN.

 (Tomándole la mano.) 

Mas procura
guardarme tu corazón.
GALATEA.

 (Besando el espejo.) 

¡Hermosa soy!-¡Ay de mí!

 (Arroja el espejo.) 

¡Con engaño me has herido:
mi primer beso no ha sido930
como el que en sueños sentí!
PIGMALIÓN.

 (Cogiéndole la mano.) 

¡Perdón! Si el acero helado
hirió tu labio con frío,
yo pondré fuego, bien mío,
con este beso...
GALATEA.

 (Retira la mano y abstraída dice:) 

He soñado...
935

 (Vuelve a precipitarse hacia la salida.) 

PIGMALIÓN.

 (Deteniéndola.) 

Queda; no intentes huir.
GALATEA.
¡No quiero! Me descontenta...
PIGMALIÓN.
Dime en qué te ofendo; cuenta...
GALATEA.
Me aburro; quiero salir.
PIGMALIÓN.
¿Sin saber dónde ha de ser?940
GALATEA.

 (Pateando de rabia.) 

¡Quiero, quiero y quiero!
PIGMALIÓN.

 (Con firmeza.) 

¡Entiende...
que esa terquedad me ofende,
y es viciosa en la mujer!
GALATEA.
¡No!
PIGMALIÓN.
Te suplico...
GALATEA.
¡No, no!
PIGMALIÓN.
¿Qué tienes, que en vano lidio945
por acertar?
GALATEA.
¡Me fastidio!

 (Se deja caer en el asiento.) 

PIGMALIÓN.
¿Tan pronto?
GALATEA.
¡Me ahogo!
PIGMALIÓN.
¡Oh!
¡Galatea, mi deidad!

 (Inclinándose.) 

¡Vuelve en ti, para que sea
tu gusto mi voluntad!-950
Mírame a tus pies.
GALATEA.

 (Envanecida.) 

Así.
PIGMALIÓN.
¿Qué quieres? Háblame, ordena...
GALATEA.
Tengo hambre.
PIGMALIÓN.
¡Hambre! ¡Qué pena!
¡Hambre, y no lo conocí!-
Ganimedes, corre, ven...955
¿Ganimedes?...-¡El tunante
dormirá, pero al instante
voy yo mismo, y volveré
pronto!...
GALATEA.

 (Aparte.) 

¡Por fin!...
PIGMALIÓN.
Amor mío,
tu apetito ¿qué desea?960
¿Blanquísima miel hiblea?
¿Uvas manando rocío?
De todo encontrar confío.
¿Quieres la fruta de amor?
¿La manzana? ¿Y la mejor,965
que es la naranja olorosa?-
Te traeré de cada cosa,
blanca miel, frutas de olor...
GALATEA.
Bien.
PIGMALIÓN.

 (Le coge la mano.) 

Hasta luego.
GALATEA.

 (Aparte.) 

Se va.
PIGMALIÓN.
Y no te impacientes...
GALATEA.
No.
970
PIGMALIÓN.
Volaré sin alas...-¡Oh!
¡Cuán desfallecida está!

 (Vase.) 



Escena VII

 

Galatea sola.

 
Ya se ha ido
Consentido.-
Pues me voy...-975
 

(Se dirige hacia la puerta del fondo; pero, al reparar en la lira suspendida de la columna, se detiene, la coge, la reconoce con curiosidad y recorre sus cuerdas.)

 
 

(Preludio en arpa y acompañamiento sucesivo tras los bastidores.)

 
¿Eh? ¡me admiras!
¡Tú suspiras!
¿Tienes voz?

 (Vuelve a preludiar en la lira.) 

¡Sí! ¡la siento,980
y es tu aliento
celestial!...
¿Por qué gime
tu sublime
vaguedad?985
¡Ven! tú me estremeces
con mágico acento;
me hieres y siento
placer: tú me das
la leve alegría,990
la plácida calma;
me agitas el alma
en férvido afán.
Tu voz seductora,
ya gimas o cantes,995
con ecos vibrantes
llega al corazón.
Yo no sé tu nombre.
¿Me dirás quién eres?
¿Somos dos mujeres1000
hablando de amor?
¡Tu nombre conozco!
Un Dios me lo inspira...
¡Tú eres la lira!
¡Tu alma soy yo!1005
Ven, que mi voz enlace con la tuya;
Ven, que mi acento al tuyo vuele unido,
Y, tras el eco que a perderse huya,
Un tono suspendido
Repita sin cesar:1010
¡Quiero vivir!
¡Quiero gozar,
Reír,
Cantar!
Mas, si la nube del dolor se posa1015

