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ArribaAbajo24.- Redondillas Espirituales de Silva


A Cristo Nuestro Señor, sobre su divino pie izquierdo, el cual se mostraba en una imagen de la columna, de ella amarrado


ArribaAbajo   El pie que de amor me hirió
de sólo mirarle un día,
¿qué efecto en el alma haría
cuando a mis labios llegó?

   Dígalo Amor, a quien diere
el alma por escucharle;
que fuerza será dejarle
vida y alma, si le oyere.

   Que sin jamás apremiar
la voluntad, de manera
él la fuerza a que te quiera,
que no te puede olvidar.

   El pie tu Silva besando
que juntamente adoraba,
dél sentí que al alma entraba
un fuego y otro abrasando.

   Y abierto hasta el corazón
el camino a puro fuego,
a paso llano el pie luego
entró a tomar posesión.

   Y tan perdida quedé,
cuando los ojos, por verle,
alcé, que, por no perderle,
me di, por el dulce pie.

   Y como me di a mí, diera,
por solo este pie pintado,
cuanto bien imaginado
puede haber, si le tuviera.

   Aquesto así ejecutado,
me fuera suma riqueza
verle sobre mi cabeza
después de haberle besado.

   Que no sólo vencedor
tu robusto brazo diestro
es, que con tu pie siniestro
hieres, y matas de amor.

   Mil dardos dél me arrojaste,
y al alma todos llegaron,
y mil heridas causaron
de amor, con que me mataste.




ArribaAbajo25.- Quintillas Espirituales de Silva


Al mismo pie izquierdo de Cristo Nuestro Señor, que (como dicho es), se parecía atado por un lado de la columna.


ArribaAbajo   Hizo pie en mi corazón
un pie divino de modo
que no podrá el mundo todo
quitarle la posesión,
ni a mí tan rico tesoro.
   Y era tanta la dulzura
que el sacro pie le influyó,
que desterrado quedó
cuanto acíbar y amargura
en el corazón halló.

   Descubriendo el pie sin par,
quité el delicado velo,
vislumbres de empíreo cielo;
dió el alma allá sin tardar,
con alas de amor un vuelo.

   Y hecha una fénix quedó
haciendo al pie de sí entrego;
que el pie de amor es de fuego,
y alma y corazón volvió
vivas llamas desde luego.

   Y adorando aquella Aurora
do mi sol vino escondido,
vi mi pecho enriquecido,
y dije: Silva, atesora
deste bien no conocido.

   Cien mil gracias derramaba
el pie, inmensa fuente de ellas,
y con fogosas centellas
mi corazón adornaba,
como al cielo con estrellas.

   Y de arreboles tan lleno
mi claro cielo se vía,
que de primavera el día
más dorado y más sereno,
en mil tinieblas volvía.

   La más larga y rota mano
que en hacer bien se esmeró,
jamás pudo ni acertó
a dar lo que el soberano
pie en un solo punto dió.




ArribaAbajo26.- Romance Espiritual de Silva


en que se muestra cuán vivos sean y cuán justos los sentimientos del alma que ama a Dios, cuando halla faltas en su correspondencia, aunque inadvertidas y poco voluntarias; y que el remedio último de estos aprietos es aquel a que forzosamente ellos la obligan, que es salirse de sí misma huyendo al soberano refugio y presencia de Cristo Nuestro Señor, a do hallaba felicísima acogida.


ArribaAbajo   Teniéndose en la memoria
a si misma dibujada,
Silva, de amor encendida
y de la pena aumentada,
alevosos desconciertos
a sus desaciertos llama,
y fieras puntas de acero
que el alma y corazón pasan.
-¿Cómo, dice, ¡ay!, enemiga,
enemiga, aleve y falsa,
descuidos caber pudieron
en quien muy de veras ama?
Y si en ti son los pequeños
traiciones no imaginadas,
díganlo aquellos favores,
no dados con mano escasa,
con que tan enriquecida
te tiene también el alma.

   Y no pudiendo sufrir
la fuerza de sus palabras,
se desampara, y huyendo,
sin fuerza y desalentada,
llegó ante aquella presencia
do está su gloria cifrada,
corno a venturoso puerto,
después de tempestad brava;
y, viendo abierta la puerta
al lado del Real Alcázar,
dándole amor osadía,
y prestándole sus alas,
voló hasta dentro del pecho;
y, cual fénix renovada,
su vida fue así, muriendo
entre mil ardientes llamas.




