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Libro de Job en tercetos

Capítulo primero

ARGUMENTO

Job, natural de Hus, provincia vecina a Idumea y Arabia, entre gente ajena de Dios gran siervo suyo; y de los bienes de la vida abastado: cercado de hijos, y rico de ganados, y de familia; y por estas causas en su pueblo y en los comarcanos señalado y tenido, para mayor bien suyo, y para ejemplo de virtud a los venideros, es entregado de Dios al demonio a petición suya, no para que le mate, sino para que le tiente y le azote. Quítale la hacienda, mátale los hijos, llágale fea y cruelmente en el cuerpo y tráele a tanto desprecio, que su misma mujer le baldona y le persuade a que se mate a sí mismo. Pues estando así, lleno de miseria y armado de paciencia, y sentado en un muladar, visítanle cuatro hombres principales y sabios de aquella tierra, y grandes sus amigos, con los cuales después de un largo silencio que causó en él el dolor con la vista de los amigos renovado, y en ellos el espanto de una mudanza de fortuna tan grande, al fin, comenzando él y respondiéndole ellos, trábase entre todos un largo y reñido razonamiento; que en substancia de parte de los amigos es decir que Dios, como justo que es, siempre a los malos y pecadores en esta vida los castiga con miserables sucesos; y que ansí le castigaba a él como a gran pecador. Y de parte de Job es defender que Dios ni castiga siempre ni a solos los malos en esta vida, ni él lo era entonces, por ser pecador y malo. Sobre lo cual, ansí por la una como por la otra parte, se dicen razones altísimas, llenas de artificio y de dulzura en las palabras y en las sentencias preñadas de grandes misterios. Píntanse las condiciones de los hombres malvados, el ingenio de los buenos y justos; engrandécese por extrañas maneras la grandeza del poder de Dios y de su saber. Dícese de su grande bondad y justicia, profetízase su venida al mundo, la resurrectión de la carne, el juicio último, con otras cosas de grande cualidad y provecho. Y al fin de todo, sobreviene Dios y habla con Job con forma sensible. Y enséñale que, pues es hombre, no se ponga con Dios en cuentas ni quiera apear sus juicios. Y después, vuelto a los amigos dél, díceles que no han acertado en sus razones y que han afligido sin causa a su amigo, y mándales que se le humillen y le pidan que le ruegue por ellos, y que rogándoselo Job los perdonará. Hácese ansí, y Dios sana a Job y restitúyele a su estado primero con mayor prosperidad que al principio.

    En la región de Hus, en la primera

edad, fue un hombre justo, Job llamado,

ejemplo de virtud simple y entera;

    temeroso de Dios y del pecado

enemigo mortal, y juntamente
5

de bienes y riquezas abastado.

    Clarísimo entre todos los d'oriente

hijos y hijas bellas Job tenía

y de servicio innumerable gente.

    Los anchos campos fértiles rompía
10

con toros mas de mil, tres mil camellos

y siete mil ovejas poseía.

    Sus hijos por su orden uno dellos

el uno cada día convidaba

en su casa a comer a todos ellos.
15

    Acabada la rueda madrugaba

el padre de mañana y con fe pura

por cada uno a Dios ofrenda alzaba.

    Porque decía ansí: «si por ventura

mis hijos allá dentro de su pecho
20

usaron contra Dios de desmesura».

    Aquesta fue de Job la vida y hecho

mientras los tiempos claros le duraron

y tuvo el viento próspero y derecho.

    Mas fue que un día entre otros que pasaron
25

delante de la majestad divina

Satanás y los ángeles llegaron.

    De Satanás la furia serpentina,

y díjole el Señor como le vido,

a cuya voz la tierra y mar s'inclina:
30

   «¿De dónde vienes tú?». Dice: «He corrido

por la tierra, Señor, y paseado

cuant' es de los mortales poseído».

    Y Dios: «Di, por ventura, ¿has contemplado

en mi sirviente Job, que en virtud pasa
35

a todos cuantos moran lo poblado?».

    -«Por la defensa suya y de su casa

te pones tú por muro díamantino

y es mucho si tus leyes no traspasa».

    Sigue, dice, Señor, otro camino
40

toquémosle con mano más pesada:

veréis dó llegará su desatino.

    -«Dispón de su hacienda, reservada

quedando su persona», dijo el alto

Señor, y la consulta fue acabada.
45

    Teñido de tristeza y de luz falto

el sol por el oriente se mostraba,

cuando con turbación y sobresalto

    a Job le vino un mozo y le contaba:

-«tus bueyes, oh señor, iban arando
50

y el hato de las yeguas junto andaba

    y súbito, su furia demostrando,

sobre nosotros el sabeo viene;

yo sólo me escape por pies volando».