 (Cruzando el horizonte de la vida) 

un momento en mi alma voluptuosa,
Que tu voz ofendida
Me diga sin cesar:
¡Quieres vivir!
¡Quieres gozar,1020
reír,
Cantar!
Para mi corazón, para mi alma,
se desatan las brisas y las flores...
¡Canta, lira feliz, canta la calma,1025
y, al son de los amores,
Repite sin cesar:
¡Quiero vivir!
¡Quiero gozar,
reír,1030
cantar!-
¡Qué nueva turba de sensaciones!
¡Qué agitaciones brotan en mí!
Reyes del mundo, Dioses del cielo,
héroes del suelo, ¡venid, venid!-1035
Bosques y selvas, ríos y prados,
montes alzados, mares sin fin;
hijas del agua, hijas del viento,
ninfas sin cuento, ¡venid, venid!-
¡Que sobre la ancha cerviz1040
del mundo puesto a mis plantas,
entre el lujoso matiz
de tantas flores y tantas,
con ninfas, héroes y reyes,
y Dioses que acaten leyes,1045
quiero vivir,
quiero cantar,
quiero gozar,
quiero reír!

 (Corre hacia el jardín y desaparece agitando la lira.) 





ArribaActo III

 

(La misma decoración del anterior.)

 

Escena I

 

(Ganimedes entra receloso, hasta cerciorarse de que Pigmalión ha salido.)

 
GANIMEDES.
Llamó; callé de miedo; se fue, y no ha vuelto el amo...1050
Al fin se ha de evaporar...
Él corre y yo me quedo; yo un topo y él un gamo,
sin que me coja jamás.

 (Se sienta en el lecho.) 

Perdónenme los Dioses, sublimes inmortales,
mi opinión particular;1055
Morfeo (en mi conciencia) excede a sus iguales
por su gran capacidad:
«Aquél que hace su cama, aquél hace mi templo»
(Dijo, y se fue a acostar);
«Y me dará más fama quien más siga mi ejemplo»1060
(Dijo, y soltó a roncar).
Esa inteligencia suma
de la familia inmortal,
entre sábanas de espuma
dormirá en colchón de pluma1065
de cisne y de pavo real.
¡Oh! ¡Quien fuera el dios Morfeo!...
Tampoco se agravie el Dios
por éste mi buen deseo,
si en la cama en que le veo1070
juzgo cupiéramos dos,
mejor que en mi tabla rasa.-

 (Repara en Galatea, que está en el jardín.) 

¡Tengo los ojos cabales!
¿Una mujer en la casa,
que pisa, pasa y traspasa1075
despojando los rosales?

 (Se levanta a observar.) 

¡Demos que es de historia antigua!
¡Llovida no puede ser;
y mi vista no averigua
si será alguna estantigua1080
o verdadera mujer!
Por ser la hembra sexo ingrato,
no tiene el amo, si tuvo,
con este género trato...
¡Bonito, bueno y barato,1085
dice que nunca le hubo!-
Cuando a la experiencia acuda,
Chasco llevará la fatua...-

 (Corre a cerciorarse si la estatua está en su puesto.) 

¡Los Dioses me den su ayuda!
¡Está visto, ya no hay duda!1090
Se fue; se apeó... ¡Es la Estatua!


Escena II

 

Ganimedes y Galatea.

 
 

(Galatea entra corriendo, con las manos llenas de flores.)

 
GALATEA.

 (Al ver a Ganimedes.) 

¡Ah!...

 (Deja caer las flores.) 

GANIMEDES.
Es la Estatua en cuerpo y alma.
GALATEA.
¿Quién eres?
GANIMEDES.

 (Turbado.) 

¡Yo!... ¿Mi persona?
GALATEA.
Ven aquí...
GANIMEDES.
¡No me abandona!
Ya empiezo a perder la calma.1095
GALATEA.
Ven, te digo.

 (Le examina con curiosidad.) 

Tus cabellos...
Tu cara... me gustan.

 (Sigue examinándole.) 

GANIMEDES.
¡Ca!

 (Aparte.) 

(No me conoce.)
GALATEA.
¡Ven!
GANIMEDES.
¡Bah!
GALATEA.

 (Levanta un bucle de los cabellos a Ganimedes.) 

¡Rubios!
GANIMEDES.
¡Me dejan con ellos!
GALATEA.
Sentémonos para hablar.1100

 (Le obliga a sentarse a su lado.) 

GANIMEDES.

 (Aparte.) 

¡Grave caso!

 (Se sienta muy tímido y receloso.) 

GALATEA.
¡Más! ¡más puedes!-

 (Acercándolo.) 

¿Tú te llamas?
GANIMEDES.
Ganimedes.
GALATEA.
¿Ganimedes? ¡Te he de amar!
¡Te quiero!
GANIMEDES.

 (Aparte.) 