ArribaAbajo27.- Romance Espiritual de Silva


Del alma que, determinada con ánimo del cielo a buscar a Cristo Nuestro Señor y seguirle, descubrió sus divinas huellas en los desprecios, desamparos y trabajos temporales, admitidos y estimados por su amor; y, experimentadas las dificultades de este camino estrecho, las halló allanadas con aquellos pies soberanos que, rompiendo por ellas, tuvieron fuerza y virtud para volver dulce y apacible lo que en sí era antes escabroso y amargo.


ArribaAbajo   En busca del dulce Amado
Silva animosa camina,
y entre mil varias pisadas
las de su Bien descubría,
que, con las vueltas del tiempo,
apenas se parecían.
Cuyo divino traslado,
con que errar no se podía,
impreso en el corazón
de mano de amor tenía.
Y con cada soberano
vestigio se enternecía,
diciendo: «Dulce camino,
dulce y amigable guía,
ninguna más venturosa
dársete pudo, alma mía.
¡Ay, plantas, que os dibujasteis
sobre escabrosas espinas
a tanta costa, por que
no me fuesen a mí esquivas!»
Y el tierno pecho abrasado
entre memorias tan ricas,
despide llamas al cielo,
que lo baten y aportillan.




ArribaAbajo28.- Romance Espiritual de Silva


en el cual se muestra un alma muy herida del amor de Dios.


ArribaAbajo   En la dura superficie
de la tierra, recostada,
y de una mortal herida
de amor, que el alma le pasa;
con mil vivos sentimientos
del tierno pecho arrancaba,
Silva, profundos gemidos,
qué por la posta despacha.

   Del grave dolor que siente
constreñida y apremiada,
más que a toda diligencia
les ordena que se partan;
y dice: «Andad, mis suspiros,
pues me veis desahuciada,
en busca del Bien que pudo
herir de este modo el alma,
con cuya mano divina
sólo podré ser curada;
que de males rigurosos
de amor, jamás nadie escapa
con vida, sino en las manos
del mismo que de amor mata».




ArribaAbajo29.- Romance Espiritual de Silva


sobre aquellas primeros y divinas palabras de Los Cantares: «Osculetur me osculo oris sui», entendidas en persona de un alma que íntimamente deseaba a Dios.


ArribaAbajo   Los orientales luceros,
y bellos ojos, acaso,
poniendo la fiel Esposa
en un sangriento retrato
de su bien y su tesoro
herido y aprisionado,
quiso hablar; mas imposible
fue que amor había anudado
la lengua con fuerte nudo
y el corazón traspasado
de mil mortales heridas,
que la llegaban al cabo.
Y cuando (aunque no bien)
pudo decir su dolor extraño,
con la voz enflaquecida
y el pensamiento elevado
en aquel a quien adora,
dijo: «Si no son sus labios
remedio de este accidente
tan grave y desahuciado,
la natural vida pierde
su fuerza, y se va acabando:
Aplíqueseme al aliento
el respirar soberano
que a los muertos resucita,
nueva vida al alma dando».




ArribaAbajo30.-Romance Espiritual de la Misma a Cristo Nuestro Señor


ArribaAbajo   De Silva los claros ojos,
que mil lágrimas brotaban
vueltos hacia el alto cielo,
juntamente derramaban
mil amorosas querellas,
que entre las corrientes claras
despide su corazón,
porque el fuego la apremiaba
del amor, que fuertemente
le ocupa, enciende y abrasa.
Y estando la lengua muda,
porque el corazón hablaba,
desde él dice: «¡Ay, Señor mío!,
¡quién pudiera tornar alas
de sincera palomilla
en tu amor perficionadas,
para volar, y acogerme
a la ciudad soberana
de mi refugio y defensa,
a do no llegan ni alcanzan
los males de aqueste suelo
en que vivo desterrada!
No llamo males, mi bien,
a los que en él males llaman,
que ésos antes me enriquecen
y me consuelan y acallan;
ni ciudad a la del cielo,
aunque es mi querida patria,
sino a tu pecho divino,
adonde nido y morada
me hiciste, abriéndome puerta
con el hierro de una lanza».




ArribaAbajo31.- Romance Espiritual de Silva


en que refiere el tiempo y modo con que fue Nuestro Señor ganando el alma y robando la voluntad para sí, con lo demás que a esto se sigue.