    Esto contaba el mozo, y sobreviene
55

un otro luego y dícele afligido

que ni camellos ya ni guardas tiene,

    que el escuadrón caldeo, dividido

en tres partes, lo uno había robado

los otros a crüel fierro metido.
60

    Había aqueste apenas acabado

y llega otro diciéndole qu'el cielo

con fuego las ovejas ha abrasado.

    Y para dar remate al desconsuelo,

otro con lloro amargo le decía
65

que vista por sus hijos negro duelo

   porque estando comiendo en compañía,

la casa derrocada de un gran viento

debajo de sí muertos los tenía.

    Aquí se levantó Job de su asiento,
70

rompió sus vestiduras, y tendido

por tierra con humilde sentimiento

    dijo: «cual el principio, el fin ha sido;

desnudo vine al mundo, y es forzado

tornar desnudo allí donde he salido.
75

    El Señor, que lo dio, se lo ha llevado.

Alabado su nombre santo sea».

En todo aquesto Job nunca ha pecado

ni dicho contra Dios palabra fea.


Capítulo II

ARGUMENTO

Despojado Job de todos sus bienes, y no por eso vencido, torna el demonio a pedir licencia a Dios para afligirle más, y dásela y hiérele el cuerpo con enfermedad y llagas feas. Por donde su mujer, aborreciéndole, le convida a que desespere. A la cual él, con ánimo paciente y varonil, la reprehende y se asienta en el polvo. A donde cuatro amigos suyos que le vienen a ver y se admiran de velle, asentados y callando, y mirándose entre sí, pasan siete días.

    Ábrese ya otra vez la etérea entrada

y del eterno padre a la presencia

la corte celestial es convocada.

    Vino toda l'angélica potencia

y vino allí el demonio juntamente
5

haciendo su debida reverencia.

    Y preguntole Dios encontinente:

«¿De dónde vienes tú?». Y dice: «He andado

todo lo que posee la mortal gente».

    Y Dios: «di, por ventura, ¿has contemplado
10

en mi sirviente Job, que resplandece

de perfeta virtud raro dechado,

    y en cómo, perseguido, permanece

entero en su bondad? Tú m'has movido

sin causa a dalle el mal que no merece».
15

    «-Todo, dice, lo da por bien perdido,

desde el primero bien hasta el postrero

si queda con salud el afligido.

    Aun este mal no le ha llegado al cuero;

en lo vivo lo toque vuestra mano:
20

veréis quién es con testimonio entero.»

    «-No toques en su vida, -el soberano

señor dice-, y dispón de todo el resto».

Y el demonio se parte alegre, ufano.

    Y con hediondas llagas cuerpo y gesto
25

hiriéndole cruel le cubre todo

bien como lo llevaba presupuesto.

    Mas él, perseverando en su buen modo

tomó para raerse una corteza,

sentándose en vil polvo, en torpe lodo.
30

    «-¿Y duras todavía en tu simpleza?»

entonces su mujer le dijo airada,

«¡Ahógate, ya y sal de tu bajeza!».

    «-Hablaste como hembra mal mirada

-responde-; que ¿por qué do el bien recibo
35

la pena huiré cuando m' es dada?

    Si Dios nos place bueno, ¿por qué esquivo

nos ha de desplacer?». En tal manera

el santo no ha pecado en cuanto escribo.

    La fama voladora y pregonera
40

en mil naciones cuenta, en mil oídos

de Job la desventura grave y fiera.

    Por do tres sus amigos, conmovidos:

Elfaz el temanés y Zofarano

el d' Amatos, y Bildaz que en los tendidos
45

    Suguises imperaba, con humano

intento se disponen, aviniendo,

mover en su consuelo boca y mano.

    Y ya que se acercaban, extendiendo

los ojos, a Job vieron y espantados
50

quedaron, lo que vían no creyendo.

    Y levantando el lloro y sus preciados

mantos rasgando, polvo en sí esparcieron

y al cielo le lanzaron a puñados.

    Y atónitos doliéndose estuvieron
55

callando muchos días, sin que alguno

su boca desplegase, porque vieron

cuán grande es su dolor, cuán importuno.


Capítulo III

ARGUMENTO

Job a la fin rompe el silencio y maldice el día en que nació y su suerte dura, no por desesperación, ni por impaciencia, sino por aborrecimiento de los trabajos de la vida y de su condición miserable, sujeta por el pecado primero a tan desastrados reveses. Y ansí dice que es mejor el morir qu'el vivir, y la suerte de los muertos más descansada mucho que la de los vivos. Y refiere cuán sin pensar y a su parecer sin merecello, vino sobrél este mal.

    Al fin, creciendo en Job el dolor fiero

gimió del hondo pecho y, convertido

al cielo, lagrimoso habló el primero,

    y dijo, maldiciendo: «¡Ay, destruido

el día en que nací y la noche fuera
5

en que mezquino yo fui concebido!