¡Qué condición
tan abierta! ¡Ya se ve!..-1105
Pero si entra el otro...
GALATEA.
¡Qué!
¿Quién es otro?
GANIMEDES.
¡Pigmalión!
GALATEA.
¡Ah!... Sí: un quejumbroso, un triste,
un melancólico adusto,
que quiso quitarme el gusto1110
de salir de aquí.
GANIMEDES.
¿Le viste?
GALATEA.
¡Y tanto como lo vi!...
Hace poco le envié
a traerme no sé qué
para alejarlo de mí.-1115
Es fastidioso en verdad;
se enfadaba como un loco,
y hasta quiso poco a poco
violentar mi voluntad.-
Yo me defendí...
GANIMEDES.

 (Aparte y riendo a carcajadas.) 

No es manca.
1120
GALATEA.
Él no es bello y tú lo eres.
GANIMEDES.

 (Aparte.) 

(Entre todas las mujeres
esta estatua es la más franca.)

 (Alto a Galatea.) 

¡Muchas gracias!
GALATEA.
Dime...
GANIMEDES.
Apunta.
GALATEA.
¿Yo soy mujer?
GANIMEDES.
En verdad...
1125
La cosa...
GALATEA.
¿Y tú?
GANIMEDES.

 (Aparte.) 

(¿En calidad
de qué me hará esa pregunta?)
GALATEA.
¿Tú no eres mujer?
GANIMEDES.
¡Qué horror!
Soy un hombre.
GALATEA.
¡Hombre! ¿Qué escucho?
Eso me conviene mucho1130
para entendernos mejor.
¡Dame la mano! ¡Al momento!

 (Él teme y ella se la toma.) 

¡Ahora las dos!
GANIMEDES.
¡Tú las tomas!
GALATEA.
¡Los brazos!
GANIMEDES.
¡Son buenas bromas!

 (Mira en derredor.) 

Mas tiemblo al atrevimiento.1135

 (En el momento de inclinarse para abrazar a Galatea entra Midas precipitadamente.) 



Escena III

 

Los mismos y Midas.

 
GALATEA.
Vamos.

 (Dirigiéndose a Ganimedes.) 

GANIMEDES.

 (Volviéndose sorprendido por el ruido que Midas hace al entrar.) 

¿Quién viene? ¿Quién va?
MIDAS.
¡Nadie! Yo soy; nada temas.
GANIMEDES.
¡Otra vez!
MIDAS.
Sí, Ganimedes:
cogí a tu dueño la vuelta,
le vi salir, y aquí entreme1140
¡para verla, para verla!
GALATEA.

 (Levantándose.) 

Mi querido Ganimedes,
¿por qué estorban?
MIDAS.
¡Oh sorpresa!
¡Oh imposible puesto en práctica!
¡La Estatua, que habla y pasea!1145
GALATEA.

 (Examinando a Midas.) 

¡Qué feo es!...
MIDAS.
¡Vaya un chiste!
La educación no entró en ella.
GANIMEDES.

 (A Midas.) 

¿No te dije que iba a hablar?...
MIDAS.
A mi vista, a mis orejas,
que lo oyen, que lo ven,1150
la reflexión se lo niega.-
¿Quién pudo hacer tal prodigio?
¡La Estatua, que habla y pasea!...
GANIMEDES.
Barruntos me andan si Venus
jugó a mi amo una treta.1155
MIDAS.
Esa treta, Ganimedes,
podrá ser mala o ser buena.
GANIMEDES.
Tal supongo, porque al fin
es mujer que se despierta
un poco tarde, y me temo,1160
sin motivo, por las señas
solamente, por la pinta,
que empiece a echarse la cuenta
y se desquite del tiempo
que perdió cuando fue piedra.1165
MIDAS.
¿Come?
GANIMEDES.
No ha probado nunca
ni una dedada de miel.
MIDAS.
Y para dormir, ¿se acuesta?
GANIMEDES.
Un año ha dormido en pie.
MIDAS.
¿Qué me dices? Es prodigio1170
verificado al revés
del de Dafne, que iba huyendo
y se convirtió en laurel.
Metamorfosis es ésta
que no se ha visto, y se ve...1175
Y se palpa...

 (Prueba tocar a Galatea.) 

GALATEA.

 (Rechazándole.) 

¡Poco a poco!
MIDAS.
¡Oh! ¡Qué mimoso desdén!
Ahora tengo por seguro
que me puedo desprender
de algunas minas, a cuenta1180
de lo que ahorre después.
No come, viste ligero,
lleva sandalia, y tras que
no asomó nunca a la calle,
es estatua y es mujer.-1185
Me conviene suavizarla
con una dádiva... ¡A fe
que si pronto ha de ser mía
se la puedo recoger!-
Galatea encantadora,1190
perlas y oro
te ofrece quien te enamora.
Mas di ahora,
sin parar la reflexión,
que me das predilección:1195
porque son
en las mujeres,
cuanto más reflexionados,
más errados
los más simples pareceres.1200
Y, ya dicho que te adoro,
ven conmigo,
si es que accedes,
y un tesoro
tener puedes.1205
GANIMEDES.