ArribaAbajo   Madre, siendo niña,
me prendió el Amor;
con cadenas de oro
presa me dejó.
Pensé se burlaba,
y él se me rió,
y me dijo: «Silva,
yo soy tu Señor».

   No sentí su fuego
aunque abrasador;
¡ahora bien le siento
después de mayor,
que la burla y juego
veras me salió!

   Ya no soy de nadie
sino del Amor,
que con fuertes lazos
así me enlazó;
y son sus lazadas
de tanto primor,
que atando desatan,
y bien lo sé yo.
Con su S. y clavo
señalada estoy,
señales de gloria
con que me adornó.
Volvió a mí sus ojos,
y de ellos salió
fuego vivo, ardiente,
que a Silva abrasó;
abrasóle a Silva
alma y corazón.
Y arcos imagino
que sus ojos son,
porque una saeta
de ellos despidió.
Asestóla al alma,
y en el blanco dió;
quedé tan herida
que muero de amor.
Y el dolor que siento
es grave dolor;
templalle, mi madre,
nadie podrá, no,
que único remedio
de él es mi Señor:
sólo sanar puede
la mano que hirió.




ArribaAbajo32.- Quintillas Espirituales de Silva


Sobre haber unos vendido el Santísimo Sacramento a un moro, que hiciese hechizos dél, en Madrid, año de 1597.


ArribaAbajo   ¡Cuán dado, mi Dios te diste,
pues, por darte al alma amada,
la aleve y desmesurada
llegar a ti permitiste,
con bondad no imaginada!

   La sagrada Comunión
recibiendo cada día,
siete veces la escondía,
y con perversa traición
a un moro infiel te vendía.

   El cual un escudo daba
por ti, en que eras apreciado,
y para hechizos comprado;
que para ellos no ignoraba
ser tú, mi gloria, apropiado.

   Pero, ¿cómo no entendió
el infamísimo avaro,
si riqueza pretendió,
que tesoro inmenso dio
vendido en sólo un ducado?

   ¡Tan barato te vendía,
mi bien, estando yo aquí!
¡Ay, si me encontrara a mí,
y diérale, sin porfía,
hacienda y vida por Ti!

   Quien te vendió me lastima,
y también quien te compró,
pues ninguno conoció
el gran respeto y estima
que a tu persona debió.

   ¡Oh hechizos! cuán venturosa
fue el alma a quien hechizastes!
Decidme, ¿no la dejastes
hecha una celestial diosa,
si a dicha en gracia la hallastes?

   Que si así fue, empíreo cielo
vuelta, sin duda, quedó,
mientras en sí os poseyó;
que el no pensado consuelo
y eterna vida se halló.

   En fin, hechizos se hicieron,
con que bien enhechizado
de amor quedó el que ha tomado
tales hechizos, pues fueron
hechos del Verbo encarnado.

   Que, en hechizos, yo no dudo,
Hostia sacra, que ese amor
hechice con tal primor,
que ni supo Dios ni pudo
hacer hechizo mejor.




ArribaAbajo33.- Redondillas Espirituales de Silva


Al Ecce Homo


ArribaAbajo   Sacando el vivo retrato
de Dios Padre omnipotente,
el injusto presidente
a vista del pueblo ingrato;

   disimulado en el traje,
y el traje desfigurado,
por haberse disfrazado
con mi ignominia y ultraje,

   salió a la usanza de rey;
pero era nuevo el reinado,
porque en sus hombros cargado
sacó su imperio y su ley.

   Y al punto que le miró
aquella gente, sedienta
de su sangre, como exenta
ramera, le blasfemó.

   -«De delante nos lo quita,
-dijo-, y en una cruz muera»,
la más que pésima fiera,
con intolerable grita.

   El juez inicuo, temiendo
tan manifiesta injusticia
y de ellos la gran malicia,
los acallaba, diciendo:

   -«Atentamente mirad
en este hombre que os muestro;
atended a que es rey vuestro
y que le debéis lealtad;

   Acábese de ablandar
pecho tan desapiadado:
¿a vuestro rey consagrado
tengo de crucificar?

   Ese envidioso furor
el ánimo os ha cegado
para que así hayáis negado
a vuestro propio Señor».