    ¡Tornárase aquel día triste en fiera

tiniebla, y no le viera alegre el cielo

ni resplandor de luz en él luciera!

    ¡Tuviérale por suyo en negro velo
10

la muerte rodeada, para asiento

de nubes, de amargor, de horror, recelo!

    ¡Y aquella noche nunca entrara en cuento

con meses, ni con años, condenada

a tempestad obscura y fiero viento!
15

    Fue noche solitaria y desastrada;

ni canto sonó en ella, ni alegría,

ni música d'amor dulce, acordada.

    Maldíganla los que su amargo día

lamentando maldicen; los que hallaron
20

al fin de su pescar la red vacía.

    En su alba los luceros se anublaron,

el sol no amaneció ni con la aurora

las nubes retocadas variaron,

    pues de mi ser primero en la triste hora
25

no puso eterna llave a mi aposento

y me quitó el sentir el mal de agora.

    ¿Por qué no perecí luego al momento

que vine a aquesta luz, por qué, salido

del vientre, recogí el común aliento?
30

    ¿Por qué de la partera recibido

en el regazo fui? ¿Por qué a los pechos

maternos, fui con leche mantenido?

    Que si muriera entonces mil provechos

tuviera, ya durmiendo descansara,
35

pagara ya a la muerte sus derechos.

    Con muchos altos reyes reposara,

con muchos poderosos que ocuparon

los campos con palacios d'obra rara;

    y con mil ricos hombres que alcanzaron
40

de oro grandes sumas, hasta el techo

en sus casas la plata amontonaron.

    ¡Oh, si antes del nacer fuera deshecho

y cual los abortados niños fuera

que del vientre a la huesa van derecho!
45

    A do repuesta ya la vista fiera

el violento yace, y los cansados

brazos gozan de holganza verdadera.

    A do de las prisiones libertados

están, los que ya presos estuvieron,
50

sin ser del acreedor mas aquejados.

    Los que pequeños y los que altos fueron

mezclados allí son confusamente:

no tienen amo allí los que sirvieron.

    Que ¿para qué ha de ver el sol luciente
55

un miserable, y para qu'es la vida

al que vive en dolor continuamente?

    Al que desea ansioso la venida

de la muerte que huye y la persigue

más que la rica vena es perseguida.
60

    Al que se goza alegre si consigue

el fenecer muriendo, y si le es dado

hallar la sepultura aqueso sigue.

    Al qu'es como yo triste, a quien cortado

le tienen el camino, y uno a uno
65

los pasos con tinieblas le han cerrado.

    Mi hambre con sospiros desayuno

y como sigue al trueno, a mis gemidos

ansí sigue una lluvia de importuno

    lloro que me consume. ¡Ay, cuán cumplidos
70

veo ya mis temores, cuán ligeros,

cuán juntos en mi daño y cuán unidos!

    ¿En qué merecí yo males tan fieros?;

¿por dicha no traté templadamente

con el vecino y con los extranjeros,
75

y soy ferido ansí severamente?».


Capítulo IV

ARGUMENTO

Ofendiéronse los amigos de Job destas postreras palabras en que parece justificarse; y Elifaz, tomando la mano por todos, pídele primero licencia para hablar, y después reprehéndele lo uno de que se queje tan agriamente y lo otro de que ponga en duda la causa por que es así castigado, como sea notorio, según él dice, venir siempre los malos sucesos a los hombres por sus pecados. Y finalmente le amonesta a que no se justifique delante de Dios y cuéntale lo que en visión acerca desto le fue dicho.

    Elfaz de aqueste fin mal ofendido,

después de con los ojos haber dado

señas a los amigos, con fingido

    hablar, revuelto a Job, «aunque pesado

y grave, el disputar te será agora
5

-dice- ¿quién callará lo qu'ha pensado?

    ¿Qu'es esto? ¿Y eres tú el qu'antes d'hora

a todos consejabas?; ¿los caídos

alzabas con tu voz consoladora?

    ¿Eras por quien los brazos descaídos
10

cobraron nueva fuerza y el medroso

temblor huyó los pechos afligidos?

    Para otros sabio y para ti faltoso

quebraste al primer toque, y un avieso

caso, nos descubrió tu ser ventoso.
15

    ¿Por dicha no demuestra este suceso

que tu derechez era burlería,

tu religión, tu vida, y tu proceso?

    ¿Qué sirve preguntar cuál culpa mía

es digna deste mal?; ¿qué justo ha sido
20

cortado en la sazón que florecía?

    Como al revés ha siempre acontecido

qu'el hacedor del mal recoge el fruto

conforme a la simiente qu'ha esparcido.

    Su gozo se convierte en triste luto
25

en soplando el Señor; ante su aliento

el mal verdor se torna seco, enjuto

    Al bramador león en un momento

y a la fiera leona vuelve mudos

y quiebra al leoncillo el diente hambriento.
30

    Y quita de las uñas a los crudos

tigres, la amada presa, y despartidos

los pobres hijos van de bien desnudos.