 (Llevando aparte a Galatea.) 

¿Lo oyes, Galatea?
GALATEA.
¡Y bien!
GANIMEDES.
¿No ves que te solicita?
Pídele cualquier cosita.
GALATEA.
Yo no pido: tomo.
MIDAS.

 (Sin haber oído las palabras cambiadas entre Ganimedes y Galatea, dice acercándose a ésta:) 

Ten
esta sortija, que ha sido1210
última prenda de Lais:

 (Se la pone.) 

Y, pues por tomar tomáis,
Toma este beso.

 (Intenta dárselo en la mano.) 

GALATEA.

 (Dándole un cachete.) 

¡Atrevido!
MIDAS.

 (Doliéndose aparte.) 

¡La mano de estatua es dura!
GALATEA.
¿Ves, Ganimedes, cuán quedo1215
se vino el anillo al dedo?
¡Pedir no arguye cordura
en la que a tanto se humilla,
porque, al pedir el favor,
obliga prenda mayor1220
a cambio de otra sencilla!
GANIMEDES.
Lais vivió tiempo sobrado,
vino a vieja y se halla pobre...
¡De fijo le alzó por cobre
la sortija que te ha dado!-1225
Temo aún que se arrepienta.
¿Tú le diste?
GALATEA.
Un cachetillo...
¡Poca cosa!
MIDAS.
Trae mi anillo...
GALATEA.
¡Aparte quien tal intenta!
¿No sabes que quien da y quita?...1230
MIDAS.
Quien da y quita, ¿qué?
GANIMEDES.

 (Aparte.) 

(¡No es boba!)
GALATEA.
Quien quita lo que da, roba.-
Si en una mano bonita,
las sortijas con brillantes
son astros que resplandecen,1235
y las manos que los mecen
el cielo de los amantes:
si son gala, vanidad,
ilusión, lujo, hermosura,
ve mi mano; mas procura1240
refrenar tu voluntad.-

 (Le da la mano.) 

Suelta pronto; siento ruido.
GANIMEDES.

 (Va hacia la puerta del fondo y vuelve precipitadamente.) 

¡Pigmalión! ¡Salga quien pueda!

 (Huye.) 

MIDAS.
¡Dioses, que tal me suceda!

 (Anda turbado.) 

GALATEA.
¡Ven! Quedarás escondido.1245
MIDAS.
¡Tengo miedo!
GALATEA.
Serás tonto,
si en ardides de mujer
no confías. Vaslo a ver,
y ayúdate. ¡Pronto, pronto!
 

(Empuja a Midas hasta colocarle envuelto en la cortina, y ella se sienta donde la dejó Pigmalión.- Pigmalión entra seguido de un esclavo, que trae una cesta colmada de flores, frutas, ánforas y copas. El esclavo coloca dichos objetos sobre una mesa, y se retira.)

 


Escena IV

 

Galatea, Pigmalión.

 
PIGMALIÓN.
Heme aquí.1250
GALATEA.

 (Esconde la sortija.) 

¡Ya!
PIGMALIÓN.
¿Me he tardado?
Cada instante era un martirio;
pero la casualidad
hizo hallase unos amigos
que estuvieron importunos1255
para llevarme consigo.
GALATEA.
¡Bah!
PIGMALIÓN.
Compañeros un tiempo
de placeres fugitivos,
querían ahogar mi pena
en los deleites del vicio,1260
y distraer mis pesares
con sus cantares festivos.
GALATEA.
¿Por qué no fuiste con ellos?
PIGMALIÓN.
¿Por qué? por estar contigo;
que, así como se concentra1265
la luz del sol en su disco,
los rayos de mi esperanza
convergen a ti, amor mío.
Vine a ponerme a tu lado,
y entre flores y entre mirto1270
te traigo frutas lozanas.
GALATEA.
¡Ah!

 (Como recordando.) 