   La causa de le sacar
así, fue porque creyó
que, como él se lastimó,
los pudiera lastimar

   ver a Dios en tal estado,
y, con la fuerza de amor
más herido en lo interior,
que no en lo exterior llagado.

   Y aunque era luz penetrante,
no los aclaró este cielo,
porque echaron otro velo
al corazón de diamante.

   Y cual abrasada fragua
que a toda furia se ardía,
cuanto el pueblo más pedía
su muerte, más la aceptaba.

   Que era de amor mar profundo,
y con él se había juntado
el que faltaba al helado
pecho, del aleve mundo.

   -Salid, hijas de Sión,
la suprema y levantada;
y no a ver la limitada
gloria del rey Salomón,

   sino a la que lo es del Padre,
de grandeza incomprensible,
con la corona insufrible
que le coronó su madre

   el solemnísimo día
en el cual se desposó
con su Amada, y le estimó
por el de más alegría.

   Que por guirnalda de rosas
puso en sus sienes divinas
una corona de espinas,
crueles y lastimosas.

   Madrastra fue al descubierto,
pues que, desde que nació
no paró hasta que le vio
fuera de los reales muerto.




ArribaAbajo34.- Octavas Espirituales de Silva


sobre interiores sentimientos del alma.


ArribaAbajo   Cuando vuelvo los ojos a mirarte,
después de haber estado divertida
en el caduco mundo, de tal arte
viene a quedar tu Silva entristecida,
que sin hallar reposo en otra parte
que en Ti, se vuelve a ti despavorida,
cual pequeñuelo niño que, a deshora,
de su madre la ausencia advierte, y llora.

   Y herida del ligero pensamiento,
despide de sí el alma unas centellas,
aspirando con tal fuerza a su centro,
que se ven en un punto todas ellas
puestas y fijas en el firmamento
de amor, como hermosísimas estrellas,
de do arrojando fuego con presteza,
de nuevo Silva a se abrasar empieza.

   Con tierno sentimiento suspirando,
entre mi dulce gozo mezclo lloro,
amorosas querellas derramando
delante de Ti, gloria en quien adoro,
pidiéndote me digas hasta cuándo,
hasta cuándo, inmensísimo tesoro,
me pensabas dejar tan trascordada
y en las vanas ficciones ocupada.

   Como el pez a quien falta su elemento,
sin ti muero y expiro ciertamente;
estimando en mil años un momento
de los que suelo hallarme de ti ausente,
y por el más furioso y gran tormento
que en las leyes de amor el alma siente;
que este dolor terrible es tan subido
de punto, que aun no queda encarecido.

   Y pues de mí te escondes y te ausentas
como de una enemiga declarada,
muchas veces, Señor; y aunque atormentas
así a tu Silva, no la hallas cansada
de sufrirte y quererte, no consientas
que también yo ande ausente, y olvidada
de Ti, pues de esto no saco otro fruto
que pagar al tirano su tributo.

   Forzada de la flaca y deleznable
naturaleza, a los males dispuesta,
me sirve de [un] infierno intolerable,
y profundos gemidos mil me cuesta;
pero en ninguna vía remediable
puede ser tan gran peste como aquesta,
si de tu eterna y tan divina mano
no me viene el socorro soberano.

   Una merced te pido, confiada
en aquesa bondad tan sin medida,
y es, que a tu voluntad muy ajustada
quede tu Silva en todo, tan rendida
en Ti, y tan embebida y empapada,
que de mí ni una gota sea vertida:
si este celestial don me concedieres,
yo te daré por él cuanto quisieres.




ArribaAbajo35.- Romance Espiritual de Silva


Declara el señorío y fuerza de amor, considerada en el mismo Jesús; y cuáles han de ser los pechos en que El ha de tomar posesión y vivir de asiento.


ArribaAbajo   Absoluto dueño
del pecho rendido,
que todo lo allanas,
siendo obedecido
con tal diligencia,
que jamás ha habido
rey que se te iguale
en cuantos han sido;
que eres Rey de reyes,
y Dios, aunque niño,
conquistas las almas
por modo no visto.
Tu arco certero
jamás en vacío.
despidió sus flechas,
ni erró ningún tiro;
y el pecho a que asestas
siempre es escogido,
animoso y sabio,
constante y de brío;
porque te desplace
el que es abatido,
cobarde, indiscreto,
y en el amar tibio:
que, aunque pequeñuelo,
eres muy sabido;
y aunque delicado,
de nadie vencido.