    No te pregones justo; en mis oídos

sonó lo que diré y a malas penas
35

cogieron parte dello mis sentidos.

    Cuando tintas del negro humor las venas

carga la pesadilla al hombre y cuando

la noche ofrece formas d' horror llenas,

    adentro de los huesos penetrando
40

un súbito pavor me sobrevino

y sin saber de qué quedé temblando;

    y como soplo, un aire peregrino

pasó sobre mi rostro, y cada pelo

se puso en mí más yerto qu'el espino;
45

    y pareció ante mí en obscuro velo,

en pie, no supe quién, vi una figura,

oí como una voz qu'aguza el duelo».

    Y dijo: «¿a par de Dios por aventura

s'abonará el mortal?, ¿la vida humana
50

ante su facedor mostrarse ha pura?

    Si no dio a su familia soberana

constancia duradera y si no puso

en sus ángeles luz del todo sana,

    cuánto menos al hombre, que compuso
55

de polvo, que en terrena casa mora,

qu'el ocio le entorpece y gasta el uso,

    que nace como flor por el aurora

y en la tarde marchito desparece,

y no queda dél rastro en breve hora,
60

    porque no tiene apoyo. Ansí acontece

al escogido, al vil; ansí el preciado

y el miserable vulgo ansí perece,

y en esto es con los brutos igualado».


Capítulo V

ARGUMENTO

Prosigue Elifaz en su razón y pide a Job que le muestre que hombre santo haya sido maltratado de Dios, como le mostrará él habello sido siempre los que son malos. Que cual es cada uno, ansí le acontece. Y amonéstale después desto que vuelto a Dios haga penitencia, y le asegura de su favor si así lo hiziere.

    Y añade: «Pero si no soy creído

llama quien te defienda, si parece

alguno, o di cuál santo, cual tú ha sido.

    Cual vive, a cada uno ansí acontece:

a manos de su antojo el tonto muere,
5

el malo y revoltoso en lid perece.

    Por más bien arraigado que estuviere,

al malo si le veo le maldigo

y más cuanto más rico y feliz fuere.

    ¡Ay, cuán amargo trueque, ay triste, digo
10

te espera! Que tus hijos condenados

por cárceles irán sin bien ni abrigo.

    Langostas comerán los tus sembrados,

ni el seto los defiende ni la espina,

tus bienes del ladrón serán robados.
15

    Que cierto es que la tierra no es malina

de suyo, ni jamás produce el suelo

por culpa suya mal o cosa indina.

    El hombre es sólo aquel a quien desvelo

le viene el producir por culpa pena,
20

como es a la centella proprio el vuelo.

    Yo juzgo que el valor, la suerte buena

es el buscar a Dios; en el su oído

mi voz y mi oración contino suena.

    Gran facedor de hazañas que en sentido
25

no caben, de proezas cuyo cuento

no puede ser por sumas recogido;

    levanta adelgazando el elemento

del agua y vuelto en lluvia le derrama

por la faz de la tierra en un momento;
30

    del polvo sube en alto, y encarama

a la bajeza humilde, y al cercado

de noche torna a luz y buena fama.

    Deshace y desbarata el avisado

intento del engaño y no consiente
35

que consiga el traidor lo deseado.

    Con sus artes enlaza al más prudente,

con sus avisos mismos y la liga

destruye de la falsa y mala gente.

    La luz se le ennegrece y da fatiga,
40

y como en noche oscura estropezando

no sabe el resabido por dó siga.

    Valiente salvador del pobre cuando

le oprime ya el tirano, cuando el crudo

cuchillo encima dél va relumbrando.
45

    Es para el desarmado fiel escudo,

él solo, es rico bien, rica esperanza;

al opresor burlado deja, y mudo.

    Dichoso el hombre que de Dios alcanza

ser corregido aquí. Por esto amigo
50

sufre su disciplina con templanza,

    que si te pasa el pecho su enemigo

fierro, te sanará su blanda mano:

hará venir el bien tras el castigo.

    De los trabajos seis el soberano
55

victoria te dará, del mal seteno

te sacará gozoso alegre y sano.

    Él te sustentará si el muy sereno

cielo quemare el campo; en el sonido

al arma te pondrá dentro en su seno.
60

    Guardado te tendrá, y como escondido

de la perversa lengua, sano y ledo,

si el aire se dañare corrompido.

    Si la tierra temblare, estarás quedo;

si la asolare el robo, tu seguro
65

ni de las bestias fieras habrás miedo.

    Aun los peñascos mismos, aun el duro

roble te acatarán, y la fiereza

se volverá contigo en amor puro.