PIGMALIÓN.
Las escogí yo mismo
¡El jardín de las Espérides
no las dio más bellas! Vino,
vino te traigo también,1275
que es oro en hirviente líquido,
grato al labio, y a los ojos
claro, transparente, limpio:
néctar, en fin, de los Dioses,
dulce y chispeante... ¡míralo!1280
GALATEA.
¡Vino!
PIGMALIÓN.
Sí, mi Galatea;
humor de la vid: que quiso
la sensualidad del hombre,
en su apetecer continuo,
hallar entre los manjares1285
y el agua un placer más vivo,
y extrajo del alimento,
para la sed, el divino
licor de Baco, que arroba
la mente en grato delirio...1290
GALATEA.
¡Oh!
PIGMALIÓN.
La vid brindaba, al margen
del arroyo cristalino,
globos de púrpura y nácar
en desmayados racimos,
y el hombre exprimió las uvas1295
en la taza, y brotó el vino
que la sed mata y la aviva,
que alimenta y da apetito,
que el velo al rubor desgarra
y enloquece el amor tímido.1300
GALATEA.
¡Dame el néctar, la bebida
de los Dioses!
PIGMALIÓN.
¿Tú no has visto
a nadie mientras mi ausencia?
GALATEA.
No.
PIGMALIÓN.
El poltrón duerme de fijo.
¿Al muchacho Ganimedes1305
no has visto aquí?
GALATEA.
¿A quién has dicho?
¿Quién es Ganimedes?
PIGMALIÓN.
Déjalo.
GALATEA.
¿Quién es Ganimedes?... ¡Dilo!
PIGMALIÓN.
Un mancebo perezoso
que no se enmienda al castigo,1310
y quiero sirva a tu mesa.
GALATEA.
¿Le llamo?
PIGMALIÓN.
Lo haré yo mismo.
GALATEA, PIGMALIÓN.

 (A un tiempo.) 

¡Ganimedes! ¡Ganimedes!
PIGMALIÓN.
¡Ni por esas! ¡Vaya un pícaro!
En viniendo...
GALATEA.

 (Con halago.) 

¿Le perdonas?
1315
PIGMALIÓN.
¡Oh corazón compasivo!-
¡Perdonado!-Helo que llega
temeroso.


Escena V

 

Los mismos, Ganimedes.

 
GALATEA.

 (Aparte a Ganimedes.) 

(¡No me has visto!)
PIGMALIÓN.

 (Señala a Ganimedes que se disponga a servir la mesa; hecho lo cual, pone vino en una copa, que presenta a Galatea.) 

¡Toma! y el labio tímido,
que el aura besó apenas,1320
beba en las ropas llenas
el férvido licor.
En esta fuente lúbrica
se baña el dios Cupido:
te besará atrevido;1325
sabrás lo que es amor.
Y al despertar
de tus ensueños,
cuéntamelos con labios halagüeños,
pues quiero devorar1330
los instantes de amor, siempre pequeños,
si son premio a mis días de pesar.
GALATEA.
¡Trae la copa! En ella quiero
conocer
el bien y el mal verdadero,1335
el corazón por entero
de la mujer.
PIGMALIÓN.

 (Aparte) 

(¿De la mujer?)
GALATEA.

 (Tornando la copa.) 

¡Es el vino! Me cautiva
su color.
Un lampo su centro aviva;1340
su fondo es fuente lasciva
para el amor.
 

(Se dispone a llevar la copa a los labios en el momento en que aparece Aspasia en el fondo del escenario.-Galatea la ve antes y suspende el beber.)

 


Escena VI

 

Los mismos, Aspasia.

 
GALATEA.
¿Yo allí?... ¿o es otra mujer?
Si reflejo es de mi ser,
como me mostró el espejo...1345
¡Ahora comienzo a tener
envidia de mi reflejo!-

 (Dirigiéndose a Aspasia) 

¿Tú eres?
ASPASIA.
¿Qué importa? ¿ a quién?
GALATEA.
¿Tú eres?  (Con más energía.)  ¡Di!
ASPASIA.
Mujer de Atenas.

 (Con desdén.) 

GANIMEDES.

 (A Aspasia aparte.) 

Ya bebe vino, y también1350
se inclina a chupar colmenas.
ASPASIA.
Dime tú, Pigmalión,
Esta mujer, ¿es escita,
o es bacante, en la ocasión
que ha exaltado su razón1355
con el vino?
GALATEA.

 (Queriendo apartar de Aspasia a Pigmalión y a Ganimedes.) 

¡Quita! ¡Quita!
PIGMALIÓN.
Aspasia, es mi Galatea:
me oyó la Divinidad:
Abrázala, y haz que vea
el cómo tu afán se emplea1360
en ofrecerle amistad.
 

(Aspasia y Galatea se abrazan; luego Galatea separa a Aspasia y dice a Pigmalión aparte:)

 
GALATEA.
Las mujeres se abrazan con perfidia;
se repugnan, y forman lazo estrecho;
se besan, y se juntan pecho a pecho,
para irritar el monstruo de la envidia.1365
PIGMALIÓN.
¡Tal sabes!
GALATEA.
¡Por lo que ofende!
El libro del corazón
sin enseñanza se entiende...
Hoja tras hoja se aprende
de una en otra sensación.1370
 

(Aspasia coge a Galatea y la acerca a la mesa.)