ArribaAbajo36.- Coplas Espirituales de Amor de Dios


ArribaAbajo   Dulcísima gloria mía,
id la fuerza acrecentando,
que se consumen amando
cuantas en el alma había.

   Aquesa profundidad
de sumo merecimiento,
anegó mi entendimiento
y absorbió la voluntad.

   Y cuando vine a llegar
al punto más levantado,
vi que amor me había faltado
para empezaros a amar.

   Cual fénix desfallecida
del amoroso accidente,
deshecha en su llama ardiente,
de nuevo espero la vida.




ArribaAbajo37.- Quintillas Espirituales de Silva


ArribaAbajo   Llora Silva, y su Pastor,
se alegra de su pesar:
¡hasta aquí pueden llegar
las trazas que tiene amor
para su fuego aumentar!

   En las niñas de los ojos
dice el Pastor que le ofende
quien en dar a Silva entiende
aun muy pequeños enojos,
y que su furor enciende.

   Y viéndola él afligida
y llena de desconsuelo,
la vuelve de plomo el cielo,
y su luz oscurecida,
y de metal todo el suelo.




ArribaAbajo38.- De la Navidad


ArribaAbajo   Mostrado ha tanto cariño
con su Amada este zagal,
que porque no le era igual
ha venido a hacerse niño.

   Y otro inaudito favor
ha sido habérsela dado
a la rústica, abrasado
en tan encendido amor.

   Su fuerza, no conquistada,
acabó tan grandes cosas,
que en las trazas más costosas
halla siempre amor entrada.

   Con las pieles de un cordero
disfrazó él ornato real,
y en un humilde portal
un tesoro todo entero.

   De la ciudad soberana
quiso bajar a la tierra,
a tratar sangrienta guerra
por rescatar la serrana,

   del tirano Lucifer;
que sus fuerzas, en mantillas
envuelto, ha de combatillas
por mostrar más su poder.

   Zagala, ingrata no seas
a quien así te ha querido,
pues que sólo ha pretendido
tenerte adonde le veas.




ArribaAbajo39.- De Navidad


ArribaAbajo   No es mal remedio el sereno
y estar en portal sin casa
para pecho que se abrasa
y que está de fuego lleno.

   Y ya que eso no ha bastado
a templar la ardiente llama,
tener el suelo por cama,
y estar temblando de helado.

   Mas fuego que al hielo ataja,
y que pone-en tal estrecho
al Niño,¿como no ha hecho
ceniza el heno y la paja?

   Sin duda es el fuego, a quien
figuró la llama ardiente,
que vio tan resplandeciente
entre la zarza Moisén.

   Y siendo amor, su potencia
no asesta en pajas ni en heno,
sino en el pecho terreno
do busca correspondencia.

   Que una rústica serrana
fue quien su pecho encendió,
desde el punto que la vio
en su idea soberana.

   Herido me han los amores
del Niño, y sus gracias mil;
parece un florido Abril
cuando derrama sus flores.

   Toda me quiero vender
por sus llamas al amor;
que no habrá trueco mejor,
y eso debe él pretender.




ArribaAbajo40.- Al Nacimiento


ArribaAbajo   El Dios de venganzas
su fuerza ha rendido,
del amor herido.

   E1fuerte y terrible
león de Judá,
hecho se nos da
cordero apacible;
y si era increíble,
es por haber sido
del amor herido.

    El que es de millares
de ángeles gobierno,
como niño tierno,
envuelto en pañales,
llora ya mis males,
por haber nacido
del amor herido.

   La suma grandeza,
y bien soberano
se halla muy ufano
puesto en gran pobreza,
porque su riqueza
me ha enriquecido
del amor herido.

   Sujeto a mamar
está, y sufre frío
quien refrena el brío
del furioso mar;
que quiere mostrar
que a esto se ha abatido
del amor herido.

   El Verbo divino
del inmenso Padre,
en la sacra Madre
a humanarse vino,
abriendo el camino
al hombre perdido,
del amor herido.




ArribaAbajo41.- De la Navidad


ArribaAbajo   Dulce bien,¿por qué lloráis?
¿No se ha hecho lo que queréis,
con cuanto sufrido habéis,
por el alma a quien amáis?