    De paz verás cercada y de nobleza
70

tu casa, y mirarás con diligencia,

y falta no verás en tu grandeza.

    Verás multiplicar tu descendencia

tus pimpollos crecer, cual crece el heno

a quien el cielo mira con clemencia.
75

    En la fuesa entrarás de días lleno,

maduro y bien granado como espiga

cogida con sazón en año bueno.

    Aquesto, la verdad que yo te diga

es todo cuanto alcanzo y cuanto hallo
80

y cierto es ello ansí. Tu oreja siga

mi voz, tu pecho empléese en pensallo».


Capítulo VI

ARGUMENTO

Job de nuevo lastimado con la plática de Elifaz, que oía sus quejas y no sentía sus dolores, desea que lo uno y lo otro se pudiera poner cada uno en su balanza, para que así se viese cuánto es más lo que le duele que lo que se queja. Desea acabar ya con la vida, laméntase del poco consuelo que halla en sus amigos. Y dice

    Los ojos en Lifaz como enclavados

de nuevo dolor lleno y d'amargura

los brazos sobre el pecho ambos cruzados,

    «Ojalá -dice Job- que mi ventura

tal fuera qu'en un peso se pesara
5

mi queja juntamente y suerte dura.

    Entonces vieras tú cuál traspasara

a cuál, cuánto es mayor el mal que siento

qu'el lloro, y que la voz me desampara.

    Agudos pasadores, ¡ay!, sin cuento
10

me beben sangre y vida ponzoñosos;

soy de dolores mil amargo asiento.

    ¿Bramó por yerba, dime, en los viciosos

bosques el corzo? O di: ¿dio el buey bramido

en los pesebres llenos, abundosos?;
15

    ¿o viste que pudiese ser comido

lo amargo, o que lo soso y desalado

no pareciese a todos desabrido?

    Ni el qu'está alegre llora, ni el cuitado

puede callar su mal: y yo ansí agora,
20

si querelloso estoy, estoy llagado.

    ¡Oh, quién me concediese en esta hora

aquello que demando!, ¡oh, si cumpliese

mi voluntad el qu'en lo alto mora!

    Que pues lo comenzó, me deshiciese,
25

que a su mano soltase ya la rienda

y qu'en menudas piezas me partiese.

    Y me consuele en esto, que no atienda

a si me dolerá, sino que acabe

seguro que yo nunca me defienda.
30

    Que ¿cuál es mi valor para en tan grave

mal no desfallecer?; ¿qué valentía

para durar al fin que no se sabe?

    ¿Por dicha es de metal la carne mía?

¿Soy bronce, soy acero, o mi dureza
35

con la del pedernal tiene porfía?

    Ni en mí para valerme hay fortaleza,

ni en los amigos hallo algún consuelo,

sino en lugar d'amor fiera extrañeza.

    ¡Oh! ¿Quién viendo al amigo por el suelo
40

olvida l'amistad? El tal ¿osado

será a poner las manos en el cielo?

    Mis deudos como arroyo m'han faltado,

como arroyos que corren de avenida

por los valles con paso acelerado;
45

    van turbios con la escarcha derretida,

van turbios y crecidos con el yelo

y nieve qu'en sí llevan escondida.

    Mas dende a poco tiempo como en vuelo

se pasan y deshacen al estío,
50

por do pasaron seco queda el suelo;

    por do sonaba hinchado un grande río

el paso va torciendo una delgada

vena, que falta y queda al fin vacío.

    Mirolos desde lejos la calzada
55

de Temano, mirolos el camino

de Arabia, la en riquezas abastada;

    violos el caminante, a ellos vino

con sed, cuando llegó ya se han pasado:

confuso condenó su desatino.
60

    Tal es lo que comigo habéis usado:

venistes a aliviarme, y sin alguna

causa mi duelo habéis acrecentado.

    ¿Dije, por aventura, dadme una

parte de vuestro haber? ¿Mi voz ha sido
65

en algo pedigüeña o importuna?

    ¿O he que me librásedes querido

d'algún grave enemigo temeroso?

¿Qué bien o qué rescate os he pedido?

    Habla, si tenéis qué, que con reposo
70

os prestaré atención. Decidme agora

si os he pecado en algo, o soy penoso.

    ¡Oh, cómo es poderosa y vencedora

en todo la verdad!; ¡oh, cómo en nada

me empece vuestra voz acusadora!
75

    En vuestro imaginar está fundada

vuestra reprehensión, de solo el viento

movistes contra mí la voz airada.

    El caso es que en cayendo uno al momento

todos son contra él. ¿A un herido,
80

a un amigo vuestro dais tormento?

    Quered bien atender a mi gemido,

mirad mi razón toda atentamente,

veréis que con vosotros no he excedido.

    O, si os place, tornemos blandamente
85

a razonar sobre ello, tornad luego

verase mi razón más claramente.