 
ASPASIA.
¡Acá! Virgen de mármol,
que Venus animó,
doncella hermosa y núbil,
que ves el primer sol:
la voluntad, la vida,1375
el alma es el amor,
y amor, sobre ser niño,
es ciego y juguetón.
Con infantiles juegos,
el codicioso Dios,1380
el vino no bebido
lo vierte al exterior
por la canal del pecho
de las mancebas de hoy...
Dos tazas de alabastro1385
excitan su ambición,
y cuanto más se ceba,
siendo las tazas dos,
deja una, toma otra,
y vuelve a la anterior.1390
Anímanle en la lucha,
durante la elección,
el címbalo, las flautas,
el báquico furor...
Y, si el placer, la vida,1395
el alma, es el amor,
brindemos a Cupido
las dos juntas, y pon
los labios en la copa
conmigo...
GALATEA.

 (Arrebata la copa a Aspasia.) 

¡Juntas, no!-
1400

 (Bebe.) 

¡Esto es fuego! ¡En él se encienda
mi beldad,
para que el rubor no ofenda
en el camino que emprenda
la vanidad! 1405

 (Bebe.) 

¡Veo el mundo, veo el mundo!
El dolor está profundo;
encima flota el placer:
¡Lo primero y lo segundo
son obra de la mujer!1410
ASPASIA.
¡Se inspira!
PIGMALIÓN.
Fuerza será
quitarle la copa...
GALATEA.
¡Ca!...

 (Bebe.) 

Sigo el curso de la vida;
penetro en la sociedad...
La virtud es fe mentida:1415
el engaño es la verdad.
¡Cambiad, sí, cambiad,
el deber por los placeres,
los afeites por la edad!

 (Bebe.) 

PIGMALIÓN.
¡Galatea!
GALATEA.
¿Qué me quieres?
1420
PIGMALIÓN.
¡Ya no más!
GALATEA.

 (Riendo.) 

¡Ja, ja, ja, ja!

 (A Pigmalión) 

Huyes por senda torcida
y caes en lazo fatal...
¡Te engañarán la querida
o la esposa desleal!1425
PIGMALIÓN.
¡Galatea!
GALATEA.
¿Qué me quieres?
PIGMALIÓN.
¡Ya no más!
GALATEA.

 (Riendo.) 

¡Ja, ja, ja, ja!

 (Con ira.) 

¡Yo soy reina! Vaciad
el ánfora en esta copa,
pues vosotros sois la tropa1430
que sirve a mi voluntad.
ASPASIA.
La has dejado beber tanto,
que ha perdido la razón,
y ha querido decir cuanto
encierra su condición.1435
PIGMALIÓN.
Y, sin que acuda al llanto,
en su estridente risa,
veo la pitonisa
de mi postrer dolor...
GALATEA.
¡El ánfora! ¡Pigmalión,1440
tráeme el ánfora!-¿No accedes?-
¿Tú tampoco, Ganimedes?
¡Pues... me vengo!
 

(Corre, y descubre a Midas, que está detrás de la cortina. En este momento escapa Ganimedes.)

 
MIDAS.

 (A Pigmalión.) 

¡Compasión!

 (Aspasia se interpone.) 

PIGMALIÓN.
¡Midas! ¡tocas a tu fin!
Dime, y tiembla el que no crea...1445
GANIMEDES.
¡Que se escapa Galatea

 (Entrando apresuradamente.) 

por la puerta del jardín!
PIGMALIÓN.
¡Dioses!

 (Suelta a Midas.) 

MIDAS.
¿Será cierto?
GANIMEDES.
¡Andad,
que ella corre como un gamo!
PIGMALIÓN.
¿Hacia dónde?
GANIMEDES.
¡Yo, mi amo,
1450
presumo que a la ciudad!
PIGMALIÓN.
¡Galatea!
GANIMEDES.

 (Aparte.) 

¿Quién la ataja?
Echenle un galgo.
MIDAS.
¡Favor!
PIGMALIÓN.
¡Se me va todo mi amor!

 (Corriendo hacia el jardín.) 

MIDAS.

 (Siguiendo a Pigmalión.) 

¡Y a mí me lleva una alhaja!1455

 (Aspasia sigue a ambos por curiosidad.) 



Escena VII

 

Ganimedes solo, sentado.

 
GANIMEDES.
¡Miren la recién nacida!
¡Trastornar la casa entera!
¡Qué lista es de su persona!
¡Y antes se estaba tan quieta!
¿Si daré yo alguna vez1460
en ser un águila?...-¡Buena
la llevan, corriendo juntos,
mi dueño y Midas tras ella,
uno a rescatar su joya
y otro a recoger su prenda!-1465
¿A que, si Pigmalión
hace otra estatua, no piensa
en pedirle más a Venus
que le dé vida en las piernas,
ni calor en el estómago,1470
ni le trae vino a que beba?-
¡Buen paso lleva la Estatua
con la chispa que la alienta!...-
¡Oh, si las ninfas de Midas,
las bacantes sin vergüenza,1475
y las Venus y Dianas
tomaran parte en la fiesta!