   Estando desembarcado,
en la tierra deseada,
con el sayal de la amada
zagala tan disfrazado,

   mostráis tristeza y dolor:
mucho debe de faltar
hasta adonde ha de quedar
satisfecho vuestro amor.

   No os acallan los pañales,
ni el pesebre despreciado
en que os halláis recostado,
puesto entre dos animales,

   ni el arruinado portal,
ni la inclemencia del cielo,
ni el ver ya por ese suelo
grandeza tan desigual.




ArribaAbajo42.-Redondillas Espirituales de Silva


A la Navidad: llama cristalina fuente a Cristo Nuestro Señor y también la fe, adonde infaliblemente se ven y muestran estas verdades


ArribaAbajo   Las trazas del amor vi
en la cristalina fuente,
que para mí fue una ardiente
fragua donde me encendí.

   Y son maravillas tales,
que sólo el que pudo hacerlas
es el que sabe entenderlas,
que a su saber son iguales.

   La fortaleza caída
vi, que estaba sollozando,
y el mismo gozo, llorando,
y la gloria, entristecida.

   La inmensidad, abreviada,
y aquella fuerza invencible
vencida, aunque era increíble,
y entre mantillas fajada.

   Pobrísima la riqueza,
y al sacro y empíreo cielo,
arrojado por el suelo,
y abatida la grandeza.

   Al infinito valor,
en poco precio estimado;
y al mismo fuego, vi helado
por abrasarse de amor.

   Las Cortes del sumo Rey
celebrarse en un portal;
y la Alteza celestial,
entre una mula y un buey.

   Y vi la Sabiduría
y Verbo eterno del Padre
tener en la tierra Madre,
en cuyos brazos dormía.

   Y a la igualdad y justicia,
por injusta condenada;
y a la pureza, infamada
por nunca vista malicia.

   Vi la hermosura y belleza
en todo extremo afeada,
y quedar desfigurada
y marchita la lindeza.

   Vi la vida que expiraba,
con lo cual muerta dejó
a la muerte, y vida dio
al alma que muerta estaba.

   Y que era ya Dios el hombre,
y hombre Dios, y sin respeto
tratado, y a ley sujeto:
¿Habrá a quien esto no, asombre?




ArribaAbajo43.- Soneto Espiritual


de afectos de amor encendidísimo y deseos de martirio


ArribaAbajo   Esposas dulces, lazo deseado,
ausentes trances, hora victoriosa,
infamia felicísima y gloriosa,
holocausto en mil llamas abrasado.

   Di, Amor, ¿por qué tan lejos apartado
se ha de mí aquesta suerte venturosa,
y la cadena amable y deleitosa
en dura libertad se me ha trocado?

   ¿Ha sido, por ventura, haber querido
que la herida que al alma penetrada
tiene con dolor fuerte desmedido,

   no quede socorrida ni curada,
y, el afecto aumentado y encendido,
la vida a puro amor sea desatada?




ArribaAbajo44.- Soneto Espiritual de Silva


Para una señora grave, a quien ella amaba mucho y deseaba verla muy ocupada en cosas espirituales, porque era muy para ello, y no derramada en ocupaciones y correspondencias humanas, aunque con buen fin


ArribaAbajo   ¿Cómo, di, bella Amari, tu cuidado
estimas en tan poco, que, olvidada,
de quien con tanto amor eres amada,
te empleas en el rústico ganado?

   ¿Háte la vana ocupación comprado?
¿qué nigromántica arte embelesada
te trae, y de tu bien tan trascordada?
¡Ay, alevosa fe! ¡ay, pecho helado!

   Vuelve, Amari; repara que perdiendo
vas de amor el camino; digo, atajo.
Y ese que llevas, ancho y deleitoso,

   suele mañosamente ir encubriendo
entre las florecillas, y debajo
de verde hierba, el paso peligroso.




ArribaAbajo45.- Liras de Silva


a los divinos ojos de Nuestro Señor


ArribaAbajo   Al alma que te adora
vuelve los ojos claros, Cristo amado,
que más que en sí, en ti mora,
y todo su cuidado
en sólo tu mirar está cifrado.

   Ojos restauradores
de vida, que la dan de amor matando;
absolutos señores
de cuanto están mirando,
inmensa majestad representando.

   Puro y vivo traslado
de todo el bien que encierra el alto cielo,
que tras el delicado
disfraz de humano velo,
hacen rico y dichoso a todo el suelo.