    No torcerá jamás por mal, por ruego

mi lengua a la maldad; que si me duelo

si lloro, soy de carne y ardo en fuego
90

y siento como cuantos tiene el suelo».


Capítulo VII

ARGUMENTO

Prosigue Job en su querella y relata muy por menudo sus males todos; y vuelto a Dios suplícale que les ponga fin o acabándolos o acabándole.

    ¡Ay, no tuviera el hombre un señalado

tiempo para morir!, ¡ay, no tuviera

como el obrero tiene un fin tasado!

    Con el deseo que la sombra espera

el siervo trabajado, o el jornalero
5

qu'el sol fenezca aguarda, su carrera,

    ansí esperando yo el día postrero,

en vano muchos meses he contado,

mil noches he tenido en dolor fiero.

    Cuando me acuesto digo: «ya es llegado
10

mi fin, no hay levantar»; y a la mañana:

«no hay tarde», y a la fin quedo burlado.

    Alárgase mi mal, toda es temprana

hora para mi fin, aunque vestido

de podre estoy, ni tengo cosa sana.
15

    Cual lanzadera en tela, así han corrido

mis días descansados; mi contento

voló, y el mi esperar en vano ha sido.

    ¡Ay, miémbrate de mí, Señor, pues viento

conoces qu'es mi vida y que, pasada
20

no tornare a gozar de luz, d'aliento!

    No me podrá más ver vista criada,

si un poco tu clemencia más s'olvida:

cuando me quieras, ver no verás nada.

    Llovió y pasó la nube, así es la vida;
25

ansí quien una vez bajó a la escura

región, no halla vuelta, ni subida;

    ni torna más a ver la hermosura

de su dorado techo y alta casa,

ni le conoce más su misma hechura.
30

    Si no, yo menos puedo poner tasa

a mi doliente voz, diré mi pena,

diré cuánto amargor el alma pasa.

    ¿Qué es esto, ¡ay, di señor!, soy yo ballena?,

¿soy mar, que a cada lado, a cada parte
35

yo encuentro en el dolor, ella en la arena?

    Si, digo, del dulzor que el sueño parte

mi lecho no será escaso comigo

allí podré olvidar de mi mal parte.

    Con temerosas formas enemigo
40

me tornas el descanso ansí espantoso

qu'el despierto dolor por bueno sigo.

    El lazo estrecho y crudo por sabroso

escoge l'alma mía, y cualquier suerte

y no este cuerpo flaco y doloroso.
45

    Aborrezco el vivir, amo la muerte

y pues es fin forzoso, ¡ay!, venga luego,

no guarde a un ser tan vil tu mano fuerte.

    ¿Cuál es sino bajeza el hombre y juego

para que cuide dél tu providencia
50

o le deshaga el hierro, o queme el fuego?,

    ¿para que en la alborada con clemencia

le mire cada día, y le remire

por horas, por momentos tu excelencia?

    ¡Ay! ¿Cuándo has d'acabar? O se retire
55

de vida sostener tan miserable

tu mano, o dame aliento en que respire.

    Si dicen que pequé, tu ser estable

¿qué pierde, para que por blanco opuesto

me tengas, y hecho peso intolerable
60

   a mí mismo? ¡Ay, señor amansa presto,

amansa ya tu brazo riguroso,

no tengas ya en tus ojos mi mal puesto!

    ¿No ves que si te tardas vagaroso

hoy me pondré a dormir en este suelo
65

y al alba, si me buscas pïadoso

no hallarás de mí ni solo un pelo?


Capítulo VIII

ARGUMENTO

Toma la mano otro de los amigos de Job, llamado Bildad, y como si Job hubiera acusado de injusto a Dios, así vuelve por su igualdad y defiende sus partes, afirmando que ni la maldad, por más que se disimule con apariencia de bien, florece, ni la virtud perece, aunque más la persigan; porque Dios justo da siempre favor al que lo merece.

    Aquí Bildad airado abrió la boca:

«¿qué fin ha de tener tu parlería,

dice, tu presunción ventosa, loca?

    ¿Hizo jamás Dios sobra o demasía?

¿Torció el derecho a nadie, armó la mano,
5

faltándole razón, con tiranía?

    Si ciegos de su error, tus hijos, vano

pecaron contra él, él justamente

también se les mostró crudo inhumano.

    Y tú, si con cuidado diligente
10

agora despertares tus sentidos,

si a Dios los convertieres húmilmente;

    si con pura limpieza en sus oídos

sonares, él también de madrugada

te colmará de bienes escogidos,
15

    y quedará zaguera tu pasada

felicidad, riqueza y buena suerte

con tus postrimerías comparada.

    Pregunta a los ancianos, ve y convierte

tus ojos por los siglos ya primeros;
20

en los antiguos casos mira, advierte,

    que nos ayer nacimos, y ligeros

volamos más que sombra, y como el viento,

y en el saber quedamos muy postreros.