 (Se ríe.) 



Escena VIII

 

Ganimedes, Galatea.

 
GALATEA.

 (Asomando la cabeza por detrás de una cortina.) 

¡Ganimedes!
GANIMEDES.

 (Se levanta asustado.) 

¿Quién me llama?
GALATEA.
¡Eh! Ganimedes, soy yo.
GANIMEDES.
¿Tú? ¿No te escapaste?
GALATEA.
No.
1480
GANIMEDES.

 (Aparte.) 

(¡Esta mujer tendrá fama!)
¡Pues si yo te vi salir
huyendo como un conejo!...
GALATEA.
Fue para engañar al viejo
y al quejumbroso... y venir1485
a tu lado... ¿a qué dirás?
GANIMEDES.
No sé. ¿Les diste un regate?
GALATEA.
¡Me río!
GANIMEDES.
¡Buen disparate
has hecho!
GALATEA.
Quedéme atrás.-
¿A qué achacas la invención?1490
¿Juzgas por qué me he escondido?
¿A qué dirás que he venido?
GANIMEDES.
No acierto.-Pigmalión
será quien vaya delante,
y, atajados los alientos,1495
Midas soltará lamentos
en busca de su diamante.
GALATEA.
Déjalos. Cuanto más corran,
están más lejos...-¿No aciertas?
GANIMEDES.
No atino.
GALATEA.
¿Tiene más puertas
1500
la casa?
GANIMEDES.
Sí.
GALATEA.
Pero ¿ahorran
camino?
GANIMEDES.
Por la que huiste.
GALATEA.
Pues... te he venido a decir
que te amo, y me quiero ir
contigo.1505
GANIMEDES.

 (Asustado.) 

¿Qué me dijiste?
¡Quién había de creer!
GALATEA.
Como nunca me abandones,
seré feliz.
GANIMEDES.
Me propones
lo que yo no puedo hacer.1510
GALATEA.
¡Ven, mi Ganimedes, sígueme!
El monte, el llano, la selva...
En su libertad dichosa...
GANIMEDES.
¡Imposible, Galatea!
Yo he nacido de mujer;1515
tú naciste de una piedra:
la piedra nació en el monte;
no extraño que al monte vuelva;
mientras yo me quedo esclavo
de la voluntad ajena,1520
dando gracias a mi dueño
porque no gasto cadenas.
GALATEA.
¿Esclavo, dices? ¡Esclavo!...
Y ser esclavo, ¿qué expresa?
GANIMEDES.
Que soy esclavo, va dicho:1525
saca tú la consecuencia.
GALATEA.
¿De qué, si no te comprendo?
GANIMEDES.
¡Pues no me fuerces, y espera,
si te lo he de decir todo
como a chiquillo de escuela!1530
Porque, como hoy has nacido
a este mundo, andas a ciegas
dándote con las paredes,
sin conocer una letra...-
Pigmalión es el libre;1535
yo el esclavo de su fuerza
y de mi necesidad...
Y un esclavo es de manera,
que, con serlo, necesita
quien lo tenga y lo mantenga.1540
Tú me pides que me huya
contigo, que eres su prenda
más amada...-¡Ganimedes
no cabe por esa puerta!
GALATEA.
¡Esclavo!...-¿No me dijiste1545
que eras hombre, en cuanto apenas
sentí la vida y sentía
impresión de que tal eras?
¿Hay entre mujer y hombre
una tercer diferencia?1550
¿Un sexo, a que se resiste
femenil naturaleza?
¿Y ahora de ti he de apartarme
con asco, como si fueras
cieno que halla en su camino1555
la planta de Galatea,
y hasta pisarlo repugna
por no manchar su limpieza?
¡Tú, a discreción de otro hombre,
por temor y con afrenta,1560
teniendo manos y vida
que emplear en la pelea!
GANIMEDES.
Son muchos los de mi clase...
GALATEA.
¿Sois muchos? ¡Mayor vileza
es, sí no sumáis los brazos1565
en la natural defensa,
y vencedores o muertos!...
GANIMEDES.
¡Se nos suma por cabezas!
 

(En este momento entran Pigmalión y Aspasia por la galería. Aspasia señala a Galatea, deteniendo a Pigmalión para que observe.)

 
GALATEA.

 (Sin advertirse.) 