   Sacros soles dorados,
cuya amable presencia poderosa
los males desterrados
deja, y su victoriosa
luz deshace la niebla tenebrosa.

   Rara y suma lindeza,
y el «Nihil ultra» de la excelsa mano,
adonde con destreza
juntó un mirar humano
con un mirar divino y soberano.

   Depósitos divinos
do está toda mi gloria atesorada,
espejos cristalinos,
vista dulce, agraciada,
dorado día, aurora arrebolada.

   Jardines celestiales,
ameno paraíso deleitoso,
luceros orientales,
refugio venturoso,
puerto en la tempestad maravilloso

   En esos ojos bellos
todo su bien librado el alma mía
tiene, y colgada de ellos
vive, que no podría
de otro modo vivir ni un solo día.

   ¿En cuánto me ha importado,
que para mí no son, o no hayan sido?
¿o, qué en ellos buscado
de bien he, o pretendido,
que vano o engañoso haya salido?

   Decid, luces serenas,
¿quién de ese dulce revolver mirando
lazos hizo y cadenas,
con que el alma enlazando,
sutilmente la van aprisionando?

   Las hazañas famosas
de amor, y sus victorias no imitadas
siempre, más venturosas
fueron, y señaladas
desde ese Alcázar Real ejecutadas.

   De tanta hermosura
la fuerza intensa, aun no experimentada
con dichosa ventura,
en mirarla ocupada
viene a quedar suspensa y trasportada.

   Y habiendo Amor robado
mi corazón, que en nada resistía,
le vi que, remontado,
por el aire subía,
y en tus ojos con él se me escondía,

   por alcaide celoso,
en medio el pecho, en su lugar dejando
un afecto fogoso,
que en llamas abrasando
le está, y el homenaje a Amor guardando.




ArribaAbajo46.- Romance Espiritual de Silva


ArribaAbajo   Silva a Nise, entre otras cosas
que con ella en gusto hablaba,
determinó de contarle
una que, aunque fue soñada,
no era poco misteriosa,
a su Señor aplicada:

   Bien conoces, dijo, a Amari,
Amari mi prima hermana,
iguales en la amistad,
en los años y crianza;
no en las suertes, por que han sido
de todo en todo contrarias.

   Soñaba, pues, que yo y ella,
de nuestra antigua morada
salíamos una tarde
del gran calor apremiadas,
-al tiempo que el claro Febo
apriesa se desviaba
del horizonte, y la noche
clara, fresca y sosegada,
sucediendo, al alto cielo,
su vistosa y turquesada
color, de cien mil diamantes,
con arte y primor bordaba-,
a las riberas umbrosas
de fresca hierba adornadas;
adonde me parecía
que, junto, a nuestra cabaña,
gozando del fresco viento
conmigo Amari en pie estaba;
y de la callada noche
y soledad convidadas,
con un profundo silencio
los ojos consideraban
a veces el prado ameno
de anchura y belleza extraña;
a veces, las cristalinas
del Duero profundas aguas,
donde, como en claro espejo,
dentro de ellas se mostraba
la luz de una gran estrella,
en todo trasordinaria;
la cual en un punto vimos
que el puesto desamparaba,
y, como rayo ligero,
del cielo en la tierra daba.
Y apartada un grande trecho,
de la tierra levantada,
divina gloria influyendo,
se acercó de un salto a entrambas.
Y absortas en tal suceso,
al tercer asalto, asestaba,
Nise, en medio de mi pecho,
y dentro de él se me entraba.
Su luz del todo ocultando,
quedó en el pecho encerrada;
y no sé a cuál de las dos
dejó más maravillada:
y atenta a la superficie,
con la pastoril zamarra
cubierta, que de cortina
sirvió y sirve a gloria tanta.

   En esto desperté y vime
del caso y historia rara
lejos, y en sólo mi Bien
el alma toda ocupada,
cuya ausencia me traía
de lo demás olvidada.
El sueño pasó por sueño;
y, estando bien descuidada,
me vino, Nise, un recado
que mi señor me enviaba,
diciendo que aparejase
mi pecho para morada
suya, porque, desde luego,
por suya la señalaba.
Y ya ha dos años cumplidos
que, casi cada mañana,
cuando de su Alcázar sale
y acá a nuestra sierra baja,
en este albergue pajizo
de la que más que a sí le ama
entra, y le deja hecho cielo,
y hecha también diosa el alma.