    Ellos te enseñarán, con largo cuento
25

ellos te hablarán; y del divino

pecho producirán razonamiento.

    Dirante qu' es notorio desatino

pedir verdor al junco, ni hermosura

que no está junto al agua de contino.
30

    Que si parece estar en su frescura

sin que le toque el hierro, ni la mano

primero que ninguna otra verdura

    se seca; y que ansímismo el ser liviano

perece de cualquier que a Dios olvida,
35

de todo falso hipócrita profano.

    Al cual su vanidad a conocida

calamidad conduce, y su esperanza

es tela a do l'araña hace su vida.

    A do el flaco animal cuando el pie lanza,
40

no halla do estribar, y aunque procura

caído levantarse, no lo alcanza.

    También te enseñarán que cuando dura

a la planta el humor y el sol benino

la mira, crece en ramos y frescura.
45

    Y abriendo por las piedras da camino

a sus firmes raíces, y enredada,

las pasa como acero agudo y fino.

    Y si por caso alguna es arrancada

de su lugar así, que quien la vido
50

diga: no queda rastro, ni pisada.

    Entonces es su gozo más crecido,

por uno, mil pimpollos vigorosa

levanta d'entre el polvo removido.

    Ello es verdad perpetua, no dudosa:
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jamás a la bondad Dios desampara,

jamás a la maldad hace dichosa.

    No le dejes tú a él, que él nunca para

hasta que de loor te colme el pecho,

hasta que bañe en gozo boca y cara.
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    Los enemigos tuyos al despecho

entregará confusos: qu'el estado

del bueno nunca viene a ser deshecho,

ni del malo jamás es prosperado.


Capítulo IX

ARGUMENTO

Responde Job a Bildaz. Confiesa qu'es Dios justo y dice grandes cosas de su saber y poder; mas con ser Dios justo, está firme en decir qu'él no ha pecado conforme a lo que padece, y encarece lo que padece por nueva manera.

    Confieso qu'es ansí, que nadie es parte

si Dios, -respondió Job-, al hombre acusa

a con justa razón guardar su parte.

    Que quien con él baraja, si ya usa

de todo su saber, dará turbado
5

por mil acusaciones una escusa;

    es de corazón sabio, está dotado

de poderosa fuerza, ¿quién presume

trayendo lid con él gozar su estado?

    Los montes encumbrados trueca y sume
10

con tan presto furor, que apenas vieron

el golpe descender que los consume.

    En tocando él la tierra se movieron

los fundamentos della, y conmovidos

de su lugar eterno y firme fueron.
15

    Manda al sol que recoja sus lucidos

rayos y no los muestra, y los sagrados

ardores por él son escurecidos.

    Él tiende el aire puro; desplegados

los cielos son por él; y va y camina
20

por cima de los mares más hinchados.

    Él sólo cría el Norte y la Bocina

y el Carro, y del austral contrario polo

la retirada estrella peregrina.

    Poderoso obrador, de lo que él solo
25

entiende; de sus obras y grandeza

comencé el hombre el cuento, mas dejolo.

    Pondráseme delante, y mi rudeza

no le conocerá, subirá el vuelo,

y no le entenderé, tal es su alteza.
30

    Pues si de algo asiere, ¿quién del suelo

le quitará la presa? ¿Cuál osado

razón demandará al que tuerce el cielo?

    No enfrena con temor su pecho airado

que del mundo lo alto y lo crecido
35

debajo de sus pies tiene humillado.

    Pues ¿cuándo o cómo yo seré atrevido

de razonar con él?; para su audiencia

¿qué estilo hallaré tan escogido?

    Que ni sabré tornar por mi inocencia,
40

por más que limpio sea, mas tremiendo

le rogaré que juzgue con clemencia.

    Y puede acontecer también que habiendo

llamádole responda, y yo no crea

ni sepa que a mi voz dio entrada oyendo.
45

    Él como torbellino me rodea

y empina y bate al suelo, y presuroso

en añadir dolor en mí se emplea.

    No me concede un punto de reposo,

ni un solo recoger el flaco aliento:
50

en amargarme sólo es abundoso.

    Ansí que si va a fuerzas no entra en cuento

la suya; si a derecho no hay criado

que parezca por mí en su acatamiento.

    Seré yo por mi boca condenado
55

si hablo en mi defensa; limpio y puro

seré y convencerá que soy culpado.

    Yo mismo no estaré cierto y seguro

de mi justicia misma; lo más claro

de mi vida tendré por más escuro.
60

    Mas lo que he dicho y digo es que al avaro

al liberal, al malo, al virtuoso

les rompe de la suerte el hilo caro.

    Mas ya qu'el destruirme le es sabroso

acábeme de una y no haga juego
65

del mal de quien jamás le fue enojoso.