¡Quita tú..., a quien amilanan
los ruegos de una manceba,1570
a la que basta fijar
los ojos en donde quiera
que haya varones altivos,
para que en su amor se enciendan!
¡Libre arrastraré tras mí,1575
donde vaya y donde vea,
en rendida muchedumbre
la juventud de la Grecia;
pues nunca el hombre es más fuerte
que rendido a la belleza:1580
y a ti te dejo, porque
ni eres varón ni eres hembra!


Escena IX

 

Galatea, Ganimedes, Pigmalión, Aspasia.

 
 

(Al dejar Galatea a Ganimedes se encuentra con Pigmalión, que se precipita hacia ella.)

 
PIGMALIÓN.
¿Tú así a un esclavo? ¡Oh, mísera!
Venida al mundo apenas,
me burlas y te llenas1585
de impúdico baldón.
GALATEA.
Sentí al nacer ¡oh crédulo!
que el hombre es un juguete;
pues dócil se somete
a la mujer peor.1590
ASPASIA.

 (Interponiéndose.) 

Tente, Pigmalión. Tú ve
si esto es duda o es consejo.
¿De un viejo a un esclavo?...
PIGMALIÓN.
¿Qué?
ASPASIA.
¿Llevar los celos?
PIGMALIÓN.
¡No sé!
¡Mas a ella la mataré1595
por el esclavo y el viejo!

 (Tira del puñal: Aspasia lo sujeta.) 

GALATEA.
¿Es el hierro?... ¡El hierro no!

 (Con espanto.) 

 (Va retrocediendo y repitiendo ¡NO! ¡NO! hasta quedar petrificada encima del zócalo, en la misma actitud en que se la vio por primera vez.) 

ASPASIA.
Arroja el arma y advierte
que, si Venus la animó,
por lo que ella no le dio1600
vienes a darle la muerte.
¡Nacida a la pubertad,
de ese solo sentimiento
vive en pura realidad,
y fuera insensato intento1605
pedirle la honestidad!
PIGMALIÓN.
¡Arránquese la esperanza
del alma, como mi mano
arroja sin la venganza
este puñal, que no alcanza1610
a herir su pecho liviano!

 (Arroja el puñal y queda abatido.) 

 

(Se oyen voces alegres de los amigos y de las mujeres hacia el Interior. Aspasia empuja la puerta y entra la comparsa en tropel.)

 


Escena X

 

Los mismos y la turba de amigos y mujeres, y Midas después.

 
ASPASIA.
¡Tiene celos! ¡Entrad!
AMIGOS.
Los celos son indigna enfermedad.
 

(Midas llega sofocado, entrando por donde salió con Pigmalión en busca de Galatea, y tropieza con la Estatua.)

 
MIDAS.
¡Me pasmo!
UNOS.
¿Qué será?1615
MIDAS.
¡Me asombra!
OTROS.
¿Qué será?
MIDAS.

 (Tocando la Estatua.) 

¡Es mármol!
PIGMALIÓN.
¡Ah! ¡Es mármol?...

 (Adelantándose a tocar a Galatea.) 

TODOS.
¡Bien está!1620
PIGMALIÓN.

 (Volviéndose a los amigos.) 

¡Volcad, volcad las ánforas;
llevadme a los placeres;
brindemos a Citeres;
corramos al altar!
 

(Beben en desorden los amigos y las mujeres flautistas con los demás, excepto Aspasia.)

 
ARÍSTIDES.
Ahora al templo sacro1625
de Venus cipriota;
¡Que amor alado flota
en torno a la Deidad!
 

(Se disponen a salir en tropel, a tiempo que Midas retrocede precipitadamente.)

 
MIDAS.
¡Oh, encanto de la escultura!
¡No me voy!1630
PIGMALIÓN.
Si tanto amas su hermosura,
¡Te la doy!
 

(Midas se abraza a la Estatua y permanece en esta actitud hasta que cae el telón.-Luego Pigmalión, adelantándose al proscenio, dice:)

 
PIGMALIÓN.
¡Mujeres! el eslabón
último de mi cadena
roto está; y Pigmalión,1635
que a sí propio se condena,
suplica vuestro perdón.
¡Aspasia! Tú, la que brillas,
Sol de Grecia, y que no humillas
a quien rinde tu poder...1640

 (Se inclina ante Aspasia.) 

ASPASIA.
¡No ante Aspasia!... ¡De rodillas
a los pies de la mujer!
 

(Pigmalión cae de rodillas.-Midas continúa abrazado a la Estatua, y desciende el telón pausadamente, mientras se oye el eco del Coro que se aleja repitiendo parte del himno del primer acto.)

 
EL CORO.
¡¡Ebohé!!
LOS HOMBRES.
Amor es la vida, su esencia es el alma.
LAS MUJERES.
Si amor es la vida, no amar es no ser.1645
EL CORO.
Inúndanos, Madre, en plácida calma,
de besos y aromas, de dicha y placer.