ArribaAbajo47.- Quintillas Espirituales de Silva


De un desafío al mundo


ArribaAbajo   Un corazón animoso,
con esfuerzo y valentía
que de dolor procedía,
a su enemigo alevoso
así reta y desafía:

   «Engañoso y más mudable
que lo es el camaleón,
emponzoñado escorpión,
furioso tigre intratable,
soberbio y bravo león.

   No me espanta tu fiereza,
ni tu furor me acobarda:
aguarda, tirano, aguarda;
llevarás en la cabeza
las manos por sobrecarga.

   Ningún bien podrás hacerme,
ni otra merced más segura,
que echar de tu rabia pura
el resto, por deshacerme
y por borrar mi figura.

   Que si la tuya en mí queda,
sólo es para aborrecerte;
en pisarte egtá mi suerte
y en que, traidor, mi alma pueda
irse do no pueda verte.

   En el corazón un brío
siento fuerte y caudaloso
contra ti, falso, engañoso,
que, en el mayor desvarío
mezclas el ser cauteloso.

   Cobrada tengo osadía
para vengar mis agravios.
Yo haré como te sean agrios
y que sientas mi acedía
con su dentera y resabios.

   Y aunque hay quien de mí los quita,
no hay quien te los quite a ti;
y si pensaste de mí
triunfar, no fue buena dita
la que aseguraste aquí.

   Ya me salí de tu reino
infame, caduco y vano,
por cogerte acá en lo llano
y fuera de tu gobierno,
donde me fuiste tirano.

   Gigante te me mostraste
en honra vana y honor;
¡afuera, afuera, traidor!;
que es tiempo que se contraste
un tan recebido error.




ArribaAbajo48.- Soneto a un hombre que cayó en la culpa


y se reduce a penitencia.


ArribaAbajo   Infeliz hora, desdichado punto,
tiempo sin tiempo, vida no, mas muerte,
cruel prisión, y la cadena fuerte,
hierros que me enlazaron en un punto.

   Parezco vivo, mas estoy difunto;
a un tiempo todo se acabó; mi suerte
desdicha fue, y plegue a Dios acierte
a recobrar lo que he perdido junto.

   Lágrimas, suspirar, amargo llanto,
gemir del corazón, cruel azote,
dolor profundo con intensa pena,

   desde agora será mi dulce canto,
con que, pagando el miserable escote,
pueda seguir mi dulce Filomena.




ArribaAbajo49.- Lira


En la profesión de alguna religiosa


ArribaAbajo   ¡O venturoso día,
en que la nueva esposa del Amado,
con obras de valía
claramente ha mostrado,
que el corazón de amor tiene abrasado!

   Entriego venturoso,
pues que de hoy más en Dios se ha transformado,
viviendo en el Esposo
un ser tan levantado,
que el corazón de amor tiene abrasado.

   Gozosa y dulce muerte,
pues con morir a todo lo criado,
os ha cabido en suerte
un Dios enamorado,
que el corazón de amor tiene abrasado.

   En él mora de asiento,
y dentro de aquel pecho enamorado
al suyo da sustento
con gozo muy sobrado,
que el corazón de amor tiene abrasado.




ArribaNueva poesía, registrada en el proceso, fol. 302,r.


Arriba   Teniéndose en la memoria
a sí misma dibujada,
Silva, de amor encendida
y dél la pena aumentada,
alevosos desconciertos
a sus desaciertos llama,
y fieras puntas de acero
que el alma y corazón pasan.

   «¿Cómo, dice, ¡ay! enemiga,
enemiga aleve y falsa,
descuidos caber podrían
en quien muy de veras ama?
Y si en tí son los pequeños
traiciones no imaginadas,
díganlo aquellos favores
no dados con mano escasa
con que tan enriquecida
te tiene tu Bien el alma,
y por su amor sólo a El quiere,
y con él nada te falta».

   Y no pudiendo sufrir
la fuerza de su palabra,
se desampara; y, huyendo,
sin fuerza y desalentada
llegó ante aquella presencia
do está su gloria cifrada,
como a venturoso puerto
después de tempestad brava.

   Y viendo abierta la puerta
al lado del Real Alcázar,
dándola amor osadía
y prestándola sus alas,
voló hasta dentro del pecho;
y cual fénix, renovada
su vida fue ansí, muriendo
entre mil ardientes llamas.