    Andáis mal engañados, hace entrego

del mundo, si le place, al enemigo

injusto, que lo pone a sangre y fuego.

    Y lo trastorna todo, y no hay testigo
70

ni vara que se oponga a su osadía,

decid ¿quién se lo dio si no es quien digo?

    Y a mí que no he pecado el corto día

me huye de la vida más ligero

que posta, y más que sombra mi alegría.
75

    No corre ansí el navío más velero,

ni menos ansí vuela y se apresura

a la presa el milano carnicero.

    Ni en el pensar jamás tuve soltura,

jamás dije entre mí: «quiero yo agora
80

hurtarme al sobrecejo, a la cordura».

    No me desenvolví siquiera un hora,

que siempre ante mis ojos figurada

tu mano truje y fuera vengadora.

    Mas si, como decís, soy malo, nada
85

me servirá el rogar, porque si fuese

justo no lo seré si a él le agrada.

    Si puro más que nieve emblanqueciese,

si más que la limpieza misma todo

en dichos yo y en hechos reluciese,
90

    ante él pareceré con torpe lodo

revuelto y sucio ansía que mi vestido

huya de mí con asco en nuevo modo.

    ¡Ay! que no es otro yo, no igual, ceñido

de carne con quien pueda osadamente
95

ponerme a pleito, oír y ser oído.

    Ni menos hay persona, no hay viviente

que medie entre los dos, que nos presida,

que mida a cada uno justamente.

    Ponga su vara aparte, su crecida
100

saña no me estremezca, y yo me obligo

a entrar con él en cuenta de mi vida;

mas ansí como estoy, no estoy comigo.


Capítulo X

ARGUMENTO

Prosigue Job quejándose, y vuelto a Dios, queréllase con él y pídele que mitigue su ira y le deje respirar siquiera un poco. Y dice:

   Este vivir muriendo noche y día

ansí me enfada ya, que sin respeto

la rienda soltaré a la lengua mía.

    Diré mis amarguras, mi secreto.

Señor, ¿condenarás a un no oído,
5

ni me darás razón d'aqueste aprieto?

    ¿Es bueno ante tus ojos oprimido

tener con vïolencia al que es tu hechura

y dar calor al malo, a su partido?

    ¿Tus ojos son de carne, por ventura?,
10

¿tu vista es cual la humana, tu juzgado?,

¿tu ser, es como el ser de la criatura?

    ¿Pesquisas lo que dudas engañado

por dicho o por sospecha? ¿Manifiesto

no sabes que jamás te fui culpado?
15

    ¿No sabes mi inocencia? Mas ni aquesto

ni fuerza, ni saber alguno humano

descargan de mis hombros, lo que has puesto.

    Tus dedos me formaron, con tu mano,

Señor, me compusiste a la redonda
20

y agora me despeñas inhumano.

    Acuérdate que soy vileza hedionda,

del polvo me feciste, y cuán en cedo,

harás qu'el mismo polvo en sí m'asconda.

    Como se forma el queso, ansí yo puedo
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decir, que de una leche sazonada

me compusiste con tu sabio dedo.

    Vestísteme de carne cubijada,

de cuero delicado, y sobre estables

huesos con firmes nervios asentada.
30

    Vida me diste, y bienes no estimables

con tu visita dura y persevera

mi huelgo flaco y días deleznables.

    Bien sé que no lo olvidas, ni está fuera

de tu memoria aquesto, y qu'en tu pecho
35

mora lo que será, lo qu'antes era.

    Si te ofendí, Señor, bien me has deshecho,

si cometí maldad, a buen seguro

que no me iré loando de lo hecho.

    Y si fui pecador, ¡ay, cuánto es duro
40

mi azote!; y si fui justo ¿qué he sacado

más de miseria amarga y dolor puro?

    El cual como león apoderado

de mí, me despedaza; mas soy luego

por ti para más pena renovado.
45

    Con milagrosa mano en medio el fuego

por prolongar mi duelo me sustentas,

y muero siempre y nunca al morir llego.

    Renuevas mis azotes, y acrecientas

tus iras, y mudándolos contino
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con un millón de males me atormentas.

    ¡Ay!, di ¿qué voluntad, Señor, te vino

de producirme a luz? ¡Ay, feneciera

antes que comenzara a ser vecino

    del mundo, y que mortal ojo me viera
55

y el vientre se trocara en sepultura,

y como el que no fue jamás, yo fuera!

    Mas pues lo poco que mi vivir dura

conoces, ten, Señor, la mano airada,

dame un pequeño espacio de holgura.
60

    Antes que dé principio a la jornada

para nunca volver, antes que vea

la tierra triste de negror bañada,

    la tierra negra tenebrosa y fea

de confusión y de desorden llena
65

falta de todo el bien que se desea

adonde es noche, cuando más serena.